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Capítulo • 33 •


El sector G se encontraba en una completa confusión, pues no solo tuvieron que vivir el terror del regreso de la antigua Federación, también presenciaron como el Líder de la actual Federación defendía a un aparente criminal. Rápidamente el rumor se esparció en todo el sector, luego de unas horas, ya estaba siendo noticia en otros sectores.

El gran escándalo que se hizo en aquel lugar había terminado hace bastantes horas, sin embargo, el impacto que dejó había sido de tal magnitud que aún se sentía algo tenso el ambiente. Todos se preguntaban qué había sucedido para que esposaran al Líder de la Federación. Sentían un mal presentimiento.

Por otro lado, aquella tarde habían capturado al traidor de la Federación y fue llevado a la prisión del sector Rojo, en espera para ser juzgado por Shibusawa, pero a pesar de que el día en que fue atrapado terminó, seguía sin haber movimiento por parte del consejero.

No solo la nación se encontraba algo desconcertada por la situación, quienes más parecían afectados eran los mismos miembros de la Federación, los cuales se encontraban todos reunidos en aquella sala, con un sentimiento de incomodidad.

—Aún me cuesta creer que el traidor haya sido Atsushi... —rompió aquel silencio Sigma, ganándose el suspiro de más de uno de ellos.

—Aunque no entiendo por qué... él era el que más temía de Shibusawa-san... Traicionarlo es prácticamente ganarse la muerte. —quien habló ahora fue Kyouka. Al igual que sus compañeros, estaba sumamente confundida por la situación.

—Todos aquí sabíamos que Atsushi era diferente a nosotros, él siempre quiso ayudar a las personas... Quizá finalmente se enteró del engaño que Shibusawa-san tenía en él y no soportó seguir haciendo esto... —Lucy respondió al comentario de Izumi.

Sabían muy bien de la amabilidad que Nakajima era poseedor, los últimos meses era más notorio para todos, pero no fue algo que le prestaran importancia, pues tenían bien en claro que, de todos ahí, Atsushi era el que más temía a Tatsuhiko y era ese miedo lo que lo había llevado a ser tan obediente a su superior.

Que él, quien más miedo tenía, fuera quien tuvo el suficiente valor para traicionar al gobierno... No podían negar que era algo admirable, pues ellos jamás podrían atreverse a semejante locura.

—Que sea o no sea buena persona, no cambia el hecho de que ahora es un criminal y como tal, debe ser juzgado por sus crímenes. —habló Tachihara, quien se hallaba cruzado de brazos mientras tenía una mueca.

Si bien, cierta parte de él se sentía como sus demás compañeros, en él predominaba la decepción, pues estaba tan seguro que Atsushi no era, debido a que fueron atacados. Al saber que era el traidor podía llegar a la conclusión de que fue atacado por su Líder. No entendía cómo es que había conseguido deshacerse de él el día que atraparon al rebelde.

—No solo pagará por su traición... Parece que también se enamoró. —Gin se expresó en voz baja.

—¿¡Qué!? —Mark, Lucy, Higuchi y Tachihara fueron los que se expresaron al unísono. Ellos al no estar en el sector G, no habían presenciado la pelea que se había realizado fuera del bar.

—Defendió a un integrante del grupo rebelde. En algún momento de su pelea lo besó... nosotros y nuestros superiores lo vimos... Creo que es suficiente prueba de que se dejó enfermar por el amor. —explicó Sigma. Solo cinco de la Federación habían estado en el sector G cuando todo el revuelo sucedió: Ryunosuke, Gin, Kyouka, Sigma y su Líder.

—La traición lo veo más probable a que se hubiese dejado ensuciar por ese sentimiento... En verdad que... traicionó por completo al gobierno. —expresó con completo asombro Higuchi. Todos ahí sabían lo malo del amor, que su Líder quien controlaba a la Federación encargada de castigar aquel crimen se hubiese enamorado, era bastante contradictorio.

—Hay algo que no comprendo... Si Atsushi será sentenciado a muerte... ¿quién será nuestro nuevo líder? —preguntó con curiosidad Mark, una duda que parecía tener varios, pero aun así todos parecían tener respuesta al girar hacia el mayor de los hermanos Akutagawa.

—Supongo que el segundo mejor de nuestro entrenamiento. —Lucy se refirió al azabache, quien terminó torciendo sus labios, en una expresión de desagrado.

