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Veintiocho

Una vez más nos encontramos en carretera, decidimos que esta vez no habría tristes despedidas, por lo que nos retiramos de la veterinaria sin hacer mucho escándalo.

Para nuestra desgracia, Jimin tuvo que retirarse poco antes que nosotros, debido a una llamada donde se le informaba de un problema familiar que debía atender con urgencia. No tuvimos la oportunidad de despedirnos de ellos tal y como era debido, pero viviré con la certeza en mi corazón de que pronto volveremos a reencontrarnos.

— ¿Qué harás al llegar? — Pregunto en un intento de dejar la tristeza de lado.

— Mi padre me pidió que por favor volviera pronto para poder ayudarle en algo. — Me informa. — ¿Qué hay de ti?

— Debo hablar con mi madre acerca de todo lo ocurrido...

Sujeto mi teléfono entre mis manos mientras desplazo las notificaciones que constantemente llegan a este, decidiendo guardar mi emoción para más tarde.

— ¿Tu madre está molesta? — Pregunta Jungkook con preocupación al notar que mi teléfono no ha dejado de sonar. — Deberías contestarle antes de que se enfade más.

— No se trata de eso, ya le avisé que llegaré pronto. — Respondo en un intento de calmarlo, para luego demostrar mi emoción. — Algunos propietarios de distintas academias de baile se interesaron en mí por nuestra presentación y ahora estoy recibiendo infinidad de propuestas.

— ¡Eso es impresionante! ¡Estoy muy feliz por ti! — Jungkook me envuelve en un abrazo que recibo gustosamente. — Eres genial, Yun Hyori.

— Lo dice el chico que no ha dejado de recibir mensajes por parte de empresas de entretenimiento. — Respondo socarronamente al no poder evitar mostrar mi sonrisa de orgullo.

— ¿Cómo te diste cuenta de ello? — Pregunta con asombro.

— Te escuché comentárselo a Jimin hace algunas horas.

— Te seré sincero, me siento extremamente nervioso ante tal situación.

— ¿Por qué razón? — Pregunto sin lograr entender. — ¡Es una gran oportunidad para ti!

— Estoy consciente de ello. — Acepta. — Sin embargo, me encuentro aterrado ante las posibilidades que me ofrece el futuro. — Suelta un suspiro que demuestra sus emociones negativas. — Conoces el proceso que debe pasar una persona para convertirse en idol, sin dejar de lado el hecho de las miles de prohibiciones y restricciones que estos suelen tener.

— ¡Pero no deberías desanimarte tan pronto! Puedes alcanzar cualquier meta que te propongas.

— Tengo miedo de perder mi humanidad. — Confiesa. — Me aterra llegar a perder mi esencia y convertirme simplemente en una marioneta que solamente sirve para seguir órdenes.

— ¿Siquiera estás escuchando tus palabras? — Reclamo incrédula. — ¡Jungkook, eres el chico más inquebrantable que conozco! Por más que alguien se esfuerce en hacerlo, nadie logrará borrar lo que llevas dentro.

Lo escucho repetir lo que he dicho en voz baja, como si tratase de convencerse a sí mismo de lo que para mí es obvio.

— Dijiste que te convertirías en el mejor cantante de todos los tiempos. — Le recuerdo y él parece estremecerse. — ¡Ahora debes cumplir con tu promesa!

— No he prometido nada.

— Pues ahora lo harás. — Respondo ante su intento de excusa. — Prométeme que cumplirás tus sueños sin pensar más en las opiniones de los demás.

— Lo prometeré si tú también me concedes algo.

— Ya que estamos hablando de carreras artísticas, seré la coreógrafa de cada canción en la que me permitas estar.

A pesar de haberlo propuesto sin pensarlo mucho, él parecer estar conforme con mis palabras, por lo que se resigna a aceptar con una sonrisa mientras vuelve su mirada al camino.

— ¿Este sería un mal momento para confesarte que quiero que seas mucho más que eso?

Sus palabras me hacen girar a verlo con una velocidad sobrehumana, percibiendo la sonrisa socarrona en su rostro que hace que los nervios se me pongan de punta.

— Nunca sería un mal momento. — Logro decir.

No puedo dejar de expresar mi emoción cuando finalmente nos encontramos en Busan, a pesar de ser tan solo solo una hora de trayecto, no puedo evitar sentirme feliz al saber que me encuentro de vuelta en el lugar del que partir hace tan solo unos días atrás.

