Cerré mi casillero y sonreí al ver a Oliver a mi lado.

—¿Cómo te fue hoy? —me preguntó.

—Genial —respondí —¿y a ti? ¿Tienes entrenamiento?

Oliver agarró mi mochila y la colgó en uno de sus hombros, contestándome a la vez que empezamos a caminar.

—Bien, sigo odiando las matemáticas a excepción de cuando tú me enseñas —Sus palabras salieron con dulzura—. Y el entrenamiento es en unas horas, nos quedaremos hasta tarde, el entrenador quiere que demos lo mejor para el partido final.

—Estoy segura de que ganarán.

—Sí, lo dices así, me lo creo —Sus dedos chocaron con los míos hasta que los enredo—. Iras ¿verdad? —Asentí—. Genial, eres mi amuleto de la suerte.

—Iré, pero no me necesitas.

—Gracias por la confianza, Jess.

Salimos del edificio y nos dirigimos al estacionamiento. Oliver me llevaría a casa por lo que buscamos su vehículo. Al encontrarlo, el castaño me abrió la puerta del copiloto como todo un caballero y condujo de una manera lenta y segura, era la hora de salida por lo que era demasiado lento salir del campus.

Veía a través de la ventana, alumnos salían y otros entraban para las actividades extracurriculares. Mi corazón se detuvo ante el contacto visual que hicieron mis ojos con unos profundos y verdes que causaban un gran efecto en mí. Me seguía intimidando y también me decía mucho.

Dicen que la mirada dice más que mil palabras, era verdad.

En todos este mes Dylan y yo no nos hemos hablado, pero cuando nuestros ojos se encontraban era como si nuestras almas hablaran y se contarán todo lo que nos había sucedido en el día. Sonreí al igual que él y el contacto se rompió al perderlo de vista.

Un mes ya había pasado, un mes desde que el abuelo falleció. Seguía pensando en él, lo visitaba y le contaba sobre mi día. Era reconfortante, pero demasiado doloroso al saber que nunca me contestaba.

A veces seguía pensando que él seguía aquí, veía un libro de ciencias, escuchaba algo sobre fútbol o Fórmula Uno y automáticamente pensaba en él, en lo mucho que amaba leer y ver esos deportes.

Era verdad que las personas morían cuando dejaban de pensar en ellos. Yo no dejaba de pensar en él y él seguía viviendo en mi corazón.

Seguiría adelante, por él. Era difícil, las lágrimas siempre se acumulaban en mis ojos al pensar en lo que fue.

Al llegar al edificio donde vivía, me despedí de Oliver y le agradecí por haberme traído.

—No dudes en llamarme si necesitas algo —Todos los días me decía lo mismo. Era tierno. Estuvo para mí.

—Claro.

Fui al apartamento y como ya se había vuelto costumbre, estaba sola.

Mamá se había encerrado en su trabajo, apenas si la veía. No la culpaba, necesitaba tiempo, yo también. Quizá era lo mejor, ambas lloraríamos e inundaríamos la casa.

Yo perdí a un abuelo. Ella perdió a su suegro, maestro, amigo y padre. Había perdido mucho y solo le quedaba yo, y ella pensaba que solo estaría con ella hasta otoño. Aún no le había dicho de la mayor grande decepción de mi vida.

—Hola, Gusgus —saludé al pajarito azul, apenas entré a mi habitación.

Le di unas cuantas semillas y me quede observando, me encantaban los tonos azulados de sus plumas.

—Ya es momento de que regreses a casa —murmuré.

Gus ya estaba mejor de su ala y no era justo que estuviera encerrado en una jaula. Se suponía que el abuelo lo liberaría en un campo, ahora me toca a mí dejarlo ir.

—Déjame encontrar el momento y lugar correcto, quiero que seas feliz.

🍂🍂🍂

Ya era la hora del almuerzo y no encontré a Ellie por ningún lugar, Oliver entrenaría y no podía almorzar conmigo y la verdad, no quería almorzar con el equipo de química, por lo que decidí ir a otra parte.

Era como si mi corazón me estuviera llevando, miré a mi alrededor y vi que me encontraba en el teatro de la escuela. Tome asiento al fondo y saque uno de los emparedados que compre en la cafetería. Todo estaba en oscuridad, salvo por unas escasas luces a los costados, era un total silencio, por lo que supuse que estaba sola.

Mi soledad duró unos segundos, ya que las luces del escenario se encendieron.

—Es tu turno de ensayar, Dylan —habló una voz masculina.

—Lo sé, me lo has venido diciendo en toda la última hora —Mi piel se puso de gallina al escuchar la voz de Dylan. No estaba lista para verlo y con temblores en mi cuerpo, me hundí en mi asiento para que él no me viera.

—Solo quiero que salga perfecto.

—Entendido —farfulló Dylan con un tono que dejaba ver que no le importaba el papel, pero eso no era verdad. Yo le había visto ensayar y había visto aquel brillo en su mirada.

Lo observé de pies a cabeza, llevaba puesto el atuendo de Laurie. Se le veía bien. Demasiado bien.

—¿Dónde mierda está, Jo? No podemos ensayar sin Jo —Suponía que él que hablaba era el director de la obra.

—Aquí estoy, ¡aquí estoy! —dijo una chica que iba vestida de acuerdo a la época en la que se desarrollaba la historia—¡Estoy lista!

—Más te vale —amenazó el director.

—Okay, empezamos a ver la señal.

Toda mi atención estaba fija en el escenario, Dylan y la chica empezaron a ensayar, la naturalidad con la que actuaban me hacían dar escalofríos. Mis ojos estaban fijos en Dylan, era algo asombroso verlo en el escenario, como se movía, como hablaba, era hipnotizante.

Me le quedé mirándolo como una boba, ni siquiera apartó mi mirada cuando se dio cuenta de mi presencia. Todo sonido que no fuera la voz de Dylan desapareció ante mis oídos.

—Es inútil Jo, te he amado desde el día en el que te conocí, es inevitable y he tratado de decírtelo, de demostrártelo, pero no he podido y tú no me has dejado... —La desesperación con la que hablaba y el hecho de que no apartara su mirada de la mía, ocasionó que mi corazón diera un vuelco y empezará a acelerarse —. Te amo, Jo, y necesito una respuesta, ya no puedo seguir así, ocultando todo lo que siento, ya no puedo, no puedo mirarte a los ojos y decirte lo mucho que te quiero, porque te quiero, Gwen. Y no soporto verte con otro, cuando en realidad tú y yo...

Gwen.

Gwen.

Gwen.

Su voz resonó en mi cabeza.

Su mirada fija en mí, me paralizó. Para mí, solo éramos él y yo, mirándonos, diciendo todo y nada a la vez, con tan solo mirándonos, creando un contraste entre lo azul y verde de nuestras miradas.

—¡¿Qué carajos Dylan?! —El grito me hizo salir de la ensoñación.

Aparté la mirada y empecé a guardar mi almuerzo, mi estómago amenazaba con hacerme vomitar los pocos bocados que comí. Con las manos temblando de los nervios, colgué la mochila en mi hombro y a pasos apresurados salí del auditorio escuchando como Dylan me llamaba.

¿Por qué hui?

Porque me daba miedo no tener planeado todo y Dylan era todo lo contrario a mí.

🍂🍂🍂

La luna reflejaba los rayos del sol desde lo alto del cielo nocturno.

A mi alrededor se encontraban varias personas con los colores de la escuela. Era la final del campeonato de fútbol americano y como ya era de suponerse nuestro equipo iba ganando.

—Iré por algo de beber —Me aviso Ellie antes de desaparecer.

Entendía poco de partidos, en los últimos años no había venido y si me preguntaba el año pasado si vendría a un partido, hubiese negado en absoluto. No era mi ambiente.

Solo vine porque Oliver, él me invitó y yo aún seguía pensando en su mejor amigo.

Deje de mirar el cielo y posé mi vista en el campo, de jugador en jugador hasta toparme con la mascota del equipo. Era una especie de águila, que bailaba y animaba. No sabía quién era el estudiante que estaba detrás de ese disfraz, pero sí que hacía un gran trabajo. Los ojos animados del águila miraban en mi dirección, no sabía con exactitud si me miraba a mí o detrás de mí, era raro y más cuando empezó a hacer señas para que lo siguiera.

—¿Yo?

Y creo que leyó mis labios, ya que asintió saltando y moviendo su cabezota. Lo seguí. No tenía idea de que se trataba. Seguí a la mascota, no hablaba, solo me hacía señas guiándome hasta llegar atrás de las gradas.

—Sí, es una especie de broma pesada, juro que no tendré miedo en sacar mi gas pimienta —amenacé preparada para salir a correr si se trataba de un asesino en serie que mataba a estudiantes.

¿Por qué lo seguí? Acaso no presté atención cuando mamá me decía que no le hiciera caso a extraños.

—Relájate, Gwendolyn —Esa voz se me hacía familiar.

—¿Quién eres? ¿Y cómo es que sabes mi nombre?

—¿En serio?

La mascota se empezó a sacar la cabeza del disfraz, revelando su melena negra y esos ojos verdes que me dejaban en trance. Era Dylan y su extraño apellido que no sabía pronunciar.

—Dyl...

—Te dije que era parte del equipo de fútbol.

—¿La mascota? Pensé que estabas en la banca...

—Eh mi papel es muy importante —Se defendió.

Lo era.

Un silencio nos inundó, segundos que se volvieron eternos hasta que yo hablé.

—Solo... Tienes... Algo que decirme...

—Yo...

Silencio.

Bajé la mirada y lamí mis labios. Di un paso para irme por donde vine, él me lo impidió agarrándome de la mano, su tacto mandó corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.

—¿Qué sucede?

—Oliver te pedirá que seas su novia. Lo hará hoy, después del partido —mencionó mirándome con fijeza, su voz salía desesperada.

—¿Cómo...? ¿Cómo sabes eso?

Aparté mi mano de la suya. Nuestras miradas seguían fijas. Sus verdes ojos cristalinos reflejaban la desesperación y temor a la vez.

—Porque soy su mejor amigo, Gwen. Él me lo dijo y yo lo ayudé con todo lo que te va a decir... y sé que es egoísta todo lo que estoy haciendo. Él es mi amigo y está enamorado de ti, pero yo... yo... Yo estoy enamorado de ti. No sé cómo pasó, no pude evitarlo. Tú no me dejaste y no te culpo. No quiero que esto se arruine, en todos estos meses he querido ser yo el que te enamoré, no él. Es egoísta, lo sé..., me enamoré de ti. Lo hice Gwen, estoy jodidamente enamorado de ti...

¿Alguna vez han sentido como si el tiempo se detuviera y todo desapareciera a tu alrededor? Lo sentía en ese momento, como si fuéramos nada más él y yo, con un tiempo congelado. Miles de preguntas y por primera vez yo no sabía la respuesta.

La sabía. En realidad lo sabía, pero para mí era más fácil resolver un problema de matemática, en vez de admitir que extrañaba sus tontas burlas, su compañía, robar papás, ver películas y que me llamara por mi estúpido nombre completo.

—Por favor... Di algo... —Enredo sus manos con las mías—Por favor —Sus ojos se cristalizaron más y más.

—Yo... Yo... —Miré a cualquier dirección que no sea a sus ojos. Mi cerebro no podía redactar una oración coherente y hablé sin pensar—. Yo...

Sus ojos reflejaron como si algo se rompiera en él. No me dejó ir, era como si él pudiera resolver ese laberinto de nudos que yo había creado entre los dos y mientras yo no podía ni siquiera hablar de una manera correcta.

—No le digas que sí, por favor —rogó —, no lo amas. No lo quieres, no estás enamorada de él. No lo estás y lo sabes, tu corazón lo sabe y yo lo sé porque...no lo miras de la misma forma con la que me miras a mí. Lo sé Gwen..., solo... No le digas que sí.

Sus manos soltaron las mías, agarró la cabeza del disfraz y empezó a alejarse.

Quería decirle mucho, todas las palabras que estaban en mi mente. Pero no podía, no podía abrir la boca y llamarlo para decirle lo mucho que lo extrañaba. Que pasar tiempo con Oliver, no era lo mismo que pasar tiempo con él. Que todo era distinto.

Mi mente pasó todos los momentos que pase con Dylan desde que lo conocí; las risas que me robaba, las cosquillas que ocasionaba cada vez que oía su voz o nuestras manos rozaban, todos los momentos que estuvo para mí y no me dejo, todas las veces en las que me quedaba hablando con él hasta que nuestros teléfonos se apagaran, me dormía pensando en él.

Le quería.

Estaba enamorada de él.

Y por primera vez algo que no había planeado, me gustaba. Me encantaba.

Dylan.  

▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰

XOXO. AL FIN!!!

Se dio cuenta. Falta la mejor parte

Y la declaración de Dylan!!!!!AAAAAAAAAAA

¿Cuéntenme que les pareció el capitulo? ¿Les va gustando la historia?

130 votos para desbloquear el siguiente capítulo :)

Compartan la historia para que crezca e interactúen por tiktok para llegar a más personas. 

Muac

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║
© a n c o v i 1 2