CAPÍTULO 30
EL CIELO SE HABÍA TORNADO GRIS. No escuchaba más ruido que las explosiones, las cuales no habían parado, sonaban una tras otra y la luz que desprendían destacaban en tan lúgubre escenario. La niebla de los cerros se había expandido por el resto de la ciudad, al menos hasta el centro, no llegaba hasta la playa, donde estábamos nosotros.
La niebla estaba cerca de la casa de Jamie.
—¿Qué está sucediendo? —le pregunté a Jack. Sus manos aún seguían en mis caderas, mientras que las mías reposaban sobre su pecho. Nuestras respiraciones eran agitadas.
—Pitch —gruñó. Su atención estaba sobre el punto que yo había estado mirando hasta hace unos segundos. Jack se inclinó para darme un corto beso en los labios—. Tengo que ir.
—Yo también. —Él pareció dudarlo un segundo. Así que decidí desenvainar la espada, que estaba en su funda—. Podría degollarte aquí mismo si lo quisiera.
Una sonrisa adornaba su rostro. —Bien, vamos.
Me cargó como princesa, por lo que rodeé mis brazos en su cuello. Se inclinó para besarme una vez más antes de emprender vuelo. Mi corazón palpitaba como loco, indicio de que yo estaba como loca.
Nos acercábamos rápidamente a la zona de la batalla. Me preocupada que Pitch les hubiera hecho algo a Jamie o a Sophie. No me lo perdonaría jamás.
—Están bien —susurró Jack en mi oído. No sé cómo puede saber lo que estoy pensando—. Los guardianes están con ellos.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque esas explosiones son los huevos de Conejo.
Asentí.
Al menos sabía que los guardianes no dejarían que algo malo les pasara a los niños. Si Conejo estaba ahí, no tenía nada de qué preocuparme. Confío en él ciegamente. Aún más que en los otros guardianes.
—Antes de ir a la batalla anterior, Norte te dijo que si algo pasaba te tenías que ir. ¿Recuerdas? —la voz de Jack se había puesto seria de pronto. Asentí en respuesta—. Si algo pasa ahora, quiero que te vayas. ¿Aún tienes la esfera? —volví a asentir—. Bien.
—¿Vas a estar bien?
—Claro que sí.
—Promételo.
—Lo prometo —al decir eso sonrió con todos sus hermosos y brillantes dientes. En este tipo de momentos es cuando entiendes por qué las haditas de Tooth se vuelven locas cada vez que los ven. Tiene sentido, en verdad.
Moví mis manos hacia sus mejillas y le di un corto beso en los labios. Me alejé antes de que me provocara profundizar el beso.
—Me puedo acostumbrar a esto —ronroneó. Ese sonido me hizo sentir cosas que no había sentido nunca en mi vida—. En serio, me puedo acostumbrar.
No pude evitar reírme.
Solo... no sabía que no volvería a reírme de esa manera en un buen rato.
❄
AL LLEGAR, NOTAMOS QUE SE ESTABA librando una batalla entre Pitch y Sandy por los aires. El segundo parecía estar ganando, y no podía estar más feliz al respecto.
Mata a Pitch, Sandy. Mátalo.
Conejo se encontraba en el tejado de un edificio, varias de las pesadillas de Pitch se le aproximaban, pero él las evadía lanzando los explosivos. Él parecía estar controlando la situación bastante bien, el problema era que las pesadillas no dejaban de aparecer. Por otro lado, Norte y Tooth luchaban con los cuasi esqueletos, ellos no dejaban de producir armas con las cuales podían atacar. Estaba fascinada con la coordinación que tenían Norte y Tooth para contrarrestarlos, se notaba que llevan siendo un equipo desde hace mucho tiempo.
No parecía que Jamie y Sophie estuvieran fuera de la casa, me sentí tranquila al notar que ellos estaban a salvo. Supongo que Fay no es tan mala después de todo. Al menos no debía preocuparme por ellos, pero sí por Pitch. Sabía que, si él venía a Borja, no desperdiciaría el momento en ocultarse, aparecería sin más.
