Capítulo 25
La canción Close to You de The carpenters, empezó a sonar desde la radio del vehículo, dulce y suavemente. Parecía estar sonando para ellos. Se habían convertido en una tierna melodía, bien escrita, bien puesta, pero incierta... Sin saber qué ocurriría, como terminaría. Yvonne había conseguido lo que por tanto tiempo había soñado y anhelado. Toda duda fue disipada, solo faltaba eso para saber que era él con quién quería estar el resto de su vida. Él era su paraíso y su mejor lugar. Sin embargo, Caleb no cerró sus ojos ni por equivocación, él aún no salía de trance ni alcanzaba a determinar si eso era realmente cierto. No se movió ni reaccionó como ella esperara a que lo hiciera. Al sentirse vencida, Yvonne abrió lentamente sus ojos al tiempo que se alejaba. Esa mirada incierta del chico a quien creía querer mucho, la destrozó y destruyó toda esperanza de un nuevo comienzo. Quería desaparecer, retroceder el tiempo y no haber hecho nunca lo que hizo. ¡Qué tonta! ¿Cómo es que llegó a pensar que él la quisiera al menos un tercio de lo que quería a Janna? Sintió unas ganas inmensas de llorar.
El taxi se detuvo justo al frente de la residencia. Muerta de vergüenza se bajó por la puerta izquierda a estancadas. Subió las escaleras corriendo sin mirar atrás ni un solo instante. Abrió la puerta a toda velocidad y del mismo modo entró a su habitación. Cerró la puerta con cerrojo, y se echó boca abajo en su cama a llorar. El nunca llegaría a sentir nada, absolutamente nada por ella. El sonido de llamada entrante captó su atención; era Sergio. Se sintió aun peor. Le había traicionado, le había fallado para nada. Retiró la batería de su teléfono y se desconectó del mundo entero. ¿Qué más iba a pasar con ella? Ahora ya no podría ser ni siquiera su amiga, no podía acercarse nunca más a él. Lo había perdido, lo había perdido todo. Las lágrimas no cesaban ni por piedad. Recordó que la última vez que había llorado así, fue cuando su familia se separó. ¿Así de importante era Caleb para ella? Mucho peor.
***
Felizmente le había tocado el turno intermedio, por lo que tenía la oportunidad de no cruzarse ni de chiste con él. No podía darle la cara ni mucho menos explicarse. Aunque bien podía decir que se le pasaron las copas, pero sabía que él no se lo creería. Consultó la hora, ya no le faltaba nada más que cinco minutos para salir. A buena hora. Recibió un mensaje de Rafaela diciéndole que estaba cerca, pero no la veía por ningún lado. Caminó de sección en sección hasta que distinguió sus inigualables botas sobre la rodilla. Guapa y exuberante. Caminó hacia ella y le tocó el hombro.
—Vonni, ¿ya sales?
—Sí, vamos saliendo.
Caminaron hacia la salida del centro comercial, cuando Rafa se detuvo repentinamente.
—Mira... ¿ese no es tu vecino?
Yvonne miró en dirección donde señalaba su amiga. Un salto a su corazón. Caleb estaba a punto de cruzarse con ellas, solo tenía que levantar la cabeza y verlas.
—Ven por aquí. —La jaló hacia los servicios higiénicos. Por poco y la hace caer. Lógicamente la miró de modo extraño.
—¿Qué fue eso?
—Es que...
La chica alta y pelinegra se cruzó de brazos.
—Ni se te ocurra mentirme. No soy tonta Yvonne, sé perfectamente bien que te has enamorado de él, ¿no es así?
Sus ojos almendrados y mirada penetrante la acorralaron. Si no le contaba a ella, ¿a quién más? Bajó la mirada a modo de respuesta.
—Entonces debe ser cierto...
Una mujer de treinta tantos, miró con añoranza las botas de limitada edición de Rafa mientras salía del baño.
—Yo...
—¿Qué ha sucedido que no quieres verlo?
Nuevamente bajó la cabeza avergonzada. Ella solita se había metido en ese enredo. Se tomó su tiempo para decir la verdad, y su amiga esperó pacientemente.
—Lo besé. —Ni siquiera pudo mirarle a la cara.
Ella frunció el ceño y bajó con los hombros. Decepcionada quizás.
—¿Qué? Tú... ¿tú fuiste capaz de hacerle eso a mi hermano?
—Yo... —Al fin se animó a verla a los ojos—. Yo no...
Su sonrisa irónica le provocó escalofríos.
—Parece que finalmente te has creído que eres mucho para él, ¿no es así?
—No digas eso Rafa...
—Rafaela para ti —enfatizó—. ¿Qué pensaste? ¿qué iba a apoyarte mientras le ponías el cuerno a mi hermano? Sí, sé que Sergio no es precisamente el mejor chico del mundo, pero no se merecía esto. Dentro de su torpeza él te quiere, y sobre todo te respeta. Nunca te ha sido infiel, incluso cuando muchas se le han insinuado; y eso lo sabes muy bien.
—Sé que no hice bien, pero...
—Si ya no querías estar con él debiste decirle. ¿Acaso piensas aferrarte a él mientras conquistas al otro?
Sus crudas palabras le hirieron profundamente. Las lágrimas amenazaron con salir, pero tenía que aguantarse porque Rafa odiaba a la gente que estaba en el error y se atrevía a derramar lágrimas de cocodrilo.
—Rafa...
—Te doy hasta hoy para que le cuentes la verdad y termines con él —dijo fríamente mientras se sujetó bien la cartera y salió sin mirar atrás.
Manejó su carro con sepulcral lentitud debido al horrible tráfico de las siete de la noche. De cualquier modo, se sintió culpable, siempre había incentivado entre broma y broma a que su amiga dejara a su hermano, pero no de ese modo. Después de todo eran las mejores cuñadas. Pero sabía que Yvonne ya no era feliz junto a Sergio, hace tiempo que ya no estaba enamorada.
En cuanto llegó fue a la habitación de Sergio. Su fuerte música no le permitía oírle, así que tocó con más fuerza.
—¿Qué sucede? —Finalmente salió con cara de póker—. ¿Qué quieres?
—Por eso te dejan —dijo suspirando.
—¿Qué?
Sin previo aviso lo abrazó brindándole todo el consuelo y apoyo que como hermana mayor podía darle.
—De verdad lo siento tanto por ti.
Sergio se mostró reacio y pensó que había enloquecido.
—¿Qué te pasa? ¿Tienes cáncer?
—Será mejor que vayas cuanto antes y hables con Yvonne. —Lo soltó.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué sucede con ella?
Estaba por responderle, cuando recibió una llamada de Yvonne. Frunció el ceño preguntándose qué estaba pasando.
***
Estaba tan nerviosa como cuando la primera vez que salió con él. Tenían tantos recuerdos juntos, buenos y malos. ¿En qué momento dejó de estar enamorada de él? ¿Fue cuándo conoció a Caleb? ¿o fue antes? Esos sueños que habían tenido juntos, el formar una familia, viajar al extranjero... todo se disolvió en cuanto ella decidió ir a vivir junto a su padre. ¿Fue una mala decisión? De ningún modo, de hecho, fue la mejor.
El sonido de auto de Sergio se fue aproximando hasta que se estacionó frente a ella. Sergio lo presentía, se bajó con la expresión taciturna que le partió el alma. No puedes retroceder Yvonne, no te atrevas. Tragó saliva cuando estuvo a medio metro parado junto a ella. Se miraron a los ojos, y con ese simple gesto, sabían que era el fin.
—Terminemos —dijo definitivamente.
Sergio sintió que se le venía el mundo encima. Las lágrimas que resbalan de los ojos de Yvonne, eran sinceras y llenas de tormento.
—¿Por qué? —se atrevió a preguntar.
Se mordió los labios armándose de valor para decir la verdad.
—Me besé con otro.
Ahora comprendía la actitud de su hermana. Él la perdonaría, pero sabía que Yvonne no buscaba precisamente su perdón. Le dolía perderla, pero sabía qué hace tiempo la había perdido, y lo que más le dolía era que ese don nadie le había ganado, le había ganado a la mejor chica del mundo. No le gustaba perder, mucho menos con él. Pero era tan solo ver como ella lo miraba para preguntarse si algún día lo miró así.
—Con ese tipito del departamento, ¿no es así? —preguntó con un nudo en la garganta, aunque bien sabía la respuesta.
—Sergio...
—¿Tiraste todos estos años por él?
—Él hizo por mí en tan poco tiempo lo que tú no has hecho jamás en tantos años —sollozó.
Su orgullo estaba terriblemente herido que no pudo aguantarse llorar al igual que ella, pero sacó una sonrisa de donde no había nada.
—¿Al menos él siente lo mismo que tú?
En medio de un mar de lágrimas negó con la cabeza. Patética.
—Que te vaya bien Yvonne.
Sus palabras le dolieron en el alma. Su cariño hacia él era sincero.
—Lo siento...
—Créeme que yo lo siento más.
Se miraron con los ojos llorosos dejando atrás tantos recuerdos, dejando atrás a Yvonne y Sergio. Ya no más. Inevitablemente se abrazaron deseándose lo mejor del mundo. Era mejor terminar así, de buena manera. Ninguno de los dos eran malas personas, solo se equivocaron y descubrieron un poco tarde que no eran el uno para el otro.
—Adiós —se despidió él dándole la espalda. Subió a su auto y desapareció en la espesa niebla.
El corazón se le rompió en mil pedazos y lloró con más fuerza. Que sola y desdichada se sentía. Sintiendo débiles sus piernas se dejó caer en cuclillas sobre el pavimento sin dejar de llorar un solo instante. No se dio cuenta que Caleb se aproximaba. Corrió muy preocupado, se inclinó y tomó su mentón obligándola a mirarle.
—Yvonne, ¿qué te sucede?
Su rostro demacrado y desencajado le hincó el corazón. Se veía tan vulnerable que sintió la inmensa necesidad de protegerla. Ella ni siquiera podía emitir una palabra. Se limitó a abrazarla con todas sus fuerzas y consolarla. Se mantuvieron en ese modo por largo rato hasta que ella pudo hablar.
—Sergio y yo terminamos.
Esas palabras le causaron gran revuelto en su interior. Cuando ella le había besado, pese a su sorpresa, no se animó a nada más porque tenía a alguien más, pero ahora al escuchar eso algo cambio... ¿Será que por fin había llegado su momento?
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