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🍂DIECISÉIS

CAPÍTULO DIECISÉIS 🍂
🍃Gwen  en una fiesta🍃

Era la clase de persona que tenía todo perfectamente controlado, horarios de estudios, horarios de comida, asistencia perfecta, acabar la escuela a los 18, ir a una prestigiosa universidad, ser obviamente la mejor y luego de ello, enfocarme en una familia sin dejar de lado mi pasión por salvar a las personas.

En mi mente tenía escrito tan detalladamente, las cosas no había salido como quería, no entré a la universidad de mis sueños y había hecho algo sin siquiera pensarlo dos veces.

—¡Cielos! —exclamó un niño—¡Mamá, un ángel está enamorado de mí!

El niño de cabello claro y mirada soñadora, no era Dylan. Definitivamente no era Dylan.

—Ehhh… Perdón…

Di media vuelta y regresé corriendo hacia el vehículo de Ellie. Era la primera vez que hacía algo sin pensarlo y no resultó como hubiera querido.

—¿Dylan tiene un hermano menor? —preguntó Ellie, viendo al menor que nos miraba como si fuéramos sus futuras esposas.

Habíamos hablado lo suficiente y él nunca lo había mencionado.

—Nooo, ¿estás segura de que es la dirección correcta?

—Claro que sí, no recorrería el pueblo entero para confundirme… —No termino de hablar, pensó un segundo y maldijo en voz alta—¡Mierda! Ese tarado me dio la dirección equivocada.

Ellie maldijo gritando, llamando la atención de personas que pasaban, le tapé la boca con mis dos manos. Me dio una mirada confusa y alzó sus manos en son de paz. Liberé su boca.

—Lo mataré cuando lo vea —farfulló poniendo en marcha el auto—. Y me ayudarás a deshacerme del cuerpo.

Tenía vocación por salvar vidas, no por esconder cadáveres.

Estuvimos en su coche, buscando la dirección de la casa de Dylan. Yo no tenía muchos contactos que digamos, mis amigos eran de clubes de matemáticas, ciencia o robótica que no se relacionaban para nada con el ámbito social en el que frecuentaba Dylan, en cambio, Ellie pertenecía a ese grupo social, pero nadie le daba una dirección verdadera, era como si la pelinegra en vez de tener amigos, tenía enemigos.

—¡Mierda! —Ellie golpeó el timón, causando que el claxon sonará.

Ya íbamos por la quinta casa y las direcciones seguían siendo erróneas.
Era un pueblo pequeño, ¿Cómo era posible que nunca llegáramos?

—Déjame pregunto…

Suspiré, dándome por vencida.

—Déjalo, puede que la siguiente dirección nos manden a otro pueblo.

—Pero….

—Hablaré con él en clases.

Le di una sonrisa que me dio ánimos de seguir, hablaría con Dylan en clases, en un horario específico, a primera hora.

No tenía ni idea y eso me aterraba.

Ellie me dejó en mi casa, la invité a pasar, pero ella declinó diciendo que tenía que cenar con sus padres. Encendí la luz de mi habitación y solté un suspiro. Dejé a Gus sobre el escritorio y me asomé por la ventana, recordé lo loco que era Dylan al subir por allí.

¡Subía por el viejo árbol!

Yo me moriría.

Cerré la ventana y fui directo a mi cama, miré el techo y saqué mi teléfono, entré al chat de Dylan y leí su último mensaje.

Él había eliminado su mensaje.

“Debemos de hablar” le escribí, pero lo borré antes de darle a enviar. Era mejor hablarlo en persona.



























🍂🍂🍂























Esperar a verlo fue una tortura. Por primera vez no presté atención a clases y la pase mirando por la ventana a la espera de verlo o mirando el móvil por si me hubiera escrito.

Cerré mi casillero y busqué a Dylan con la mirada, desde la primera hora lo busqué, seguía con el mismo resultado. Nada.

—¿Dónde te metiste?

Empecé a andar, dirigiéndome hacia la salida. Ese día había sido muy diferente, no recibí miradas llenas de envidia, no almorcé con Oliver y cuando lo saludé, él solo siguió de largo. Incómodo.

Hablaría con él, luego.

Ahora lo primordial era Dylan.

