Capítulo 8 Cena Familiar
(...)
En el transcurso de mi infancia y la mayoría de mí adolescencia siempre estuve sola, sin un hermano o una abuela. Al principio odiaba tanto estar sola, que empecé a ser alguien que yo no era para encajar en un círculo social, después de un tiempo empecé a disfrutar de ella. La soledad era mi única amiga me gustaba y hasta ahora todavía me parece exquisita. Recuerdo a mamá decir "La soledad es mala, Anais algún día te hará daño" pero en realidad en mi forma de ver las cosas, me parece que la soledad es tremendamente bella porque es profundamente libre. Y tal vez, sí, para muchos la soledad es una tortura, pero yo me acostumbre a ella, me adapté a sus términos. De igual manera yo me crié entre libros haciendo amigos imaginarios entre letras y escritos, por esa misma razón son pocas las personas importantes en mi pequeño mundo. Pero el precio de poder disfrutar sentirme en familia fue mi madre, ella tuvo que morir para que yo pudiera disfrutar de una "familia" por primera vez en mi vida. Duele que ella haya muerto para que yo disfrutara de esto, duele, duele mucho. Duele como el infierno, porque ella era mi familia y a pesar de que me siento bien aquí. Duele que ella ya no éste, duele tener que enfrentar la realidad. Una lágrima se desliza por mi mejilla de inmediato me la limpio, pues no quiero arruinar el maquillaje, tengo un vestido negro cuatro dedos arriba de mis rodillas apegado a mis curvas, escote en V, unos tacones de plataforma negros, un delineado alrededor de mis ojos que hace resaltar el color amarillo, mis labios de color rosa y mi cabello suelto.
-Anais- me llama Marco del otro lado de la puerta de mi habitación-¿Puedo pasar?.
-Adelante- le contestó limpiando otra lágrima que había salido. Marco abre la puerta, pensé que entraría pero, no, se queda en el marco de la puerta. Al verme se le ensancha una sonrisa.
-Veo que ya estas lista- vuelve hablar él.
-No hay mucho que arreglar- conteste.
-¿Estabas llorando?.
¡Mierda!
-Am... No... Yo es que me callo un poco de delineador al ojo- contesté sin mirarlo.
-Anais me alegra de que estés conmigo aquí, que estés tratando de que está relación funcione, porque también se que nada de esto es fácil para ti, pero tienes que entender que si ambos queremos que nuestra relación funcione tienes que empezar a confiar en mí, tienes que contarme el cómo te sientes y los miedos que te atormentan- dice él entrando a la habitación me tomó de las manos.
-Después de que te fuiste nuestra vida no fue fácil papá y todavía no estoy lista para contarla- al escuchar la palabra "papá" sus ojos se iluminan.
-Cuando estés lista yo estaré para escucharte.
Nos damos un abrazo, es el primero que le he dado sin sentirme incómoda. Éste abrazo fue sincero lleno de afecto. Salimos de mí habitación, juntos bajamos las escaleras, en la sala de estar nos espera. Claudia que tiene un vestido de noche color escarlata largo hasta los tobillos, con algunas piedras brillantes, escote corazón. Elif trae puesto un vestido de color rosado, escote corazón, apegado a su figura, cuatro dedos arriba de la rodilla. Tess traía puesto un vestido azul noche, apegado a su cintura con encaje y escotado en la espalda. Aaron traía un smoking negro con corbata dorada igual que Marco, pero la corbata de Marco era negra. Por último Elena con un vestido negro de manga larga, de dos colores, la parte de arriba blanca con encaje, la falda negra con algunas piedras brillantes, tenía su cabello recogido en un hermoso moño.
-¡Oh Anais! Que hermoso te quedo ese vestido- dice Elena.
-Gra... Gracias señora Elena.
-¿Elena? ¡Ahí por Dios! ¿Cuándo aprenderás ha decirme abuela?- pregunta ella con dulzura.
-Lo siento es... Es la costumbre- balbuceo apenada.
-Hermana que hermosa estas- habla Tess.
-¡Oh muchas gracias!- exclamó- ustedes están muy, muy bellas.
...
Bajo del auto juntos a Tess, Elif, Aaron y Claudia. Marco vino en el auto de Elena, diez segundos después estaciona el auto unos cuantos metros del nuestro. Estamos casi a la salida del pueblo, en un salón que alquilan para fiestas. Aparte de nuestro auto hay muchos más, calculo que hay unos quince o veinte. Veo como personas refinadas y con atuendos muy elegantes entran al gran salón, se ve que la familia de Marco tiene dinero, sin contar la familia de Claudia. Siento como me colocan una mano en mi cintura, de inmediato me apartó.
-¿Anais?- dice Aaron.
-Lo siento... Lo siento, es que me tomaste desprevenida- me excusó.
-Tranquila hemos prometido no dejarte sola- dice Aaron.
Nos aproximamos al salón, Marco adelante junto a Claudia y Elena. Aaron, Tess, Elif y yo pisándole los talones. En salón es gigante, con muchas mesas con cupo para cinco personas, telas color rosa y azul desprendían del techo, un gran candelabro en medio del salón, la luz era cálida y cambiaba transcurrida mente por colores claros. Personas refinada y vestidos elegantes, ese era el tema de esta fiesta. Voy de gancho con Elif que me sonríe burlona, puede notar lo nerviosa que estoy. Y es que jamás había estado en una fiesta así. Nos detenemos en una mesa en la cual está una joven de unos veinticinco ó treinta años, está sentada en la mesa junto a dos chicas y un chico tal vez de la edad nuestra. Ella le sonríe ha Marco, lo abraza muy afectuosa, después saluda a Elena de la misma forma, por último ha Elif, Aaron, Claudia y Tess.
-Enid ella es Anais, mí hija- le dice Marco a la joven.
-¿Tú hija? No me digas Claudia que tuviste una hija sin que nos enteramos- dice Enid incrédula.
-No Enid ella es una hija que tuve con otra relación de hace muchos años- dice Marco incómodo. Enid me escanea arriba y abajo, su boca se arqueó en una sonrisa burlona. Sentí como la rabia volvía ha mí, ella me seguía mirando con ese toque de burla.
-¿Anais, eh?- dice ella con sus brazos cruzados.
-Anais ella es mi sobrina Enid- dijo Marco ignorándola- y ellos- señala a los chicos que ya se había puesto de pie- También, ella es Maribel, Cassandra y Jaime.
-Un placer- trató de ser cortés aunque estoy apunto de cometer un homicidio. Les estiro mi mano, ellos la aceptan con cortesía y me ofrecen una sonrisa.
Marco, Elena y Claudia se alejan dejándonos ha nosotros con ellos. Ella los fulmina con la mirada, para después irse tambaleando la cadera. Yo pongo los ojos en blanco, miro a mis hermanos con una gran sonrisa. Quien iba a decir que Elif me defendería, los cuatro compartimos miradas cómplices.
...
