22
—¿Entonces por eso dejaras la maestría?
Jaemin asintió con la cabeza. Ambos estaban sentados en la cama, mirándose el uno al otro, Renjun al ver la respuesta de Jaemin se limitó a asentir también. Había pasado una semana desde que vio a Nakamoto, no le iba a contar su situación, pero si ya no asistirá a la universidad, tendría que decirle la razón del porque, aunque esa razón fuera una vil mentira.
—No te preocupes, sabes que puedes contar conmigo. Y aunque sigas trabajando en la empresa, está todo bien —lo tomó de los hombros y lo sacudió un poco, luego le dio un beso en la mejilla —. Cambia esa cara, que te arrugaras más rápido.
Jaemin sonrió y le robó un beso en los labios al chino.
—¿Qué tal si vamos al Río Han? —sugirió Renjun — Es sábado y estamos aquí encerrados sin hacer algo. Vamos a salir a distraernos. En la noche se pone hermoso.
—Está bien, amor. Solo que debo darme una ducha.
—Ah, claro, de hecho yo igual. He andado en fachas, no saldré de esta manera —dijo viéndose su pijama.
—¿Y si nos bañamos juntos? —Jaemin le preguntó con una mirada pícara.
—Tonto, sabes que no solo nos ducharemos si acepto —se cruzó de brazos.
—Es que te ves tan sexy en la ducha, ándale —dijo haciendo puchero.
—No —dijo levantándose de la cama y fue a acomodar sus cosas para meterse primero a bañar.
—Sé que otro día aceptará —susurro entredientes —. Debo conseguirlo —bufó.
(...)
—Que picnic tan improvisado, amo que seamos espontáneos —dijo Jaemin mientras ponía la manta que habían llevado en el césped del parque.
—Nunca se sabe lo que te traerá la vida. Hay que vivir sin saber todo lo que haremos en la vida, si vivieramos así, nuestra vida se convertiría en una enorme ansiedad por querer controlar todo.
—Tienes razón. Yo quiero pasar tiempo contigo.
Renjun tan solo rió. Acomodaron las cosas, cenaron y se acostaron a mirar las estrellas, se tomaron de las manos.
—Mira eso... Tiene forma de un conejo —apuntó Renjun al cielo.
—¿Un conejo? Creo que me falta imaginación, no le encuentro forma de nada —el híbrido entrecerraba los ojos para ver mejor, pero no podía, tan solo veía manchas; las estrellas esparcidas por el cielo.
Renjun rió. Volteó a ver la cara de Jaemin. Para Renjun, Jaemin siempre fue hermoso, desde el momento en que lo sacó de la caja sabía que su cara era preciosa, pero era algo inmaduro como para aceptarlo. Sus ojos, el largo de sus pestañas, sus labios carnosos, todo físicamente de él le gustaba. Pero su alma era lo que más amaba de Jaemin, la conexión que había hecho con él. No eran como hermanos al momento de conocerse, nunca se consideraron eso, se consideraban amigos, unos amigos que el tiempo les dio la oportunidad de ser algo más, aunque este mismo también les quitaría eso. Siguió analizando su rostro, hasta que este decidió mirarlo, sus ojos se toparon.
—¿Qué sucede?
Renjun sorbió de su nariz —Que eres hermoso. No puedo creer que seas mi novio.
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