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🍂DIECINUEVE

CAPÍTULO DIECINUEVE 🍂
Plan B🍃

Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba a Dylan. Miraba por la ventana a la espera de verlo caminar hacia mi puerta.

El día anterior nos habíamos besado, hasta que el sonido de un fuerte claxon nos hizo separarnos. Sin decir nada y con solo una sonrisa nos despedimos. Ese día, no pensé en nada, salvo en él y esos besos.

Él tampoco me la dejó tan fácil al enviarme un mensaje.

Dylan¿?:

A que beso demasiado bien
¿Verdad, Gwendolyn?

No tenía una respuesta coherente que decirle y le respondí con un emoji.

En la escuela, nuestras miradas se habían encontrado más veces de las que podía contar. Sonrisas por los pasillos que me dejaban en blanco.

Le envié un mensaje, invitándolo a venir a estudiar a mi casa, una decisión que no dejaba de sentirme nerviosa, pensando en si iba bien peinada, si eran todos los libros que necesitaríamos, si esta vez no se me olvidaría nada ¿eran suficientes aperitivos?

El timbre sonó, respiré hondo y fui a abrir la puerta. Ahí estaba él, con esa mirada y sonrisa que hacía como un escalofrío recorre mi columna vertebral, como si su tacto activará un nervio que desconocía.

—Hola, Gwendolyn.

—Hola.

Mi estómago se revolvió, como si miles de mariposas estuvieran presentes. Cuando en realidad era el resultado de la liberación de dopamina y oxitocina, hormonas que mi cuerpo producía cuando Dylan estaba cerca.

Lo invité a pasar.

—¿Tu mamá está en casa? —preguntó.

—Su turno termina en la noche —respondí, dirigiéndome a mi habitación.

—¿Me llevas a tu habitación mientras tu madre no está en casa? —preguntó con cierto tono engreído.

—Cállate, es para que nos concentremos mejor.

Me dio una sonrisa que hizo que la sangre subiera más a mi rostro.

—Me calló, pero te recuerdo que el proyecto es de historia y no de anatomía —me guiñó, sonriéndome ladeado, sabiendo lo perfectamente anatómico que era.

—Eres insoportable.

—¿Quieres que te recuerde como acabó nuestra última conversación?

—¿Quieres aprobar o no?

—¿Te enojarás si te digo que me da igual? —preguntó esperando mi reacción—. Ya me diste la respuesta al fruncir tus cejas, Gwendolyn.

—¿Quieres llevar otra vez el curso? ¿Y la obra de teatro? ¿La universidad?

—Me las iba a apañar.

—Así, como no. Estoy 100% que no tenías nada planeado.

—Soy un hombre espontáneo. No me gusta atarme a planes.

—Claro, venga toma asiento…

Improvisar siempre le funcionaba, por eso era lo que era en la escuela. Yo, en cambio, necesitaba saber cada paso para no morir en el intento.

Y miren, un paso en falso y ya no sabía qué hacer.

Nos sentamos en mi escritorio, había traído otra silla para Dylan. Los libros, cuadernos abiertos frente a nosotros, junto a bolígrafos y mi laptop estaban completamente ordenados. Pero mi mente estaba en cualquier cosa menos en los estudios.

Era la culpa de él.

Dylan desordenaba mi mente.

—¿Así, Gwen? ¿Tan seria?

Pellizcó la punta de mi nariz, los músculos de mi rostro se relajaron. Mis labios se entreabrieron y le susurré un “Empecemos”.

Volví a explicarle todo, con una presentación de diapositivas que había hecho para él la noche anterior. Estaba concentrada en mi explicación y me quedé callada al ver que Dylan jugaba con mi pelo y un bolígrafo.

¿Lo estaba aburriendo?

La historia no era su fuerte, eso demostraba que estaba a punto de jalar la asignatura. Por lo que tenía un plan B.

—Vale, intentémoslo de otra manera —dije, entrando a otra presentación en PowerPoint —. ¿Sabes algo de Shakespeare?

Dylan asintió.

—Sí, he visto "Hamlet". Me encantó esa escena en la que... —empezó a decir, pero se detuvo, mirándome con curiosidad—. ¿Qué tiene que ver eso con la historia?

—Mucho más de lo que piensas —respondí, sabiendo que ya había encontrado la manera—. Vamos a imaginar que estamos en una obra de teatro. Tú eres el rey de un gran imperio, y tienes que recordar a tus antepasados porque ellos te enseñan cómo gobernar.

Dylan se enderezó, y tenía toda su atención.

—Imaginemos que el escenario es la Edad Media. —Hice un gesto amplio, como si estuviera dibujando el paisaje en el aire—. Tú eres Carlos V, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero antes de que tú gobernarás, estuvo tu abuelo, Maximiliano I. Él fue conocido como 'el último caballero' y tenía una visión muy romántica del mundo. Ahora, ¿cómo lo interpretarías?

Dylan frunció el ceño, pensando. Luego, lentamente, se puso de pie y adoptó una postura digna, imaginando un manto de terciopelo y una corona sobre su cabeza.

—Mi abuelo, Maximiliano... —dijo con una voz profunda y resonante—. Él creía en la caballerosidad y el honor. Luchó por sus ideales y expandió nuestro imperio con valentía.

Sonreí, animándolo a continuar.

—¡Exacto! —dijo ella—. Y luego, su hijo, Felipe el Hermoso, fue tu padre. Él se casó con Juana la Loca, y aunque su vida fue trágica, su matrimonio unió grandes reinos y aseguró la herencia que ahora tú posees.

Dylan asintió, cada vez más inmerso en el personaje.

Continúe con mi relato, viendo a Dylan interesando y asimilando todo lo que le iba explicando, y él lo iba recreando.

No sé cuánto tiempo pasó cuando llegamos a la última diapositiva y el cielo, que se veía a través de la ventana, ya estaba oscureciendo.

—Eres la mejor —Me dio un fuerte abrazo, llenando mis pulmones de su aroma.

—Sabía que funcionaria, hago lo mismo con Oliver.

Dylan poco a poco se fue separando, su sonrisa ya no era la misma de antes, aun así no cambió su humor.

—¿Así? Pensé que yo era el especial.

—A él se lo enseño con matemáticas y fútbol, es interesante en la trigonometría.

—Dices eso y ya me dio sueño.

Le devolví la sonrisa, satisfecha de haber encontrado una manera de ayudarlo con la presentación.

—Vale, ya te lo sabes —dije al escuchar lo que me decía—. Ahora te haré un pequeño examen.

Dylan bufo, haciéndose para atrás.

—Aburrida —Me mostró sus pulgares apuntando hacia abajo.

—Toma —Le entregué la hoja con preguntas del tema, la había impreso ayer por la noche.

—¿Tenías todo esto preparado? —preguntó viendo la hoja y luego a mí.

Me encogí de hombros.

—No iba a improvisar.

—Y yo ni boli traje.

Las diferencias eran muy notorias.

—Tienes 15 minutos.

—Venga, al menos 30 minutos —objetó.

—15 e inician ya.

Puse un cronómetro y fui hacia la ventana, ahí en una mesita tenía la jaula de Gus Gus. El pajarito azul volaba en su casa, aún no se quería ir.

Le di un poco de comida y cambie su agua, acaricie su pecho y me percate que su ala ya estaba en perfecto estado.

—¿Cuándo te vas eh?

Recibí un pequeño canto de su parte, sonreí y con mi dedo acariciaba su pequeña cabecita.

Los 15 minutos pasaron y regresé al escritorio, donde tuve que quitarle el examen a Dylan. Me concentré en revisarlo, algo casi imposible al tener la mirada de Dylan encima de mí, impaciente por la espera de sus resultados.

—Estás listo —dije al ver los resultados.

—¿De verdad? —preguntó sin creerlo.

—Sí, de verdad.

Dylan dio un grito un poco extraño y empezó a bailar. Saltó de su silla y movía su cuerpo al ritmo de una música imaginaria.

—Venga, Gwen.

¿Quería que me uniera?

Me dio una pícara mirada y antes de que pudiera leer lo que haría, se subió encima de un baúl que tenía a los pies de mi cama. Siguió celebrando, levantando los brazos y moviendo las caderas de una forma divertida. No pude evitar reírme

—Así lo hacías, ¿verdad? —preguntó con los labios ligeramente en una sonrisa y sus cejas algo arqueadas.