Han pasado más o menos dos horas, me han presentado muchas personas. Y a decir verdad ya he olvidado sus nombres, unas me miran con odio, otros no me miran, algunos me saludan con cortesía. Y otros son muy afectuosos hasta me abrazan, ya me duelen los pies con estos asqueroso zapatos. Mis hermanos no se han separado de mí como lo prometieron. En éste instante estoy sentada en una de las tantas mesas, saco mi celular del bolso de mano que he traído. La hora marcan las 9:50... Apenas, esta noche será larga mejor prepárate. Miro para todos lados y me detengo en la puerta, por la cual entra un hombre no pasa de los treinta y una mujer tampoco pasa de los treinta. La mujer trae puesto un vestido apegado a su figura de modelo, de color negro y escote recto. El hombre trae un traje blanco y corbata negra, después de ellos entran... ¿Pero qué mierda?... Parpadeo varias veces si poder creérmelo, creo que el calor me está afectando. Me levanto de la mesa sin importan que mis hermanos se me pierdan, salgo por una puerta trasera la cual lleva a un jardín, el frío me golpea fuerte. Miro el bosque en frente de mí... Creo que les mencione que aparte del clima de horrores de éste pueblo, también queda en medio del bosque. Parpadeo varias veces no sé porque parece que mí corazón haya corrido un maratón. Empiezo escuchar que alguien canta una canción, pero no es adentro viene del bosque. Agudizó más mi oído, empiezo a ser hipnotizada por tal melodía. Es el mejor coro de ángeles, por que no tengo como describirlo de otro modo. No soy consciente de lo que hago, sólo escuchó tal majestuosidad. Siento que me sacuden de los hombros y despierto de mi transe, miro la persona que me sacudió. Me encuentro con los ojos azules se mi hermano.
-¿Anais estás bien?- pregunta él.
-Yo si... Sí creo- contestó confundida pues no sé qué es lo que acaba se pasar. Él me sonríe, pero es fingida. Su cuerpo está tenso y su ceño fruncido- ¿Pasa algo?- vuelvo a preguntar.
-No tranquila.
-¿Volvemos ha la fiesta?- El vuelve a tensarce, y aprieta su quijada ha tal punto que creo que se le va ha partir- ¿Estás seguro que estás bien?
-Es solo que tía Mildred es amiga de los Cranwell.
-¿Qué con eso?.
-Están aquí no entiendo porque lo invitó si la reunión es familiar- contesta frunciendo el ceño.
-Espera... Qué ¿o sea que no lo imagine?- digo con mis ojos abiertos como platos.
-¿Ya los viste?.
-Hace un momento- El bufa con frustración, yo pongo los ojos en blanco, o sea que no lo imagine, sí vi a cinco chicos exagerada y jodidamente sexys. Además acosadores. Me estremezco y los recuerdos de Derek ayer llegaron a mi mente.
-Ven entremos- dice Aaron extendiéndome la mano- no me voy a perder la fiesta por culpa de esos hijos de Lucifer.
-No seas exagerado- le digo tomando su mano, él ríe y nos dirigimos adentro.
Nos sentamos en una mesa en la cual están Tess y Elif, me sonríen. Yo me siento y miro hacía abajo, Tess que está a mí lado me pone un mechón de cabello detrás de mí oreja... Acaso está chica no puede ser más tierna... Le sonrió por el gesto. Empiezan a sonar un vals hermoso todas las parejas empiezan a bailar al compás.
-Bailamos señorita Franklyn- una voz masculina levanto mi vista para encontrarme con los ojos azules de Dominick Cranwell una sonrisa arrogante se curva en sus labios.
Miro a mis hermanos, Elif y Tess tienen sus ojos abiertos como platos. Y Aaron lo mira irradiando odio puro, su quijada tensionada y sus puños formados por encima de la mesa.
-No quiero gracias- le digo cortante. La tensión se podía cortar con el filo de una espada, la sonrisa burlona de Dominick se ensancha.
-¿Su perro no la deja?- pregunta burlón.
-Él es mi hermano, no mi padre y le pido el favor que deje de llamarlo perro.
-Ella no quiere o es que acaso la última neurona que tenías en tu cerebro de maní se te quemo- habla Aaron.
-Deberías aprender a controlarte- responde Dominick con el mismo tono burlón.
-¡Ya basta los dos!- exclamó- sí se quieren matar háganlo pero si lo van hacer que no sea aquí, no sean imbéciles.
-Si no quieres bailar es por dos cosas no sabes o tienes miedo- me reta Dominick.
-Miedo de qué.
-No sé dime tú- Me vuelve ha extender la mano y yo la tomo, vuelvo a ver a Aaron y si no fuera por que estoy en medio de ambos ya se hubieran matado. Llegamos a la pista de baile
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