Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 39



TAL VEZ FUI INGENUA AL NO pensar que León terminaría escuchando mi conversación con Jack. La peor parte fue que no supe cómo reaccionar a sus preguntas. Ninguna mentira se me vino a la mente para poder descartar sus dudas. Me quedé petrificada en la entrada del cuarto, con una mano sobre la manija de la puerta. León me miraba a los ojos, esperando que respondiera algo.

Abrí la boca como cincuenta veces para replicar cualquier cosa, lo que sea; pero me quedé muda.

La verdad no podía ser una opción. No quiero que León se involucre en este problema, por eso jamás se me ocurrió contarle la verdad o considerarlo el segundo creyente. Que supiera de Jack era demasiado y si, ya de por sí, se lleva mal con él, no quiero imaginar cómo se llevaría con Conejo.

Claramente, Michelle era la opción más sana. Aunque ya no estoy del todo segura. ¿Sería esta una señal para que considere a León? ¿Para que le cuente todo lo de los guardianes y se vuelva el segundo creyente?

—No es de tu incumbencia. —Jack me había ganado en responder. Pasó por mi lado, interponiéndose entre ambos.

León no apartó los ojos de mí, suplicándome con la mirada que le contara lo que estaba sucediendo. No era tan fácil hacerlo.

¿Qué se supone que le tengo que decir?

¡Oye! León, ya sabes que Jack Frost es real; pero a que no sabías que Santa Claus, el Conejo de Pascua, el Hada de los Dientes y Sandman también lo son. ¿No es genial? Ah, pero si te preguntas porqué nunca vinieron, es porque no sabían de la existencia de Borja... Ah, y también por algún problema con Pitch. ¿Quién es Pitch? ¡Es el coco!

Debe existir una manera más sencilla de abordar el tema. Después de todo, si yo no me he vuelto loca todavía, es probable que él tampoco lo haga si le cuento la verdad. Pero si le digo todo y no me cree, entonces estaríamos perdidos, porque Michelle tampoco me escucha. Abel, a pesar de ser un niño en cuerpo de un ¿adolescente? ¿casi adulto?, tampoco va a creer. 

—¿Bianca? Puedes confiar en mí —me aseguró. Bordeó a Jack hasta quedar frente a mí, tomó mis dos manos entre las suyas, nunca rompiendo el contacto de nuestros ojos—. Siempre vas a poder confiar en mí. Cuéntame, por favor.

Jack apartó bruscamente las manos de León y reclamó el lugar entre nosotros, por segunda vez en los últimos diez minutos. Dejé salir un suspiro, exasperada por su comportamiento tan infantil.

—Ya te dije que no es de tu incumbencia —Jack tenía ambos brazos extendidos a los lados, creando una «barrera» para que León no pudiera bordearlo una vez más. Le ordenó que se fuera y con la mano derecha lo empujó, aunque no logró moverlo de su lugar. Luego de su estúpido acto, me encaró, manteniendo sus brazos extendidos—. Tenemos que ir por Michelle.

Rodé los ojos ante su acción.

—Tal vez sea mejor decirle —admití. A pesar de que aún no me había decidido, las palabras salieron fácilmente, me di cuenta en ese momento de que era la mejor opción. Entre mis tres mejores amigos, él será más fácil de convencer. Ya cree en Jack, después de todo.

—No, no podemos decirle —contestó con seriedad.

¿Cómo diablos convenzo a un espíritu tan testarudo como Jack de contar la verdad a una persona que odia?

—Sí, podemos —dispuse—. Michelle no ha descartado todos mis intentos y Abel no creería que un chancho vuela así lo viera por los cielos. Tiene que ser León.

—No, hemos quedado en que sería Michelle.

Jack estaba completamente cerrado con la idea de Michelle siendo la segunda creyente. Pero eso no importaba, si él quería ir a hablar con ella, que lo haga, así se dará cuenta de que mi mejor amiga es más difícil de convencer que yo.

—Fui yo quien eligió a Michelle —respondí, esta vez cruzándome de brazos. No aceptaría ninguna objeción por parte de Jack—. Cometí un error, porque ella no quiere creer. Por otro lado, León ya cree en ti, así que será más fácil explicarle todo a él.

