CAPÍTULO 51
TODO PASÓ MUY RÁPIDO. Los ataques de los Osseus iniciaron tan pronto como Cybele pronunció la última palabra. Esquivé tantas armas como pude y destruí a cada Osseu que se me acercó, al menos lo hice hasta que me encontré frente a frente con Cybele. Sus creaciones dejaron de atacarme y se enfocaron en el resto de los Guardianes y en León; es como si ella me hubiera reclamado. Tal vez debería de tener miedo, después de todo ella sigue siendo un espíritu y yo era una humana; a pesar de todo estaba satisfecha con su decisión de encararme. Teníamos asuntos pendientes.
El resto se había separado para luchar contra el bando de Cybele. Jack se enfrentó a Conejo y, aunque los he visto discutir innumerables veces, jamás pensé que los vería luchar de tal manera. Odiaba verlos pelear el uno con el otro; pero no había caso en detenerlos. Jack parecía poseído y hasta no encontrar la forma de volverlo a la normalidad no podría hacer nada. Incluso si continuara odiándome luego de recobrar la cordura, podría aceptarlo; lo que no puedo aceptar es que Cybele sea tratada como la gran salvadora.
Si hay alguien con quien Jack debería estar molesto—aparte de mí—es Cybele, alias Fay, rubia barata, perra, hija de Roberta.
A mi lado izquierdo podía distinguir a Sandy luchando contra Pitch. Sueños vs. Pesadillas. No era difícil ver que Sandy iba ganando, no me sorprendía; Pitch era de mucho hablar, pero no era tan poderoso como quería dejar ver. Hasta ahora siempre lo había ayudado Cybele. Además, Sandy es muy poderoso.
Norte, por otro lado, luchaba contra Félix o, bueno, Airtok. Ni siquiera había notado su llegada, eso solo mostraba lo poco que me importaba su presencia. A diferencia de la gran ventaja que tenía Sandy sobre Pitch, en este caso la batalla era algo más complicada. Al menos era eso lo que podía notar cada vez que desviaba mi atención de mi actual enfrentamiento con Cybele. Mientras que Norte era un luchador de cuerpo a cuerpo; Félix tenía un estúpido bastón que lanzaba bolas de energía de color amarillo con toques azules. Son dos tipos de combate diferentes y, a pesar de la gran habilidad de Norte, le era algo complicado esquivar los ataques y proporcionar unos él mismo.
Al otro lado del lugar, Tooth y León se enfrentaban a los—tal vez más de cincuenta—Osseus. Estaba muy preocupada por León, él era el más vulnerable de todos; incluso yo me sentía con algo más de ventaja ahora que recordaba mis tiempos como Ashelia. Mi cuerpo podía ser el de un humano, pero mi experiencia era mucho más grande que la de uno. Agradecía que Tooth estuviera ayudando a León y esquivando los ataques que pudieran terminar en algo desastroso. También ayudaba que León peleara a distancia con su arco y flechas, las cuales parecían nunca acabarse.
Mientras veía a León deshacerse de uno de los Osseus que estaba acercándose a él; sentí que algo me cortó la mejilla. Inmediatamente coloqué mi mano sobre esta y sentí mi sangre. No debería de desviar la mirada de Cybele por tanto tiempo.
—Deberías de prestar más atención a nuestra pelea —comentó ella—. Tus amigos no podrán ayudarte.
Sentir la sangre en mi mano me hizo recordar—una vez más—que mi cuerpo era el de un humano. Ya no soy fuerte como Ashelia. Puedo morir en cualquier momento. Y, aunque sé que lo haré, moriré; no dejaré que sea en manos de alguien como Cybele.
—Lo que pasa es que me aburre ver tu rostro todo el tiempo, Cybele —contesté—. Pero no te preocupes, haré lo posible por olvidar el asco que me das.
Blandí mi espada e intenté cortarle con ella; pero Cybele pudo esquivarme fácilmente. Nuestra pelea también era complicada. Su combate era a distancia y la mía era cuerpo a cuerpo. Además, ella era un espíritu y yo no. Cada vez que trataba de alcanzarla para hacerle daño; ella esquivaba mi ataque. Empezaba a cansarme, no estaba segura de cuánto tiempo podría seguir con esto.
—Tu sentido del humor se ha oxidado con el pasar del tiempo.
Rodé los ojos.
—Tú te has vuelto más perra con el pasar del tiempo.
—Solo estás celosa de que Jack sea mío al fin.
