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Extra

La vida cotidiana de Tsunayoshi había cambiado para mejor, cuando el miraba al pasado sentía en el fondo de su corazón que todo lo que había ocurrido fue para traerlo a este momento.

Ya habían pasado un par de semanas desde que se mudó con su pareja. Su ahora denominado hogar, estaba completo, acomodaron sus pertenencias y compraron varios muebles, en donde tuvieron un par de disputas por los gustos que tenían.

Se giro en la cama y miro a su pareja que dormía plácidamente, levanto su mano con delicadeza y acarició aquellos cabellos azabaches.

Toda la maravillosa vida que tenía, se debía aquel hombre, su antiguo tutor. No podía expresar con palabras todos los sentimientos que sentía por él, había entrado a su corazón y nunca lo abandonó.

Con cuidado y procurando no despertar a Reborn, salió de la cama para preparar el desayuno. Aunque no era muy buen cocinero, podía preparar una comida mañanera decente.

Luego de algunos pequeños incidentes en la cocina, camino con la bandeja en la mano hacia la habitación, en donde su pareja se estaba incorporando.

-Buenos días -dijo el mayor con una sonrisa.

-Buenos días Reborn -respondió el castaño dejando la bandeja sobre la cama y sentándose en el borde para comer algo. Esa era la rutina, levantarse, desayunar juntos antes de irse a sus respectivos trabajos, para luego llegar y reencontrarse.

El mayor se preparó para salir rumbo a la universidad, sin embargo y en secreto, tenía que pasar a recoger un pedido que encargó hace un par de días.

- Que tengas un buen día -dijo el castaño antes de juntar sus labios en un tierno beso.

Recogió sus llaves y cerró la puerta detrás de él. En el ascensor saludo a su vecino, con el cual entablo una breve conversación para después subirse a su vehículo y emprendió marcha.

- Solo espero que todo salga como lo tengo planeado -comento antes de salir del complejo de apartamentos.

Por su parte, Tsunayoshi término de acomodar su corbata frente al espejo antes de salir de su hogar, era costumbre que su abuelito lo pasara a recoger para llevarlo a su respectivo nuevo trabajo.

Una mueca se formo en su rostro al recordar la montaña de papeles que tendría en su escritorio.

Ya por la tarde, Reborn acomodaba los últimos detalles antes que su castaño llegara, se miró al espejo por última vez antes de centrar su atención, en su traje.

- Tal vez debería cambiarlo -murmuró pensativo antes de centrar su atención en la puerta.

El menor se había retrasado a última hora, le gustaba recibir a su pareja cuando el llegaba del trabajo.

- Ya llegue -entro y quedo sorprendido por lo que sus ojos veían.

Una gran cantidad de rosas rojas adornaban toda la estancia, en donde algunas velas alumbraban tenuemente y daban un habiente romántico.

- ¿Te gusta? -preguntó Reborn a su lado.

- ¿Si me gusta? -dijo asombrado acercándose a las flores- ¡Me encanta! -sonrió y abrazo al contrario, sin embargo se aparto unos centímetros para verlo a la cara- ¿He olvidado una fecha especial? -interrogó provocando una sonrisa del azabache.

- Ninguna -lo tomo de las manos- ¿A caso no puedo comprarle algunas rosas a la persona que amo? -cuestionó divertido.

- Si puedes -se giro hacia las flores- Pero parece que compraste la florería entera.

- Es una rosa por cada día que hemos estado juntos -tomo a su pareja y la ubico en el centro de la habitación- Más los años que fui de tutor, daría un total de...- dijo pensativo mientras su castaño se reía.

- Estas loco -río Tsuna encantado por lo romántico que podía ser su antiguo tutor.

- Loco por ti -respondió haciendo que un leve sonrojo apareciera en las mejillas ajenas, se alejó unos metros para tomar un ramo de rosas- Tsunayoshi -nombró captando la mirada de los ojos que tanto le gustaban y posiciono aquel ramo entre ellos- No sabes lo feliz que me siento al tenerte a mi lado, cada mañana, cada noche, agradezco al destino por juntarnos otra vez -levantó su mano y toco el rostro sonriente de Tsuna- Eres lo más bello que tengo, la razón de mi sonrisa, de mi amor -ante la mirada sorprendida del menor poso una rodilla en el suelo- Quiero demostrarte cuanto te amo por el resto de mi vida -saco de entre las rosas una caja de color blanco- Tsunayoshi, mi amor -abrió la cajita- ¿Te casarías conmigo? -miro al castaño con todo el amor y ternura que hay en su corazón.

-¡Si! -grito de la felicidad -Mil veces si -dijo con lágrimas en los ojos.

El azabache con una hermosa sonrisa en su rostro, se levanto tomando con delicadeza la mano ajena para luego poner el anillo en el dedo anular. El menor no dejaba de llorar de felicidad y de un salto, abrazo al azabache para no soltarlo en un buen rato.

No cabía duda que aquel era unos de los momentos mas hermosos de su vida, sin embargo el también le tenia una sorpresa a su ahora prometido, pero eso se lo diría otro día.



Continuará...

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