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Capítulo • 34 •


El ambiente en el almacén era deprimente y silencioso, ninguna de las personas presentes se atrevía a decir algo, ya sea porque no tenían algo para decir, o porque las palabras simplemente se quedaban atascadas al ver a su compañero; con los codos sobre la mesa, sus manos unidas y la mirada hacia abajo, con una expresión de desesperación.

—Capturaron a Atsushi entonces... —quien tuvo el valor para romper con aquel silencio había sido Kunikida, volviendo más amargo el pesar que se sentía en el ambiente.

—Todo fue mi culpa... no debí dejar que tomara mi lugar... tuvieron que arrestarme a mí, no a él... —expresó Dazai con voz apagada, tras ver como la persona que amaba se sacrificaba por él. Era un suceso que lo había dejado bastante mal.

—Atsushi no iba a permitirlo. Me imagino que él llegó a la conclusión de que, si te llevaban al sector Rojo sería imposible sacarte de ahí incluso con su ayuda, no después de lo sucedido con Oda. La única forma de salvarte era entregándose en tu lugar. —habló con seriedad Ranpo.

Hoy no había risas ni bromas por el amor que sentía Dazai hacia Atsushi, pues su pesar fue contagiado a sus compañeros.

—Aun así... él debió huir... —todavía se negaba a aceptar lo que había sucedido.

—Pienso que, de haber huido, lo hubieran encontrado fácilmente, debido a que tienen muy controlados a los integrantes de la federación, si él hubiera escapado, ambos hubieran terminado en la misma situación. Al menos tu lograste salir de eso. —las palabras de Ango no le servían en absoluto, prefería mil veces haber sido él quien estuviese arrestado ahora en vez de Atsushi, aun sí lo que decía el otro era cierto.

—Lo que más me preocupa es la facilidad con la que la antigua Federación dio con Dazai, no sabemos cuánto tiempo han estado investigando, pero como para que Atsushi no lo hubiese notado, pienso que llevan relativamente poco en libertad. —Katai habló algo nervioso.

Entendían todo el sentimiento de Tayama, todos igual se encontraban algo angustiados por la liberación de la antigua Federación. Si bien Atsushi les advirtió lo peligrosa que era, no creyeron que llegaran a ese nivel de hallar por cuenta propia a un integrante del grupo rebelde sin siquiera haberse enfrentado a ellos anteriormente.

Ahora sin el albino quien los ayudara con la información del sector Rojo, claramente quedaban en desventaja contra Fyodor y sus hombres. Pero, aunque fuera un problema realmente grave, estaban más preocupados por lo que sucedería con Atsushi.

—¿Qué es lo que haremos? —preguntó con angustia Kenji, mirando a sus compañeros quienes no sabían exactamente qué hacer.

—Lo salvaré... sea como sea. No permitiré que lo maten. —Dazai se expresó con determinación, mientras se colocaba de pie y alzaba la mirada, mostrando aquel sentimiento en su rostro.

—Es muy arriesgado, ni siquiera sabemos si sigue vivo ahora, debes pensar con la mente en frío. —Ango le regañó, creando una molestia en el pecho del castaño por sus palabras, pero antes de poder responderle, escucharon algo en el exterior.

Ango y Dazai callaron al instante, todos giraron hacia la entrada de donde provenía aquel sonido, extrañando a cada uno de ellos. Estaban los diez integrantes del grupo rebelde ahí, nadie más que ellos conocían la ubicación de su fase secreta, más que Atsushi, creer que era el albino llenó sus cuerpos de ilusión y emoción. Sentimientos que se borraron al completo al ver una persona completamente diferente y lo único que compartía era el uniforme de la Federación.

Rápidamente ellos se pusieron a la defensiva: Oda, Yosano, Kunikida y Junichiro tomaron en sus manos armas y apuntaron hacia aquella persona. Mientras que Katai, Naomi y Kenji se asustaban al ver un oficial invadiendo la base del grupo rebelde, Ango y Ranpo creyeron que finalmente habían torturado lo suficiente a Atsushi para conseguir información. Solo Dazai, pareció estar relativamente tranquilo al ver a aquella persona.

—Tranquilos... no vengo a arrestarlos ni nada de eso. —Akutagawa alzó sus manos para hacerles saber que no les haría daño, pero no parecía convencerlos.

—¿Cómo es que llegaste aquí? —preguntó con seriedad Doppo, sin apartar el arma de aquel joven. Éste tenía una expresión neutra en su cara, respiró hondo y soltó un suspiro.

—Vengo de parte de Atsushi... él me dijo su ubicación. —se sorprendieron al escuchar aquellas palabras, pero seguían sin bajar la guardia, pues ahora la teoría de Ango y Ranpo pasaba por las mentes de los demás.

—¿Lo torturaron hasta sacar esa información? —quien habló había sido Tanizaki, teniendo una mirada molestia hacia aquel oficial. Él al compartir la misma edad que Atsushi fue inevitable que se llevaran bien y diera el inicio de una amistad, claramente le preocupaba el albino y le enfadaba la posibilidad de su tortura.

Ryunosuke apretó sus labios, parece que todos aquí se encontraba enfadados y preocupados por la captura de Atsushi. Con solo verlos, podía ver la gran diferencia que había entre la Federación y el grupo rebelde.

—No. Él me lo dijo por su propia cuenta... Me pidió que me uniera a ustedes y los ayudara, por eso estoy aquí.

—¿Eh? —más de uno se extrañó por aquella información dada, bajando solo por un instante la guardia.

—¿Cómo sabemos que no lo estás diciendo para que nos fiemos de ti? —pero Ango seguía sin estar convencido. Podía dejar pasar que Atsushi fuera una buena persona, pues con solo verla podía notar la amabilidad que poseía, pero aquella persona... su rostro serio y ceño fruncido no le daba una buena sensación.

Torció sus labios con cierta frustración ante la desconfianza y terquedad que expresaban, pero entendía porque estaban tan a la defensiva, no debía perder la calma a un sí su comportamiento le desesperaba. No era bueno tratando con las personas, a diferencia de Atsushi, él no se consideraba una buena persona, pero quería serlo a partir de ahora y cumplir con la voluntad que le había dejado el albino.

—Yo no apoyo a la Federación. No estoy de acuerdo en la manera en que el gobierno ha sometido a la nación, y además... —bajó la mirada, apretando con fuerza sus labios, creando suspenso en los demás. —Atsushi es mi amigo.

Ante eso último, los labios de Dazai se separaron ligeramente. Recuerda haber visto a aquel chico llegar con Atsushi el día que fue capturado, pero no solo por eso se sorprendía, sino también porque tiempo atrás, el albino le contó de alguien.

—¿Eres Akutagawa? —Dazai se dirigió hacia el azabache, éste giró hacia él y lo miró por unos instantes, recordando de igual manera que el castaño era aquella persona por la cual Atsushi se sacrificó, éste terminó asintiendo en afirmación a su pregunta.

Hace un tiempo, Atsushi le contó a Dazai que había un compañero suyo con el que comenzaba a llevarse bien. Le dijo también que tenía ideas similares a las suyas, que por ello habían llegado a crear aquella amistad que mencionó Akutagawa.

Dazai sonrió levemente, realizó un ademán a sus compañeros para que se relajara. Algo dudosos, terminaron accediendo, pero, aunque retiraran las armas, estarían a la defensiva en todo momento.

—Confío en ti... Atsushi me ha hablado de ti un par de veces, si eres su amigo, entiendo que te haya contado esto. —Akutagawa se sintió más relajado al ver que al menos uno de ellos parecía estar tranquilo con su presencia ahí. —Él... ¿él como está...? —La voz de Dazai tembló al querer comunicar aquella pregunta, sintiendo como su pecho se oprimía al ver la expresión de tristeza en el menor.

—Está bien... por el momento, sigue vivo. —con solo saber que se mantenía con vida fue suficiente para que Dazai soltara un gran suspiro. Luego de las palabras dichas por Ango, su mente no había dejado de atormentarlo con esa idea. —Hoy en la noche será juzgado por Shibusawa, pero por solo la traición al gobierno, se ha ganado la pena de muerte... será ejecutado públicamente pasado mañana. —informó.

Tan pronto dijo aquello, Dazai giró hacia Kunikida, mirándolo desesperadamente. Entendía que quería decir con su simple mirada, que llevaran a cabo una ejecución pública hacia que tuvieran una oportunidad perfecta para salvarlo.

—Si no lo salvamos en ese momento, él... él... —Dazai titubeó.

—Mi presencia aquí es impedir que lo salven. —todos se sorprendieron ante las palabras de Akutagawa, en especial Dazai quien miraba con dolor al otro. —Él no quiere que se presenten, pues seguramente sea utilizado como un anzuelo para que ustedes vayan, Atsushi me pidió que los detuviera de cualquier intento de rescate. —expresó aquella petición que le había hecho el albino, empeorando el estado en cada uno de ellos, quienes comenzaban a preguntarse si era la mejor decisión. —Pero...

Akutagawa empuñó con fuerza sus manos, sintiendo ligeramente como su cuerpo temblaba, captando la atención de cada uno de ellos tanto por la pausa que hizo, como en el estado en el que se encontraba. Respiró hondo e inclinó la parte superior de su cuerpo hacia ellos, volviéndolos a sorprender.

—No puedo cumplir su petición... dejar morir a mi amigo es algo que no estoy dispuesto a aceptar, por ello... Les pido que lo salven, por favor. —rogó con voz temblorosa, cerrando sus ojos fuertemente mientras pedía aquel favor al grupo rebelde.

Los rostros molestos e inseguros que le dedicaban a Ryunosuke habían desaparecido por completo, dejando simplemente gestos de pena por ver la leve desesperación en el joven porque salvaran a Atsushi. Solo fue necesario eso para creer por completo en la amistad que existía entre ambos.

—No voy a permitir que lo maten, así que cuentas conmigo. —el primero en apuntarse había sido Dazai, no tuvo que siquiera pensarlo para tener una decisión. Akutagawa regresó a su altura para ver aquella mirada determinada en su rostro, no esperaba menos de la persona que amaba Atsushi.

—Yo también... le debo una luego de que me salvara. —quien le siguió había sido Oda, sonriendo por ver una leve emoción en el rostro del menor, una apenas notable.

—Esperen, esperen. —Katai habló tembloroso. —El chico lo dijo, ir será caer en su trampa, ¿están dispuestos a eso? —resaltó aquel detalle que parecía que ambos habían olvidado.

—Claramente puede ser una trampa. Si el consejero sabe que Atsushi está enamorado de uno de nosotros, sabrá que está dispuesto a ir para salvarlo, lo usará de carnada para que vayamos. Con ambas Federaciones bajo su control, tiene ventaja sobre nosotros. —explicó la situación Ranpo, haciendo que algunos de ellos se encogieran de hombros. —Pero es evidente que no podemos dejar que muera... no después de cuánto nos ayudó. —se giró hacia Kunikida, quien parecía seguir pensando aún las cosas. —Eres tú quien tiene la última palabra. —finalizó.

Doppo torció los labios ante las últimas palabras de Edogawa, sabía que él como líder era quien daba las órdenes al grupo rebelde. Podía fácilmente negarse para evitar poner en riesgo a sus compañeros, pero Oda y Dazai estaban decididos a ir, aun si se los prohibía, estos ignorarían y actuarían por su cuenta, el peligro incrementaba si solo eran ellos dos. Lo pensó por unos segundos y terminó suspirando.

—No puedo permitir ponerlos en peligro. —esas primeras palabras se sintieron pesadas para todos los demás, pero no dijeron nada al ver que tenía más por decir. —Pero es verdad lo que Ranpo dice, no podemos dejarlo solo... No después de que salvó a Oda y Dazai, él también es uno de nosotros... así que estoy dispuesto a ayudar. —terminó accediendo con la misma determinación que tenían los otros dos.

Atsushi se había puesto muchas veces en peligro para ayudarlos, era momento de ponerse en peligro para ayudarlo a él.

—Esto es peligroso, así que no los obligaré a participar, quienes quieran ayudar, son libres de hacerlo. —expresó hacia los demás. Sabía lo arriesgado que era hacer esto, por lo que no quería que fueran obligados.

—Creo que, si no vamos todos, entonces tendrán más probabilidades de fracasar. —habló Ranpo.

—Es verdad, no queremos solo salvar a Atsushi, también que ninguno de ustedes sea atrapado. —resaltó Naomi.

—Cuenten conmigo. —se dispuso Junichiro sin pensarlo.

—¡Yo también voy! —le siguió Kenji.

—Bueno, la verdad es que ya me había encariñado con el muchacho, así que tiene mi apoyo. —expresó con una sonrisa Yosano.

—Si bien pienso que es peligroso esto... la verdad es que yo tampoco quiero que muera Atsushi... así que también ayudaré. —habló con cierto nerviosismo Katai, consiguiendo leves risas de sus demás compañeros.

—Aaah... somos un equipo después de todo... es cierto lo que dice Ranpo, entre más seamos, más altas serán nuestras probabilidades de tener éxito... o todos salvamos a Atsushi o morimos, pero al final será juntos, como equipo. No quiero soportar a Dazai llorando por la muerte de su pareja, así que cuenten conmigo también. —el último por confirmar había sido Ango, quien sonrió mientras se cruzaba de brazos.

Akutagawa admiraba como todos parecían unirse para salvar a Atsushi, siendo inevitable que reprimiera una leve sonrisa, entendía perfectamente porque el albino los apoyaba, su unión era algo tan admirable, que incluso nació el deseo de querer formar parte de un equipo así.

—Gracias... —expresó bajo Ryunosuke, captando la atención de ellos. —Será peligroso porque seguramente estará presente la antigua Federación, pero trataré de ayudarlos con ello. Después de Atsushi, fui el segundo mejor de mi entrenamiento, al menos para crear tiempo servirá. —no quería simplemente quedarse a ver como ellos ponían en juego su vida para cambiar esta situación. Si estaba en sus manos ayudarlos, lo haría.

—Ya que parece que todos vamos a poner en riesgo nuestras vidas, ¿por qué no optamos por el plan que dijo Ranpo hace unos días? —todos giraron hacia Yosano quien fue la que habló, creando sorpresa en sus rostros.

—Crear un escándalo para llegar al mandatario... —Tanizaki repitió en qué consistía aquel plan, poniendo alerta inmediatamente a Akutagawa.

—¿Escándalo? —expresó con confusión el azabache.

—Sabemos que el mandatario está bajo la burbuja que creó Shibusawa, estábamos planeando días atrás el crear un revuelo tan fuerte como para llegar a Chuuya. Si él se llegase a enterar sobre la situación de la nación, entonces podríamos parar con esto. —explicó Oda en que consistía aquel plan, sorprendiendo al otro.

—Podría ser una buena idea, pero... no tenemos el tiempo suficiente para idear un plan, además con la antigua Federación presente, no solo nosotros corremos riesgo, también los civiles. —Kunikida resaltó las fallas de aquel plan. Usarlo apresuradamente sería solo entorpecer sus acciones, aunque pudiera ser el último plan que usaran, no podían arriesgar más las cosas.

—Si necesitan que el mandatario se presente... yo puedo encargarme de eso. —giraron todos hacia Akutagawa, sorprendidos por la seguridad de sus palabras.

—¿Cómo lo conseguirás? —preguntó Ango.

—Soy su guardaespaldas... y su amigo igual, trataré de convencerlo para que se presente, de ese modo no tendrán que poner en riesgo a los civiles. —respondió Ryunosuke.

La sorpresa en ellos pareció incrementar tras el detalle de que Akutagawa era alguien cercano al mandatario, parece que, con él de su lado, tendrían una gran ventaja.

—Entonces te encargamos esa parte a ti, nosotros nos ocuparemos de salvar a Atsushi. —dijo Dazai mientras se acercaba hacia el azabache, dedicándole una sonrisa. El menor simplemente asintió con la cabeza. —Es momento de cambiar esta nación. —esta vez se dirigió hacia sus compañeros quienes parecían decididos por aquella frase.

—¿Sabes la hora exacta en la que será ejecutado Atsushi? —preguntó Kunikida hacia Akutagawa, quien negó.

—Lo más seguro es que será después del mediodía, pero puedo darles mi número telefónico y les avisaré la hora, también por si ocurre algo. —habló.

—Está bien, esperaremos a que nos proporciones esa información. —expresó Kunikida, recibiendo un asentimiento por parte del azabache. El rubio giró hacia sus compañeros, dedicándoles una mirada de seriedad. —Este posiblemente sea nuestro último movimiento... así que hay que esforzarse para que todo salga bien.

—¡Si, señor! —todos respondieron sin titubear, expresando lo determinados que estaban.

De ese modo, quedaba claro que el grupo rebelde no iba a permitir que mataran a uno de los suyos.

Las horas pasaron más rápido de lo que les hubiera gustado, en un abrir y cerrar de ojos el día había terminado y ya se encontraban en la tarde del siguiente, quedando solo horas para que la ejecución de Atsushi llegara.

Cada integrante del grupo rebelde se encontraba preparado para el momento. No había mucho que planear, pues simplemente debían conseguir salvar a Atsushi y pelear lo suficiente con la Federación hasta que Akutagawa cumpliera con la parte del plan que le correspondía.

La ejecución de Atsushi sería el día siguiente, a las catorce horas, tal como Ryunosuke había sospechado, pasado del mediodía.

Ya tenían todo lo necesario para actuar, simplemente debían esperar a que llegara el momento para llevar a cabo dicho plan.

Llegando así el día.

Al iniciar aquel día, se podía sentir el ambiente tenso en la nación. El día anterior había sido esparcido un comunicado por parte del consejero, en donde anunciaba sobre que al siguiente día se llevaría un suceso importante, pero no dio más información al respecto, a diferencias de otras ocasiones, los civiles sentían un ambiente más lúgubre de lo normal, en especial en el sector A, pues vieron como oficiales de ambas Federaciones se dirigían hacia la plaza central, escoltando a quien era el Líder de la Federación, sorprendiendo a las personas al ver que estaba esposado.