—Él no es tuyo —gruñí—. Se comporta de esa manera porque le has hecho algo. No creas que no me he dado cuenta.
Cuando traté de cortarle el brazo, ella retrocedió.
—Tal vez logré que esté junto a mí de una manera no muy convencional; pero todo lo que dijo sobre ti sí es real.
No, todo lo que Jack dijo tiene que haber sido a causa de lo que ella le hizo.
Estaba tan absorta en lo que ella dijo que no noté cuando lanzó un rayo en mi dirección, por suerte pude esquivarlo en el último segundo. Al hacerlo me golpeé el brazo; sin embargo, no dejé que el dolor me abstuviera de pelear.
—Jack ha recordado todo sobre ti, sobre Ashelia —continuó—. Y te odia porque lo mataste.
—Sabes muy bien que yo no hice eso.
Cybele se encogió de hombros y siguió con su narración.
—Tal vez, tal vez; pero para Jack todo es diferente. —Observó por un momento hacia la dirección donde él se encontraba, esta vez yo no volteé, no quería perderla de vista una vez más—. Para Jack tú eres la responsable de su muerte; en cambio, piensa que yo fui su salvadora. Cambié un poco los acontecimientos para que estos jugaran a mi favor.
—Tú no tienes el poder para hacer tal cosa.
¿Cambiar los recuerdos? Cybele tenía muchos talentos y ese no era uno de ellos.
—Claro que puedo, Ashelia —se burló al decir ese nombre—. Tienes a Jack como prueba. Por supuesto, no es fácil; por eso se debe esperar el momento exacto, cuando la mente se encuentre en un estado vulnerable.
¿Estado vulnerable?
Solo hubo un momento en que...
—Manny —murmuré.
—¡Exacto! —exclamó ella. Parecía tan contenta de que me haya dado cuenta—. Cuando la Luna les devolvió sus recuerdos a los Guardianes, Jack también recobró sus memorias. Y, como ya debes de haberte dado cuenta, en ese momento su mente se volvió vulnerable; así que cambié algunos eventos del pasado. —Dio algunos pasos hacia mí, aún con la sonrisa macabra pintada en el rostro—. Para Jack yo soy la gran salvadora, la razón por la que sigue vivo. Tú, en cambio, eres la egoísta que se enamoró de él y quiso y consiguió quitarle la vida.
¡Qué hija de Roberta!
Aproveché su proximidad para alzar mi espada y hacerle una gran cortada en el brazo izquierdo. Jamás había sido tan feliz de ver el sufrimiento en el rostro de otra persona. No importa cuán macabro sonara; Cybele se merece esto y más. Además, eso quiere decir que puedo ganarle. Eso quiere decir que tiene una debilidad.
Ella se tambaleó por el dolor, así que no perdí el tiempo y me abalancé sobre ella una vez más para clavarle la espada. No logré mi cometido, pues algo me golpeó en el estómago y me caí al suelo. Mientras recuperaba el aire que el golpe me había quitado, me di cuenta de que mi atacante había sido Jack. Ahora tenía a Cybele en brazos. ¿Dónde está Conejo? Se supone que él estaba peleando contra Jack. Miré a mi alrededor, todos seguían sumergidos en sus combates.
Al fondo de la estancia vi a Conejo, estaba inconsciente sobre el suelo.
—¡¿Cómo te atreves a tocar a Cybele?! —gritó Jack.
No tuve tiempo de responder, pues Jack había alzado su cayado y me lanzó un rayo de hielo. Me lancé al piso y logré esquivarlo; pero el terror de ser atacada por él no sería tan fácilmente olvidado. Si tan solo tuviera las habilidades de Ashelia, podría dar una mejor pelea, podría hacer que Jack se dé cuenta de que está siendo engañado. Quiero mis poderes de vuelta.
Necesito ser, al menos por un segundo, Ashelia.
—Te vas a arrepentir de haberle puesto esa espada encima —me amenazó.
¿Cómo puedo hacerle ver lo equivocado que está?
—Jack, por favor, tienes que recordar la verdad. Tú no me odias.
A pesar de que trataba de razonar con él, Jack no me escuchaba. Ese falso rencor podía más y su mirada amenazadora me mantenía asustada en mi lugar. Todo empeoró cuando él empezó a acercarse peligrosamente a mí.
—Jamás haría algo para lastimarte —dije—. Te amo, Jack.
Él detuvo su caminar en cuanto oyó esas palabras, o al menos eso es lo que quería creer. Parpadeó rápidamente y su rostro mostró confusión.
