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Cuatro

Por casualidades extrañas de la vida, estoy a punto de subirme al auto de un completo desconocido que afirma estudiar en la misma academia que yo.

En otras circunstancias me habría negado rotundamente ante tal invitación, totalmente incrédula ante la seguridad de sus palabras, pero me fue inevitable aceptar que sí nos dirigimos al mismo sitio.  

— De casualidad, ¿tú también necesitas estar en la academia a primera hora? 

Levanté mi mirada con susto y asombro al verlo regresar y escuchar su inesperada pregunta.

— Sí... ¿Pero cómo sabes eso? 

— También soy estudiante de la Academia, pero hubieron errores en mi promedio y ahora debo regresar para intentar arreglar eso. 

— Imposible. 

Al notar mi expresión de duda, se llevó una mano al pecho mientras que la sobrante la alzó al cielo. 

— Juro fidelidad a la Academia Nacional de... 

— ¡Está bien! — Lo interrumpí. — Te creo, no tienes porque recitar ese feo juramento. 

Cuando salimos al exterior de la tienda escaneo rápidamente el estacionamiento y un escalofrío recorre mi espalda al darme cuenta de que realmente me han dejado varada.

El escalofrío se vuelve más fuerte al ver al chico frente a mi cruzar el estacionamiento con tranquilidad hasta ubicarse al lado de un automóvil, ¿quién en su sano juicio aceptaría la propuesta de un completo extraño para viajar junto a él al otro lado del país?

Bueno, al parecer yo lo hice.

No me juzguen, el resto de mis pertenecías estaban en el auto de Seongjin, quedándome solamente con mi pequeña y casi vacía mochila y mi teléfono completamente descargado.

Y aunque hubiese preferido que me regalara una llamada, al fin de cuentas no serviría de nada porque ni siquiera recuerdo el número de mis padres, amigos, o cualquier persona que pudiese venir en mi rescate. 

¿Qué podría a hacer? ¿Llamar a la policía?

Aunque tampoco era muy mala opción...

— Dime, Hyori, ¿desde cuándo estudias en la academia? — Pregunta Jungkook mientras me abre la puerta del auto.

Estaba tan perdida en mis pasamientos que ni siquiera fui consiente de cuando me trasladé desde la salida hasta quedar a su lado.

— Este es mi tercer año, me quedan dos más para terminar mi carrera. — Contesto al ingresar al auto. — ¿Qué hay de ti? 

— Este es mi último año. — Responde mientras asegura su cinturón. — Ingresé muy joven y estoy a punto de graduarme, cosa que no pasará si no llego a tiempo a Seúl. 

Nuevamente nos quedamos en silencio por unos segundos que al convertirse en minutos se tornan completamente incomodos. Luego de un tiempo rodando por la carretera, ninguno de los dos se atreve al romper el silencio, o por lo menos eso pensé hasta que Jungkook me dirigió la mirada.

— Nunca antes te había visto por la academia. — Dice para volver su mirada al camino. — ¿Qué es lo que estudias?  

— Licenciatura en danza con orientación al contemporáneo. 

— ¡Danza! — Deja escapar un silbido de asombro. 

— Sí, aunque también tengo una inclinación hacia el baile moderno. 

— Vaya, eso significa que debes tener unos pies muy fuertes. 

Nuevamente, el silencio incomodo reina entre nosotros. No por sus palabras, sino por el tono con el que salieron de su boca. 

Jungkook rápidamente dirige su mirada hacia mi dándome una vista de sus ojos abiertos a no más poder, acción que logra que asuste más y tome la manilla de la puerta en busca de mi salida más cercana en caso de que intente hacer algo raro.

— ¡No! ¡Yo! Este... — Lo escucho tragar duro. — Sólo quiero decir que eso sonaba mejor en mi mente. 

— No pasa nada, no lo malinterpreté. — Mentira, estaba a punto de saltar del auto en movimiento. — Pues sí, se podría decir que soy buena con los pies... — Finalmente, abandono mi agarre de la manilla. 

Un silencio incomodo nos abraza fuertemente, obligándonos a retener la respiración en nuestros pechos por unos segundos hasta el momento en el que Jungkook reúne las fuerzas necesarias para poder zafarse de dicho agarre.

— Tengo diecinueve años. — Asiento ante el dato no solicitado. — Los cumplí el primero de septiembre. 

— Genial. — Comento vagamente. — Mi cumpleaños se encuentra a la vuelta de la esquina. 

— ¿Podrías darme la fecha? 

— No. — Pronuncio con firmeza en mi voz. — No puedo brindarle mi información personal a un desconocido. 

— ¿Pero no tienes problema con subirte a su auto? 

Me golpeo la frente mentalmente al notar que tiene razón. — Por el momento solo te diré que soy menor que tú por poco más de un año.

El silencio retoma su presencia en el lugar por unos segundos hasta que él nuevamente vuelve a romperlo, lo que me lleva a pensar que al parecer no puede permanecer callado por mucho tiempo. 

— Las personas que estaban contigo en el baño, eran tu novio y tu mejor amiga, ¿no? 

No puedo evitar soltar una ligera risita al escuchar eso.

— Al contrario, están muy lejos de serlo. — Dejo escapar un afligido suspiro. — Para no hacer muy larga la historia, él es mi estúpido amor imposible de la infancia y ella su insoportable mejor amiga, hace unos meses empecé a salir con él y hoy, que tenía planeado decirle que sí quería ser su novia, pasó lo que no tenía que pasar. 

— Te entiendo, hace unos años me pasó algo similar. — Deja escapar un frustrado suspiro. —Mi mejor amigo me robó a la chica qué amaba. 

— Dios, eso debió haber sido duro para ti. 

— Lo fue... Aunque eso pasó en preescolar. — Se encoje de hombros y yo lo miro incrédula.

— ¡¿Estás comparando mi situación con algo que te pasó cuando aún ni siquiera podías hablar bien?! 

— ¡Hey! Aunque no lo creas, fue muy difícil para mi verlos beber jugo juntos de la misma cajita. 

No puedo evitar reír y a la vez sentirme mal por su trágica historia.

— Pero bueno, está bien que finalmente lo supieras. — Resopla. — Según lo que escuché en el baño, llevaban bastante tiempo mintiéndote. 

— Sí, fue una manera de... Espera, ¿estabas pendiente de nuestra conversación? 

— En primer lugar, más que conversación fue una interesante pelea, te doy las gracias por haber hecho que los raro sonidos de tu no amiga se detuvieran. 

— No hay de qué, debió haber sido desagradable para ti 

— Y en segundo lugar, ¿qué más quería que hiciera? — Se excusa. — Estaba en un baño público sin tener nada con qué limpiarme mientras esperaba por alguien que me ayudara. 

— Y encontraste tu salvación en la chica cornuda y llorona del baño. — Me rio un poco de mi misma. — Nuevamente, no hay de qué. 

— Realmente no sé qué habría hecho si te hubieras marchado. 

— Lo sé, el hedor del baño era horrible, parecía que había cagado un elefante. 

Detengo mi risa y recapacito mis palabras al ver los colores subir a su rostro.

— ¡Perdón! No quise decir qué... — Intento disculparme y hacer que olvide lo dicho. — No me has dicho qué es lo que estudias... 

— Estudio música, con orientación  a la composición y producción. — Suelta sus manos del volante para buscar algo en la guantera, luego me extiendo un rectángulo con su rostro, nombre y número. — Ten, seré el mejor cantante de todos los tiempos, así que guarda mi tarjeta de presentación para que tengas pase libre a cada uno de mis conciertos. 

— Gracias. — Digo aceptándolo. — Pero por favor, devuelve tus manos al volante y tu mirada al camino. 

— No pasa nada, ya no hay muchas personas en las calles. 

— Igual, podríamos chocar con algo si no tienes más cuidado.

— No pasará nada, podría hacer esto incluso con los pies y los ojos cerrados. — Dice mientras procede a subir ambos pies al volante. 

— ¡Deja de bromear así! 

Ignora mis palabras y en lugar de hacerme caso, procede a cerrar sus ojos. 

— ¿Ves? Te lo dije. — Presume. — Con los ojos cerra... — Le es imposible terminar su frase al sentir el impacto de algo contra el auto.

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