Cap. 12.- Salir contigo
Al día siguiente despertó de muy buen humor, se sentía como caminando entre las nubes. Fue a la escuela y como era lo usual, varios de sus compañeros lo miraron de forma incómoda, sin embargo nadie le dijo nada y eso estaba muy bien.
Cuando la hora del receso dio inicio, decidió ir a las canchas deportivas, cerca de allí había un árbol enorme en el que le gustaba pasar su tiempo a solas, para no escuchar las críticas mal intencionadas de gente pesada como Belisa.
A medio camino se detuvo, Tony andaba buscándolo por todos lados. Dan insistió en estar lejos de la gente, pero su nuevo amigo tenía hambre y por nada del mundo perdería su horario de comida.
Así que no habiendo otro remedio, se fueron juntos a la cafetería.
—No me gusta estar aquí.
—Lo siento, pero es tu deber de amigo alimentarme o moriré. Este cuerpecito lindo que tengo necesita muchos carbohidratos.
—¿Y no podemos comer en otro lado?
—Nop, eso implica caminar y solo pensarlo es sumamente agotador.
—No tengo dudas de que eres un flojo, te voy a acusar con tu hermana.
En menos de diez minutos, ambos estaban acomodados en una de las mesas ubicadas en el centro de la cafetería de la escuela. Como ya faltaba solo una semana para unas breves vacaciones y tres meses para la graduación, ya no tenían muchas clases. Casi todos los maestros tenían las calificaciones finales, por lo que podrían comer sin preocuparse mucho por el tiempo que transcurriera.
Dan le contó a Tony todo lo sucedido el día anterior a lujo de detalles. La parte favorita de su amigo fue donde le contó lo que hizo para despedirse de Lenard.
—¿Sabías que si te vas a robar un beso, lo das en la boca y no en la mejilla? —Tony rodó los ojos— No se necesita ser un científico para saberlo —dijo al mismo tiempo que extendía su mano y tomaba una patata frita de la bandeja de comida de su amigo.
—¡Mi primer beso no va a ser uno robado! —Se quejó Dan, moviendo su bandeja de comida— ¡Y no te comas mis papas!
—¡Hooo vamos! —Tony se inclinó y le agarró otra— No hay que ser egoístas, yo ya no tengo papitas.
—Será porque las devoraste todas como si fueras una piraña —se quejó— ¿Cómo puedes comer tanto y ser tan delgado?
—Soy un modelo hermoso y único —le guiñó un ojo— ahora dame.
—¡Te las estás acabando y son mías!
Tony tomó otra patata de la bandeja de su amigo y aún con comida en la boca reaccionó.
—Espera, ¿nunca has besado a nadie? —Tony tragó lo que había en su boca— No me la creo.
Dan agachó su cabeza y habló con un poco de amargura.
—Bueno, el imbécil de Carl me besó a la fuerza el otro día, eso no cuenta.
—Ese animal —Tony suspiró— pero no te preocupes, esto tiene remedio, ven aquí.
—¿Qué?
—Que vengas aquí —Tony extendió sus manos hasta el rostro de Dan.
—¡¿Qué rayos crees que haces?! —exclamó el otro removiéndose y alejándose de su amigo— ¡Mi primer beso tampoco va a ser contigo, estás lunático!
Tony se cruzó de brazos e hizo un falso gesto de indignación.
—Querido, yo soy un experto besador, siéntete afortunado.
—Bótate a la... —Dan se interrumpió cuando Tony se abalanzó casi sobre él, allí mismo donde estaban sentados— ¡Déjame Tony o te vomitaré encima! —El otro se reía mientras seguía intentando besarlo— ¡Te regalo todas mis papas pero déjame en paz!
—¡Sí! —Tony se inclinó a la bandeja de Dan y tomó todas las papatatas fritas, como aborazado metió un puñado de estas a su boca y habló sin haber terminado de engullirlas— A esto se le llama hacer negocios.
—Esto no fue negocio, fue supervivencia. Quieres matarme de un susto.
—Ya exagerado cálmate. Si yo te besara querrías más de mí, soy irresistible como un chocolate caliente —Tony tomó una patata y la acercó a la boca de Dan— ¿Quién quiere una?
Dan rió y abrió la boca para responder, pero escucharon la irritante voz de Belisa frente a ellos, no la habían visto venir.
—Vaya, ¡Pero qué cosas nos venimos a encontrar!
—Un par de princesas jugando a la comidita —se burló Carl que había llegado con Belisa.
—Vámonos, Tony —respondió Dan poniéndose de pie y tirando del brazo de su amigo. Carl avanzó y les bloqueo la salida.
—¡Pero si la princesa ya salió de su capullo!— siguió burlándose y pasó la mano por el cabello corto de Dan, quien al contacto le dio un manotazo.
—¿Te comió la lengua el ratón, Dana?
—Me llamo Dan.
—No sabes lo que dices niña, no tienes ni idea de lo que es ser un hombre —Carl estaba muy cerca de él, así que el otro dio un paso en reversa.
—Tal vez no lo sé, pero tú tampoco porque los animales como tú, no tienen ni una sola neurona en funcionamiento —las manos de Dan estaban hechas un puño.
Sin previo aviso, Carl lo golpeó en el rostro, derrumbándolo al suelo, su labio comenzó a sangrar.
Furioso, Tony se abalanzó contra Carl pero este no estaba solo, dos de sus amigos también habían venido con él y lo sostuvieron, pronto tenía a uno de ellos en cada brazo.
—¡Eres un cobarde, hijo de la gran puta! —Tony tiró de sus brazos pero no pudo soltarse de los dos chicos que lo sostenían y se burlaban— ¡Suéltenme cabrones! ¡Vengan de a uno a ver de a cómo nos toca!
El aire escapó de sus pulmones cuando Carl impactó su puño en su estómago, Tony se dobló por el dolor.
—A ver si así se te quita un poco lo machito, princesita.
—Deja de molestar a Dan, cobarde horroroso, tienes la cara más fea que el culo de un mandril... —solo fue un susurro, pero lo suficiente para que Carl lo escuchara.
—¿Tú no entiendes verdad? —El chico golpeó a Tony en el rostro, a la altura de su ojo izquierdo. Luego los otros lo soltaron y cuando cayó al suelo, Carl lo escupió mientras escuchaba las risas a su alrededor.
—Espero que esto te enseñe a tener mejores amistades, Tony —Belisa se señaló así misma— perderme, ha sido el peor error de tu vida.
—¡Ya basta!
A como pudo, Dan se puso de pie, tomó la bandeja donde estuvo su comida tirándolo todo al suelo, sosteniéndola con ambas manos, con todas sus fuerzas la impactó contra el rostro de Carl, cegándolo.
Uno de los amigos de Carl le tiró un puñetazo, pero con la misma bandeja protegió su cuerpo, se escuchó el crujir de la mano de aquel muchacho cuando impactó en la bandeja. Se quejó de dolor y de una patada en las pantorrillas, Dan lo tiró al suelo.
El tercer chico le llegó por la espalda, quiso tirarlo al suelo, pero Dan se impulsó hacia atrás y ambos fueron a dar al piso, el impacto lo llevó el otro chico quien fue el que quedó debajo. Dan se puso de pie y con su zapato aplastó los testículos del idiota en el suelo.
Carl estaba tambaleante poniéndose de pie, con la mano llena de sangre, tenía una hemorragia proveniente de su nariz. Dan no se detuvo, la adrenalina y el coraje de lo que le hicieron a Tony podían más con él. No le importó ser más pequeño en estatura que Carl y con sus puños, lo golpeó en el pecho y las costillas varias veces.
—¡Eres un cobarde Carl! ¡Nunca hice nada para que te aferraras a dañarme, estoy harto de ti!
Dan iba a seguir golpeándolo, pero unos brazos lo detuvieron, de hecho lo alzaron en el aire, eran otros compañeros suyos, le pedían que se calmara y lo intentó, pero vio a Tony todavía en el suelo, recuperándose de los golpes, entonces señaló a Belisa y le gritó.
—¡Y tú, hiedra venenosa! Siempre buscas que alguien más haga tu trabajo sucio ¡Eres mala y una cobarde!
Personal de la escuela llegó y los agresores terminaron en la enfermería y Dan, junto a Tony en la dirección.
De un inicio se habló de dar un castigo al par en la dirección, pero algunos alumnos que estuvieron presentes, aportaron videos desde distintos ángulos, donde se observaba claramente que quienes empezaron el problema fueron Belisa y sus amigos. Que si Dan les había golpeado fue solo porque se había defendido.
El director dejó que Dan y Tony se fueran y los demás tendrían que esperar a que se decidiera qué pasaría con ellos, ya que no era la primera vez que tenían esta clase de problemas.
Horas después, los chicos caminaron juntos hasta llegar al albergue para ver a Lenard.
—Recuérdame, ¿por qué estás aquí de chismoso y no vine solo? —Dan movía inquieto su pie derecho de forma nerviosa. Se encontraba en la entrada del albergue junto a su amigo.
—Pues.... —Tony miraba hacia todos lados con curiosidad— Tu papá dijo que deberíamos de estar en casa por si a Carl se le ocurre buscar venganza, que no considera prudente que andemos por ahí en la calle y también el doctor dijo que debemos descansar y guardar reposo por los golpes.
—Eso ya lo sé Tony, lo que no sé, es qué haces tú aquí. Vete a tu casa y déjame solo porque Lenard no ha de tardar en llegar.
—Me voy a ir a mi casa, después de conocer al muñeco ese que tanto te gusta. Tengo que saber por qué haces tanto escándalo. Soy tu amigo, solo puedes salir con él si tiene mi aprobación —Tony sonrió con picardía.
Aquel comentario hizo que abriera sus ojos en grande y se puso muy nervioso, casi en pánico.
—¡No te atrevas a dejarme en ridículo con él! —Empezó a empujarlo, la gente que estaba en la fila para entrar al albergue los miraba con diversión, como dos niños peleando por un juguete— ¡Vete Tony!
Había un árbol pequeño, Tony se abrazó a su tronco.
—¡No me voy a ir sin conocer al príncipe de Inglaterraaaaa!
—¡Vete, Tony! —Dan lo tenía sostenido por la cintura, tirando de él pero no podía desprenderlo del tronco del árbol.
—¿Hola? —Saludó una voz divertida cerca de ellos, ambos chicos voltearon la vista, Lenard estaba sonriente mirándolos a ambos.
Inmediatamente, Dan soltó a Tony que se estrelló con el árbol.
—¡Hola, Lenard!
—¡Hey! ¿Qué te paso? —Inmediatamente le vio el golpe en su labio, estaba hinchado— ¿Y ese golpe? —Le alzó la barbilla para verlo mejor— ¿Quién te hizo esto? Dime quién fue que iré personalmente a ponerlo en su lugar.
Los movimientos de Dan eran nulos, Lenard paralizaba sus neuronas. Desvió su mirada hacia el suelo sin responderle nada, rompiendo así ese contacto.
—Nos golpeó un estúpido imbécil, con cara de sapo apestoso que se llama Carl —habló Tony y Lenard volteó a mirarlo.
—¿A tí también te golpeó? —Preguntó al ver su ojo morado.
—Sí —se encogió de hombros— pero no tienes que hacer nada, el idiota quedó peor y sus amiguitos falderos también. Aquí mi amigo Dan, les pateó el culo a los tres.
—Tony... —Dan sentía el calor de la vergüenza recorrer su cuerpo.
Tony sonrió al ver el sonrojo de su amigo y más aún cuando pisó su pie en una clara advertencia de que se callara. Pero eso no lo iba a detener de seguir hablando así que extendió su mano.
