Capítulo • 26 •
Desde la última vez que el grupo rebelde hizo acto de presencia atacando al sector Rojo, la sociedad se había vuelto loca nuevamente.
La tensión de las personas por enfrentarse a la Federación era mucho más grande, pero seguían sin tomar el suficiente valor como para revelarse, pues las amenazas de Shibusawa seguían latentes, intimidando a toda la población.
Pero ese miedo poco a poco iba disminuyendo. Si bien, seguían temiendo a las represalias de sus acciones, permitir que esta gente hiciera lo que se les diera la gana con su libertad y derechos era algo que cada vez se volvía más intolerante.
Aunque ese no era el principal problema y mucho menos el único.
Los disturbios regresaron, pero no como tal en contra de la Federación o lugares importantes para el gobierno. La sociedad estaba dividida en dos bandos: los que apoyaban al grupo rebelde y los que apoyaban al gobierno. El grupo dominante eran los primeros, por ello llegaban a hacer más ruido en la sociedad, hubo incontables peleas entre gente de este tipo; discusiones verbales o más fuertes llegando al punto de involucrar golpes.
La Federación no sabía exactamente qué hacer a estas personas, fácilmente quizá solo debían arrestar a aquellas que estaban del lado del enemigo, ¿pero realmente era justo favorecer a uno de ellos cuando ambos habían hecho daños? Incluso las demandas de sus "simpatizantes" llegaban a ser más desastrosas, el orden de la sociedad se iba decayendo poco a poco.
Shibusawa tampoco sabía qué medidas tomar. Al no estar atacando directamente al gobierno no era algo que pudiera controlar tan fácilmente, pero aun así siguieron arrestando personas, buenas, malas, quienes estuvieran perturbando con el orden.
Así estuvieron casi dos meses después del ataque del grupo rebelde. Cuando las personas se dieron cuenta de que el gobierno las silenciaría de cualquier manera, regresaron las protestas. Los más valientes eran los que se arriesgaban a hacer dichas huelgas, destruyendo cualquier lugar importante para el gobierno, ya no les importaba las consecuencias, si debían morir, morirían peleando por su libertad, pero ya no querían que la nación fuera así de despiadada. Claramente hubo muchas personas arrestadas los primeros días, pero luego de una semana algo cambio.
Durante una protesta, como ya era común, había llegado la Federación, pero antes de que se dispusieran a atrapar a las personas, el grupo rebelde hizo aparición para comenzar a distraerlos, dando tiempo a los civiles de escapar, entorpeciendo su trabajo.
Desde entonces aquel grupo había estado apoyando y dirigiendo a los civiles que estaban dispuestos a revelarse, enfrentándose solo lo necesario a la Federación para crear tiempo y así ayudar a los civiles de huir. Al ser un verdadero caos, los oficiales no sabían exactamente qué hacer, si caer en la trampa del grupo rebelde o dedicarse a la captura de las personas. Trataban de hacer ambas, pero siempre los rebeldes tenían un plan para escapar, perdiendo su tiempo al perseguirlos.
A pesar de que la nueva técnica de los revolucionarios hizo que la gente arrestada disminuyera significativamente, seguían atrapando gente, pero eso sí, menor que al principio.
Recibir directamente el apoyo del grupo rebelde había hecho que aquella valentía que tenían los civiles incrementara, pues tenían el sentimiento de no estar solos en esta lucha. Sentimiento que comenzaba a desesperar a Shibusawa.
—Pareces agotado.
Atsushi cabeceó y rápidamente se puso recto por el fuerte jaloneó que dio su cabeza al caer, riendo un poco apenado por su acción y por las palabras de Dazai.
—Solo un poco, pero no es la gran cosa. —respondió con un bostezo perezoso, haciendo sonreír a Dazai.
Ambos se encontraban en casa del castaño, sobre el sofá de la sala de estar. Dazai había invitado a Atsushi a tomar un poco de té, lo cual éste no se negó en absoluto, pues dentro del hogar del mayor podían demostrarse sin ningún problema el amor que sentían. Además de que quería estar con él.
Osamu ladeó un poco su cuerpo en dirección de Atsushi, una vez obtuvo su atención estiro sus brazos, dándole la indicación de que se acercara para abrazarlo. Fue cosa de segundos para que el menor se arrastrara hacia donde éste estaba y se dejara caer en su pecho, llevando sus brazos a sus costados para abrazar su espalda. Consiguiendo unas suaves risas de Dazai quien apretó aquel pequeño cuerpo contra el suyo.
