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🍂DOCE

Oliver siguió invitándome a almorzar con él. La mayoría de veces lo hacíamos a mitad del campo de fútbol y otras veces en la cafetería junto a sus amigos, entre ellos Dylan y el equipo de fútbol. Eran agradables, un poco descerebrados, pero amables. En esos días que almorzábamos con sus amigos y en las horas de tutoría con Dylan, trataba de descifrar quien era esa misteriosa chica. No tenía ni una prueba de quien pudiera ser, la famita que se traía el chico que se contagió de clamidia tenía una extensa lista de mujeres, pero ahí estaba el problema. Solo era sexo y no le había visto conversar con ninguna en particular. 

Visitaba al abuelo con frecuencia, por no decir todos los días, dábamos un paseo por el jardín con Gus en el hombro del abuelo. Otras veces nos sentábamos cerca del ventanal y le leía los tantos libros que él me leía a mí cuando yo era una niña.

Ya estaba en mi última clase del día y como ya se había hecho habitual, Oliver me esperaba fuera del salón con un chocolate que me sacaba una sonrisa. Le gustaba de verdad, todo este tiempo de esfuerzo para sorprenderme o hacerme sentir especial no podía ser en vano. Me sentía bien con él y a una parte de mí le encantaba pasar tiempo con él. Se podría decir que creía estar empezando a sentir cosas por él, pero…

—Fue difícil el examen, pero tengo la mejor profesora —Besó mi mejilla, sorprendiéndome.

Las miradas estaban puestas en nosotros. A lo largo de los días escuchaba rumores de chicas diciendo que Oliver y yo estábamos saliendo, muchos comentarios de odio con mucha envidia hacia mi persona. Trataba de no escucharlas, pero era imposible.

—Entonces estudiaremos más para los exámenes? —Oliver me preguntó en un acto de ignorar las miradas y los rumores.

—Sí, la meta es que te gradúes, vas por buen camino —Le alcé mi pulgar con una sonrisa en mi rostro.

—Me gusta tu sonrisa.

Baje la mirada sintiendo como un pequeño rubor se iba apoderando de mi pálido rostro.

El sonido de mi celular me sacó de la ensoñación que me dejó su cumplido. Saqué mi celular de mi mochila y contesté enseguida al leer de quien se trataba. Era el encargado de la casa de reposo donde se quedaba el abuelo.

—Hola... —Le hice un ademán a Oliver para que me esperara. Me alejé una distancia considerable. Sentía la mirada de Oliver puesta en mí.

—¿Señorita Blackweel?

—Soy yo... ¿Le ha pasado algo al abuelo?

—Es... —La bulla de mi alrededor no me dejaba escuchar con tranquilidad. Coloque mi mano libre a mi otro oído y pegué el teléfono más a mi oreja. Toda la preocupación estaba reflejada en mi rostro, la razón por la que al mirar a Oliver pude saber que estaba preocupado por mí. Dibuje en mis labios un "estoy bien" sin pronunciar ningún sonido —, señorita Blackweel, ¿Ya me escucha mejor?

—Sí ¿Le ha pasado algo grave al abuelo?

De tan solo imaginarmelo, se me acurrucaba el corazón.

—Todo lo contrario... —Podía notar cierta alegría en su voz. Eso hizo que mi corazón brincara de la emoción —, tiene un momento de lucidez y está preguntado por usted...

En ese momento dejé de escuchar y lo único que pude articular es un:

—Voy para allá. —Colgué la llamada y a pasos rápidos me dirigí a Oliver—. Oye...me ha surgido algo..., podemos dejarlo para mañana… si puedes, claro.

—No hay problema, para mañana —Apenas Oliver habló, dejé un beso en su mejilla y fui a pasos veloces a la salida.

La emoción y las ansias de llegar rápido al ver al abuelo me sacaron de la realidad que ni cuenta me di que había besado la mejilla de Oliver. Seguí mi camino en busca de un taxi y de pronto escucho como una voz conocida grita mi nombre, me jalaba del brazo y un insulto se escuchó junto al sonido de las llantas de un vehículo que iba a una velocidad ilegal.

—Eso estuvo muy cerca —habló Dylan aún sujetándome del brazo, sentí una especie de cosquillas y me quedé unos segundos mirando su agarré hasta que dejó de hacerlo y lo miré a los ojos. Se le veía aliviado —¿Acaso no te enseñaron a mirar la calle antes de cruzar? —regañó cruzándose de brazos.

—Lo siento, no me fije.

—Créeme que me he dado cuenta de que no te has fijado.

—Iba apurada. —Señalé con mis dedos en dirección a la calle —, de hecho ya me voy.

Retrocedí un paso y Dylan me lo impidió sujetándome de la tira de la mochila.

—¿A dónde vas tan apurada? —inquirió con total curiosidad.

—A ver a mi abuelo. Tiene un momento de lucidez y quiero estar con él… así que me quedaría a charlar, pero debo irme.

—Te puedo llevar... si quieres. 

—No es necesario.

—Lo es, vas más emocionada que niña en navidad de tal manera que casi me has dejado un trauma al ver que estuviste a punto de ser pegada al piso —espetó con firmeza y tenía la mera idea de que no aceptaría un no como respuesta. —, no te dejaré ir sola. Vamos. Te llevo, terroncito.

—Está bien y no me llames así. 

Cosquilleos.

Dylan me llevó en su auto. Iba concentrando manejando que no llevaba el cinturón de seguridad. Estire mi brazo en su dirección y con toda la responsabilidad del mundo le coloque el cinturón.

—Gracias —murmuró apenas audible, concentrado en la carretera.

Moví mi pie, ansiosa y le pedí que se saltara los semáforos cuando no había ningún otro coche. En el camino nos detuvimos en una panadería a comprar Brownies, era lo favorito del abuelo. Le encantaban y yo quería hacerlo feliz.

Al llegar a la casa de reposo, me faltaban los pies para ir a una gran velocidad.

—Gracias por traerme —Le agradecí.

—¿Quieres que te espere afuera?

¿Esperarme?

—No, de seguro mamá viene y me iré con ella. Gracias por la oferta, Dyl.

Me despedí de él con una sonrisa y volví a agradecerle por haberme traído. Lo dejé atrás, al entrar a la gran casa. Mis pasos eran veloces y me detuve al llegar al mostrador donde el encargado me señaló en donde encontrar al abuelo. El jardín.

Caminé apresurada y me tropecé un par de veces. Al salir al jardín, lo vi a lo lejos y no pude evitar correr hacia él con la emoción de verlo a los ojos y que me reconociera como su nieta.

Me quedé congelada a centímetros de tocar su hombro. Y como si el calor de mi mano lo llamara, él volteó y me sonrió como solía hacerlo al verme después de clases.

—Gwen, cariño.

Los ojos se me aguaron y corrí a abrazarlo. Olía a su perfume viejo que tanto amaba y nunca cambiaba, una mezcla de canela con roble.

—¿Me recuerdas?

Movió su cabeza afirmando y abrazándome.

—¿Cuánto tiempo?

—Dos años… te lo diagnosticaron hace cuatro años, pero estos últimos dos años y estos meses el Alzheimer avanzó más...

—¿Tu madre? ¿Tú? ¿Cómo han estado?

Nos sentamos en el banco.

—Bien… hemos podido con esto, mamá sigue trabajando, es jefa en su especialidad y estoy segura de que pronto será jefa del departamento de cirugía —dije orgullosa —, y yo estoy a meses de terminar la escuela y estudiaré medicina. Antes de que todo esto pasara, me ayudaste mucho con las universidades… aunque pensaras que era mi tía… tu hija… estuviste para mí.

Seguimos conversando, le conté todo lo que había pasado y que estas semanas entregaban las respuestas de las universidades. El abuelo me daba consejos sobre cómo llevar mi vida universitaria, el internado y todas las experiencias que viviría. De vez en cuando el abuelo tosía, eso no pasó desapercibido por mí y es que hace unos días nos informaron que andaba con un resfriado el cual estaban controlando con medicina.

—Cariño...

—¿Si?

—Estoy seguro de que te aceptarán en Harvard o en cualquier otra universidad y serás la mejor neurocirujana.

























🍂🍂🍂































Sabía de estos episodios de lucidez, a veces duraban menos de una hora, pero en este caso duró menos de dos horas y volvió a llamarme como su hija. La hora de la visita terminó y con ello mi estancia en el lugar. Mamá no pudo llegar a tiempo, su trabajo no se lo permitió. Pasó por mí. Al estar en su coche, la abracé aguantando las ganas de llorar.

—Necesitaba eso.

Aunque sabía lo que se avecinaba, quería creer que sería diferente.






















🍂🍂🍂

























🍃

Ellie:

Te diré algo

Escuché… bueno está el rumor de que Oliver te pedirá que seas su novia hoy, en el partido. 

Leer el mensaje de Ellie me hizo dar media vuelta y esconderme en mi casa. No quería una bochornosa propuesta ¿Qué le diría?

El partido era hoy, de hecho estaba saliendo hacia allá y yo ya tenía una respuesta. Me agradaba y creo que sería un buen novio, pero…

Una notificación sonó.

Miré el móvil y todo el lío de Oliver pasó a segundo plano.

Harvard me había mandado un Gmail. Ningún chico había hecho que mi corazón se acelerará tanto como se aceleró al ver esa notificación. Entre a Gmail, tenía varias respuestas y la única que me interesaba era la primera. Mi primera opción.

Sin dudarlo entré al correo, confiada de mi misma y en todos estos años en los cuales mi único propósito fue ser la mejor en la escuela para lograr una aceptación en tan prestigiosa universidad.

Ya me veía. En otoño, caminando por los pasillos con libros en mano, dirigiéndome a clases. Sería la mejor de mi graduación, mis notas serían admirables, sería fácil entrar a un internado, también sería la mejor, me convertiría en la mejor cirujana de mi generación.

Y tal vez tuviera tiempo para enamorarme.

Esa era la idea, ese era mi plan, pero la vida no tomó en cuenta mis peticiones.

Estimado/a Gwendolyn Jessamine Blackweeld Shepard,

Gracias por tu interés en la Universidad de Harvard y por tomarte el tiempo para solicitar admisión a nuestra institución. Después de un proceso de revisión minucioso y cuidadoso, lamentamos informarte que tu solicitud de admisión ha sido denegada.

Queremos destacar que la competencia para obtener un lugar en Harvard es extremadamente alta, y cada año recibimos solicitudes de muchos estudiantes excepcionales. Si bien tu solicitud mostró cualidades y logros impresionantes, el comité de admisiones ha tomado la difícil decisión de no otorgarte una oferta de admisión en esta ocasión.

Nos gustaría agradecerte sinceramente por considerar a Harvard en tu búsqueda de educación superior. Te animamos a seguir persiguiendo tus metas académicas y profesionales con pasión y dedicación. Recuerda que esta decisión no define tu valía como estudiante ni como persona.

Te deseamos lo mejor en tus futuros esfuerzos y te alentamos a explorar otras oportunidades educativas que se ajusten a tus objetivos y aspiraciones.

Atentamente,
Universidad de Harvard























🍂🍂🍂
































Nunca había llorado tanto en mi vida como al terminar de leer ese correo.

Quizá la razón de mis lágrimas era porque todos mis sueños se habían muerto al leer “lamentamos informarte que tu solicitud de admisión ha sido denegada”.

¿Qué se suponía que debía de ser ahora? Toda mi vida había esperado por este momento, por esperar una aceptación que nunca llegó. Deje de hacer tantas cosas para ser la mejor, no tuve amigos, nunca tuve novio, ni fui a fiestas, ni me he besado, ni he tenido sexo, solo era yo y mis libros del colegio esperando por un momento que nunca llegara.

Había creado una montaña de conocimientos, tantos libros leídos, tantos sobresalientes, que nunca me detuve a divertirme como una adolescente normal, tendría tiempo de ello luego de ser aceptada en Harvard. No lo hice.

—Gwen —Me quedé atónita al escuchar la voz de Dylan. Miré en dirección a donde escuché su voz, estaba pasando a mi habitación por la ventana.

—¿Cómo?...¿Qué?... —Lo miré con rareza, estábamos a miles de metros de tocar el piso. Una caída y una muerte segura.

—Pasaba por aquí y vine a visitarte ¿Por qué lloras?

Camino hacía mi, preocupado.

Me daba vergüenza decirle que no fui aceptada. Me daba vergüenza decírselo hasta a mi mamá, a los profesores, al abuelo, todos creían en mí y yo los decepcioné.

—Nada… una basurita en el ojo.

—¿Una basurita o un camión de basura? —preguntó con ánimos de hacerme reír. Se sentó a mi lado y dándome una sonrisa de apoyo, dijo: —Puedes confiar en mí, Gwen.

¿Confiar en él?

No estaba segura en sí confiaba. Pero era la única persona a la que podía contárselo sin ser juzgada, él no me conocía, no sabía lo tanto que me había esforzado en todos estos años. Él no sabría que había fracasado en la vida.

—Harvard me envió la respuesta.

—Eso es genial, supongo que las lágrimas de felicidad son porque te aceptaron.

Limpio mis lágrimas y me dio unas grandes felicitaciones que fueron como un gran chapuzón en agua fría.

No podía abrir la boca sin llorar. No me quedó opción que darle mi móvil y que él mismo leyera la humillación de mi vida.

—Debe de ser un error.

—No, no se equivocaron.

—Pero si eres perfecta.

—Ya. Harvard no cree eso, no me dejó ni en lista de espera.

—A la mierda con Harvard. No importa…

—¡Me importa a mí! Era lo que quería, era lo que planee, era mi sueño y ya no lo tengo, soy una perdedora, un desastre y…

Dylan me interrumpió de repente. Me agarró de las mejillas y me besó. Me quedé petrificada, sintiendo una mezcla de sorpresa, confusión y algo que no lograba entender. Fueron segundos en los que me quedé paralizada, se sintió como una eternidad por cada segundo que sus labios se pegaron a los míos con suavidad, tres segundos se volvieron infinitos, el suficiente tiempo para que mi corazón diera un vuelco y de igual forma, no me tome el tiempo de procesarlo, estaba con los ojos abiertos y reaccioné apartándolo bruscamente de un golpe que resonó en las cuatro paredes.

La sorpresa en el rostro de Dylan se mezcló con una expresión de confusión y preocupación mientras se apartaba, retrocediendo unos pasos.

Me quedé mirándolo, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza. Las palabras se atascaron en su garganta mientras intentaba encontrar una explicación para lo que acababa de suceder. Me sentía abrumada por la mezcla de emociones que me invadía: sorpresa, confusión, incluso un atisbo de rabia.

Harvard pasó a segundo plano.

Harvard pasó a segundo plano.

Harvard pasó a segundo plano.

—¿Qué sucede contigo? —Fui la primera en hablar, rompiendo el silencio incómodo.

—Yo no… —Bajo la mirada y tomando aire volvió a mirarme—. Eres la chica que me gusta.

Me quedé en silencio, tratando de procesar lo que me había dicho. Mi cerebro no estaba funcionando en ese momento y muchas emociones no me dejaban pensar con claridad.

—Gwen.

—Déjame sola —murmuré, sin saber realmente cómo explicar lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Lo siento, en serio —Dio media vuelta y caminó hasta la puerta, la abrió y volteó a verme—. Solo quería que lo supieras, antes que...































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Xoxo. 😫😫😫

No me maten 🥺
Gwen ya andaba estresada y Dylan no escogió el mejor momento para el beso 🫠🫠🫠

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