♡ Capítulo 1 ♡
C.
Todo comienza en el infernal y tortuoso verano en Corea. La semana de exámenes estaba a la vuelta de la esquina y aunque siempre había sido una persona aplicada y sobresaliente, no era alguien a la que se le daba muy bien el estudio, sin embargo, me esforzaba para no aparentarlo —tanto como podía—. Y aunque podría parecer que ambas cosas iban ligadas la una con la otra, déjenme decirles que en los estudios había todo tipo de personas.
Volviendo al tema, quizás era el irritante calor que había estado haciendo todos estos meses o la pronta llegada de las vacaciones —que significaba proyectos finales y exámenes antes de salir—, que había estado muy estresada y particularmente divagante; tildada por pensamientos banales, constantemente ponía toda mi atención e interés en el gran ventanal a mi izquierda.
Los profesores me conocían y yo a todos ellos, así que, aunque era aparente mi viaje astral en sus horas de clases, ninguno de ellos me había hecho algún llamado de atención por mi comportamiento ausente, aunque cuando escuchaba mi nombre para hacerme una pregunta, para la toma de lista, para levantarme y leer o para pasar al pizarrón, mi mente reaccionaba tan de prisa que pareciese que, a pesar de mostrarme indiferente a mi alrededor (que no fuera a ese ventanal), mis sentidos estaban puestos y directos únicamente a la clase —aunque no fuera verdad—.
Y se preguntarán qué había detrás de ese gran ventanal que lograba distraer incluso a la aplicada Son Chaeyoung, no obstante, la respuesta era más tonta e hilarante de lo que parecía ser, puesto que este lugar que se me había asignado desde el inicio de año al frente, pero al lado de los ventanales, me había permitido ser espectadora a través de los meses de cómo los estudiantes habían rehabilitado el club de natación.
Siendo sincera, inclusive hasta cruel, al inicio su tonto entusiasmo por arreglar las instalaciones me habían dado terribles dolores de cabeza, porque no podía concentrarme por todo el alboroto que armaban. No quería verlos ni en pintura. El ruido que hacían al limpiar la gran piscina y darle mantenimiento al desagüe que la escuela había estado aplazando durante meses —y que los miembros del club lo habían resuelto en menos de tres, cosa que agradecía—, tenían a todo el edificio cerca de ellos con constante molestia y queja.
Si no habían detenido sus actividades era solo porque el nieto del director era parte de ellos, y al parecer incluso a él le hacía ilusión que nuevamente el club fuera abierto.
Mujeres y hombres habían estado trabajando durante sus horas de clases y después de ellas para que su arduo trabajo rindiera frutos tan pronto como fuera posible (y lo lograron). Inclusive recuerdo una vez que regresé por la noche a la escuela para entregar unos reportes que el maestro de Ciencias Exactas me había pedido que le dejará en su oficina, sino fuera por esa vez, tal vez nunca me habría dado cuenta de cuán dedicados estaban a ese club, porque a pesar de la hora y el evidente cansancio, seguían trabajando con gran entusiasmo. A partir de ese momento comencé a empatizar con ellos.
Sin duda alguna, un grave error.
Estudiar en Corea es como tener una jornada laboral, pero sin paga y con muchas, muchas horas extras. Normalmente abandonaba la escuela a las 7 de la noche, para luego ir a una academia particular para aprender inglés y álgebra, y no porque en la escuela no me enseñarán, sino para reforzar mi aprendizaje y poder estar a un nivel superior de lo que mi mismo grado de estudio me exigía.
Nunca tuve tiempo para salir con amigos o para conocer a nuevas personas y ni siquiera pensar en salir con alguien. Todo eso significaba una gran pérdida de tiempo para mí, aunque en el fondo sabía que las veinticuatro horas del día ni siquiera me lo permitían, además, aún tenía que llegar a casa a hacer tarea, bañarme, cenar y dormir. Y luego repetir todo nuevamente. Todos los días.
¿Por qué entonces había cambiado mi actitud tan centralizada y obediente, para ser desperdiciada en un par de estudiantes ruidosos que pasaban todo su día nadando y riendo por cualquier estupidez?
Quizás era por ver la alegría en sus rostros por hacer algo que tanta pasión les causaba y que en el fondo me daba envidia. Quizás por todo el esfuerzo que habían estado poniendo por meses y del cual yo había sido testigo. Quizás porque a pesar de que todos en la escuela parecían muertos por dentro y zombies que comían libros, ellos parecían tener un aura libre y en llamas que los mantenían vivos...
O quizás era por el chico de cabellos negros y ojos grandes y cafés, que había robado mi total atención.
Tanto tiempo observándolo me hizo darme cuenta de muchas cosas. Y me gustaría pensar que solo fue su apariencia lo que me llamó la atención de él —porque así sería más fácil el querer olvidarlo—, pero siendo honesta, era más que eso. Su actitud alegre, su sonrisa sincera, sus buenos modales, su forma cálida al hablar, su atención con la gente, su manera humanizada de ver a los demás, su empatía sincera, su caballerosidad, la amabilidad con la que hablaba y sus profundos ojos cafés que formaban una linda línea recta cuando sonreía, me habían robado el corazón.
Bien dicen por ahí que a los hombres no los hace la barba, sino sus modales. Con él pude confirmarlo.
Mi compañera de mesa y mi única amiga, Tzuyu, había estado notando mi gran interés por ver al club de natación, principalmente cuando los hombres tenían su turno para comenzar a practicar. Así que, aunque me sentía avergonzada por mostrar mis sentimientos, le confesé que un chico del club de natación me llamaba la atención.
A pesar que entre las horas de clases siempre había horas de estudio y no teníamos permitido salir del salón, a menos que no fuera para ir al baño, de alguna forma u otra, con ayuda de Tzuyu, siempre que podía, lograba ir a verlo. Hasta que un día y sin querer, descubrí cuál era su clase (y con ello, supe que era un año mayor que yo), sin embargo, me sentí tan intimidada, que ni siquiera me atreví a subir por las escaleras y caminar por aquel pasillo que lo conectaba.
Tzuyu, mi confidente, siempre pensaba las maneras más ingeniosas para que yo pudiera salir de clases y encontrarme con él —aunque fuera desde lejos—, no obstante, quizás él no era parte de mi destino, pues cada vez que tenía la oportunidad para entablar una plática con él, un grupo de chicas siempre aparecía para robármelo y llevárselo tan lejos que mis ojos siempre lo perdían de vista.
No me consideraba (y no me considero) una persona tímida, pero sí alguien calmada, que solo habla si es que acaso es necesario, y a pesar de eso, yo constantemente tomaba la iniciativa de ir tras él, aunque no supiera ni siquiera cómo se llamaba. Todos los días me debatía para saber si sería correcto acercarme a alguno de sus amigos y preguntar por su nombre, inclusive por su número, pero nuevamente parecía que cruzaba una línea de la cual no sería capaz de enfrentar.
Así es como llego al inicio y a la actualidad, nuevamente...
Todo comienza en el infernal y tortuoso verano en Corea, la semana de exámenes está a la vuelta de la esquina y mi mente se encuentra fuera del salón de clases y puesta en un atractivo muchacho de rasgos únicos. Cada día que transcurre trato de no mirar por el gran ventanal, para así fijar mi total atención a la clase, pero nuevamente mis ojos se desvían a ese lugar: la piscina y el club de natación masculino teniendo una práctica.
Sé que debo ponerle fin a esto lo más pronto posible, y la mejor forma de hacerlo, es solo diciéndole lo que siento y tal vez esperar por llamar su atención y lograr poder conocernos mejor, o ser rechazada completamente —lo cual veo más posible que pase—. Al menos así mi mente tendrá paz y mi corazón calma. Jamás me ha interesado nadie y tampoco me he declarado nunca (por obviedad), pero al menos esta situación me ha mostrado que tan valiente soy para el amor, así que quiero arriesgarlo todo.
—¿Realmente te vas a declarar? —me pregunta Tzuyu, con cierto asombro—. Pensé que querías conocerlo mejor antes de hacerlo.
Ambas mantenemos una conversación mientras caminamos hacia la academia.
Por suerte sus padres dejaron que fuera a la misma academia de estudio que yo, aunque solo compartamos los cursos de inglés, pues ella ha elegido química como materia de estudio y yo álgebra.
—¿Crees que me estoy precipitando mucho? Esto del enamoramiento me hace sentir que ya no pienso con claridad. —Escondo mi rostro entre mis manos—. En mi cabeza solo pienso en confesarme dejándole una carta primero.
—Si te soy sincera, yo tampoco lo sé, así que si quieres hacerlo, cuenta conmigo, te ayudaré... O bueno, haré el intento. —Me da una leve palmada en el hombro.
Bajo mis manos y le regalo una breve sonrisa.
—Sólo estás indecisa, pero aparte de eso, no veo por qué deberías atrasarlo más. Vamos a dejar las cosas a la suerte y esperemos a que todo salga bien —dice ella, está vez más segura.
Tzuyu siempre me muestra apoyo y yo también hago lo mismo con ella, es por eso que tenemos una gran amistad. No hay problemas entre nosotras que no podamos resolver.
—Sólo falta que descubra cómo se llama. En tanto tiempo que lo he estado observando, nunca me he atrevido a preguntarle su nombre. Además, apenas y hemos hablado —exclamo preocupada.
—Después de que te declares seguro que habrá mucho de qué hablar —menciona con cierta gracia—. Por cierto... Dijiste que es un año mayor que tú, ¿no?
—Sí.
Tzuyu guarda silencio un momento y luego, sin previo aviso, se queda pensativa hasta que detiene el paso y me mira alegre.
—¿En qué piensas? —pregunto, porque conociéndola, siempre encuentra las maneras más ingeniosas para que esté cerca de él.
—Tengo un amigo en la academia que también está en su clase... —comienza a decir, pero de inmediato se retracta—: Bueno, no somos amigos como tal, pero siempre ha sido muy atento conmigo, creo que puedo preguntarle a él sobre su nombre.
—¿No pensará que estás interesada en él? —Refiriéndome al chico que me gusta.
—Tienes razón, pero ya se me ocurrirá algo para sonar lo más natural, no te preocupes, déjamelo a mí. —Asiente con la cabeza decidida y luego me señala que continuemos, o a esta paso llegaremos tarde.
—Entonces, lo dejo en tus manos.
—Ya sé... Lo citaré después de clases, porque el maestro de química es muy estricto y si nos atrapa hablando, lo más seguro es que nos saque del salón, es mejor esperar. Además, podrás escuchar tu también —me dice, mientras levanta las cejas.
—Tonta. —Niego con la cabeza divertida.
Al llegar a la academia cada quién parte por su lado, después de una hora nos reencontramos en el pasillo para dirigirnos a nuestra clase de inglés. Pasado el tiempo, al terminar la clase, ambas apresuramos el paso hacia la salida, no pasa mucho tiempo cuando un chico alto, con piel clara y lentes se nos acerca. Tzuyu le sonríe y él le regresa el gesto, así que asumo que es el supuesto "no amigo" del que ella habla.
—Park~Seonbae, ella es Son Chaeyoung —dice Tzuyu, presentándome de inmediato.
—Un gusto —me dice, así que le dedico una pequeña reverencia con la cabeza—. Entonces, ¿de qué querías hablar? —exclama, dirigiendo su atención hacia Tzuyu.
—Estamos considerando entrar al club de natación... —empieza diciendo, y yo asiento siguiéndole el juego—, y sabemos que uno de sus integrantes está en tu mismo salón.
—¿Así que quieres contactarlo?
—¡Sí, exacto! —dice entusiasmada, pero de inmediato baja la intensidad de su voz—. Quiero decir, sí, nos gustaría hablar primero con alguien que esté adentro para saber los requisitos antes de mandar una solicitud. Solo queremos estar informadas.
—¿Sabes cómo se llama? —pregunto inevitablemente—. Para poder llamarlo cuando lo busquemos —digo, tratando de corregir mi error.
—Me gustaría ayudarlas, pero sinceramente no lo recuerdo —exclama, y mis esperanzas ruedan por el suelo—, sé que hay alguien de mi clase que está dentro del club de natación, pero no es una persona que hable mucho o se relacione con el resto.
Qué raro, siempre me pareció un chico muy agradable y sociable. Es difícil no verlo con una sonrisa en el rostro.
—Creo recordar su apellido por el pase de lista, pero será mejor que ustedes vayan personalmente y le pregunten. —Ambas asentimos, a lo que él continúa—: Se apellida Myoui, me parece que viene de Japón. Es lo que he oído, como digo, no es alguien que tenga trato con los demás, así que les sugiero que vayan con otra persona.
No sé cómo tomarme esa sugerencia, pues lo que planeo hacer, será incluso más personal que pedirle informes sobre el club de natación y temo por su reacción, más después de escuchar eso.
—De acuerdo, gracias de todas formas, con eso será suficiente —dice Tzuyu, con la vista puesta en mí.
—Vale, tengan cuidado al regreso —nos dice, al tiempo que nos despide con la mano.
—Por cierto, antes de que te vayas —exclama Tzuyu, haciendo que detenga el paso abruptamente, en cambio yo, la miro confusa—. ¿A qué hora tienen libre, o tengan una hora de estudio? Ya sabes, para poder ir a hablarle.
—Hora libre no tenemos, pero ya saben que está en el club de natación, así que le permiten salir antes y faltar a clases. —Ambas quedamos sorprendidas ante su declaración—. Ya sabes cómo son las escuelas con los deportistas, más si les traen algún trofeo a la institución. —Asentimos, así que él continúa—: Me parece que se marcha como a las cinco.
Genial, dos horas antes de mi salida. Los maestros después de las cuatro comienzan solo a llegar al salón para dejar actividades y ver que estemos realizándolas o estudiando.
—Bien, muchas gracias, hasta mañana —se despide Tzuyu.
—Hasta luego.
Le sonreímos castamente mientras lo vemos irse, sin embargo, tan pronto como él desaparece de nuestra vista, Tzuyu se gira hacia mí en busca de una respuesta.
—Cuando escribas la carta, pon que esperas verlo a las cinco. Así será más seguro que él vaya. —Como siempre, Tzuyu se las ingenia para poder hacer que nos encontremos.
—Sí, eso haré.
—Tenemos su apellido y creo que es lo mejor, teniendo en cuenta que él es mayor que tú, será más apropiado. —Asiento dándole la razón—. ¿Y ahora qué planeas hacer?
—Confesarme, mañana mismo.
—¿Estás segura? Y si es así, ¿qué tienes en mente?
—Lo estoy —le aseguro—. Primero, sé cuál es su clase y su asiento, así que, con su apellido dejaré la carta en su escritorio, después, cuando lea la carta sabrá dónde buscarme, lo citaré en un lugar donde no haya nadie y luego... Luego me confesaré.
—Parece que lo tienes todo planeado —me dice, asombrada por mi pronta respuesta.
—Está inquietud me tiene sin dormir, así que lo he estado pensando todos los días —revelo, ciertamente avergonzada.
—Está bien, Chaeyoung, mañana mismo obtendrás una respuesta, pero si incluso te rechaza, espero...
—No te preocupes, Tzuyu —la interrumpo—, que me rechace no significa que el mundo se vaya a acabar, simplemente seguiré adelante.
Tzuyu me mira aún más asombrada que antes.
—Por eso eres la mejor de la clase, siempre piensas en todo y tienes una solución para todo —menciona riendo, luego me da una palmada en el hombro—. Por ahora, vamos a casa, ya que necesitarás descansar porque mañana será un día largo.
—Sí, muy largo...
Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro