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Pocas veces eran las que Yoon MiYoung tenía el control de las cosas y esa ocasión era una de las pocas veces. La puerta de la oficina estaba cerrada con seguro, minutos atrás el dueño de ella le había ordenado que cerrara, minutos atrás había llegado a la empresa Kim con su bolso sucio y mojado, su uniforme desarreglado junto a una mejilla roja, pudo haber evitado que se diera cuenta, pudo haberse acomodado mejor para evitar que él lo notara pero no lo hizo porque a la joven de dieciocho años le gustaba que Kim TaeHyung se preocupara por ella, sabía que no podía haber nada romántico entre ellos, sólo era interés, nada más. El hijo del CEO de la empresa obtenía lo que quería disfrutando del placer que le brindaba el cuerpo de aquella muchacha y a cambio, MiYoung siempre veía esos números en su cuenta del banco.

Si sus padres supieran la cantidad que tiene ahorrada probablemente morirían en el acto, pero MiYoung quería pensar que eso se lo había ganado con su sudor.

Literalmente.

Había conocido a ese chico de veintidós años exactamente el año pasado, su padre, el señor Yoon quien era un reconocido arquitecto en toda Corea del Sur debía entregar algunos planos o ejemplares a la empresa Kim, tal vez sea suerte o cosas del destino que MiYoung haya ido con él ese día.

Hace un año

Una joven de diecisiete años vestía su uniforme escolar que consistía en una falda de cuadros, camisa de botones blanca y chaleco rojo con la insignia de su escuela, su cabello rubio llegaba hasta sus hombros, un flequillo parejo caía sobre sus cejas oscuras, su rostro era redondo dando la apariencia de alguien joven, dulce e inocente. Así describía su familia a la muchacha, su padre estacionó el auto en su lugar recogiendo algunas carpetas y portafolios en los asientos traseros.

— ¿Lo dejarás con las secretarias?

— Pienso hacerlo si el señor Kim no se encuentra—recogió todo, acomodó sus lentes de cristal en el puente de su nariz— ¿Quieres acompañarme o esperas aquí?

— No, quisiera bajar—asintió dejando su bolso atrás llevando sólo su celular en la mano. No quería quedarse sola en el auto porque sabía que su mente haría un repaso del bullying que sus compañeras le hacían en la escuela porque sí, Yoon MiYoung estudiaba en un colegio sólo para chicas de perfecta reputación.

Ambos entraron al edificio de cincuenta pisos, los colores grises o neutros reinaban mucho en cada rincón, se mantuvo cerca de su padre mirando aquellas mujeres ir en falda, tacones, ropa costosa y aspecto impecable, subieron en el edificio hasta el último piso.

— Acomoda tu falda, se sube cuando caminas y abrocha los botones de tu camisa, es mucha piel—corrigió mientras revisaba sus papeles asegurándose de que estuvieran en orden.

MiYoung de inmediato se apresuró a obedecer apenada con su padre, ella no pretendía coquetear o insinuarse a nadie en ese lugar, MiYoung sabía que según su madre, los hombres sólo se fijan en la apariencia, si ella vestía provocadoramente entonces llamaría su atención, por eso se aseguraba de pasar desapercibida cubriéndose de más, sabía que sus padres no podían obligarla a usar pantalón cuando iba a clase porque eran normas de la escuela pero eso no implicaba que le recordaran que debía llevar su falda hasta las rodillas.

La joven se miró en el espejo del ascensor notando algunas ojeras que pasaban desapercibidas por la época de exámenes en la cual se encontraba, recogió su cabello en una trenza no muy bien elaborada por lo cual algunos mechones se escaparon de su sitio, guardó su celular en su bolsillo siguiendo a su padre cuando las puertas se abrieron.

En recepción, una joven mujer les confirmó que se encontraba el hijo del señor Kim ya que el hombre no había podido ir a trabajar ese día, invitados a esperar en la pequeña sala, MiYoung se sentó en el sofá viendo como su padre saludaba a otro hombre de traje, al parecer se conocían.