—Eso no lo sabremos hasta que Shibusawa tome la decisión, hasta entonces, no podemos asumir ideas. —respondió Ryunosuke con cierto fastidio mientras se colocaba de pie, dirigiéndose hacia la salida de aquel lugar, realmente no le hacía sentir bien estar ahí.

Tal como sus compañeros, Akutagawa se encontraba sorprendido y algo confundido. Si bien, él ya sabía sobre las intenciones de Atsushi, nunca esperó que afrontara por su cuenta a sus superiores, mucho menos esperaba a que estuviera enamorado.

El momento en que corrió de su lado para defender a aquel criminal se repetía una y otra vez en su mente. La valentía con la que se afrontó a Fyodor y sus hombres aún le parecía sorprendente, también el valor que tuvo para poder besar a aquella persona frente a todos, sin importarle las consecuencias.

Claramente se sentía mal por la situación, era su amigo después de todo. Ver que ahora se había metido en toda esta situación... le creaba un sentimiento de impotencia.

Respiró hondo y se encaminó hasta el edificio en donde sabía que tenían retenido al albino, quería hablar con él, saber sobre lo que sucedería, pues no podía aceptar fácilmente que éste se fuera a rendir.

Así, en un par de minutos había llegado, no había guardias ni nada, aunque no tenía permiso de estar ahí, nadie tenía porque enterarse, así que, al llegar, ingresó a la parte subterránea, donde se encontraba aquella prisión. Abrió la puerta y entró, no había nadie en las demás celdas, pues solo eran usadas cuando tenían criminales a los que debían de ser interrogados, por ahora simplemente estaba Atsushi.

Caminó hasta el fondo de aquel lugar, deteniéndose justamente frente aquella celda, mirando como el albino se encontraba sentado en el suelo, con las rodillas pegadas a su pecho. Sus brazos rodeaban sus piernas y su rostro se encontraba oculto entre éstas, estaba hecho un ovillo.

Aclaró su garganta y vio como éste alzó la mirada, encontrándose con la suya.

Atsushi se encogió de hombros, algo incómodo por tener al mayor frente a él, rápidamente desvió la mirada, queriendo evitar alguna expresión desagradable o decepcionante de su amigo.

—Te traje algo. —Atsushi regresó rápidamente la mirada al frente, viendo como Akutagawa sacaba de algo del bolsillo de su saco. —Debes de tener hambre, dudo mucho que te hayan dado algo de comida. —finalizó mientras extendía un pequeño pan de melón envuelto en papel claro.

Atsushi titubeó sutilmente por aquella acción, miró una vez más a Ryunosuke, encontrándose con ese rostro serio, pero calmado. Su estómago gruñó por la presencia de comida, al ser prisionero claramente no se preocuparían por sus necesidades, tenía hambre. Pero más allá de aceptarlo, miró con duda al otro.

—No deberías... hacer esto te meterá en problemas. —y Atsushi negó con la cabeza, rechazando aquel alimento, haciendo suspirar a Akutagawa.

—Anda, no es ningún problema, ellos no se enterarán, así que no tienes por qué preocuparte. —insistió mientras metía la mano por los barrotes y acercaba aquel objeto. Aunque Atsushi seguía mirándolo indeciso.

Un gruñido más de su estómago fue suficiente para terminar accediendo, tambaleó un poco y se acercó lentamente a donde estaba Akutagawa, recibiendo aquel pan.

—Gracias... —habló bajo mientras desenvolvía el papel para poder dejar expuesto el pan. Inmediatamente lo mordió para comerlo, sintiéndose un poco mejor tras haber comido un poco.

Silencio hubo tras eso. Akutagawa se sentó en el suelo para estar a una altura similar a la de Atsushi, según pasaba los segundos, el silencio que envolvía la sala comenzaba a ser incómodo.

—Entonces... por esta razón es por la que traicionaste al gobierno. —Akutagawa habló, llamando la atención del menor quien le miró algo curioso por sus palabras, sin entender bien a lo que se refería. —Estás enamorado. —especificó.

Los labios de Atsushi se torcieron a la vez que apretaba fuertemente el pan que sostenían sus manos, temía lo que podría suceder tras esta conversación, no quería que su amigo lo despreciara.

