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Capítulo • 30 •


Los días avanzaron con tranquilidad, la nación permaneció en calma durante esos días tras la advertencia de Atsushi sobre una posible libertad de la antigua Federación. El grupo rebelde decidió mantenerse oculto, pasando el mensaje a los civiles para evitar que se pusieran en peligro, no actuarían hasta analizar la situación.

Durante esos días, Atsushi se encargó de aclarar las dudas y desmentir mitos que tenía el grupo rebelde con respecto a la Federación. Sobre como eran reclutados desde niños, robados de familias y orfanatos para someterlos a los entrenamientos, explicando de esa manera porque mantenían gran lealtad al gobierno, pues fueron atormentados con dolor y miedo. Así como adoctrinaban a la sociedad, lo hacían con los oficiales.

Gracias a lo que se le había dicho, entendieron que no necesariamente la Federación era el enemigo, sino simplemente Shibusawa, pues aquellos oficiales estaban obligados a actuar. Derrocando a la cabeza que los controlaba no deberían ser algún problema.

Una cosa más que fue informando con el paso de los días era el comportamiento del gobierno luego de la huida de Oda; había incrementado la seguridad en el sector Rojo y su libertad como Federación era cada vez más limitada, pues ahora cada uno debía informar su ubicación y lo que habían reunido en su día de labor. Aun sí la información no era para nada útil, era un tipo de protocolo para tenerlos más controlados.

Algo que le hizo conmover había sido la notable preocupación de cada uno de ellos, unos más que otros. A pesar de que eran solo pocos días los que se conocían, parece que lo habían aceptado como un compañero suyo.

"Eso suena muy peligroso... ¿realmente estás seguro de estar aquí?"

"Eres muy valiente por ayudarnos, pero me preocupa que por esto puedan capturarte..."

"Si sientes que es una carga muy pesada y no puedes con esto, eres totalmente libre de dejar el grupo rebelde."

Las palabras de Kenji, Naomi y Kunikida respectivamente aún resonaban en su mente. Era la primera vez que varias personas parecían preocupadas por él, ni sus compañeros a quienes conocía desde que eran niños mostraban una pizca de la preocupación que sentían aquellas personas.

Si bien, al principio se sentía excesivamente nervioso por pertenecer al grupo rebelde y haber realizado su traición total al gobierno, al punto que era pesado tener que mentir bastante a su mentor, distorsionando la información sobre los lugares que patrullaba y los datos que recolectaba. Al ver que realmente en aquel grupo había personas amables que querían lo mejor para la nación, lo impulsaban a seguir adelante.

Entendía finalmente, porque ellos como Federación fallaron tanto en poder atraparlos. La gran diferencia era que ellos sabían trabajar en equipo y confiaban plenamente los unos en los otros, algo que admiraba mucho Atsushi, se sentía orgulloso de poder estar con personas así.

Siempre trató de calmar a los demás, estaba teniendo el cuidado suficiente para no levantar sospechas, pues él mejor que nadie conocía las consecuencias que recibiría si era descubierto. Afortunadamente, Shibusawa parecía ser más duro con sus compañeros, pues parecía estar tan seguro de que era cualquiera de ellos era el traidor. Exceptuándolo a él y quizá a Tachihara, pues fueron los atacados cuando Oda escapó.

Si bien, aún sentía una gran culpabilidad sobre el sufrimiento que estaban pasando sus compañeros por su culpa, se repetía que era lo mejor para poder conseguir no solo su libertad, sino también la de ellos. Afortunadamente no se habían repetido los castigos o lecciones de conducta como aquella vez, pero si intimidaciones por parte de Tatsuhiko lo suficientemente aterradoras como para hacerles temblar del miedo. Podía estar medianamente tranquilo de que no estaba usando la violencia física para atormentarlos.

Algo que también había ocurrido últimamente, era el incremento de desconfianza entre sus compañeros de la Federación. Al saber que uno de ellos era un traidor, difícilmente se sentían tranquilos estando con alguien, irónicamente solo confiaban en su Líder. Esa parte también le creaba un poco de culpabilidad, pues por sus mentes nunca estaría la posibilidad de que él, Atsushi Nakajima era el traidor.

Lo único bueno de ello era la seguridad que podía tener, seguía teniendo más libertad de andar que sus compañeros, un poco más limitada, por ello no se preocupaba tanto cuando debía ir a la base de reunión del grupo rebelde o cuando debía estar patrullando un sector y andaba en otro. Si alguien lo llegaba a ver fuera de su zona de trabajo, siempre encontraba una excusa para justificarse.

Pero por ahora no tenían ningún tipo de problema, pues todo parecía estar en una perturbadora calma. La misma nación presentía como si algo malo fuese a suceder, con las protestas detenidas, el grupo rebelde desaparecido y la tensión en la Federación. Atsushi estaba al pendiente de cada movimiento de Shibusawa, esperando el momento en donde éste diera la orden para soltar la antigua Federación, sorpresivamente hasta el momento seguían cautivos.

La leve ilusión se alojaba en su pecho al creer que quizá realmente su mentor no quería tomar esa decisión, no porque tuviera alguna clase de empatía por la sociedad, mucho menos para los rebeldes, la razón era más sencilla e incluso infantil. Shibusawa y Fyodor se desagradaban mutuamente, no era algo que no supieran todos, aunque fuera cierto que Fyodor era mucho más leal que él, también era sumamente desobediente, si Tatsuhiko le dijera que simplemente atrapara a alguien, él lo haría de una manera escandalosa para provocar dolor en el proceso. Sí, obedecía a su mentor, pero a su manera y que existiera alguien que Shibusawa no pudiera controlar en su totalidad, le frustraba.

Quizá por ello no quería darle el gusto de volver, porque sabía perfectamente que Dostoevsky estaba sediento por volver al poder, no le bastaba el sufrimiento que ya causaba al entrenar a la nueva generación de la Federación, él era completamente diferente a Atsushi. Mientras él era compasivo, amable y sentimental, Fyodor no parecía estar bien en ningún aspecto, mucho menos mentalmente, era el arma más desesperada a la que Shibusawa podría recurrir.

Quizá... aún podía haber esperanza de evitar una gran tragedia.

Pequeñas risitas resonaban en aquel edificio abandonado, donde trataban de ser los más silenciosos posible, pero aquel sentimiento les impedía soltar leves soplidos en forma de risas, ¿la razón? Simplemente felicidad.

Dazai se encontraba sentado sobre el suelo, al lado de la ventana donde la luz del atardecer iluminaba cálidamente el interior del edificio. Sobre sus piernas se encontraba Atsushi quien reía por las leves cosquillas que el castaño le estaba haciendo. Únicamente sus dedos se paseaban por sus costados, tal parece que era sensible en estos lugares.

—¿Cómo siguen tus heridas? —preguntó al finalizar, rozando despacio la espalda de Atsushi, como si estuviera preguntando si estaba bien tocarlo ahí. El albino soltó una risita más y acomodó su cabeza sobre el hombro de su amado.

—Mucho mejor, ya casi no me duelen. —expresó con una voz suave, dando silenciosamente la autorización al otro de continuar. Quien, al escucharle, posó su palma contra su espalda, comenzando a acariciarlo.

—Es bueno saberlo, esperemos que nada como eso se vuelva a repetir. —habló con sus mejillas infladas mientras llevaba sus brazos a la cintura de Atsushi, abrazándolo con cierta posesividad, haciendo reír al otro.

—Esperemos, pero, aunque eso sucediera, estarías ahí para aliviar mi dolor, ¿no? —Atsushi se inclinó hacia atrás para poder ver a Dazai, al cual le dedicó una sonrisa mientras dirigía sus manos a sus mejillas, viendo como sus labios temblaban de felicidad.

—¡Por supuesto que sí! Haría cualquier cosa por ver bien a mi Atsushi, no dudes de ello. —tarareó con felicidad a la vez que se movía de un lado a otro, donde el menor se tuvo que aferrar a su cuello para no caer, sintiendo como su corazón saltaba de alegría por todo lo que Dazai le hacía sentir.

—Me alegro que lo digas... siempre me siento mejor cuando estoy contigo... —confesó con timidez.

Atsushi se encorvó un poco para refugiarse en los brazos de Dazai, pegando su mejilla contra su pecho, logrando escuchar aquella melodía que tanto le gustaba que le cantara el corazón del mayor. La armonía de sus latidos le creaba una peculiar paz, quisiera escucharlos como si fuera una canción de cuna para luego dormir plácidamente.

Osamu ascendió con lentitud su mano, trazando un camino por su espalda hasta llegar a su cabeza, donde sus dedos comenzaron a enredarse entre los mechones grisáceos, acariciándolos con cuidado.

—Sabes que eres lo más importante que tengo, ¿no? —expresó con voz dulce, agitando al corazón de Atsushi quien se hundió más en su pecho.

—¿Lo soy? —Y Dazai asintió.

—Así es, desde que entraste a mi vida la has llenado de luz, tengo una muy bonita razón para vivir, la cual eres tú. —sonrió al sentir un suave temblor del menor. Se preguntaba si sus mejillas ya estarían ruborizadas.

No quiso quedarse con aquella duda y detuvo los movimientos de sus dedos, deslizándose por un costado, rozando su oreja hasta llegar a su mejilla, La tocó por unos segundos y sintió que estaba caliente, siguió bajando hasta su mentón, donde le dio suaves golpecitos, indicándole que subiera la mirada.

No lo apuró, le dio el tiempo que necesitara para hacerlo. Sorpresivamente no demoró mucho, en menos de dos minutos, Atsushi fue alzando su rostro para mirar a Dazai, confirmando que efectivamente, sus mejillas estaban rojizas en un tono pastel. Esta vez no desvió sus ojos, dándole el gusto al mayor de posar esos ojos en él, donde Dazai pudo apreciar el precioso color que los pintaba. Nunca se cansaría de decirse que amaba los colores que los pintaba; un color frío y uno cálido, colores muy contrarios entre sí pero que al unirse creaba lo que Atsushi era, un ser cálido como el amarillo pero que tenía tintes purpuras, pero no por ello era malo, a ojos de Dazai, era perfecto.

—¿Qué piensas? —Dazai salió de sus pensamientos al escuchar aquella voz dicha con curiosidad, aumentando la sonrisa que tenía.

—En lo mucho que me gustan tus ojos. —el rojo de las mejillas contrarias pareció intensificarse.

—¿Mis ojos? —Dazai asintió una vez más. Llevó su mano derecha a uno de sus pómulos, tocando con cuidado, observando detalladamente esos ojos que temblaban apenas notable.

—Aquella vez que te salvé y despertaste, parecía como si tus ojos tuvieran algún filtro oscuro, los colores eran opacos y desanimados, pero hoy... pareciera que brillan, fueron adquiriendo tonalidad según pasaron los meses, en verdad son muy lindos. —halagó con cariño, siendo imposible que retuviera un suspiro.

Los labios de Atsushi temblaron por sus palabras. Su corazón, quien ya estaba agitado, comenzó a saltar con mayor fuerza, sintiendo como una vez más esa calidez llamada amor se derramaba en su pecho. A pesar de los meses, no podía acostumbrarse a las palabras empalagosas de Dazai, y la verdad, no quería hacerlo.

—Si te gustan entonces creo que está bien. —habló con sus mejillas rojizas, cortando la unión de sus miradas, pues dirigió sus ojos a un costado.

—Me gustan mucho. —aclaró.

—O-oh... bien...

—Todo de ti me gusta.

—Da-Dazai... —gruñó Atsushi mientras se encogía en sus hombros por la vergüenza que iba incrementando.

—Simplemente digo la verdad, no tienes porque avergonzarte. —Dazai se inclinó hacia adelante, acortando la distancia de sus rostros para luego soltar una suave risa por como Atsushi ladeaba su rostro. —Ven aquí. —susurró, creando un escalofrío en el menor.

Atsushi respiró hondamente y volteó, cortando la poca distancia que los separaba para unir sus labios, donde Dazai sonrió para luego aceptar con gusto el beso. Le hacía feliz que no necesitó de palabras o ni siquiera de una mirada para comunicar lo que quería, cerrando sus ojos para disfrutar de ese nuevo beso.

Un beso cálido que quizá duró un minuto o menos, se separaron por unos instantes, tomándose unos segundos para respirar contra la boca contraria.

—Dame otro. —Dazai pidió bajo. Atsushi vaciló un instante, pero terminó acatando, volviendo a unir sus labios en un pequeño beso que tuvo una duración similar al primero. —Otro. —volvió a pedir.

