Capítulo • 9 •
La tensión en el sector A era un poco más pesada luego de aquel suceso, las miradas desaprobatorias de las personas se posaban siempre que ellos pasaban. Luego de aquel discurso dado por el grupo rebelde, el odio hacia ellos parecía haber incrementado, lo cual significaba cosas malas.
Una vez más habían fracasado. Cuando regresó a la plaza principal se encontró con varios de sus compañeros inconscientes y pocos heridos, no de gravedad, pero lo suficiente para se vieran en desventaja para perseguir aquellos criminales. En verdad que se las habían ingeniado para escapar.
Aunque ese era el tema de menor importancia para él, pues en su cabeza seguía aún procesando el suceso que se dio en el balcón de aquel edificio, donde descubrió que, Dazai Osamu, la persona que le salvó cuando sufrió su accidente, le cuidó durante su recuperación y le ofreció una amistad genuina, era parte del grupo de rebeldes que durante por meses han estado tratando de obtener su captura.
No podía creer que su amigo estuviera involucrado con esas personas, se sentía culpable porque, sin darse cuenta, le estuvo dando información de la Federación a su propio enemigo. Entendía ahora porque el ataque de un sector y actuar en otro le había parecido familiar, pues de ese tema se encontraban hablando Dazai y él hace unos días, nunca se esperó que fuera utilizar esa información para su conveniencia.
Dentro de él se hallaba una explosión de sentimientos y pensamientos. Cualquiera se imaginaría que estaría enfurecido, que iría directamente a su trabajo u hogar para realizar su captura, pues Dazai era un criminal. Sí, esa era una reacción natural, pero estaba muy lejos de que lo estuviera considerando. Estaba asustado, nervioso y confundido, no quería pensar que aquello había sucedido, quería creer de algún modo que todo había sido un malentendido, incluso una paranoia de su mente que se inventó ese suceso, pero por desgracia no era así, lo vivó en carne y hueso. El momento exacto que veía como aquel sujeto se quitaba la máscara y dejaba a la vista el rostro de Dazai se repetía una y otra vez en su mente cuando trataba de convencerse que era un error.
Además de ello, tenía la prueba de los mensajes.
Su cabeza comenzaba a doler de pensarlo tanto, veía una y otra vez su celular, viendo los últimos mensajes que el castaño le había enviado, no tenía el valor para responderle, ni para hacer como si nada hubiese pasado.
Tenía en sus manos la posibilidad de acabar directamente con ese grupo al saber de un integrante, había sido entrenado para cumplir con su trabajo sin importar nada, pero ahora, por alguna razón cuando Shibusawa pidió informes, omitió la parte de Dazai.
No podía ser que su amigo fuera un criminal, los criminales eran malos, pero Dazai no, era una increíble persona, ¿por qué estaba en un lugar así?
Sin embargo, la ley era la ley, y debía cumplir con ella, como Líder de la Federación en Contra del Sentimiento Engañoso que era.
Sacudió su cabeza y siguió con su caminata, vigilando las calles de aquel sector, luego del ataque en la plaza del sector A, habían vuelto a las patrullas rigurosas. Aunque el temor en las personas también había crecido, pues la gente que pasaba era mínima, con suerte se había topado con dos personas en su trabajo.
—¡Woah! ¡Hola, Atsushi-kun! —todo su cuerpo se paralizó al escuchar esa voz aguda, su corazón se alteró con locura y su respiración se detuvo por un momento.
Con lentitud giró hacia sus espaldas, viendo como Dazai se acercaba con calma hacia él, manteniendo esa alegre sonrisa en su rostro.
«¡¿Cómo te atreves a actuar como si nada?!» chilló en sus pensamientos, mientras que el castaño parecía estar como si nada hubiese sucedido. Atsushi sentía como cada uno de sus músculos estaban rígidos ante la tensión de estar con su enemigo.
—Oh, ¿te pasa algo? ¿Comiste algo que te cayó mal o por qué tienes esa cara arrugada? —Dazai llevó su mano a su barbilla, ladeando un poco su cuerpo mientras observaba con detalle el rostro de Atsushi, teniendo una expresión de preocupación por el comportamiento del menor.
Atsushi alzó la mirada, teniendo sus labios apretados y el ceño fruncido, en una expresión que delataba determinación. Aprovechó la cercanía de Dazai y tomó su muñeca para jalarlo, agarro la otra y lo estampó contra la pared más cercana, llevando ambos brazos del castaño a la espalda.
—Quedas arrestado, Dazai-san. —demandó con voz seria, aplicando la suficiente fuerza para tener inmovilizado al castaño.
—A-auch... me estás lastimando, Atsushi. —la expresión seria del menor se borró y dejó una de preocupación, disminuyendo rápidamente la fuerza con la que lo tomaba.
—Lo siento... —se disculpó con pánico el menor, consiguiendo una sonrisa por el castaño.
Empujó su cuerpo hacia atrás, aprovechándose de que Atsushi bajó la guardia y se liberó de su agarre, alertando enseguida al albino. Pero no le dio tiempo de actuar, pues ahora fue Dazai quien le tomó del brazo y lo jaló, empujándolo contra la pared para que él fuera el nuevo acorralado, pues Dazai sostuvo con fuerza las muñecas del menor contra la misma pared.
Atsushi soltó un quejido cuando su espalda golpeó la pared, abrió los ojos y miró el rostro divertido de Dazai, cosa que le hizo hundirse en sus hombros.
—No bajes la guardia, Atsushi-kun, que lo hagas puede ser muy grave para ti. —le aconsejó divertido, para después soltar las manos del menor, alejándose de él para seguir con su camino.
Nakajima se tambaleó un poco, luego de la adrenalina que lo impulsó a querer arrestarlo, ahora no quedaba pizca de eso, dejando tembloroso su cuerpo. Dio un paso hacia adelante para ir tras el castaño, pero solo se quedó ahí.
Jadeó con desesperación, inclinando su cuerpo para recargar sus manos sobre sus rodillas, ¿qué estaba sucediendo? Como líder de la Federación era su deber arrasar con cualquier peligro que atacara la nación, y el peligro era el grupo rebelde. Aunque se sintiera culpable, nada había sido impedimento para que arrestara a los criminales, ¿entonces por qué su cuerpo no quería avanzar para ir tras el mayor?
Dazai detuvo su andar cuando notó que Atsushi no le seguía, giró y vio cómo se encontraba agachado, su comportamiento le hizo sonreír nuevamente, comenzando a regresar a donde el albino estaba.
—No parece que estés bien. —escuchó nuevamente la voz de Osamu, seguidamente su mano se frotó sobre su espalda, como si lo estuviera consolando. Aquella acción relajó su cuerpo y entibió a su corazón. —¡Ya sé! Comer siempre te pone de buen humor, vamos, te invito a comer. —cantó el mayor, tomando el brazo de Atsushi para comenzar a caminar, arrastrando al menor con él.
—¡Espera, Dazai! —Atsushi trató de detenerlo, pero Dazai ya se había hecho la idea y por nada iba a soltarlo. Por más que el menor quiso frenar, su cuerpo obedientemente seguía el paso que el mayor daba, dándose por vencido cuando vio imposible soltarse, dejando que Dazai lo llevara.
—Tachihara estaba desmayado en plena plaza y una paloma defecó oportunamente sobre su cabeza, cuando despertó buscó desesperadamente a cualquier paloma que volase para vengarse.
Las fuertes risas de ambos resonaban en aquel restaurante tras las palabras de Atsushi. Recordaba perfectamente como cuando llegó a la plaza del Sector A, vio como en la cabeza de su compañero tenía algo blanco, para cuando despertó, las risas en él y sus compañeros estaban siendo difícilmente retenidas, tuvo que intervenir para que no peleara con Sigma que se le había escapado un resoplido.
—Parece que las palomas son buenas para apuntar a personas agresivas. —comentó divertido Dazai luego de escuchar aquella anécdota del menor. Parecía que realmente los momentos graciosos se presentaban sin importar la seriedad del trabajo.
—Puede ser, pero la cara que puso había sido tan divertida. —mencionó entre risas Atsushi, sintiéndose en una felicidad extraordinaria, con sus mejillas levemente sonrosadas y una sonrisa grande.
Sin darse cuenta, nuevamente las conversaciones fluyeron entre ellos dos, olvidándose por completo de su trabajo, del de Dazai, olvidándose de quiénes eran y compartiendo un momento entre ellos dos, con anécdotas triviales, comentarios ocurrentes y risas entre ellos dos.
Le gustaba mucho pasar por esos momentos con el mayor, le creaban tranquilidad a su vida tan tormentosa. Alejando los amargos sentimientos de su oficio y dejando en su lugar unos cálidos y amigables, haciéndole estar en una paz reconfortante.
Hasta que recordó la situación de ambos.
Borró su sonrisa y toda su expresión se transformó en una de sorpresa por la facilidad con la que olvidó el hecho de que Dazai era un criminal, ¿¡en qué momento se olvidó de algo tan importante!? Se perdió entre las conversaciones y sentimientos agradables que le hacía sentir Dazai, distrayéndole de su verdadero objetivo.
—¡Argh! —gruñó con desesperación, haciendo que el mayor le mirase sorprendido.
—¿Todo bien? —preguntó con clara intriga.
—¡No, no! Esto no está bien, ¡no me distraigas de mis deberes! —se quejó alterado, provocando otra sonrisa divertida en Dazai. —¡Debo capturarte porque eres un criminal! —sentenció el menor mientras se colocaba de pie y pegaba la mesa con ambas manos.
—Pero también soy tu amigo. —y Atsushi titubeó. —No trataré de convencerte para que no me captures, es tu deber, somos enemigos después de todo. —Dazai se colocó de pie también, dando unos pasos para rodear la mesa y quedar al lado del albino, quien mantenía una mirada molesta, pero aun así tierna a ojos del castaño. —Pero no creas que porque somos amigos dejaré que me arrestes fácilmente, hagámoslo divertido, atrápame si puedes~. —expresó con calma mientras palmeaba su hombro, comenzando a caminar hacia la salida.
Atsushi analizaba las palabras que se le había dicho el castaño, ¿divertido qué? ¡No era para nada divertido! Por ello rápidamente giró hacia sus espaldas, viendo cómo se iba alejando.
—¡Vuelve aquí! —advirtió el albino, pero tan solo habló, vio como el paso de Dazai se apresuraba y salía corriendo del restaurante, haciéndole abrir la boca por la sorpresa.
No se quedó atrás y avanzó hacia la salida para ir tras de él, pero algo lo detuvo. Vio como un señor se interponía entre la salida y su camino, haciéndole confundir.
—No, no. Ese tipo se escapó sin pagar y usted no hará lo mismo, vi que vino con usted, así que tendrá que pagar por él. —y sintió como si una gran piedra se le hubiera echado encima luego de escucharlo. ¡Dazai se había ido sin pagar!
—E-entiendo... puedo pagar después, ahora... —Atsushi trataba de asomarse hacia la entrada tratando de visualizar a Dazai, pero no podía ver nada. Solo escuchó las escandalosas risas del mayor resonar en la calle, seguro divertido porque se hubiera escapado con la suya.
—Ni creas que me comeré ese cuento, me importa un guisante que seas de la Federación, págame. —Atsushi chilló alterado mientras buscaba desesperadamente su propia billetera, tratando de ser lo más rápido posible para evitar que Dazai se le escapara.
Tomó algunos billetes y se le hizo entrega al hombre, importándole poco si daba de más. Una vez que pagó rodeó al señor y saltó hacia la entrada, mirando a sus lados en busca del castaño, sin obtener ninguna pista de él.
—Tiene que ser una broma... —Atsushi llevó su mano a su rostro y la restregó. Realmente Dazai había huido de él.
Pensó con más calma lo que le había dicho, no podía ser cierto que le pareciera divertido arriesgarse de tal modo, no le gustaba lo despreocupado que se veía con el tema. No creyó que su comportamiento seguiría siendo el mismo luego de que le revelara su identidad, quizá pasó por su mente que su siguiente encuentro sería una declaración de guerra por parte del castaño, no una de juego.
Soltó un gran suspiro, no tenía caso que le diera muchas vueltas al asunto, había una cosa clara: tenía que capturar a Dazai. De eso no había duda.
Fue sacado de sus pensamientos al escuchar el sonido de notificación de su celular, lo que le llamó su atención, sacando lo más pronto que pudo el aparato.
<Perdón por dejarte botado sin pagar la cuenta>
<Te lo recompensaré, lo prometo>
Dazai se disculpó por medio de los mensajes de texto, haciéndole encogerse de hombros tras leerlo, sintiendo como su pecho se estremecía por lo mismo. Torció sus labios, dudoso de si estaba bien responder el mensaje, a pesar de que sus dedos temblaban pues quería teclear algo, viéndose impedida por su mente.
<La próxima vez no digas que invitarás...>
Terminó por redactar ese pequeño mensaje, enviándolo inmediatamente. Para cuando su mente se dio cuenta, el mensaje ya había sido recibido.
Se quejó en voz alta, a punto de aventar el aparato lejos de sus manos, pero se detuvo, pues no conseguía nada perdiendo la cabeza, debía mantener la calma y mentalizarse para capturar a Dazai, aun sí era su amigo.
<¡Perdón! ¿Qué te parece una crepa como disculpa>
Vio que Dazai contestó el mensaje, haciéndole sonreír tras leerlo, llenándolo de felicidad.
—¡Demonios! —exclamó al darse cuenta que volvió a bajar la guardia, apagó el celular y lo guardó en su pantalón, lo mejor era distraerse de él.
Tenía que impedir que Dazai siguiera interrumpiendo sus planes, no podía perdonar a un criminal, aun si era su amigo. Motivado con esa idea, comenzó a caminar, en busca del mayor.
Aunque no sería tan fácil como creía...
—¡Ja, ja, ja! No me atrapas~
Escucho la divertida voz de Dazai expresándole eso mientras Atsushi venía persiguiéndolo.
Ese día volvieron a cruzar sus caminos, Dazai inspeccionando la zona mientras Atsushi patrullaba, al encontrarse hubo unos segundos de silencio, para que Dazai saliera disparado lejos del menor, quién tardó un poco en entender que tenía que atraparlo.
—¡No es un juego, Dazai! —gimoteó Atsushi tras el castaño, pues a él no le parecía divertido ir corriendo de calle en calle tratando de atrapar a Dazai.
—¡Pero es tan divertido! —comentó entre risas sin detener el ritmo.
Se sentía como si fueran niños pequeños y estuvieran jugando al policía-ladrón, lo cual era curioso porque los roles le quedaban perfectamente. Solo que, si lo atrapaba, posiblemente no reiniciaría el juego y quizá se metería en problemas.
Pero sabía que eso no sucedería, aun sí Atsushi lograba atraparlo.
Siguió corriendo, mirando de vez en cuando hacia atrás para ver la cara frustrada que ponía el menor al no alcanzarlo, lo cual le parecía curioso, la velocidad con la que corrían no se asemejaba a la que tuvieron la primera vez que Atsushi lo persiguió, pero aun así Atsushi se ponía en desventaja.
Corrió hacia un callejón, con la esperanza de perderlo de vista, pero al ver una pared cerrada, supo que no podría realizar lo planeado. Frenó de golpe al darse cuenta que se trataba de un callejón sin salida, rápidamente iba a dar la vuelta para salir de ahí, pero cuando se giró se sorprendió de que Atsushi le hubiera bloqueado la única salida disponible.
Dazai retrocedió un paso, algo nervioso porque estaba sin escapatoria, lo cual Atsushi sabía. Jadeó con fuerza por todo lo que tuvo que correr, pero finalmente podía sentirse bien al ver que Dazai no tenía modo de huir, acabaría con esto de una vez por todas.
—No lo hagas más complicado, Dazai. —le habló en un tono serio, lo cual iba acorde a la expresión que tenía, siendo una seria donde sus labios se mantenían en línea recta y sus ojos le miraban de forma severa.
Dazai pensó de algún modo en salirse con la suya, en verdad no sentía ningún temor porque el albino lo hubiera acorralado, le desanimaba porque le gustaba huir de él, pero en esa situación, con ese rostro tan deprimente de Atsushi, volvía aburridas las cosas.
Lo bueno sería que el albino cambiara esa desagradable expresión.
Una perversa sonrisa se dibujó en su rostro al recordar algo, aquellos momentos en donde el menor se avergonzaba por los halagos que le decía llegaron a su mente en el momento más oportuno, pues esa podría ser la clave para que pudiera huir.
Hace mucho tiempo que no veía el rostro avergonzado del albino, prefería verlo así en vez de esa mirada seria que le dedicaba en ese momento.
—Vaya, parece que he sido derrotado. —habló con dramatismo, moviendo a un lado su cuerpo con una tristeza fingida, lo cual puso alerta a Atsushi. Le hacía feliz como comenzaba a conocerlo y sabía que sus momentos de dramatismo significaba que tenía un plan.
Y por supuesto que lo tenía. Acortó la distancia hacia el menor, quien no se vio intimidado por ello, esperó a ver si Atsushi atacaba, pero al confirmar que no lo haría tomó su mano, alzándola un poco, haciendo cambiar un poco la expresión del albino, a una confusa, no era la que buscaba.
Atsushi estuvo a punto de apartarlo para proceder a su captura, pero la siguiente acción del mayor lo hizo detenerse. Dazai llevó su mano libre a la barbilla del otro, obligándolo a alzar la mirada para que lo observara, consiguiendo que Atsushi parpadeara un par de veces por la confusión. Seguía sin ser la expresión que quería.
—¿Qué- —fue interrumpido.
—Pero me niego, no quiero que me atrapes con esa mirada tan escalofriante, eres más lindo cuando sonríes, ¿por qué no sonríes para mí, Atsushi-kun? —habló con galantería, mientras frotaba su pulgar contra la piel del menor.
El labio inferior de Atsushi comenzó a temblar mientras sus ojos se abrían completamente, pasmado por las palabras y acciones del mayor. Fue cuestión de segundos para el carmín comenzara a pintar su rostro, consiguiendo una amplia sonrisa en Dazai, esa era la expresión que quería conseguir.
El pánico comenzó a acumularse en su cuerpo, su respiración que se había calmado luego de terminar con la persecución, volvió a alterarse por tan inesperado ataque, al igual que su corazón, brincó tan fuerte, que, de ser alguna caricatura, se habría quedado atascado en su garganta.
¿¡Qué clase de comentario era ese!? ¿¡Por qué lo decía tan de repente!? Toda la determinación que tenía el menor se había ido luego de aquella actitud del mayor, su mente comenzaba a llenarse de preguntas, que Dazai pudo jurar que salía humo de las orejas del menor, quizá su cerebro estaba colapsando.
Mientras tanto, Dazai no podía estar más que satisfecho por provocar esa reacción, había olvidado lo divertido que era poner nervioso a Atsushi. Había dejado atrás aquellos momentos en donde lo molestaba de esa manera, ya que las conversaciones tranquilas que tuvieron en diferentes lados le hacían descartar tales acciones para disfrutar del momento, pero ahora, que hacía todo esto para divertirse con Atsushi, ¿por qué no molestarlo? Dazai adoraba fastidiar a sus amigos, y el albino era su amigo, no sería la excepción a sus bromas. Si las palabras dulces, halagos y él invadiendo su espacio personal hacían que se avergonzara así, serían su nueva estrategia.
—Eeeh, no era eso a lo que me refería, te dije que quería verte sonreír, pero al menos ya no tienes ese rostro feo, eres ahora como un durazno. —y el rojo del rostro de Atsushi incrementó. —Ah, no, más bien un tomate. —dijo burlón.
Alejó su mano del rostro del menor y con su otra mano que sostenía la contraria jaló para tenerlo aún más cerca, empeorando el estado de Atsushi.
—Como no sonreíste entonces no puedes capturarme, lo siento~. —sacó su lengua en señal de burla, para luego tomar el otro brazo de Atsushi y comenzó a girar, aprovechando lo desconcertado que se encontraba el menor y la facilidad con la que su cuerpo se dejó mover, dio varios giros hasta intercambiar de lugar, con él en la salida.
Atsushi tambaleó un poco y terminó apoyándose contra la pared, buscando rápidamente con la mirada a Dazai, cuestionándole con la mirada el porqué había hecho eso, consiguiendo una sonrisa del más alto.
—Nunca establecimos reglas para este juego, así que todo se vale. —expresó divertido, mirando aún el rostro avergonzado y confuso del contrario, sumándole quizá algo mareado por las vueltas que dio, aunque igual no habían sido muchas. —Adiós~. —tarareó mientras alzaba su mano y se despedía, saliendo rápidamente de ese callejón.
Atsushi apretó con fuerza los labios, iba a ir inmediato detrás de él, pero recordó las palabras que se le dijo hace tan solo unos instantes, volviéndolo a avergonzar, a tal punto que terminó llevando sus manos a su rostro para ocultarlo, a pesar de que nadie lo estaba mirando.
Eso había sido jugar sucio, no esperaba que Dazai fuera a atacarle de esa manera, eran enemigos, ¿por qué le diría esas cosas? ¡Solo para distraerle! Pero... antes de que supiera que Dazai era integrante del grupo de rebeldes, también le llegó a halagar de esa manera, ¿entonces podría ser verdad lo que decía? Osamu le estaba dando muchos problemas, no solo de su trabajo, también para su mente.
Palmeó con fuerza sus mejillas para despabilarse de esos vergonzosos pensamientos, su mente no cooperaba al recordar no solo lo que había sucedido ahora, sino las pocas veces que Dazai le molestó de esa manera.
Recordó lo que dijo, realmente Dazai se estaba tomando todo esto como un juego, mencionando incluso reglas, ¿a qué se refería con que todo era válido? Sentía escalofríos de solo pensarlo. Su trabajo no era un juego, los crímenes no era un juego para que Dazai estuviera actuando así.
Escuchó su celular sonar, había recibido un mensaje, no necesitaba pensar mucho para adivinar de quien se trataba, comenzaba a ser una costumbre.
<Aunque avergonzado también te ves lindo.>
—¡Dazai! —chilló aún mucho más avergonzado luego de leer el mensaje, sintiendo como su rostro ardía por aquellas palabras. Al menos no las había dicho en persona, de haber sido así, su pobre corazón no habría aguantado tanto.
Debía de ser una broma que Osamu hiciera estas cosas para poder escapar, era injusto, porque todo lo que dijera Dazai le afectaba de algún modo y si se comportaba así, su trabajo se vería dificultado.
Pero no tenía ni la menor idea de lo que el destino le tenía preparado.
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