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CAPÍTULO 4


AQUÍ HACÍA DEMASIADO CALOR, tanto que no podía aguantarlo. No entiendo cómo las personas pueden vivir aquí, siento que me derrito y eso que he estado aquí pocos minutos, no me imagino una vida en este infierno.

Observé a las personas con pequeños ventiladores portátiles, tenían tanto calor como yo, así que decidí ayudarlos un poco. Ya que soy el espíritu del invierno, tengo que realizar mi trabajo y lo debo hacer pronto. Empecé por hacer que el ambiente se pusiera algo frío, no haría que nevara de la nada, en especial porque todas las personas estaban usando shorts y polos sin mangas. No quería que nadie muriera congelado.

Sobrevolé toda la ciudad, hasta que noté a Jamie en un parque, él hablaba con unos niños. Los observé por unos momentos hasta que ellos se alejaron de Jamie. Los niños aún no creían en mí, no todos al menos, así que no me sorprendía que ninguno de ellos me viera. Me abstuve de acercarme a Jamie cuando escuché la voz de una chica llamándolo.

—Está empezando a hacer frío, Jamie, deberíamos regresar. —No tengo muchas palabras para describir lo que acabo de ver. Ella era hermosa. Tenía un largo cabello castaño que le llegaba a la cintura, su cintura, jamás había visto una cintura tan angosta en mi vida y vaya que he vivido varios años. No lograba ver sus ojos desde aquí, pero estoy seguro de que son hermosos.

Sophie se había bajado del columpio donde estaba jugando y se había acercado a ver flores, cuando la chica que estaba con ellos se dio cuenta, se acercó a ella. Aproveché ese momento para lanzarle una bola de nieve a Jamie.

—¡Jack! —exclamó al verme—. ¿Qué haces aquí?

Me acerqué a él y me abrazó. —Vine a verte —respondí—. No estabas en Burgess y Claude me dijo que estabas aquí, así que, aquí me tienes.

Ahora parecía más emocionado que antes. —¿Cuánto tiempo te vas a quedar?

Eso no lo había pensado. —No lo sé, tengo que llevar el invierno a otras partes del mundo. Igual, no tengo dónde quedarme aquí.

—Te puedes quedar conmigo —respondió saltando sobre su lugar.

—Eso sería genial, pero creo que puedo buscar un lugar para mí. —Por su mirada, sabía que tenía muchas cosas más en su cabeza—. ¿Más preguntas?

Asintió rápidamente. —¿Cómo está Santa?

«Cubierto de nieve, probablemente», pero no podía responder eso, así que, antes de que pudiera elaborar una respuesta normal para un niño, escuché que alguien lo llamaba—: ¿Jamie? ¿Con quién hablas?

Observé a la chica, parecía preocupada, su expresión me divertía.

—Pues con Jack Frost —respondió Jamie como si fuera lo más normal del mundo, lo era para mí, pero no para ella.

—Oh... genial. —Estaba tan nerviosa que no sabía qué decir.

No podía despegar mis ojos de ella, tenía el ceño fruncido y frotaba sus brazos. Tal vez me pasé con eso del frío. Quería acercarme a ella y quería que me viera, pero no sabía cómo hacerlo. Ella no es una niña y claramente no cree en mí, ni, aunque Jamie le cuenta sobre Jack Frost va a creer. Su mirada lo decía todo.

—Jack —me llamó Jamie, me había desconectado por completo—, Sophie quiere saber sobre el conejo de Pascua.

Entonces, sentí que Sophie se colgó en mi pierna. ¿En qué momento vino hasta acá? —Lo siento, él no ha venido hoy.

Su cara se tornó triste, sabía que ella adoraba al peludo de Conejo. Estaba pensando en consolarla, pero la chica que estaba con ellos se acercó a nosotros y tomó a Sophie en brazos. Luego, cogió a Jamie de la mano y se los llevó a ambos. Por supuesto, los seguí.

—¿Qué pasa Bianca? —le preguntó Jamie.

Con que así se llamaba. Bianca. Me gustaba ese nombre, le quedaba bien a ella.

—Es solo que empieza a hacer frio y ustedes dos deberían estar calientes en su casa —respondió Bianca, caminaba demasiado rápido—. Si se resfrían, su padre me va a matar.

—Pero ¿Jack puede ir con nosotros? Hace tiempo que no hablo con él —le pidió Jamie.

Esperaba la respuesta de Bianca, pero antes de que diera una, se detuvieron todos frente a una casa de tres pisos, aunque el tercero podría ser un ático o algo así. No estoy seguro y tampoco examiné tanto la casa, ya que vi a Jamie acercarse a mí, mientras que Bianca trataba de abrir la puerta.

—¿Entrarás? —me preguntó él.

Negué. —Creo que será mejor que me vaya, no quiero que tengas problemas con ella.

—Bianca es genial —la defendió—, solo que ahora está espantada porque estoy hablando contigo... y ella no puede verte.

—Debe de estar tan asustada —dije entre risas, pero eran risas falsas. «Quiero que ella me vea», fue el objetivo que en ese momento me asigné. «Quiero que me vea, que crea en mí.»

—Jamie, entra por favor —le pidió Bianca.

Noté que la puerta de la casa estaba abierta y ella lo esperaba en la entrada. No veía a Sophie, lo que quiere decir que ella ya había ingresado.

—Bien, pero primero despídete de Jack. —Jamie me guiñó un ojo al decir eso. Se iba a divertir un poco a costa de Bianca. Este chico aprende rápido—. Él dice que se tiene que ir, pero volverá pronto.

Bianca arqueó una ceja, su expresión era de pura incredulidad. —Ok... adiós, Jack.

—Tienes que darle la mano —Jamie me señaló.

Entonces, ella se acercó a mí. Bianca se estaba acercando a mí. —Adiós, Jack —dijo mientras levantaba su mano, pero no me veía a mí, veía mi torso o, bueno, veía a través de mi torso.

Jamie empezó a reír. —Estás viendo hacia su pecho, él es más alto que tú.

Bianca alzó la mirada y me encontré con un par de ojos de color verde esmeralda. Eran preciosos. Y, mientras veía sus cautivantes ojos, me quedé mudo por segunda vez en un día. —Adiós, Jack —su voz me sacó del trance.

Su mano aún seguía levantada, por lo que la tomé y luego, completamente por impulso, le di un beso en la mejilla. Esto provocó que se alejara de mí, tomara a Jamie y corriera hasta la casa. Antes de cerrar la puerta, Jamie se despidió de mí.

Bianca, vas a creer en mí. Tenlo por seguro.


Editado: 21/04/18

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