Cuando nuestras fronteras, esas que hemos defendido con guerras, han caído por unas simples gotas de saliva.

Cuando hemos comprendido que esta maldición cae igual sobre ricos y pobres.

Cuando las potencias que se creían infalibles han visto que se puede caer por un simple beso, un abrazo...

Cuando el mundo se ha dado cuenta de lo que es verdaderamente importante.

Cuando un medico se ha vuelto más indispensable que un futbolista y un hospital más urgente que misil.

Cuando se apagaron las luces de estadios, se detuvieron conciertos, se cancelaron campeonatos y entonces se tuvo el tiempo para nosotros. Para estar sentado junto a nuestros mayores, cocinar con tu madre, ayudar con los deberes a tus hijos, para ver fotografías de aquellos momentos que ya no estaban en tus recuerdos, para contar esos cuentos que estuvieron a punto de ser olvidados.

Cuando una tos nos ha recordado que es importante cuidar a nuestros ancianos, que hay que valorar la ciencia por encima de la economía, que nuestros valores estaban equivocados, que la vida siempre fue primero y las demás cosas solo son accesorios.

Cuando no hay lugar seguro y empezamos a preocuparnos por nuestro vecino, porque nos dimos cuenta que si yo estoy bien y el de mas allá no, mi vida está en riesgo.

Cuando el miedo nos trajo esa olvidada solidaridad y solo nos dejo una opción, ser mejores juntos.

Cuando todo salga bien, todo cambiara para siempre. Dejara de importar si no se comparte la forma de vida, si no se entiende la fe o ideología, si tu piel es de otro color o tu acento diferente. Puede ser, solo es una posibilidad que esto, nos haga más humanos.