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Cinco

Cierro mis ojos fuertemente al sentir el impacto, por el chirrido de las ruedas puedo saber que Jungkook ha detenido el auto, abro mis ojos nuevamente mientras trato de estabilizar mi respiración, encontrándome con un Jungkook en la misma situación. 

— ¡Te dije que bajaras los pies del maldito volante! — Grito exaltada su dirección.

— ¡No mientas! — Me grita igual. — ¡Me dijiste que no bromeara así! 

— ¡Es la misma cosa! — He empezado a temblar. — ¡Soy muy joven cómo para ir a presión!

— ¡¿Y qué hay de mi?! — Responde al borde del colapso. — ¡No podré asistir a mi graduación si estoy detrás de una maldita reja! 

— ¡Ya basta! — Me quejo. — Tratemos de tranquilizarnos y salgamos a ver qué pasó. 

Sin mencionar nada más, cada uno abre su puerta más cercana para luego salir y posicionarnos en la parte delantera del auto. 

— Pues no hay nada. — Digo al no encontrar algo.

— ¡Dios! — Me giro asustada en dirección a Jungkook. — ¡Mira el parabrisas! Esto me saldrá caro... 

Había una gran abolladura en la parte frontal del auto, mientras que el vidrio del parabrisas estaba roto en pequeños fragmentos que se entrelazaban entre sí dando como resultado final la apariencia de una telaraña. 

— Te dije que bajaras los pies. — Repito mientras me encojo de hombros.

— ¿Pero entonces qué fue lo que chocamos? — Pregunta ignorándome por completo. — 

— No lo sé, pero creo que deberíamos...

Soy interrumpida al escuchar un chirrido proveniente de la carretera, a tan solo unos pocos metros por delante de nosotros. Ambos nos miramos  el uno al otro para luego correr al interior del auto.

— ¿Qué crees que haya sido eso? — Pregunto con temor.

— No tengo ni la menor idea. — Responde. — Pero cuando era un niño mis abuelos me contaban historias sobre los fantasmas que se aparecen en la carretera ante los conductores de la madrugada.

— No me digas que crees en esas cosas. 

— ¿Perdón? — Me mira incrédulo. — ¿Me estás diciendo qué tu no crees en ellos? 

— ¡Claro qué no creo en eso! — Rio. — Sólo son cuentos que los adul- ¡AAAAAAH! 

Gritamos al unísono al sentir el auto moverse tras ver a un cuerpo deforme intentar subir al capo mientras lanza pequeñas tarascadas hacia lo que queda del parabrisas. 

— ¡ENTONCES DIME QUÉ MIERDA ES ESO! 

— ¿Y CÓMO QUIERES QUÉ LO SEPA? — Respondo exaltada. — ¡SAL A VER SI QUIERES! 

— ¡Espera! — Grita más calmado. — Tengo una idea. 

Se apresura a sacar su teléfono para luego activar la cámara y empezar a grabar al ser extraño. 

— Lo subiré a internet. — Asegura. — Necesito conseguir dinero para la reparación del auto. 

— ¡El auto es lo de menos! 

— ¡Dices eso porque no es tuyo! 

— ¿Sabes qué? — Me armo de valor. — Voy a salir a ver qué es. 

Cuando estoy a punto de abrir la puerta, soy detenida por la mano de Jungkook sobre la mía, sin saber qué pasa, dirijo mi mirada a la suya para perderme por infinitos segundos en el profundo color de su iris. 

— No dejaré que vayas sola. 

Me quedo estupefacta por unos segundos mientras intento asimilar el peso de sus palabras y el tono con el que estas salieron de su boca. Trago duro al sentirlo sujetar mi otra mano para finalmente sostener ambas manos entre las suyas. 

— Jungkook yo... 

— Shhh, no digas nada. 

— Pero es que... 