—No quiero, me rehúso.

Oh, sí, como si esa respuesta fuera a detenerme.

—Jack, no me interesa si quieres o no. Ya me decidí, será León.

Sin embargo, Jack no estaba listo para darse por vencido. —Podemos lograr que Michelle crea.

De todos los seres de la tierra, el hueso más duro de roer es Jack.

—Ya te dije que no. Si quieres conversa con ella y luego me cuentas cómo va, ¿sí? —respondí. Él pareció aliviarse, porque pensó que había desistido de mi idea sobre León. Mis siguientes palabras lo desconcertaron—: Mientras, yo le contaré todo a León.

—Bianca...

—No, Jack, no trates de hacerme cambiar de opinión. ¿No entiendes? No hay tiempo que perder. No sabemos cuándo va a regresar Pitch. Contarle a León es lo más seguro para todos.

Por primera vez Jack no dijo nada, no con palabras al menos; pero su mirada trasmitía todo lo que él quería decir. El tiempo se acortaba y ambos sabíamos que él regresaría a ser un guardián, no sería más un humano como yo.

«No te quiero perder», esas eran las palabras que leía en sus bellos ojos marrones. No tenía que decirlas para que yo las comprendiera.

Aparté la mirada, incapaz de soportar la situación. Mi vida nunca fue fácil; pero jamás pensé que podría complicarse más.

—Las cosas van a volver a ser como antes —dije con un hilo de voz. Carraspeé para aclararla y para darme fuerzas—. Necesitas ser un guardián. Vas a venir de vez en cuando a congelarnos con tus ventiscas y a tirarnos bolas de nieve en la cara... en mi caso en la espalda y vas a lograr que me moleste... pero es lo que haces.

» Tienes que volver a ser guardián, porque... no perteneces aquí. No eres un humano, eres un espíritu y tienes un trabajo que hacer. Es hora de que regreses. Necesitamos a León para que eso suceda.

—¿Para que suceda qué? —preguntó León.

Me había olvidado completamente de él. Es decir, era consciente de que estaba con nosotros, solo lo omití por unos segundos. Me había sumergido en una pequeña burbuja sólo con Jack. Él no apartaba la vista de mí a pesar de que nos hubiesen interrumpido. Claro, ahora notaba que su expresión demostraba la molestia que sentía por León.

Rápidamente, me coloqué en medio de ambos chicos. Con Jack tan molesto, solo era cuestión de tiempo hasta que buscara pelea (una pelea sin sentido, claro está) y no iba a aguantar otro pleito.

Encaré a León, él era nuestra única esperanza.

—Para que todo vuelva a ser como era antes —respondí.

Estaba cansada y preocupada. Cada segundo era crucial, no sabemos qué puede estar haciendo Pitch en estos momentos y con los guardianes siendo humanos, estamos en desventaja.

Escuché a Jack gruñir a mis espaldas cuando León miró en su dirección. No dejé que su intercambio me distrajera, era momento de llegar al punto. Antes de que León pudiera realizar alguna pregunta, fui directo al grano.

—León, la primera vez que viste a Jack tenía una apariencia diferente a la de ahora. —Pude notar como él volvió a dirigir su mirada sobre mi hombro, frunció el ceño, como si no recordara—. Cuando estábamos en casa de Jamie, Jack tenía el cabello blanco, sus ojos eran azules.

—¿Qué quieres hacer, entonces? ¿Quieres que se vuelva a teñir el cabello? ¿Está usando lentes de contacto?

De haber sido cualquier otro momento, cualquier otra circunstancia, habría respondido con sarcasmo, pero no había tiempo de hacer eso ahora.

—¿Para qué me necesitas para algo así?

—No, León, solo escúchame —pedí. Tomé una bocanada de aire, antes de explicarle todo lo que había sucedido. Hice lo posible por hacer un resumen coherente, sin contarle varias cosas, porque él no tenía que enterarse de los momentos que he compartido con Jack.

León escuchó atentamente, esperando a que terminara de narrar, no hizo ninguna pregunta, solo permanecía atento. Jack, sorpresivamente, tampoco dijo nada. Eso sí me preocupaba, ya que él no es una persona tranquila, en especial cerca de León.

—Te necesitamos para que los guardianes puedan recuperar sus poderes, León. Con la sang...

Antes de poder explicar en qué consistía su ayuda, la puerta del cuarto de los niños se abrió, revelando a un cansado Abel. Pareciera que han estado usándolo de «caballito de carga» nuevamente. Cerró la puerta tras de él y nos observó detenidamente.

—Pensé que al salir encontraría dos cuerpos mutilados —bromeó. Normalmente habría reído, pero no en este momento, estaba a punto de explicarle a León cómo podía ayudarnos y me interrumpió solo para hacer una broma. Le pegaré a Abel en un futuro muy cercano—. Veo que el ambiente está tenso —dedujo antes de enfocar su mirada en mí—. Vas a golpearme luego, ¿no?

Rodé los ojos.

—Abel...

—Tranquila, entiendo cuando no me quieren cerca. Solo quería asegurarme de que estabas bien.

Abel siempre se ha preocupado por mí, siempre ha sido como un hermano mayor, así que oír su preocupación por mí me hizo sonreír, aunque la situación en la que me encontraba no permitió que se notara lo agradecida que estaba por su cariño.

—Lo estoy.

—¿Segura?

—Segura.

La puerta detrás de Abel se abrió en ese momento, dejando al descubierto a Piero y Zoe, quienes se asomaron de manera «discreta». Los cuatro nos dimos cuenta, así que no continuamos con nuestra conversación. Piero, al ver a Jack de pie fuera del cuarto, terminó abriendo la puerta por completo. Todos los niños se sorprendieron de volverlo a ver en el orfanato.

—¡Jack!, ¿vas a regresar? —le preguntaron. La expresión que cada uno de ellos tenía era de pura esperanza. Me daba lástima que se desilusionaran cuando supieran la verdad.

De entre los niños más grandes, Ethan salió corriendo hasta abrazar las piernas de Jack. De todos los pequeños, él es el que más lo había extrañado los últimos días. Mi mirada conectó con la de Jack por unos segundos, eso fue suficiente para entender que él no sabía cómo decirles que no se quedaría con ellos en este maldito orfanato. Así que, tuve que ser yo quien diera la mala noticia.

—No —respondí con voz firme, dando a entender que ninguno debía cuestionarme—, Jack no se va a quedar con nosotros. Por eso, no le pueden decir a Roberta o Félix que lo han visto. Ni siquiera lo mencionen. ¿Entendido?

A pesar de la tristeza que envolvió a todos los pequeños, un coro de «sí, entendido» se escuchó por el lugar. Abel les pidió que regresaran al cuarto, cada uno de los niños se despidieron de Jack cabizbajos, en especial Ethan y Piero. Antes de cerrar la puerta, Abel me observó, esperando que repitiera que yo me encontraba bien, así que solo asentí.

Una vez que estuvimos los tres solos, les señalé las escaleras y bajé antes de que ellos respondieran algo. Era muy riesgoso conversar en el pasillo del segundo piso, en especial cuando estaban ahí todos los niños. Abel es capaz de pegar la oreja a la puerta para chismosear, es un niño más del montón.

Mis pensamientos, mientras bajaba por las escaleras, se habían ido a nuevas formas de convencer a León. El problema es que no hallaba ninguna. ¿Cómo convencerle de que hay seres mitológicos, si ninguno tiene poderes para probarlo?

Jack y los demás guardianes debían recuperar sus poderes. Admito que es un sentimiento agridulce, pues si Jack vuelve a ser Jack Frost, se irá; pero no hay otra solución, tiene que irse. No existe un futuro para nosotros y sería egoísta de mi parte desear que se quede como humano. Lo he pensado antes, he imaginado un final en el que ambos terminemos juntos como humanos; pero es extraño. No se siente bien. Todos deben recuperar sus poderes, Pitch podría regresar en cualquier momento y no podemos estar en desventaja.

Cuando León y Jack entraron a la cocina después de mí, me giré sobre mis pies, encarándolos. Solo hay una solución factible, algo que podría convencerlo y sé que eso no le gustará al espíritu del invierno.