Suelto un suspiro cuando nos encontramos parados a tan solo unos metros de la casa de los padres de Seongjin, donde mi familia me espera en busca de una respuesta coherente que les haga olvidar mi inesperada desaparición. Jungkook se ha ofrecido a traerme hasta aquí, acompañándome mientras sujeta fuertemente mi mano en una forma de darme su apoyo.

— ¿Te sientes lista para entrar a la casa? — Pregunta con inquietud. — Si no es así, podríamos esperar un poco más antes de hacerlo.

— Ya estuve lejos por mucho tiempo. — Le recuerdo. — Ha llegado el momento de afrontar las cosas.

Sin pender más tiempo, entrelazo nuestros dedos y empiezo a encaminarme hasta la entrada mientras que él sigue mis pasos. Una vez frente al umbral, retengo el aire en mis pulmones a la vez que reúno las fuerzas suficientes para llamar a la puerta, por lo que envuelvo mi mano en un puño y dejo tres golpes en ella.

No pasan más de unos cuantos segundos cuando la puerta es abierta con extra velocidad, lo primero que llega mi visión en la imagen de mi madre enfocando su mirada en mí con sus ojos cristalizados.

— ¡Finalmente has vuelto! — Suelta en un suspiro de alivio. — No sabes no preocupada que estábamos por ti.

— Ya te había asegurado que estaba bien. — Trato de calmarla mientras recibo un abrazo de su parte. — Y ahora puedes confiar plenamente en la certeza de mis palabras.

— Sabes algo sobre Seongjin y Hana? — Su rostro se llena de preocupación. — Llevamos días intento localizarnos y simplemente no podemos dar con su paradero.

— La verdad no tengo idea de ello. — Confieso. — La última vez que los vi fue hace unos días en Daegu.

— Lo más seguro es que huyeron como los cobardes que son. — Susurra Jungkook a mi oído haciéndome recordar que estoy olvidando algo.

— Mamá, te presento a Jeon Jungkook. — Este hace una reverencia que mi madre corresponde de inmediato. — Es la persona que me ayudo a llegar a Seúl sana y salva.

— Es un placer conocerla, señora Yun. — Me sorprendo un poco cuando este se inclina para besar dejar un beso en el dorso de su mano. — Es un honor poder deleitarme ante su belleza. Sin lugar a duda, tanto usted como su hija son mujeres hermosas.

Para mi sorpresa, mi madre se encuentra encantada bajo sus palabras.

— Me harás sonrojar. — Responde ella satisfecha. — Me hace feliz saber que Hyori tiene amigos tan educados.

— Si ella me lo permite y si el destino así lo quiere, en un futuro seremos mucho más que eso.

Al escuchar sus palabras no puedo evitar atragantarme con mi propia saliva, volviendo el efecto más fuerte con escucho que mi madre le dice que espera con ansias dicho momento.

Para evitar que el momento sea más incómodo para mí, les propongo que entremos para finalmente narrarle lo ocurrido de una vez por todas.

— No puedo creer que realmente te hayan dejado varada a mitad del camino. — Dice mi madre horrorizada mientras se cubre la boca con la palma de su mano. — ¡Debiste llamarme en ese momento!

— ¡Mi teléfono se encontraba sin batería y mis cosas se habían quedado en el auto de Seongjin! — Le hago recordar.

— ¡Nos iremos de aquí lo más pronto posible! — Anuncia con firmeza en su voz. — Sólo esperáremos a que tu padre y tu hermano vuelvan del lago mañana por la tarde.

— ¿Dónde están los señores Shin? — Pregunto después que desde que llegamos no he notado la presencia de ninguno de los padres de Seongjin. — Me resulta extraño no verlos por aquí.

— Regresaron a Ulsan cuando Seongjin dejó de atender a las llamadas, pensaron que quizás volvería a casa sin siquiera detenerse por aquí. — Me informa con tristeza. — Todos pensamos que cambiaría si empezaba a juntarse contigo, pero al parecer ni tú lograste controlarlo.

— Intenté hacerlo, pero decidí alejarme de él cuando finalmente comprendí que él no estaba dispuesto a cambiar.

— Y eso me parece correcto. — Interrumpe Jungkook. — Él es un adulto que debería estar consciente de cada una de sus decisiones, me parece un asunto de gravedad el hecho de que no pueda atenerse a las consecuencias de sus acciones.

— Lo que ambos dicen es cierto... — Mi madre suelta un suspiro. — Lo último que supimos de él es que había tenido un accidente de tránsito en un parque de diversiones. — Jungkook y yo nos miramos de inmediato mientras contenemos nuestras risas. — Realmente no sé de qué se trató, pero espero que se encuentre bien.

¿Cómo le explico que en realidad lo atropellamos nosotros en una pista de carritos chocones?

— El karma le llegó rápido por haberme dejado varada.

— Gracias al cielo que un ángel como Jungkook se encontraba en el mismo lugar, es realmente un milagro encontrarse con alguien conocido en tal situación.

— En realidad...

Sacudo mis manos en dirección de Jungkook cuando este se encuentra a punto de hablar, mi madre por nada del mundo debe saber que en realidad llevamos poco tiempo de conocernos. Este parece captar mi señal de inmediato, por lo que se la acción de colocar un candado imaginario sobre sus labios para después arrojar la llave al aire.

Sonrío al verlo hacer tal cosa.

— ¿En realidad qué, Jungkook? — Pregunta mi madre en espera de la continuación de sus palabras.

Este parece buscar una excusa que remplace las palabras que iba a soltar, cuando una idea llega finalmente a su cabeza, procede a hablar con una sonrisa en su rostro.

— Me gustaría saber si me permite un momento a solas con su hija. — Afirma con voz suave. — Sería feliz si pudiera dedicarle unas últimas palabras antes de nuestra despedida.

— ¿Por qué no las dices aquí? — Pregunto desconcertada.

— ¿No logras entenderlo, Hyori? — Pregunta mi madre con una mezcla de burla y ternura. — El chico quiere decirte algo en privado. No se alejen mucho de la casa.

Un sonrojo envuelve mi rostro cuando mi madre mi mira con complicidad, dándome un impulso para tomar la mano de Jungkook entre la mía para dirigirnos hasta en exterior de la casa.

Luego de unos minutos caminando sin rumbo, suelto la mano de Jungkook y me encamino en hasta quedar parada frente a una pequeña fuente ubicaba a las afueras de la iglesia de la comunidad. Jungkook rápidamente sigue mis pasos mientras hasta sentarse a la orilla de la fuente, tomando mi mano nuevamente para invitarme a copiar su acción, esta vez me abstengo de separar la unión de nuestras manos.

— Espero que esta vez no vayas a tirarme.

Suelta una carcajada al escuchar mis palabras. — Te prometo que nunca más volverá a pasar eso.

Nuevamente nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía que nos ofrece el otro.

— Así que te irás mañana por la tarde... — Comenta él mientras acaricia el dorso de mi mano con su pulgar.

— Lo más seguro es que sea así. — Afirmo. — Según lo que mi madre me dijo anteriormente por teléfono, mi padre y hermano tuvieron algunas complicaciones en el lago, por lo que tardarán más tiempo de lo normal en volver.

— Yo debo regresar ahora mismo a casa... — Asiento ante sus palabras, sintiéndome un poco melancólica por ellas.

— ¿Cuándo será la próxima vez que nos veamos? — Me atrevo a preguntar con el corazón a punto de salir de mi pecho. — Me gustaría volver a verte pronto...

Jungkook parece pensarlo por unos segundos hasta que finalmente llega una respuesta a su cabeza, rápidamente se pone de pie obligándome a hacer lo mismo.

— Encontrémonos aquí mismo mañana por la mañana. — Me propone con una sonrisa.

— Pero, ¿qué pasará si cuando vuelves ya me he ido? — Pregunto con preocupación.

— Entonces tendremos que buscar otro momento para reencontrarnos. — Responde obvio. — ¡Estamos en la era de la tecnología! Podemos utilizar nuestros teléfonos para ponernos de acuerdo.

— Acepto.

— ¿Acaso se trató de una propuesta de matrimonio?

Le dedico una mala mirada por su broma, sin embargo, lo que recibo de su parte es una sonrisa coqueta que roza los bordes de la inocencia.

— Me gustas, ¿lo sabes? — Confiesa libremente. — ¿Qué debo hacer para ser correspondido?

— Estaba esperando a que te atrevieras a decirlo. — Confieso esta vez yo. — ¿Acaso mis sentimientos hacia ti no son notorios? Serías correspondido sin siquiera intentarlo.

La sonrisa de Jungkook se ensancha, provocando que la mía copie dicha acción, mi corazón salta dentro mi pecho cuando él entrelaza los dedos de nuestras manos.

— De haber sabido que sentías lo mismo me hubiera confesado desde el primer instante en el que descubrí que serías mi perdición.

El silencio vuelve a reinar en el lugar, a excepción de las pequeñas risas que somos incapaces de retener. Estar a su lado me hace feliz, haciéndome sentir como niña que es indiferente ante los problemas que el mundo suele traer consigo. 

Él se ha convertido en uno de los motivos de mi felicidad.

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