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Dos

— ¿Estás seguro de qué tomamos el camino correcto? — Le pregunto al chico junto a mí, mientras este mantiene su mirada fija en la carretera. 

— Ya te dije que sí. — Responde entre dientes. — Simplemente estoy buscando algún sitio para recargar la gasolina y comprar algo de comer.

— ¡¿Estamos prácticamente sin combustible a la mitad de la nada?! 

Seongjin está a punto de responder, cuando es interrumpido por la voz de una muy irritante Hana desde el asiento trasero. 

— No estaríamos en tal situación si alguien hubiese cumplido con sus deberes a tiempo. 

— Ya te dije que hubo un error con mis calificaciones. — Además, a ti nadie te dijo que vinieras...

Me abstengo de pronunciar lo último y decido dejarlo solamente en mi mente, Hana es la mejor amiga de Seongjin y lo último que quiero es tener problemas con él por culpa suya.

Shin Seongjin es típico chico malo de libro, del cual estuve enamorada toda mi niñez y parte de mi preadolescencia, aunque mi amor por él se desvaneció al llegar a la adolescencia. Nuestras familias siempre han sido muy cercanas, por lo que por más que intente evitarlo siempre termino topándome con él, y claro está, con la ingrata presencia de su mejor amiga.

— Esa no es una excusa válida. — Suelto un ligero suspiro al escuchar que Hana retoma su palabra. — Deberías empezar a ser más responsable.

En un intento de pasar por alto su voz, recuesto mi cabeza sobre la ventana mientras empiezo a recordar los sucesos ocurridos en la víspera de navidad del año pasado, sonriendo al pensar que ya ha pasado un año entero desde que Seongjin y yo volvimos a ser cercanos. 

¿Quién podría creerlo?, teníamos mucho tiempo sin siquiera dirigirnos la mirada, pero de un día para otro la conexión entre nosotros se volvió más fuerte y ahora vivo bajo el privilegio de considerarme su amiga cercana.

Aunque en el fondo quisiera ser más que eso. 

— ¿En qué piensas tanto? — El chico a mi lado me saca de mi burbuja. — Te la pasas envuelta en tus pensamientos, deberías dejar de hacerlo y prestarme más atención.

Ignoro su intento fallido de puchero mientras volteo mis ojos. — Solo recordaba algunas cosas del diciembre pasado. — Confesé. — Eso significa que también pensaba en ti. 

— ¿Podrían dejar la cursilería de lado? — Hana se queja desde el asiento trasero. — Creo que en cualquier momento podría vomitar. 

— ¿Acaso tiene algo de malo mostrarle interés a la chica que me gusta? — Celebro internamente mientras le dedico una sonrisa burlista a su mejor amiga. — Debo expresarle mis sentimientos si quiero que se quede a mi lado. 

— ¿Sentimientos? — El tono de voz de Hana va desde socarrón hasta irónico. — Todos sabemos que sólo te interesan otras cosas.

Hace algunos meses Seongjin me confesó que siempre ha estado secretamente enamorado de mí y que salía con muchas chicas solo para darme celos, pero que finalmente se dio cuenta que esa no es la manera y por fin se atrevió a confesar sus sentimientos. 

Al escuchar eso las extintas esperanzas y los sentimientos que creí haber borrado volvieron rápidamente a mí y no pude evitar emocionarme, nuestras madres, quienes escuchaban atentamente detrás de la puerta, también lo hicieron y decidieron que pasaríamos la navidad en Busan en la casa de playa de la familia Shin.

Mis pensamientos se dispersan al sentir que el auto se detiene, levanto mi mirada y me encuentro con que estamos en el estacionamientos de una gasolinera.

— Vamos. — Dice Seongjin y hago el amago de abrir la puerta. — No, tú no. Le hablaba a Hana. 

Sus palabras me dejan desconcertada. — ¿Y por qué yo no? 

— Porque alguien tiene que recargar el auto y no confío en la loca esta. — Se encoje de hombros y me da dinero para la gasolina. 

— ¡Te traeremos algo! — Pronuncia la intrusa antes de salir del auto.

— Ah, y échale aire a las llantas, después te lo pago. — Dice Seongjin antes de irse.

Suspiro pesadamente y me dejo caer nuevamente sobre el respaldar del asiento. Muchas veces la actitud de Seongjin me molesta demasiado, trato de entenderlo pero al final es algo que simplemente no puedo lograr.

Se supone que esta sería una noche especial para ambos, pero al llegar a su casa me encontré con Hana paseándose por los pasillos como si se tratase de su propio hogar. 

Luego me llamaron de la academia diciendo que necesitaba regresar urgentemente para realizar nuevamente el examen final del semestre para así confirmar si apruebo o no, al aún no tener auto propio y viendo que no es una hora apropiada para tomar el transporte público, nuestros padres decidieron que lo mejor sería Seongjin viniera a dejarme, desgraciadamente su amiga la piraña se terminó enterando y decidió por cuenta propia acompañarnos.

Pero bueno, en algún momento tendrá que dejarnos a solas y ese será mi oportunidad para decirle a Seongjin que sí quiero ser su novia. 

Despejo mi nube de pensamientos y finalmente me dirijo a hacer lo que me han encargado.

Pasan los minutos y los chicos no vuelven, por lo que me canso de esperar y decido salir del auto en busca de ellos y así de paso comprar unas galletas o algo que sacie mi hambre por un tiempo.

Entro a la tienda y recorro el lugar con la mirada, más no logro encontrarlos por ninguna parte. Asustada, pensando si les habrá pasado algo malo, tomo mi celular en mano y empiezo a marcar al número del que pronto será mi novio.

Sorpresivamente, suena el tono detrás de la puerta del baño, por lo que cuelgo la llamada y me dirijo hacia allá, pero me detengo a centímetros de la puerta al escuchar los escandalosos gemidos de una chica. 

Me preparo mentalmente mientras intento no pensar en lo peor y de alguna manera creer que no son ellos, sin embargo, abro la puerta con fuerza al escuchar a Seongjin decir que deben apresurar antes de que yo me de cuenta.

— ¡¿Me pueden explicar qué está pasando?! — Pregunto con furia mientras me dirijo al ruidoso cubículo.

Ambos salen con rapidez mientras intenta acomodarse la ropa lo mejor posible.

— Hyori, no es lo que piensas, nosotros simplemente... 

Aunque en realidad se encuentran completamente vestidos, ¡¿entonces por qué había tanto escandalo?! Agito mi cabeza con fuerza en un intento de borrar dicho pensamiento y enfocarme en lo que realmente importa.

— ¡No intentes dar excusas! — Lo interrumpo. — ¡Es obvio lo que estaban haciendo! No soy ninguna tonta cómo para no saberlo. 

— Pero sí lo suficientemente tonta cómo para no darte cuenta de que te vimos la cara de estúpida durante los últimos tres meses. — Responde Hana mientras retoca su brillo labial en el espejo del lavamanos.

— ¿Qué? — Susurro asombrada con un hilo de voz mientras dirijo mi mirada al chico frente a mi.

Hana se interpone en mi visión de Seongjin y retoma su palabra. — ¡Lo que oíste! — Pronuncia con rabia. — Es una lástima que no hayas entrado unos minutos después, me hubiera encantado que vieses con tus propios ojos como complazco al chico que dice amarte.

Cuando Hana finalmente se hace a un lado, enfoco mi mirada en Seongjin mientras este se apresura a apartar la suya. 

— ¿Cómo pudiste?... — Susurro en su dirección. 

Este suelta un pesado suspiro y lleva una de sus manos hacia su nuca. — Hyori... es cierto que me llamaste la atención por un par de semanas, pero eso no significa que debo esperarte toda la vida sólo para saber si podrás o no estar en mi cama. 

Mis pensamientos se tornan confusos y las palabras que salen de mi boca muy poco entendibles, segundos después logro reaccionar y exploto en furia en contra de ellos.

— ¡Son un par de imbéciles! — Empiezo a lanzarles todas las cosas que están a mi alcance. — ¡¿Cómo pudieron hacerme eso como si nada?! ¡Los odio! 

Seongjin se acerca rápidamente y toma mis manos para que detenga mi movimiento. 

— ¡¿Qué acaso estás demente?! — Me suelto de su agarre y él pasa ambas manos sobre su cabello con desesperación. — ¡Deja de actuar cómo una loca! 

— ¡¿Y cómo quieres que reaccione al saber que fui engañada por unos idiotas cómo ustedes?! 

— ¡No lo sé! ¡Pero ya deja de hacer estupideces! — Mira detrás de él y toma la mano de Hana. — ¿Sabes qué? Arréglatelas tu misma cómo llegar a tu estúpida academia, nosotros nos vamos ahora.

— Adiós Yun Hyori, espero que llegues sana y salva a Seúl. — Se despide Hana mientras le lanza un beso con su mano. 

La puerta se cierra y no puedo evitar que mis lágrimas finalmente salgan de mis ojos con una mezcla de enojo, tristeza y desesperación al saber qué me han mentido en mi cara y que me he quedado sin transporte, varada en medio de la nada cuando debería estar yendo a la capital en este preciso momento.

Lo poco que le quedaba de carga a mi celular lo he gastado al hacer la llamada anterior y he dejado mi cargador en el auto del estúpido Seongjin. Trato de pensar en otra solución para mis problemas pero no logro llegar a nada en concreto.

Cuando ya estoy pensando en rendirme, una voz detrás de mí me hace sobresaltar y dar media vuelta.




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