Parece que el rumor sobre que Atsushi Nakajima era un traidor era cierto y tal parece, iba recibir su castigo por sus crímenes.

Gogol escoltaba a Atsushi, quien caminaba lentamente con la mirada hacia abajo, donde su flequillo cubría sus ojos, completamente resignado a lo que sucedería.

Prepararon todo el escenario, permitiendo que personas se acercaran para ver tal espectáculo. Postraron al exlíder de la Federación en el suelo, frente a él se encontraba el líder de la antigua Federación, mientras que los demás oficiales se colocaban alrededor, como si estuvieran protegiendo el lugar. Como si esperaran a que alguien atacara.

Todo estaba listo, simplemente Shibusawa esperó a que diera la hora para ser puntual. Los minutos restantes habían sido eternos para todos, los oficiales estando alerta y los civiles sin saber que era lo que estaba sucediendo.

Y al dar las catorce horas, Shibusawa sonrió.

—Ciudadanos de esta nación, seguramente se preguntarán que es lo que está sucediendo aquí. —comenzó a dar su discurso, hablando con calma, pero manteniendo su sonrisa. —Presenciarán la ejecución de un traidor, pues Atsushi Nakajima, Líder de la Federación en Contra del Sentimiento Engañoso ha cometido el error de apoyar al grupo rebelde, traicionando al gobierno.

Mientras Tatsuhiko hablaba, a lo lejos varias personas enmascaradas se iban acercando sigilosamente. Sabían la hora de aquel evento, no podían demorar tanto.

—Hay civiles presentes... creo que depender de las esferas de gas será una mala idea. No al menos hasta que los civiles hayan abandonado la zona.

Escucharon la voz de Ranpo través del transmisor, informando como se encontraba la situación en la plaza. Él se encontraba más cerca del lugar, por ello podía dar dicha información.

—Entendido... supongo que tendremos que pelear directamente. —respondió Kunikida levemente frustrado.

Hasta el momento, las esferas de gas somnífero les habían dado gran ventaja. No podía poner en peligro los civiles, pues al quedar inconscientes, eran más propensos a recibir una bala perdida, no podían arriesgar inocentes de ese modo.

Muy probablemente esto era igual parte de la estrategia de Shibusawa, usar a las personas para que ellos no dependieran de esa arma, pero no eran lo único que tenían a su disposición, conseguirían evacuar de cualquier manera a los civiles.

—Junichiro, Kenji, ¿están en posición? —preguntó el rubio hacia sus compañeros que se encontraban en la parte este de la plaza, a unos metros de donde se estaba llevando a cabo el inicio de la ejecución.

—Sí, lo estamos.

—En cuanto les dé la orden, actúen. —fue lo único que dijo para mirar a sus compañeros, dándole la indicación con la mirada para seguir avanzando. Parecía que el discurso de Tatsuhiko estaba por finalizar, y al hacerlo, todos sabían lo que sucedería.

—Una vez se los dije... cualquiera que los apoyara terminaría en esta situación, son simplemente las consecuencias de apoyar al enemigo. Será castigado quien se atreva a desafiarnos, sean simples civiles como ustedes, u oficiales del gobierno. —movió su mano, dándole la indicación a Fyodor de que diera inicio, éste no dudó en girarse hacia Atsushi, el cual seguía con la mirada baja, alzó el arma en dirección del menor, esperando la indicación para disparar. —Nadie aquí tiene el derecho de desobedecerme, mucho menos de traicionarme. —finalizó.

Cuando estuvo a punto de dar la orden para disparar, una fuerte explosión se escuchó en el este de la plaza, alarmando a las personas que estaban ahí y poniendo a la defensiva a los oficiales, pero esa situación simplemente creó una gran sonrisa en el albino.

—Ahí están... —anunció al ver a un grupo de personas enmascaradas acercarse entre las personas que comenzaban a huir de la situación, alarmadas por la explosión que acababa de suceder. —Sabía que no dejarían solo a un compañero suyo. —expresó ampliando más su sonrisa.

Los oficiales rápidamente sacaron sus armas y se acercaron para enfrentar a los rebeldes, quienes, esta vez, no huyeron ni los distrajeron, directamente fueron a enfrentarlos para alejarlos de Atsushi.

—Dazai, encárgate de liberar a Atsushi. Oda, ayúdale con aquel oficial que está frente a él. —dio las indicaciones Kunikida. Ambos asintieron y se dirigieron al centro de la plaza, en donde Fyodor se encontraba frente al albino.

Ambos se acercaron lo suficiente a Dostoevsky y lo atacaron, pero éste esquivó rápidamente a ambos, girándose hacia donde aquellos enmascarados estaban, centrándose en el que tenía la máscara de Kitsune, haciéndole sonreír.

—Nos volvemos a encontrar, Dazai. Vamos, no es necesario que uses esa máscara, quiero ver tu mirada de odio. —expresó Fyodor con tranquilidad, invitando a que el castaño revelara su rostro, pues al saber su identidad, no era necesario que lo ocultara.

Osamu terminó accediendo, únicamente porque portar la máscara le parecía una pérdida de tiempo, quitándosela para dejar al aire su rostro, ampliando la sonrisa que tenía el azabache.

—Debe de ser desesperante estar en esta situación, con la vida de tu amado colgando de un hilo. Pero ahora también la tuya lo está. —Dostoevsky alzó la mano que sostenía el arma y apuntó hacia el castaño, pero antes de poder decir o tan siquiera disparar, recibió un golpe en su mano, haciendo que soltara el arma.

Sakunosuke había pateado su brazo Había bajado la guardia por centrarse únicamente en el castaño, pero no era algo que pareciera afectar en lo mínimo a Fyodor.

—Ve. —Oda movió su cabeza para darle aquella indicación. Distraería a aquel oficial para que pudiera ir hasta donde Atsushi se encontraba.

Dazai asintió y rodeó a Fyodor, antes de que pudiera girar a ir tras de él, vio como el pelirrojo volvía a golpear hacia él, haciendo que éste esquivara, saltando al lado contrario.

—Supongo que tendré que deshacerme de ti primero. —habló aburrido. Aunque no tuviera en sus manos el arma de fuego, podía defenderse perfectamente. Oda no estaba dispuesto a dejársela fácil, mucho menos que interrumpiera al castaño, por ello fue el primero en atacar, teniendo de ese modo distraído a aquel oficial.

Mientras eso sucedía, Dazai se acercó con gran velocidad a donde Atsushi se encontraba, sintiendo como su corazón latía en felicidad por verlo nuevamente. En cuanto salieran de esto podría complacer a su corazón para expresar el amor que tenía por él.

Al llegar se colocó de cuclillas para estar a su altura, sin poder retener la sonrisa por tenerlo de nuevo.

—Atsushi... vengo a salvarte. —expresó dulcemente, a pesar de la gran pelea que se estaba llevando a cabo. —No iba a permitir que te hicieran daño. —alzó su mano y la dejó sobre su cabeza, acariciando suavemente.

—Dazai... —escuchó su nombre siendo pronunciado por Atsushi. Pero más allá de escucharlo emocionado, asustado, preocupado o enojado, se escuchaba apagado, alertándolo al instante.

Fue ese mal presentimiento lo que le hizo saltar hacia atrás, esquivando apenas aquel ataque, viendo como algunos de sus cabellos eran cortados, sintiendo al instante un fuerte ardor en su mejilla, había recibido una cortadura en su piel.

Cuando aterrizó, sus piernas retrocedieron torpemente, cayendo sentado al suelo mientras miraba atónito como Atsushi, tenía la mirada baja mientras su brazo derecho estaba elevado, sosteniendo en su mano una daga.

La emoción con la que latía su corazón se fue apagando, sin entender lo que estaba sucediendo, realmente... ¿Atsushi lo había atacado? ¿Por qué? Antes de poder responder a una de sus preguntas, vio como el menor se inclinaba ligeramente, se impulsó y saltó hacia él. Dazai tuvo que rodar para evitar un nuevo ataque, escuchando el choque de la daga contra el suelo, Atsushi había saltado para intentar clavarlo en él.

La respiración en el castaño comenzó a agitarse, no precisamente de cansancio, sino de confusión y temor por el comportamiento de Atsushi. Ese... ese definitivamente no era Atsushi.

El menor tardó unos segundos en levantarse, movió ligeramente su cuerpo hacia él y finalmente alzó su mirada, donde Dazai notó aquellos ojos apagados, sutilmente cerrados, con sus labios en línea recta, en una expresión completamente opaca, como si estuviera muerto.

La mirada de Osamu tembló, horrorizado por aquella expresión que tenía el albino. Había tantas dudas y tantas cosas que estaban cruzando su mente, a pesar de que había sido atacado ya dos veces, seguía sin reaccionar.

—Pero que maravillosa cara. —escuchó la voz de Tatsuhiko, quien al decir sus palabras soltó una gran carcajada, captando la atención de Dazai.

Shibusawa bajó tranquilamente del pódium, acercándose hacia donde Atsushi estaba y se detuvo justo a su lado, alzando su mano para llevarla a su cabeza, empujándola para que reposara sobre su pecho, Atsushi no cambió en ningún momento su expresión.

—¿Él es Dazai Osamu? —preguntó hacia Atsushi, éste asintió sin dudar, aumentando el horror en la mirada del castaño.

—¿¡Qué fue lo que le hiciste!? —gruñó Dazai con sumo enfado, ampliando aún más la sonrisa que tenía Shibusawa, fascinado por el rostro molesto que tenía.

—Simplemente lo curé de la enfermedad que tu lo contagiaste. —respondió con diversión, viendo como Osamu rechinaba los dientes. —Purifiqué su ser del horrible amor que lo enfermó. Él ha vuelto a ser mi perro más fiel, como todo debió de ser antes de que tú aparecieras. —su mano se deslizaba cuidadosamente sobre el cabello de Atsushi, creando una repugnante sensación en el estómago de Dazai.

—Atsushi nunca volvería a ser tu marioneta. —nuevamente Shibusawa volvió a reír ante sus palabras, incrementando la molestia que tenía Dazai, tenía unas inmensas ganas de moler a golpes esa sonrisa.

—Lamento decir que el Atsushi que pudiste conocer ya no existe, está muerto. —paró con las caricias en la cabeza del menor. —La decisión del grupo rebelde de venir aquí ha sido su sentencia de muerte, pero para ti tenemos un trato especial. —hizo una pequeña pausa, queriendo de algún modo aumentar el enfado que tenía Dazai. Se inclinó ligeramente para alcanzar el oído de Atsushi, quedándose así por leves segundos. —Mátalo, Atsushi. —ordenó.

—Sí, señor. —la fría voz del menor sonó. sin esperar más volvió a impulsarse hacia Dazai, alzando su mano para clavar la daga en él, pero Dazai volvió a esquivar, colocándose de pie rápidamente para no entrar en desventaja.

—Este es el castigo de Atsushi, matar con sus propias manos a la persona que ama. —alzó sus manos con alegría, viendo como Dazai esquivaba y huía de Atsushi, sintiéndose satisfecho por no ver ningún rastro de culpa en el menor. —Y el tuyo... —señaló hacia Dazai. —Es morir a manos de la persona que amas. —terminó de decir, mientras disfrutaba de como Nakajima trataba de matar al otro.

Dazai no podía pensar coherentemente. Si bien no tenía problemas para esquivar a Atsushi, éste atacaba rápidamente, era la primera vez que veía al menor darlo todo en una pelea, pues la amabilidad que lo caracterizaba siempre le hacía preocuparse por cualquiera, incluso su oponente, pero ahora... no había rastro alguno de esa amabilidad.

Apretó sus labios, sintiendo un ardor en el pecho por ver en aquel estado a Atsushi. No entendía qué fue lo que hizo para tenerlo así, torturarlo inhumanamente podría ser una opción, pero no encontraba rastros de heridas severas, además de que había sido solo tres días en los que había estado encerrado, era muy poco tiempo para conseguir que Atsushi tuviera completa obediencia hacia aquel hombre que anteriormente le había dicho que odiaba.

Rápidamente encontró la respuesta, lo único que podría causar un efecto tan rápido era una droga o algo biológico. No le sorprendería que Shibusawa tuviera armas de este tipo a su alcance, solo así era la única manera para conseguir que Nakajima atacara tan violentamente, cuando él era alguien pacífico.

Si era una droga, entonces el efecto no era duradero, por lo que podría regresar a la normalidad en determinado tiempo, o incluso hacerle reaccionar. Debía hacerlo antes de que cometiera algo de lo que más adelante pudiera arrepentirse, afortunadamente, parece que toda su atención estaba centrada en matarlo.

—¡Atsushi! Tú eres mucho más fuerte que esto, no permitas que él haga lo que quiera contigo... tú querías tu libertad, querías cambiar la nación y que las personas fueran libres. —Dazai comenzó a hablarle al menor mientras esquivaba los ataques de éste, pero no recibió ninguna respuesta, ni siquiera algún gesto, su rostro permanecía completamente neutro.

—Qué idiota eres. —escuchó otra vez la burlona voz de Shibusawa. —Él no te escuchará, solo obedece mis palabras, lo que digas no le importa.

—¡Calla! —Dazai lo silenció, simplemente estaba alimentando la desesperación que sentía.

El castaño dirigió su mirada hacia Shibusawa, sintiendo repudio por ver aquella sonrisa en su rostro. Siendo víctima de un impulso por la furia que nació en él ante lo que aquel hombre había hecho en Atsushi, Dazai rodeó al menor, esquivando uno de sus golpes y directamente se dirigió hacia donde el consejero se encontraba, con claras intenciones de atacarlo.

Pero Shibusawa no se inmutó, se mantuvo firme y con su retorcida sonrisa, pues sabía que nada llegaría a él. Y efectivamente fue así, pues Atsushi rápidamente llegó al frente suyo, interponiéndose entre Dazai y él. Osamu tuvo que frenar su paso por aquel inconveniente, pues estaba sorprendido por la rapidez con la que Atsushi llegó a dónde ellos estaban. El albino alzó su pierna y la impulsó hacia adelante. Aprovechándose de la guardia baja de Dazai lo pateó para lanzarlo lejos del perímetro en dónde Tatsuhiko estaba.

El impulso de la patada lo hizo caer, pero rápidamente se colocó de pie. Sentía como la sangre le hervía en rabia por escuchar las risas de Shibusawa, pero su enfado y repugnancia no se quedaba ahí, pues ver cómo Atsushi se encontraba frente a su mentor, protegiéndolo de sus ataques, era algo que simplemente aumentaba más su enfado.

—No tienes el valor para atacar a la persona que amas, porque eres débil. —Dazai apretó los labios ante las palabras de Shibusawa. —Mientras sigas evitando enfrentarlo, Atsushi no dudará ni un segundo en matarte. —expresó con suma satisfacción.

Aunque Dazai quisiera negarlo, parecía ser cierto lo que decía, pues Atsushi no se había inmutado por lo que estaba realizando, seguía peleando con todas sus fuerzas hacia él.

El albino se acercó a él, dio un giro para tomar impulso y pateó fuertemente su costado. Afortunadamente había alcanzado a bloquearlo con sus brazos, pero el impacto era tan fuerte que creó un fuerte dolor en donde recibió el golpe, solo había conseguido desequilibrarlo un poco.

—Escúchame por favor, Atsushi... Tú no quieres hacer esto, tú nunca has querido lastimar a las personas... ¡reacciona! —aun así, siguió intentando alcanzarlo, pero nuevamente las palabras se veían inútiles para conseguirlo.

Nakajima se volvió acercar a él, queriéndolo patear nuevamente, pero Dazai se deslizó hacia abajo para esquivar el golpe. Sin embargo, rápidamente éste volvió a lanzarse hacia él para atacarlo, Osamu saltó hacia un lado, volviendo a recibir una cortadura, esta vez en su brazo izquierdo, por lo cerca que estuvo de recibir el ataque. Pudo patearlo para alejarlo de él, pero lastimarlo no era algo que pasara por su mente, no quería pelear con Atsushi.

—Recuerda... todo lo que hemos pasado juntos... toda la felicidad que sentíamos, querías que cambiara la nación para que pudiéramos amarnos sin ningún peligro, ¿acaso lo has olvidado? —Atsushi titubeó sutilmente, quedándose quieto por unos segundos. Por un momento su expresión cambió a una melancólica, pero rápidamente se borró, acercándose hacia él para volver a atacarlo. —Hemos pasado tanto juntos... sé que aún está dentro de ti esa amabilidad y gentileza que te caracteriza, también sé que el amor que sientes está ahí, simplemente está retenido.

Otra risa se escuchó de Tatsuhiko, ocasionando que la molestia hirviera dentro de Dazai.

—Sigue desperdiciando palabras. Él ya no tiene nada por ti, para él ya no eres nada, acéptalo, el amor con el que lo manchaste ya no existe. —expresó con alegría, disfrutando del espectáculo que estaba presenciando.

«Es mentira... mentira, mentira... solo lo hace para distraerme...» a pesar de que sabía aquello, no podía verse afectado por esas palabras. Su corazón latía con dolor al ver el estado en el que estaba Atsushi, pensar que lo que Shibusawa decía era verdad... llenaba de pesar su ser.

El menor volvió a acercarse, volvió a girar y esta vez golpeó las piernas de Dazai, tirándolo al suelo. Antes de que éste pudiera esquivar, Atsushi se le aventó encima, reteniéndolo con su peso al haberse sentado en su estómago. Su mano libre retuvo uno de sus brazos y la mano que sostenía el cuchillo lo alzó para tomar impulso, dejándolo caer en dirección de su cuello, pero Dazai atrapó la daga con su mano, importándole poco si la parte filosa se enterraba con su mano, haciéndole sangrar a los pocos segundos.

