Capítulo • 35 •
Los labios de Akutagawa se torcieron con notable frustración al escuchar el silencio a través de su celular. Ya había olvidado las veces que había marcado a los números que se le habían dado y ninguno parecía contestar, lo cual podía significar un gran peligro.
Estaban en serios problemas.
Al inicio de aquel día todo parecía ir normal, el día anterior intercambió la información necesaria con el grupo rebelde para planificar el rescate hacia Atsushi, dándole datos como la hora exacta en la que se llevaría la ejecución. Ellos trazaron su plan y él ideó el suyo para poder escaparse del revuelo que se estaba llevando a cabo para ir a hablar con Chuuya.
Incluso a una hora antes de que le ejecución iniciara, había recibido confirmaciones de los demás, sobre que todos estaban listos y seguirían al pie de la letra cada paso que tenían en su plan.
Pero hubo algo que haría que sus planes se vinieran abajo.
Cuando comenzaron a preparar todo para llevarse a Atsushi, hubo unos cortos instantes donde pudo estar con él, le habló, queriendo saber cómo se sentía, sorprendiéndose por lo que obtuvo; una mirada de completa seriedad, sin alguna expresión que se reflejara en su rostro. Era... completamente diferente al día en que se vieron.
Evidentemente no esperaba una expresión alegre o de emoción, pero si una de tristeza e incluso de miedo. Sin embargo, no había nada de ello, era similar a aquel rostro que solía tener hace más de un año, aunque más severo. Que le haya mirado con tanta indiferencia le había creado un mal presentimiento.
Algo había hecho Shibusawa. No solo lo sabía por el comportamiento en el albino, también por la calma escalofriante que tenía su superior, como si supiera que algo bueno para él fuera a pasar. Si comparaba su comportamiento de cuando le informaron sobre que el traidor era Atsushi, la diferencia era enorme. Aquel día por poco pierde la cabeza, la furia y molestia eran palabras suaves para definir el cómo se sentía, pero luego de que hablara con Atsushi, parecía que todos sus pesares se hubiesen esfumado.
Esto sin duda era una trampa, simplemente una farsa para hacer que el grupo rebelde cayera ante ellos. Lo que terminó confirmando su teoría fue el momento en que vio que Shibusawa le hacía entrega a Atsushi de una navaja y simplemente fingía estar esposado.
Debía impedir como fuera que el grupo rebelde viniera, su superior había hecho algo con Nakajima, no sabía exactamente qué, pero no era el mismo que conocían.
Pero por más que llamaba, no contestaban sus llamadas, envió un sinfín de mensajes, pero tampoco eran respondidos, quizá... ya era demasiado tarde para hacerles retroceder. Si no había modo para advertirles que las cosas no estaban bien... quizá, ya habían declarado su propia derrota.
Sentía una gran impotencia por no poder hacer nada, cuando menos se dio cuenta, se encontraba en la plaza del sector A, preparando todo para dar inicio a aquel evento. ¿Realmente se iba a quedar con los brazos cruzados a esperar que el grupo rebelde cayera en la trampa de Shibusawa? Si no podía evitar que ellos vinieran... al menos trataría de cumplir con su parte lo antes posible.
El plan era que, mientras ellos creaban aquel revuelo, él aprovecharía el caos para regresar al sector Rojo e ir por Chuuya. Shibusawa había indicado que todos deberían estar presentes en la ejecución de Atsushi, pues sabía que aparecería el grupo rebelde, entonces todos debían pelear para trabajar, ninguno podía quedarse, era por ello que aprovecharía aquel momento para fugarse.
Pero debido a que, si hacía eso, probablemente terminarían perdiendo, debía traer cuanto antes a Chuuya y ante ello, se le ocurrió un plan que le haría tener varios minutos de ventaja. Por eso, en medio de los preparativos, Akutagawa se acercó hacia su superior, tratando de mantener un rostro serio, no quería levantar sospechas de ningún tipo.
—Shibusawa-san. —lo llamó mientras realizaba una reverencia hacia él, éste alzó una de sus cejas, confundido por tener la presencia del menor.
—¿Qué sucede? —cuestionó a la vez que realizaba un ademán para darle la indicación de que regresara a su altura normal, cosa que no dudó en hacer.
Ryunosuke respiró hondo y soltó todo aquel aire en un suave suspiro, alzando la mirada para verle seguido de sus palabras.
—Sé que sus indicaciones eran que todos nosotros estemos aquí para asegurar la captura del grupo rebelde... Sin embargo, temo porque ellos puedan tomar otra estrategia. —comenzó a hablar con voz neutra, sintiéndose un poco más relajado al ver que el mayor se confundía por ello, viéndose altamente intrigado por sus palabras.
—¿A qué te refieres?
—Pienso que... al igual que usted, ellos pueden saber que esto será una trampa... es fácil deducir que todos estaremos aquí para poder capturarlos, mi inquietud es que tengan el plan de atacar el sector Rojo. Sabiendo que ambas Federaciones están aquí, es muy probable que Atsushi le haya contado sobre esta posibilidad en el pasado. —explicó aquella inquietud que había mencionado, sonriendo interiormente al ver la sorpresa en su rostro, tal parece que Shibusawa no había pensado en esa posibilidad.
—Es peligroso que pueda suceder eso... —pensó en voz alta Tatsuhiko. Sería un gran problema si ellos lograban llegar con el mandatario, no podía permitir que siquiera eso sucediera.
—Si le parece bien, puedo ofrecerme a cuidar el sector Rojo, es obvio que necesitará más hombres aquí al frente porque tratarán de salvar a Atsushi... Pero no podemos permitir que ni una persona ingrese al interior, necesita a alguien fuerte para defender el templo. —pidió, para luego volver a realizar una reverencia, esperaba que accediera a sus palabras, sabía que era una gran preocupación, debía asegurar como fuera que ingresaran. Al no estar disponible Atsushi, mandaría al segundo mejor, que era él.
Tatsuhiko lo pensó por unos segundos, segundos que fueron realmente eternos para Akutagawa, donde por un instante, temió ante una negativa, pero al escucharlo suspirar resignado, supo que tendría una respuesta afirmativa.
—De acuerdo, será mejor que igual tengamos algo de seguridad en el sector Rojo. —Ryunosuke asintió mientras regresaba a su lugar, aliviado por tener la respuesta que quería. —Llévate contigo a Gin para aumentar a aquella seguridad. —ordenó.
Si bien no esperaba que le asignara un compañero, no vio un problema que fuera su hermana. A decir verdad, hubiera sido mejor ir solo pues así no tendría algún problema cuando de salir del templo se tratase, pero al ser su hermana... sabía que lograría hacerla entender.
—Si señor. —fue lo último que dijo para dar media vuelta y dirigirse hacia donde su hermana se encontraba para llevársela tal como había dicho.
En parte, se aliviaba de poder alejar a Gin del peligro. No había mencionado al grupo rebelde que su hermana igual pertenecía a la Federación, dejarla en el peligro era algo que lo inquietaba, pero ese sentimiento desaparecía gracias a que Shibusawa le había confiado la seguridad del sector Rojo a ambos hermanos.
Tras decirle lo sucedido a Gin, ésta no se negó en absoluto y ambos se dirigieron de regreso al templo para asegurar su protección. No quería verse apurado para no levantar sospechas en su hermana, pero no podía evitar sentirse algo ansioso por llegar. Para cuando se fueron del sector A, estaban a minutos de dar inicio la ejecución de Atsushi, por lo consiguiente la entrada del grupo rebelde, debía apresurarse en llegar.
Luego de un indefinido número de minutos habían llegado. Sentía su cuerpo algo tembloroso por lo que tenía que hacer, el temor comenzó a invadir su cuerpo. Tantos años negándose a hacer esto para que al final optara hacerlo para salvar la nación.
Si el nerviosismo y temor comenzaban a incrementar, no fueron suficientes para impedirle avanzar, no podía arrepentirse a estas alturas, no cuando el grupo rebelde había confiado en él. Si bien... quizá la vida de Atsushi ya no corría peligro, la de Dazai sí, y eso sería como la muerte para el albino, así que debía impedirlo.
Porque sabía que... Atsushi hubiera hecho algo similar si fuera su caso.
—Vigila la entrada... veré que todo esté bien con Chuuya-san, ¿de acuerdo? —se dirigió a su hermana menor. Ella le miró por unos segundos y terminó asintiendo, dedicándole una leve sonrisa, sonrisa que él correspondió de la misma manera mientras alzaba su mano y palmeaba su cabeza.
Una vez arreglada esa parte, se dirigió hasta el santuario donde sabía que estaría el mayor, sintiendo como mediante avanzaba, sus piernas comenzaban a temblar, acelerando la velocidad con la que su corazón latía.
Tenía miedo... miedo de fracasar y no solo de no convencer a Nakahara, sino también que, estuviera tan cegado por lo que Shibusawa le enseñó, que terminase por despreciándolo. Ese era posiblemente su mayor miedo, pero nuevamente se repetía que era momento de que él supiera la verdad. Había muchas razones por la que accedió hacer esto, entre ellas apoyar a aquellas personas, cumplir con el plan que ideó Atsushi, pero en especial, era para que Chuuya dejara de creer en mentiras dichas por Shibusawa.