—¡Vino mi querida Bianca! —exclamó Pitch Black. Su voz sonó tan alta que fue imposible ignorarlo. La sonrisa que traía en su rostro hizo que se me revolviera el estómago. Juro que no veía a nadie tan desagradable desde que llegué al orfanato y conocí a Roberta y Félix. En cuanto cruzamos miradas, le mostré el dedo medio, ese gesto lo desconcertó—. Vamos, preciosa, sé que te alegra verme.
Rodé los ojos y, resoplando respondí—: No sabes cuánto —el sarcasmo desbordaba de mis palabras.
Noté que su mirada recorrió desde mi rostro, hacia el resto de mi cuerpo y, luego quedó en Jack. Ambos se miraban con un gesto de desconfianza, repulsión y molestia.
—Supongo que mi truco no funcionó del todo bien —declaró Pitch.
—¿Truco? —repitió Jack. Me apretujó más hacia él, como si se estuviera preparando para algún ataque de Pitch. No es como si yo me estuviera quejando por la proximidad.
—Es algo que no te incumbe, Frost —respondió el ser maléfico entre dientes.
Lo siguiente pasó demasiado rápido. Jack me había dejado en el suelo, teniendo cuidado de colocarme detrás de él, para que Pitch no pudiera acercarse. Un rayo de hielo se formó desde su cayado, el cuál impactó en la arena negra que este formó en el último segundo. El resultado fue un molde raro de cristales transparentes y arena negra incrustada en este. Parecía arte abstracto.
Sandy apareció en medio de ellos con el ceño fruncido, como si estuviera molesto porque Pitch lo había dejado luchando solo. Así que, ambos continuaron con su enfrentamiento. La mezcla de arena negra y dorada me hacía recordar a los colores de Hufflepuff. «En serio, Bianca, deberías de dejar de pensar en cosas que no van al caso en momentos como estos», me reprendí.
Desenvainé la espada, lista para enfrentarme a los cuasi esqueletos. Sentía un nuevo deseo por destruir a cada uno de ellos. Quería acabar con Pitch y reírme en su cara cuando fuera su fin. Sí, sonaba sádico, pero tenía que realizarse.
Me uní a Norte para combatir a los cuasi esqueletos que estaban aquí. Tooth y Jack habían alzado vuelo para enfrentarse a las pesadillas junto a Conejo, en estos momentos habían más de esos caballos oscuros que de los cuasi esqueletos. Lamentablemente, no fue así por mucho tiempo, ya que, cada vez que destruíamos a uno de esos seres, aparecían dos más. Es como si se multiplicaran, algo así como a la Hidra de la mitología griega. Era una batalla sin fin. Yo ya no podía mover más mis brazos y había perdido la cuenta de a cuantos cuasi esqueletos había decapitado.
—Será mejor que te vayas, Bianca —me ordenó Norte. No había notado que uno de los cuasi esqueletos estaba detrás de mí, él lo destruyó antes de que llegara a mí—. No es seguro para ti.
—No, aún no hemos matado a todos.
—Esto se va a poner cada vez peor —su voz era fuerte y decidida, no iba a dejar que me negara—. Quiero que te retires ahora mismo.
—Lo siento, Norte, pero no lo haré. —Esta vez fui yo la que lo salvé de un cuasi esqueleto—. Imagínate qué habría pasado si me hubiera ido. Nos ayudamos mutuamente, somos un equipo.
Norte dejó salir un suspiro largo. —Gracias, Bianca, pero debes irte.
No me dio tiempo a responderle. Norte me cargó sobre su hombro izquierdo mientras seguía peleando con los cuasi esqueletos. Cuando por fin me soltó, me di cuenta de que estaba dentro de la casa de Jamie. Norte cerró la puerta en mis narices. No importa cuánto traté de abrirla, esta no se movió. Es como si hubiera alguna especie de magia en ella. Traté con las ventanas y con la mampara que llevaba al patio, pero no podía abrir nada. Decidí probar con las ventanas del segundo piso, pero antes me aseguré de que Jamie y Sophie estuvieran bien. Ambos se encontraban profundamente dormidos, es como si no escucharan la batalla que se estaba librando afuera. Entonces, me di cuenta de que yo tampoco oía nada.
—¿Regresaron tan pronto? —la voz de Fay me hizo saltar del susto. No la había escuchado acercarse a mí. Ella se encontraba a mi lado, con ambas manos posicionadas en sus caderas. Su mirada denotaba su aburrimiento por hacer de niñera—. Pensé que se demorarían más.
—Tú... ¿no oyes nada?
Ella frunció el ceño. Me miraba como si estuviera loca, aunque claro, probablemente lo parecía en estos momentos. —Te oí correr por la casa y abrir las puertas —señaló.
Algo debe de suceder con los guardianes y su forma espiritual en nuestro mundo. Debe de haber algo que evite que las personas los escuchen luchar y pasearse por nuestro mundo. No imagino cuántas veces deben haberse librado batallas de las cuales no tuvimos conocimiento. A pesar de que Fay, los niños y yo creemos en ellos, no escuchamos nada. La casa de Jamie o, cualquier en general, debe de bloquear esos conflictos. No encuentro otra explicación.
—¿Dónde está Jack? —me preguntó. Fay miraba hacia mis lados, como si yo lo estuviera escondiendo o algo así. Ni siquiera tenía tiempo de responder a eso.
—Tengo que salir de aquí.
La puerta del cuarto del señor Bennett estaba entreabierta. Pasé por alto lo extraño de eso, ya que, desde que él se fue, siempre estuvo cerrada. Me adentré en la espaciosa habitación, donde solo se encontraba una cama de tamaño King, una mesa de noche, televisor gigante y, para mi maravilla, dos ventanas que daban a la calle.
Esa es mi salida.
Me asomé por una de las ventanas. Afuera noté a los guardianes luchando con las pesadillas, cuasi esqueletos y Pitch.
—¿Qué estás haciendo? —Fay me había seguido al cuarto. Me observaba de pies a cabeza—. ¿Qué está pasando afuera que sea tan interesante?
Fruncí el ceño en su dirección. Aún no se escuchaba nada, pero al menos podía verlos—. Es una pelea —le expliqué—. Necesito salir de aquí.
—¿Una pelea? —cuestionó ella. Se asomó por la ventana y corroboró que estuviera diciendo la verdad—. Pudiste usar la puerta, ¿sabes?
—¡Oh, dios mío! No sé cómo no se me ocurrió eso antes —respondí de la manera más sarcástica que pude.
Se cruzó de brazos, mientras me lanzaba una mirada llena de enojo. —No tienes que ser una perra.
—¿Me estás jodiendo? Aquí la única perra eres tú.
Mis dientes rechinaban al observarla tan despreocupada ahí, frente a mí. Estaba viendo a los guardianes afuera y no parecía querer ayudar en nada. No digo que deba luchar, eso da miedo y lo acepto, pero al menos podría tratar de cooperar y no decir estupideces, como mandarme a abrir la puerta.
—Lindas niñas, ¿por qué el pleito? —la voz sonó aún más tétrica que otras veces.
—¿Qué quieres? —dije con los dientes apretados. Verlo me daban ganas de vomitar.
Pitch se rio de no sé qué, porque no dije nada gracioso. —A ustedes, por supuesto. Bueno, más a ti que a Fay —me guiñó un ojo. Si es posible, mi estómago se revolvió aún más.
—Eres un asqueroso —declaró Fay.
Bueno, nunca creí que diría algo así, pero la perra y yo tenemos algo en común. Aborrecemos a Pitch Black A.K.A. El pedófilo de mierda.
—Ambas son tan tiernas. —Luego de decir eso desapareció en la oscuridad del cuarto, traté de buscarlo, porque sabía que no se había ido, su horrenda presencia podía sentirse—. Pero tú lo eres más —su aliento rozó mi oreja, inmediatamente después, sentí sus horribles manos en mi cintura y, luego, ya no estaba en el cuarto.
