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Cap. 3.- Corazón roto

La clase de español casi llegaba a su final, la profesora era una mujer agradable y observadora.

Ahora mismo estaba entregando los resultados de los exámenes que había puesto la semana pasada, uno a uno iban pasando hasta el escritorio de la profesora cuando ella los llamaba para recibir su examen.

—Dan Ramírez Medina —habló la profesora.

El chico se puso de pie rápidamente, estaba hasta la esquina más apartada en el aula. Le gustaba estar solo y no solía platicar con sus compañeros a menos que fuese estrictamente necesario.

Cuando llegó hasta la maestra le agradeció por hablarle por su verdadero nombre. Él apreciaba ese gesto de cariño.

Ella le sonrió y lo felicitó hablando fuerte para que todos lo escucharan.

—Felicidades, obtuviste la mejor calificación de toda la clase —ella le dio el examen para que lo tomara— todas tus respuestas fueron correctas.

—¡Muchas gracias! —Sonrió emocionado, había estudiado mucho para pasar con buena calificación.

Abrazando el documento, se giró para regresar a su asiento. Iba a medio camino entre la fila de pupitres, cuando una de sus compañeras, la más bonita y popular del aula, se puso de pie y le bloqueó el camino. Dan estuvo a punto de estrellarse con ella.

—Yo opino, que si su nombre está mal escrito, debería de anularse su examen —con su pose prepotente lo miró con superioridad— debe de haber alguna regla que especifique eso.

—Por favor déjame pasar, Belisa— Dan no quería problemas. Pero esta chica presumida no le dejaba retornar a su lugar.

—¿Te crees mucho por ser una nerd, no?

—Belisa, cállese en este instante —la voz de la maestra se escuchaba molesta—. No voy a tolerar faltas de respeto en mi clase y por favor, venga a buscar su calificación que es pésima.

Dan enarcó una ceja sin decir nada, no iba a permitir que esta rubia oxigenada lo humillara como todos los días, ya estaba cansado de ello. No bajaría la cabeza ante nadie nunca más.

—Esta me la pagarás con creces, estúpida.

Después de su amenaza, Belisa pasó a un lado y con su hombro le dio un empujón.

Dan no respondió nada y se fue a su asiento. Pasó el resto de la clase mirando por la ventana.


El sonido de la campana a todo volúmen, indicaba que ya se terminaban las clases, finalmente ya podía irse a su casa.

De camino a la salida se encontró con compañeros muy desagradables, en especial Carl, que no perdía oportunidad para burlarse de él y molestarlo; quiso desviar su camino al sanitario de varones, pero estaba cerrado.

—¿Tan temprano se va la favorita de todos los maestros? —la voz de Belisa lo hizo darse la vuelta, la rubia cubrió su boca riéndose burlonamente— ¡Ups! Pero si ella es un chico, pobrecita de ti, eres tan ilusa y tonta que das pena.

Belisa no venía sola, a ambos lados venían sus amigas, ellas eran siete chicas en total.

—No entiendo por qué me molestas Belisa, ni siquiera te tomo en cuenta, no me va ni me viene tu opinión, déjame en paz.

Aquella chica rubia comenzó a reír como si le hubiesen contado un chiste.

—Pero sí que eres idiota —lo señaló de pies a cabeza— eres un horror para todas las mujeres, solo verte me molesta, eres un fenómeno.

—Piensa lo que quieras, Belisa. No me importa nada de lo que digas.

Dan se dio la vuelta para irse, pero no pudo hacerlo, entre todas ellas lo empujaron dentro del sanitario de chicas, eran demasiadas para él solo.

—¡No he terminado contigo!

—¡¿Qué quieres?! ¡Déjame en paz Belisa, nunca me he metido contigo! —Gritó Dan desde el suelo de ese sucio baño, ellas lo habían empujado hasta hacerlo caer.

—Te dije que me las ibas a pagar y ahora es el momento perfecto.

Todas esas chicas reían entre ellas con maldad, como si todo aquello les pareciera de lo más gracioso.

—¡Mi uniforme! —Gritó emocionada  una de ellas buscando entre su mochila.

Dan se puso de pie y las miraba confundido, no sabía qué hacer, su corazón latía acelerado y temeroso dentro de su pecho, todo lo que quería era huír de ahí.

—¡Déjenme en paz! ¡Yo no les he hecho nada a ustedes!

—¡Aquí está! —Volvió a hablar la chica que buscaba en la mochila, le pasó unas prendas a Belisa.

—Esto es perfecto —dijo Belisa mientras con su sonrisa llena de maldad, extendía la prenda en sus manos. Era una minifalda y una blusa pegada, era el uniforme de porrista que ellas usaban.

—¡Sí que lo es! —Opinaron las demás riéndose.

—Te vas a ver muy linda. —Belisa miró a Dan con una crueldad infinita moviendo el uniforme de porrista frente a los ojos del chico.

—No. —Dan negó con su cabeza y se abrazó así mismo— ¡No! —Volvió a repetir, palideciendo ante el horror de lo que aquellas chicas estaban insinuando.

—¡Sostenganla! —Gritó Belisa y sus amigas todas, se lanzaron contra Dan.

Él las trató de empujar, pero eran demasiadas, lo tiraron al suelo de nuevo y se golpeó la cabeza quedando aturdido momentáneamente. En el forcejeo ellas aruñaron su rostro, alguna le golpeó la nariz, sangró su labio. Él les gritaba que lo dejaran en paz, que lo soltaran y lo dejaran ir.

Pero a cambio solo recibió burlas, malas palabras, golpes y tirones. Aquellas chicas lograron despojarlo de su ropa y tiraron de la venda que cubría sus pechos hasta dejarlo expuesto, con solo su bóxer.

Allí en el suelo, tenía a una chica en cada uno de sus brazos y cada una de sus piernas, sus fuerzas no eran suficientes para poder defenderse.

—¡Suéltenme!

Pidió a gritos tratando desesperadamente de soltarse pero le era imposible.

Belisa se subió en su estómago mientras sus amigas lo sostenían y otra más estaba en su cabeza.

Dan estaba tan dolido, nunca le había sucedido algo como esto. Estar desnudo, impotente y expuesto de esta forma, hacía que se sintiera desesperado.

—Te vas a ver muy bonita. —Se burlaron ellas y comenzaron a maquillarlo a la fuerza.

Delinearon de forma espantosa sus ojos con color negro, con rojo carmesí su boca, se reían cuando Dan no pudo más y dejó salir sus lágrimas y súplicas para que se detuvieran.

—¡Por favor, ya basta! ¡Deténganse!

Estaba indefenso y ser maquillado así dolía más que los golpes que le dieron en un inicio, esto era como romperlo por dentro.

Le pusieron collares largos y lo soltaron cuando terminaron de maquillarlo.

Dan se encogió en el suelo, arrastrándose hasta una esquina, llorando y cubriéndose con sus manos.

Belisa le mostró su ropa y la venda, luego se la dio a una de sus amigas para que la guardara en su mochila.

Satisfecha de obtener su venganza, dio un par de pasos hacia Dan, y le arrojó a la cara el uniforme de porrista.

—-Tienes dos opciones, princesa —Belisa se reía al hablar— o sales desnuda a la calle para llegar a tu casa, o te pones el uniforme de porrista para irte —le lanzó un beso tronado y le guiñó un ojo—. Tú decides.

—¿Por qué? —Preguntó entre su llanto con la voz quebrada y el rostro empapado en lágrimas —¡¿Por qué?!

La chica se inclinó hacia él, mirándolo con odio; tiró de su cabello para obligarlo a mirarla.

—Porque eres una abominación y no perteneces a nosotros. Esto es lo único que te mereces, Dana.

Todas las chicas salieron de allí diciéndole algo desagradable en el camino. Lo dejaron en el frío suelo con solo su bóxer puesto y un uniforme de porrista a su lado.

El corazón de Dan estaba roto, y no precisamente por la ropa de porrista, al final ese atuendo solo era tela y ya. Pero el odio que le demostraron sus compañeras, el desprecio con el que fue tratado, lo rompía por dentro. Él solo era un chico sencillo, jamás hizo nada para dañar a nadie, solo quería respeto y amor, ¿era eso pedir demasiado?

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