—Jack —lo llamé, aunque su mirada ya estaba sobre mí—. Creo que deberíamos llevar a León.

—¿A dónde? —cuestionó el aludido, su vista también estaba clavada en mí. Ambos chicos me miraban con demasiada intensidad y sabía que, al responderle a León, Jack terminaría más enfadado de lo que ya estaba. De todas maneras, eso no me preocupaba, esto es por el bien de todos.

Di un paso hacia León sin apartar la vista de sus ojos. Debía ir al grano y explicarle qué era lo que necesitábamos de él exactamente. Porque no creo que haya una forma correcta de hacerle entender todo lo que sucedía. —Necesitamos tu sangre.

No me respondió enseguida. Mantuvo mi mirada, buscando en ella si lo que yo decía era broma o no. Cuando se dio cuenta de que mis palabras iban en serio, reaccionó, de hecho, me hizo saltar de la sorpresa. —¡¿Qué?! ¡¿Cómo que necesitan mi sangre?! Bianca, no entiendo, no entiendo nada de lo que estás diciendo.

—Es para una poción —le expliqué. Soy consciente de que eso suena demasiado estúpido y que para León esa era una respuesta disparatada, pero me prometí ir al grano y eso estaba haciendo—. Uno de los ingredientes es la sangre de dos creyentes. Yo soy una, —muy a mi pesar... y si me hubieran dicho que esto estaría pasando hace un año, jamás lo hubiese creído— y necesitamos que tú seas el segundo creyente. Por eso tienes que creer en los guardianes, León. Si no conseguimos a un creyente más, si no logramos que todos los guardianes recuperen sus poderes, cosas atroces sucederán.

León me miraba inexpresivo y no sabía cómo tomarlo. Por otro lado, Jack se había abstenido a decir una palabra y eso también me preocupaba, porque a Jack le encanta el sonido de su voz y joder a los demás. Aun así, preferí no mirarlo, tal vez solo esperaba que yo le diera mi atención para decirme que León no valía la pena.

—Sé que todo lo que digo no tiene sentido para ti, lo entiendo. He estado en tu lugar y también me parecía una sarta de estupideces —suspiré. No sabía qué era peor, León no entendiendo lo que decía o León no reaccionando a lo que decía—. En la casa de Jamie están los guardianes, te llevaré ahí.

—¿La casa de Jamie no debería estar vacía? —no esperaba que León me preguntara algo como eso. De todas las cosas extrañas (que a él debieron parecerle extrañas) que le dije, ¿eso fue lo que más le sorprendió? Tal vez solo fue la información más común que le proporcioné.

—Bueno, digamos que los guardianes han hecho un allanamiento de morada.

Nuevamente, la expresión de León no me decía nada. Entiendo, todo esto es demasiado increíble para creerlo y, en otras circunstancias, no sería insistente. En realidad, en otra circunstancia no le habría dicho nada; pero ahora necesitaba que creyera en los guardianes por más ilógico que puede parecerle.

—Tienes que venir con nosotros —repetí.

Estaba golpeteando el piso con mi pie, me sentía impaciente. León no me daba ninguna respuesta y Jack se encontraba inusualmente callado, me preocuparía de no ser porque logro percibir su molestia, es como si su amargura se desprendiera de él y corriera por el lugar envolviéndonos a todos.

—¿León?

Cuando dije su nombre, pareció reaccionar. Sus ojos se concentraron en mí por unos segundos antes de parpadear varias veces, antes de hablar carraspeó. —Déjame ver si entiendo. Los guardianes de los que hablas están en la casa de Jamie —asentí—. Quieres que vaya hacia allá porque esperas que... ¿crea en ellos? —no parecía muy seguro, pero asentí de todas maneras—. Si creo en ellos, van a recuperar sus poderes y... ¿dijiste que Jack era un guardián? —su última pregunta me tomó desprevenida, en especial por la gran sonrisa que tenía en el rostro; aun así, asentí—. Eso quiere decir que si recobra sus poderes se iría indefinidamente, ¿verdad?

Oh, eso es lo que trataba de decir, con razón se vio tan contento. Quise asentir y decirle que sí, Jack se iría. En teoría, él ya lo había hecho, solo vino por razones que no tienen importancia.

—Siempre voy a volver —gruñó Jack.

Era la primera vez que hablaba desde hace bastante rato y su voz llena de enojo no pasó desapercibida. Estoy segura de que él no planea volver, es decir, claro, sí, vendrá a traer el invierno y su famosa nieve; pero no creo que nos busque a nosotros y, si lo hace, ¿hasta cuándo será eso? Cuando tenga cuarenta años o sesenta ya no será lo mismo.

León, por otro lado, ignoró las palabras se Jack. La emoción que estaba pintada en su rostro me molestaba un poco. —Solo tengo dos preguntas más —dijo dando dos pasos hacia mí—. ¿Por qué tendría que hacer esto? ¿Por qué querría ayudarlo a recuperar sus poderes? Si lo hace, podría congelarme hasta la muerte.

Espero que no lo haga, no creo que lo haga. No estaba segura, pero no podía decirle eso. Estaba muy cerca de convencerlo y no había forma de que le dijera que Jack tiene sus emociones tan al ras, que podría intentar algo tan descabellado como eso.

—No va a hacer eso —le aseguré.

Por suerte, Jack corroboró lo que yo había dicho. —No te voy a congelar hasta la muerte —afirmó él—; aunque ganas no me faltan. —Lo último lo susurró, probablemente esperaba que ninguno de los dos lo escuchara.

LA CAMINATA HACIA LA CASA DE Jamie fue bastante silenciosa. Solamente conversamos cuando León me preguntó si los guardianes serían iguales a lo que vimos en las películas. Me habría reído si yo no hubiera pensado exactamente igual antes de conocerlos. Además, ninguno de ellos se veía como siempre, son humanos. Solo le dije: «ten la mente abierta».

Norte fue quien nos abrió la puerta al llegar a casa de Jamie, parece que él se había autonombrado el portero oficial. Me envolvió en sus brazos ni bien me vio, quitándome el aire; tuve que aguantarme un quejido de dolor, ya que las heridas proporcionadas por Roberta aún eran sensibles, claro, eso jamás se lo diría a Norte.

—¿Qué te han hecho? —me preguntó totalmente preocupado. Al parecer no había podido ocultar tan bien mi dolor.

Le sonreí, esperaba que no se viera como una mueca de dolor. —Nada, estoy bien. —No quería preocuparlo con mis estúpidas heridas; él ya tenía muchos problemas, no quería aumentarle el mío.

Por supuesto, Norte no me creyó del todo, estuvo a punto de decir algo; sin embargo, no le di la oportunidad. Di un paso dentro de la casa y señalé a León para que entrase también. Jack no se demoró en seguirnos al interior.

—León, te presento a Santa Claus, le decimos Norte. —Inmediatamente, Norte le ofreció su mano a León con una sonrisa en el rostro, ambos estrecharon las manos y, por la pequeña mueca que hizo León, supe que Norte apretó muy duro su mano.

Llamé la atención de ambos al acercarme al sofá más grande de la sala. —Ellos son Sandy y Tooth, él —dije señalando a Sandy— es el espíritu de los sueños, también conocido como Sandman —menos por mí, quise agregar— y ella es el Hada de los Dientes. 

No veía a Conejo por ningún lado y eso me frustró. Si León viese a un conejo hablando, me creería más rápido... espero. La expresión de León era una en donde claramente se veía que no creía nada de lo que yo decía y pensaba que había perdido un tornillo al decir cosas tan disparatadas.

—Sé que es difícil de creer —admití, porque yo estaría igual que él.

—Sí, te creo —respondió rápido, demasiado rápido. Alcé una vista e incliné mi cabeza; sé que estaba mintiendo y él sabía que yo sabía eso, por eso se corrigió—: No, en verdad no te creo. Lo siento, Bianca; pero ellos son personas normales.

—Ya sé eso, León. Sí, se ven como gente ordinaria, como tú y como yo. Pero ¿recuerdas a Jack? ¿recuerdas cómo se veía la primera vez? Ahora es diferente; porque lo volvieron humano y no tiene poderes. Lo mismo le ha pasado a Norte, Sandy, Tooth y Conejo. Por favor, créeme cuando te digo que ellos son esos seres fantásticos de los cuales hemos escuchado durante toda nuestra infancia.