—Atsushi, escúchame, tú no eres esto, él te está controlando para que actúes como él quiere, tú no quieres esto. —el menor aplicó más fuerza hacia abajo para atacar, pero Dazai se negaba a ceder, sintiéndose fatal por ver de más cerca la fría mirada de Atsushi. Un rostro que aplastaba el interior de su estómago.

Escucharon pasos acercarse hacia ellos, antes de que Atsushi pudiera reaccionar, Kunikida ya se encontraba con ellos. Agarró del saco del menor y lo empujó lejos de Dazai, quitándoselo de encima.

—Realmente no contábamos con que esto fuera a suceder. —jadeó el rubio. A pesar de que todo el grupo rebelde se encontraba distrayendo a la Federación, todos estaban preocupados y angustiados por ver que Atsushi tenía ese comportamiento.

—Váyanse, estar aquí es demasiado peligroso para ustedes, yo me encargaré de Atsushi. —habló seriamente Dazai, pero recibió una negativa del otro.

—No, recuerda lo que dijo Ango: somos un equipo. Tenemos éxito todos, o fallamos, pero será juntos, no pienso dejarte solo. —los labios del castaño se apretaron ante sus palabras. Una leve culpa se ponía sobre sus hombros, pero era algo que no habían contemplado, pues no creyeron que algo así fuese a pasar.

—¡Hey! No interrumpas a estos dos, tú y yo nos la estamos pasando muy bien. —escucharon la energética voz de Gogol acercándose hacia ellos. Ignoró por completo a Dazai y se centró en Kunikida.

Dazai era presa de Atsushi, nadie podía interferir, así que Nikolai debía llevarse de ahí al rubio.

—Si no puedes hacerlo reaccionar, detenerlo o aturdirlo nos servirá, pues podemos llevarlo con nosotros. —aconsejó Kunikida para huir y llevarse lejos a aquel payaso, tampoco quería que interfiriera con Dazai.

Osamu parpadeó sorprendido por las palabras que había dicho Kunikida, eso también podía ser una buena idea, debía salvar a Atsushi, aun sí fuera en contra de su voluntad. No quería lastimarlo, pero si era necesario para poder sacarlo de ahí, entonces lo haría, seguiría el consejo que le había dado.

Vio como Atsushi se levantaba y se acercaba velozmente hacia donde había caído la daga que tenía, para girarse rápidamente hacia donde él estaba, con aquella mirada que delataba lo dispuesto que estaba por cumplir la orden de Shibusawa.

Dazai se colocó de pie y se acercó a Atsushi, esquivando ágilmente el ataque que le lanzó, rodeó al menor y alzó su brazo, dispuesto a golpearlo detrás de su cuello para aturdirlo, pero el menor no se lo permitió, pues giró y volvió a atacarlo con la daga. Dazai tuvo que inclinar su cuerpo hacia atrás para esquivarlo.

No sería tan fácil conseguir que cayera inconsciente de esa manera, entonces trataría de inmovilizarlo. Aprovechó la cercanía que tenían y el hecho de que se encontraba detrás del menor, tomó el brazo de Atsushi y golpeó la parte trasera de sus piernas para tirarlo al suelo. Con rapidez se colocó sobre su espalda y llevó su brazo hacia atrás, reteniéndolo ahí con una de sus manos mientras se estiraba para alcanzar el otro.

Pero nuevamente Atsushi no se dejó, comenzando a sacudir fuertemente su cuerpo, alzó su pierna derecha y la impulsó con fuerza hacia Dazai, golpeando su espalda con su talón. Había sido un golpe lo suficientemente fuerte para aturdir a Dazai unos segundos, lo suficientes para alejar su brazo y volver a sacudir, quitándose de encima al mayor.

Atsushi se deslizó hacia adelante, quedando arrodillado frente a él, se apoyó en sus antebrazos y estiró su pierna hacia atrás, golpeando el pecho de Dazai, lanzándolo un poco lejos de él, mientras éste volvió a buscar donde había quedado el cuchillo, encontrándolo a los poco segundos.

Dazai realizó una mueca, no sabía decir si era de dolor o de frustración, pero realmente era difícil tener que inmovilizar al menor, al menos de cuerpo a cuerpo.

Al pensar en eso, rápidamente miró a su alrededor, buscando a alguien entre las personas que estaban luchando, encontrándola a los pocos segundos, afortunadamente, no se encontraba tan lejos de ellos dos.

—¡Yosano! —gritó su nombre, llamando su atención, pero manteniendo su mirada en aquella chica de rojizo cabello con la que estaba peleando. —¡Dispara a la pierna de Atsushi!

—¿¡Eh!? —ante aquella petición, la mujer giró hacia el castaño, saltando hacia atrás para evitar que Lucy la atacara.

—¡Solo hazlo! —pidió algo desesperado.

Si él no podía acercarse para aturdirlo, entonces lo conseguiría de otra manera, estaba bien mientras no fuera de gravedad. Una vez sacaran al albino del peligro, tratarían de inmediato la herida, por ahora, necesitaba crear una ventaja sobre Atsushi, estando herido podría conseguirlo.

Akiko suspiró pesado y sacó el arma de fuego, apuntando en dirección de su objetivo, no podía demorarse mucho, así que una vez centrado, presionó el gatillo para disparar.

Pero nuevamente se vieron sorprendidos al ver como Nakajima reaccionaba, pues con ayuda de la daga, golpeó la bala, como si de una pelota y raqueta se tratase, desviando el disparo.

Yosano disparó una vez más, pero esta vez Atsushi simplemente saltó hacia un lado, esquivándolo. Cuando estuvo dispuesta a hacerlo de nuevo, se vio interrumpida al ser atacada por aquella oficial, teniendo que dejar de momento aquel asunto para poder lidiar sus propios problemas.

Una vez más, Dazai mordió sus labios debido a la frustración, debía entenderlo, después de todo era el Líder de la Federación, por lo que ha escuchado de Atsushi y Shibusawa, él pasó por un entrenamiento riguroso para alcanzar esa perfección en lucha. No podía vencerlo fácilmente y si seguía demorándose más, todo habría sido en vano.

