Acudí al lugar a la hora enloquecida de ira

mi diario era el culpable que sus letras inspira

que él me observara era una majadera mentira

hoy pondré fin a este chantaje que me delira

Tras un corto viaje llegué a mi destino

hermosos árboles presidían el camino

crucé la pasarela a paso paulatino

abrí la puerta nerviosa por ver al inquilino

Descansabas sobre un banco bajo la ventana

contemplando el boscoso paisaje soberana

de golpe volviste a mi ser, bella colombiana

arriesgué esa noche a huir de mi vida mundana

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Esaiozu euriari berriz ez jauzteko,

esan bakardadeari gaur ez etortzeko.

Eusten nauen soka zara eta itotzen nauena,

ametsak sortu zizkidana, galtzen dituena.

Zuretzat ilargia lapurtuko nuke gauero,

eta zu itsu zaude bere argia ikusteko,

irribarrez, gero minez, eragin didazu negarra,

nire sua itzali da,

ez zara gaueko izar bakarra, ez zara!!

Esan sentitzen dudana ez dela egia,

une baten sinesteko ez garen guztia

Dile a la lluvia que no caiga más,

dile a la soledad que hoy no venga.

Eres la cuerda que me sujeta y me aprieta,

la que me hizo soñar y la que destruye mis sueños.

Cada noche robaría la luna para ti

y tú estás ciega para ver su luz,

sonriendo, y luego sufriendo, me has hecho llorar,

pero ya se ha apagado mi fuego,

no eres la única estrella de la noche, ¡no lo eres!

Dime que lo que siento no es verdad,

para creer por un momento todo lo que no somos.

                                                                                                    "Ilargia" Ken Zazpi 2003

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"¿Te acuerdas cuando cantábamos esta canción?

Estábamos perdidas en algún bar del Casco Viejo a las tantas de la noche con unas copas de más. Las lágrimas te nacían con las primeras notas emborronando el maquillaje de los ojos y marcando aún más la pena en tu rostro.

Yo trataba de animarte secando tus mejillas mientras mi mente maldecía al tipo que había originado todo esto.

- No se merece nada de ti, tú vales mil veces más - te susurraba al oído abrazándote con fuerza. Aprovechaba para respirar el olor de tu cabello y cerraba los ojos para memorizarlo, era el tesoro que nadie podría quitarme nunca. Y es que, siempre fuiste tú, la que hacía voltear a los hombres a su llegada, la sonrisa hipnotizadora de sirena, la mirada pícara y sugerente.

Tú, me embrujaste a mi también, como a tantos otros, pero yo ahí quedaba, en segundo plano, agitando la cabeza con resignación cada vez que elegías compañía, pues nunca acertabas con muchacho de merecerte y no es que fueran celos, es que tu afán por buscar la perfección te hacía seguir senderos tortuosos que siempre terminaban en un cubata bien cargado aderezado con Ken Zazpi sonando de fondo.

Ahora que lo pienso, sí, tuve celos, muchos y estúpidos celos que lo enmarañaban todo. Por eso cuando tus padres decidieron que retornabais a Bogotá, sentí el alivio de desprenderme de una parte de mi que no conocía hasta entonces y que tras tu marcha volví a ocultar.

Y ahora te encuentro aquí, eres mi cita a ciegas."

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Bilbao, 31 de enero de 2022

A la atención del Sr desconocido:

A Marilú la conocí hará como unos treinta años.

Un día, la profesora de ciencias nos comentó que se iba a incorporar una niña nueva que venía de otro país y debíamos acogerla bien, pues llegar a un sitio nuevo desde tan lejos era un trago muy amargo.

Marilú entró en clase y en perfecto euskara nos dio los buenos días. Todos nos sorprendimos pues era la primera vez que veíamos a alguien con la tez más oscura y encima sabiendo nuestro idioma. Y es que Marilú era una hermosa mulata de padre colombiano y madre de origen vasco. Sus abuelos maternos viajaron a América como tantos otros a labrar una vida mejor lejos de la guerra civil que azotaba su querida Euskadi y allí nació su madre. La familia jamás renunció a sus orígenes y colaboró en la creación de la casa vasca en Bogotá donde se reunían con asiduidad los inmigrantes para poder revivir con nostalgia su pasado y para transmitir a las nuevas generaciones su riqueza cultural y evitar que cayera en el olvido. Marilú creció entre las tradiciones vascas y los susurros de los rolos. Era gracioso verla combinar un clásico arin arin con la pegadiza champeta, aunque ella se reía de que los bogotanos realmente eran muy torpes bailándola y con orgullo añadía que la llevaba en su sangre caribeña de Cartagena de Indias.

Aunque no sé por qué le cuento ésto. Ya veo que leyó a conciencia mi diario y descubrió cosas que no debería de haber sabido nunca nadie. Diario que por cierto extravié en la única visita que hice a Marilú. Sí, estuve en su país, mentí, pero de eso hace ya más de diez años, ya casi ni lo recordaba ¿desde entonces está en su poder?

Me ha vuelto a engañar no acudiendo a la cita y encima me ha tendido una trampa al reunirme con ella sabiendo lo que sabe. Lo que no entiendo es cómo ha podido encontrarla, ¿la conoce? ¿son familia? Ella me contó que recibió una carta sin remitente con un billete de avión a Bilbao y una nota supuestamente escrita por mi. Bonita táctica de rata escurridiza.

Esta situación está poniendo a prueba mi paciencia y le advierto que ya me queda muy poca. Quiero que me devuelva el diario y se olvide de mi existencia. No habrá más cartas ni citas absurdas o acudiré a la policía, tengo contactos en su país, como ve todos guardamos un as en la manga.

Jake mate,

se terminó el juego.