P R Ó L O G O
Caminaba por las calles de Londres poco antes del atardecer, un gorro cubría su mata de rizos rebeldes, un abrigo y una bufanda lo ayudaban a lidiar con el frío del invierno que se aproximaba. Un vaso de café americano en su mano lo mantenían caliente.
Cada semana comenzaba recordar pequeñas cosas, pero muy significativas, hace una semana por fin había logrado recordar a su madre, pero aún no reconocía a la chica rubia y al hombre con quiénes compartía la mesa cada noche y los domingos por las mañanas.
Era bastante frustrante el que hoy comprendiera algo y a la mañana siguiente lo olvidara, estaba tan distraído que tropezó con algo o más bien alguien derramando el café en ambos.
-— Lo siento, de verdad lo siento — el rizado se apresuró a pedir disculpas y ayudar a limpiarse al chico de ojos celestes que igual venía bien abrigado.
El chico lo miró con sorpresa y se lanzó a sus brazos, comenzando a llorar — Oh, Hazz estás bien, estás aquí no sabes lo feliz que soy por volverte a ver y sé que probablemente sigas enojado, pero ya pasó casi un año y si tú también quieres podemos arreglarlo todo.
El rizado lo alejó un poco sin ser descortés, lo miró con atención ante las palabras que le decía, le sonrió amablemente y negó — Lo siento, debes estarme confundiendo con alguien más. De verdad, lamento haber derramado el café en tu abrigo.
— Soy Niall — dijo levantando un poco la voz con las mejillas un poco enrojecidas.
El rizado lo miró por la actitud que había tomado, volvió a negar y sin más se alejó un poco extrañodo por lo que acababa de de suceder, dejando ajiazul con las mejillas rojas y las lágrimas cayendo como cataratas confundido sin saber que era lo que había sucedido, porque le hablaba de esa manera, él sólo esperaba volver a verlo para arreglar las cosas, pero el rizado había cambiado.
El chico rubio se quedó ahí mirando como se alejaba, se quitó los guantes de cuero y acarició aquella pieza dorada, la llevó a sus labios sin importar las lágrimas que seguían cayendo — Soy Niall, tú prometido... Nos casaríamos en una semana si no te hubieras ido aquella noche.
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