—Por favor, Jack, tienes que creerme. Te amo.
Me puse de pie y avancé hacia él. Si mis palabras tenían algún tipo de impacto, tenía que seguir intentando. Hasta ahora todo parecía indicar que en alguna parte de su mente o de su corazón, me recordaba y haría todo lo posible porque recobre la memoria que Cybele modificó.
—Jack, te amo —repetí.
Algo en sus ojos cambió; pero aún no era mi Jack. Estaba cerca de despertarlo, lo sabía, solo debía seguir hablándole. Era lo único que parecía funcionar.
—¡ERES UNA MALDITA PERRA! —gritó Cybele.
La expresión de su rostro, una mezcla entre desesperación y odio puro hizo que me olvidara por un segundo de Jack. No solo había cambiado algo en los ojos de él, también en los de Cybele. Por primera vez sentí miedo de ella. Hace muchos siglos, cuando Ashelia se enfrentó al espíritu frente a mí, jamás vio tal grado de odio. Este tiempo había logrado que Cybele se pudriera por dentro.
—¡NO GANARÁS OTRA VEZ, ASHELIA!
Di un par de pasos hacia atrás y busqué rápidamente una salida cuando la vi empujar a un Osseu y quitarle una lanza de sus manos. No estaba segura de poderla esquivar ahora, a pesar de haberlo logrado antes, me sentía vulnerable. ¿Por qué?
Lanzó el arma en mi dirección y en esa fracción de segundo me alegré de que no haya querido atacar a Jack, quien seguía inmóvil. Lamentablemente, ese segundo de felicidad me duró muy poco.
Un terrible dolor se depositó en mi pecho.
No me moví, no podía reaccionar.
León.
Quise gritar su nombre, pero tenía un nudo en la garganta que no permitió que emitiera un sonido. Mi cuerpo, por otro lado, logró moverse al fin y lo tomé en mis brazos antes de que su cuerpo cayera al suelo. La lanza había atravesado su abdomen. Estaba tan concentrada en Cybele y en el arma que no me había percatado de que León se había acercado a ayudarme. A... salvarme.
—León, ¿por qué?
A pesar del dolor él sonrió, como si nada estuviera sucediendo a nuestro alrededor, como si Cybele no estuviese atenta a nuestros movimientos.
—Jamás... dejaría... que algo... t-te pasara... —su voz sonaba débil y me preocupaba que no pudiéramos llevarlo a algún lugar para curarlo. Por que teníamos que llevarlo a un hospital o algo, no iba a dejar a León así.
—No creí que fallaría —se quejó Cybele a mis espaldas—. El humano es un completo idiota, por cierto. Es decir, ¿dar su vida por la tuya? No entiendo porqué haría algo así.
Observé a León a mi lado, herido e indefenso; todo era mi culpa. Él ha estado a mi lado desde que llegué al orfanato y ahora estaba muriendo frente a mis ojos. No. No podía dejar que León muriera. Y para salvarlo tenía que acabar con Cybele.
—Te a-mo, Bianca —confesó León.
—Te dije que era un idiota —repitió Cybele, ahora con un tono de burla.
Acaricié su mejilla antes de ponerme de pie y encarar al espíritu que hace mucho fue la mejor amiga de Ashelia. Sentía tanto odio hacia ella. Primero le arrebató la vida a Jack, luego a Ana, a mi padre y a mi hermano o hermana que ni siquiera había nacido. No dejaría que me arrebatara a León.
Cybele siempre fue la maldita causa de mi sufrimiento y de los que me rodean.
En cuanto dije esas palabras en mi mente, empecé a sentir una fuerza crecer dentro de mí. Todo el odio acumulado, el sufrimiento y la tristeza. Pero más allá de eso, quería justicia. Quería detener a Cybele, porque de no hacerlo, ella seguiría haciendo sufrir a otros. Yo no sería la última persona que ella querrá matar, no, seguirá hasta que todos los espíritus desaparecieran. No la dejaría hacerlo. Tenía que destruir a Cybele.
—¿Qué pasa? ¿Triste porque el humano morirá? —se burló nuevamente—. No te preocupes, lo encontrarás en el otro mundo pronto, cuando te mate a ti también.
Lanzó un rayo hacia mí y con mi espada lo golpeé y redirigí a una pared. Mi mirada seguía sobre ella, no pasaría por alto ninguno de sus movimientos. Caminé hacia ella sin inmutarme, sin mostrar miedo, sin dejar de verla.
—¿Te crees poderosa? —rio—. Tal vez un rayo no era suficiente, ¿qué harías con cinco de ellos?
Hizo lo que dijo, cinco rayos se dirigieron a mí y esquivé cada uno con mi espada. Las paredes empezaron a temblar al ser impactados por estos. Su trono fue destruido por el último que lanzó. No dejé de aproximarme a ella, no importaba que siguiera lanzando rayos hacia mí.
Al verme tranquila, Cybele cambió su expresión. Ahora parecía asustada. Me tenía miedo.
Sonreí.
Eso quiero, Cybele, tenme miedo.
Se dio media vuelta para huir de mí. Ilusa. Con mi mano izquierda hice un movimiento y dos grandes enredaderas aparecieron, eso era algo que Ashelia había sido capaz de hacer en el pasado. Rápidamente, agarraron ambos brazos de Cybele, y la giraron para encararme. No tenía escapatoria.
El terror en sus ojos era evidente.
—Ashelia, tú no puedes hacer esto —dijo completamente asustada—. Eres incapaz de acabar conmigo.
Jamás creí que estaría de acuerdo con Cybele, todo lo que dijo era cierto.
—Tienes razón —consentí y vi alivio posarse en su rostro—. Ashelia sería incapaz de hacerte daño —sonreí—. Pero yo soy Bianca, no Ashelia.
Vi el momento preciso en que Cybele se dio cuenta de que no tendría escapatoria y mentiría si digo que no me alegré de ello. Por esa razón no dudé en clavarle mi espada en el pecho, justo en el corazón. Un grito ensordecedor brotó de ella; su cuerpo—que aún seguía atrapado por las enredaderas—convulsionó. Luego, su cuerpo empezó a desaparecer frente a mis ojos, de un momento al otro ya no había más rastro de ella... como si jamás hubiera existido.
La fuerza que había llegado a mí antes, para poder derrotar a Cybele, se desvaneció al mismo tiempo que ella. Las enredaderas desaparecieron y todo había regresado a la normalidad. Bueno, casi, las paredes seguían temblando debido al impacto de los rayos en ellas. Tal vez debí darle más importancia a eso y a que los Osseus también habían desaparecido; pero en esos momentos solo tenía mi cabeza en una cosa. León.
Él seguía en el mismo lugar, aunque la lanza que antes atravesaba su abdomen ya no se encontraba más ahí. Debió desaparecer junto con Cybele y los Osseus. Me acerqué rápidamente a mi amigo, quien seguía herido y sangrando. ¿Tendría tiempo de llevarlo a un hospital? ¿Podrían hacer algo por él?
—Pitch y Airtok han escapado —dijo Tooth—. No los encuentro por ningún lado.
No me importaba, estaba más preocupada en León que en esos dos tarados.
Alcé su cabeza y la deposité sobre mi regazo. Una mano cubría su herida, mientras que la otra cogió la mía entrelazando nuestros dedos.
—Es-toy bien —susurró.
Mordí mi labio para evitar llorar, asentí en respuesta antes de tener el control suficiente para hablar.
—Sí, lo sé —contesté—. Igual vamos a ir al Taller y conseguiremos ayuda, ¿sí? Todo va a estar bien.
León trató de sonreír, haciendo lo posible por que el dolor no se mostrara en su rostro. Llamé a Conejo para que me ayudara a llevarlo al trineo. Aún teníamos tiempo de salvarlo, estaba segura de ello. Aunque Conejo estaba herido por la pelea que había librado contra... Jack... de todas formas se acercó a nosotros.
—Bian-ca —la voz de León sonaba cada vez más apagada—. N-no te preocu-pes. Estaré... bien.
—Conejo, por favor, llevémoslo a un lugar seguro.
—Bianca —me llamó León una vez más, ahora sin trabarse—. Voy a estar bien.
—León...
—No me da mie-do m-morir.
—No vas a morir, León, te vas a poner bien.
Empezó a toser sangre y aunque quisiera decirme que todo se arreglaría, sabía que no. León lo sabía, los Guardianes lo sabían. Todos ellos me miraban resignados, porque no había nada que pudiéramos hacer por él.
—Perdóname, León —lloriqueé—. De no ser por mí, nada de esto habría pasado. Lo siento tanto.
—N-no digas eso, me alegra haber estado a t-tu lado y haber sido útil.
No podía dejar de llorar, había hecho todo lo posible por derrotar a Cybele, estaba tan preocupada por Jack que no me di cuenta de que podía perder a León.