A pesar de que el albino se encontraba hecho un revoltijo de nervios, complació en cada pedido que se le hacía, aun si sus propios labios temblaban de la vergüenza. Siguió besando todas las veces que Dazai le pidió, pero éste parecía seguir insatisfecho.

Dejó de pedir los besos y él mismo comenzó a empujar su cabeza hacia adelante, besando incontables veces sus labios, pero no era suficiente. Por ello decidió redirigir sus besos al rostro de Atsushi, besando la comisura de sus labios, sus mejillas, su mentón, su nariz, sus pómulos, sus párpados, su frente, no hubo pedazo de piel que no besó de su rostro. Mientras sus brazos se encaminaban a rodear su cintura, apretándolo cada vez más fuerte según besaba más.

Pero seguía sin ser suficiente.

Dazai frunció el entrecejo y bajó un poco más, besando con cuidado el cuello de Atsushi, éste no se quejó, no era la primera vez que lo hacía, pero siempre lograba hacerle temblar. Dazai besó toda la piel que pudo hasta que se interpuso el cuello del saco.

La insatisfacción que se plantaba en su pecho seguía estando ahí, creándole algo de frustración. Atrajo una de sus manos para tomar la del menor y besó su dorso, sus dedos, su palma, pero seguía sin conseguir una verdadera mejora.

Puchereó y lo volvió a abrazar, enterrando su rostro contra el pecho de Atsushi, quien no estaba entendiendo nada de lo que estaba sucediendo. Si bien, era normal que Dazai lo atacara con una explosión de besos, esta vez habían sido demasiados y en distintos lugares, algo que puso nervioso a su corazón. No dijo nada, sus manos subieron y se posaron sobre la castaña cabellera del mayor, consolándolo de algo que no sabía exactamente que era.

Dazai tampoco dijo nada, estaba más metido en sus pensamientos que buscaban la manera de resolver su problema, amaba besar a Atsushi, no solo por la sensación que le creaba hacerlo, también porque por cada beso que le daba, demostraba un poco del amor que sentía, pero ahora... parecía que su corazón no estaba satisfecho con esto, exigiéndole que hiciera algo.

¿De qué manera podría expresar su amor que crecía día con día? donde los besos y las palabras se quedaban cortas al momento de que quería comunicárselo. Nuevamente se estaba desbordando de sus manos.

Ante ello, una idea surcó su mente, una que no era precisamente nueva, anteriormente lo había pensado, pero terminaba descartándola al creer que era precipitada. Sin embargo, al momento en que regresó a su mente, su corazón saltó, como si estuviera de acuerdo con esa idea.

Así, lentamente despegó su rostro de su pecho y subió su cabeza, apoyándola contra su hombro, mientras trataba de ordenar las palabras para darle una respuesta a la confusión que sabía que Atsushi estaba teniendo en ese momento.

—Es insuficiente. —comenzó.

—¿Qué cosa? —preguntó con extrañeza, realmente no obtenía mucho con esas dos palabras, Dazai respiró hondo y continuó.

—Los besos, las palabras, todo. —Atsushi alzó una ceja, completamente confundido por lo que estaba diciendo Dazai. Decidió no hablar hasta que obtuviera una explicación más detallada. —No son suficiente para expresar lo que siento por ti, me encanta besarte y decir que te amo, pero no son suficientes para definir completamente el amor que siento por ti, siento como si estuviera mintiendo, porque pareciera que esto es mucho más grande como para definirlo con solo dos palabras. No me siento satisfecho, quiero amarte más y expresarlo, quiero todo de ti, quiero... —hizo una pequeña pausa para tomar un gran respiro a la vez que sus brazos se aferraban con mayor fuerza a su cuerpo. —Quiero hacerte el amor.

Los párpados de Atsushi se abrieron completamente debido a la sorpresa que lo invadió. Ante aquello último, su corazón dio un vuelco tan fuerte que juró haberlo sentido chocar contra su pecho. Sus mejillas las cuales ya estaban sonrojadas, ahora se encontraban ardiendo y sus manos temblaban sobre la cabeza del mayor.

La felicidad que sentía por la manera en cómo Dazai se expresaba aquella frustración sobre el amor que sentía, fue creciendo según iba avanzando, y al escuchar su deseo final, simplemente estalló, su mente estaba en blanco.

—¿Ha-hacer el amor...? —repitió con una voz temblorosa, enseguida Dazai asintió, regresando hacia atrás para poder mirarlo, sintiéndose aliviado de al menos no encontrar una mirada desagradable.

—Lo he pensado y puede ser una buena manera para que pueda expresarte mi amor, pero si no quieres, está bien, tampoco te obliga-

—S-si quiero... —rápidamente Atsushi lo interrumpió, sorprendiendo un poco al castaño. El albino se encogió en su lugar, tratando de reunir el valor suficiente para combatir con la gran vergüenza que lo estaba atacando. —Honestamente... yo igual lo he estado pensando últimamente... —eso último incrementó la sorpresa en Dazai.

Como integrante de aquella organización que se encargaba de castigar a personas enamoradas, conocía perfectamente el crimen más grave de aquel sentimiento, pues era la más grande muestra de amor. Anteriormente no le prestaba mucha atención, las relaciones sexuales no era algo con lo que se sintiera muy cómodo de conversar, no era una persona pervertida, menos le interesaba el otro sentido de dichas acciones.

Pero ahora... que él estaba enamorado y era amado. Sentía una gran curiosidad sobre porque era aquella la mayor muestra de amor, en algún momento supuso que sucedería y estaba bien que lo hiciera, por ello, que Dazai lo hubiese propuesto le había hecho increíblemente feliz, no solo porque quería lo mismo que él, sino también porque le ahorró el embarazoso momento de pedirlo por su cuenta.

Para cuando Dazai terminó de procesar aquello que se le dijo, éste terminó sonriendo ampliamente, inclinando nuevamente su rostro para dejar un sonoro beso sobre los labios de Atsushi, expresándole un poquito de la felicidad que le hacía sentir por saber que querían lo mismo.

Al terminar con aquel beso, el mayor sostuvo sus mejillas para luego pegar su frente contra la de Atsushi, mirándolo directamente a los ojos.

—¿Me dejarás tomarte? —preguntó directamente, Atsushi se enterneció por como su mirada titubeó.

—Está bien. —Dazai volvió a suspirar, sabía que Atsushi estaba avergonzado y quizá nervioso, pero se había esforzado para que su voz se escuchara segura. Supuso para que no pensara que dudaba de ellos, realmente lo veía motivado a ello.

Se alzó un poco más para dejar un amoroso beso sobre la frente de Atsushi, quien cerró sus ojos para disfrutar de aquel beso.

—Vayamos a mi casa. —habló contra su piel.

Atsushi simplemente asintió algo tembloroso, para luego colocarse de pie. No sabía si había sido por estar sentados durante mucho tiempo o por lo que estaba a punto de suceder, pero sus piernas temblaban un poco.

Tomaron la decisión de irse de manera separada para no levantar alguna especie de sospecha, empezando con Dazai, dejando unos minutos solo a Atsushi en aquel edificio. Aprovechó ese tiempo para tranquilizar a su agitado corazón, pero no conseguía hacerlo, había una gran mezcla de sentimientos y emociones que lo invadían en ese momento, pero sin duda alguna, la felicidad predominaba.

Para cuando supuso que estaba bien, comenzó a dirigirse al sector F, en donde quedaba el hogar del castaño. Al salir, vio que el cielo estaba cada vez más oscuro, la noche comenzaba a caer, seguramente para cuándo llegará a casa de Dazai ya habrá anochecido. Rápidamente sacó su celular y comenzó a teclear un mensaje.

<Akutagawa, tengo un asunto que atender, quizá me demore toda la noche.>

<Por favor, infórmale a los demás que estaré patrullando durante la noche, yo me encargaré de avisarle a Shibusawa-san.>

No sabía cuánto tiempo se iba a demorar en hacer eso, no quería alertar a ninguno en el sector Rojo por su ausencia, por ello era mejor avisar. Una vez enviado aquel mensaje, hizo lo mismo, pero a su mentor, inventándole una excusa por la cual era buena idea patrullar en la noche.

Cuando terminó, antes de irse de aquel sector, dejó su celular en unos arbustos algo alejados del edificio, lo perfectamente oculto para que él fuera el único que supiera donde estaba. Esto lo hacía solo por precaución, si a Tatsuhiko se le fuera a ocurrir la tonta idea de rastrear su celular lo llevaría a aquel lugar, daría la excusa de que se le cayó. Aunque sabía bien que eso no sucedería, pero no quería estar con ese miedo, por eso decidió deshacerse por esa noche su teléfono, a pesar de que realmente no corría algún peligro.

Una vez se encargó de eso, se dirigió hacia el hogar del castaño, atravesando los sectores que lo separaban. Trató de apurarse, seguramente Dazai ya lo estaba esperando, no quería que se hiciera la idea de que había huido o algo así, tanta era su prisa, que terminó usando el metro para llegar pronto.

En más o menos media hora, había llegado, evadió las cámaras de seguridad y se dirigió hasta el barrio en donde Dazai vivía, sintiendo como con cada paso que daba, su corazón se agitaba más, hasta el punto de casi estallar cuando se encontraba frente a la puerta de su casa. Respiró hondo y tocó un par de veces, esperando a recibir una respuesta. No pasó ni un minuto para que la puerta fuera abierta, siendo recibido por Dazai quien estaba sonriendo.

—Adelante. —abrió paso para que Atsushi entrara, quien agradeció en voz baja y dio un par de pasos hacia adelante.

Una vez el menor estuvo dentro, cerró la puerta, esperando a que éste terminara de deshacer los cordones de sus botas para quitárselas y pasar correctamente por el interior de la casa.

Cuando esto terminó, Dazai tomó con cuidado su mano y comenzó a guiarlo por los pasillos, rumbo a su habitación. Ninguno de los dos dijo nada, estaban en silencio con los suaves sonidos del rechinar de la madera que era pisada por ellos, a un paso lento, para no apresurar las cosas. Aunque sintieron como habían llegado muy pronto, tampoco era que la habitación quedaba lejos de la entrada.

El mayor abrió la puerta y dejó que Atsushi entrara primero, lo cual hizo, entrando después de él, caminó hasta llegar a su cama, donde se sentó, esperando que Atsushi hiciera lo mismo, sonriendo tiernamente por como sus piernas flaqueaban en el proceso, pero había conseguido con éxito sentarse a su lado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con calma, alzando su mano para que sus dedos peinaran el cabello del menor, quien se destensó un poco gracias a eso.

—Estoy bien, solo un poco nervioso. —expresó en una risita tímida, creando una calidez en el pecho de Osamu.

—Entiendo, yo igual me siento algo nervioso. —saber que estaban en el mismo estado relajaba un poco más al menor, notándose en cómo sus hombros caían suavemente. —¿Sabes cómo es esto? Me refiero, ¿conoces del tema? —preguntó sin detener los mimos en su cabeza, a lo que Atsushi asintió.

—Sí, lo conozco por mi trabajo. —aclaró, haciendo reír suavemente a Dazai.

—Y... ¿sabes como es entre hombres? —vio como las mejillas de Atsushi se ruborizaron, provocando que bajara la mirada.

—Pu-puedo hacerme una idea... —tampoco es como si hubiera muchas posibilidades, pero pensar en ello le estaba creando una vergüenza terrible.

—Está bien. —los mimos en su cabeza cesaron, para bajar a su mejilla, donde comenzó a tocar con delicadeza. —Me imagino que sabrás igual, hay alguien que recibe y... —dejó de hablar al ver como el cuerpo de Atsushi temblaba notoriamente, parece que la vergüenza incrementó, pues notó como éste apretó la tela de su pantalón.

Parece que ambos sabían que rol le correspondía a cada quien. Para Dazai no había ningún problema, pero ver tan avergonzado al menor le creaba un poco de culpabilidad.

—No quiero que te sientas incómodo, si no te agrada ser el de abajo, puedes elegir libremente. —trató de calmarlo mientras se acercaba para besar su cabeza, esperando que con eso bajara su nerviosismo. —Quiero que te sientas bien y a gusto, así que dime, ¿cómo te gustaría que lo hiciéramos? —preguntó sin dejar de besar su cabeza.

El corazón de Atsushi se estremeció, conmovido porque el mayor se detuviera a tratar esas pequeñas inquietudes que sentía. A pesar de que para él mismo pudieran parecer absurdas, que Dazai les diera importancia, simplemente le aseguraba que quería hacer esto con él, por lo que terminó moviendo su cabeza, captando la atención del mayor.

—E-está bien así... no me incomoda... solo me asusta un poco. —Dazai volvió a sonreír, dejando un último beso para luego llevar sus manos al rostro del menor, atrayendo su cabeza hacia él para que pudiera mirarlo.

—Bien, entonces te prometo ir despacio, en todo momento te estaré cuidando para no lastimarte, ¿de acuerdo? —recibió un asentimiento por parte del menor. Una vez aclarada esa duda, no había nada que impidiera unirse a aquella persona, pero tal como lo dijo, llevaría con calma las cosas.

Inclinó su cuerpo hacia Atsushi, para juntar sus labios en un beso que fue bien recibido por el menor. Compartieron pequeños besos, primero para relajar a Atsushi, cuando se consiguió esto, Dazai se tomó más tiempo en cada beso, profundizándolos más. Cuando sintió como Atsushi quería abrir la boca, subió un poco la intensidad.

Ingresó con cuidado su lengua al interior de la boca ajena, encontrándose con aquella lengua que conocía ya perfectamente, tocándola con cuidado para invitarla a bailar, primero en movimientos suaves que se fueron intensificando según pasaban los segundos.

Dazai llevó sus manos a la espalda de Atsushi, tocando con cuidado toda el área, hasta atraer al frente sus manos, donde comenzó a desabotonar cada botón del saco negro que tenía puesto. Atsushi parecía estar más concentrado en la danza de sus lenguas, por ello no notó cuando fue despojado de aquella prenda.

Aquel beso estaba creando un calor peculiar en sus cuerpos, no era la primera vez que se sentían así, siempre que tenían ese cosquilleo en la parte de sus abdómenes paraban con el beso, pero esta ocasión permitieron que dicho calor aumentara y los consumiera de a poco.

El suave movimiento de sus lenguas había quedado atrás, pues sus bocas se buscaban con hambre, queriendo juntar más sus lenguas, queriendo juntar más sus cuerpos. Deseo que no se reprimió Dazai, pues comenzó a empujar al menor contra el colchón, quien, obedientemente, fue cediendo, dejando su espalda contra la cama, donde el mayor se colocó sobre él, teniendo una de sus piernas entre las de Atsushi, sin dejar de besar sus labios.

Pero tanta intensidad en sus besos les estaba obligando a tener que separarse, respirando agitadamente por el poco oxígeno que se permitieron respirar, jadeando suavemente.

Dazai no quiso perder el tiempo y fue a atacar el cuello del menor, emocionándose cuando escuchó un jadeo un poco más ruidoso. Aún había un par de facetas que no conocía de Atsushi, su propio calor parecía aumentar ante solo la imaginación. Se dedicó a besar con suavidad su cuello, no era diferente a otras veces que lo había hecho, pero su lengua no podía mantenerse quieta dentro de su boca. Salió para degustar la piel del menor, saboreando aquel dulce sabor que estaba creando una excitación en su cuerpo, más al sentir como Nakajima se retorcía suavemente bajo de él.

Descendió lentamente por todo su cuello, deteniéndose unos segundos para mordisquear su piel. Tuvo que regañarse mentalmente por el deseo de querer dejar una marca en ese lugar, había muchos factores que no se lo podía permitir, empezando porque podría meterlo en problemas, por ello se limitó a solo morder suavemente. Esto parecía gustarle a Atsushi, pues vio como estiraba su cuello para darle más libertad de actuar, continuando así hasta haberse cruzado con aquella camisa blanca.

Se alzó y se apoyó sobre sus propias rodillas, dándole unos segundos al menor para que respirara. Éste dirigió su mirada hacia él, Dazai admiraba el color carmín que pintaba sus mejillas y, esos ojos que parecían brillar más que nunca, emocionando a su corazón.

Dazai llevó esta vez sus manos al nudo de su corbata, comenzando a deshacerlo lentamente mientras tenía la mirada de Atsushi sobre él, hasta haberlo conseguido, apartándola lejos de ellos. Antes de continuar, se inclinó para besar con cariño su mejilla, deleitándose por el armonioso sonido de la pequeña risita que soltó el albino.

Prosiguió en desabotonar su camisa, disminuyendo la velocidad cuando sintió que Atsushi parecía ponerse tenso, éste desvió la mirada y pegó su mejilla contra la almohada, evitando ser mirado por Dazai. El mayor se detuvo por un momento, esperando recibir algunas palabras del contrario, pero cuando éste movió su cabeza en señal de que continuara, lo hizo, terminando de ese modo de abrir su camisa, separando los dos trozos de tela para mirarlo.

La saliva dentro de su boca comenzaba a aumentar al ver la pálida piel de su pecho y torso. Solo una vez lo había visto y había sido aquella vez en donde trató sus heridas. En ese momento no le prestó mucha atención, pues más allá de excitarlo como lo estaba haciendo ahora, le fastidiaba tener que estar tratando las heridas de su enemigo. Que irónico que volvería a verlo de otra forma.

Sus manos cosquilleaban, deseosas de tocarlo. Llevó sus manos y las deslizó desde su pecho hasta su vientre, trazando con cuidado las marcas de su pelvis hasta que se perdían en su pantalón, tocando con cuidado cada parte de su piel. Terminando con contornear su cintura a la cual abrazó tantas veces y ahora la tenía expuesto para él, sintiendo como sus manos comenzaban a adquirir calor según se frotaba.

Mientras, Atsushi se estremecía levemente por los toques que estaba recibiendo. Cuando entró a aquella habitación, pudo sentir como la fría noche de otoño le creaba escalofríos, pero ahora su cuerpo se sentía tibio, donde no estaba muy seguro de percibir alguna clase de frío.

Dazai siguió tocando su abdomen, delineando aquella gran cicatriz que tenía en su costado izquierdo. La primera vez que la vio no le dio gran importancia, pero ahora sus ojos no podían despegarse de ésta. Para cualquier persona las cicatrices podrían parecer desagradables, podría decirse que a él también le desagradaban, pero extrañamente las de Atsushi le parecían lindas. Si bien ya se hacía una idea de la razón por la que lo tenía, no quitaba ningún encanto a su cuerpo.

—N-no me veas tanto... —salió de sus pensamientos al escuchar aquel chillido, alzó su mirada y vio el rostro completamente avergonzado del menor, quien tenía sus labios apretados por el mismo sentimiento.

Dazai sonrió y se inclinó hacia él, rozando sus labios contra los suyos.

—¿Por qué no? —susurró contra estos, sin dejar de tocar su costado izquierdo, ampliando más su sonrisa al ver como Atsushi se removía.

—De-debe de ser desagradable. —Dazai se sorprendió por aquellas palabras, creyó que simplemente se trataba de vergüenza, no alguna clase de inseguridad hacia su cuerpo.

No dijo nada, en cambio tomó la mano del menor para darle la indicación de que se levantara un poco, a lo cual accedió sin saber realmente el motivo. Una vez tuvo un poco más de libertad, Dazai tiró hacia atrás su camisa para deslizarla sobre sus hombros, terminando por sacarle aquella prenda, dejando completamente expuesta la parte superior de su cuerpo.

Escuchó como Atsushi gimoteaba y trataba de algún modo cubrir su cuerpo con sus brazos, o jalando la sábana para cubrirse, pero fue detenido por el mayor, quien tomó sus muñecas y lo empujó nuevamente contra la cama, teniéndolo momentáneamente inmovilizado.

—A mi me gusta. —expresó sin querer en voz ronca, consiguiendo un efecto curioso en el menor, quien suspiró de una manera tan dulce que quería que lo repitiera. —Te dije que me gustaba todo de ti, ¿no? Tu cuerpo no es la excepción, me parece hermoso.

—Da-Dazai... —jadeó con vergüenza.

No sabía porque la timidez del menor estaba creando un efecto afrodisiaco en su cuerpo. Sin realmente haber hecho nada, sentía un calor alojarse en su entrepierna, tenía un fuerte impulso de devorarlo y romper esa inocencia. Sacudió fuertemente su cabeza, era un pervertido sin remedio, no era algo que no supiera ya, muchas veces devoró con la mirada al albino, ahora que lo tenía completamente a su merced era muy tentador. Pero Atsushi era diferente, merecía que lo tratara diferente, además de que había prometido que iría lento, no quería asustarlo tampoco.

—¿Te sentirías más cómodo si me quito mi ropa? —Atsushi titubeó por su pregunta, más allá de aliviarlo, lo había avergonzado, al punto de que zafó sus manos del agarre que lo retenía y las llevó a su rostro, ocultándolo entre éstas. El mayor sonrió y se acercó para comenzar a besar los dorsos de sus manos. —Atsushi~. —tarareó.

Recibió un tímido asentimiento con la cabeza, tan lindo que había flechado a su corazón, provocándole una suave sonrisa. Alzó su mano y agitó su cabello, volviéndose a sentar en sus rodillas para empezar a quitarse sus ropas superiores.

—Pero... —fue detenido por el menor, ni tiempo le había dado de tocar su propia ropa. Esperó a que completara su frase, viendo como éste se alzaba hasta tomar asiento en la cama, teniendo su mirada hacia abajo. —Quiero hacerlo yo... —un tenue rubor pintó sus propias mejillas ante esa iniciativa, en verdad que Atsushi lo traía loco.

—Está bien, tómate tu tiempo. —llevó sus propias manos a sus costados, apoyándose contra la cama en espera a que el menor actuara.

El albino respiró hondamente y alzó su mirada, centrándose en la ropa del otro. Agradecía que la gabardina que casi siempre solía llevar no estuviese, simplemente era aquella camisa, así que no creyó que fuera tan difícil. Llevó sus manos temblorosas y comenzó a desabotonar con cuidado los botones, uno a uno, pero se detuvo cuando escuchó un resoplido, provocando que el rubor invadiera hasta sus orejas.

—¡N-n-no te burles! —chilló Atsushi, ese fue el colmo para Dazai, quien terminó soltando las risas que quiso reprimirse.

—Ja, ja, ja, no me estoy burlando bebé, simplemente pienso que eres muy lindo. —el menor tembló.

—Yo no... yo no soy... —balbuceó son torpeza, Dazai alzó sus brazos y envolvió su cuello, besando con cariño su cabeza.

—Sí, si lo eres, eres mi lindo Atsushi. —comentó con orgullo.

Cortó rápidamente el abrazo para quitarse la camisa, Atsushi ya había terminado con los botones, así que solo tuvo que deslizarla por su cuerpo para aventarla por ahí. El menor se tragó el siguiente regaño que le iba a hacer a Dazai, pues se quedó viendo el torso del otro.

—Ven, aquí. —tomó con cuidado la mano contraria y la llevó hasta su pecho, dejándola ahí. —Tócame. —pidió en un susurro, pero Atsushi seguía perdido en la vista que tenía.

Había vendas que cubrían su hombro y cruzaban su pecho para enredarse en su costado, había más vendas que rodeaban su pecho hasta la mitad de su torso, las vendas de su brazo izquierdo llegaban hasta el codo, en cambio las del derecho hasta por debajo del hombro. Centró un poco más su vista en la piel que no estaba cubierta, había pequeñas cicatrices apenas visibles, creía que entonces las vendas podrían estar ocultando unas más grandes.

Tardó un poco, pero obedeció lo que Dazai le dijo, comenzando a deslizar su mano desde su pecho hasta antes de llegar a su ombligo, la manera en como lo tocó había sido tan suave que casi Dazai no se vio afectado ante lo sensible que llegaban a ser sus heridas del torso. Atsushi subió un poco más y con ayuda de su dedo, jaló suavemente de la venda, descubriendo un poco más de su piel, confirmando que debajo de esas vendas había más cicatrices, el mismo Dazai le había dicho que eran heridas de cuando participó en las peleas callejeras.

—Está bien que te muestre a ti mi cuerpo, la verdad es que tampoco me siento muy orgulloso de él... pero está bien enseñártelo a ti. —expresó suavemente, sorprendiendo más a Atsushi, quien se removió en su lugar, conmovido por sus palabras.

Si Dazai le fiaba poder verlo, entonces estaba bien hacer lo mismo. Ambos cuerpos no estaban en las mejores condiciones, mientras uno fue sometido a torturas para volverlo fuerte, el otro fue destrozado para poder sobrevivir. Ambos compartían recuerdos desagradables y dolorosos, ambos tenían cicatrices que nunca podrían borrarse y serían el fuerte recordatorio de lo que tuvieron que pasar, pero está bien vivir con ello, si ahora podían dedicarse a tomar el tiempo de acariciar aquellas marcas, tratando de algún modo aliviar el pesar que pudieran estar cargando.

Atsushi sonrió un poco y se inclinó hacia Dazai, dejando sobre su pecho un par de besos. Acción que hizo respigar al otro, la tela de las vendas era delgada, por el calor de sus labios podía fácilmente traspasar a sus sensibles cicatrices, pero no dolía, era más bien como una especie de anestesia que adormecía sus heridas del pasado, se sentía bien.

Pequeños y delicados besos fueron depositados por todo su pecho y torso, llegando a desacomodar el vendaje, pero no era algo que le importara ya. Dejó que besara cuanto deseara, mientras él fuera el único entonces estaba bien lo demás. Atsushi ascendió lentamente, besando su pecho hasta las clavículas que eran cubiertas por las vendas. Sus besos eran tímidos y vergonzosos, pero según avanzaba se soltaba un poco, atreviéndose a besar el cuello del mayor, escuchando un tarareo por su parte. Siguió subiendo hasta quedar a la altura de su rostro, donde le dedicó una amorosa mirada, algo que le robó el aliento al otro. Se inclinó un poco para besar sus labios, esta vez solo había sido un simple roce, alborotando a sus corazones.

—Tu cuerpo también me gusta... para mi igual eres hermoso. —confesó mientras cerraba con fuerza sus ojos, no quería afrontar la reacción del otro luego de sus palabras.

Dazai trató de no verse tan afectado por su halago, pero dentro de él se encontraba enormemente feliz, Atsushi difícilmente soltaba halagos, no porque no los creyera, sino porque terminaba más avergonzado que él. Por ello, que tratara de poner de su parte para llevar esto, le creaba una gran felicidad.

—¿No te parezco sexy? —Atsushi pegó un brinco, comenzando a balbucear.

—Ta-también... —asintió, creando otra sonrisa en el rostro del mayor. Éste llevó sus brazos alrededor del menor, jalándolo hacia él, suspirando cuando sus pieles se tocaron. El toque había sido agradable para ambos, lo supo por la manera en que se estremeció el menor.

—Tú lo eres también para mí. —habló contra el oído ajeno, fascinándose por ver como la piel de su cuello se erizaba.

Dazai llevó sus manos a su espalda, tocándola con cuidado, donde Atsushi jadeó nuevamente. Su espalda aún se encontraba sensible por los golpes que recibió de su castigo, el tacto era tan cálido que estremecía sus heridas las cuales aún estaban sanando, pero no le causó algún dolor, todo lo contrario, el calor de su cuerpo incrementaba. Sus manos se detuvieron hasta posicionarse sobre la cadera del otro, empujándolo para tirarlo una vez más contra la cama, colocándose esta vez en medio de sus piernas.

Lo miró desde su altura, echándole un rápido vistazo. Sin poder retener el movimiento de su lengua humedeciendo sus propios labios, se inclinó para que sus labios se rozaran.

—Lo eres tanto que me dan ganas de devorarte. —fue lo último que dijo para besar con pasión sus labios. No necesitó de un permiso para ingresar, pues el mismo Atsushi separó su boca para darle acceso, encontrándose rápidamente con su lengua.

La acumulación de saliva en sus bocas había incrementado desde el último beso que se dieron, lo sabía por la manera en como ésta se salía de sus bocas y terminaba escurriéndose por la comisura derecha del menor, deslizándose por su cuello. Atsushi llevó sus brazos a la espalda del otro y presionó suavemente sus dedos contra su piel, temblando siempre que sus pieles se juntaban, era una sensación que le hacía estremecer.

Luego de unos segundos, Dazai terminó alzándose de nuevo para tener mayor libertad, y llevó sus manos al pecho de Atsushi, tocando con éstas alrededor de ambos pezones, recibiendo una buena reacción al ver como las piernas contrarias temblaban. Desde que abrió su camisa se sintió fuertemente tentado por tocar sus pezones; eran de un suave color rosa y pequeños. Siguió apretando alrededor hasta que no se aguantó sus ganas y llevó sus dedos a aquel par de botones para contornearlos, al principio solo los rozó con las yemas de sus dedos, pero después terminó por apretarlos con éstos, empujando la punta hacia adentro y moviéndola en distintas direcciones, emocionándose cuando comenzaron a tener una textura algo dura.

Atsushi no entendía muy bien porque eso le estaba provocando pequeñas corrientes de placer, pues su cuerpo no dejaba de temblar bajo el mayor, alterando severamente su respiración.

—¿Te gusta como se siente? —preguntó Dazai jadeante por ver como el contrario no paraba de temblar. Soltó un bufido cuando solo recibió silencio, veía como Atsushi se apretaba los labios, como si no quisiera contestar. —Si no te gusta puedo detenerme. —disminuyó los movimientos de sus dedos, sonriendo cuando lo vio gimotear.

—No, e-está bien. —respondió en un hilo de voz.

—¿Te gusta? —volvió a preguntar.

—Qui-quizá... —apretó nuevamente su pecho, haciendo que Atsushi arqueara débilmente la espalda.

—Un quizá no funciona. Quiero saber si te gusta o no, de lo contrario no sabré qué te hace sentir bien y que te causa dolor. —explicó porque quería una respuesta más específica, el menor le respondió con un chillido. A pesar de que era verdad lo que decía, también era verdad que lo hacía para molestarlo.

—Sí...

—¿Si qué?

—Me-me gusta como se siente... —Osamu sonrió complacido por su respuesta, recompensándolo con sus dedos frotándose contra sus pezones.

—A mi me gusta como se sienten contra mis dedos, son suaves, pequeños y lindos, quisiera morderlos. —cada palabra estimulaba al cuerpo del menor, que era justamente lo que Dazai quería provocar en él.

Decidió cumplir su deseo y retiró sus manos del pecho ajeno, para inclinarse hasta llegar a su altura, sopló y como reacción Atsushi jadeó. Separó sus labios y atrapó uno de sus pezones en su boca, hundiéndolo en su interior para recibirlo con su lengua, tocándolo suavemente para luego chuparlo, mordisqueándolo con cuidado.

Sus oídos cosquillearon al escuchar un débil gemido de Atsushi, aturdiéndolo brevemente. La voz del albino normalmente tenía un tono grave, de hecho, su voz era más grave que la de Dazai, pero ahora había adquirido un agudo que atacaba directamente a su entrepierna. Quería escuchar más de esos sonidos, le habían encantado, con solo haber escuchado uno se autodeclaraba adicto a los gemidos del menor.

Siguió jugando con aquel pezón por medio de lengüetazos, besos, succiones y pequeños mordiscos, hasta que se percató de que adquirió una tonalidad más intensa. Sintiéndose satisfecho al tenerlo en ese estado, prosiguió con el otro para dejarlo igual, animándose por cada gemido que salía ahogado. Mientras le daba atención al otro pezón, su mano descendió, tocando el vientre del menor, deslizándose con lentitud hasta chocar con el inicio de su pantalón, dio un pequeño salto con sus dedos y ahora se posicionaron en el cinturón, bajando un poco más hasta la entrepierna de Atsushi, percatándose de algo.

—¿Ya estás duro? —preguntó con inocencia, consiguiendo un lloriqueo de Atsushi, quien llevó otra vez sus manos a su rostro, ocultándose del mayor. —Vaya, parece que realmente te gustó.

En verdad se sentía orgulloso de tenerlo ya en ese estado con solo jugar con su pecho, parece que era fácil de provocar al albino. Dio un último beso a su pezón y se alzó, llevando sus manos al pantalón del menor, donde comenzó a abrir el cinturón, para desabrochar el botón del pantalón y bajar la cremallera, admirando como el cuerpo nervioso de Atsushi se retorcía por la vergüenza.

—Alza la cadera. —le ordenó. Tardó unos segundos para que Nakajima obedeciera, de ese modo pudo bajar los oscuros pantalones, dejando a su vista sus piernas, siendo el bóxer la única prenda que ahora cubría su cuerpo.

Dazai olvidó por un instante como respirar al momento en que vio las piernas de Atsushi. Al igual que todo de él, eran pálidas, algo delgadas sin llegar a tener un aspecto femenino, pero no eran formidas como las de un hombre robusto. Sus rodillas tenían un peculiar tono rosado, se preguntaba si los dedos de sus pies también; decidió responder su pregunta y se dispuso a quitar los blancos calcetines, confirmando que la punta tenía el mismo tono rosado.

Le encantaban, más que eso, le fascinaban, simplemente le estaba poniendo en un mal estado. Si bien aún no tenía una erección marcada, comenzaba a sentirse sofocado por su propio pantalón.

Dejó de mirar embobado sus piernas y miró su entrepierna, recibiendo otro golpe de calor al ver el bulto que se formaba en su ropa interior, tuvo que tragar el exceso de saliva que su boca estaba produciendo. Aprovechó que Atsushi estaba cubriendo su rostro para llevar su mano a aquel lugar, con la punta de su dedo tocó la entrepierna ajena, deslizando hacia abajo, admirando como las piernas que tenía a su costado respingaban.

Siguió acariciando con solo un dedo por unos segundos más, hasta que decidió apretar con su palma lo más que pudiera de su erección, obteniendo un gemido un poco más alto que fue directamente a alterar a su pene semi-erecto. Continuó de la misma manera, dando leves apretones y suaves masajes en aquella área, sonriendo cuando sintió que parecía crecer en tamaño, robándole un jadeo.

—¿Esto también te gusta? —repitió la pregunta, expresándola en un tono ronco, producto de la excitación que le causaba tocar la entrepierna de su amado.

—S-sí... —no tardó en recibir una respuesta, escuchándose algo ahogada debido a las manos que cubrían su rostro. Volvió a sentir un apretón en esa parte y su cuerpo tembló, en verdad se sentía bastante bien.

La honestidad de Atsushi le había encantado, parece que la excitación estaba siendo mayor que la vergüenza, para que le permitiera responder sin hacerse de rogar era una buena señal de que el placer comenzaba a invadir su cuerpo.

Alejó su mano de ahí e inclinó su cuerpo hasta la altura de su entrepierna, donde dejó un beso profundo en esta, consiguiendo un chillido de Atsushi quien rápidamente se quitó las manos de la cara y bajó la mirada para ver donde estaba Dazai, sintiendo como su rostro se enrojecía más. Volvió a besar su miembro por sobre la ropa interior, escuchando un jadeó por parte de su compañero, abrió un poco su boca y con su lengua tocó aquella parte, dejando que la saliva mojara su ropa interior.

—N-no hagas eso... —Nakajima quiso arrastrarse hacia atrás, pero Dazai no lo dejó, pues sostuvo sus caderas con sus manos, alzando la cabeza para mirarle.

—¿Por qué no? Dijiste que te gustaba. —relamió sus labios bajo la atenta mirada del menor, quien solo pudo balbucear.

—Es vergonzoso... —gimoteó mientras cerraba sus ojos.

Estuvo a punto de lanzar algún comentario para rematar sus palabras y seguir, pero decidió detenerse, se estaba dejando llevar por su excitación, tenía una promesa que cumplir. Regresó a la altura de su rostro y comenzó a dejar pequeños besos por todo el rostro de Atsushi, queriendo de algún modo apaciguar aquella vergüenza.

A pesar de que quería ir lento, no podía evitar frotarse contra el cuerpo del menor. Estar justo en medio de sus piernas, con su duro pene chocando de vez en cuando con su propia entrepierna, estaba siendo difícil de contenerse, notándose por la manera en cómo comenzó a restregarse contra el menor, sacándole otro pequeño gemido.

Se vio en la necesidad de besar ahora sus labios, queriéndose distraer un poco del calor que alojaba en la parte baja de su abdomen y calentaba su entrepierna, pero parece que simplemente estaba estimulándolo más. Los silenciosos gemidos y suspiros que soltaba Atsushi iban directo a su boca, comenzando a empujar un poco más fuerte contra el menor, simulando embestidas, lo que solo provocaba que el dolor de su erección incrementara. Quería arrancarse la ropa restante y poder frotarse directamente contra la piel del menor, pero trataba de resistir.

Aunque Atsushi lo derrumbó por completo.

No supo en que momento el albino alzó su mano y la colocó sobre su cadera, arañando la parte superior de su pantalón, como si quisiera tirar de estos. Rápidamente Dazai dejó sus labios, observándolo con curiosidad.

—Quítatelos... —Dazai tragó pesado. —E-es injusto que sea el único que está en ropa interior. —sollozó con vergüenza, haciendo que el otro suspirara.

—Tienes razón, ya mismo cumplo tu deseo~. —canturreó, pero antes de alejarse, volvió a besar con cariño sus labios, fue solo un rápido toque.

Se alzó para llevar sus manos y comenzar a desabrochar su pantalón lo más pronto que pudiese, sacándoselo de sus piernas en cuanto la cremallera y cinturón estuvieron abiertos, se lo quitó junto con sus propios calcetines, dejándose en el mismo estado en el que Atsushi se encontraba. Soltó otro suspiro, esta vez de alivio por verse liberado de una prenda, decidió bajar la mirada y observó el estado de su propia erección, realizando una mueca al ver el estado en el que estaba, ¿con qué derecho podía burlarse del estado del menor cuando posiblemente él estaba peor? En verdad que Atsushi le ponía muy mal en diversos sentidos.

Mientras eso sucedía, Atsushi echó un rápido vistazo desde su lugar, admirando la erótica imagen que era Dazai casi completamente desnudo hacia él. Al tenerlo libre de una prenda más, notó que había aún más vendas, las cuales se encontraban rodeando su muslo derecho y la pantorrilla izquierda.

Atsushi salió de su ensueño cuando Dazai se inclinó hacia él para besarlo nuevamente, el mayor se frotaba otra vez contra el otro, siéndole imposible retener un gruñido por la sensación de ambos penes tocándose por encima de las dos telas que los separaban, extasiándose por esa sensación.

Atsushi estaba en un estado similar, la temperatura de su cuerpo era lo suficientemente elevada como para comenzar a crear una delgada capa de sudor, y no le ayudaba para nada que la dureza de Dazai chocara contra él, o la satisfactoria sensación de sus pieles tocándole. Mucho menos del movimiento desesperado que tenían sus lenguas en el beso.

Se sentía un poco temeroso por todas esas nuevas sensaciones que atacaban a su cuerpo. Si bien era verdad que no era la primera vez que se sentía excitado, si lo era a ese punto que le hacía gemir, se desconocía un poco por la forma en que salía su voz y la manera en que su cuerpo reaccionaba, aunque no era del todo malo, pues realmente se sentía bien. Sabía que todo estaría bien pues estaba con Dazai y ese simple hecho le creaba una genuina seguridad.

Dazai siguió frotándose contra él, a los pocos segundos sintió un poco más húmeda su ropa interior, sin saber cuál podría ser la causa y en realidad no quería saberlo. simplemente se dedicó a disfrutar de las acciones del mayor que golpeaba en medio de sus piernas mientras sus bocas se buscaban hambrientamente. Al tener su boca abierta era más fácil que los sonidos que quería retener salieran libremente, escuchándose ahogados por aterrizar contra los labios ajenos, no podía decir que se sintiera mejor porque esto pasara, pero por cada roce entre su pene contra el del mayor, se le olvidaba ese pequeño detalle.

El castaño dejó sus labios y jadeó con fuerza contra ellos. Su mente estaba hecha un desastre y su dolorosa erección comenzaba a apoderarse de él. Al ver que Atsushi parecía estar en sus mismas condiciones, creía que podría dar el siguiente paso.

—Mmgh... Atsushi... ¿Pu-puedo seguir avanzando? —habló bajo contra los labios del menor, deteniendo por un momento el movimiento de sus caderas. El albino pareció vacilar un instante, y algo nervioso, asintió, sin decir nada, a diferencia de otras veces, esta vez Dazai no lo presionó para que hablara, simplemente sonrió y besó su nariz. —Gracias. —fue lo último que dijo para sentarse en medio de sus piernas.

Dio suaves palmadas en su muslo, dándole la indicación de que se alzara un poco. De forma tímida, Atsushi terminó accediendo, alzando la parte inferior de su cuerpo, dándole la libertad a Dazai de quitarle aquella última prenda. Éste llevó sus pulgares al borde elástico de esa prenda y fue bajando lentamente, dejando a la vista el miembro de Atsushi quien se levantaba fielmente, ya que nada lo presionaba, tomándose su tiempo para admirarlo desde su lugar.

Terminó sacando aquella prenda y dejándola junto con la demás ropa, Osamu se inclinó ligeramente hacia atrás para poder apreciar a Atsushi completamente desnudo frente a él. El aliento comenzaba a ser escaso por la hermosa vista que tenía de esa persona que amaba tanto; con su rostro completamente ruborizado, sus labios pintados en un color más intenso de aquel que los pintaba, su delgada figura que enloquecía a todo su ser, con su hombría erecta teniendo el glande algo palpitante, notando como derramaba líquido preseminal, viendo como una pequeña gota se deslizaba eróticamente por el tronco de su pene, haciéndole apretar sus propias piernas por simple inercia.

Dazai llevó su mano derecha y la dejó en el pecho contrario, deslizando su mano hasta su pelvis, rozando sus dedos contra su miembro, haciendo que Atsushi arqueara su espalda y gimiera, sacándole una sonrisa a Dazai, quien siguió tocando con sus dedos aquella parte, de manera lenta y suave, hasta que recibió el indicativo de parte del cuerpo de Atsushi que pedía por más. Entonces envolvió su mano alrededor de su pene, comenzando a bombearlo con lentitud, volviendo a recibir otro gemido por su parte.

La manera en como la mano contraria se deslizaba sobre su miembro le creaba escalofríos, por más que intentaba mantener quieto a su cuerpo, no podía evitar temblar por las sensaciones que le provocaba Dazai, sintiendo que se ponía más duro, aun sí eso era imposible. Recibió un pequeño apretón que le hizo pegar su cabeza contra la cama, separando sus labios para jadear con fuerza. Tal acción provocó que sus piernas temblaran y los dedos de sus pies se cerrasen, disfrutando del suave vaivén que realizaba la mano contraria sobre su erección, aliviando un poco el dolor que sentía en ésta.

Al recordar eso, abrió sus ojos, se percató de que tenía ligeramente nublada la vista, pero decidió ignorar aquello y bajó la mirada, centrándose en la entrepierna del mayor, estremeciéndose por notar el visible bulto en su ropa interior. Seguramente a él igual le dolía no estar recibiendo atención, se sentía egoísta al ser el único que estaba siendo estimulado para aliviar el dolor de su entrepierna. Aun sí le daba mucha vergüenza, él también quería hacer sentir bien a Dazai, quería crearle las mismas sensaciones que estaba provocando en él, así que respiró una buena cantidad de aire y se deslizó hacia atrás, ganándose rápidamente la mirada del mayor.

—Yo... yo también quiero... to-tocarte... —la emoción pareció plasmarse en el rostro de Osamu. —Quiero hacerte sentir bien... —expresó algo cohibido, pero lo suficientemente seguro de sus palabras, ganándose un silencioso gemido de Dazai, lo que hizo que su piel se erizara.

—Tocarte y mirarte ya me hacen sentir fenomenal. —halagó mientras apretaba el pene de Atsushi, deleitándose al ver como se retorcía. —Pero si quieres hacerlo... —lo soltó solo un instante para usar esa mano y llevarla a la muñeca de Atsushi, tomándolo con cuidado y guiándolo a su entrepierna, dejándolo a pocos centímetros de su erección. —Adelante, no te detengo. —le dio la libertad de seguir mientras el retomaba el agarre anterior, comenzando a frotar su pulgar contra la punta rosada, embarrando sus dedos de aquel liquido cristalino que comenzaba a salir de a poco.

Atsushi alargó un gruñido por las acciones del otro, sentía como poco a poco su cordura comenzaba a desvanecerse por la excitación que atacaba a su cuerpo, pero fue de gran ayuda para armarse de valor y llevar su mano a la dureza de Dazai, sintiéndose halagado por el jadeó que había soltado el castaño. Motivado por ese sonido imitó los primeros movimientos que había hecho con él, apretando con sus dedos de manera cuidadosa, hasta intentar abarcar la mayor parte en su mano, dándole leves apretones, los cuales se intensificaban siempre que Dazai presionaba la cabeza de su propio pene.

Aquella masturbación mutua estaba enloqueciendo a los sentidos de Dazai, los tímidos y torpes toques de Atsushi simplemente estaban terminando de endurecer a su miembro. No podía resistir a veces empujar contra la mano contraria, queriendo que lo tocara más, expresando ese deseo cuando incrementó la velocidad con la que subía y bajaba por la extensión de aquel falo. Sintiéndose complacido cuando el albino pareció animarse más al aumentar la intensidad con la que le tocaba, robándole un par de suspiros y jadeos.

Los movimientos de ambos siguieron por unos instantes más, pero Dazai comenzaba a sentirse impaciente, supuso que ya había pasado el tiempo suficiente para realizar lo que anteriormente le solicitó a Atsushi, se había distraído mucho con jugar con su miembro, a pesar de que le gustaba hacerlo, no quería llevarlo a su orgasmo aún, por ello decidió soltar su pene, llevando su mano a la de Atsushi que seguía tocándolo entusiasmado. Había llegado al punto donde esa mano se infiltró en su ropa interior para tocarle directamente, le encantaba sentir aquellos delgados dedos temblar alrededor de su hombría, pero quería seguir avanzando, por ello terminó alejándolo. Se acomodó un poco más y tomó las rodillas de Atsushi, empujándolas hacia los lados para abrir aún más sus piernas. Pareciera que el menor andaba algo aturdido por el placer ya que no puso ninguna clase de resistencia.

Llevó una vez más su dedo índice a su entrepierna, deslizando desde la punta hasta los testículos, hundiendo un poco su dedo en éstos, no quiso perder más su tiempo y siguió el trozo de piel que lo llevaba hasta el recto, donde contorneó alrededor con calma, dándose cuenta que Atsushi parecía ponerse tenso. Su mano libre se dirigió hacia una de las de Atsushi y la tomó para acercarla a su rostro y besó cálidamente su dorso, dedicándole una sonrisa.

—Comenzaré a trabajar esta zona, ¿de acuerdo? —Nakajima tembló un poco, pero no se negó, asintió lentamente en aprobación, lo que hizo que la sonrisa de Dazai creciera. Se inclinó un poco para alcanzar en su frente, dejando en este lugar otro beso. —Si te llego a lastimar dímelo y me detendré.

—De-de acuerdo... —Atsushi respiró hondo y trató de relajarse, sintiéndose un poco mejor por el otro beso que dejó Dazai, esta vez en su mejilla, como si le estuviera comunicando que todo estaría bien. Lo sabía, porque estaba con la persona que más amaba.

—Bien... —aquel dedo que se encontraba tanteando la entrada de Atsushi subió hasta su boca, dónde ingresó dos dedos para lamerlos.

Lamentablemente no contaba con lubricante, al ser un lugar donde las relaciones sexuales estaban estrictamente prohibidas, los objetos que facilitaban esta acción eran complicados de conseguir. Su vida sexual había quedado muy atrás, podría decirse que acabó prácticamente desde que conoció al menor, tampoco le importó conseguir algo que no necesitaría, lamentándose un poco en este momento.

Pero no todo estaba perdido, podía compensar la falta de lubricante con ayuda de su saliva, no le parecía muy satisfactorio tener que lamer sus dedos, pero lastimar a Atsushi no era siquiera una opción, por ello debía conseguir la suficiente humedad en ellos para poder entrar sin realizar algún daño. Realizaba todo esto mientras el menor se negaba a verlo, pues la vista lo avergonzaba demasiado.

Creyó que estaría bien con la saliva que había dejado en estos, al final terminó sumando un tercer dedo, porque era probable que lo fuera a necesitar. Una vez lubricados sus dedos al punto de casi gotear, los llevo al ano de Atsushi, volviendo a tocarlo con su índice, pero esta vez mojado, tratando de lograr que la saliva ingresara en su interior. Siguió tocándolo por unos segundos, hasta que decidió empujar la punta en el interior, percibiendo como Atsushi comenzaba a respirar aceleradamente. Con rapidez llevo su mano libre y la dejó sobre la mejilla de este, acariciando con su pulgar su piel, tratando de algún modo distraerlo de aquello que estuviera sintiendo, a la vez que iba entrando lentamente, soltando un jadeo por lo estrecho que estaba. Luego de largos segundos, finalmente había ingresado todo el dígito.

—¿Te duele? —preguntó un poco preocupado, pero el menor negó.

—No... solo se siente extraño... —fue honesto, dolor en si no sentía, era más bien la incomodidad de tener algo dentro de él. Quizá algo de ardor si sentía, pero no era algo que no pudiera soportar.

Al saber que no había algún dolor, decidió comenzar a mover aquel dedo, lento y con cuidado, de un lado a otro, tratando de expandir aquel lugar para que pudiera abarcar el tamaño de su pene. Meneaba suavemente aquel dedo, frotándose contra sus paredes internas y deteniéndose cuando veía alguna mueca por parte de Atsushi. Al no ser precisamente de dolor solo se tomaba unos segundos para dejar que se acostumbrara para seguir con sus movimientos, hasta que lo notó lo suficientemente expandida para abarcar un dedo más.

Deslizó aquel dígito hacia afuera y volvió a entrar. Está vez con un compañero, las puntas de sus dedos índice y medio se presionaban contra aquella estrecha entrada, siendo un poco complicado en entrar, pero con paciencia logró hacerlo. A diferencia del primero, está vez escuchó un quejido ahogado de Atsushi, alzó su mirada y notó leves rastros de dolor en su rostro, deteniéndose a la mitad de sus dedos.

—¿Duele mucho? —preguntó una vez más, recibiendo otra negativa.

—So-solo un p-poco... —Atsushi respiró hondo y alzó sus brazos para cubrir sus ojos. —Continúa... estoy bien. —alejó sus brazos y bajó la mirada para dedicarle una sonrisa, algo torcida, pero estaba haciendo su mejor intento.

Dazai le devolvió la sonrisa y se inclinó un poco para besar su pecho, soltando un par de palabras dulces para relajarlo. Al ver que parecía funcionar, regresó a su altura y siguió introduciendo sus dedos hasta que se encontraron completamente dentro de Atsushi, siendo apretados con gran fuerza por lo estrecho que estaba, debía conseguir estirarlo más. Estuvo quieto por lo menos un minuto, para comenzar a mover de lado a lado sus dedos, girándolos con cuidado para no lastimarlo, separando sus dedos para ampliar más aquella entrada.

Al principio Atsushi le resultaba doloroso, al punto de apretar las sábanas de la cama, pero agradecía que siempre que el dolor parecía ser intenso, Dazai se detenía, distrayéndolo con suaves toques en su cuerpo y palabras que halagaban lo mucho que lo amaba. De ese modo, luego de quizá dos minutos, Dazai podía mover con mayor libertad aquellos dos dedos, realizando de vez en cuando pequeñas embestidas, buscando en su camino aquel punto que le gustaría golpear con su pene.

El albino no entendía muy bien porque de su boca salían débiles gemidos y jadeos. No podía decir que se sentía precisamente bien, pero de algún modo se sentía excitado por tener los dedos de Dazai dentro de él, sentía algo de dolor, ardor y en especial incomodidad. Suponía que era porque nunca nada había entrado por esa parte de su cuerpo y lo hacía sentir raro.

Aquel par de dedos ya habían expandido todo lo que podían. Dazai analizó la dilatación que estaba haciendo y bajó a mirar su entrepierna, preguntándose si con eso sería suficiente o debería agregar el tercer dedo. Prefirió mejor preparar de más a que se arriesgase a lastimarlo, de ese modo volvió a sacar sus dedos, repitiendo el mismo patrón, sumando un tercer dedo e intentó ingresar, frunciendo el entrecejo por ver qué sería mucho más difícil meter aquel tercer dígito. Entonces, con la ayuda de su dedo índice y medio, estiró su entrada, teniendo completamente separados sus dedos en el interior del menor, abriendo paso a qué el tercer dedo pudiera entrar, juntando sus dedos una vez los tres estaban dentro.

Sabía que ahora el dolor que sentiría el albino sería mucho mayor por tener tres dedos dentro de él, por ello se mantuvo quieto, viendo cómo Atsushi apretaba los dientes y tenía el entrecejo fruncido, señal del dolor.

—¿Quieres que los saque? —expresó algo alarmado por el rostro que tenía, pero sorpresivamente recibió otra negativa.

—N... no... pu-puedo soportarlo... tranquilo. —respiró fuertemente por la nariz, tratando de modular su respiración para no alterarse.

Escuchaba el eco de su corazón golpeando fuertemente contra su pecho, a pesar de que trataba calmar su errática respiración, difícilmente podía conseguirlo, su cuerpo estaba ardiendo al igual que su interior, que parecía desgarrarse por tener tres dedos del mayor en él. Sus dedos eran largos y entraban profundamente en él. Pero estaba dispuesto a seguir, quería hacer esto con Dazai, así que no importaba si le creaba algún dolor, pues éste terminaba encontrando la manera para calmarlo, como ahora, dónde su mano libre peinaba su cabello, tratando de tranquilizarlo. Podía sentir lo ansioso que estaba por avanzar, a pesar de ello se estaba tomando el tiempo para ir con cuidado y no lastimarlo, por eso también quería poner de su parte, siendo lo suficientemente fuerte para soportar esto.

Dazai volvió a tomarse su tiempo para comenzar a mover sus dedos, suave y lento era el vaivén que hacía a los lados, buscando estirar las paredes internas, para su sorpresa lo estaba consiguiendo con bastante facilidad, quizá podría deberse a la gran cantidad de saliva que había dejado en sus dedos. Así poco a poco siguió moviendo sus dedos, empujándolos contra el interior, llegando incluso a doblarlos un poco, buscando tocar su próstata para compensar de algún modo el dolor que le estaba causando. Sonrío cuando pareció encontrar algo, pues Atsushi arqueó la espalda y empujó hacia sus dedos, invitándole a realizar embestidas con estos, cosa que no se reprimió en absoluto, sacando sus dedos y volviéndolos a enterrar en su interior, excitándose de sobremanera por el húmedo sonido que provocó aquel golpe gracias a la saliva. Siguió así, penetrando aquel pequeño agujero con ayuda de sus dígitos mientras Atsushi balanceaba sus caderas hacía él, haciéndole gemir. Con todo esto, creyó que ya estaría listo.

—Me-me parece que es suficiente con esto. —Jadeó para comenzar a retirar los dedos de su interior, escuchando como Atsushi parecía quejarse por sentirse vacío. —¿Cómo te sientes? —preguntó con cariño mientras dirigía su vista al albino, suspirando por la mirada perdida que tenía, éste parpadeó un par de veces y se encogió en su lugar.

—Estoy bien... puedes seguir... —le dio aquel permiso que estaba pidiendo con la mirada, creando otra sonrisa en el rostro contrario.

—Lo haré, si no llegas a soportarlo, dímelo por favor. —Dazai se inclinó para besar su cabeza, recibiendo un asentimiento por su parte.

Llevó sus propias manos a la prenda que le quedaba a él, comenzando a retirarla, soltando otro suspiro cuando ya nada se interpuso en su erección, quedando en el mismo estado de desnudez que su pareja. Se tomó unos segundos para luego comenzar a acomodarse entre las piernas, sonriendo al ver como Atsushi las separaba un poco más, para darle mayor libertad de moverse.

Se tomó un momento para pasar sus manos por las piernas del menor que era su nuevo deleite, no esperaba que le fueran a gustar tanto, aunque tampoco se sorprendía. Tomó una de ellas para dejar tibios besos desde sus rodillas hasta el interior de su muslo, no se pudo retener y mordió su piel, llegando a succionar para dejar una pequeña marca rojiza. Era un lugar oculto, así que podía darse ese placer de dejar distintas marcas, motivándose por los soniditos que soltaba Atsushi, para cuando sintió un calor posarse en su miembro, dejó de jugar con esta parte y se dedicó a avanzar, dejando la pierna al lado de su cadera.

Su mano derecha se dirigió a su entrepierna donde sus dedos tocaron la punta de su pene, embarrando las gotas preseminales a lo largo del tronco, para usarlo como una especie de lubricante, mordiendo el labio por aquella sensación. Cuando creyó que ya era suficiente, alzó la mirada para observar los ojos de Atsushi que le miraban con atención, intercambiaron miradas por unos segundos y el menor llevó sus brazos a su rostro para ocultarse a la vez que alzaba sutilmente la cadera, ambos estaban listos.

Alineó su miembro en dirección de la dilatada entrada de Atsushi, frotó su glande contra aquella circunferencia, jadeando por el simple toque. Parece que fue bien recibido por el menor pues le vio retorcerse sobre la cama, pegando con mayor fuerza sus brazos contra su cara.

Comenzó a presionar más fuerte contra Atsushi, consiguiendo que la cabeza de su pene entrara, fue empujando lentamente hacia el interior, ingresando de a poco su gran falo. Nakajima abrió su boca, pero ningún sonido salió de éste, simplemente sus pesadas respiraciones, sintiendo como su cuerpo se tensaba mediante su interior se iba estirando para alojar aquel invasor. El dolor que ahora sacudía a su cuerpo no era comparable a lo que sintió con los dedos, era más intenso e incómodo, llegando a sentir como sus ojos comenzaban a producir lágrimas que se quedaron retenidas en las esquinas de éstos.

—Relaja tus músculos, que estés rígido solo hará que te duela más, respira profundamente. —escuchó la suave voz de Dazai dándole aquel consejo a la vez que sentía como se detenía para acariciar la piel de su pecho. Asintió y comenzó a respirar profundamente para tratar de relajar a su cuerpo, sintiendo como lentamente sus músculos se tranquilizaban, siendo el aviso para Dazai de seguir avanzando.

Siguió de la misma manera, introduciéndose con lentitud hasta finalmente haberse metido por completo, donde soltó un gruñido por verse tan apretado por Atsushi. Sentía el palpitar de su interior y era una sensación que incrementaba a su placer.

Volvió a alzar la mirada para observar al menor, tarareó un poco y llevó sus manos a los brazos de Atsushi, queriendo alejarlos, pero el menor se negaba a quitarlos.

—Atsushi... déjame verte... —el menor tembló por la dulce voz con la que pidió aquello. Estaba sumamente avergonzado por la cara que pudiera estar poniendo, pero si actuaba de esa manera, no podía negarse, dejando que Dazai retirara con cuidado sus brazos.

El castaño admiró el rubor en sus mejillas, sus labios algo rojizos, quizá porque Atsushi constantemente los estuvo mordisqueando, sus ojos brillosos, no sabía decir si por la excitación o por las lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas. Llevó una de sus manos a una de esas rojizas mejillas y la acarició con su pulgar, deshaciéndose de una lágrima que se cruzó en su camino.

—Eres tan hermoso. —halagó, sonriendo por como Atsushi balbuceaba. —También eres fuerte por soportar esto, verás que poco a poco el dolor se irá, te haré sentir muy bien. —comenzó a hablar mientras inclinaba la parte superior de su cuerpo y así dejar varios besos en el rostro de Atsushi, queriendo ser un distractor para el dolor que pudiera estar sintiendo ahora.

Y realmente estaba funcionando, los besos y palabras empalagosas que dejaba en su piel le estaban creando esa calidez que ya conocía. El amor comenzaba a florecer en su pecho, intensificándose a pesar de que ya era un sentimiento bastante grande en Atsushi, por la manera tan atenta con la que Dazai lo trataba a pesar de que la excitación en ambos era elevada, éste se mantenía al margen para no lastimarlo, algo que realmente conmovía a su corazón.

Poéticamente se sentía uno con Dazai. Aunque ese pensamiento lo avergonzara, no significaba que no lo hiciera feliz, era como si estuvieran unidos en un mismo sentimiento, las emociones se volvían de uno solo y sus corazones parecían comunicarse de manera más clara, latiendo como si fueran uno.

Más lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, esta vez no de dolor, sino simplemente de felicidad, pues se sentía feliz de estar compartiendo este momento tan íntimo con la persona que más amaba. Sus temores e inseguridades se quedaban atrás para que pudiera disfrutar de esto, con ambos desnudos, no solo físicamente, pues también sus almas se encontraban desnudas, en un estado de vulnerabilidad y fragilidad. Donde solamente eran Dazai y Atsushi, lo demás no importaba, los problemas se quedaban en el exterior y sus pasados al lugar al que pertenecían.

En verdad se sentía agradecido de poder amar y ser amado con la misma intensidad, se sentía feliz de amar a Dazai.

—¿Todo bien? ¿Te estoy lastimando mucho? —escuchó la alarmada voz de Dazai, quizá se alteró un poco por el incremento de sus lágrimas. Soltó una pequeña risa quebrada, negando inmediatamente, si era honesto, se había olvidado del dolor por haberse sumergido en el sentimiento que predominaba en él.

Antes de darle una respuesta se alzó un poco, jadeando suave por el movimiento en su interior. Trató de ignorarlo y llevó sus brazos a la espalda de Dazai, abrazándolo con todas sus fuerzas mientras hundía su rostro en su cuello, el mayor se sostuvo con una mano y con la otra rodeó la cintura de Atsushi, esperando a que le explicara lo que sucedía.

—Te amo... —murmuró con cariño, provocando un vuelco en el corazón de Dazai. —Te-te amo mucho... —los labios del mayor temblaron de felicidad. Sin poder retenerse comenzó a frotar su cabeza contra la de Atsushi, deslizando su nariz contra los cabellos de éste.

—Yo igual te amo, te amo con todo mi corazón, Atsushi. —se hizo para atrás, buscando el rostro del menor. Cuando lo encontró, besó profundamente sus labios, sin siquiera querer meter su lengua, simplemente ese delicado roce donde transmitía ese cálido sentimiento que envolvía con cariño a su corazón, y tal como lo pensaba Atsushi, que se volvía uno al estar unido con éste.

Repitió un par de veces más aquellas palabras, sin dejar de besar sus labios, hacía la pausa para decirle cuánto lo amaba y volvía a besarlo, sonriendo cuando de repente le sacaba una risita, ignorando por el momento el dolor de su erección siendo apretada. Por ahora quería hacer sentir amado a su Atsushi.

—Estoy mejor ya... pu-puedes moverte... —escuchó la tímida voz de Atsushi dándole la autorización para seguir, sintiéndose emocionado por ello, notándose en la amplia sonrisa que tenía, besó una vez más sus labios y se alzó, llevando su mano para poder entrelazar sus dedos contra los de Atsushi.

Con lentitud sacó su miembro un poco y lo volvió a meter, repitiendo el mismo procedimiento un par de veces, de manera lenta y suave, para ir empezando a acostumbrar a Atsushi con aquellos movimientos. Vio su rostro y al no encontrar algún gesto de dolor, decidió incrementar un poco la fuerza, jadeando por como Atsushi arqueó fuertemente su espalda mientras echaba para atrás su cabeza.

—Ma-maldición.... —Dazai se sorprendió, llegando a morder su labio por la corriente de excitación que le provocó escucharlo.

—Vaya, es la primera vez que te escucho maldecir. —no pudo retenerse a golpear un poco más fuerte su interior, recibiendo solo un gemido grave. —¿Te gusta como se siente? ¿Te gustaría más? —preguntó de manera ronca.

A pesar de que no llevaba mucho tiempo dando suaves embestidas, estaba siendo lo suficiente para ir acabando con su poca cordura. Ver Atsushi removerse con sus acciones y jadeando simplemente incrementaban las ganas de querer moverse más.

No esperaba realmente una respuesta del menor, pues simplemente lo estaba molestando, pero al ver que asentía torpemente teniendo los ojos cerrados, le había robado el aliento, soltando un gruñido por lo erótico que se había visto.

Decidió complacerlo, aumentando el movimiento de su cadera, a lo que sus embestidas adquirieron más fuerza, pero aún seguía teniendo el cuidado de no lastimarlo. Si bien parece que aquel recto se iba expandiendo según lo penetraba, su estrechez seguía siendo considerable como para impedirle moverse con fluidez.

El cambio de velocidad, aunque era leve, había sacudido al cuerpo de Atsushi, haciéndole gemir mucho más alto, tanto que el sonido resonó en sus propios oídos, aclarando un poco su mente de la libido que lo tenía algo ido, sus labios temblaron por aquella vergüenza, desconociendo por completo a su voz. De ese modo alzó sus manos y cubrió su boca, negándose rotundamente en soltar esos vergonzosos sonidos. Algo que no pareció agradarle a Dazai, quien al percatarse de que su voz se escuchaba interpuesta, disminuyó su velocidad.

—No, no, no. Me gusta escucharte, no quiero que te retengas. —meneó sus caderas hacia atrás y adelante, rozando de manera lenta su pene en el interior de Atsushi mientras llevaba sus manos a las muñecas contrarias, alejándolas con gran facilidad. —Gime para mí. —pidió de forma seductora, sintiéndose satisfecho por la manera en que Atsushi se empujó hacia él.

Dazai no iba a permitir que volviera a cubrir su boca, por ello llevó los brazos de Atsushi alrededor de sus hombros, dejándolo ahí para llevar sus manos a la cintura de Atsushi, contorneándola para apretar involuntariamente sus dedos contra la piel, escuchando otro gemido del albino. Fue retomando nuevamente la velocidad de sus caderas, hasta llegar a la que había tenido antes de ser interrumpido, quizá un poco más intenso debido a que sus manos jalaban la cintura del menor hacia él, robándole un gemido bajo por el momento en que coordinaban los movimientos.

Atsushi se aferró de su agarre, sintiendo como su cuerpo temblaba por cada estocada que Dazai daba en su interior, sentía todo su cuerpo caliente junto con algunas corrientes eléctricas que le generaba las penetraciones que estaba tomando Dazai. Parecía que con cada una de ellas su mente se nublaba más y más. Perdiendo concentración en su intento de mantener su boca cerrada, a pesar de que una parte de él quería complacer al mayor, la vergüenza seguía dominando más su cuerpo, negándose a ello. No fue hasta que en uno de los jalones que hacía Dazai en su cintura coordinó perfectamente cuando éste empujó hacia él, sintiendo lo profundo que se enterraba en él, le había creado una sensación tan caliente que terminó por abrir su boca, sin poder retener ya los gemidos.

Dazai no solo estaba maravillado por los sonidos que soltaba Atsushi, también porque, luego de esa estocada, sintió como el mismo albino empujaba hacia él, comunicándole inconscientemente por más. Y claro que lo haría, aumentando la velocidad al punto que se escuchaba perfectamente sus pieles plegándose, un sonido afrodisiaco que alteró a ambos, en especial al menor, quien no encontró manera ya para callar sus gemidos y jadeos.

—Ah~ Sin duda alguna nos estamos ganando la pena de muerte... —habló sin pensar, pero al analizar sus propias palabras, no podía evitar sentirse mucho más excitado, haciendo algo que estaba prohibido, sentía cierta pizca de adrenalina.

Llevó una vez más su mano y la mejilla rojiza de Atsushi, admirando el rostro de placer que estaba poniendo en ese momento, mordiéndose el labio cuando éste pareció restregar su cara contra su mano, como un gatito. Aprovechó la cercanía de su mano y alejó un mechón de cabello que obstruía su rostro, despegándolo de su cara debido a las gotas de sudor- Aquella acción hizo que Atsushi abriera sus ojos y se encontrara con la lujuriosa mirada, erizando cada centímetro de su piel, se veía realmente bien.

Quería más de Atsushi, quería que lo tragara por completo. Así se inclinó hacia atrás, llevando sus manos a los muslos del menor y lo cargó un poco, desconcertando a Atsushi, pero su excitación no le hizo encontrar una manera coherente para cuestionar sus acciones. Dazai tomó asiento sobre la cama, al estar sosteniendo Atsushi, solo una parte de su miembro se encontraba dentro de éste. Cuando se acomodó en su lugar, soltó a Atsushi, dejando que por la gravedad se introdujera hasta la base dentro del menor, gruñendo por cómo era apretado por aquellas paredes húmedas que estimulaban a su pene.

La garganta del menor ardía por las respiraciones que soltaba por la boca, también por el fuerte gemido que había hecho por la manera tan estrepitosa con la que se dejó caer. De ese modo tenía todo aquel miembro duro dentro de él, sintiendo como palpitaba en su interior, una sensación que le estaba robando el aliento.

—S-salta mmmnhg. —gimió cerca del oído de Atsushi, quien soltó un pesado jadeo. No solo por la orden que se le había dado, también por el golpe que recibió en su interior, pues Dazai alzó su cadera para hundirse más en su interior, levantando un poco el cuerpo del menor.

Nakajima asintió con la cabeza, mientras llevaba sus manos y las dejaba en los hombros contrarios para apoyarse. Alzó su trasero y se enterró nuevamente contra el miembro de Dazai, ocasionando que tirara la cabeza hacia atrás mientras apretaba fuertemente sus ojos. Una reacción que le había encantado al otro, al tenerlo tan cerca, podía apreciar de mejor manera sus gestos; el calor de su cuerpo que brillaba gracias a la delgada capa de sudor que iba en aumento, las fuertes respiraciones que soltaba, todo eso hacía estremecer a su erección. No le sorprendería que varias gotas de pre semen estuvieran embarrándose en lo más profundo de Atsushi.

Continuó de esa manera, saltando lentamente y algo torpe, pero mediante los movimientos se iban aflojando, la penetración se volvía más óptima. Atsushi se alzaba lo suficiente para dejar solo en su interior la punta para después meterlo todo dentro de él, provocando gemidos y gruñidos por parte de ambos. Gracias a la cercanía, sus torsos constantemente se frotaban entre sí, compartiendo aquel sofocante calor que estimulaba más a sus sentidos. Aunque esas acciones también creaban consecuencias en el pene de Atsushi, pues al estar directamente pegado al estómago del otro, constantemente se veía frotando contra él, algo que le hacía arquear su espalda de vez en cuando.

Debido a la fricción de sus cuerpos, el vendaje de Dazai se estaba derrumbando, creándole jadeos por la manera en que sus sensibles cicatrices tocaban el cuerpo ardiente de Atsushi, algo que solo incrementaba su insaciable hambre por el menor.

—Ah... realmente... —gruñó. —Realmente lo estás haciendo excelente~ Atsushi... Se siente muy bien estar dentro de ti. —halagó para luego relamer sus labios, alzando una vez más su cadera, tratando de coincidir en el momento en que Atsushi bajaba.

—Da-Dazai... —le escuchó gemir, sintiendo como un intenso calor se alojaba en la parte baja de su estómago. Atsushi fue recompensado con otra estocada en su interior.

—Mhmm, di mi nombre. —indicó grave, acercándose a su oreja para comenzar a lamer el lóbulo de ésta, sintiéndose satisfecho cuando no solo el menor obedeció a su petición, sino se estremeció sobre él.

Sus ansiosas manos no pudieron mantenerse quietas y rápidamente fueron a recorrer la espalda de Atsushi, presionando sus dedos contra los rastros de heridas que tenía en ese lugar, pero teniendo el cuidado de no lastimarlo más. Delineó los huesos de sus omoplatos y bajó, deteniéndose un momento para presionar contra él su cintura, se quedó así por unos segundos y siguió bajando, deteniéndose una vez sus manos llegaron al trasero de Atsushi. Con sus palmas presionó ambos glúteos fuertemente, fascinándose por lo suaves que eran, esa parte de Atsushi la había visto muchas veces anteriormente, la forma del pantalón hacía lucir muy bien esa parte del menor. Pero tenerlo ahora solo para él, de esa manera, le hacía estremecerse, notándose por como sus dedos se enterraban en aquella piel, ayudándole a empujarlo contra él, llegando a veces a presionar sus uñas con ambas mejillas.

Pero no era el único que parecía estar marcando territorio por medio de arañazos, pues Atsushi también presionaba sus dedos contra los hombros de Dazai según sus saltos iban aumentando. Claramente su cuerpo comenzaba a verse afectado por todo el esfuerzo que significaba saltar sobre el pene de Dazai, pero no quería detenerse, por ello llevó sus piernas y las envolvió alrededor de su cadera mientras llevaba sus brazos a su espalda, redirigiendo el lugar donde ahora sus dedos se aferraban, siendo la piel que las vendas no llegaban a cubrir. Estando de esa manera, comenzó a menear sus propias caderas, como tal no realizaba penetraciones, pero si lograba hacer que su interior se frotara contra el miembro de Dazai, un movimiento suave que estaba enloqueciendo a Dazai, apretando más fuerte sus glúteos.

La respiración de Dazai comenzaba a ser errática, al igual que el latido de su corazón. La desesperación por tomar cada centímetro de Atsushi parecía crecer más y más, llegando a ayudar a los movimientos que Atsushi hacía, balanceándose hacia él. Pero no era suficiente estar dentro de él ni tocarlo, quería más, por ello llevó su boca al cuello de Atsushi, lamiendo el sabor salado que había adquirido su piel a la vez que restregaba su nariz contra éste, excitándose más por el peculiar aroma que había cambiado el de Atsushi, pues se había mezclado con el suyo, creando uno que le provocaba cosquilleos. Besó toda su piel, llegando a morder un poco según los gemidos de Atsushi aumentaban. Lo obligó a alejarse un poco para seguir besando su hombro hasta su clavícula, dejando una marca con sus dientes en esa área.

Subió hasta su oído nuevamente, dejando que sus pesadas respiraciones lo atacaran, sonriendo al ver como Atsushi gimoteaba y se restregaba con fervor hacia él.

—Mmmh~ Atsushi... Mi Atsushi... —mordió su lóbulo una vez más mientras alzaba su cadera para penetrar al menor. —Eres mío. —demandó de manera ronca. No podía evitar que saliera a flote su posesividad con el albino, menos cuando comenzaba a perder el control de su placer.