Atsushi giró hacia él y volvió a acercarse para atacarlo. Dazai solo se dedicó a esquivar, ya que no tenía planes para atacarlo, pues solo le haría daño para poder tener ventaja y llevárselo, pero si éste no se dejaba, no tenía caso golpearlo.

El dolor en su pecho se intensificó por verlo en ese estado. Ver que no había ni un pequeño rastro del Atsushi que conocía, era una vista dolorosa. El menor siempre odió aquellas conductas, más de una vez le dijo que no le gustaba estar en esa Federación que lo obligaba a hacer daño a las personas. Recordaba también el rostro de horror que tenía Atsushi cuando fue obligado a arrebatar una vida, todos esos gestos que delataban la amabilidad que tenía y el deseo puro de ayudar a los demás, ahora estaban extintos.

Sabía perfectamente que Atsushi seguía siendo obligado, era imposible que las palabras de Shibusawa fuesen ciertas, él nunca lastimaría a las personas por simple placer, él... Atsushi nunca lo lastimaría a él. Sí Atsushi estuvo dispuesto a morir por él, que ahora tratara de matarlo... todo esto era culpa de Shibusawa.

Sus labios temblaron, ahora por el sentimiento deprimente que acompañaba su dolor, no quería verlo así. Si no podía atacarlo, regresaría a su anterior estrategia.

El miedo que siempre atormentó el cuerpo de Atsushi, era un sentimiento que quedaba en segundo plano, pues sabía perfectamente... que el amor entre ellos dos era mucho mayor que cualquier otro sentimiento.

Y eso es lo que usaría.

Se acercó hacia él, rápidamente alzó su mano y sostuvo con fuerza la muñeca que sostenía la daga, mientras que su otro brazo lo llevó a la cintura de Atsushi, empujándolo contra él para abrazarlo.

Los párpados de Atsushi se abrieron más al sentirse de esa manera, su cuerpo no reaccionó, simplemente se quedó quieto, dejando que esa calidez tan familiar tocara con cuidado a su corazón.

—No quiero esto... no me gusta verte así, sé que tú no quieres hacer esto, eres una persona llena de amabilidad que nunca haría esto. Así que reacciona, Atsushi... date cuenta de todo lo que estás haciendo antes de que te arrepientas. —susurró dulcemente contra su oído, sin poder retener el tono amoroso con el que solía hablarle, porque al compartir un abrazo, revivió un poco a su corazón.

Atsushi siguió sin reaccionar, su mirada titubeaba y su respiración se vio alterada, estremeciéndose un poco cuando la mano que se posaba en su cintura subió para acariciar su espalda.

—Recuerda ese deseo que compartíamos... liberar esta nación y a su gente, para poder amar, ¿recuerdas eso? ¿recuerdas los momentos que pasamos juntos? ¿los besos que nos dimos? ¿Cuándo nos hicimos uno? —su nariz acarició la cabeza del menor mientras hablaba, sintiendo como el cuerpo de Atsushi parecía irse relajando. Cuando esto sucedió, Dazai soltó su muñeca.

Llevó aquel brazo libre hacia su cintura, abrazándolo con fuerza, pegando lo más que pudiera su cuerpo contra él, creando una sensación sofocante en el menor.

—Te amo Atsushi... regresa a mí, por favor... regresa al Atsushi que conozco. —suplicó con voz temblorosa, causando un débil jadeo en el menor.

Hubo varios segundos en silencio, donde Atsushi no hizo nada, simplemente dejaba que Dazai lo abrazara con tanta fuerza, como si al ser soltado, volvieran a alejarlo de él. El menor subió su mano libre y la dejó contra su espalda, dónde apretó suavemente la tela de su ropa. En un gesto que temblaba y expresaba como si se tratase de un pequeño llamado de auxilio, emocionando un poco a Dazai.

Cuando esperó una respuesta de Atsushi, un abrazo o alguna palabra, lo único que recibió fue como el cuchillo se clavaba en su espalda baja.

Atsushi lo había apuñalado, fue cosa de segundos para sentir como la sangre comenzaba a manchar su ropa. Aquella arma salió de su cuerpo y volvió a clavarse al otro extremo, consiguiendo que las piernas de Dazai temblaran y perdiera algo de fuerza, apoyándose en Atsushi para no caer.

El dolor comenzaba a expandirse por su cuerpo, alterando su respiración. En pocos momentos el sabor a sangre comenzaba a inundar su boca, llegando a toser un poco de ésta. La daga permaneció quizá un minuto en su interior, sintió como se clavó más profundamente de él y luego fue retirada, permitiendo que más sangre saliera.

Una gran sonrisa se plasmó en el rostro de Shibusawa, acercándose un poco a ellos para que pudiera ser escuchado.

—Qué lamentable estrategia... ¿realmente creías que ibas a conseguir que reaccionara? Te lo dije, él ya no siente nada por ti, él obedece todo lo que digo. —vio satisfactoriamente como las gotas de sangre comenzaban a manchar el suelo, aun si no era una herida que provocara al instante su muerte, era lo suficiente para que no siguiera huyendo del menor y de no ser tratada. —Qué débiles se vuelven las personas cuando aman. —habló con frialdad, diciendo una verdad sobre aquel sentimiento que tanto repudiaba.

Las piernas de Dazai no pudieron soportar más y cayó, pero al ser sostenido por Atsushi, éste cayó de rodillas también, agarrando aún al mayor.

—Pero así son las cosas cuando te dejas ensuciar por el amor. —alzó los hombros, restándole importancia. —Bien, acabemos con esto rápido. Atsushi, mátalo. —ordenó.

El menor alzó nuevamente su mano, para tomar impulso y volverlo a apuñalar, pero esto último no sucedió, simplemente se quedó suspendida en el aire, sintiendo como temblaba su brazo.

Sus ojos aún estaban completamente abiertos, sintiendo un picor en éstos, pronto sus ojos comenzaron a producir lágrimas que se quedaron retenidas en sus ojos.

«¿Por qué...? ¿Por qué me duele? ¿Por qué quiero llorar...?»

Luego de largas horas, finalmente un pensamiento surcó la blanca mente de Atsushi. 

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