—Seguro que debo parecerte desagradable... —murmuró con seriedad, cualquiera de ellos debería de pensar lo mismo, pues todos al igual que él, fueron educados para creer que el amor era algo malo.

—En absoluto... pienso más bien... que es algo admirable. —pero aquella respuesta sorprendió completamente a Nakajima, quien regresó la mirada al otro, notando la leve sonrisa que tenía, algo que le volvió a crear confusión. —Te arriesgaste sin dudarlo para salvar a aquella persona. Debes de amarlo mucho... ¿puedo saber su nombre? —miró a Atsushi.

—...Dazai... —respondió con cierta timidez.

—Ya veo... ¿Es él el amigo que solías contarme que era muy importante para ti? —Atsushi asintió para afirmar aquella pregunta, haciendo que Ryunosuke entendiera porque era tan feliz cuando hablaba de aquella persona. —Con razón parecías tan contento... Él debe de ser afortunado por tener alguien que lo ame con tanto valor... quisiera ser igual de valiente que tú.

Ante aquello último, los párpados de Atsushi se abrieron ligeramente, sin entender bien las palabras que se le estaban diciendo. Estaba sorprendido, primero por la reacción de Akutagawa sobre sus sentimientos, pues esperaba que reaccionara de forma negativa al saber que estaba enamorado, pero al ver que no era así y que más bien parecía comprenderlo, era extraño, ahora que mencionara lo último, incrementaba su curiosidad.

—¿A qué te refieres con eso? —el menor cuestionó una vez organizó las palabras, Akutagawa sonrió una vez más.

—¿Sabías que aparte de ti, hay otro traidor en la Federación? —la sorpresa en Atsushi incrementó ante aquella pregunta, era tan grande aquel sentimiento, que no tuvo manera para responder. —Hace mucho tiempo... quizá hasta años... yo traicioné a la Federación porque me enamoré. —confesó.

Su plan era mantener oculto sus sentimientos hasta el día de su muerte, nadie aparte de él sabría de esto, pero tras lo sucedido con Atsushi y ver que él también estaba enamorado, le creó una empatía extraña. Se sintió con la confianza suficiente para compartir su secreto con su amigo, pues sabía que lo entendería, y quizá saber que había alguien más que estaba en sus zapatos, le haría sentir mejor al albino.

Por otro lado, Atsushi no podía salir de la sorpresa que sentía tras las palabras de Akutagawa. Entendía que compartieran ideas como no estar de acuerdo en reprimir la libertad de las personas... Pero que éste también estuviera enamorado, era algo que simplemente no se esperaba.

—¿De quién estás enamorado? —no pudo retener aquella pregunta. Al darse cuenta de que la dijo, se sintió avergonzado por lo directo que había sido, había sido consecuencia de la impresión que aún no dejaba su cuerpo.

Akutagawa se quedó callado por unos segundos increíblemente largos, donde la curiosidad de Atsushi incrementó de manera excesiva, sin entender porque alargaba aquel suspenso. Cuando el mayor se sintió listo, miró una vez al otro.

—De Chuuya.

La sorpresa que parecía ser imposible que creciera, creció tras escuchar aquel nombre, provocando que Nakajima se tambaleara un poco tras escucharlo, sintiéndose levemente mareado por la información revelada. Cuando asimiló aquel nombre, separó sus labios para decir algo, pero nada salió, lo único que pudo hacer fue morder su labio inferior. Si él estaba en una situación complicada, Akutagawa... era otro caso completamente diferente.

—Debe ser difícil... —fue lo único que atinó en decir, creando confusión en el otro.

—¿Por qué lo dices?

—Pues... Es el mandatario... él... es quien impone la ley sobre castigar el amor... —Atsushi movió vagamente sus manos tratando de explicar la situación, queriendo dar a entender sobre el amor no correspondido que tenía Ryunosuke sin sonar tan directo. Al entender a lo que quería llegar, el mayor soltó una risita.

—Debo aclarar que... él también me ama. —y nuevamente la sorpresa invadió el cuerpo de Nakajima, de forma tan intensa, que su boca se abrió completamente en contra de su voluntad. —Simplemente... él no lo sabe, pues siempre ha creído que el amor es malo. Nunca pasaría por su mente que aquello que lo hace feliz es el amor. —explicó.

Con esa explicación, entendía todo ahora. Anteriormente Akutagawa le había dicho que Shibusawa había manipulado a Nakahara, claro que igual lo haría con el sentimiento del amor, tal como lo hizo con él. Le enseñó que el amor era algo peligroso, algo que jamás podría crear felicidad, entonces, como le sucedió a él, pensaría que sería cualquier cosa, a excepción del amor.

Tras aquella revelación, una idea surcó la mente de Atsushi, era una brillante idea. Se quedó callado mientras pensaba en aquella idea, tratando de darle forma para que pudiera funcionar, extrañando a su amigo por el silencio en el que se quedó y por aquella mirada que tenía.

Cuando tuvo todas sus ideas ordenadas, giró rápidamente hacia el azabache, acercándose lo más que podía, incrementando aquella extrañeza en el otro.

—Akutagawa... tengo un gran plan... pero necesito que participes en él. —comenzó a hablar, aunque sus palabras no pudieron resolver la confusión que tenía su amigo.

—¿Qué plan? —podía notar la emoción en el rostro del albino, parecía ser algo muy bueno.

—Hazle saber a Nakahara-san que lo que sienten es amor... cuando él sepa que todo lo que han hecho está mal, cambiará el rumbo de la nación y podremos darle fin a este sufrimiento. —explicó en qué consistía parte de su plan, consiguiendo asombro en el mayor, aunque después éste se encogió en sus hombros.

—No creo que sea tan sencillo... él no me creería... además... si Shibusawa se entera, le hará daño a él o a Gin con tal de castigarme. —respondió algo dudoso por dicho plan, pero no consiguió desanimar al menor.

—Sé que te creerá. —Ryunosuke se sorprendió por aquellas palabras dichas con tanta seguridad. —Una vez dijiste que, Nakahara-san y yo nos parecíamos, al igual que él, yo creía que el amor era sumamente peligroso y dañino. Me enamoré sin siquiera considerar que era eso el amor, porque lo que sentía era tan hermoso, que era imposible que el amor; el sentimiento que nos dijeron que era tan malo, pudiera hacerme sentir tan bien. —comenzó a relatar su propia experiencia, viendo como el mayor parecía entender sus palabras. —La razón por la que dejé de pensar así... fue porque Dazai me dijo lo que era realmente el amor. Él se sentía igual que yo y me explicó que no tenía porque pensar así sobre ese sentimiento, enseñándome que era todo lo contrario a lo que me habían enseñado.

Fue imposible que su voz temblara al final, sintiendo un ligero ardor en sus ojos. La tristeza volvió a alojar a su pecho por recordar aquel momento en donde descubrió sus sentimientos hacia el castaño. Le dolía saber que... esa felicidad que sentía cuando estaba al lado de la persona que más amaba jamás volvería a repetirse.

—Haz lo que Dazai hizo conmigo... Demuéstrale a Nakahara-san que el amor no es malo... sé que te creerá si le explicas, porque se lo dirá la persona que él ama. Así podrás conseguir que se dé cuenta de todo lo malo que está sucediendo y podrán parar con esto. —terminó de explicar.

Atsushi quería no solo que la nación dejara de sufrir, también que su amigo pudiera amar de la misma manera en que él amaba a Dazai y que fuera amado de la misma forma en que él era amado. Para que pudiera conseguirlo, debía hacerle saber a Chuuya que aquel sentimiento era amor.

El mayor aún parecía dudoso sobre el plan que tenía Atsushi, no negaría que tenía temor al respecto, era tan peligroso todo que no podía avanzar por aquel miedo. Pero, recordar todo lo que el albino se arriesgó por la persona que amaba... él también quería ser valiente por Chuuya... quería parar con esto de una vez por todas.

—De acuerdo... haré lo que esté en mis manos para conseguirlo... —terminó aceptando, si estaba en sus posibilidades poder parar con todo esto, se esforzaría para conseguirlo. —Pero... no creo conseguirlo antes de que seas juzgado... He escuchado que te llevarán a una ejecución pública pasado mañana... —creyó por un segundo que el plan sería para salvar a Atsushi, pero ahora que lo pensaba, no tenía mucho sentido.

Ante sus palabras, los labios del menor temblaron, reflejándose una tristeza pura en su rostro, algo que no le gustaba al mayor.

