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Capítulo 43 Miedo

El miedo es algo jodido, es un arma de doble filo, puede volverte la mejor valiente ó la peor cobarde, en ese momento me había convertido en la peor cobarde. Estaba paralizada, no podía siquiera mover mis labios para decir algo, creo que no había parpadeando hasta que... Sentí un pequeño viento recorrer mi cuerpo y lo tenía al frente de mí con una sonrisa de superioridad. Era indescriptible el miedo que superaba mí sistema en ese momento, me temblaba los labios, mis manos sudaban, mí corazón palpitaba desenfrenado. Kary tomaba mí mano con tanta fuerza que dejaría moretón de eso Estaba segura.

Era raro porque en realidad era muy pocas cosas en el trascurso de estos meses las que de verdad me dieron miedo, como aquella vez en la que pensé que Aaron estaba secuestrado, ó, la primera vez que Derek me intimidó. Y cuando me enfrente con Betzzaveth esos momento en serio fueron épicos en mí vida, marcaron un antes y un después, el inició de una mentira y en final de ella. En ese momento no sabía que hacer... ¿correr?... Ellos eran tres veces más rápidos que nosotras, defendernos, tal vez, no ayudaba mucho pero ganaríamos tiempo.

-Sabes muñeca- hablo el hombre muy cerca a mí rostro- te vez asusta, me sorprende lo tranquila que estas, ya sabéis de vuestra existencia ¿verdad?.

-¿Cual es la diferencia entre saberlo y no?- pregunté.

-Tenéis la osadía de hablarme de ese modo, eres una mundana no eres superior a vosotros.

-¿Qué... Qué son ustedes?- preguntó mí amiga, con voz temblorosa.

-¿Qué somos?- repitió el hombre a las espaldas del otro.

-Vampiros- respondí por ellos.

-Sí muñeca, aquellas criaturas hostiles y malignas que habitáis en las sombras, somos la peor pesadilla de los mundanos- contestó el tipo cerrando sus ojos y aspirando mí aroma- Tenéis una sangre tan fuerte, tan apetecible, un imán para los vampiros- aún tenía los ojos cerrados.

-Que lástima no beberás ni un poco de ella- dije arrogante, sentí unas fuertes manos que se cerraron en mí garganta obstruyendo el paso del aire, apretaban con fuerza sin ceder un poco.

-¿Quien sos para impedirme que bebáis un poco de tú sangre?- estrelló mí espalda contra la pared y Kary siguió allí quieta.

-¡Karina corre!- le grite con el poco aire que me quedaba mientras trataba de quitar su agarre.

-Responded cuando te hablo- dijo intensificando el agarre en mi garganta.

Me soltó bruscamente, haciéndome caer los centímetro que me había elevando del suelo, tosi como loca mientras tomaba aire, fije mí vista al final de la calle y allí estaba mí mejor amiga, mientras el otro vampiro la tenía retenida y agarrada por los brazos. Sentí como me tomaban del cabello y estampaban mí frente contra el pavimento, solté un sollozo, quede mareada mientras un frío líquido bajaba por mí frente.

-¿Te negáis a darme de tú sangre?- trate de impulsarme con los brazos para ponerme de pie, pero el me hizo contrapeso con su pierna haciendo que se me fuera imposible siquiera seguir- El deber de los humanos en éste mundo es subsistir para hacernos vivir a vosotros.

Me sentía mareada y confundida, sangraba por mí cabeza, veía el horror en el rostro de ella, mientras luchaba por salir del agarre del otro bastardo, él aplastaba mis pulmones. Se me hacia casi imposible respirar, el hombre levanto su pierna de mí espalda y camino usando su velocidad vampírica hacía Kary, quien se quedo paralizada en su lugar. La tomo de la garganta obstruyendo el paso del aire levantándola unos centímetros del suelo, abrió la boca dejando ver sus colmillos grandes y filosos, aún mareada y con un fuerte dolor en la cabeza me puse de pie.

No podía dejar que le hiciera daño a mí mejor amiga, mucho menos que bebiera su sangre. Parpadee varías veces tratando de calmar el mareo que me recorría en ese momento, tome lo primero que vi para atacarlo y era un especie de tabla de madera ó algo así, con paso rápido y silencioso me acerque a él y le di un golpe en la espalda con el objeto, ella se estaba poniendo de una tonalidad morada por la falta de aire. Se giro para mirarme a los ojos los cuales se oscurecieron, sus facciones se endurecieron, soltó bruscamente a Karina quien cayó al suelo provocando un golpe.

Di dos pasos hacia atrás y apreté aún más el arma en mis manos, mí corazón empezó a latir fuertemente, tenía toda su atención en concentrada en mí, trague saliva mientras seguí caminando. Podía escuchar mí acelerada respiración, sudaba frío por mí frente, era eso ó la sangre que corría, decidí dar mí primer ataque y lo quise golpear con la tabla pero con un movimiento que no percibí lo detuvo.

Lo sostuvo fuertemente haciendo que yo lo soltará, me tomo del cuello de nuevo pero está vez de una forma que quedará a la vista mí yugular, me dio un golpe en las rodillas haciendo que cayera arrodillada mirando hacía donde se encontraban Kary y el otro vampiro. Quien la puso de pie del cabello haciendo que nuestras mirada se chocaran, creía saber que era lo que iba a pasar, así que, empecé a forcejear con el tipo que me sostenía para que me soltará pero no sucedió. El terror se veía reflejado en los ojos de mí amiga, una lágrima callo de mis ojos mientras ella con los suyos me suplicaba.

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿cómo ayudarla?... No podía hacer mucho por nosotras, seguí forcejeando mientras más lágrimas salían sin dar tregua, el otro vampiro saco a la vista sus letales colmillos grandes y filosos. El tipo detrás de mí sostuvo con sus manos mí cabeza para que mantuviera la mirada firme en ellos.

-¡Nooo!- grite mientras vi como el hombre encajaba sus colmillos en la garganta de Karina quien soltó un grito desgarrador desde el fondo de su garganta, que en shock, paralizada, todo pasaba en cámara lenta. Su cuerpo cayo al suelo, inmóvil sin vida, cuando el vampiro estuvo satisfecho, en su rostro vi una sonrisa satisfactoria color carmesí.

-Ahora sigue tú muñeca- susurro en mí oído él hombre a mis espaldas.

Enrolló mí cabello en sus mano y me puse de pie haciendo que lo mirará a los ojos, yo no mostraba expresión alguna, sólo el rastro de algunas lágrimas que habían caído, era cruel. Pero no quería darle el gusto de verme mal y destrozada, porque en serio lo estaba, ella había muerto y yo no había hecho nada para impedirlo, jamás debí buscarla, ni mucho menos dejarla salir a mí lado. Cerré los ojos y deje salir otra lágrima, el pecho me dolía y la cabeza también, quería gritar, sacar toda la frustración que tenía acumulada.

-Eres un maldita bastardo, un monstruo- dije con voz partida.

-Sólo cierra los ojos, pronto estarás con ella- vi unos colmillos asomarse en sus encías, no hice más nada, no estaba dispuesta a pelear.

-¿Sabes? Yo que tú ni me atrevería hacerlo- escuche la voz de Líz pero... Eso era imposible, abrí los ojos de inmediato, la tenía al frente de nosotros, vi la expresión del hombre quien formo en su rostro una sonrisa socarrona, me presionó la garganta de nuevo en forma de estrangulamiento.

-¿Me lo impedirás?- preguntó.

-Sueltala- contesto decidida, volvió su agarre más lastimero- te lo advierto- Estaba viendo borroso, me costaba respirar, me costaba enfocar mí vista en un punto fijo, estaba aturdida.

-Tanto la quieres bien, ve por ella- no sentí nada más que el golpe en la cabeza al Estamparme contra la pared y el sonido de una de mis costillas romperse cuando caí al suelo.

-Tal vez ella no te haga daño- esa voz la conocía perfectamente bien- pero yo sí- no vi más porque en serio todo el cuerpo me dolía.

-Anais- la voz de Dominick.

-Hijo de puta- exclamo Patrick y Jasper en unísono- definitivamente Derek lo hará pagar por lo que te hizo- unas fuertes manos me tomaron alzandome en sus brazos.

-Te llevaremos a un hospital- esa voz no la conocía bien, pero sí no me equivocaba era la de Carson.

No supe más sólo me deje arrastrar por el dolor en el cuerpo y la debilidad me que recorría en ese momento.

...

Me encontraba en un bosque tropical sentada en una piedra, escuchaba el cantar de los pájaros y era un melodía hermosa, me sentía en paz, serena tranquila. Como no me sentía en días, un rayo de sol que se colaba entre la árbolea me iluminaba el rostro. Esa sensación de calidez, solté un suspiro.

-Anais- escucho mí nombre me levanto de mí lugar y busco el portador de la voz- Anais- me siguen llamando mire hacía el frente en un camino lleno de árboles al final se visualizaba la figura de una mujer.

-¿Mamá?- pregunté porque su voz se me hacía muy conocida.

-No- dijo mientras caminaba hacía mí- pero la conocí muy bien, tú sabes quien soy yo sólo que por ahora lo ignoras.

-¿Qué quieres decir?-

-Que en éste momento no me recuerdas- la mujer llego frente a mí y era hermosa, su ropaje era un vestido negro con encaje y escote, le llegaba mas abajo de sus talones y estaba descalza.

Su piel era blanca como la nieve, su rostro bien lo hubiera podido confundir con un hermosa estatua de porcelana fina, sus labios de una tonalidad rosada y sus ojos azules como el intenso cielo, era realmente hermosa. Se distrajo aspirando el aroma de un arbusto de gardenias que florecían y de extendían al cielo, sonrió y camino un poco adentale de mí, quedando de espaldas.

-Una caminante de sueño ¿eh?- agregó ella- el don más fuerte que han tenido los cazadores- guarde silenció mientras la escuchaba- anteriormente los cazadores se metían en la cabeza de sus adversarios para controlarlos, igual que los vampiros control mental, no necesitaban ningún hechizo para hacerlo simplemente lo hacían, los vampiros controlan los humanos, los cazadores los vampiros, los vampiros entre ellos, pero nadie a los cazadores. Y así sucesivamente.

-Sabes mucho de la hermandad- conteste.

-En realidad sí- entre los árboles del bosque sonó un crujido y de inmediato la mujer frente a mí se puso alerta- no tenemos mucho tiempo, me han enviado con un mensaje.

-¿Qué mensaje?.

-Busca en la casa aquello que más odiabas y los que más te parecía misterioso, no es fácil de encontrar pero está a simple vista, dentro de el encontrarás el libro.

-¿El libro de los muerto?- ella sonrió y no dijo más nada.

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