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20

10 años después

—¡Renjun! ¡¿En dónde dejaste mi carpeta?! —gritó Jaemin — Estoy seguro que la dejé aquí —buscaba mientras su frustación aumentaba.

—¡Aquí está! Lo siento... Pero estuve limpiando y al ver que era tu solicitud para la maestría decidí guardarla.

—No te preocupes, amor. Gracias —lo tomó de la cintura y le planteó un beso en los labios.

—¿Ya tienes todo listo? —puso las manos alrededor del cuello de Jaemin.

—Solo me falta la corbata —la sacó de su bolsillo.

—Te ayudo con eso —dio una sonrisa y le puso la corbata. Dio unos pasos de lejos, luego se volvió a acercar —. Eres tan lindo, ingeniero. Siempre digo que vestido de traje completamente negro te hace resaltar más.

—Eso lo sé —le dio otro beso en los labios —. Hoy no irás a la editorial, ¿cierto? Planeo hacer una reservación en un nuevo restaurante que abrieron hace poco, dicen que sirven el mejor menú para nosotros los híbridos.

—¿Una cita romántica? Me encanta.

—Bien, paso por ti a las 7:30. Haré reservación para las 8:00.

Después de años luchando para ocultar sus sentimientos, cuando ambos estaban en la universidad, se dieron cuenta que lo que sentían no podía ocultarse más. Con carreras tan diferentes no vivían en las mismas residencias, por lo tanto se veían menos, pero aún así sus corazones seguían latiendo fuertemente cuando se daban el tiempo para verse. La gota que colmaba el vaso era cuando se veían cerca de otras personas, no podían evitar sentirse incómodos, esos celos que aunque no eran enfermizos, eran celos de no querer a otras personas con su persona. A mitad de sus carreras decidieron confesar lo que sentían, ese sentimiento de amor que estaba desde que eran unos adolescentes, pero que por ese miedo al rechazo no pudieron tener su amor antes. Cuando ambos se graduaron decidieron irse a vivir juntos. Consiguieron trabajo rápido, pues se habían graduado con excelentes calificaciones, y eso les abrió muchas ofertas en su campo correspondiente. Su casa estaba en el centro de la ciudad, no era una gran mansión, pero sí era espaciosa. Habían creado un hogar muy cálido entre los dos. En su hogar abordaba el amor. 

Jaemin había ido a la entrevista en la universidad donde tomaría su maestría. Se quedaron fascinados con él, ya sabían que había sido alguien sobresaliente durante sus días en la Universidad de Seúl, pero con su experiencia en lo laboral, se sorprendieron más y deseaban que el Ingeniero Na Jae Min estudiara en su universidad. Renjun ya se estaba arreglando para su cita con Jaemin, llevaría unos pantalones de vestir negros y una camisa holgada blanca, se peinó su cabello hacia atrás. Pronto la hora de la recogida llegó y pudieron ir al restaurante. Era un lugar hermoso, decidieron tomar una mesa en donde se viera la vista de la ciudad. Les llevaron pronto su comida y platicaban mientras comían el exquisito menú.

—Me dieron la autorización para publicar mi libro. Hoy recibí el mensaje.

—¡Eso es maravilloso, cariño! Me siento afortunado de haberlo leído antes de que salga a la venta. Verás que te irá muy bien.

—Gracias, de verdad ya estaba algo frustrado de solo ser escritor de artículos de revistas. Ya quería sacar algo propio de mí, ¿sabes? Ya pronto me dijeron que empezaran las copias. Compraré el libro lo más pronto que pueda y te lo daré firmado —dijo con una sonrisa.

—No puedo esperar a releerlo —dijo mientras le daba una palmadita a su cabeza.

Terminaron su cita y se dirigieron a su casa. Ya estaban alistándose para irse a la cama, pero a Renjun se le ocurrió ir hacia Jaemin de una manera... un tanto provocadora. El híbrido no podía resistir lo sexy que Renjun era siempre. Lo agarró de la cintura acercándolo más a él y le planteó un beso duradero en los hermosos labios rosados del chino. Renjun acomodó sus piernas en la cintura del contrario y el nivel de los besos iba en aumento.  Los besos pasaban de el cuello hacia el pecho, ambos quedaron sin camisa mientras la calentura se hacía más presente. Sus cuerpos se necesitarían esa noche.

(...)

Jaemin torció su cuerpo ante el dolor punzante que presenciaba en su estómago.

—¿Jaemin estás bien? —preguntó uno de sus compañeros ingenieros de la universidad.

—S-sí, solo que... me ha estado doliendo el estómago estos últimos meses.

—Deberías ir a revisarte. ¿Ya lo hiciste en tu hospital?

Asintió con la cabeza —Me dieron medicina para el dolor, pero creo que ya no está sirviendo —otra vez le dio esa punzada, se torció de dolor.

—Deberías ir de nuevo. De hecho te he visto más pálido ahora.

—Lo haré. Creo que ya sé con quien ir.

Miró a su amigo y le dio una sonrisa.

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