—Yo no tengo salvación... sé que moriré... pero al menos quiero que las personas allá fuera sean salvadas... Por ello quiero pedirte un último favor. —habló con voz quebrada, consiguiendo que un amargo sentimiento se alojara en el pecho de Akutagawa, éste asintió, decidido en cumplir cualquier cosa por Atsushi. —Quiero... quiero que te unas al grupo rebelde. —pero nuevamente se vio sorprendido por aquella petición.

No dijo nada, simplemente mantuvo su boca abierta por la impresión, sin saber exactamente qué decir. Vio que Nakajima tenía aún más cosas que decir, por lo que prefirió mejor callar y darle la palabra para hablar.

—Ellos quieren liberar a las personas de este infierno, no quieren lastimar a nadie, por eso me uní a ellos, porque quiero que sus planes se cumplan y así impedir que la gente sufra... Pero no sé cuánto tiempo pueda demorarse en que Nakahara-san entienda la gravedad del asunto... Ahora con la anterior Federación libre... ellos corren mucho peligro, quiero que los ayudes por mí...

—No hables como si te estuvieras despidiendo... aún debes reencontrarte con Dazai. —trató de consolarlo, provocando risitas quebradas del albino.

—Es porque me estoy despidiendo... Quiero también que le digas a Dazai... que siempre lo llevaré en mi corazón incluso cuando muera. —los labios de Akutagawa se apretaron fuertemente al ver la deprimente mirada que tenía, realmente estaba aceptando aquella muerte inevitable.

—No creo que ellos dejen que mueras, si Dazai tanto te ama... hará lo imposible por salvarte. —Atsushi negó, extrañándolo.

—Sé que es capaz de presentarse en plena ejecución para impedirlo... pero sé que Shibusawa-san usará eso como una trampa... quiero que impidas que eso suceda. —alzó su mano y la pasó por su mejilla, limpiando una traicionera lágrima que se escapó de sus ojos. —Te confiaré esto porque eres mi amigo y sé que los apoyarás... Su base de reunión se encuentra en un viejo almacén en la parte sur del sector O, sabrás encontrarlo porque se encuentra alejado de la parte poblada... Quiero que me prometas que impedirás que ellos vengan a salvarme, venir es prácticamente como entregarse.

—Pero...

—Por favor... no quiero que les suceda algo malo por mi culpa... prométeme que no dejarás que Dazai venga aquí. —volvió a decir.

El mayor se quedó en silencio, entendía porque quería que le hiciera aquella promesa, sabía el peligro que correrían si se llegasen a presentar, aunque tampoco podía dejar abandonado a Atsushi en esa muerte. Pero aquella voz que imploraba que accediera y su rostro lleno de dolor, difícilmente le hacía negarse.

—...lo prometo... —habló en voz baja, haciendo que Atsushi sonriera levemente.

—Gracias... —se sentía un poco más aliviado al saber que contaría con su apoyo. —Apóyalos en todo lo que puedas, sé que podrás conseguir que Nakahara-san cambie con todo esto... Espero que puedan llegar amar libremente. —la manera en cómo hablaba Atsushi le causaba una tristeza notable en el pecho, estaba aceptando su destino y él no podía hacer nada al respecto. —También... gracias por ser mi amigo. —tembló sutilmente por aquello último, empeorando el estado en Akutagawa.

No podía creer que esa sería la última conversación que compartiría con Atsushi... se negaba a aceptar a algo así.

Las horas pasaron luego de que Akutagawa dejara aquel lugar, tampoco podía estar mucho tiempo ahí, ninguna persona tenía permitido visitarlo a menos de que fueran ordenes de Shibusawa, fue una visita que duró solo unos cuantos minutos. Una vez su conversación finalizó, el mayor se retiró para evitarse problemas, dejándolo nuevamente en esa soledad.

Le parecía extraño que lo tuvieran retenido sin haberle dicho nada, no esperaba que Shibusawa llegara a tener algún tipo de compasión hacia él. Sabía cómo terminarían las cosas, pero que estuviera alargándolas más de lo necesario, simplemente estaba consiguiendo que el nerviosismo creciera. Quizá eso era lo que quería Tatsuhiko.

Pero luego de un largo tiempo, escuchó la puerta de la entrada abrirse, seguido de unos pasos que se iba dirigiendo con calma hacia donde él estaba, no le prestó atención, pues fuera quien fuera, no le interesaba. Se mantuvo refugiado en sus piernas, escuchando como los pasos se hacían más claros, hasta haberse detenido justo frente de él.

