Capítulo 02.
Narrador.
Daba inicio un nuevo día, en una humilde casa estaba la pareja y sus dos hijas desayunando, charlando y contando lo que había sucedido en sus días pasados. Todo era tan tranquilo y con una familia unida.
— ¿Y qué tal el último día de clase, Rubí? — preguntó la madre
— Muy bien, me despedí de mis amigas a tiempo —
— Me alegro que se tomen bien este nuevo viaje, dentro de dos días te aseguro que podrás hacer amigos en la nueva casa — sonrió su padre dándole ánimos a su hija — ¿Y qué hay de ti cariño? —
Fijó su mirada a la mayor, quien comía con tranquilidad y su cabello alborotado castaño se hizo a un lado después de levantar la mirada, el padre vio esos ojos esmeralda y con cierto destello azul, ella sonrió y dejó su plato a un lado.
— Bueno, es un poco triste que nos tengamos que ir — contestó con una voz suave y grave a la vez — Pero estoy feliz de poder conocer otro lugar — sonrió
— Les prometemos que pasaremos la navidad juntos esta vez, el trabajo ya no será una excusa —
— Estoy emocionada, ¿Creen que vaya a nevar este año? Van tres años que no ha caído nieve — dijo algo desilusionada
La pareja se miró dándose a entender de que pensaban.
— Aunque no nevase, la pasaremos genial Rubí, podemos hacer muchas cosas cuando lleguemos —
— ¿Cómo jugar a las escondidas? — sonrió mostrando un pequeño agujero entre sus dientes
— Claro — sonrió
Al terminar el desayuno, ambas hermanas salieron corriendo a la puerta de su casa, salieron y corrieron por la calle tratando de atraparse entre sí riendo, cuando vieron a un grupo de chicos ir hacia ellas. __________ se detuvo al ver que un chico de cabellos rubios y ojos esmeralda casi como los suyos, al verse sonrieron.
— ¡Hola Adrien! — saludó
— Hola Rubí ¿Cómo estás? —
— Bien, hace unas semanas perdí otro diente — sonrió mostrando su dentadura
— Oh genial ¿Y el Hada de los Dientes te dejó dinero? —
— Obvio — rodó los ojos divertida
— Hola, Adrien — saludó la chica
— Hola _________, me enteré de que en unos días te vas — hizo una mueca
— Si, así es —
Quedaron en silencio por unos segundos, el chico pasó su mano por su cabello y la chica miraba hacia otro lado.
— Espero y tengas un buen viaje —
— Muchas gracias —
— Aunque no fue mucho nuestro tiempo juntos, eres grandiosa — sonrió
— Gracias, Adrien. Tú también eres muy divertido, aquella vez en el parque con tus amigos ¿Recuerdas? — rieron
— Fue increíble ese día —
Se miraron, vecinos desde "siempre" misma edad, cosas en común pero...solo era una amistad que no se sabría cuánto duraría.
— ¿Qué esperan para besarse? — dijeron
— ¿Qué? Rubí, silencio — murmuró
— Que tierna — dijo Adrien revolviendo el cabello de la niña
— ¡Niñas, vengan a preparar sus maletas el camión de la mudanza no tardará en llegar! — gritaron desde la puerta de su casa
— Tengo que ir —
— Nos vemos luego —
Se despidió y junto a su hermana caminaron a casa de nuevo.
— ¿Por qué no lo besaste? —
— Shhh silencio —
Adrien sonrió negando, regresó con sus amigos dándole palmadas y comenzaron a hacer tonterías en la calle, el chico le dio una última mirada a la chica que estaba por entrar pero sus miradas se encontraron. Ella hizo un gesto con la mano y él la imito, la puerta se cerró hasta no verla más.
...
Narra _________.
Al despedirme de él entrando a casa no evité sonreír, Adrien era un chico divertido, las veces que me invitaba con sus amigos pasábamos todo el día riendo por sus bromas o cualquier cosa que él hiciera. Éramos muy buenos amigos, aunque sentía cierta atracción y como no sentirla, era muy apuesto.
