"Si quieres alcanzar tus sueños, tienes que luchar por ellos"

Rato después, se abrió la puerta y al fin salieron de la habitación. Elena caminó con emoción hasta su hermano y le dio una pequeña sacudida mientras sonreía feliz.

—¿Listo para sorprenderte, pequeño gusano?

—Sorprendente es que no lo hayas devorado, la bruja de Hansel y Gretel comía niños —se burló su hermano y ella le dió un codazo en el estómago— ¡Ouch!

Dan dio pasos tímidos fuera de la habitación, se detuvo frente al gran espejo, contemplándose. Era como verse por primera vez, esto era lo que había anhelado toda su vida, le encantaba su nuevo corte y sobre todo, el brillo alegre que se reflejaba en sus ojos.

Tocó sus mejillas, admiró su rostro y sonrió orgulloso. Detrás de él llegó Tony y casi se pegó a su espalda, tomándolo por los hombros al mismo tiempo que sus ojos se encontraban con los del otro en el espejo.

—¡Pero si estás buenísimo!

Aquel comentario solo lo hizo sonrojarse nuevamente, no estaba acostumbrado a que se expresaran así de él, además de que su nuevo amigo tenía una forma graciosa de decir las cosas. Elena se metió entre ellos y le dio un empujón a su hermano.

—¡Quítate monstruo verde, que me lo vas a gastar de tanto verlo! —los tres empezaron a reír— Límpiate la baba también.

Tony delvolvió el empujón a su hermana para quedar frente a Dan.

—No puedes ir así a buscar a ese chico.

—Pero, ¿por qué? ¿Me veo muy mal?

—Para nada —respondió su amigo con coquetería— sal conmigo mejor, te invito al parque y también te compraré un delicioso helado de chocolate.

Elena tiró del cabello a Tony.

—Quítate de aquí junto con tus estupideces, Dan no quiere salir con un alienígeno que babea como tú.

—¡Ay! ¡Me despeinas, tonta!

Era imposible no reírse a carcajadas del par de hermanos, y con ese sentimiento de alegría y diversión caminó a la salida.

—Muchas gracias chicos, ya es hora. Debo irme o me arrepentiré.

—Te irá muy bien, por eso no te preocupes. Y mañana quiero saberlo todo, te pasaré a ver entre clases —Tony le mostró su pulgar arriba.

—Le das todos los detalles a este monstruito para que me los cuente a mí —Elena le guiñó un ojo.

Todavía un poco sonrojado pero muy contento, Dan asintió y se despidió. Hoy era el primer día de una nueva etapa en su vida, una llena de metas y propósitos que lucharía por alcanzar. Su corazón latía ansioso, sus nervios a flor de piel.

Tal vez Lenard no lo quisiera cerca, y aunque aquella posibilidad lo aterraba, no quería quedarse con ese terrible sentimiento de querer hacer algo y que por miedo no lo intentes. Lo peor que podía hacer, era no hacer nada.

El chico se detuvo un segundo mientras caminaba por la calle y paró en seco... ¿Sería muy cruel Lenard cuando tuviera que decirle que en realidad lo conoció porque unas chicas crueles lo golpearon y le dejaron aquel uniforme de porrista?

El miedo lo paralizó unos segundos, estaba a casi nada de arrepentirse de lo que estaba haciendo, pero luego vino a su mente la imágen de Lenard y se aferró a la idea de poder estar cerca de él, de hablarlo, de conocerlo. Respiró profundo tratando de controlarse y luego siguió caminando, que sea lo que tenga que ser. Decidió que es mejor actuar, intentar y equivocarse, a estar toda una vida con la duda de lo que hubiera podido ser.

Todos merecen ser felices, ¿por qué no él también?

Fue entonces que dio pasos seguros y decididos. El amor que vale la pena es aquel por el que se lucha y él, recién empezaba a dar batalla.