— MiYoung, sostén esto unos minutos, ahora vuelvo—le dejó los papeles retirándose con aquel hombre. Suspiró mirando aquella sala de muebles de cuero negro y paredes blancas con cuadros grises. La puerta de la oficina del CEO estaba a su lado, no esperó mucho cuando una mujer muy atractiva salió de la oficina acomodando su falda y relamiendo sus labios no muy discretamente.

MiYoung notó aquello sin darle tiempo a sospechar de algo porque un chico de apariencia joven y rostro esculpido por los mismos dioses apareció sorprendiéndola.

— Joy, mi padre dice que canceles sus reuniones de esta tarde, no vendrá hasta mañana.

Aquella voz tan profunda le intimidó haciéndole sentir pequeña, abrazó las pertenencias de su padre sonrojándose, se encogió en el sofá intentando sacar su celular.

— ¿Puedo ayudarla en algo?

Temerosa levantó la mirada, aquel chico de traje se dirigía a ella. Su cabello era negro como la noche, tenía hombros anchos, su piel era ligeramente morena, era alto, sus manos eran grandes y venosas, ni hablar de sus dedos largos, levantó una de sus cejas tensando su mandíbula exigiendo una respuesta.

Fue entonces que MiYoung notó una marca cerca de su clavícula. Era un... ¿Chupón?

— Ahhh...

— Señor Kim, ella es la hija del arquitecto Yoon, su padre esperaba sus planos para la próxima construcción—indicó la secretaria.

— Sí—se levantó haciendo una reverencia—Mi nombre es Yoon MiYoung, ahora mismo llamaré a mi padre...

— Entre, llame a su padre en la oficina.

— Pero yo...

— ¿O quiere que rechace su trabajo? —amenazó.

MiYoung bajó la vista negando con la cabeza. Aquella tarde salió firmando un contrato a escondidas de su padre pero que significaba una extraña relación entre ella y el hijo del CEO.

Presente

— Más rápido—lo escuchó susurrar en su oído mientras ella comenzaba a dar pequeños saltitos sentada a horcajadas sobre él en aquel sofá de su oficina, MiYoung mordía su hombro sabiendo que tenía prohibido gemir allí o hacer algún ruido. Las manos grandes pero fuertes de TaeHyung sostenían sus caderas ayudándola a moverse en ocasiones, la joven tenía sólo su falda puesta y el brasier negro sosteniendo sus pechos que ansiaban rebotar con sus movimientos, pero se veían retenidos allí.

Tae por travesura acarició el trasero de MiYoung por debajo de esa falda apretándolo, escuchó un bajo jadeo sintiendo su respiración caliente en su cuello, MiYoung se sentía cerca del orgasmo, su cuerpo caliente y algo sudoroso a pesar del aire acondicionado del lugar estaba ciertamente agotado.

Dejó de dar saltitos moviéndose en un vaivén como antes aferrando una de sus manos a uno de los hombros desnudos del chico enterrando sus uñas en su piel mientras la otra mano estaba en el respaldar del sofá, TaeHyung supo que había llegado al clímax porque su cuerpo tembló ligeramente, antes de que MiYoung dejara de moverse empujó sus caderas a su ritmo llegando al orgasmo acabando minutos después.

Tae buscó sus labios besándolos entre dulce y lento, sonrió de lado mirando aquellos ojos brillantes de la chica, le encantaba ver su carita toda roja por el sexo, MiYoung era lo mejor que tenía o había conseguido.

— Buena chica, bebé—dio pequeños besos a su cuello recostándola en aquel sofá, se deshizo del condón que había usado arrojándolo a la basura sacando otro de su bolsillo—Jugaremos otra ronda más.

Y MiYoung, aunque estuviera cansada no se lo diría porque ella disfrutaba tener sexo con Kim TaeHyung.

Quiero jugar, daddy.

Sí, lo sé, ni yo sé que escribir pero como tanto me piden lemon aquí está el lemon 😗

No se emocionen, ya ven que mi lemon apesta :'v

PD. Historia corta de 10 capítulos.

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