— Creo que alguien está enamorada — dijeron detrás de mí
— ¿Qué? No ¿Qué cosas dices Rubí? — dije nerviosa
— ¡Sí! ¡Te gusta Adrien! ¿No? —
— Mamá... — le llamé y nos miró
— Cariño, deja a tu hermana en paz. Ella lo va negar cuantas veces quiera — sonrió
— ¿Tú también? — me crucé de brazos
— Admítelo hija, Adrien es un buen chico —
— Lo es pero dentro de dos días no lo volveré a ver por no sé cuanto tiempo — hice una mueca
— Podrás venir a visitarlo, no te pongas triste —
— Si, a no ser que conozcas a otro chico más lindo en la nueva casa — dijo Rubí
— Lo dudo, vamos Rubí. Alistemos nuestras maletas —
Subimos a nuestra habitación, estaba casi vacía y llena de cajas con nuestras cosas. Solo faltaba nuestra ropa y varias cosillas.
Después de varios minutos bajamos, la tarde había llegado y el camión de la mudanza comenzó a subir varios muebles, poco a poco nuestra casa iba quedando vacía. Papá pidió pizza para no estar tristes y era buena opción.
— Me alegra que entendieran esta asunto de la mudanza, niñas — dijo mientras le daba una mordida a su trozo de pizza
— No te preocupes papá, las familias deben mudarse a diario en todo el mundo no importa cual sea la causa — dije
Siempre lo he dicho, todo ocurre por algo y si tenemos que mudarnos pues adelante, siempre habrá un motivo para todo. Veía a mis padres felices, a mi hermana feliz, yo también lo estaba pero sentía que mamá ocultaba algo.
Como sea, seguí disfrutando de la pizza como si fuera la última vez.
Narrador.
Mientras la familia cenaba, muy pero muy lejos de ahí justo en el Polo Norte, duendes y yetis yendo iban de un lado a otro preparando los juguetes porque dentro de unas semanas la navidad estaba por llegar. En la oficina de Santa Claus se encontraba él mirando la lista de niños buenos y malos, con una mano en la cabeza y la otra sosteniendo el pergamino, parecía frustrado con tanto ruido que se presentaba.
— Aghh — soltó un gruñido — ¡Phil! — gritó y en segundos un yeti apareció en la puerta — Diles a todos que bajes el volumen de todo, no puedo concentrarme en la lista de niños —
— Si, señor —
Se fue y poco a poco el ruido fue disminuyendo, Norte leyó tranquilo y observo cada nombre pero se detuvo en uno que le llamo la atención y le gustó.
Rubí Destiny. 10 años. Londres.
— Jum... ¿Por qué ese apellido me suena bastante? — se dijo a sí mismo
Tomó su pluma poniendo tinta para marcarla pero la tinta se corrió cubriendo y manchando todo después de un golpe muy fuerte.
— ¡Señor colapso una de nuestras maquinas! — avisó Phil apareciendo
— ¡Lo que me faltaba! — se quejó y se levantó bajando al taller
Miró todo el humo viniendo de una de las maquinas, se acercó viendo a varios duendes llenos de humo negro, revisando observó que dentro de la maquina había escarcha, evitando que siguiera explotó. Norte negó.
— La repararemos, señor —
— Gracias. Ahora... ¿Dónde está Jack? —
Miró por todo el taller hasta ver arriba y ver la puerta de su habitación llena de escarcha, subió hasta allá hasta ponerse frente a la puerta y después tocar.
— Largo, no quiero galletas duendes — dijeron desde adentro
— Jack, tenemos que hablar — dijo con voz grave hasta que se escuchó abrir
— ¿Ahora qué hice? —
— Oh no lo sé, explotar una de las maquinas quizá —
— Lo lamento — se recostó en su cama viendo hacia el techo
— Jack... no has sido el mismo desde que ella se fue — habló sentándose en la orilla de la cama — Debes afrontarlo y seguir siendo el guardián de la diversión, no puedes estar todo el tiempo aquí. El invierno ya llegó y tienes que hacer nevar algunas partes del mundo —
— Era más divertido hacer eso con ella — se dio la vuelta dándole la espalda — Y además ¿cómo me puedes decir que lo afronte cuando la vi desaparecer ante mí? —
— Solo han pasado 4 años —
— La perdí para siempre —
— No es así Jack, ella está en un lugar mejor cuidándote —
No dijo nada más, Norte volvió a su trabajo, Jack quedándose solo en su habitación levantó la mirada viendo como la luz de la luna entraba por el gran ventanal, levantándose se acerco y abrió las puertillas.
— ¿Dónde está? — susurró mirando la luna — La quiero de vuelta, por favor —
No recibió respuesta alguna como solía pasar, él dándose por vencido decidió ir a la cama y tal vez decidir dejarla ir...para siempre.
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Corregido 2022.
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