Las clases ya se habían terminado y no lo había visto. Sospechaba que estaba en el teatro de la escuela, por lo que puse en marcha hacía ese lugar, donde las escasas luces daban esa sensación de estar metida en una obra de teatro donde las luces solo me apuntaban a mí.

Algunos compañeros con los que no había cruzado palabras estaban pintando parte de la escenografía. Me escabullí entre ellos y fui detrás de bambalinas. No conocía bien el lugar, pero sabía que por ahí debían de estar los camerinos.

No fue difícil encontrarlos, pero eso no fue lo que llamó mi atención. Toda mi mirada se centró en la escena que se desarrollaba frente a mí.

Dylan, algo que no planeé y en quien había depositado mis sentimientos más profundos y él cuál me había confesado que estaba enamorado de mí, estaba allí, en un rincón semioscuro, con su compañera de reparto. Sus labios se fundían en un beso apasionado, y mi corazón se quebró en mil pedazos al verlo. Sentí una punzada de dolor tan intensa que me costó respirar.

Como aspirante a cirujana, sabía que el corazón no podía realmente romperse, pero en ese momento, entendí perfectamente lo que significaba un “infarto emocional”.

La adrenalina corría por mis venas y mi pecho dolía como si realmente estuviera sufriendo un colapso. Era increíble cómo las emociones podían imitar el dolor físico con tanta precisión.

Mis pies se enterraron en el suelo, incapaces de moverse, mientras mi mente luchaba por procesar lo que estaba viendo. Dylan se estaba besando a otra, frente a mis narices.

Logré apartar la mirada y retroceder unos pasos. Mi cuerpo temblaba y mi mente estaba nublada por las emociones encontradas. Sabía que debía irme, el beso no sería eterno y si seguía ahí Dylan podría verme en cualquier momento y no quería que supiera que lo había visto; no podía enfrentarlo, no sabía cómo.

Las lágrimas cayeron y así como nadie me vio entrar, nadie me vio salir y eso esperaba que siguiera así.

Limpiaba mis lágrimas con el dorso de mi mano, pero cuando pensaba que ya había cortado la tristeza, volvía a brotar y las lágrimas volvían a descender. No dejaba de pensar en verlo besarse con otra, ¿Acaso no me había dicho que le dijera que no a Oliver porque él estaba enamorado de mí? El beso con esa chica, decía todo lo contrario.

No debía de sorprenderme, Dylan era el chico que inició un brote de clamidia a los de último curso. Un beso no debía de significar nada para él, besó a su compañera de reparto, un beso conmigo tampoco debió de haber significado tanto.

No debía de llorar, me lo prohibía. No estaba en mis planes, no iba a continuar llorando por alguien que es todo lo contrario a mí.

¿Pero por qué seguía llorando?

—¿Gwen? ¿Qué pasó? —Con la vista nublada, encontré a Ellie mirándome con preocupación—. Vamos a mi coche.
Me agarró de la mano y me llevó a su coche, no dijo nada y se concentró en salir del campus. No sabía a dónde me llevaba y estaba tan perdida en mis pensamientos que ni me di cuenta de que habíamos llegado a su casa.

—Un chocolate caliente y charlamos ¿Vale?

Saboreando el chocolate, en un intento de encontrar consuelo, le conté a Ellie como todo había dado un giro inesperado y como mi corazón sufría.

—¿Estás segura de que fue él?

—Sí y se estaba besando con su compañera —Cada vez que lo recordaba era como una puñalada al estómago, ni siquiera el chocolate era lo suficiente fuerte para calmar penas de ilusiones hechas añicos.

Me imploré no llorar. Mis peticiones fueron en vano, mi cuerpo reaccionaba a lo mal que me sentía. Me dolía el pecho, no tenía apetito, era como si mi estómago estuviera hecho un nudo, quería levantarme e irme, hacer como si nada pasara y seguir con mi rutina, pero aquella rutina ya no tenía una meta, además que me sentía agotada y decepcionada.

—No se me da bien consolar —Ellie me daba palmaditas en la cabeza—. Ya sé…

—¿Me darás un sedante para quedarme dormida?

—Algo mejor —Sonrió mostrando todos sus dientes, me miraba con las cejas alzadas, como si tuviera la mejor idea de todas. Me dio un poco de miedo, pero yo estaba dispuesta a hacer de todo, contal de dejar de sentirme así, me sentía enferma.

Ellie estaba decidida a levantar mi ánimo esa noche, y eso significaba salir de mi zona de confort. Después de hurgar en su armario durante lo que parecieron horas, finalmente sacó un conjunto que me dejó boquiabierta.

Era un vestido negro ajustado que se aferraba a cada curva y mostraba una generosa cantidad de piel. No era mi estilo habitual en absoluto, pero Ellie insistió en que era justo lo que necesitaba para dejar atrás mis penas.

Con una mezcla de nerviosismo y anticipación, me deslicé en el vestido. La tela se adhería a mí como una segunda piel, haciéndome sentir expuesta y vulnerable de una manera completamente nueva. Me miré en el espejo, y por un momento apenas reconocí a la persona que me devolvía la mirada.

Ellie, sin perder el tiempo, comenzó a maquillarme. Utilizó tonos oscuros y sensuales en mis ojos, resaltando mi mirada con un brillo misterioso. Cuando finalmente terminó, me miré en el espejo y me sorprendió lo diferente que me veía. Era como si una versión más atrevida y segura de mí misma estuviera mirando de vuelta.

Me sentía disfrazada, una nueva Gwen que no era para nada la Gwen con sus faldas y blusas, con su estilo reservado. Me miraba al espejo y veía a una Gwen sexy, curvas que sí sabía que tenía, pero que yo dejaba en segundo plano.

—Te ves extremadamente sexy, yo de ti me folló a alguien para matar penas. Es la mejor medicina —sonrisa traviesa mientras me observaba.

Ellie me dejó con esas palabras y fue a arreglarse, me continué mirando en el espejo y me pregunté si algún chico me miraría de esa forma.

Había estado tan concentrada en entrar a Harvard que un aspecto de mi vida había sido olvidado. Sabía que no era nada malo, pero me frustraba que todos mis sacrificios habían sido en vano.

Me perdí de tanto y esa noche estaba dispuesta a actuar como una adolescente normal.

No tendría relaciones sexuales con un desconocido, pero si me permitiría disfrutar de la noche, para olvidarme de Harvard y Dylan.

Nunca había sido la clase de chica que salía de fiesta; es más la primera vez que fui a una fue cuando Oliver me invitó. Era más de quedarme en casa, adelantar tareas, ver una película romántica o leer un libro y pedir comida para mantenerme feliz.

Sería mi segunda fiesta y empecé a sentirme fuera de lugar, cuando la gente sudada y eufórica se acercaba a saludar a Ellie y a mí solo me saludaban con una alzada de cejas, como diciendo “¿Y tú quién eres?”

—Escuchame, perra —Ellie me soltó de la mano, si me traía de la mano para que no nos perdiéramos entre la multitud—. Diviértete, bebe un par de cervezas —De una mesa de la cual ni siquiera me había fijado que estaba ahí, agarro dos vasos rojos. Me tendió uno y al otro le dio un gran trago—. Y bailemos.

Ellie acomodo dos de mis mechones al frente, me despeino un poco y volvió agarrarme de las manos para dirigirnos donde las personas bailaban y bebían.
Ellie empezó a bailar, era como si todas las luces la enfocaban a ella, atrayendo todas las miradas con su gracia y movimientos. Me sentía como un espectador en mi propia vida, incómodamente consciente de cada movimiento rígido que hacía, intentando encajar.

Mis intentos eran torpes y descoordinados, como si mi cuerpo no supiera como dejarse llevar sin tener un plan.

—¡Vamos, Gwen! —gritó Ellie y más voces empezaron a animarme, estaban lo suficientes ebrios para seguirle el juego.

Seguí bailando, sin importar que no supiera lo que estaba haciendo. La música me envolvía y me permitía perderme en ella, moviéndome con más determinación (o al menos intentándolo). Me bebí todo el contenido del vaso y seguí moviéndome. La rigidez se disolvía cada vez que me movía y bebía más alcohol.

Nunca me había sentido tan libre como en ese momento, bailaba como si no hubiera un mañana. Como si Harvard no me hubiese rechazado, como si Dylan no me hubiese mentido y como si mi abuelo no hubiese muerto.

Ellie y yo fuimos a por más bebidas, seguimos bailando entre nosotras y de repente empezó a sonar una canción muy pegadiza y en un impulso (o consecuencias del alcohol), me subí a la mesa de las bebidas. La música resonaba en mis oídos, el ritmo me incitaba a moverme de una manera atrevida y fluida.

Ellie me miró sorprendida y empezó a gritar mi nombre, animándome. 
Moví mis caderas al compás, dejando que mi cuerpo se balanceara. Mis manos se movían en el aire, trazando arcos y espirales que seguían el ritmo vibrante de la música.

Cerré los ojos y me dejé llevar, escuchando como no solo Ellie gritaba mi nombre y silbaba, sino también voces de personas que no conocía.

—¡Gwen! ¡Gwen! ¡Gwen!

Abrí mis ojos encontrándome con una multitud animando alrededor de la mesa. Bailaban y aplaudían, gritando mi nombre de una manera eufórica.
Cada vez más, me dejaba llevar por la energía del lugar.

Los flashes de las luces sobre mí se convirtieron en destellos que iluminaban mi expresión de felicidad pura. No podía evitar sonreír mientras mis movimientos se volvían más audaces, más libres, como si estuviera rompiendo barreras invisibles que me habían retenido antes.

—¿Gwen?

Mis ojos se encontraron con Dylan, sus ojos llenos de sorpresa al verme haciendo algo que no haría en mis cinco sentidos. Yo seguía en el centro de la acción, sintiéndome expuesta pero extrañamente confiada. La música aún retumbaba a mi alrededor cuando Dylan comenzó a detenerme, como si estuviera tratando de rescatarme de una situación incómoda.

—¡Vamos, rubia! ¡Sigue bailando! —gritó un chico, rociándome con un líquido que olía a cerveza.

Antes de que pudiera reaccionar por completo, Dylan me bajó de la mesa con firmeza. La sensación de ser levantada sobre su hombro fue desconcertante pero divertida, y no pude evitar protestar entre risas mientras él me llevaba fuera de la fiesta.

—¡¿Qué te pasa?! Me has arruinado la…
Dylan me bajó y pude ver su rostro, su mandíbula tensa y sus ojos que me miraban con seriedad.

—Gwen, ese imbécil… —Se detuvo y furioso pateó una lata de cerveza—. Se estaban aprovechando de tu estado, necesitaba sacarte de ahí.

—Yo podía cuidarme sola.

—Estás ebria y bañada en cerveza.
Abrí mi boca para reprocharle que él no tenía ningún derecho, pero volvió a agarrarme con cuidado y otra vez estaba de cabeza, encima de su hombro.
Dylan siguió andando, la cabeza me daba vueltas y me preguntaba ¿dónde estaba?

—Quiero dormir —balbuceé, cerrando los ojos.

—Te llevaré a tu casa.

—Déjame en la acera, solo quiero dormir.

Escuché su suave risita que hizo recordar porque me gustaba. Pero también recordé el porqué estaba ahogando penas.

Mis pies volvieron a tocar el piso, Dylan me dio una mirada que yo no logré entender y entré mi estado de semiconciencia, solo lo veía a él besándose con otra chica.

Cerré los ojos, queriendo no ver y sentí como unos brazos me agarraban y me caía, asustada me agarré de algo y de igual formas termine cayendo en algo incómodo y con algo encima de mí.

Abrí lentamente los ojos y vi unos ojos verdes que me traían confundida. El azul y el verde, contrastando y reflejándose en la mirada de cada uno, no podía dejar de mirarlo, sus ojos me llamaban y me invitaban a verlos fijamente.

No quería preguntárselo, pero el alcohol y el sentimiento de dolor, habló por mí.

— ¿Por qué te besaste con otra? —mi voz temblaba, incapaz de ocultar el dolor y la incredulidad que sentía.





















































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Xoxo

AHHHHHHHH

Un poco de salseo no le hace daño a nadie 😝

Cuéntenme que les pareció el capitulo

Tienen teorías

Lxs leo

Muchas gracias por el apoyo.

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Nos leemos pronto 💘💘💘💘

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