— Me prometí llevarte a Seúl sin importar qué. — Me es imposible apartar mi vista de la suya. — Aún si eso significara entregar la caja de tus cenizas a la dirección de la academia... 

Todo lo que mi mente había maquinado fue borrado por completo.

— Vaya forma de arruinar el momento. — Comento. — Con razón tu ex novia del preescolar te cambió por tu mejor amigo. 

— ¡¿CÓMO ERES CAPAZ DE USAR MIS TRAUMAS EN MI CONTRA?!

Sin decir nada más y sin prestar atención a sus reclamos por meterme con su ex amor de la niñez, tomo su celular en mano y salgo del auto para encaminarme con miedo hacia el frente, puedo escuchar otra puerta ser abierta, lo que me da a entender que él también ha salido. 

Antes de llegar al borde del capo dirijo mi mirada a Jungkook, quién instintivamente me la devuelve de inmediato. 

— Uno... — Empiezo a contar.

— Dos... — Me sigue la cuenta.

— ¡Tres! — Decimos al unísono y saltamos frente al auto.

Enciendo la linterna del celular para finalmente saber qué es esa cosa, me tardo unos segundos en asimilarlo pero luego de unos segundo puedo divisar completamente lo que es. 

Me froto los parpados con fuerza, ¡¿Acaso me está fallando la visión?!

Frente a nosotros hay un gran jabalí intentando subir al capo con la ayuda de sus cortas patas. 

— Con que esto fue lo que atropellé... 

— Casi dejas sin vida a un pobre animal. — Concuerdo. 

— Bueno, pero al parecer se encuentra bien. — Responde al escanearlo con la mirada. — Tiene cara de Nancy, lo llamaremos Nancy.

— ¿Pero cómo sabes qué es una ''ella'' y no un ''él''? — Pregunto desconcertada.

— No lo sé, pero tal vez sí... — Se acerca a él e intenta levantar su cola pero se retira rápidamente cuando este intenta morderlo. — ¡Diablos Nancy! ¡Eres una chica agresiva! 

— Deja de bromear, estoy segura de que es macho. — Confirmo. — ¿Deberíamos revisarlo? — Pregunto con temor. — Digo, aunque parezca estar bien, los golpes del auto fueron demasiado fuertes. 

— Realmente no lo sé. — Me pide su celular para ver la hora. — Recién son las dos A.M., venimos entrando a Daegu, lo que significa que nos quedan aproximadamente tres horas de camino para llegar a Seúl. 

— Debemos estar en la academia a más tardar las nueve, por lo que aún tenemos algo de tiempo para llegar antes de que cierren las oficinas. 

— ¡Perfecto! — Aplaude. — Nos quedaremos en Daegu un par de horas para que un especialista revise a Nancy. 

— ¿Pero dónde encontraremos una veterinaria abierta a esta hora? 

— No te preocupes, conozco a alguien que puede ayudarnos... — Comenta. — Pero antes, ayúdame a subir a Nancy al auto. 

Lo miro incrédula, ¿Cómo podré hacer eso?, sin intención de ofenderte Nancy, pero se nota que estás un poco subida de peso.

— ¡Ven! — Me apresura. — Sostenla por sus patas traseras y yo lo haré por las delanteras. 

Sin saber qué me he metido y de qué manera negarme, me resigno a acatar su orden y tomar las patas de Nancy, quién sorpresivamente acepta el toque sin ninguna queja y deja que la sujetemos de la forma más tranquila.

— Ok. — Dice Jungkook llamando mi atención. — A la cuenta de tres. 

— Uno... — Empiezo. 

— ¡Tres! — Grita tomándome por sorpresa.

Elevamos a Nancy pero la bajamos con el mismo movimiento, me llevo las manos a las rodillas e intento recuperar el aire que he perdido, noto que Jungkook está en la misma situación mientras que Nancy mueve su cola cómodamente desde el suelo. 

— Al parecer esto nos tomará más tiempo de lo que pensé... 



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