—Te amo, Bianca.
Esas fueron las últimas palabras de León.
Sus ojos se apagaron, no podía dejar de verlo, esperaba que me volviera a ver con la intensidad de antes; pero sabía que sería imposible. Mi amigo ya no se encontraba más conmigo. León se había ido.
—León, por favor —susurré, sabía que no tendría respuesta, mas no pude evitarlo.
—Bianca —me llamó Conejo—. Tenemos que irnos. Este lugar está por colapsar.
Asentí.
No había nada más que pudiera hacer.
Conejo cargó a León, en cuanto se lo llevó noté que mis pantalones estaban manchados con su sangre y eso solo logró que siguiera llorando. ¿Por qué no pude ser más fuerte?
Un par de manos me tomaron de los brazos delicadamente; entonces, Jack apareció en mi campo de visión. Su mirada había regresado a ser la que recordaba, cálida. Tomó mis manos y me ayudó a ponerme de pie. Juntos salimos de la casa de Cybele, siguiendo a los Guardianes hasta el trineo. Habíamos ganado... se supone; pero lo sentía una derrota.
—Se fue, Jack —sollocé.
Me abrazó de lado mientras seguíamos caminando hacia el trineo. Su cuerpo temblaba, también le dolía la partida de León.
—Él te salvó, es un héroe —contestó con firmeza—. Le estaré eternamente agradecido.
Todos los Guardianes estaban decaídos. Conejo subió primero al trineo y recostó a León sobre uno de los asientos, lo siguió Sandy quien utilizó su arena para protegerlo. Ver a mi amigo sin vida se sentía como una apuñalada en el pecho. Sus ojos ya no estaban abiertos, Conejo debió encargarse de cerrarlos.
Jack se sentó a mi lado en el trineo y me rodeó con sus brazos. Lloré en su hombro todo el trayecto, no podía parar, aunque lo tratase. En el camino noté que no era la única que lloraba, el resto de los presentes también lo hacía. León había impactado en todos en poco tiempo, era imposible no quererlo.
—Lamento no haber estado ahí para ti —dijo Jack al cabo de un tiempo—. Debí ser yo, no él.
Alcé la vista y me encontré nuevamente con sus ojos azules, ahora estaban vidriosos por el llanto.
—Odio verte llorar —confesó—. Odio haber caído en la trampa de Fay, de Cybele.
—No fue culpa tuya, Jack —le recordé—. Ella se aprovechó de tu vulnerabilidad y te dio recuerdos que no eran reales. No había nada que pudieras hacer al respecto.
—Gracias por hacerme abrir los ojos y por salvarme.
¿Salvarlo?
Pareció ver mi incomprensión en el rostro y por eso se explicó.
—¿Ya lo olvidaste? —sonrió, aunque por el momento solo fue una media sonrisa—. Gracias a ti me convertí en un espíritu y ahora soy un Guardián. Te sacrificaste por mí, me salvaste de Cybele. No pensé que sería posible amarte más de lo que ya lo hacía, pero lo hago. Te amo, Bianca.
—¿Me amas?
Era la primera vez que él lo decía y a pesar de que en este tiempo había tenido mis dudas; luego de los recuerdos que recobré de Ashelia, pensé que era posible que él me amara. Sin embargo, oírlo de sus labios era algo totalmente diferente. A pesar de todo el dolor que sentía ahora, un poco de calidez se posicionó en mi pecho.
—Sí, te amo —repitió—. Te amo más que a nada en este mundo. Te amé como Ashelia y te amo como Bianca.
Yo también lo amaba y se lo quería decir, pero no sentía que fuera el momento, no ahora que estábamos tan próximos al taller, no ahora que uno de mis mejores amigos yacía sin vida en el trineo cerca de nosotros. No ahora que sentía que mis palabras de amor no serían las suficientes para evitar que algo terrible sucediese... porque, a pesar de que estaba feliz de que Jack me quisiera, había aún algo que me carcomía por dentro. No era solo la pérdida de León. Había algo más y tenía miedo de ello.
Editado: 30/03/2020
Por alguna razón siempre ha existido una división entre los lectores, los que aman a León y los que lo detestan a más no poder. Nunca lo entendí, yo he amado siempre a León y no tienen idea de lo difícil que fue escribir este capítulo (y editarlo). ¡Estoy llorando!
Bueno, no tengo más palabras, sigan con la historia que ya falta poco. ♥
xoxo,
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