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Capítulo • 5 •


—Y entonces cortas así, y listo. —Dazai le mostraba como cortaba una zanahoria a aquel atento chico que miraba detalladamente sus acciones.

Dazai había estado cocinando todos los días sin problema alguno, pero ese día, la mirada curiosa de Atsushi se coló en la cocina, acompañada de un ceño fruncido y unos labios torcidos.

Al principio Dazai quiso ignorar la mirada de Atsushi, pero según avanzaba en su tarea, se estaba volviendo más pesado e incómodo tener a Atsushi así. No le decía nada, como si ni él siquiera supiera que quería conseguir, hasta que Dazai le preguntó si quería que lo ayudase a cocinar, fue esa frase lo que cambió la expresión del menor a una alegre, aceptando casi al instante.

Parece que lo único que quería el menor era ayudarle.

—¿Te quedó claro? —preguntó Dazai luego de hacerle una demostración sobre cómo debía cortar los vegetales. Ver la cara de angustia del menor le hacía creer que quizá no debería de estar sucediendo esto. —Si no te sientes cómodo no tienes porque hacerlo... —sugirió, hundiéndose en sus hombros.

—¡No! Si quiero hacerlo, es solo que ... —sus labios se torcieron. —¿Y si lo hago mal...? —Atsushi se encogió en sus hombros con gran preocupación, haciendo suspirar al mayor.

—Está bien, no tienes porque hacerlo perfecto, cortarlo mal no cambiará su sabor, así que por eso no debes preocuparte, puedes intentarlo si quieres, si no, igual está bien. —le dio la libertad de elegir lo que quería hacer, con que se mantuviera entretenido era más que suficiente para él. —Sólo ten cuidado con el cuchillo si decides cortar.

Se dirigió a la estufa para hervir agua para los fideos. En lo que Atsushi se decidía si cortar o no, él seguiría con lo demás, si al final Atsushi descartaba, no habría estado perdiendo el tiempo en esperar a lo que el menor decidía.

Atsushi miraba el cuchillo y los vegetales que tenía sobre la mesa, tragó pesado y algo temeroso. Tomó un cebollín y lo llevó a la tabla de cortar, recordando cada movimiento que había hecho Dazai cuando cortó aquella zanahoria.

Con cuidado y lentitud comenzó a cortar el vegetal como Dazai lo había hecho, sintiéndose curiosamente emocionado. Siguió cortando hasta que finalizó con aquel cebollín, admiró los trocitos cortados que él mismo había hecho, de algún modo se sentía orgulloso de eso.

Junto con aquella emoción y un poco más relajado siguió cortando los demás vegetales, siendo esta vez unos hongos, luego de haber cortado su primer vegetal se sentía menos tenso, realmente no había sido la gran cosa.

Cuando Dazai terminó de colocar los fideos y de preparar la sartén para la carne se giró en dirección de Atsushi, viendo como realmente se había puesto a cortar. Lleno de curiosidad se acercó al menor, observando como estaba realizando aquella actividad, pero lo que más le llamó la atención fue su mirada llena de entusiasmo, no entendía porque algo tan irrelevante parecía emocionarlo tanto.

Atsushi siguió cortando hasta que se percató de la presencia de Dazai, pegando un pequeño brinco del susto que se llevó al darse cuenta de ello. Dazai solo se rio burlón por su reacción.

—Veo que al final te decidiste por cortarlos, está bien. —Dazai llevó una de sus manos y tomó un trozo de hongo que había cortado Atsushi, analizándolo por unos segundos, cosa que puso nervioso al albino.

Sonrió levemente y miró al menor que le miraba con atención, como si estuviera esperando una calificación por aquel corte, algo que le parecía sumamente gracioso. Alzó su mano libre y la dirigió hacia Atsushi, pero algo lo detuvo.