Me estaba vacilando.

—¡Para! —protesté entre risas, él estaba imitando el baile que hice subida en esa mesa estando ebria.

Él siguió, exagerando sus movimientos y empezando a cantar:

—Ella es curiosa, una nena estudiosa

Ambos estábamos riendo a carcajadas. Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió y ahí estaba mi mamá, mirándonos con una mezcla de sorpresa y diversión. Me congelé, el calor iba subiendo por mis mejillas. ¿Qué iba a pensar ella?

Pero antes de que pudiera decir algo, Dylan se detuvo y la saludó con una sonrisa, para nada avergonzado.

—Hola, señora Blackweeld. 

—Estábamos estudiando —Me apresuré a decir.

—Pero creo que me distraje un poco —dijo Dylan, frotándose la nuca y bajándose del baúl.

Mi mamá se rio, relajando el ambiente.

—¿Estabas imitando a Gwen? —preguntó, sus ojos brillando con diversión, dejando atrás lo cansada que se le veía.

Dylan asintió, y con una confianza que yo nunca podría tener, comenzó a imitarme de nuevo, exagerando todos sus movimientos. Mi mamá se unió a las risas, y yo, a pesar de mi vergüenza, no pude evitar sonreír.









🍂🍂🍂


















Mamá invitó a Dylan a cenar, llamamos a la pizzería de confianza, pero por problemas técnicos no estaban atendiendo por delivery, por lo que Dylan y yo nos ofrecimos a ir.

Habíamos conseguido tres pizzas y ya estábamos de regreso. Habíamos tenido el tiempo suficiente a solas para hablar de lo que estaba pasando entre nosotros, pero ninguno había tocado el tema directamente.

Necesitaba saber qué estaba pasando, qué haríamos. Ya pronto se terminaba la escuela, iniciaría el verano, en otoño se suponía que debíamos irnos a las universidades, Harvard me rechazó y aún estaba aceptándolo, y él que haría.

—¿Qué harás después de la escuela? —pregunté, dispuesta a escuchar su plan de vida, aunque ya sospechaba que iba a ser algo espontáneo.

Dylan se encogió de hombros —Un verano espontáneo.

¿Y después de eso? Le iba a preguntar, pero él me ganó.

—Luego estaré en un taller… de… conseguí plaza en un taller en… en Nueva York.

—¡Eso es increíble! —dije emocionado y sin pensarlo lo atrapé en un abrazo.

Dylan se las apañó para no dejar caer las pizzas.

—Sí, es increíble —susurró—¿Y tú? ¿Qué harás?

Harvard me rechazó.

—Pues…

—Gwendolyn, de seguro tienes otras universidades a las cuales confirmar tu plaza. Recuerda, el plan B.

Harvard siempre había sido mi primera opción, pero después de ello también había enviado más solicitudes a otras universidades. Había estado tan perdida en un rechazo, que me había olvidado de las otras respuestas.

—Pues sí, tengo un plan B.

—¿Me lo dirás?

—Mhm seré un poco espontánea.

Me sonrió ladeado y luego miró hacia la calle antes de mirarme travieso.

—¿Una carrera? El que llega último a tu casa es un huevo podrido —dijo, desafiándome con una sonrisa traviesa antes de salir corriendo.

Fue un huevo podrido y fui el son de burla de Dylan el resto de la cena, mamá se le unió y entré los dos estuvieron avergonzándome.

Agradecí cuando Dylan se fue y mamá se despidió yéndose a su habitación, yo también me fui a la mía y me acosté en la cama, viendo los pósteres de Harvard y de medicina.

Aquel plan se desvaneció.

Dejé de mirarlo y agarré mi celular, decidida entré a mi Gmail y busqué ciertos correos.

Mi plan B, al cual había olvidado porque siempre estaba segura del plan A.

Oxford me había aceptado y esa misma noche, mientras quitaba los pósteres de Harvard, confirme mi plaza en Oxford


































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Xoxo

Holiii volví

¿Qué opinan del capítulo?

Ese Dylan todo un ❤️‍🔥💖

Shipname de la parejita??? Lxs leo en comentarios 🥰

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