León no iba a creerme, lo notaba en su mirada. La esperanza me abandonó y a los guardianes también. No iba a encontrar a alguien que creyera en ellos.

—Hola, Bianca, ¿quién es el «cara de estreñido»? —Conejo apareció por las escaleras, dando grandes saltos hasta posicionarse sobre el respaldar del sillón que estaba a mi costado—. Ah, es el tigre ese del orfanato, con razón se me hizo conocido. ¿Por qué diablos está acá?

Pensé en corregirlo y decirle que su nombre era León, pero estaba estupefacta cuando Conejo llegó. Primero, jamás pensé que lo oiría decir «cara de estreñido»; segundo, porque sus palabras las soltó con tanta amargura que me puse a pensar en qué momento empezó a odiar a León; tercero, porque la risa de Jack llenó el lugar, haciendo que me desconcentrara de lo demás y solo lo viera a él. Hace mucho no lo veía tan contento.

—¡¿Cómo puede hablar?! —el grito de León fue lo que al final me desvió de la carcajada de Jack, la cual aún no terminaba.

—Uhmm... León, te presento al Conejo de Pascua, lo llamamos Conejo. —En cuanto lo presenté, Conejo alzó el mentón e infló su pecho en un intento de parecer rudo. Ahora me recordaba a una versión mini de Rambo. Demasiado adorable.

—¿Cómo es que puede hablar?

Estaba medio aliviada, pues ver a León tan exaltado por Conejo, solo me daba esperanzas. Tal vez sí creería después de todo. Es decir, su mirada no se despegaba de Conejo. Debe estar tratando de descifrar qué clase de magia está siendo usada en el pequeño animal.

Me encogí de hombros en respuesta a la pregunta de León. —¿Cómo es que tú puedes hablar? —dije finalmente, repitiendo lo mismo que Conejo me dijo cuando hice esa pregunta. El pequeño animal sonrió en mi dirección, orgulloso por mi respuesta.

—¿Qué? —León, por otro lado, no podía creer mis palabras.

—Es solo un Conejo que habla, es un guardián, el Conejo de Pascua. ¿Ahora sí me crees?

Nuevamente, mi esperanza se desmoronó al oír su respuesta—: No lo sé, más o menos. Es un Conejo que habla, sí; pero ¿cómo puedo estar seguro de que en verdad es el Conejo de Pascua?

Fruncí el ceño en señal de frustración, apreté mis puños a los lados y me contuve de golpearlo. Creo que nunca había querido golpear a alguien como ahora quería golpear a León. Con golpear me refiero a empujarlo (por las escaleras) en desesperación. —¡Porque te lo estoy diciendo yo! —grité.

—Aún podemos ir por Michelle —me recordó Jack. Había visto mi arrebato y sabía que había llegado al límite. Me pregunto si estaba esperando que esto sucediera desde el inicio y por eso no hizo tanto alboroto desde que salimos del orfanato—. Él no va a creer, no importa lo que hagamos —concluyó.

—¿Qué vamos a hacer? —sollozó Tooth, quien no se había movido de su lugar en el sofá—. Los niños corren peligro. Pitch podría estar haciendo algo en estos momentos y no lo sabemos. No quiero que mis niños sufran, mis pobres pequeños.

Ver a Tooth tan desconsolada me partió en dos. En especial cuando Sandy la abrazó para que llorara en su hombro y luego él soltó una lágrima. No puedo creer que haya fracasado en esto. Lo único que tenía que hacer era traer un creyente más y no lo logré.

Me tomaron de las manos, haciéndome girar hasta encarar a Jack. Podía notar la preocupación en su rostro, pero no era por no encontrar a un creyente, no, estaba preocupado por mí. Frotó su pulgar sobre mi mejilla, sentí como limpiaba una lágrima que se había resbalado. Pensé que las había contenido, pero no.

—Vamos a encontrar a alguien más, Bianca —susurró—. No te preocupes, ¿sí?

Mi labio inferior tembló. No se supone que él deba estar consolándome a mí, debería ser al revés.  Quería decirle que tenía razón y que encontraríamos a alguien más; pero mi filtro me traicionó y en lugar fui pesimista. —Si no pudimos convencer a León, no vamos a poder convencer a nadie —mordí mi labio en frustración, quería gritar de la cólera—. Él sabe que tú eres Jack Frost, te ha visto y no le importa. No quiere ver lo que hay enfrente, es tan ciego...

La característica risa de Jack hizo que dejara de hablar. Me ofendí al escucharlo reír. Este era un tema importante, un tema que lo afectaba más a él que a mí; pero no parecía importarle. Solté mis manos de su agarre y las apreté en puños a mi lado.

—¿Qué es tan gracioso? —refunfuñé.

—Los humanos de hoy en día son todos iguales —contestó. Frotó mis brazos y antebrazos hasta abrir mis puños y tomarme de las manos otra vez—. Tú me viste y preferiste creer que era producto de tu imaginación. —Hizo círculos con sus pulgares sobre el dorso de mis manos, mientras me observaba con una sonrisa de lado—. No me sorprende que él no crea en esto.

—Pero lo mío es diferente. Yo estaba sola y fue completamente extraño. No tenía a ninguno de los guardianes frente a mí.

—Tenías a Jamie contándote que todos éramos de verdad y aun así...

No lo dejé terminar la frase. Yo sabía que mi situación y la de León eran similares; pero él es más cabeza dura que yo. No dejaba lugar a la posibilidad de que todo lo que yo decía era real.

—No quiero hablar de eso —le pedí a Jack. Estaba cansada y sin esperanzas. Me solté de su agarre y di un paso hacia atrás. Necesitaba espacio.

Giré hacia los guardianes una vez más y noté que Norte se había unido a Tooth y Sandy. Él no tenía lágrimas en el rostro, pero sí tenía los ojos aguados.

—Odio verlo así —admití. Sabía que Jack estaba detrás de mí, el paso que di para alejarme de él lo acortó tan pronto me volteé.

—Lo sé, si no está triste y molesto por algo que hice adrede, no vale la pena... —le di un codazo en el estómago por decir esas palabras tan insensibles, ni siquiera trató de bajar el volumen a su voz—. Lo siento, solo trataba de poner un poco de humor.

Rodé los ojos. Ya estaba acostumbrada a su actitud tan poco responsable e insensible.

Jack Frost puede ser encantador unas veces y un idiota el resto.

Al golpearlo con mi codo, noté a León sobre su hombro. Él continuaba en su mismo lugar, bastante cerca de la entrada principal. Veía a los guardianes con una expresión que entendía perfectamente. Simpatía. Probablemente él quiere creer en ellos; pero su racionalidad no se lo permite. Cuando cruzamos miradas supe con total certeza de que él no sería el segundo creyente. No había esperanza. Oficialmente había fracasado.

En cuanto esos pensamientos cruzaron mi mente, las luces de la casa se apagaron. No, no solo los de la casa, no había ningún tipo de luz, ni siquiera la que entraba de afuera. Sentí un peso encima de mí, casi caigo, pero logré soportarlo. Era un cuerpo humano; no tenía que tener luz para saber que se trataba de Jack, no había nadie cerca de mí, solo él. Las luces de la casa empezaron a parpadear y tomé esa oportunidad para verificar mi rededor.

Los guardianes estaban inconscientes, todos habían caído en el lugar donde estaban previamente. Traté de despertar a Jack; pero es como si estuviera en coma o algo por el estilo, pues no reaccionó. El único que seguía despierto igual que yo, era León.

—¡Bianca! —me llamó él, pude ver el alivio en su rostro cuando se dio cuenta de que estaba despierta—. ¿Estás bien? —asentí. Tomó a Jack de los brazos y lo dejó sentado en el sillón más cercano—. ¿Qué está sucediendo?

Antes de responderle que no tenía ni idea, el ambiente empezó a congelarse. Mi piel se puso de gallina y noté mi aliento al respirar. Es como si todo fuera de mal en peor. Lo confirmé cuando vi que una neblina se hacía paso por las rendijas de la ventana hasta cubrir los ambientes de la casa.

Estamos jodidos.


Editado: 31/01/2019

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro