Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

& I

Mis piernas se balanceaban sin ninguna sincronía, despreocupadamente. Mientras mis ojos disfrutaban de la vista que les era ofrecida, hasta que algo parecido al aburrimiento escapó de mis labios, en forma de suspiro.

—Quizás ya sea momento de que intervenga —medité sopesando mis opciones y los recientes acontecimientos—. Vaya, solo saben darme problemas...

Estiré mis brazos al cielo para despertar mi adormecido cuerpo y luego me dejé caer al suelo, abandonando la rama del árbol en la que hasta el momento estuve sentada.

Sin perder tiempo, mis ojos enfocaron ambos objetivos justo en medio del campo de dientes de león y mis piernas no tardaron en llevarme hasta ellas, agitando las delicadas flores y haciéndolas desprenderse a mi paso. Las luciérnagas me acompañaban allá a donde quiera que voy, reuniéndose con las demás que daban vueltas alrededor del cuerpo más pequeño y casi moribundo.

Sonreí al observarlas, aún sin creerme que, después de tanto tiempo, ella no hubiera entendido nada...

—¿Ya has terminado de llorar?

La pregunta atrajo su atención, haciendo que envolviera entre sus brazos en un gesto protector, a la débil cachorra que protagonizaba sus últimos momentos.

—¿Quién eres tú? —Me miró en un gesto amenazador, deslizando una de sus manos en busca del arma que había utilizado antes—. Como te nos acerques te juro que...

—¿Qué? —provoqué en un tono divertido—. ¿También me dispararás, me verás desangrarme hasta la muerte y luego me abrazarás y llorarás justo como lo acabas de hacer con ella?

Algo más que solo escepticismo chisporroteó en aquellos ojos demasiado expresivos.

—¿Quién eres tú? —ignoró mis palabras, con la tensión bordeándole la mandíbula.

Aquel gesto hizo crecer la sonrisa en mis labios, esta vez dejando de lado los juegos y dándole un toque más... misterioso.

—Tú.

—¿Qué?

El desconcierto tras mi respuesta infló mi pecho e inyectó mis venas. Pero no era momento para dejarme llevar por mis propios intereses. Después de todo, yo no era la protagonista de esta historia...

—¿Cómo te sentiste? —hablé nuevamente, manteniendo una distancia prudente entre ambas, como evidente mensaje de que no tenía nada que temer.

Ella frunció el ceño, manteniendo aquella postura cargada de desconfianza y de recelo. Ahora mezclado con confusión.

—Me refiero a su vida. —Señalé el cadáver que irónicamente aún protegía—. ¿Cómo te sientes luego de haberla hecho trizas?

La tensión en su mandíbula aumentó. Ahora sus manos cerrándose con fuerza, formando dos puños que estoy segura adoraría arremeter contra mi rostro.

—Le daré un enfoque diferente, ¿te parece? —Uní mis manos frente a mí, encogiéndome de hombros. Mi tono fue más serio esta vez—. ¿Cómo se siente dejarte llevar?

Mis ojos enfocaron como sus dedos se enroscaban en el arma, pero la acción no sé llegó a completar por lo extraño que le pareció mi nueva pregunta, evidentemente tomándola por sorpresa.

Noté como sus labios se despegaban torpemente en un fallido intento por decirme algo. Pero las palabras que estaba buscando y que sabía debía responder, parecían atorarse en su garganta antes de poder dejarlas salir, escapándose en forma de lágrimas cuando devolvió la mirada al cuerpo inerte de aquella cachorra junto a ella.

Dejé ir un suspiro.

—Si te sirve de consuelo. Ella estará bien.

Volteó a verme con una rapidez impresionante, mostrándome en sus ojos la necesidad de encontrar veracidad en aquellas palabras. Así que decidí dársela, puesto que ya la había hecho sufrir lo suficiente.

—Lo digo en serio —reafirmé, ganándome cierta desconfianza.

—¿Por qué habría de creerte? ¿Tú qué puedes saber?

Sonreí con suavidad, brindándole la respuesta.

—Lo que te falta por conocer a ti.

El desconcierto cruzó nuevamente su rostro y aproveché que bajara la guardia para acercarme con cautela. Con mis manos en alto y mis ojos en los suyos en todo momento hasta que por fin logré llegar a ambas y arrodillarme frente a ellas.

—Puedo ver que sigues sin tener la menor idea. —Sus ojos me atravesaron y analizaron cada uno de mis movimientos hasta que una de mis manos aterrizó sobre la herida en su suave pelaje—. Y no te culpo por eso, porque yo misma solía pensar de la misma forma —admití con sinceridad, mirándola directamente a los ojos antes de regresar a ver a la cachorra—. Pero has de saber quién es ella y por qué es tan importante.

La vida regresó a sus ojos al ver cómo las luciérnagas siguieron mis movimientos hasta introducirse dentro de su cuerpo y justo después, al apartar mi mano, ya no había nada. Solo una pequeña cachorra alegre y juguetona, que movía su cola sin parar.

—Ella es el centro —le conté, acariciando su peluda cabecita—. Nuestro centro. Así que por más que lo intentes, no podrás deshacerte de ella. —Sonreí cuando lamió mis dedos—. No querrás a hacerlo.

Sus ojos cristalizaron, aún procesando el milagro.

