— ¿Falta mucho para que lleguemos? —Pregunto a la vez que me deslizo contra el asiento. — Ya no siento mi trasero.

— Poco más de media hora. — Responde el chico del asiento del conductor. — No te preocupes, pronto haremos una parada y podrás estirar tus piernas.

— Pero eso no es lo que quiero...

Mi nombre es Yun Hyori y soy instructora de baile en una academia fundada por uno de los mejores coreógrafos de todo el país. Hace dos años llegó una propuesta a mi vida que le dio vuelta a todo lo que una vez había planeado para mi futuro. En lugar de graduarme cede de la Academia Nacional de Artes de Corea establecida en Seúl tal y como siempre lo había deseado, fui traslada a una cede recién inaugurada en la ciudad de Gwangju, donde terminé mis estudios a la vez que me pagaban por ser tutora de los estudiantes de la carrera de danza.

Debo aclarar que no hice todo el trabajo sola, siempre me sentiré orgullosa de saber que fui escogida por uno de mis mayores ídolos en la industria para ser su pupila y guiar la carrera junto a él, tampoco pude controlar mi emoción cuando me dijo que abriría una academia de baile en Seúl y quería que yo fuera maestra y su mano derecha.

Y ahora me encuentro de camino a Seúl junto al que ahora es mi jefe, para empezar con nuestra búsqueda de jóvenes con sueños y talentos que nos permitan afirmar que merecen ser parte del equipo de trabajo de la Academia Neuron GO Arts.  

— ¡Vamos, bonita! — Me volteo en dirección a mi acompañante cuando este llama mi atención. — Trata de animarte un poco; nos quedan unos cuantos minutos para llegar a la ciudad.

— Es que en realidad anhelaba asistir a su presentación. — Contesto con un suspiro. — ¡Le prometí que estaría ahí para apoyarlo durante su primer concierto! 

— Lamento mucho que no puedas ir. — Esta vez es su turno de soltar un suspiro. — Intenté hacer que tuvieras libre el día de hoy para poder asistir, pero nuestros futuros socios insistieron en que debías hacer presencia en la reunión para poder firmar el contrato.

— Y eso no es tu culpa, Hobi. — Lo interrumpo de inmediato, sé que si no lo hago seguirá culpándose a sí mismo. — Jungkook tendrá más conciertos y confío en que tendré la oportunidad de asistir a por lo menos uno de ellos.

Jung Hoseok, apodado como Hobi por las personas cercanas a él. Un joven que desde temprana edad demostró sus habilidades en el mundo del arte, haciendo baile callejero bajo el pseudónimo de SmileHoya y rapeando con el alma con el nombre artístico de J-Hope. Desde que descubrí su existencia al ver aquel video de una de sus audiciones, Jung Hoseok se convirtió en unos de mis mayores ejemplos a seguir, nunca llegué a pensar que muchos años después se convertiría en mi maestro, jefe y mejor amigo. 

Gwangju es su lugar de nacimiento, al saber que sería traslada a la ciudad de origen de mi ídolo no dudé en aceptar la oferta de la Academia, pero me llevé una gran sorpresa cuando descubrí que trabajaría a su lado.

— El mapa me indica que hay una gasolinera a unos cuantos metros de distancia, podríamos detenernos ahí para comprar y...

— ¡NO, POR FAVOR! — Suplico en un susurro, sintiendo mi piel palidecer. — ¡CUALQUIER COSA, MENOS ESO!

— Te llevaré a terapia para que superes tus traumas. — No es la primera vez que me dice eso. — Conociste a Jungkook en una gasolinera, lo más seguro es que te reencuentres con él en una. 

— Prefiero creer que no. — Aseguro, más para mí que para él. — Podría encontrarme con él en cualquier parte, pero nunca en una gasolinera. 

— ¿Y en una caja de cereal? 

Me encuentro a punto de responder a su pregunta, cuando de repente me encuentro analizándola una vez más en un intento de localizar la lógica en dicha oración. 

— Realmente necesitamos hacer una parada. — Afirmo al no saber qué más decir. — A mí se me está acalambrando el trasero, pero a ti se te está durmiendo el cerebro.

