Capítulo 19
¿Si le gustaba Caleb? ¿Eso fue lo que preguntó?
Sus redondos ojos se abrieron inciertos frente a la intrigante pregunta de su hermana menor. Pero no era a ella a quien estaba inquieta por responderle, sino a ella misma. ¿Le gustaba Caleb? ¿Sentía más que amistad por él? ¿Por eso se sentía de ese modo? No podía ser así, tenía un novio de muchos años, y estaba enamorada de él.
Caleb, Caleb era... Miró en su dirección para verlo apartarse de la chica de cabello llamativo. La incertidumbre aumentó más y eso la conmocionó hasta el punto de sentir un fuerte dolor en el pecho. Sus pies funcionaron para su bien y la sacaron de esa espantosa escena. Se chocó con varios chicos mientras escapaba; sentía un nudo creciente en su garganta, caliente y desgarrador. Escuchó los pasos firmes de su hermana tras ella, solo quiso apresurarse aún más.
Fuera ya del departamento fue acechada por Nina, puso su mano apretada rudamente sobre su brazo, y sus uñas clavadas en su piel; pero era aún menos doloroso que su dolor emocional.
—¿Entonces acerté? —Su mirada triunfante sobre sus ojos brillantes contrastaban con su sistema sin alma.
En ese momento quiso golpearla y desquitarse con ella por toda la sensación extraña que crecía como fuego ardiente.
—Suéltame —articuló con voz quebrada, apretando su pecho y conteniendo las lágrimas.
—Haces muy mal hermanita —espetó con una sonrisa adivinada en su rostro, sonriendo sin sonreír—. Él vive y muere por Janna, nunca ocuparás su lugar.
Quiso replicar, pero no logró desenredar su lengua. Ni siquiera pudo decirle que se equivocaba, porque tenía razón, y ni siquiera podía hacerlo porque no tenía ningún derecho, mucho menos podía decirle que no le importaba, porque estaría mintiendo.
Nina aflojó el agarre y mirándola con lástima, desapareció metiéndose nuevamente al departamento.
Sola y confundida se quedó en medio de la nada; las lágrimas afloraron una tras una y, quiso escapar, desaparecer, pero no pudo. Demasiadas preguntas para sí. Quiso llamar a Rafa, pero qué le diría, ¿qué estaba confundida respecto a su hermano? Es cierto que ellos no se llevaban tan bien, pero a fin y acabo era su hermano. Pensó en Amarilis, pero era tarde y, tenía un hijo que cuidar. Cuando no supo a quién recurrir, pensó en Caleb... Él había sido su soporte últimamente... ¿En qué momento había empezado a sentirse de ese modo? ¿En qué momento fue?
El sonido de su teléfono la alertó, se trataba de Sergio... Lo último que quería era verle, pero... Tomó la llamada hastiada y, esperó a que él hablara.
—Yvonne, estoy frente a tu edificio, necesitamos hablar.
¿Qué querría decirle? ¿La habrá notado distante?
—Sí.
Iba a confesarle lo que sentía.
Alonso divisó a Nina entrar al departamento; por estar entretenido en saludar a sus amigos, no se dio cuenta del momento en que salió. Lucía extraña y pensativa; estaba seguro que la razón sería el compromiso de su madre.
La muchacha miró disgustada y evidentemente aburrida a su alrededor, también ubicó a Alonso y se aproximó a él.
—Llévame a casa —le ordenó. Se veía tan seria que él casi soltó una risotada.
Alonso bebió con gracia su bebida, y le pasó un brazo por los hombros. Evidentemente, Nina se sobresaltó, mas no lo alejó, sino que escuchó lo que iba a decirle.
—Tranquila, dije que ibas a animarte y así será. —La condujo hacia el resto de chicos que habían hecho una ronda y bebían desmedidamente.
La presentó uno por uno, especialmente los chicos le dieron buena apertura a su círculo y la retaron a beber. Sin embargo, Nina fijó su mirada en Caleb que parecía buscar a alguien en la sala, seguramente a su hermana.
El joven pensó que ya habría llegado y, al no verla, se le hizo extraño, dado que le aseguró su presencia. Saludando a todos a su paso, salió del departamento, ante la mirada atenta de la pelinegra.
Nina quiso ir en su tras, pero Alonso la detuvo creyendo que quería escaparse de la fiesta. Se perdió cuando Caleb fue a buscar a Yvonne a su departamento y no la encontró.
Entonces marcó su número, algo preocupado, ya que no le contestaba. Si la hubiese podido ver, se habría dado cuenta que ella no tenía intención de contestarle, ya que puso en silencio la llamada y escondió el celular en su abrigo mientras subió al auto de Sergio.
—¿Ya estabas durmiendo? —le preguntó su aún novio.
—No —contestó secamente.
El asintió y dio un profundo respiro. No sabía cómo empezar. Desde que Yvonne había dejado su vida cómoda y lujosa, todo había ido mal para su relación. Extrañamente.
El ambiente era tenso para ambos e incómodo. ¿Cómo fue que llegaron hasta ese punto?
—No está funcionando —dijo por fin él.
A ella se le heló el corazón. ¿Iba a terminar con ella? ¿Después de tantos años iban a separarse? Inexplicablemente le pareció un método de escape, un alivio, pero a la misma vez... No se imaginaba sin él, habían pasado tantos momentos juntos, buenos y malos. Casi toda su universidad la pasó junto a él. De pronto se sintió triste y melancólica, él era importante para ella.
—Sergio —susurró.
El clavó su mirada en sus ojos, se veía triste, desesperado y compungido. Le llegó hasta el alma y la conmovió hasta lo más profundo de su ser.
—Te quiero mucho cariño —sollozó—, aún podemos salvar lo nuestro. Aún sientes lo mismo que yo, ¿no es así?
—Sergio... —lo interrumpió. Iba a contarle lo de Caleb, lo que supuestamente empezaba a sentir por él—, yo...
—Sé que estás molesta por mi comportamiento, pero podemos arreglarlo. Tampoco estás exenta de culpa, fue cosa de los dos.
Fuera de su egocentrismo, Sergio tenía razón, e Yvonne aseguraba que él ni siquiera se imaginaba el motivo del por cual ella era culpable, ni siquiera pasaba por su mente el hecho que se hallaba confundida respecto a su vecino.
Viéndolo de ese modo, se compadeció de él; Sergio con su cansina personalidad estaba siendo menos culpable que ella, de hecho, pasó a ser la víctima. Aunque a decir verdad podría ser únicamente una "simple" confusión, y no podía pasar a más. Estaba dispuesta a recuperar su noviazgo con Sergio, no podía dejar que algo incierto la separara de lo que había formado a través de los años. Sergio era su compañero, su amor de siempre.
Es difícil separarse de la persona a la que estás acostumbrada, con la que has compartido muchos años, vivencias, buenos y malos momentos.
Respiró hondo y, aún sin saber si estaba por hacer lo correcto, asintió. Después de todo tenía miedo, miedo de darle a su vida un nuevo sentido, ya eran muchos los cambios que había hecho.
—Sí —dijo tan bajo, quizás deseando impedir que su ser escuche su respuesta—, empecemos nuevamente.
Sergio la abrazó con una sonrisa triunfante; la separó un momento y acercó sus labios sobre los de ella, necesitados y urgentes.
Ese beso no fue como el de siempre, fue más por compromiso, por responsabilidad, no porque lo deseara realmente. Quiso creer que mejoraría cuando la situación cambiara con él. Pero cuando la magia termina, no hay vuelta atrás, no hay latidos rápidos, no hay estremecimiento, no hay nervios y mucho menos ilusión.
Se despidió de su —aún— novio y salió del auto para encontrarse con la mirada taciturna de Caleb. Su corazón tembló, se agitó, y dolió. Estaba tan sumida en su mirada que ni siquiera escuchó el auto de Sergio partiendo. Deseó muy en el fondo que él sintiera, aunque sea una pizca de celos hacia su novio, que le doliera como a ella le había dolido verlo besarse con esa chica de excéntrico cabello.
Caleb se preguntaba si no había ido a la fiesta porque se quedó con su novio. De pronto se sintió extraño, atormentado... La castaña ocasionaba en él extrañas sensaciones, confusas y dolorosas. ¿Por qué al ser besado por su compañera de universidad se la imaginó a ella? ¿Qué le estaba pasando por la cabeza? Cuando ella lo besó, se sorprendió, pero al instante cerró los ojos y se imaginó los labios de Yvonne; pero esa muchacha no era dulce como su castaña vecina, su beso fue vulgar, así que la apartó. ¿Por qué pensaba que Yvonne besaría tiernamente? ¿Por qué de pronto sintió ganas de comprobar sus sospechas? Y al verlo besarse con su novio, fue tan punzante para él. ¿Qué le estaría sucediendo? ¿Acaso había superado ya a Janna? ¿La superó para fijarse en alguien que ya era de alguien más? Imposible, no podía ser de ese modo, en todo caso estaba confundido, Janna era todo para él.
Intentó sonreír cuando Yvonne se aproximó, intentó mostrarse como un amigo, sin confusiones ni pensamientos extraños. Eso a Yvonne le dolió en el alma. Él no estaba celoso para nada, ni siquiera se había inmutado con lo que había visto.
—Lamento no poder haber ido a tu fiesta —dijo intentando sonreír también para camuflar el sentimiento atroz que la embargaba.
—Está bien, no te preocupes —contestó él con las mismas intenciones.
Subieron a su piso intercambiando alguna que otra superficial palabra. De hecho, incómodos y aturdidos.
Cuando ella estaba por entrar a su departamento, Alonso se les acercó.
—Problemas —dijo conmocionado.
—¿Qué sucede? —cuestionó Caleb.
—Es Nina...
—¿Qué sucede con mi hermana? —intervino Yvonne preocupada.
—¿Tu hermana? —Alonso abrió los ojos enormemente.
—Yvonne es la hermana de Nina —explicó Caleb.
—¿Qué sucede con ella? —insistió la castaña.
Alonso no salía de la conmoción. Niña riquilla tenía una hermana que vivía en la residencia de su amigo. Extraño.
—¡Hey! —Caleb le tronó los dedos.
—Ah sí —titubeó rascándose la cabeza.
Entraron al departamento de Caleb. Nina estaba medio muerta, tendida sobre el sofá.
—¿Qué le pasó? —Se alteró su hermana acercándose a ella.
—No sabía que no toleraba el alcohol —contestó Alonso avergonzado.
—¡¿Le diste de beber?!
—Solo una copita...
—Alonso —riñó Caleb.
El teléfono de la pelinegra sonó en medio del estruendo de la música. Yvonne lo atrapó y se quedó estática frente a la pantalla, era su madre.
—¿Quién es? —preguntó Caleb.
—Es mamá.
—Contéstale —dijo Alonso.
Dando un profundo respiro la chica contestó.
—Mamá...
Victoria dudó unos instantes al reconocer a su hija mayor.
—¿Yvonne?
—Mamá, Nina se quedará con nosotros esta noche —explicó atropellando las palabras. Adiós mamá. —Cortó la llamada sin darle tiempo a replicar.
Alonso cargó a su compañera hasta la habitación de Yvonne, aún consternado sin comprender nada. Llegó a pensar que eran medias hermanas, pero al ver a Yvonne tan parecida a la famosa Victoria, supo que no. Luego su amigo Caleb le explicó la situación que atravesaban las hermanas, y le pareció realmente gracioso que incluso rio.
Nina despertó con la bien mentada jaqueca que atormentaba su cabeza. Aún somnolienta reconoció su antigua habitación y, de pronto se sintió melancólica. Su padre se alegró al verla y pensó que había ido a visitarlo, y que por fin había decidido entablar una buena relación con su hermana mayor.
Ambas pensaron en su plan y se pasaron la mañana conversando en secreto sobre el "casual" encuentro que tendrían sus padres en la biblioteca. Y de hecho así lo hicieron, la tarde se prestó para su plan. Nina con la excusa de llevar a su padre a mostrarle su facultad, lo llevó a la biblioteca, y al mismo tiempo le pidió a su madre que le consiguiera un libro de la misma —a lo que a ella le pareció extraño, pero debido a que se encontraba cerca, acudió al pedido—.
Las muchachas se escondieron detrás de las estanterías, mientras fueron testigos del encuentro de sus padres; chocaron sus manos, cómplices y alegres por su acometido. Y después de mucho tiempo se sintieron en familia...
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