Vio como el menor se tensó, cerró sus ojos con fuerza y bajó la mirada, en una acción realmente extraña que lo confundió, como si estuviese esperando un golpe. Cosa que era verdad, el cuerpo de Atsushi había actuado sin pensar, aquella acción le trajo recuerdos de cuando Shibusawa le reprendía, castigándole con una bofetada si había hecho algo mal.

Dazai se pensó si debía continuar o no, luego de la reacción del menor le había hecho sentir un poco incomodo. Pero realmente no iba a hacer nada malo, por lo que decidió continuar, mientras que Atsushi esperaba el golpe por posiblemente, lo mal que había cortado los vegetales.

—Bien hecho. —felicitó Dazai mientras dejaba su mano sobre la cabeza de Atsushi, agitando su albino cabello.

Atsushi abrió abruptamente sus ojos debido a la sorpresa que se llevó la acción y palabras del mayor. Alzó su mirada para observar el rostro de Dazai, no había algún rastro de molestia o disgusto por sus acciones, algo que lo tenía muy extrañado.

El tacto de Dazai no denotaba dolor o temor. No era la primera vez que sentía la mano de alguien sobre su cabeza, muchas veces su superior lo hacía para perturbarlo, pero el sentimiento no era siquiera comparable. La calidez amigable que desprendía la mano de Dazai no le traía ningún sentimiento negativo, todo lo contrario, sentía incluso calentar sus mejillas.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —preguntó tímidamente el menor, haciendo referencia al tacto que Dazai realizaba sobre su cabeza. Consiguiendo que este ladeara su propia cabeza hacia un costado, curioso por la pregunta que se le hizo.

—¿Qué es? Hmmm. —se quedó pensando por unos cortos segundos hasta que se le ocurrió una explicación. —Es lo que se hace cuando una persona hace algo bien, se le da palmaditas como recompensa por su buen desempeño, mira. —alzó su mano y palmeó suavemente la cabeza de Atsushi. —Hiciste un buen trabajo cortando los vegetales, buen chico. —siguió mimando su cabeza, aunque el contrario estaba sumamente nervioso por las acciones que realizaban en él.

Su corazón se había agitado excesivamente ante las palabras de Dazai, ¿era normal hacer eso? Nunca en su vida había experimentado una situación similar, era algo que le asustaba. Y a la vez, no quería que se detuviera, lo hacía sentirse feliz, como si por primera vez en su vida, no estuviera haciendo nada malo.

—Lo hiciste muy bien... demasiado bien... tan bien que deberías cortar todos los vegetales. —sugirió malévolamente.

—¡¿Ah?! —Atsushi se sobresaltó por aquella sugerencia del mayor, siendo el limite para que las risas de Dazai salieran.

—Es broma, te ayudaré a cortar algunos vegetales. —agitó más su cabello hasta despeinarlo, causándole más risa al ver la desconcertada cara del menor junto con su cabello completamente enmarañado.

Más que molestarle a Atsushi, le hizo reír de igual manera, aquella acción del mayor le había llenado de mucha felicidad, tanta que terminó desbordándose en forma de risas.

—De todos modos, está bien, después de todo yo fui quien ofreció la ayuda para cortar. —habló un poco más calmado.

—Aun así, ya solo faltan los vegetales, ayudaré para que podamos comer pronto, trabajemos en equipo, Atsushi-kun. —propuso con emoción, a lo que Atsushi pareció fascinarle la idea, pues al instante asintió con alegría.

En unos minutos habían finalizado, simplemente debían esperar a que el estofado adquiriera el sabor de los vegetales que habían añadido.

—Puedo apostar que es la primera vez que te involucras en la preparación de una comida. —habló Dazai mientras buscaba unos tazones en la repisa para servir la comida.

—Nunca había cortado vegetales, nunca había tenido la necesidad de hacerlo. —rio algo nervioso, mientras balanceaba despacio sus pies.

—Me imagino, alguien como tu no tendría tiempo para esto. —Atsushi asintió, dándole la razón a Dazai. Mientras que éste servía la comida con ayuda de un cucharón en ambos tazones, dejando uno frente a Atsushi.

—Si, no esperaba que fuera divertido hacerlo. —no mentía, podría ser una acción irrelevante, pero le había gustado mucho haberlo hecho. Darle un uso diferente a un cuchillo más allá de dañar gente, le gustaba.

—Para muchas personas la cocina es entretenida, para otras tantas un fastidio, me considero del segundo tipo.

—¿¡En serio!? Pero parece ser tan emocionante, ¿por qué te fastidia? —preguntó con gran curiosidad Atsushi mientras meneaba la comida con ayuda de unos palillos, esperando a que se enfriara para poder comer.

—Consume mucho de mi tiempo, siempre que pueda evitar cocinar lo hago, tampoco me considero un gran cocinero.

Atsushi alargó la primera vocal como reacción a la respuesta de Dazai. Antes de hablar, hizo una pausa para tomar un trozo de carne con lo palillos para llevarlo a su boca, sonriendo bobamente mientras masticaba.

—No seas tan duro contigo mismo, a mi me gusta mucho como cocinas, la comida que haces es tan deliciosa. —halagó con completa alegría, teniendo sus mejillas levemente ruborizadas por lo mucho que le gustaba el sabor del Sukiyaki que habían preparado, causando otra risa en el mayor.

—Parece que te gusta mucho la comida. —Dazai imitó la acción de Atsushi, tomando una porción de comida.

—Creo, últimamente es así.

—¿Últimamente?

—Sí. —Atsushi asintió despacio, teniendo su mirada fijada sobre el tazón, mientras con los palillos jugaba con un trozo de zanahoria. —En la Federación siempre nos dan la misma comida: arroz, carne y vegetales hervidos. Si te soy sincero no tienen sabor alguno, desde que estoy aquí he descubierto tantos sabores, comidas muy ricas que ni en sueños me pude haber imaginado, a pesar de que podrían ser los mismos alimentos que comía antes, tienen un sabor completamente diferente, me hace sentir feliz. —Dazai miraba admirado a Atsushi. La manera en cómo se expresó había sido muy nueva, demasiado natural, digna de cualquier ser humano, no de alguien que pertenecía a la Federación.

Parecía alguien completamente diferente a aquel chico que rescató hace más de tres semanas, en verdad que Atsushi cada vez estaba confiando más en él, permitiéndole así conocer un poco más de él.

Estuvo a punto de responderle a Atsushi, pero algo le distrajo; ¿en qué momento la comisura de Atsushi se había manchado de la yema de huevo? Podría ignorarlo, pero el color llamativo le estaba distrayendo, le iba a mencionar al albino sobre aquello para que se limpiara, pero la idea que llegó a su mente le pareció más divertida.

Nunca se esperó que le pareciese divertido las reacciones del menor cuando entraba en pánico o se ponía excesivamente nervioso. Al principio simplemente las dejaba pasar, pero últimamente le parecían muy interesantes, pues en esos momentos el rostro del menor se volvía muy expresivo, ¿cómo actuaría si él mismo limpiara aquella mancha? No podía quedarse con la duda.

Atsushi le miraba curioso por lo repentinamente callado que se encontraba Dazai, éste aprovechó aquella confusión para actuar. Comenzó a acercarse lentamente hacia el menor, alzó su mano con lentitud hacia su dirección, viendo como Nakajima se iba alejando de él, ahora completamente confundido por sus acciones.

—Dazai-san, ¿ocurre al- no pudo finalizar con su pregunta, pues la mano de Osamu se colocó sobre su majilla, sintiendo como su propio corazón se detenía.

Se percató de la profunda mirada que le dedicaba Dazai, cosa que empeoró su propio estado. Sus labios temblaban del nerviosismo y su cuerpo no reaccionaba, su corazón se había vuelto loco al ritmo en que estaba latiendo, Dazai podía estar más que satisfecho al sentir como la mejilla que sostenía se ponía más caliente, adquiriendo un tono carmesí.

—Atsushi... —mencionó con una voz ronca, erizando cada centímetro de su piel, el menor estaba chillando internamente. —¡Tienes una mancha de huevo aquí! —expresó infantilmente, limpiando con su pulgar la comisura del albino. —Ten más cuidado.

Una vez hecha su travesura, se alejó de Atsushi, quien sintió como su alma regresaba a su cuerpo. Alzó su mano y con el dorso de ésta limpio el lugar que había tocado Dazai, mirándole con el ceño fruncido mientras que el mayor se hacía el desentendido.

—Pudiste habérmelo dicho, me asustaste. —hizo un mohín, a lo que Dazai solo rio más, ¿estaría mal molestarlo otro poquito?

—Lo siento, se me fueron las palabras porque me perdí en lo lindo que son tus ojos.

—¡Dazai!

El castaño estalló en risas tan fuertes que su estómago empezaba a doler. Durante sus risas pegaba la mano contra la mesa, mientras que Atsushi gimoteaba de vergüenza por las palabras que se le había dicho.

Tiempo atrás supo que los halagos avergonzaban demasiado al menor, como no quería hacerle sentir incómodo prefería no decirlos, pero en esa situación no pudo evitarlo, verlo removerse sobre la silla mientras balbuceaba era tan divertido.

—Ya, perdona, solo estaba bromeando. —habló entre jadeos una vez las risas se lo permitieron, lo único que recibió fue un puchero de un Atsushi indignado.

Ahora debía calmar las cosas, de lo contrario, Atsushi le castigaría con volverse a cerrar en expresar sus emociones.

—Cuando nos conocimos difícilmente expresabas algo que no fuera la seriedad. —comenzó a hablar, un poco más tranquilo. —Ahora luces más feliz, y eso realmente es muy bueno. No conocías ni tus propios gustos, lo que es muy raro, pero si has descubierto que te gusta la comida, supongo que hace que mi disgusto sobre cocinar disminuya.

En un principio, la amabilidad de Dazai había sido simplemente en conveniencia hacia él y el grupo de rebeldes al que pertenecía, pero según pasaron los días, sería mentira decir que Atsushi le pareciera alguien desagradable, a pesar de los problemas que le dio en un inicio.

El albino miraba asombrado por las palabras que el castaño le dijo, sintiendo nuevamente a su corazón removerse, no de manera inquieta como sucedió hace unos segundos, sino una más relajante, más calidad y amigable. Algo que sin duda borró la molestia y dejó en él un sentimiento acogedor.

—Podría ayudarte a partir de ahora a cocinar, si así disminuye aún más el fastidio que te provoca... —propuso con voz nerviosa, consiguiendo que Dazai sonriera. Parece que realmente ya había olvidado el suceso anterior.

—Claro, puedes ayudarme de aquí hasta que te recuperes. —propuso.

Pero ante esas palabras, la sonrisa de Atsushi se hizo pequeña, volviendo a bajar la mirada, cosa que hizo confundir al mayor.

—Dentro de poco tendré que irme... —la gran mayoría de las heridas de Atsushi estaban completamente sanas, lo único que faltaba era la de su pierna. Pero día tras día, sentía como iba mejorando, podía moverse con mayor facilidad.

—No tienes que irte si no quieres hacerlo. —no necesitaba preguntar para saber que aquella idea entristecía a Atsushi, la expresión en su cara lo decía con claridad.

—Debo de, tengo que regresar a la Federación. —Shibusawa le había dado un margen de tiempo para recuperarse, calculó aproximadamente el tiempo que demoraría en hacerlo, y fue ese tiempo que le dio, el cual estaba llegando a su fin. Si desobedecía sus órdenes, no sólo él saldría perdiendo, podría traerle problemas a Dazai.

Un ambiente que hasta el momento estaba siendo alegre y divertido, había evolucionado a uno más tenso y gris por la cuenta regresiva para que Atsushi regresara a su puesto de trabajo, algo que no quería.

Sin poder detener el tiempo, los días siguieron y siguieron. Hasta que pasaron cinco días.

Aquella tarde relativamente tranquila, Atsushi se encontraba sentado sobre el sofá, extendiendo su pierna izquierda mientras que Dazai quitaba el vendaje que estuvo cubriendo aquella parte, cosa que se llevó relativamente poco.

—Oh, realmente ha sanado por completo, ¡ve! Solo quedó una fea cicatriz. —expresó Dazai con alegría, mirando que la herida en la pierna del menor estaba completamente cerrada y en buen estado.

Atsushi igual miraba con felicidad, no creyó que un disparo así le fuera a tener tantos días en recuperación.

—En verdad ya no hay nada... —expresó con asombro el albino. Moviendo su pierna para verificar si todo estaba bien, cosa que fue totalmente cierto, no había dolor o incomodidad y podía moverla sin problema alguno, todo estaba bien ahora.

—Es bueno que tus heridas ya hayan sanado, ten más cuidado la próxima vez. —Dazai se colocó de pie, observando a Atsushi.

—Lo tendré... —de repente la pequeña sonrisa que tenía en su rostro fue desapareciendo. Sabía lo que debía suceder después, podría hacerlo al día siguiente, pero prefería que fuera lo más pronto posible, pensaba que así sería menos difícil. —Creo que debo irme ya...

—Supongo que sí. —Dazai no lo detendría, no conseguía nada haciendo que se quedara. Si bien no le molestaba la idea, había muchas razones por la cual eso era peligroso.

Atsushi torció sus labios, se sentía extraño otra vez, era una incomodidad que pocas veces experimentó, y todas habían sido desde que estaba en casa de Dazai. No sabía que era, no podría decir que se sentía triste porque anteriormente ese sentimiento lo había expresado, sin ser la necesidad de estar en un escenario deprimente.

Dazai notó una extraña cara en Atsushi, veía como fruncía el entrecejo y apretaba sus labios, como si estuviera discutiendo consigo mismo, algo que no era tan nuevo realmente. Anteriormente podría haberlo dejado pasar por alto, pero al menos una vez, quería saber que sucedía, y que mejor momento, ese día que sería el último en que vería Atsushi.

—¿Sucede algo? —sacó al menor de sus pensamientos y rápidamente se ganó su atención, Atsushi se quedó pensando por unos segundos, sin saber realmente qué responder.

—La verdad... no lo sé, me siento... extraño. —confesó con pena, aumentando la curiosidad del mayor.

Dazai solo suspiró, sonriendo levemente, en verdad que aquel chico a veces parecía un niño, pero le alegraba que, en vez de negarle o ignorarlo, hubiera sido honesto con él.

—Puedo ayudarte a descifrarlo si quieres. —Nakajima le miró asombrado por tan maravillosa propuesta, a lo que de forma inmediata asintió. —Dime, Atsushi, ¿qué es lo que sientes?

—Me siento... inconforme... es una sensación incomoda y extraña, me ayudaste mucho e hiciste muchas cosas por mi mientras estaba herido. Es algo que aprecio, pero a la vez me hace sentir así, como si te debiera algo. —comenzó a relatar todos sus síntomas, expresando con detalle todo lo que sentía en ese momento.

Al finalizar miró a Dazai preocupado por ese sentimiento, pero la suave sonrisa que tenía Dazai le hacía calmarse un poco.

—Ya veo, no es nada grave. —Atsushi prestó atención a sus palabras. —Simplemente tienes la necesidad de agradarme. Es normal cuando una persona hace algo por otra, que ésta quiera agradecerle de algún modo por la acción de esa persona. —explicó el sentimiento que invadía a Atsushi.

—¡Eso es! Yo, ah... has sido muy amable conmigo desde que llegué aquí, ¿puedo agradecerte de alguna forma? —preguntó algo desesperado Atsushi. Quería remediar de alguna manera las posibles molestias que le causó a Dazai y en gratitud por lo servicial que fue con él, pero lo único que recibió fue una negativa de éste mismo.

—No es necesario, no fue ningún problema, además, fue divertido tenerte aquí. La agradable compañía que me diste es más que suficiente, lo tomó como tu gratitud, si quieres que acepte algo de ti.

Atsushi parpadeó sorprendido por las palabras de Dazai, aquel sentimiento que lo traía pensando tanto, evolucionó a uno de felicidad, siendo inevitable que sonriera.

—Para mi también fue divertido... Gracias por todo. —Dazai alzó su mano y palmeó la cabeza de Atsushi, quien cerró sus ojos para disfrutar de la calidez que Dazai le compartía con aquel tacto.

—Gracias a ti por hacer más llevaderos mis días. —ante aquel agradecimiento, las mejillas de Atsushi se calentaron, sintiendo temblar su sonrisa.

—Bueno... yo... debo irme ya... —el mayor quitó su mano de la cabeza, alejándose para darle espacio a Atsushi se levantarse, cosa que no demoró en hacer.

—Entiendo, seguro que tus compañeros deben de estar esperándote.

—Es lo más seguro. —soltó un pesado suspiro. Sería difícil acostumbrarse a sus compañeros apáticos luego de pasar casi un mes con Dazai, pero debía hacerlo, de lo contrario se metería en problemas.

—Te acompaño a la salida entonces. —Atsushi asintió.

El albino tomó las prendas maltratadas de lo que una vez fue su uniforme, para encaminarse hasta la salida, donde Dazai se había dirigido. Comenzaba a sentirse deprimido por su partida, le había agradado mucho pasar sus días al lado del castaño, volver a la monotonía de su vida, no era algo que le entusiasmara.

—En cinco cuadras derecho se encuentra la estación de autobús. —el menor agradeció en voz baja aquella información, esperando a que Dazai abriera la puerta para retirarse, sintiéndose desanimado. —Oh vamos, no pongas esa cara, no necesariamente tiene que ser un adiós.

Atsushi giró con un rostro esperanzado por las palabras de Dazai. Éste regresó a la sala de estar en busca de papel y pluma, cuando lo encontró, comenzó a escribir en la hoja, regresando donde estaba el menor.

—Siéntete con la libertad de llamarme cuando quieras, estaría encantando. —le hizo entrega de un pequeño trozo de papel en donde se encontraba escrito un número telefónico, el cual aceptó el menor.

—Está bien. —habló un poco más animado luego de la acción de Dazai, haciéndole sonreír.

—Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar, fue un gusto conocerte, Atsushi-kun.

Miró con atención el rostro de Dazai, sintiéndose sumamente feliz por sus palabras, por todo lo que vivió en aquellos días. Imitó la sonrisa que el castaño tenía, expresando el sentimiento que ahora lo dominaba: la felicidad.

—Espero lo mismo, sería agradable pasar más momentos contigo... —dio unos pasos hacia la salida, alejándose poco a poco del castaño. —Hasta luego, Dazai-san. —se despidió. Despedida que correspondió el castaño.

Las personas eran desagradables, de sentimientos oscuros e intenciones nefastas, no tenía porque preocuparse en dañarlas si ellas no se preocupaban en dañarlo a él. Eso fue lo que Shibusawa le enseñó y constantemente le repetía, pero durante ese mes, aprendió que no era siempre así, pues Dazai no era alguien desagradable, no podía parecerle así en absoluto.

Después de todo le había ayudado en muchos sentidos. Alguien con las descripciones que Tatsuhiko le había dado, jamás haría algo como lo que el castaño había hecho por él, en realidad, no todas las personas eran así.

En realidad, él tampoco era desagradable.

Esperaba que de verdad volver a cruzarse con Dazai. La felicidad que sintió con él no quería que se extinguiera, tenía la esperanza de que, tal como Dazai lo dijo, volverían a verse.

Sin tener la menor idea de qué manera sus caminos se cruzarían nuevamente. 

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