Me
Instintos...
Desde los más complejos hasta los más primitivos. Emociones puras que son capaces de moverme a su propia voluntad. Que hacen bullir mi cuerpo sin piedad alguna nublando todos y cada uno de mis sentidos.
"¿Qué está sucediendo?"
"¿Por qué no puedo dejar de correr?"
"Ni siquiera soy capaz de pensar pero... se siente tan bien..."
Nada en mí se sentía como antes. Algo nuevo y aterradoramente tentador me escocía la piel y brotaba por los poros. Algo que estaba segura había comenzado desde hace un par de lunas. Desde aquel subliminal eclipse de sangre que observé con cierto anhelo desde mi balcón.
Incluso en ese entonces no deseé verlo con sentido trágico, aún cuando desconocía el significado de esa palabra. Sino que más bien me pareció un evento desgarradoramente hermoso, por muy extraño que pueda leerse eso. Pero es que la normalidad es solo cuestión de perspectiva y, si la tuya es como la del resto, entonces la mía, para ti, no tendrá el menor sentido; y mucho menos esa noche, como tampoco la de ahora. Porque la primera resultó ser el batir de las alas y ahora esta, el inminente tornado que terminaría llevándoselo todo.
Pasado, presente, futuro. Cada uno de mis actos. Todos se reunirían esta noche. Era momento de enfrentar las consecuencias...
*jadeos*
Su tacto burdo y el sonido seco de las ramas rompiéndose bajo mis pies, acompaña mis respiraciones agitadas en una dulce melodía cargada de adrenalina que domina mis piernas y las obliga a correr desesperadamente entre los árboles sin destino o motivo aparente.
Entonces me detengo.
Lo hago al sentir su mirada sobre mí. Su llamada silenciosa desde lo alto que no dudé en corresponder, dirigiendo mis ojos al punto más elevado, sobre mi cabeza.
Hay momentos en los que creo que solo se ríe de mí, pero este no es uno de ellos. Y tanto ella como yo lo sabemos. Sobre todo ella. Señora de la noche y guardiana de los sueños. Impenetrable máscara y cofre de plata que encierra secretos. Dime, ¿qué es eso que tanto intentas decirme?
*fulgor*
Mis pupilas se contraen conforme su brillo se filtra entre las nubes. Las rompe. Deshace la oscuridad de la noche, bañándola en estratégicas pinceladas que cubren mi cuerpo y lo penetran hasta develar cada parte de mi ser.
La sensación que rápidamente me recorre es de desenfreno y calienta mi adormecida carne una vez más, rozando algo más allá de la locura. Las uñas se clavan y desgarran mi piel. Mi mente suplica por rendirse al cambio. Mis órganos claman su antiguo lugar y yo los escucho. Los escucho a ellos y a esa voz. Esa voz que que ruega que haga todo lo contrario.
*crujir de huesos*
Un quejido ahogado abandona mi cuerpo conforme este se dobla anormalmente. Lo acompañan brazos y piernas en una torcedura incómoda a la vista que me deja sin aliento hasta que logro recomponerme. Entonces mis rodillas besan el suelo al igual que las palmas de mis manos. Mi respiración es un verdadero desastre y puedo sentir el sudor escurriéndose por mi frente. Mientras que mis dilatadas pupilas admiran cómo mi líquido corporal humedece aún más el suelo.
Concentro todas mis energías en una y otra bocanada de aire, hasta saciar mis pulmones que ahora se sienten familiares y nostálgicos. Mi complexión ha disminuido y mi piel se ha calentado y cada uno de mis sentidos, ellos, por alguna razón se han intensificado.
*crujir de las ramas*
Levanto la cabeza y agudizo aún más mis oídos. Mis ojos buscan desesperadamente la dirección de dónde proviene ese sonido, pero al parecer queda fuera de mi limitado campo de visión. Entonces escucho otros dos más. Estos son diferentes, por lo que decido prescindir de mis ojos, cerrándolos durante un segundo.
*latidos cada vez más acelerados*
Mi piel pica. Mis orejas y mi nariz chisporretean. ¿Qué es esta nueva sensación? ¿Qué es esta nueva experiencia? La llamada del bosque y de cada uno de sus seres corre por mis venas. Puedo sentirlo, puedo olerlo, puedo escucharlo. Ahí está. En las pisadas de aquel extraño rumbo a la montaña. En la sangre caliente que hace bombear rítmicamente los corazones de aquellos niños junto a la fogata. En el crepitar de la llamas danzando junto a sus melodiosa voces que cuentan historias y en el agua que cae descontrolada desde lo más alto de la roca.
En el olor característico y extrañamente adherente de la tierra mojada. En el aroma dulce y a veces empalagoso de aquellas flores. En el desagradable elixir que desprenden algunos hongos y en la fragancia prometedora de las otras bayas.
Pero en nada se comparan con la mágica sensación cuando la luz por fin retorna a mis ojos.
Mis párpados se despegan y mi amiga nocturna y redonda devuelve la oscuridad a la zona, ocultándose entre las nubes. Es justo entonces que mis iris brillan y todo se ve más claro.
La vista del bosque en medio de la noche... nunca había admirado algo tan perfecto y, para cuando me doy cuenta, ya estoy corriendo de nuevo. Sin embargo, la sensación es completamente diferente. Por primera vez, después de mucho tiempo, puedo recordarlo. Esta es la verdadera libert...
*disparo*
Paro en seco, casi que derrapando con mis patas delanteras y traeras.
Lo que se propagó por todo mi cuerpo fue un estado de alerta que devino en total sentido de supervivencia: Mis orejas y mi cola se estiraron en punta, mi pelaje se erizó en todas las direcciones y mis ojos recorrieron minuciosamente la zona.
¿De dónde había venido? ¿Y por qué en mi dirección?
*disparo*
Mis órbitas desorbitaron conforme el dolor estalló en uno de mis costados y se propagó como una enredadera de espinas que pretendía apoderarse del resto de mi cuerpo.
El quejido que abandonó mi hocico hizo estremecer el bosque pero, lejos de sucumbir al inminente dolor, decidí hacerlo a aquellas sensaciones. A los instintos. A esos que me dijeron que no permaneciera quieta o sería un blanco demasiado fácil. A los que me recordaban que ella aún no estaba preparada para gozar de semejantes lujos, ni para dejarme a mí poder hacerlo. Ella no era capaz de entenderlo. Aún no estaba lista. Así que solo tenía una opción: huir.
Huir lo más lejos que pudiera, porque de lo contrario, el próximo tiro, iría directo a mi cabeza...
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