—Ella no conoce sobre el lado oscuro del que tanto intentas protegerla. —Froté sus orejas, consiguiendo aprobación con su cola—. Pero tampoco puedes impedir que lo haga. Tarde o temprano tendrá que hacerlo. No obstante, ¿cuándo has visto a un niño resistirse a la tentación de desobedecer a un adulto? Romper los límites está en su naturaleza y enseñarlos a romperlos de la manera correcta, está en la nuestra.

Sonreí, dejando a la cachorra ir con ella. Profundizando mi sonrisa al ver la de ella mientras jugaba con el pequeño animalito.

—Ella te necesita —añadí, obteniendo su atención.

—Yo... —regresando a ver a la cachorra—. Lo sé.

—Pero nosotras la necesitamos más a ella. —Acaricié su cabecita—. Necesitas dejar de ver el mundo de esa forma. Todavía hay cosas buenas que vale la pena atesorar y te las perdiendo por ser tan cabezota. Y haces que ella también se las pierda.

Rió cuando golpeé juguetonamente su cabeza.

—Así que cambia tu perspectiva, porque es de la única manera en la que podrás cambiar lo que te rodea; comenzando primero contigo misma. La inocencia no es una debilidad, ¿sabes? Ten en cuenta que esos ojitos ven mucho más allá y no, no son para nada ciegos. Son los únicos capaces de mirar a través de esa oscuridad a la que tanto temes.

—Pero has dicho antes que ella no conoce sobre esa oscuridad. Es por eso que yo debería...

Negué con la cabeza.

—Ella no la conoce como tú lo haces. Quiero decir que la manera en la que ambas la asimilan son completamente diferentes. Donde tú solo vez oscuridad, ella ve un lugar con grandes potencialidades para hacer brillar la luz. Todo está cómo lo enfoques y en qué te enfoques. Así que por favor, deja de hacernos sufrir.

Frunció el ceño.

—¿Hacernos sufrir?

Asentí, comprendiendo a dónde quería llegar, pero aún no era momento. Todavía no lo entendería.

—Toma solo lo que es bueno para ti y deja ir lo que te hace daño —aconsejé—. Aprende de ella que es para los demás lo que nadie más es para ellos y ni siquiera para sí misma, pero eso no le impide seguir siendo quien es pese a todo. Sin embargo, supérala en este último sentido. La incapacidad y la inmadurez que posee no le permiten llegar al siguiente nivel, el de establecer prioridades, ¿sabes comenzando por quién?

—¿E-Ella? —La señaló no muy segura.

—Algo así. —Sonreí, dirigiendo su dedo a sí misma—. A ambas, pero justo ahora, a ti.

—¿Y qué hay del resto? —Su versión tímida me conmovió.

—A ellos también, no te digo que no. Pero no esperes nada a cambio. Hazlo simplemente porque te nace y te llena ayudarles, nada más. Recuerda que todo es devuelto más tarde o más temprano y no tiene que ver con la otra persona, sino con la disposición de uno mismo. Y deja que el 99.999999% sea un asco, que mientras exista ese 0.000001%, nada está perdido. En otras palabras: dar sin esperar recibir, hacer bien sin mirar a quién y arriesgarse para aprender, pero todo ello porque así lo deseas.

Sus ojos cristalizaron.

—Ahora te pregunto nuevamente: ¿Cómo se siente dejarse llevar?

Limpió sus ojos y respiró profundo.

—S-Se siente... Se siente... —Terminó apartando la mirada, algo avergonzada. No la juzgo, todavía es muy pronto—. S-Se siente de-demasiado...bien... —admitió finalmente.

Compartí una mirada con la cachorra.

—Lo sabemos. —Ambas sonreímos, cada una a nuestra forma—. Así que intenta hacerlo más a menudo de ahora en adelante.

Volteó a verme, alarmada.

—¡Pero y si...!

—Y si nada —la interrumpí—. Conforme más te reprimas, terminarás haciéndote daño y a los que te rodean. Un daño que no podrás reparar. —Miré a la cachorra y ella imitó mi gesto, comprendiendo a qué me refería—. Así que deja de imponerte límites. Traes la llave justo en tu cuello como necesidad de saber que puedes ser liberada en cualquier momento, pero no la usas. Así que te pido que la tomes de una vez y que te deshagas de esas cadenas que tú misma te has impuesto. Porque de lo contrario, te terminarás arrepintiendo. —Me puse de pie, estirando mi cuerpo—. Después de todo, hay cosas que no se pueden callar.

—Pero... —Su voz me detuvo pero no volteé a verla—. Si hago eso...

—Serás feliz. —Me encogí de hombros—. Por una maldita vez, sonreirás por ti.

Reanudé mi camino, seguida de la cachorra.

—P-Por favor...Por favor no te la lleves... —solloza.

—No lo hago —contesté sin dejar de caminar—. No puedo hacerlo. Ella siempre estará contigo. Al igual que yo.

—¿Qué? —Reprimí la sonrisa ante su confusión—. Por favor... dime quién eres.

Entonces me detuve, dándome la vuelta para enfrentarla. Con una sonrisa familiar y nostálgica bailando en mis labios, porque por fin estaba dispuesta a entenderlo.

—Ya te lo dije... Yo soy tú.

~~~ {COMIENZO} ~~~

Si te encontraras con tu yo de hace 10 años y solo tuvieras tiempo para intercambiar con él/ella, una sola frase... ¿Qué le dirías?

Gracias a todos por leer. Espero sinceramente que les haya gustado.

🪐

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro