♡ Capítulo 5 ♡
C.
Apenas abro mis ojos, la luz del día golpea mi rostro. Anoche olvidé cerrar las cortinas, con tantas cosas pasando en el día y con la situación con Mina, sumándole las clases extras en la academia, terminé tan cansada que apenas y pude mantener los ojos abiertos mientras hacía mis deberes. Ni siquiera recuerdo en qué momento me moví de mi escritorio y pasé a la cama, pero sea lo sea, al menos el siguiente día ya ha llegado.
Miércoles, estoy a mitad de recorrido de la semana, nunca desee tanto que la semana terminará, pero con la caótica situación que vivo ahora, lo último que deseo es poner un pie en la escuela.
Salgo de la cama y me encamino directamente hacia mi ropero, saco mi uniforme y me dirijo al baño; bañarme tan pronto como despierto es la única forma para no quedarme nuevamente dormida. Tan pronto como salgo de la ducha y me cambio, me encamino hasta mi tocador y me arreglo. Tener el cabello listo y hacer mi cuidado para la piel me toma más tiempo de lo previsto.
—¡Mi niña, date prisa y baja a desayunar! —me grita la señora Kim, con cierto desespero en la voz.
Aunque no compartamos lazos de sangre, me ha cuidado desde bebé, es la persona con la que he compartido más tiempo en esta casa. Mi segunda madre. Una dulce señora (aunque a veces puede llegar a dar tanto miedo como el mismísimo diablo) que siempre ha estado pendiente de mis desayunos y comidas, de mis cumpleaños y mis eventos más importantes. Aunque quiero y amo mucho a mis padres, no puedo negar que a causa del trabajo me han hecho más allegada a ella, al punto de quererla más que a ellos dos.
—Maldición, ¿dónde dejé mi teléfono? —me digo a mí misma, cuando recuerdo no haberlo puesto a cargar desde que me desperté.
Miro a ambos lados, por fortuna lo encuentro debajo de las sábanas, una vez teniéndolo salgo de mi habitación y bajo las escaleras.
—Desayuna antes de que baje tu madre —me aconseja la señora Kim—. Ten cuidado con el té, está caliente.
—Sí, gracias —digo, y me apresuró a desayunar.
Aún con el cansancio en mí, como tan deprisa como puedo, luego subo al baño para cepillarme los dientes. Tomo mi mochila que cuelga cerca de la puerta y luego salgo.
Bajando las escaleras me encuentro a mi mamá y a la señora Kim conversando, al parecer esta misma le pide que le dé dos semanas de descanso para ir a ver a sus padres, parece ser que alguno de ellos se encuentra enfermo a causa de la edad. Mi mamá a pesar del cariño que le tiene, se muestra indecisa ante la decisión de dejarla ir, pues no habrá nadie que me cuide en esos días.
La señora Kim cruza miradas conmigo cuando me ve bajar, así que cambia su expresión y me sonríe, al tiempo que se acerca a mí y me dice que me apresure.
—Nos vemos en la noche, mi niña —dice y me da un beso en la mejilla.
Yo sólo asiento, aún un tanto consternada por la conversación de antes.
—Apresúrate, Chaeyoung, tengo que llegar a tiempo al hospital y hoy dijeron que habrá mucho tráfico debido a una huelga —dice ella mientras toma su teléfono y su bolso y se encamina hacia la puerta.
—Sí, mamá. —Apresuro el paso, en la entrada me coloco mis zapatos y luego salgo junto con ella.
Me subo al auto en la parte de atrás y me coloco el cinturón. Por otro lado, ella se queda unos minutos más mandando mensajes de texto y luego arranca el auto. De camino a la escuela no parece que haya una conversación indicada para hablar entre las dos, así que enciende la radio para escuchar las noticias. Cuando al fin llegamos a la escuela, baja el volumen de la radio y se gira para verme.
—Tal vez hoy no venga a la casa, tengo guardia y una reunión a las afueras de Seúl. Quizás regrese pasado mañana, cualquier cosa te llamaré para avisarte, ¿de acuerdo? —me dice, con cierta preocupación en su voz.
—Está bien, no te preocupes, cuídate tú y no manejes si te sientes cansada.
Ella se ríe y luego asiente.
—Recuerda que tu padre llega hoy en la noche. Sal a recibirlo aunque sigas molesta con él, ¿entendiste?
—Lo pensaré —le digo, bromeando.
Ella niega con la cabeza divertida y me extiende su mano para que la tome.
—Te quiero, estudia mucho y come bien.
—Sí, mamá. —Tomo mi mochila y bajo del auto.
Antes de cerrar la puerta medito dos veces si sería correcto decirle sobre la situación que estoy pasando o tan siquiera el castigo que me dieron y el por qué no podré ir hoy a la academia. Tengo una buena relación con ella, pero no sé hasta qué punto puede llegar nuestra confianza para decirle algo como esto, sin embargo, no quiero hacer de este problema un mentira más grande, así que reúno mi valentía y tomo la decisión de decirle.
—Mamá —la llamo, y ella me mira atenta, pues cree que se me ha olvidado algo—. Yo... —Antes de que pueda decir algo, su teléfono suena.
Ella mira la pantalla y de inmediato toma el teléfono.
—Perdón, Chaeyoung, hablamos luego, ¿sí? Es el director y no puedo mantenerlo en espera, además, ya es tarde.
—Sí, claro, lo siento —exclamo, con decepción. Cierro la puerta, al tiempo que doy un paso atrás y la despido desde la ventana agitando mi mano. Ella me sonríe y luego se va.
Bueno, al menos evite una conversación que no sé hasta qué punto me llevaría.
Mientras la veo partir, a lo lejos veo llegar a Mina en su bicicleta. Extraño de alguna manera, podría contar con las manos los estudiantes que llegan así a la escuela y seguramente habría solamente una persona, ella. La gran mayoría viene en autos, sin embargo, descarto de inmediato la idea de que ella haya entrada a esta escuela a base de una beca, pues un auto negro lujoso se estaciona al frente de la entrada y de él baja Kenji, su hermano.
¿Por qué ambos llegan por separado? Como si fueran desconocidos, no obstante, todo el mundo sabe que son hermanos.
Trato de no divagar tanto en esa duda, así que me apresuro a entrar. Tan pronto como llego al salón, Tzuyu ya se encuentra en nuestra mesa. Toco su hombro cuando me acerco a ella y la saludo; ayer cuando regresé al salón después de hablar con los hermanos Myoui, le expliqué sobre la situación que había pasado con Mina y que tendría que ir a la biblioteca después de clases como castigo. Así que, apenas transcurre la mañana, la tarde y llega la hora de salida, me despido de ella y parto rumbo a la biblioteca.
Por suerte el profesor nos dejó salir antes, así que diez minutos antes de la hora me encuentro en la entrada, titubeo si entrar o esperar afuera, pero supongo que la profesora nos esperará adentro.
Justo cuando tomo la manija de la puerta, a mis espaldas escucho fuertes pasos y jadeos, apenas me giro, veo a lo lejos a Mina corriendo a toda prisa. Una vez se encuentra frente a mí, posa sus manos sobre sus muslos y tose mientras intenta recuperar el aliento. Se toma el pecho reincorporándose y luego me mira a los ojos.
—No llego tarde, ¿verdad? —me dice, entre jadeos, no obstante, sus mejillas sonrojadas y su cabello húmedo me dejan muda por un momento.
—N-no, yo también apenas voy llegando —le digo, con timidez.
Esta vez se encuentra con el uniforme del club de natación —lo noto porque el pants azul que lleva puesto tiene el logo del club—, al igual, porta una sudadera naranja por encima y sobre su hombro izquierdo, cuelga su mochila. Tal parece que ha venido corriendo desde el área de las piscinas hasta aquí. Por lo húmedo de su cabello es evidente que acaba de salir del agua (o no tendrá mucho tiempo desde que salió), así que compruebo que su rostro es naturalmente bonito sin maquillaje.
Mina me señala que entremos, así que la sigo. Apenas cruzamos el umbral de la puerta, vemos a la profesora recogiendo libros mientras empuja un carrito que contiene varios libros. Por el sonido de nuestros pasos, levanta la mirada y nos ve, se acerca con lentitud hacia nosotras mientras nos sonríe.
—Pensé que llegarían pasada de las siete —exclama, mientras mira su reloj y luego dice—: Pero es bueno ver que incluso están antes de la hora, veo que están comprometidas con esto —dice satisfecha. Y cómo no, si de esto depende que no llamen a nuestros padres—. Acompáñenme.
Ambas asentimos y después la seguimos.
En el transcurso me doy cuenta que es la primera vez que vengo a la biblioteca, por lo general si necesito estudiar una materia aparte, refuerzo mi conocimiento con un profesor particular, además, nunca hago mis tareas fuera de casa, pero en este caso, ver a uno que otro estudiante haciéndolo en esta tranquilidad y silencio, por alguna extraña razón me motiva a querer venir.
La profesora abre una puerta que nos lleva a una oficina, deja el carrito con los libros afuera y nos invita a pasar.
—No me he presentado formalmente debido a las circunstancias en las que nos hemos encontrado, pero soy la profesora Yoo, encantada de conocerlas —se presenta con cortesía.
—Un gusto, soy Son Chaeyoung —me limito a decir.
—Soy Myoui Mina, de último año —agrega Mina, con simpleza.
—Qué bueno que se presenten, porque nos vamos a ver de aquí hasta finales de clases —menciona, y ambas palidecemos.
No esperaba que este castigo durará un mes, pensé que sólo tendríamos que ayudarla quizás una semana, pero un mes, supongo que tendré que darme de baja en la academia o de lo contrario llamarán a mis padres para saber el motivo de mis faltas.
—Estamos hablando de casi un mes, ¿no podría reducir un poco el tiempo? Pronto tendré mi primera competencia estatal de natación y voy a estar muy ocupada con los entrenamientos —interviene Mina. La idea no le agrada para nada.
—Me parece que ayer dijiste que por la ayuda que les estoy brindando, no era correcto buscar peros, ¿acaso te estás retratando? —La profesora se expresa molesta mientras la mira con el ceño fruncido.
—No, claro que no, pero no esperaba que el castigo interfiriera con mis prácticas —admite Mina, con cierta disconformidad.
—Bueno, ayer lo supiste y aceptaste, así que desde hoy espero verlas aquí a esta misma hora todos los días, ¿de acuerdo?
—¡Sí! —digo de inmediato. Yo soy la más dispuesta para este castigo.
Mina medita todavía por un momento más si contestar o no. Puedo notar que se encuentra entre la espada y la pared; por un lado se encuentra la natación y por el otro, resolver este problema.
—Bueno... Supongo que no tengo de otra —dice al final, poco satisfecha con su propia respuesta.
Suspiro aliviada.
Ha entrado en razón.
—Yo estoy encargada del área de la biblioteca y zona de estudio, así que necesitaré de su ayuda en ambas áreas —comienza diciendo—. En la parte de abajo se encuentran los escritorios y los asientos para estudio y descanso, y en el segundo piso están todas las estanterías con los libros.
—Entendido —decimos en unísono.
—La oficina en donde estamos ahora tiene dos puertas, una que te lleva a la salida y que también es la entrada, y la otra que nos encamina hacia la recepción. Ahí me podrán encontrar, si ocurre algo o necesitan ayuda, siempre pueden recurrir a mí, mientras tanto, en esta zona pueden dejar sus cosas.
Seguimos sus indicaciones y ambas aprovechamos a dejar nuestras mochilas en el armario que hay dentro.
—Por último, les daré quince minutos de tolerancia porque sé que a las siete terminan sus clases y deben de venir desde sus edificios hasta esta área, ni un minuto más ni un minuto menos.
—¿Y si alguien pregunta qué estamos haciendo aquí? Supongo que no le ha dicho a nadie sobre lo qué pasó —comenta Mina.
—Con respecto a eso tengo dos cosas; una, mi hora de llegada aquí es a las seis, antes de esa hora me encuentro dando clases y entre horas doy rondines por la escuela. —Bueno, de eso último ya nos dimos cuenta—. Por lo que sí tienen algo que decirme respecto a esto, deberá ser siempre a este horario, así nos evitamos que alguien más se entere, y dos, si alguien les hace esa pregunta, están haciendo su servicio conmigo, ¿de acuerdo?
Ambas asentimos.
—Aclarado eso, ahora les voy a explicar lo que van a hacer aquí —dice más estricta.
Nos hace una seña con la cabeza para que la acompañemos, así que sin dudar lo hacemos. Mientras nos da un recorrido por la enorme biblioteca, nos explica que las actividades que haremos será simplemente acomodar los libros que queden afuera de los estantes y revisar los que estén en desorden, siguiendo una lista con orden alfabético que tienen y por último, ayudar a los estudiantes a buscar los libros. La escuela tiene un sistema avanzado donde clasifica en qué estantería se encuentra qué libro, pero para eso se necesita ayuda de alguien.
Como la profesora es quién se encarga de la recepción, ella simplemente nos dirá el código del libro y el número de estante para buscarlo y traerlo. Por otra parte, ella misma se encarga de las membresías en caso de prestar libros o requerir de las pequeñas salas para estudio que también se pueden alquilar sin costo, pero sí con anticipación y una lista de espera, sin embargo, nosotras debemos de verificar que después de que se vayan los alumnos, queden las salas en completo orden y que guardemos los libros que utilicen. Al menos de la limpieza no nos debemos preocupar, porque de eso se encargan los conserjes.
—¿Alguna duda hasta aquí?
—¿A qué hora nos podemos ir? —pregunto, ya que debo estar en mi casa justo a la misma hora de llegada que cuando voy a la academia. Necesito al menos hacerle creer a mis padres que todo sigue igual.
—A las nueve, después de esa hora pueden retirarse, yo me quedaré aquí ya que algunos se van hasta medianoche y de igual forma, no hay servicio que termine a esas horas.
—De acuerdo —exclamo, ya con más idea sobre esto.
—¿Algo más? —pregunta con disposición, pero ambas negamos—. Bueno, ya saben lo que tienen que a hacer, dense una vuelta por la zona de estudio y revisen que no hayan dejado libros en los escritorios si es que no hay nadie, en caso de ser así, pasan conmigo y les diré en qué estante van y siguen el orden de su código.
Ambas asentimos y nos disponemos a partir. Antes que nada, Mina corre por uno de los carritos para transportar los libros y luego en silencio iniciamos con el recorrido.
Debo de decir que no estoy del todo de acuerdo con hacer esta actividad, pero por otro lado, prefiero un mes de castigo, antes de venir todas las vacaciones a cursos de verano y tener una extensa plática sobre mi supuesta orientación sexual con mis padres.
—Parece que tenemos muchas cosas qué hacer de aquí hasta inicio de vacaciones —comenta Mina, de repente.
—Sí, y además estas últimas semanas también son los exámenes, no tengo ni idea cómo haré para repartir mi tiempo, mínimo antes de hoy iba a una academia para tomar clases extras y así aprovechaba a también estudiar, ahora tendré que hacer ambas cosas por separado —menciono frustrada.
—Por cierto, hablando de eso, sé que por culpa de mi hermano estamos metidas en esto, así que primeramente me disculpo —exclama arrepentida—. No sé qué demonios pasaba por su cabeza cuando hizo eso.
—Es normal que al ser tu hermano haya querido protegerte, por lo que no lo culpo, finalmente fui yo quién comenzó todo esto —digo avergonzada.
Quiera o no, hablar sobre esto sólo me hace quedar como una tonta que tiene un romance no correspondido con ella y la cual parece que se confiesa cada vez que tiene la oportunidad.
De repente y sin esperarlo, la escucho reírse.
Siento una mano en mi cabeza, que más que en un pequeño contacto brusco, lo hace con suavidad. Luego vuelve a reír. Yo, por otro lado, la miro confundida por su acción, porque aunque me muestro arrepentida y humillada, ella no le toma importancia a que mi confesión nos haya metido en tantos problemas.
—Toma, endulza tus problemas —pronuncia como chiste, aunque no le encuentro nada de gracia.
Veo que lleva una de sus manos al bolsillo de su saco, y de ahí saca lo que parecen ser pequeños dulces rellenos de mermelada. Los conozco bien, porque son muy fan de ellos, pero por desgracia mi mamá no me deja comerlos. Ella toma mi mano y deja caer sobre mi palma dos de ellos.
—¿Qué haces? No podemos comer en la biblioteca —le digo, al ver que abre uno de los sobres y echa el pequeño dulce a su boca.
—¿Quién dice? —menciona sarcásticamente.
—Los profesores...
A pesar de mis palabras, lleva otro dulce a su boca.
—¿Sabes? No entiendo por qué te culpas por haberte me declarado —dice, cambiando de tema—. Ni que fuera una tragedia que yo te gustará, ¿o es porque soy mujer? —pregunta sin rodeos, mientras lentamente le da vuelta al dulce dentro de su boca.
Mi corazón se acelera, y sólo puedo pensar en: ¿debería decirle la verdad? ¿acaso es el momento indicado? Pero simplemente me quedo callada mientras la veo fijamente a los ojos.
Nuevamente se ríe y golpea con su dedo índice mi frente. Me quejo, aunque realmente ni siquiera lo haya sentido, pero por reflejo propio cierro los ojos y llevo mis manos hasta mi frente para cubrirla.
—Vamos, alcanzo a ver una mesa que tiene algunos libros y no veo ninguna mochila, así que seguramente no hay nadie —dice ella, matando el silencio que se había formado entre nosotras.
No espera a que diga nada más, simplemente camina hacia delante, dejándome estática en el mismo lugar. Por mi lado, prefiero seguir mi propio rumbo, así que sólo guardo los dulces que me dio en mi bolsillo.
La tarde concluye así, hasta que el reloj marca las nueve. De este primer día puedo decir que ha sido agotador, pues hay que subir y bajar las escaleras cada vez que recogemos un libro, pues uno nunca sabe si alguien más lo va a necesitar. Y aunque después de una hora fue fácil entender lo que había qué hacer, no diría que para nada es un trabajo sencillo.
Desde ahora voy a ser más comprensiva con los encargados de las bibliotecas.
Por otro lado, después de esa pequeña conversación incómoda que tuve con Mina, no entablamos ninguna más, a excepción de preguntas referentes al servicio. Me pareció extraño, pero de cualquier forma lo agradezco, pues al final de cuentas no quería continuar con esa conversación, más si aún no sé qué responder.
La profesora Yoo nos despide cuando nos ve tomar nuestras mochilas, agitando su mano, nos ve irnos. Aunque me siento tímida al lado de Mina, parece que a ella mi presencia no le causa ni una mínima de sentimiento, más bien, con esa mirada perdida que tiene, simplemente parece estar pensando en cualquier otra cosa que esta extraña relación que estamos formando a causa del servicio.
La miro extrañada cuando se separa de mí y camina hacia el estacionamiento de la escuela, pero no necesito perderla mucho de vista, pues apenas da unos cuantos pasos cuando se detiene en la zona de resguardo de bicicletas, siendo —de hecho— la única ahí. Ella quita con lentitud el candado y guarda el seguro y lo demás en su mochila, luego esta misma la deja en la canasta de su propia bicicleta.
Saca su bicicleta del estacionamiento y vuelve junto a mí. Es la primera y única persona que conozco que viene a esta escuela así, por lo general la mayoría lo traen o lo vienen a buscar en autos. Inclusive a mí, si no fuera porque después de clases camino junto con Tzuyu a la academia, también harían que la señora Kim viniera por mí.
—Cómo puedes irte en bicicleta hasta tu casa —digo, redundante.
—Bueno, existe algo llamado carril de bicicletas y justamente hay por todo Seúl, así que es fácil —exclama, con obviedad.
—Pero cuando vienes a la escuela traes falda.
—Y también traigo un short debajo —concluye, subiéndose a su bicicleta sin el mayor de los problemas—. Además, cuando salgo del entrenamiento, como justo ahora, regreso con el uniforme del club de natación, así que nada me lo impide.
Supongo que me tocará irme sola hasta la academia, pues ahí debo de esperar a que salga Tzuyu y que venga su mamá a buscarnos, no obstante, no tengo problemas con eso, pero por la hora y además del hecho de que nunca me ido sola, ciertamente me da algo de miedo, sin embargo, no me queda de otra. Así que, antes de que ella parta, doy el primer paso, pero tan pronto como lo doy, siento que algo me detiene.
—¿A dónde vas? —me dice Mina, al tiempo que observo que sujeta con su mano la tira de mi mochila—. Sube, te llevaré a tu casa, ¿o acaso vienen por ti?
Ella tiene ese poder de dejar muda a las personas. Nunca espero nada de ella, y no porque ella haya sido mala conmigo o tenga una mala percepción de ella, pero simplemente no hay un vínculo o una obligación que la haga ser buena conmigo o hacer ciertas acciones de esta índole hacia mí. Por eso me sorprende tanto su actitud.
—No, pero... Yo nunca...
—¿Nunca te has subido a una bicicleta? —dice sorprendida.
Niego.
—No es tan aterrador como parece, quiero decir, inclusive los niños las usan —exclama, intentando tranquilizarme—. Vamos, sube. Además, es demasiado tarde para que regreses sola.
Supongo que aunque quiera mantenerme alejada de Mina, siempre alguna situación nos termina juntando, sin embargo, tampoco quiero ser más cercana a ella, pues temo que se entere de que todo esto ha sido una mentira y que en realidad, todo este sacrificio que ha tenido que hacer sobre dejar aún lado la natación, ha sido para nada.
Y ahora que soy consciente, nunca me había puesto a pensar en cómo reaccionaría ante ello. Tal vez ser sincera en este aspecto no me ayude para nada, pero fingir algo que no siento, me hace sentir mal.
—¿Qué pasa? —me dice Mina, al ver que me he quedado pensativa—. No iré tan deprisa, así que no te preocupes.
¿Debería seguir con esta farsa? Aunque no seamos amigas tampoco quiero mentirle. Además, su forma de ser conmigo, siempre hace que me confunda.
¿Me trata bien porque cree que me gusta, o porque ella es así?
—¿O... acaso no quieres ir conmigo? —exclama, con un tono que no puedo diferenciar.
La miro a los ojos sorprendida, a lo que Mina baja de su bicicleta. Ella, sin soltarla, me jala de la mochila para intentar quitármela, tan pronto como lo hace, la acomoda junto con la de ella en la misma canasta.
—Voy a fingir que es por la bicicleta, así que mejor caminemos... Si te vas a pie, supongo que tu casa no debe de estar muy lejos de aquí —menciona, para después empezar a caminar.
Mientras la veo de espalda, observo su cuidada silueta. En fracción de segundos puedo notar la feminidad exudando por donde quiera, con una postura recta y espalda ancha, digna de una nadadora. Es alguien segura, lo noto, aunque aparente ser lo contrario. Con personalidad cálida, y a veces hasta rebelde, se cohíbe como si se retuviera —o lo intentará—.
¿Qué escondes, Mina? Pero, principalmente... ¿por qué te aferras a seguirme?
Un mes, o tal vez menos, nos queda para conocernos. Esta es la primera vez que regresamos juntas, pero de aquí en adelante será algo de día tras día. Aunque no quiero acercarme a ella, porque sé que si entre más la conozco, más la culpa de mentirle me va a carcomer, desde que me confesé frente a ella y su hermano, ya sabía que habría que llevarme esta mentira hasta la tumba. Aunque nunca haya experimentado la farsa, por alguna extraña razón, aunque nada me lo impide, quiero seguir mintiendo.
La veo detenerse al darse cuenta que no la sigo, así que se voltea y me mira confusa, pero tan pronto como sus ojos se encuentran con los míos, me sonríe. La miro por unos segundos más y luego le regreso el gesto. Me encamino hacia ella y después comenzamos nuestro recorrido.
Veamos qué nos depara el destino, porque al final de cuentas ese "me gustas" ya se ha dicho.
Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.
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