Uno
¡Se está desangrando, que alguien llame a una ambulancia!
Hoy es primero de diciembre, fecha marcada en mi calendario como el día en el que daré mi primer concierto después de haberme convertido en una sensación de internet, pero no podré hacerlo si mi baterista estrella convierte el lugar en su lecho de muerte.
Mi nombre es Jeon Jungkook y fui escogido para ser quien dé apertura al festival musical de la universidad de Konkuk. Es un honor para mí el poder presentarme junto a artistas conocidos en todo el país, sobre todo porque mi amigo Seokjin se graduó de esta universidad bajo la licenciatura de Arte y Actuación antes de empezar a estudiar veterinaria junto a Yoongi.
Ha sido un largo camino el que he recorrido después de haber sido reclutado por Wild Flower Entertainment, durante mis días de aprendiz tuve la oportunidad de volverme cercano a casi todos los miembros de la empresa y juntos prometimos que cumpliríamos nuestros sueños sin importar lo que tuviera que pasar.
Nunca me lo perdonaría si no logro compartir escenario con mi amiga batera en una ocasión tan especial como esta.
Una vez que se me ha sido otorgada la información acerca de su paradero, me bajo del escenario sin importar que la prueba de sonido aún no ha terminado. Corro entre los pasillos de la universidad y me adentro al primer baño que encuentro. Una vez dentro, empiezo a tocar cada uno de los cubículos, dirigiéndome directamente a uno en específico cuando escucho un estornudo.
— Byllie... — Llamo a su nombre una vez que me encuentro frente a la puerta del tercer cubículo. — ¿te encuentras bien?
— Lo estoy, Jungkook. — Asegura de inmediato. Agradezco al cielo a la vez que limpio las lágrimas que había derramado. — Pero no creo poder tocar hoy, me duele mucho el vientre y se han acabado mis compresas.
— ¿Compensas? — Pregunto sin entender qué tiene que. — Esa es una labor del departamento de recursos humanos, si quieres te paso el número de la encargada del área.
¡¿Realmente está pensando en una compensación laboral en un momento tan crítico como este?! Aunque... pensándolo bien, tiene sentido. La están haciendo trabajar a pesar de cargar una hemorragia interna consigo. ¡¿Cómo pueden sobrevivir después de desangrarse durante tantos días al mes?! Mis respetos para las mujeres.
— COMPRESAS, JUNGKOOK. ¡COMPRESAS!
— ¡Aaah! — Exclamo una vez que he comprendido. — La poderosa armadura de los días sangrientos de las guerreras.
— Toallas sanitarias, absorbentes desechables femeninos, ¡cómo sea que quiera nombrarle! — Me abstengo de decirle que ya entendí solo para no recibir un golpe de su parte. — La jefa se está encargando de conseguirme unas. Sigue ensayando, ya avisé que deberán suplantarme.
— ¡Claro que no, Byllie! — Con entusiasmo y devoción, intento hacerla entrar en razón. — ¡Nuestro momento de brillar no puede terminar si ni siquiera ha empezado!
— Me estoy retorciendo del dolor y con cada paso que doy siento que algo sale de mi interior.
— ¿Algo sale de tu interior? — Susurro asustado. — ¡En ese caso deberíamos llamar a un exorcista en lugar de una ambulancia! Les dije que ver películas de terror antes de venir nos traería mala suerte...
— Me refería a la sangre. — Suelto un ''ª'' en diminutivo al entender que una vez más me he desviado del tema. ¡Vamos, Jungkook, con la mente en el juego! — Cada vez que choque las baquetas contra los tambores, será una pérdida de sangre para mí a causa de la fuerza ejercida en el golpe.
Tiene razón y no voy a negarlo, es un tema que no sabe entre mis manos. En ese caso, no existe algo que pueda hacer para poder ayudarla.
— Está bien. — Desisto ante la adversidad. — Entonces te haré caso y regresaré con los demás. La guerra está por empezar y no podemos mandar a los heridos al campo de batalla, espero poder compartir escenario contigo pronto.
Abandono el lugar y al encontrarme con unas chicas a las fueras de este caigo en cuenta de dónde estoy saliendo.
— ¡Oh my god, es Jeon Jungkook! — Murmura una para después desmayarse. Rápidamente me acerco a socorrerla a la vez que su amiga copia mi acción. Una vez que parece estar bien, abre sus ojos y me mira con asombro. — ¿Podrías darme un autógrafo?
— Lo siento, mi empresa no me lo permite.
— ¿Qué hacías en el baño de mujeres?
— ¿A nombre de quién quieres el autógrafo, querida?
— Escríbelo como Gummipink, por favor.