Me encontraba afuera en la calle. Los brazos de Pitch estaban envueltos en mi cintura y su cabeza estaba apoyada sobre la mía. Él era demasiado alto y me sentía incómoda al estar tan cerca de él. A nuestro lado estaba Fay, siendo sostenida por dos cuasi esqueletos. Desearía estar en su lugar, esos seres no me dan tanto asco como el que me tiene en sus manos.
Los guardianes dejaron de pelear en cuanto notaron nuestra presencia, lo cual fue menos de diez segundos después. Todos estaban enfocados en nosotras dos.
Pitch movió una de sus manos hasta mi cuello, presionándome contra él. Bajó su cabeza, hasta que sus labios estuvieron al lado de mi oreja. —Eres tan hermosa —susurró. Su aliento me estremeció. Si tuviera algo en el estómago, ya lo habría arrojado.
—¡Suéltala! —le ordenó Jack. Había volado hacia nosotros, mirando a Pitch con gran odio. Podía ver su pecho alzarse rápidamente por su respiración descontrolada. Tenía una mueca en el rostro, lo cual me decía que estaba dispuesto a lo que sea para arrancar los brazos de Pitch de mí.
—¡Oh! ¡Jack! Me había olvidado de que estabas aquí. Mira a quiénes tengo conmigo. Las hermosas Bianca y Fay. ¿No te parecen adorables? —Pitch acarició mi mejilla al decir eso, aumentando la ira en los ojos de Jack.
—Déjalas ir, Pitch —le ordenó Norte—. Ellas no tienen nada que ver en esto.
—Te equivocas, gordinflón, tienen todo que ver. —No podía ver el rostro de Pitch, pero sabía que tenía una sonrisa dibujada en él.
PITCH ES UN PUTO COBARDE. LO detesto más ahora que nunca. Su forma de «luchar» era aparecer y desaparecer a su antojo. No se quedaba quieto para poder atravesarlo con uno de mis rayos de hielo, tampoco para que uno de los huevos de pascua explosionara en su rostro, ni dejaba que Tooth lo cortara con sus alas. Cada vez que nos acercábamos a él, desaparecía. Su risa era lo único que escuchábamos. En su lugar, dejaba a sus pesadillas, a quienes destruíamos en un santiamén. Él sólo se ocultaba entre las sombras.
Una de las veces que desapareció, no lo oí reír. Tampoco volvió a salir de entre las sombras. Simplemente no estaba. Habría pensado que se retiró de la batalla, pero sus pesadillas y los humanoides seguían aquí. Varios luchaban con Norte y Sandy, quien había ido a ayudarlo luego de que Norte obligara a Bianca a entrar en casa de Jamie. Por suerte, Norte había lanzado un hechizo a la casa y Pitch no podría entrar ahí. Bianca y los niños estaban a salvo.
Después de destruir a una pesadilla, observé que Tooth tenía una mirada de sorpresa. Al seguirla, me percaté de Pitch, quien tenía a Bianca entre sus brazos. Mi sangre empezó a hervir a pesar de ser un ser frío, podía sentirlo.
Maldito hijo de puta.
—¡Suéltala! —ordené. Me había aproximado a ellos. El agarre en mi cayado se intensificó, quería golpearlo con un rayo, pero no me quería arriesgar a que este cayera en Bianca. No podía dejar de ver la mano que él tenía en su torso, como si ella le perteneciera.
Gruñí.
—¡Oh! ¡Jack! Me había olvidado de que estabas aquí. —Sí, claro—. Mira a quiénes tengo conmigo. Las hermosas Bianca y Fay.
¿Fay? No me había dado cuenta de que ella estaba aquí. A ella la tenían dos humanoides.
—¿No te parecen adorables? —cuando vi la mano de Pitch acariciar a Bianca, perdí los estribos, si Norte no hubiese hablado, es muy probable que yo me terminara lanzado sobre él para matarlo. Pero no puedo hacerlo así sin más, debo pensar en mis actos y las consecuencias. Un movimiento en falso y él podría matar a Bianca.
—Déjalas ir, Pitch. Ellas no tienen nada que ver en esto —la voz de Norte era firme, trataba de permanecer sereno, así podía pensar mejor. Pero yo no podía, porque solo quería destruir a Pitch Black.
—Te equivocas, gordinflón, tienen todo que ver. —La sonrisa de Pitch solo provocaba que lo odiara más y él lo sabía. Disfrutaba verme así—. Ambas son preciosas y planeo quedármelas —reveló. Posó un beso sobre la cabeza de Bianca, ella se movió en protesta, pero no podía zafarse de él.
Tooth se puso enfrente mío, evitando que hiciera un movimiento del que me podría arrepentir luego.
—¿Qué planeas, Pitch? —Conejo sonaba tan alterado y molesto como yo. Soy consciente del cariño que le tiene a Bianca, así que no era raro que actuara de esa manera. Sé que puedo contar con él para protegerla.
—Nada que te incumba, bola con patas —se burló Pitch. Norte detuvo a Conejo antes de que este también se abalanzara sobre Pitch. Nosotros estábamos volando, pero no tan alto como para que Conejo no pudiera atacarlo.
—Déjalas ir —volvió a ordenarle Norte—. Nosotros somos los que pelearemos contigo.
—No, ustedes están ocupados con otras cosas —sentenció.
En cuanto terminó de decir esas palabras, nuevas pesadillas y humanoides aparecieron a nuestro alrededor. Acorralándonos en un círculo. Iniciaron el ataque, pero no llegaron a mí, no sé por qué Pitch no les había ordenado atacarme.
—¡Jack, ayúdame! —gritó Fay. Ella trataba de forcejear, pero no lograba soltarse de los humanoides. Ambos la tenían apegada a ellos. Una daga estaba sobre su garganta. La desesperación en su rostro me conmovió. No quiero que nadie salga lastimado.
—Jack, ayúdame —imitó Pitch, su voz la hizo tan aguda como la de Fay—. ¿A quién prefieres? ¿Bianca o Fay?
ESTO YA SE PASABA DE RIDÍCULO. ¿Qué ganaba Pitch haciendo que Jack eligiera entre nosotras dos? No puede elegir en una situación como esta. Son dos vidas, no dos caramelos. Es completamente absurdo. Estaría muy decepcionada de Jack si decidía salvar a una y dejar a la otra a su suerte.
—Yo preferiría a Bianca —admitió Pitch. Sus labios ahora estaban presionados sobre mi cuello. No miento, preferiría tener la daga que estaba en el cuello de Fay—. Eres hermosa —susurró en mi oído, solo yo podía oírlo, pero sus movimientos no pasaban desapercibidos por los demás.
—Eres el ser más asqueroso que existe —gruñí. Había tratado demasiadas veces zafarme de su agarre, pero no lograba nada, ni siquiera moverme un centímetro. El maldito Pitch era escuálido, pero muy fuerte.
—¡No la vuelvas a tocar! —la mirada de Jack me daba miedo hasta a mí. Las palabras con las que hablaba, cada una de ellas salían con un tono desafiante, cargadas de odio. No querría estar en su contra en estos momentos. Era intimidante.
Pitch, por supuesto, hizo caso omiso. Besó mi cuello, dejando asquerosos y pegajosos besos a lo largo de este hasta llegar a mi hombro y luego de vuelta.
—¡Jack, sálvame! —gritó Fay nuevamente. Los cuasi esqueletos aún la tenían sujeta, pero al menos no estaba recibiendo asquerosos besos por parte de ellos. Preferiría mil veces estar en su lugar.
Jack la miró y luego nos miró a Pitch y a mí.
—¿Qué harás, Jack? —las burlas de Pitch me colmaban la paciencia.
—Jack, por favor. ¡Sálvame! —volvió a gritar Fay.
Había algo en su voz que me daba lástima. Tal vez era porque Fay estaba llorando. El susto se reflejaba en su rostro y cada vez que la estudiaba, me daba más pena. Al menos yo sabía que Pitch no me haría daño, al menos no ahora. Esos cuasi esqueletos podían matarla en cualquier momento, más si seguían con la daga presionada sobre su cuello.