Lo que lo motivaba un poco, era aquellas palabras que Atsushi le había dicho, sobre que sería capaz de convencerlo. Realmente quería creer que lo lograría.
Finalmente había llegado, se encontraba frente aquel santuario donde se encontraría Chuuya. Su respiración nuevamente se vio afectada y sus manos temblaban. Estaba tan nervioso que ni siquiera tenía un orden de cómo decir sus palabras, pero no tenía tiempo para idearlo ahora, justo en este momento deberían estar llegar Dazai y los demás al sector A, debía darse prisa antes de que las cosas tomaran un curso funesto.
Abrió las puertas para entrar, encontrando sobre una silla al mayor quien mantenía un rostro aburrido, cambiando aquella expresión en cuando lo vio llegar. Los labios de Chuuya se curvearon en una sonrisa al ver de quien se trataba, pero esa sonrisa duró muy poco al notar las facciones del menor: sus labios fuertemente apretados, su mirada temblando, su cuerpo rígido y una expresión de nerviosismo y pánico.
Antes de poder decir algo, le vio entrar de manera torpe, algo que rápidamente lo alertó, provocando que se levantara de la silla y acortara su distancia, sin poder evitar que la preocupación se reflejara en su rostro.
Akutagawa no esperaba que su cuerpo se tensara de tal manera, todo rastro de valentía se había esfumado en ese momento. Su cerebro comenzó a sobrecalentarse al no encontrar la manera para empezar, las palabras se quedaron atascadas en su garganta, haciendo que le dificultara respirar.
—¿Estás bien? ¿Sucede algo? —lo que le hizo reaccionar fue la suave voz de su mayor realizando aquellas preguntas con preocupación. Enfocó su mirada en él, percatándose de aquella preocupación.
Nakahara no pudo controlar a su cuerpo, ver en ese estado a Akutagawa le tenía bastante inquieto, pues no tenía ni la menor idea de lo que sucedía para que estuviera en aquellas condiciones, por ello, cuando menos se dio cuenta, sus manos subieron y tomaron con cuidado las del menor, cubriendo sus dedos con los suyos, tratando de tranquilizarlo.
Cosa que realmente estaba funcionando, la calidez que le proporcionaba tranquilizaba a su inquieto corazón, creando en él una seguridad que solo nacía cuando estaba con el mayor. Todo iba a estar bien, era momento para que las cosas se hicieran correctamente. Akutagawa respiró hondamente y movió sus dedos, dándole la indicación a Chuuya para entrelazarlo con los suyos. Acción que no demoró en suceder, donde los dedos de ambos se unieron y aferraron mutuamente.
—Chuuya... hay... hay algo que necesitas saber... —comenzó a hablar, su voz sonó baja y algo temblorosa, cosas que no lograron tranquilizar al mayor.
—¿Qué pasa? —preguntó con gran preocupación.
Ryunosuke se quedó en silencio por unos segundos, buscando las palabras adecuadas para empezar con su explicación. Tantas veces se imaginó diciéndole todo esto a Chuuya y ahora su mente estaba en blanco, empeorando su nerviosismo.
—Desde hace mucho he querido que sepas esto... pero... siempre tuve el miedo de decírtelo, ya que teníamos prohibido hacerlo. He sido bastante cobarde... pero no podemos seguir viviendo así... —Nakahara no estaba entendiendo nada de lo que estaba diciendo y Akutagawa sabía que simplemente estaba vacilando, buscando la manera de alargarlo innecesariamente. Pero incluso a estas alturas... seguía siendo un cobarde. —La nación no es lo que tú crees que es... Está en una situación realmente crítica... siempre ha estado mal, las cosas siempre han estado mal sin que tú estés enterado.
Los párpados del mayor se abrieron con gran sorpresa. A pesar de que había tenido una explicación más detallada, seguía sin comprender a lo que se estaba refiriendo y, por lo tanto, la preocupación seguía invadiendo su cuerpo.
—¿A qué te refieres con eso? ¿El grupo terrorista ha hecho algo grave? —fue esa la conclusión a la que había llegado, pues si las cosas allá afuera estaban mal, sin duda debería ser obra de aquellas personas. Algo que provocó un amargo sentimiento en Akutagawa, lentamente negó con la cabeza, sorprendiendo al mayor.
—No... el verdadero problema no son ellos... de hecho, ellos quieren mejorar la nación. —la sorpresa en Chuuya incrementó por esas palabras, borrando por un momento la preocupación reflejada en su mirada. —Todo este tiempo has sido engañado por Shibusawa... El grupo rebelde no busca atacar a las personas, ni dañar al país... ellos simplemente quieren liberar a la gente del sufrimiento que ha vivido por todos estos años... La Federación no cuidamos como tal a la nación, en cambio somos los causantes de su sufrimiento. Viven aterrados y sometidos por Shibusawa, aquellos que quieran contradecir al gobierno para exigir su libertad, terminan en prisión o incluso pierden la vida. —de forma involuntaria, las manos de Akutagawa apretaron las de Chuuya, quien seguía sin reaccionar por la información que se le estaba dando. —Todas estas atrocidades han sucedido sin que tu sepas, es momento para que te des cuenta de esto y pares con el sufrimiento de las personas.
Nakahara siguió sin reaccionar aun cuando el menor terminó de hablar. Pasaron quizá un minuto y medio para que hubiera movimiento de su parte, parpadeando sorprendido por lo que Akutagawa le había dicho. Respiró hondo y con cuidado alejó sus manos del otro, alzando la derecha para colocarla en la frente contraria.
—¿Qué cosas dices, Ryu? Parece que estás delirando para pensar de esa manera, seguro se debe a la gran carga de trabajo... es imposible que lo que dices sea cierto. —trató de sonar calmado, creyendo que se debía al cansancio que podría tener el menor para decir tales cosas.
Los labios de Akutagawa se apretaron con fuerza, sabía que esto pasaría, no sería tan fácil de convencerlo, pero que creyera ciegamente en lo que Shibusawa le había dicho, le molestaba. Alzó su mano y alejó aquella que se encontraba tocándolo, de manera tosca y sin cuidado, sorprendiendo al mayor nuevamente.
—No es imposible. Shibusawa siempre te dijo que el grupo rebelde dañaba a las personas, pero no es así, es el gobierno quien lo hace. ¿Te has preguntado por qué nosotros nunca podemos informarte nada de nuestras misiones? Tiene sentido que el Líder de la Federación se encargue de informarte directamente a ti, pero no lo hace, ¿sabes por qué? —Chuuya dio un paso hacia atrás, sintiendo como la confusión crecía en él al ver aquel rostro molesto del menor, era uno completamente diferente al que solía tener. Al ver que no recibió respuesta, decidió dársela él, acortando aquel paso que había retrocedido el mayor. —Es porque Shibusawa nos tenía estrictamente prohibido comunicarnos contigo... Ya que él se encargaba de distorsionar toda la información que recolectábamos para que encajara en la realidad que creó para ti... para que siempre estuviera tranquilo y siguieras sus planes... pero las cosas no son así, la nación no es perfecta como siempre has creído, poco a poco se va desmoronando y si no haces nada... alguien que ha deseado tanto la libertad de las personas, morirá.
La mirada de Nakahara titubeó sutilmente, pensando en lo que se le estaba diciendo. Si bien, podía tener sentido, tampoco creía que realmente las cosas fueran así, Shibusawa fue el consejero de Kouyou, él... no lo utilizaría de esa manera.
—Debes estar confundido. —Ryunosuke gruñó ante las palabras de Chuuya. —¿Shibusawa es quien daña a las personas? No tiene ningún sentido. Son los rebeldes quienes han provocado todo esto... ellos son personas malas. —expresó de manera seria, consiguiendo que el menor frunciera el entrecejo.
—¿Crees que ellos son malas personas? —no tardó en recibir un asentimiento por parte de Chuuya. —Eso es porque Shibusawa se encargó de que creyeras eso... pero para las personas allá afuera son su esperanza de obtener su libertad y dejar de sufrir... Dices que son malos, pero conoces a un integrante y sabes que él no es malo. —ante lo último dicho, la expresión de Chuuya cambió por completo. —El traidor de la Federación, quien se unió al grupo rebelde... es Atsushi.
—¿Q-qué? —La boca del mayor se separó por la impresión que invadió su cuerpo al escuchar aquel nombre, ¿por qué razón el líder de la Federación sería el traidor? Esa pregunta no dejaba de resonar en su cabeza.
—Ambos lo conocemos y sabes que él es una buena persona... los dos solían hablar que querían ayudar a las personas, ¿no es verdad? —Nakahara no tuvo manera de responder, pues seguía sin asimilar aquel nombre. —Los dos vivían en el engaño de Shibusawa, la diferencia es que Atsushi se dio cuenta de que lo que estaba haciendo estaba mal, por ello se unió al grupo rebelde para ayudarlos a que tuvieran éxito, pues al hacerlo, acabarían con el sufrimiento de las personas. Si él pudo entenderlo, tú igual puedes hacerlo.
Hizo una pequeña pausa para retomar sus palabras, pero esto no sucedió, ya que el mayor parecía realmente desconcertado por todo lo le estaba diciendo. El rostro sorprendido y sus ojos completamente abiertos, le dejaban en claro que toda esa información lo estaba abrumando, confirmándolo cuando lo vio tambalear un poco.
Rápidamente Akutagawa llevó sus brazos a los hombros contrarios, tratando de darle algún tipo de apoyo, Entendía que todo lo tuviera confundido, después de todo, durante años había vivido esa mentira, que llegara él a decirle todo de golpe, debía ser difícil de digerir. Quizá debía ir más despacio, no quería que se sintiera mal, pero tampoco podía darle mucho tiempo, cada minuto era crucial para los rebeldes.
La respiración en el mayor se había alterado ante todas las palabras que Akutagawa había dicho, sintiéndose levemente mareado por lo mismo. Era tanta información dicha en tan poco tiempo, que su mente no podía procesarla. Pensar en que el menor se encontraba confundido, agotado o incluso alucinando, quedaba a ser una posibilidad muy baja, pues la seguridad en su voz y la determinación que se reflejaba en sus ojos, le quedaba en claro que no se trataba de eso.
Pero... todo lo que le comentaba, contradecía a todo lo que sabía, ¿realmente podía llegar a considerar cierto lo que Akutagawa decía? Una parte de él quería hacerlo, pues no había razón para que le mintiese, pero otra... simplemente le costaba creer que se trataba de un engaño.
—No puede ser cierto eso. —Akutagawa soltó un suspiro pesado al ver que seguía negándose. —No puedo creer que el grupo rebelde sean personas buenas, ellos han estado contaminando a las personas del amor. Alguien que defienda ese terrible sentimiento no puede ser bueno, si la nación está mal, es por culpa del amor.
Nuevamente la frustración se veía reflejada en el rostro del menor, un poco más desesperante por escuchar nuevamente lo que pensaba sobre aquel sentimiento. Las cosas no estaban yendo como quería y ahora con la mención del amor, la terquedad de su superior sería mayor.
"Haz lo que Dazai hizo conmigo... Demuéstrale a Nakahara-san que el amor no es malo, sé que te creerá."
Aquellas palabras dichas por Atsushi llegaron a su mente, realmente... ¿podría conseguirlo? No sabía de qué manera hacerle entender para que comprendiera que aquel sentimiento no era lo que creía saber. Quizá... debería romper con su propio juramento y revelarle sus sentimientos a Chuuya, ya que, de otra manera, no sabía cómo lograrlo.
—También el amor no es lo que piensas que es. —otra vez la sorpresa se mostró en su rostro. Seguidamente frunció el entrecejo, negando a sus palabras.
—Tonterías. ¿Estás diciendo que el amor no es peligroso? ¡Por algo es un crimen! Su conducta es imperdonable, un sentimiento que te enferma hasta la muerte... es de lo que hemos estado protegiendo a la nación.
—¡No es así! —Nakahara respingó por aquella negativa. —No es un sentimiento malo, no causa ningún daño, es todo lo contrario... Por años se ha creído que está mal amar, simplemente porque aquel gobernante no fue correspondido, pero el hecho de que lo estén prohibiendo, es el mayor sufrimiento por el que están pasando las personas. —el mayor volvió a tambalear por esas palabras, negándose rotundamente a aceptarlas.
—Eso es mentira... yo he visto en persona como el amor daña a las personas de formas horribles. —expresó con cierta molestia, refiriéndose a lo que había pasado en su niñez. Pero eso solo incrementó la frustración en el menor.
—Tus padres no murieron a causa del amor... sino fueron asesinados por enamorarse. —el ceño fruncido que tenía se borró por completo, donde su rostro palideció por lo que dijo. —Un sentimiento que crea felicidad cuando es correspondido, que te hace preocuparte de la persona que amas... Eso es lo que esta tonta Federación ha castigado por tantos años, justificándose porque es un sentimiento malo, pero no es así, de serlo, las personas no se enamorarían, pero es algo que no se puede evitar. —su voz que hasta el momento había sido seria y algo desesperante, se tranquilizó un poco, para poder alcanzar al corazón de Nakahara. —Tus padres se enamoraron entre ellos, eran felices juntos y querían lo mejor para el otro... pero el amor está prohibido... Al ser altamente peligrosos para tu educación, no dudaron en asesinarlos, diciéndote que había sido por una enfermedad que no existe, a la que llaman amor erróneamente, pero no es así, el amor no es así. —dio unos pasos para acercarse al mayor, quien parece que otra vez, se estaba abrumando por sus palabras.
—No... no es posible que...
—Recuerda lo que Kouyou te dijo... —Chuuya alzó rápidamente la cabeza, mirando la expresión calmada de Akutagawa, notando la preocupación y desesperación, pero también... notando algunos rastros de cariño. —La nación ha arrastrado problemas por muchos años... Esos problemas son estos, hemos castigado el amor injustamente... por ello, quería que tu cambiaras esto, para parar con el sufrimiento de las personas, esto era a lo que se refería. Tú mismo incluso querías cambiarlo, ¿no lo recuerdas?
Su respiración nuevamente se vio afectada por esas palabras. Pensándolo ahora... realmente eso tenía sentido, si el amor era el problema como Akutagawa lo hacía ver... Aquel sufrimiento que Kouyou le mencionó años atrás, podría ser perfectamente lo que se le estaba diciendo.
—Cuando éramos pequeños... dijiste que querías cambiar esa ley, ¿no recuerdas por qué? —Chuuya comenzaba a entrar en pánico, teniendo un fuerte dolor de cabeza. A pesar de que no recordaba lo que estaba diciendo Akutagawa, era más bien como si su mente se estuviera negando a recordar. Al ver que efectivamente no parecía recordar, el pecho del menor se apretó de forma dolorosa. —Me habías prometido... que lo harías para que pudiéramos estar juntos, porque que-querías que nos casáramos... Inconscientemente sabías que el amor no era malo. —habló sin poder retener el leve rubor en sus mejillas al recordar eso.
Otro ataque de sorpresa sacudió al cuerpo de Chuuya por lo que dijo, liberando finalmente ese recuerdo que su mente quería mantener enterrado.
Lo recuerda. Cuando tenían trece y once años, mientras Akutagawa descansaba de sus entrenamientos, Chuuya le contaba que siempre estarían juntos, sin importar nada del futuro; hablando tontamente, le prometió que cambiaría las cosas para poder contraer matrimonio con el menor y así poder estar juntos para siempre.
Aunque era una broma, Ryunosuke le hizo tomarlo en serio, pues parece que la idea le gustaba. No negaría que él también lo quería, quedándose como una promesa que sellaron con Nakahara besando la mejilla del otro niño.
¿Por qué su mente había bloqueado por completo aquel recuerdo tan importante? Pero no parecía ser el único, pues poco a poco, iba recordando aquellos pequeños huecos en su pasado, recuerdos en su mayoría eran momentos al lado de Akutagawa.
—Deja de decir que el amor es malo o las personas enamoradas son peligrosas... No cuando tú mismo conoces el sentimiento, no cuando ambos lo conocemos.
Chuuya salió de sus pensamientos al escucharlo, dirigiendo su mirada hacia él. Sin saber porque, su corazón se agitó ferozmente, era diferente a como se había alterado hace unos minutos, era el mismo sentimiento que le creaba esa calidez cuando se encontraba con Ryunosuke, pero... de forma más intensa.
El menor respiró hondamente, sintiendo sus manos temblar a la vez que sus mejillas se calentaban. Su corazón le gritaba que avanzara, que demostrara el amor que sentía por él, en otra ocasión hubiera suspirado y reprimir aquel llamado, pero esta vez... decidió seguir.
Aprovechó lo confuso que se encontraba y se acercó a él lo suficiente para que la distancia entre ambos fuera mínima, alzó sus nerviosas manos y las dejó sobre las mejillas del mayor, sintiendo una peculiar emoción por tenerlo tan cerca, tantas veces había fantaseado con esto y finalmente... podría cumplirlo. Cerró sus ojos y se inclinó un poco para alcanzarlo, cortando aún más su distancia, lo suficiente para dejar sus labios sobre los contrarios, empeorando el estado de Chuuya.
Un toque tímido y tembloroso por parte de Akutagawa, temiendo el ser rechazado, pero debido a la sorpresa que impedía una reacción por parte del mayor, pudo disfrutar por unos segundos aquella calidez que le transmitía.
La unión entre sus labios había creado una felicidad tan estremecedora en ambos, se sentía suave y cálido a la vez. Era similar a los besos que compartieron de pequeños, pero el sentimiento era mucho más fuerte y, por lo tanto, aquella alegría. Ambos corazones se encontraban palpitando con fuerza, pero no dolía, todo lo contrario, conseguía calmar aquellos sentimientos negativos que habían nacido tras su discusión, algo que realmente querían que durase para siempre.
Pero cuando Nakahara se vio motivado en empujar su rostro para crear más presión en sus bocas, Akutagawa se alejó, llevando sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo con fuerza, siendo necesario que se encorvara un poco para dejar su frente sobre el hombro de Chuuya, donde el mayor fue capaz de escuchar la pesada respiración del otro.
—Chuuya... yo... yo te amo... estoy enamorado de ti... —aplicó un poco más de fuerza al confesar aquellas palabras que creyó que siempre se quedarían enterradas en su corazón y que hoy, por fin las dejaba salir. —Sé que tú también estás enamorado... solo que has creído que el amor no puede causar toda esta felicidad porque has creído en un concepto equivocado... pero esto es el amor. No puedo permitir que digas que las personas enamoradas son malas, porque tú eres una de ellas. —habló suavemente, sin soltar en algún momento al otro.
Extrañamente, en vez de sentir repudio o enfado por aquellas palabras, una reacción que era normal al saber que alguien tenía esa "enfermedad", ninguno de esos sentimientos se asomó en él, contrariamente, sus labios temblaron en una sonrisa que no fue capaz de contener.
La felicidad que envolvía su cuerpo tras escuchar lo que Akutagawa dijo era tan grande, que le hacía temblar ligeramente. Nunca anteriormente había experimentado una emoción que lo llenara de tanta vida, pero no entendía... ¿por qué debería sentirse tan dichoso por saber que la persona más importante estaba enamorada? El amor era malo... eso es lo que siempre creyó, pero... ¿por qué su corazón no pensaba igual que él? Pues de solo recordar la confesión del menor, le provocaba una calidez regocijante, provocando que ese sentimiento se derritiera en su pecho.
Por simple curiosidad, se dejó llevar por ese sentimiento desconocido al que siempre catalogó como una fuerte amistad y tal parece que estaba equivocado, permitió que le enseñara un poco más. De ese modo, sus brazos se movieron hasta posicionarse en la cintura de Akutagawa, aceptando el abrazo que se le estaba dando, empujándolo sutilmente para tenerlo un poco más cerca de su cuerpo, incrementando la felicidad que sentía.
Sin ser realmente consciente de sus acciones, su nariz se frotó con cariño contra la cabeza del menor, quien se aferró más fuerte a él, sintiendo como su cuerpo temblaba débilmente entre sus brazos. Una acción que enterneció su corazón y le creó un inmenso impulso de besarlo de nuevo, tal como lo había hecho Akutagawa hace unos instantes.
Esto... ¿esto era el amor? Quería seguir creyendo que no, que el amor era un sentimiento peligroso, pero la forma en como su corazón saltaba con tanta alegría, le hacía entender que sus pensamientos estaban equivocados, Akutagawa decía la verdad.
A ello, otro recuerdo se desbloqueó de su mente, unas palabras que había olvidado por completo y que ahora, parecían estar tan claras.
"Chuuya... olvida todo lo que crees saber del amor, sé que te costará creerlo ahora, pero debes saber que no es un sentimiento malo... Sé feliz y enamórate, cuando eso suceda, sabrás que hacer para aliviar a esta nación..."
Esas palabras que Kouyou le dijo en su lecho de muerte, mientras le sonreía y tocaba cariñosamente su mejilla, fue el último mensaje que escuchó de su parte. En su momento no le dio mucha importancia, pues su única familia estaba muriendo frente a él, pero no entiende porque lo olvidó, ¿Cómo fue capaz de olvidar la última voluntad de ella?
Tenía recuerdos vagos de aquel momento, pues Shibusawa siempre le dijo que él no estaba presente cuando Kouyou falleció, contándole otra versión. Pero ahora que dicho recuerdo era tan claro, estaba seguro que eso fue lo que sucedió, Tatsuhiko le había mentido.
Todo este tiempo realmente vivió bajo los engaños de Shibusawa.
Apretó un poco más fuerte aquel cuerpo. Su mente se sentía agotada por todo lo que había sucedido en tan solo esos minutos, pero una parte de él se sentía aliviado de recordar claramente todo lo sucedido. Como su propia tía le había advertido lo que ahora Akutagawa con tanta desesperación le quería hacer entender, pero por alguna razón, había estado ignorando, pues creyó ciegamente en las palabras de Shibusawa.
—Soy un completo idiota... por mi culpa la nación está así... no he cumplido en absoluto las palabras de Kouyou... —su voz tembló, sintiéndose terriblemente mal por haber permitido todo esto.
—No es así, tú siempre has querido lo mejor para las personas, si hay que culpar a alguien, es a Shibusawa... él se encargó de engañarte y hacer sufrir a tus espaldas a las personas, ahora mismo está haciendo algo realmente atroz... debemos detenerlo. —habló suavemente Akutagawa, mientras sus dedos peinaban la coleta de su cabello, tratando de tranquilizarlo.
—No sé cómo... —fue honesto con su respuesta.
El menor se alejó lentamente de él, rompiendo aquel abrazo que tenía. Miró de forma seria a su superior y tomó su mano, dando un paso hacia atrás para darle la indicación de que avanzara.
—Tienes dos opciones... Seguir permitiendo que Shibusawa te manipule y que muchas personas terminen en prisión por amar; incluyéndome, o... —su mano libre subió y la dejó sobre la mejilla del mayor, tocando cuidadosamente la piel de aquella área. —Cambiar para bien esta nación... Debes venir al sector A para que veas con tus propios ojos lo que se está viviendo en los sectores. Solo tú puedes salvarlo... —Chuuya le miró confuso, sin saber a quién se estaba refiriendo. —Atsushi también está enamorado y Shibusawa le ha hecho algo para que lo obedezca ciegamente. Si no lo detenemos ahora, matará a la persona que ama... Eres el único que puede detener esa pelea. —finalizó.
—De acuerdo, llévame con ellos...—terminó asintiendo en afirmación a lo que Akutagawa pedía. Si bien, aún se encontraba dudando sobre lo que estaba sucediendo en el país, permitiría que el menor le enseñase.
Ryunosuke sonrió ante lo que se le dijo, así que, manteniendo el agarre en su mano, salió del santuario mientras guiaba al mayor, caminando por los jardines hacia la salida, evadiendo de cualquier manera a personal del templo o guardias. Serían vistos por las cámaras de todas maneras, debían ganar el tiempo suficiente para llegar. Esperaba que no se hubiese demorado tanto tiempo, temía que las cosas hubiesen salido mal por el tiempo que le costó convencerlo.
Trataba de no pensar en ello, lo importante es que había logrado cumplir con la parte de su misión, con que Chuuya viera por su propia cuenta lo dañada que se encontraba la nación, no correrían peligro. Simplemente rezaba porque nadie estuviese herido de gravedad.
Así avanzaron hasta llegar a la salida, pero había olvidado un pequeño detalle.
—¿Hermano? —ambos frenaron al escuchar la voz de Gin, giraron y vieron como la chica se acercaba a ellos con una expresión confusa al ver que se dirigían hacia la salida del templo. —¿Qué es lo que estás haciendo?
El azabache torció sus labios, tratando de encontrar la manera en cómo podría explicarle, pero tenían el tiempo encima, no podía darse el lujo de detallar toda la situación.
—Estoy llevando al mandatario al sector A. —los ojos de la chica se abrieron en sorpresa, pero ese sentimiento se transformó en preocupación.
—No entiendo... nosotros debemos protegerlo del peligro, ¿por qué lo estás llevando a ese lugar? Sabes que ahí están...
—Lo sé, pero es precisamente lo que quiero que pase. —nuevamente se impresionó por lo que dijo.
—Pero... Si Shibusawa-san se entera... te meterás en problemas y... y... —su voz tembló débilmente, delatando el miedo que siempre existía cuando de su mentor se hablaba. Claramente que su hermano desobedeciera sus órdenes le preocupaba muchísimo.
El mayor de los hermanos suspiró, entendía la preocupación de su hermana, pero esta ocasión, no había porque temer.
—Siempre hemos vivido con el miedo de que Shibusawa nos castigue, y por ello obedecemos sus órdenes despiadadas, aunque no queramos... —Gin apretó sus labios, no protestó, pues tenía completamente la razón, todos en la Federación lo sabían, pero le preocupaba que lo estuviera diciendo tan a la ligera con Chuuya frente a ellos, pues tenían prohibido hablar del tema con el mandatario. —Pero es momento de que eso cambie... No tengo tiempo para explicarte todo, pero confía en mí... Las cosas pueden que cambien a partir de ahora, así que no tienes por qué temer, ya no más.
La mano que tenía libre la subió para acariciar la cabeza de su hermana, quien mantenía una expresión de sorpresa por sus palabras. Parpadeó un par de veces, admirando el rostro determinado de él, realmente parecía estar seguro. Por lo que veía, Chuuya no parecía sorprendido, le daba la impresión de que, quizá él ya sabía toda la verdad, aunque quisiera impedir que fueran, no tendría caso.
—De acuerdo... no sé exactamente que tengas planeado, pero puedes contar conmigo, iré con ustedes. —ahora el sorprendido fue Ryunosuke.
—Pero Gin...
—Corres peligro al regresar al sector A con Chuuya-san, seguramente Shibusawa-san y nuestros superiores se enfadarán porque desobedeciste... Así como no me dejaste sola el día que me reclutaron... yo tampoco quiero que hagas esto tú solo. —expresó decidida, no dejaría que su hermano se adentrara a aquel peligro, no al menos completamente solo.
Akutagawa sonrió levemente por la decisión de Gin. Aunque le preocupaba que ella también sufriera de algún peligro, le creaba cierta seguridad tenerla de su lado, nada debía de salir mal, así que no habría porque preocuparse, era momento de dar fin al infierno que atormentaba a la nación.
Con la compañía de Gin, los tres se dirigieron al sector A, donde la batalla entre la Federación y el grupo rebelde se estaba llevando a cabo. Ryunosuke esperaba que todo estuviera bajo control y en especial... que Atsushi no hubiese cometido alguna locura.
Deberán esperar un poco más para saber lo que será de Dazai y Atsushi uwu
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