Saco un marcador permanente del bolsillo de mi chaqueta, ignorando el papel que su mano me extiende y procedo a escribir mi nombre sobre su frente. Sonrió victoriosamente al pensar en lo que he hecho. Sin duda alguna, me gusta darles a mis fans recuerdos y experiencias que nunca podrán olvidar.
Eres grande, Jungkook.
Tanto su amiga como ella me miran asombradas por la emoción del momento, por lo que aprovecho la conmoción que cubre la atmosfera para correr nuevamente al escenario.
— ¡Blackbeack! — Saludo a mi manager con su artístico. — ¡¿Cómo te fue en tu misión?!
— Si te refieres al asunto de la baterista, la enfermería de la universidad está cerrada. — Comenta a la vez que voltea sus ojos y yo muerdo mis uñas con desesperación. — ¿Y puedes creer que ninguna de las chicas que han llegado carga compresas consigo? — Un dolor se hace presente en la parte trasera de mi cabeza. — Lo bueno es que pude conseguir...
Involuntariamente, mis piernas empezaron a moverse por milésima vez en el día, haciendo que corriera y no pudiera terminar de escuchar la información dada por la jefa.
Me dirijo al estacionamiento ignorando los gritos de mi manager y las voces de mis amigos preguntándome hacia dónde voy. Al recordar que he dejado mi auto en casa, no me queda otra opción más que robar las llaves de mi productor y tomar prestado su auto por un tiempo indefinido, procurando no rayarlo tal y como sucedió la última vez que me lo prestó.
Muerdo mi labio con fuerza cuando por la angustia del momento choco un poco contra una viga al intentar poner el auto en retroceso.
RM PD va a matarme...
Pero moriré como un héroe y no como un cobarde.
Todo estará bien, Byllie. ¡Aguanta un poco, tienes que confiar en tu poder interior!
Yo me encargaré de que podamos cumplir nuestros sueños.
Sin esperar un segundo más, busco en el mapa del GPS las tiendas más cercanas a la universidad, encontrándome con un supermercado a tan solo unos cuantos minutos de distancia entre mi ubicación y su localidad, por lo que me dirijo hasta allí como si estuviera siendo perseguido por la policía.
No lo digo por experiencia, claro...
Una vez que he llegado al supermercado, aparco el auto en el estacionamiento y me coloco la mascarilla para cubrir la parte inferior de mi rostro, a la vez que oculto mis ojos debajo de unos lentes oscuros que también le he tomado prestados de RM PD.
Estando dentro del local, reviso mi apariencia en el reflejo de la puerta para verificar que es poco probable que alguien me reconozca, y en caso de ser así, asegurarme de verme bien para las fotografías que publiquen los medios.
Me encamino hasta el pasillo de higiene femenina, viéndome envuelto en una tormenta mental al encontrarme con un sinfín de productos que jamás en mi vida había visto. ¡Claro que hay mujeres en mi familia, pero ellas siempre utilizan las mismas marcas de productos!
Para evitar que me dé un derrame cerebral a causa de del estrés combinada con la impresión del momento, me dirijo de un solo al área de las compresas, ignorando los productos que con voz maléfica me dicen que debo prestarles mi atención. Cierro mis ojos en un intento de evitar que la curiosidad pueda ganarme.
Sujeto cada una de ellas y empiezo a leer la información impresa en los empaques.
Regular, ultra delgada, nocturna... de rapisec, de algodón... Con alas, sin alas...
Ni que fuera pájaro, avión o vampiro para que volara.
¡¿ESENCIA DE MANZANILLA?! ¡¿ACASO ESO NO ARDERÁ AHÍ ABAJO?!
Pero como no soy mujer, prefiero no opinar.
Sujeto con fuerza mi cabeza a causa de la desesperación, ¡hay tantas opciones por elegir! ¡¿Cómo seré capaz de escoger una en tan poco tiempo?! No puedo permitirme comprar una de cada una porque me demoraría más al momento de pasar por la caja registradora, pero tampoco puedo seguir aquí cuando debería estar preparándome para subir al escenario.
Suelto un suspiro cuando una idea llega a mi mente, disponiéndome a buscar a una chica que se parezca confiable ante mis ojos, que no se burle de mi situación y no revele mi ubicación en caso de reconocerme como superestrella.
Como una señal divina, tal y como si se tratase de un ángel enviado del cielo, al salir del pasillo choco contra la espalda una chica de cabello corto y rubio, quien se encontraría en el suelo de no ser por mis excelentes reflejos. La sujeto por los hombros para que pueda estabilizarse, agacho mi cabeza e intento no verla para así evitar sospechas.
— Disculpa... ¿Me recomiendas unas compresas?
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