—Me llamo Antonio, pero tú puedes llamarme Tony, ojos coquetos.
—Mucho gusto —sonriendo, Lenard estrechó la mano que se le ofrecía— ¿eres amigo de Dany?
—Mucho más que eso, en realidad soy su novio.
—¡¿Qué quéeeeeee?! —Gritó Dan dando un brinco— ¡Eso no es cierto! —Exclamó con desesperación a Lenard. Quien al principio se veía desconcertado y luego empezó a reír.
Tony abrazó a Dan por el cuello casi colgando de él y le decía una y otra vez: —¡Ven aquí mi amor, tengo mucha azúcar para tí!
—Creo que Dany no sabe que es tu novio —comentó Lenard calmando un poco su risa pero sin perder su gesto divertido.
—¡Pero yo le mandé una carta llena de corazones para informarle! —Tony hizo un puchero— Demandaré a esos que entregan la correspondencia.
—Mejor tómate tus medicinas porque ya alucinas cosas. Demente —lo regañó su amigo con molestia.
—Tal vez tu carta no fue muy específica —comentó Lenard.
—Ohh sí que lo era. Lo que pasa es que él me ha rechazado y todo por tu culpa.
—Te mataré... —gruñó Dan por lo bajo.
—¿Por qué por mi culpa? yo no he hecho nada, según recuerdo.
—Tony —la voz de Dan era una advertencia al silencio— cállate.
El chico dió unos pequeños pasos hacia atrás, alejándose de Dan.
—¡Porque le gustas tú! —Gritó y salió corriendo muerto de risa.
—¡Ahora sí estás muerto, Tony! —Dan comenzó a correr detrás de su amigo.
—¿Eso es cierto, Dany?
El chico se detuvo de perseguir a su amigo para matarlo. Tragó saliva y su corazón comenzó a retumbar con fuerza muy dentro de su pecho. No podía moverse, ni hablar, ni emitir sonido, solo miraba al suelo.
—¿Dany? —Lenard caminó hasta él y se detuvo a su lado— ¿Estás bien?
—Ya lo mataste —Tony venía regresando.
Dan alzó su mirada enojada hacia él.
—Hey yo solo regresé por tí, prometimos a tu padre que no tardarías.
—¿No vas a quedarte hoy? —El joven se veía un tanto desilusionado.
—No —finalmente encontró su voz— mi padre dijo que hoy estuviera en casa, por si a Carl se le ocurre desquitarse porque al final de cuentas, al defendernos, lo golpeé muy fuerte. Tal vez le rompí la nariz y a su amigo le lastimé una mano. Mi papá no quiere que ande por ahí solo. Y Tony ya también se tiene que ir o su hermana se preocupará mucho.
—Entiendo, tu padre tiene razón — lo miró a los ojos— ¿quieres salir conmigo mañana?
—¿Salir? —Dan casi se atraganta al responder— ¿Salir, como en una cita?
—Sí, exacto. Una cita conmigo, ¿aceptas?
—Yo... —Dan abrió en grande sus ojos, no encontraba las palabras correctas... —Yo...
—Él acepta —Tony interrumpió y abrazó a su amigo tomándolo por los hombros— ve por él mañana a las 11am a nuestra escuela "Justino Domínguez IV", salimos temprano. No faltes.
—¿Es en serio? ¿De verdad quieres tener una cita conmigo?
—Sí, Dany. Sal conmigo. Me gustaría conocerte un poco más.
Dan se sonrojó más que en toda su vida y asintió. Mover la cabeza era lo único que podía hacer ya que las palabras se negaban a salir de su boca.
—Mañana a las 11 está bien —Tony respondió por su amigo y tiró de él para llevárselo.
Lenard los despidió con una amplia sonrisa y Dan solo reaccionó cuando escuchó a Tony arrojarle un beso tronado al otro. Eso lo hizo dejar a un lado su timidez para llevarse a su amigo lejos de allí.
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