— No, o sea... Eso no es lo que quiero decir. — Busca entre sus pensamientos las palabras correctas y puedo entender su estado, en una hora tendremos una reunión que definirá si la instalación de la academia de baile será aprobada o no. — Cuando empecé a subir a la fama, muchas marcas intentaron contratarme para ser la cara de sus productos y mi empresa me obligaba a aceptar. — Explica. — Incluso vendían cereal y adentro había un juguete miniatura de Jung Hoseok que cantaba si presionabas su estómago. 

— ¿En serio? — Pregunto con una mezcla de asombro e incredulidad. — Yo nunca me encontré con ese tipo de mercadería. 

— Eso es porque eres una mala fan. 

— ¡No te atrevas a decir eso! — Me quejo con sorna. — ¡Incluso formé parte de tu fanclub oficial en Ulsan! Realmente me sorprende oír eso de tu parte...

Guardo silencio al notar que sus comisuras empiezan a elevarse, dándole un golpe en el hombro al descubrir que una vez más se está burlando de mí. A pesar de ser cercanos, no puedo evitar que mi modo fan salga a la luz de vez en cuando y él sabe como sacarlo. 

— Nos desviáramos un poco del camino para ir a un supermercado que me indica el mapa, ¿bien? — Asiento y él copia mi acción. — Entonces está bien. 

Llegamos al supermercado en cuestión de minutos, acordando que nos encontraríamos en la entrada cuando cada uno haya conseguido lo que quería obtener. Camino entre los pasillos de la gran tienda en busca de algo que sea de mi antojo, ya que, en realidad no me sentía con ganas de comprar algo para mí, sino que me siento en la necesidad de estirar mis piernas luego de muchas horas sin poder hacerlo.

En mi búsqueda por encontrar algo interesante, me adentro en un pasillo solitario para poder masajear un poco mi trasero por encima del pantalón sin ser malinterpretada por los demás, ¡no miento cuando digo que no puedo sentirlo! Si antes era plana, ahora puedo afirmar que he de parecer calle recién pavimentada. Debería empezar a hacer ejercicio, pero tengo una enfermedad rara que no me lo permite. 

Perecitis Aguditis.

Salgo del pasillo de inmediato cuando estoy a punto de ser descubierta por una anciana que se adentra en el mismo, suelto un suspiro al saber que ni siquiera me dio tiempo de cumplir mi misión ultra secreta, pero misteriosamente mi dolor desaparece cuando me encuentro fascinada al comparar el precio del limón con el de la lima. ¡En mi ciudad son mucho más caros! La próxima vez que vaya de visita, llevaré una libra para no tener que estar gastando de más. 

Porque es mejor ser economizador y tener más, que ser derrochador y tener menos.

Una notificación llega a mi celular, provocando que salga de mis pensamientos acerca del capitalismo, socialismo y otros desastres económicos que se han salido de las manos de los humanos. Se trata de Hobi avisándome que ya se encuentra esperándome en la entrada. 

Estoy por estirarme por última vez cuando mi acción se ve interrumpida al ser empujada por alguien. Me encontraría en el suelo de no ser porque la persona que chocó contra mí me sujeta rápidamente por los hombros. Doy media vuelta sobre mi propio eje sin saber si pedirle disculpas, agradecerle por haber impedido mi caída o simplemente irme el lugar para no pasar pena. Mientras sigo discutiendo internamente sobre qué es lo que debería hacer, al levantar mi mirada en su dirección me encuentro una vez más completamente inmóvil. 

No puedo verlo bien a causa del millón de capas de ropa que lleva sobre su cuerpo, una mascarilla y un gran par de anteojos cubren casi por completo su rostro. Se ha dejado crecer el cabello, su cuerpo está más fornido, si antes me pasaba como por una cabeza, podría jurar que ahora son dos. Tampoco puedo evitar fascinarme con el arte corporal que adorna su piel, a pesar de ser muy poco visibles, puedo afirmar que son tan bellos como la persona que los posee...

Logro confirmar que se trata de él cuando una pregunta sale de sus labios.