Final
Los minutos pasan mientras que el sol desaparece frente a nuestros ojos, tiempo que hemos aprovechado para hablar sobre cualquier tema que se cruce por nuestras mentes, tal y como hemos hecho desde el primer día en el que nos conocimos.
Reviso constantemente la hora en mi teléfono, con la esperanza de que el tiempo se congele y podamos tener tan siquiera uno minuto más para nosotros antes de que llegue la hora de despedirnos. Decidimos que su momento de partida lo daría la campana de la iglesia, la cual cada sesenta minutos indica el inicio de una nueva hora.
— Quedan unos pocos minutos más para que la campana se haga oír. — Jungkook me recuerda lo que estaba intentando olvidar. — Volveré mañana temprano para despedirme de ti de la forma correcta.
Por alguna razón, se siento vacía aun cuando él sigue a mi lado. — Deberíamos realizar un intercambio para no sentirnos tan ansiosos por la espera...
— ¿Un intercambio? — Nuevamente, mi cerebro ha jugado conmigo y soltado un pensamiento que en realidad no pensaba decir. — ¿Quieres adquirir algo mío?
Asiento tímidamente y sonrío cuando este acepta, pienso en mi respuesta durante unos segundos hasta que finalmente mis ojos se fijan en algo.
— ¡Déjame obtener esto! — Propongo mientras sujeto el brazalete amarrado a su muñeca. — Te la devolveré la próxima vez que nos veamos.
Él parece pensarlo por unos segundos, sin embargo, procede a aflojar el agarre del brazalete para luego pasarlo por su mano entregármelo.
— Me parece algo injusto el hecho de que tú te lleves algo de mi propiedad mientras que yo me quedo vacío sin obtener nada de tu parte.
— Puedes obtener lo que quieras. — Afirmo de inmediato.
La sonrisa socarrona que me dedica me provoca un temblor interno que parece no querer desaparecer, ¿acaso hay algo mal en mis palabras? Intento recopilar la información antes de dada en busca de algún comentario a corregir, sin embargo, me encuentro completamente desconcertada al no encontrar nada de utilidad.
— ¿Lo que quiera? — Repite mi afirmación como una pregunta, me dispongo a asentir para su curiosidad. — Entonces déjame obtener esto.
Mi cerebro tarda en procesar sus palabras, por lo que mi cuerpo no es capaz de reaccionar de manera adecuada cuando Jungkook se acerca más a mí y deja deslizar una de sus manos por mi espalda hasta llegar a mi cintura, mientras que con la otra me sujeta suavemente por el mentón, apreciando la cercanía que tenemos el uno del otro, al punto que nuestras respiraciones empiezan a mezclarse de forma involuntaria.
Cierro mis ojos con fuerza cuando sus labios descasan ligeramente sobre los míos con una presencia casi inexistente, mientras que mi cabeza da vueltas en un intento de darme una respuesta correcta entre las opciones de romper la distancia por mi cuenta o esperar a que él mismo se atreva a hacerlo. Para cuando mi cerebro me manda la señal de acercarme, Jungkook comete la misma acción, causando así que nuestros labios finalmente choquen entre sí en una pelea que ninguno parece querer terminar.
Luego de unos segundos en los que ambos nos peleamos por saber quién tiene el control, la falta de aire en nuestros pulmones nos hace distanciarnos un poco, juntando así nuestras frentes mientras nuestras miradas se conectan por una vez más en la noche. Rompo dicha conexión al sentirme ligeramente intimidada bajo su mirada, pero esto cambia cuando Jungkook refuerza su agarre en mi mentón y me obliga a verlo una vez más, dándome un impulso para atreverme a besarlo nuevamente, esta vez adquiriendo el control absoluto del beso.
Pero no contaba con el movimiento que Jungkook tenía en mente, tomándome desapercibida cuando este mueve de arriba abajo la mano que descansa en mi cintura, para luego dejar un apretón en mi costado que me hacer soltar un ligero suspiro que él aprovecha para retomar el control.
Luego de unos segundos de una batalla que ya he dado por perdida, el resonar en la campana de la iglesia del pueblo nos hace romper la conexión de forma definitiva.
— Te lo devolveré cuando llegue el momento de nuestro próximo encuentro. — Anuncia con una sonrisa antes de dedicarme un último abrazo.
Sin más, se echa a correr hasta el lugar dónde está estacionado su auto, mientras contesta la llamada de su padre que ha estado rechazando desde hace unos minutos atrás.
Sonrío ansiosa ante los nervios que me provocarán el verlo de nuevo después de lo que acaba de ocurrir.
⇼
Narrador Omnisciente
El sol había salido sin que Jungkook hubiera logrado pegar tan siquiera un ojo durante toda la noche, los nerviosos se lo estaban comiendo vivo y lo único que quería era ver una vez más a esa pequeña chica que resultó ser la causante de su insomnio y ladrona de sus sueños.
Sin siquiera haber terminado su desayuno, se despidió de su madre y salió a con prisa de su casa, no sin antes revisar su atuendo una vez para asegurarse que todo se encontrara en su lugar.
Sonreía a todo aquel que veía y saludaba a todo aquel que lo mirara, ¡el sol se encontraba en su máximo esplendor y él debía aprovechar el momento! Detuvo su auto frente a una floristería a la que su madre solía frecuentar, asegurándose de conseguir el ramo más hermoso de girasoles para así llevarle un pequeño a su amada.
Por alguna razón el color amarillo le recordaba mucho a ella, el principal tono de los girasoles le hacía recordar la calidez que un abrazo de ella le brindaba, siendo estimulante de su alegría y optimismo y el principal causante de la paz en su alma.
Ella se parecía al color amarillo, Hyori era su amarillo.
Cuando finalmente tuvo el ramo de flores entre sus manos, salió con rapidez de la tienda para poder retomar su recorrido. Sintiendo un escalofrío atravesar todo su cuerpo a causa de los nervios, dejó escapar pequeñas risas de felicidad en un intento de calmar sus ansias.
Dejó salir un suspiro ahogado desde el interior de su garganta cuando finalmente se encontraba frente a la casa que hace menos de un día había visitado, respirando profundamente antes de abandonar su vehículo de una vez por todas.
Todo parecía estar desolado, tocó la puerta bajo el mal presentimiento de que ya no hubiese nadie dentro, empezó a volverse impaciente cuando pasaron los minutos y aún nadie atendía a su llamado. La respuesta era obvia, pero él se negaba a aceptarlo con tanta facilidad.
Así que corrió hasta el lugar donde había confesado su amor el día anterior, un sentimiento de angustia recorrió su cuerpo de pies a cabeza al darse cuenta de la presencia de la chica era inexistente en dicho lugar. Tal y como ella sospechaba, la hora de su partida se había adelantado y existía manera alguna de retrasarlo.
Sin quedarle otra opción, el chico tomó su teléfono entre sus manos mientras se dispuso a buscar el nombre de la chica en su libreta de contactos, hasta que un pequeño detalle le hizo recordar algo por lo que se encontraba completamente devastado.
Al estar todo el tiempo juntos, nunca sintieron necesidad alguna de intercambiar números telefónicos.
Tendría que buscar otra manera para volver a encontrarse con ella.
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