—Sálvala, Jack. —No me di cuenta de que esas palabras habían salido de mi boca hasta que él posó sus hermosos ojos azules en mí. Parecía asustado de tan solo considerar salvarla a ella y no a mí, pero no había otra opción—. Pitch no me hará daño —le aseguré.
—Sabias palabras, querida.
—Cállate —repliqué muy irritada.
—De todas formas, Jack, me quedaré con ambas. Son demasiado lindas como para dejarlas aquí —anunció.
Retiró la mano que había permanecido sobre mi cuello y chasqueó sus dedos. Las pesadillas se acercaron apresuradamente a Jack. Vi que él congeló a varias de ellas, pero las pesadillas no dejaban de llegar, eran demasiadas para Jack. Mientras que él luchaba, Pitch aprovechó para adentrarse en la niebla junto conmigo y los cuasi esqueletos que tenían a Fay.
—Iremos a mi guarida, espero que te guste —Pitch sonaba divertido por la situación. Quisiera golpearlo.
—Apuesto a que tu guarida está en una cloaca —acoté.
—¿Por quién me tomas? —replicó en un tono de indignación demasiado fingido.
—¡Jack! —volvió a gritar Fay.
Ella seguía llorando desconsoladamente, de verdad me daba lástima. Sabía que Jack no llegaría, las pesadillas deben estarle haciendo la vida imposible. Pitch no lo dejará libre hasta que desaparezcamos.
—No estés triste Bianca, serás feliz a mí lad...
No logré escuchar el resto, puesto que estaba cayendo. No sé cómo me resbalé de los brazos de Pitch, solo sé que estaba cayendo por segunda vez en el día. Un nuevo récord. Ya ni siquiera esperaba que alguien me rescatara o que Tooth me lanzara más polvo de hadas, me era imposible que alguien pueda hallarme entre la niebla. Al menos hasta que sentí las características manos de Jack atraparme.
—Siempre te caes —su voz tenía una mezcla de humor y seriedad.
—¿Jack? ¿Qué haces? —me encontraba sin aliento por tanto gritar durante mi caída.
—Te salvo. Como siempre —respondió, como si fuera algo obvio. El problema es que él no había entendido la pregunta. No era el qué estaba haciendo conmigo, sino, porqué había acudido en mi ayuda.
—Pero... pensé que irías por Fay —admití.
—Luego de dejarte a salvo eso haré. —Descendió hasta la calle, donde por fin pude ponerme de pie. Las manos de Jack seguían en mi cintura y su frente estaba apoyada en la mía. Suspiró profundamente y, luego, tomó mis mejillas entre ambas manos y me miró con total seriedad—. Tú eres mi prioridad, Bianca. Siempre lo serás. —Posó un suave beso sobre mis labios antes de emprender vuelo.
Jack, Norte, Sandy y Tooth ingresaron a la niebla. Todos determinados a concluir con ese enfrentamiento. Esperaba que no sucediera nada malo, tenía un mal presentimiento y lo detestaba.
—Entra en la casa y no salgas —me ordenó Conejo. Posó una de sus patas sobre mi cabeza y luego siguió a sus compañeros.
La niebla se extendió cada vez más, llegó a cubrir muchas casas y grandes edificios. Me preguntaba cómo lograrían derrotar a Pitch, en especial si se encontraban en su territorio. Pitch podía oír sus pensamientos ahí dentro.
Me debatí entre seguirlos o entrar a la casa de Jamie.
Al final opté por lo segundo, debía cuidar de los niños, no podía dejarlos solos. Además, sabía que los guardianes no podían ser derrotados. Es imposible. Son Santa Claus, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, Sandman y el Espíritu del Invierno.
No podían perder.
—Dulces sueños, Bianca —la voz sonó demasiado cerca de mí, pero no logré reconocerla.
Sentí un fuerte dolor en la cabeza y luego todo fue oscuridad.
Editado: 25/05/18
No estoy muy segura de si todos saben qué es una Hidra, así que les dejo un GIF de la que sale en la película de Hércules. ;)
xoxo,
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