Nakajima solo pudo estremecerse por aquellas palabras, algo que le hacía sentirse extraño. Desgraciadamente Dazai no era el primero que expresaba esas palabras, pues su mentor constantemente se lo decía para recordarle que no tenía libertad, era algo que le repugnaba. Pero que fuera ahora el castaño quien lo reclamara como suyo, no le creaba el mismo sentimiento, todo lo contrario, quería que así fuera, solo ser de Dazai.

—S-sí... —Dazai detuvo cualquier movimiento que estuviera realizando. —S-soy tuyo... mmmh... so-solo tuyo... —sentía que alcanzaba su propio orgasmo ante aquellas palabras. En verdad que lo iba a enloquecer.

Osamu necesitaba urgentemente embestirlo más duro, quería hacerlo derretir en placer por complacerlo tan bien. Por ello, alzó sus manos a sus hombros y lo empujó fuertemente, tirándolo contra la cama y colocándose otra vez entre sus piernas, con la diferencia de que llevó esas piernas a sus hombros, teniendo una mejor vista de aquel recto que se encontraba en un intenso color, derramando cualquier líquido que su miembro hubiese soltado durante todo el tiempo que estuvo ahí.

No quiso hacerlos esperar más, dirigió su pene nuevamente a la entrada de Atsushi, enterrándose lo más profundo que podía, siendo bien recibido por éste al escucharle gemir ronco mientras arqueaba su espalda. No fue lento, una vez que se encontraba dentro del albino comenzó a mover fuertemente su cadera contra la del menor, arrancándole más gemidos y suspiros.

—Sabes que... mmh... yo también soy tuyo, ¿verdad? —expresó con una sonrisa mientras golpeaba su interior, jadeando por aquel sentimiento tan caliente que lo estaba quemando. Su sonrisa se hizo más grande al ver que Atsushi asentía.

Embistió en distintas partes, buscando un punto que codiciaba y anhelaba tocar con su goteante miembro, fue cosa de segundos para que lo encontrara, pues en una penetración escuchó un gemido tan fuerte de Atsushi que casi podía clasificarse como grito, sintiendo como sus piernas temblaban sobre sus hombros.

—¡A-ah! Hmm... ¡Ahí! ¡Aaah! ¡Más...! Más... por favor... mhh... —suplicó Atsushi sin poder parar con los sonidos de su boca, tras haber alcanzado su próstata. Fue lo suficiente para sumirlo completamente en el placer, su única preocupación ahora era que Dazai le hiciera llegar a su orgasmo.

—Como ordenes~. —tarareó mientras inclinaba su cuerpo hacia el menor para conseguir embestidas más profundas en aquel punto, golpeándolo una y otra vez, provocando que Atsushi siguiera gritando en placer.

Dazai admiraba la flexibilidad en él, pues prácticamente tenía sus rodillas contra su pecho y no parecía ser ningún problema para el menor, permitiéndole empujar hasta que la base de su miembro chocaba contra su orificio.

—Re-realmente eres muy flexible... —habló Dazai en medio de un gemido. —Aunque bueno... no esperaba menos de mi Líder de la Federación. —no pudo aguantarse aquel comentario, expresándolo con lujuria y orgullo, sonriendo por como Atsushi había gemido por sus palabras.

La manera en como el cuerpo de Atsushi estaba enloqueciendo por cada estocada creaba en Dazai un placer inigualable, no solo disfrutaba de cómo sus paredes internas deliciosamente apretaban su miembro. Ver al menor disfrutar tanto estaba siendo un catalizador para su placer, sus testículos los sentía hinchados por la gran carga de semen que estaba produciendo. Presentía que no faltaría poco para llegar a su límite, recibiendo la advertencia de aquello cuando un poco de su esperma salió a depositarse dentro del menor, quien se tensó por la caliente sensación.

No quería venirse aún, debía prolongar aquello lo más que pudiese, por lo que disminuyó un poco la velocidad de sus penetraciones, compensándolo con lo profundo que se metía en Atsushi. Su habitación se llenaba de distintos sonidos que estimulaban fuertemente a sus cuerpos. Como sus gemidos, jadeos y gruñidos, también el fuerte sonido de sus pieles golpeando, y ahora uno nuevo, la pegajosa humedad que estaba creando por la pequeña carga de semen que se encontraba embarrando en el interior del menor.

Los ojos de Nakajima se nublaban por el gran placer que sacudía a su cuerpo, su interior se sentía sumamente caliente. Parecía que se estaba derritiendo en ese sentimiento que volvía más sensible a su cuerpo, más cuando Dazai golpeaba esa parte en él que casi lo hacía llorar del placer.

Pero las cosas no acababan ahí, lanzó otro grito cuando sintió la mano del mayor sobre su ardiente erección, comenzando a masturbarlo con fuerza sin detener sus penetraciones. El conjunto de todo lo que estaba sucediendo lo estaban llevando a un placer tan exquisito, que le hacía retorcer en busca de soportar eso, pero no podía.

Su orgasmo se aproximaba, presintiéndolo cuando una gran ola de calor lo sacudió, sin poder retener un chorro de su propia semilla que fue sacada gracias a los movimientos que realizaba el mayor en su hombría.

El cuerpo de Atsushi exigía más, lo suficiente para hacerle terminar, por ello, desesperadamente empujó hacia Dazai, realizando una mueca pues no tenía mucha movilidad gracias al tener sus piernas contra él. De forma inconsciente llevó su mano a la cadera de Dazai, de algún modo queriendo atraerlo hacia él, pero solo consiguió rasguñar su piel.

Dazai se le ocurrió tantas palabras para decir. La idea de que le rogara por más le excitaba demasiado, pero su cuerpo también comenzaba a llegar a su límite, deseaba tanto lo que Atsushi quería, por ello se ahorró sus comentarios y complació aquella desesperada petición que el cuerpo del menor le pedía.

Aceleró de golpe sus embestidas, tratando de ir lo más rápido que podía mientras golpeaba con fuerza su próstata, sin detener los movimientos que hacía su mano sobre el miembro del menor, embarrando lo poco que había logrado sacar de su semen, esperando a que la cantidad de ese liquido aumentara.

—¡Ah! Ah... Da-Dazai... yo... yo... —no podía siquiera hablar por lo ocupada que estaba su boca con gemir, pero de algún modo quería anunciar que algo estaba por venir, haciendo sonreír al mayor.

—Hazlo, vente para mí. —ordenó mientras apretaba fuertemente su pene, sin dejar de embestirlo.

Fue cosa de segundos para que el orgasmo de Atsushi llegara, quien gritó de manera escandalosa a la vez que arqueaba exageradamente su espalda, pegando su cabeza contra la cama, donde Dazai pudo ver perfectamente como su manzana de Adán se sacudía. En poco tiempo el menor había dejado salir todo el semen que su excitación había producido, eyaculando sobre la mano de Dazai y manchando su pecho.

El orgasmo del menor había hecho que su entrada se hiciera más estrecha, apretando con fuerza el pene que se encontraba dentro de él, haciendo que el cuerpo de Dazai temblara. Él también estaba cerca, pero antes de derramarse dentro del menor, quiso prolongar el orgasmo de éste lo más que pudiera, sin dejar de penetrarlo, incluso cuando su propio orgasmo llegó seguía haciéndolo, llenando todo el interior de Atsushi con su caliente semen.

Atsushi se encontraba hecho un revoltijo de gemidos y jadeos. La sensación de sentirse lleno por la semilla de Dazai le estaba volviendo loco, se sentía tan caliente y satisfactorio, haciéndole sentir como si fuera capaz de tener otro orgasmo consecutivamente.

Siguió empujando su cadera contra el menor, perdiendo algo de fuerza y precisión debido a lo desconcentrado que se hallaba por el placer que lo estaba atacando. Uniéndose con Atsushi para soltar gemidos y gruñidos, hasta que la última gota de su esperma fue depositada en su interior.

Ambos se encontraban respirando de manera exagerada, respingando un poco luego de que el orgasmo tan intenso que habían tenido, dejando a ambos temblorosos.

Dazai alejó las piernas de Atsushi a sus costados para poder recargarse sobre él, llevando sus labios a los del menor para poder besarlo, algo torpe por su agitada respiración. Alzó su mano y acarició con cariño su mejilla, tocándolo con cuidado en espera a que su cordura regresara a su mente, mientras tanto se dispuso a besar su rostro.

Pasaron unos cuantos minutos para que sus cuerpos se regularizaran luego de tan movida actividad, donde Atsushi finalmente reaccionó, abrazando con fuerza al castaño, quien solo sonrió por su acción.

—¿Cómo te sientes? ¿No fui muy rudo? —habló un poco más calmado, aún con un tono grave luego de lo mucho que gimió y gruñó. Pero eso no había sido impedimento para dirigirse con cariño a su amado, éste negó.

—Estoy bien... realmente... uhm... se sintió muy... ah... —se encogió en su lugar, ahí estaba de nuevo el tímido Atsushi. —Bien. —gimoteó.

—Es bueno saber que lo disfrutaste. —sonrió a la vez que alejaba el flequillo de su frente que se hallaba pegado debido al sudor, una vez despejada el área, besó aquella parte para luego alzarse. —Como verás, yo también lo disfruté. —hizo referencia a la cantidad en la que había eyaculado, haciendo temblar al otro.

Con cuidado salió de su interior, sintiendo una corriente de aire frío cuando tocó la parte de la cama que tenía esa temperatura. Pero rápidamente se le olvidó al ver como su semen escurría de la entrada del menor, había sido una vista demasiado erótica, aunque por ahora se sentía bastante agotado como para excitarse de nuevo.

Se dejó caer al lado de Atsushi, soltando un gran suspiro por todo lo que había pasado. Ladeó su cabeza en dirección del menor y le sonrió, estirando sus brazos para darle la indicación de que se acercara.

Atsushi no demoró en acatar aquello. Aun si su cuerpo comenzaba a entumecerse se acercó hasta donde estaba, abrazándolo mientras dejaba su cabeza sobre su pecho, Dazai terminó ladeándose para poder abrazarlo de una mejor manera, jugando un poco con sus pies que tocaban los suyos.

—Te amo, Atsushi. —habló suavemente Dazai, besando con cuidado su cabeza mientras sus manos acariciaban la cintura del menor, provocando que el corazón de Atsushi se agitara, esta vez por aquel dulce sentimiento.

—Yo también... te amo mucho, mucho, Dazai. —expresó con una felicidad tan grande, que sentía que su pecho reventaría, hundiéndose entre el torso del mayor, haciéndole reír suavemente.

Sentirse alrededor de aquellos brazos que lo cuidaban de cualquier cosa, lo hacían sentirse protegido, envuelto de una calidez que enamoraba más a su corazón. El amor que se tenían parece haber incrementado, esta vez había sido comunicado de una manera distinta, algo que le hacía muy feliz. Independiente de todo el placer que sintió, no hubo un momento en donde Dazai no lo tratara con amor, siempre le crearía una felicidad enorme el sentirse amado por aquella persona, quien se había adueñado de cada centímetro de su ser y estaba bien, pues sabía que el mayor siempre estaría ahí para cuidar de él y llenarlo de todos esos sentimientos que lo llenaban de felicidad.

El cansancio luego de su agitada actividad iba incrementando, más al tener el calor de Dazai arrullándolo, junto con sus dedos que se paseaban entre su cabello de forma amorosa. Todo de él le creaba una armoniosa paz, desearía quedarse así para siempre, pero en ese momento decidió no preocuparse por el futuro, simplemente se dejó disfrutar del sentimiento tan intenso que compartían en ese momento. El amor que parecía estar más viviente que nunca antes, quizá se debía a la desnudez de sus cuerpos que se acurrucaban con cariño. Cual fuera la causa, lo llenaba de la felicidad más pura que podía existir en el planeta.

Luego de mucho tiempo deseándolo, finalmente podría dormir con el latido de Dazai arrullándolo con esa canción de cuna, expresándole en pequeños susurros lo mucho que lo amaba.

Expresándose mutuamente, que ambos sin duda alguna, se amaban mucho más allá de lo que la definición de amor describía. 

¡Hoooola! Espero les haya gustado este capítulo en especial, ya que es la primera vez que escribo un lemon Dazatsu y me sentía nerviosa ; w ; Espero no haberlos agobiado con tanto texto. 

También quiero aprovechar este espacio para agradecer de todo corazón a las personitas que encontraron esta historia aquí en Wattpad <'3 en verdad que no tengo palabras para expresar la felicidad que me causa todo el apoyo que le han dado a la historia ;u; ¡muchas gracias! 

Igual para las que vienen del grupo y gracias a ellas me he animado a escribir esto <3 gracias por todo y espero seguir recibiendo su apoyo (ノ'ヮ')ノ*:・゚✧




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