—Levántate. Shibusawa ha pedido que te lleve con él. —escuchó la seria voz de Fyodor. Alzó su cabeza y miró de manera molesta a aquella persona, quien ni siquiera se inmutó por la expresión que tenía el albino.

Llevó sus manos al candado de la celda y la abrió con ayuda de las llaves que tenía. Abrió la celda y entró para agarrar del saco a Atsushi, obligándolo a pararse, éste no dijo nada y tampoco puso resistencia, pues no conseguiría nada con ello. Fue esposado nuevamente, teniendo sus muñecas en su espalda.

Una vez realizada esta acción, Fyodor empujó a Atsushi hacia la salida. Éste hizo una mueca, pero acató, siendo escoltado por el mayor hacia la salida de ese lugar, llegando a los jardines rumbo a la oficina de Shibusawa.

Las pocas personas que se encontraban en el jardín miraban con terror como ambos Líderes caminaban, algo que hizo incomodar al albino, pues algunos de ellos eran sus compañeros que le dedicaban miradas de lástima. Sorprendentemente, ninguna era de desagrado o repudio, pero tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ello, pues se alejaron rápidamente, llegando al edificio en donde quedaba la oficina de su mentor.

No negaría que sentía como el temor iba incrementando poco a poco en su cuerpo. El miedo que sentía por Shibusawa iba regresando a su ser, sintiendo como su corazón se agitaba según avanzaban por el interior del edificio, pero aun así trató de ser valiente, ya todos sabían de su traición y sabía cuál sería su castigo, por lo menos una vez en su vida, quería darle la cara a su superior.

En unos pocos minutos había llegado al lugar, Fyodor abrió la puerta y lo empujó contra el interior para entrar. Fue seguido por el más alto quien lo volvió a tomar de su ropa para empujarlo contra el suelo, obligándolo a ponerse de rodillas hacia Tatsuhiko.

—Eso es todo, retírate de aquí. —ordenó fríamente hacia Dostoevsky, creando un escalofrío en el cuerpo del menor.

—Sí, señor. —Fyodor realizó una reverencia y en cuanto terminó, se retiró del lugar, dejando a ambos completamente solos.

Tras la retirada del azabache, hubo varios segundos en silencio, incluso minutos, donde Atsushi mantenía su mirada al frente, sin alzarla para ver al mayor. Éste le observaba en completo silencio, con una mirada de completo desprecio.

—Recuerdo el día en que te recogí del orfanato. —comenzó a hablar Shibusawa con el mismo tono de frialdad, esperando causar algún temblor en Atsushi, pero éste se mantuvo quieto en su lugar, evitando su mirada. —Eras un mocoso que no dejaba de llorar y temblar del miedo. Te traje aquí porque tus ojos brillaban con una pureza que me enfermaba, quería que ese brillo se esfumara y te volvieras despiadado como la Federación de ese entonces.

Tatsuhiko dio unos pasos hacia adelante, sonriendo al ver que Atsushi seguía sin reaccionar, se detuvo cuando solo los separaba un par de pasos.

—Supe que tenía que tratarte diferente cuando te preocupabas por tus compañeros a pesar de que tus heridas podían ser más graves. Si hay algo que detesto más que la pureza, es la amabilidad. —escupió con desprecio aquellas palabras.

Él quería volverlo individualista y egoísta, que no le importara lo que sucedía con las demás personas. Recordaba amargamente aquellos momentos donde Atsushi ayudaba a sus compañeros de entrenamiento, los animaba e incluso los llegaba a defender de los entrenadores, sin importar que él estuviera hecho en lágrimas del terror.

—Te entrené diferente a tus demás compañeros, llevaste un entrenamiento mucho más duro e infernal que ellos, me esmeré tanto para que fueras perfecto y mi más leal hombre... Todo para qué al final me traicionaras. —habló con voz grave, delatando la molestia que sentía.

Impulsó su pierna derecha hacia atrás y la llevó fuertemente hacia adelante, golpeando el estómago de Atsushi, consiguiendo que éste soltara un quejido y se retorciera hacia adelante por el dolor.

—No solo traicionaste mi Federación apoyando al grupo rebelde... también te dejaste ensuciar por el repugnante amor. — dio otro golpe en el mismo lugar de la misma manera, viendo satisfactoriamente como Atsushi escupía. —¿Cómo fue que permitiste que esa desagradable persona te ensuciara así? No puedo perdonar que haya corrompido a mi pieza más importante. —gruñó.

Vio como Nakajima trataba de enderezar su espalda, alzando lentamente su mirada hacia él, sorprendiéndose al encontrar aquella mirada llena de determinación y molestia, con el ceño fruncido y sus dientes apretados entre sí. Era la primera vez que veía ese rostro.

—...las personas no son desagradables como dices... ni el amor... todo lo que dices es mentira... —respondió pesadamente Atsushi, provocando que la molestia en Tatsuhiko incrementara.

—Es verdad que te dañaron la mente para contradecirme... Estás completamente enfermo de amor. —Shibusawa dio media vuelta y se encaminó hasta su escritorio, donde sobre éste se encontraba el fuete, objeto que necesitaría más adelante. Una vez obtenido, regresó a donde el menor estaba, comenzando a caminar lentamente a su alrededor. —Para asignarte un castigo, necesito saber que tantos crímenes hiciste. —habló con una calma escalofriante.

Esperó una respuesta de Atsushi, pero éste no dijo nada, simplemente se quedó con la mirada al frente, sin borrar la mueca que tenía ni su entrecejo arrugado, impacientando a su superior.

—Por lo que me informó Fyodor, al menos dos crímenes del amor cometiste. Empezaste con sentimientos amorosos y seguiste con lo mismo hasta evolucionar a un enfermizo amor. —siguió relatando con el mismo tono sin detener su caminata. —Pero... ¿cometiste el tercer crimen? —Atsushi se tensó levemente ante aquella pregunta, pero siguió manteniéndose en silencio. —¿Qué tan lejos llegaste, Atsushi? ¿Te dejaste manchar por ese sentimiento al punto de acostarte con él? —preguntó para detenerse frente a él, bajando su mirada para observar su rostro.

El menor apretó fuertemente sus labios, sin decir nada todavía. Shibusawa le dio el tiempo para que respondiera, pero según pasaba los segundos, comenzaba a sentir un repugnante revoltijo en su estómago, aquel silencio no le estaba gustando en lo absoluto.

—Responde. —con ayuda de la vara la impulsó con fuerza para golpear el rostro de Atsushi, mucho más fuerte que la última vez que lo utilizó con él, viendo como caía a un lado. El golpe había rozado cerca de su boca, creando una herida en su labio, ya que vio como pequeñas gotas de sangre comenzaban a caer al suelo.

Atsushi tosió un poco y se quejó, alzándose un poco para mirar al mayor quien mantenía un semblante de completa seriedad. Respiró fuertemente por la nariz, tratando de no verse intimidado por aquella mirada, no le daría el gusto de bajar la cabeza en sumisión.

—¿Y q-qué harás si mi respuesta es afirmativa? —le habló con seriedad, provocando que el interior de Shibusawa hirviera en furia tras aquellas palabras. No necesitaba más, quedaba muy clara su respuesta.

Usó nuevamente el fuete y golpeó el hombro de Atsushi, éste mordió su labio para evitar gritar del dolor, importándole poco si empeoraba la herida de su boca o si llegaba a manchar su lengua con su propia sangre.

—¿Qué es lo que haré? ¿No es bastante obvio? —sonrió levemente al ver un pequeño rastro de temor en su mirada, el amor pudo ensuciarlo completamente, pero aún quedaba de aquel miedo que sentía por la muerte. —A ver, contemos.

Retomó la caminata alrededor de Atsushi mientras agitaba la vara contra su mano, queriendo aumentar más aquel temor que apenas si se asomaba en el cuerpo del albino.

—Traicionaste al gobierno, te uniste al grupo terrorista y fuiste un infiltrado de ellos para entregarles información. Ya solo con ello, tus crímenes son muy graves. —comenzó a enumerar los delitos que había cometido Atsushi mientras disminuía la velocidad con la que caminaba. —Y si fuera poco, te dejaste enfermar por el amor, cometiendo los tres crímenes de ese asqueroso sentimiento. Lo mínimo que te mereces es la pena de muerte. —sentenció.

La mirada del menor titubeó con dolor, lo sabía, sabía que ese sería el precio que debería pagar por todo lo que hizo, sabía que, si era atrapado, sería ejecutado. A pesar de que durante todo ese día se estuvo preparando para morir, todavía la idea le creaba cierto temor, pero no había de otra.

—Pero... ¿por qué sería tan suave contigo y darte el gusto de morir? —Atsushi se sorprendió por aquellas palabras, alzando rápidamente la mirada hacia Shibusawa, quien sonreía tenebrosamente al ver la confusión del menor. —No voy a permitir que por culpa de un imbécil pierda tantos años de esfuerzo que dediqué para entrenarte, no te voy a perder. —hizo una pequeña pausa para admirar al otro y siguió. —No creas que te estoy perdonando, no, no. Claro que serás castigado, pero no con la muerte que es un castigo muy suave. Te castigaré de la manera en la que puedas ahogarte en sufrimiento y dolor... Haré que mates a la persona que amas tanto.

Los ojos de Atsushi se abrieron completamente ante aquella amenaza tan terrible, sintiendo como su corazón comenzaba a latir de miedo. Su cuerpo fue sacudido por un temblor por pensar en lo último que se le dijo, pero trató de mantener la calma, por más que lo amenazara, no accedería.

—Primero moriré yo antes de hacerle daño... nunca más volveré a obedecerte. —pero sus palabras solo hicieron que Shibusawa estallara en carcajadas, creándole un sabor amargo en la boca a Nakajima.

—Muy mal Atsushi... siempre le temiste a la muerte al grado de hacer cualquier cosa con tal de asegurar tu vida, ¿y ahora estás dispuesto a morir por salvar a aquella persona? Estás perdiendo tu mayor principio. —cantó con diversión mientras se dirigía una vez más hacia su escritorio. —No es algo que decidas, lo matarás porque yo te lo ordeno.

No dijo nada más hasta llegar a su escritorio, abrió uno de los cajones y sacó un pequeño estuche algo alargado, lo tomó en sus manos y regresó a donde Atsushi estaba, quien miró extrañado aquel objeto.

—Tenía un mal presentimiento de que algo así sucedería... La vez que me dijiste sobre que la amistad que tenías había acabado, sabía que me estabas ocultando algo. Desde entonces estuve trabajando en esto, no creí que tendría que utilizarlo porque pensé que tu miedo siempre sería más grande que cualquier cosa y con ello tenía asegurado tu lealtad... pero veo que me equivoqué.

Abrió el estuche y de su interior sacó una jeringa que contenía una sustancia extraña, provocando a Atsushi que temblara, no sabía lo que era, pero las palabras que decía Shibusawa no le gustaban en absoluto, comenzando a arrastrarse hacia atrás para alejarse de él.

—Esta droga la utilizamos para manipular a Chuuya y poder ocultar ciertas partes de sus recuerdos, esperando que con ello pudiéramos borrar la amabilidad que tiene. Pero la he mejorado en estos meses. —su sonrisa se amplió mucho más al ver aquel rostro que tanto adoraba ver en Atsushi; uno lleno de pánico y desesperación. —Esto bloqueará por completo tu mente y solo obedecerás lo que yo diga. —explicó el efecto de aquella sustancia, empeorando el estado del menor.

Comenzó a caminar hacia él, sintiéndose emocionado por ver como Atsushi trataba de alejarse, pero gracias a las ataduras en sus muñecas, se le dificultaba. Se detuvo hasta quedar frente a él, llevando su mano libre a su cabeza, donde sostuvo fuertemente su cabello para tenerlo retenido. A pesar de ello, el menor seguía sacudiéndose con fuerza, pero el pánico estaba debilitándolo.

—Te recuerdo que eres mío. Yo decido cuando mueres y que es de tu patética vida, porque es mía. Espero que esto te enseñe a que no puedes desobedecerme. —fue lo último que dijo para clavar la inyección en su cuello, consiguiendo un grito de desesperación de Atsushi quien trató de soltarse de él, pataleando inútilmente y golpeando con su rodilla el costado de su mentor, pero éste no desistió. —Vamos Atsushi... quiero que mates a esa persona que te enseñó el amor. —susurró macabramente.

Y su pulgar empujó el apoyo de la inyección, insertando el líquido hacia el interior de Nakajima, inyectando la droga que había estado preparando durante esos meses. 

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