—El trabajo ha estado duro últimamente, ¿no? —dijo Dazai en una voz suave. Mientras comenzaba a dibujar figuras en la espalda del menor, quien sentía su cuerpo relajarse gracias al calor del otro.
Osamu no necesitaba de una respuesta afirmativa, pues lo sabía, ya que las rebeliones de los civiles cada vez se intensificaban más. Le alegraba mucho el nuevo plan que había ideado Kunikida, al convertirse una especie de escudo para evitar que varias personas fueran capturadas. No tanto por el hecho de ayudar a dichas personas, sino porque así podría asegurarse de que nada le sucediera a su Atsushi.
También servía para que el menor tuviera una excusa para escapar de aquel revuelo, pues al perseguirlo específicamente a él, se alejarían del sector afectado. Cuando se asegurasen de que estaban lo suficientemente alejados para no ser descubiertos, se relajaban, incluso Nakajima llegó a ayudarle en ocultar sus prendas que lo delataban como integrante del grupo rebelde. Al principio Dazai se preocupó por las consecuencias de las acciones de Atsushi, pero éste le calmó diciéndole que no había problema, sus compañeros confiaban plenamente en su líder.
Tampoco es que hayan sido muchas veces las que el grupo rebelde apareció en aquellas manifestaciones, simplemente han sido cuatro. Si bien a su superior le tienen loco, aún estaba en el rango de tolerancia.
—Es un poco duro, sí, pero está bien, me relajo si puedo estar contigo. —Atsushi frotó su nariz contra el pecho de su amado, respirando hondamente para inhalar el perfume que solía usar el mayor sintiendo un cosquilleo en sus mejillas.
—En verdad fue bueno renunciar a aquel plan de alejarnos, seguro que ahora mismo estarías muy necesitado de mí~. —escuchó la burlona voz de Dazai. El menor simplemente frunció sus labios y se alejó un poco, para llevar su mano derecha a la cara del otro, dirigiéndose a su nariz la cual apretó con fuerza, como castigo por su chiste de mal gusto.
El albino infló sus mejillas por la risa que salió de Dazai, en verdad no le parecían divertidas sus palabras; el dolor y tristeza que sintió esa vez no lo veía como un motivo de diversión. Lo que quizá si le estaba causando gracia era como se escuchaban las risas del mayor por tener su nariz presionada, sintiendo como sus labios temblaban por querer curvearse en una sonrisa.
—¡Pero no te enfades, mi amor! —habló una vez Atsushi dejó su nariz, abrazándolo un poco más fuerte, sin borrar la gran sonrisa que tenía. El menor se ruborizó por el apodo con el que le llamó.
Dazai se inclinó hacia adelante para tomar impulso y luego regresó hacia atrás, para dejarse caer sobre el sofá, llevándose consigo a Atsushi quien se asustó un poco. Enseguida el albino colocó sus brazos a los costados de la cabeza de Dazai para alzarse un poco, no quería aplastarlo, pero para este no era ningún problema.
Alzó con cuidado su mano derecha, tocando con delicadeza la espalda de Atsushi en el camino, hasta llegar a su nunca, en donde pasó sus dedos sobre el cabello que cubría aquella parte. Acción que no duró más de un minuto para llevar su mano al frente, dejándola sobre una de las mejillas que se hallaba pintada de un rosa pastel, ampliando más su sonrisa.
El mayor apreció desde su lugar la hermosa vista que era ver a Atsushi ruborizado, con aquellos ojos que delataban vergüenza y buscaban evitar su mirada. Esa timidez era algo que lo fascinaba, pues derretía a su corazón con un dulce sentimiento. Su pulgar se frotó con afecto en la piel de Atsushi, sintiendo como éste inclinaba sutilmente su cabeza en dirección a su mano. Era como un gato que aceptaba los mimos de su dueño, incluso juraba haber escuchado un ronroneo por parte de Nakajima.
—Te amo. —aquel par de palabras salieron sin su permiso, tampoco es como si se hubiera retenido mucho al respecto. El amor que sentía por el albino era tan inmenso que veces esas palabras salían, para recordarle al otro de lo mucho que lo amaba.
Atsushi tembló un poco al escucharle, sintiendo como su corazón palpitaba con fuerza por lo que dijo. A estas alturas debería de estar acostumbrado a ese par de palabras, pero sería mentira decir que era así. Siempre llegaba a alterarlo, provocándole un calor en sus mejillas y su pecho, uno que le creaba una genuina felicidad.
Se inclinó con cuidado para esconder su rostro en el hombro de Dazai, el cual aprovechó para abrazar su espalda, sintiendo como sus corazones saltaban con fuerza y chocaban contra el pecho contrario, una sensación que era acogedora.
—Yo también te amo... te amo mucho... —respondió en voz baja, sintiendo como la vergüenza incrementaba por decirlo. Gimoteó por ello y pegó más su rostro contra el hombro de Dazai, haciendo feliz al mayor.
—Eres tan lindo cuando lo dices~ ¿podrías repetirlo? —pidió con voz infantil mientras ladeaba su cabeza para besar la de Atsushi.
—No.
—¿¡Eeeeeeh!? ¿Por qué no? —chilló Dazai, comenzando a hacer un puchero, algo que causo unas leves risas en el menor. —¡Moooh! Atsushi es tan malo con-
No terminó su berrinche pues el albino se alejó de él y lo calló besando sus labios, consiguiendo un respingo por parte de Dazai. A pesar de que se hallaba sorprendido, claramente no se negó al beso, cerró sus ojos y empujó suavemente hacia donde el otro estaba, creando más presión en sus labios. Luego de unos segundos se separaron, quedándose lo suficientemente cerca como para que sus respiraciones se mezclaran.
—Bueno, no me quejaré si me callas de esa manera. —expresó con una sonrisa, teniendo sus mejillas levemente sonrojadas. Los ataques repentinos que solía hacer últimamente contra él le sorprendían bastante, pero no era algo que le desagradara, le encantaba ver como a veces Atsushi tomaba la iniciativa.
Se alzó un poco para volver a besar sus labios. Un beso que duró poco pues regresó a su lugar, riendo por como Atsushi balbuceaba sobre él, en verdad que le parecía tan ridículamente adorable.
El menor no dijo nada, simplemente se limitó a recostarse sobre el pecho de Dazai, dejando que el melódico latido de su corazón lo tranquilizara, no solo por la vergüenza que sentía, sino que, su cuerpo se hallaba agotado por su trabajo. Poco a poco iba recuperando energías por el simple hecho de estar con el castaño, haciéndole sonreír por algo que hace un tiempo Dazai le dijo.
—Realmente tienes razón lo que dijiste aquella vez. —habló luego de unos minutos en silencio, consiguiendo que Dazai ladeara la cabeza a un costado, confundido por sus palabras. —Estar contigo es como una medicina para el cansancio. —expresó para luego suspirar.
—Me alegra provocar eso en ti. —Dazai volvió a acariciar con amor su espalda, dibujando como si se tratase de un lienzo. —Me imagino que debe ser pesado todo lo que haces... —esto último lo dijo un poco más serio.
No se refería exactamente a su trabajo, que ya de por sí capturar personas debía ser agotador. Más bien hacía referencia al pesar que debería estar sintiendo por verse obligado a tener que capturar personas que no tenían ni una pizca de culpa.
—Sí... aunque me alivia un poco que solo estén encerradas... tampoco es bueno, pero al menos sé que por ahora su vida no corre peligro... —su voz se escuchaba algo apagada debido a la culpabilidad que sentía por causar ese sufrimiento. Pero tenía la suerte de que Shibusawa no había dado la orden de asesinarlos, esperaba que se mantuviera así para siempre.
Inconscientemente se refugió en los brazos de Dazai, buscando que estos lo protegieran de esos temores. El mayor lo notó y rápidamente fue a besar su cabeza, sin dejar de dibujar en su espalda.
—Serán libres una vez consigamos derrocar a este gobierno, por ahora solo podemos esperar a que no haga nada estúpido ese sujeto como dar la orden de matarlos... Tampoco podemos hacer mucho por ellos. —habló de manera suave, tratando de calmar el pesar que parecía incrementar en Atsushi, quien solo suspiró.
Era verdad, no podían hacer nada por ellos, simplemente rogar por su bienestar. Fue así, hasta que pensó en algo, haciéndole abrir los ojos y enseguida se alejó de Dazai, alzándose un poco para verlo a los ojos. El mayor pegó un brinquito por el movimiento tan busco que había hecho el albino.
—Pero... si hubiera la posibilidad de que los liberaran... eso sería bueno para ustedes, ¿no es así? —escuchó la esperanza en sus palabras, creando más confusión en el otro. Éste se quedó pensando en lo que se le dijo, para luego asentir.
—Seguramente. Nos favorecerían en muchos sentidos, pues quizá eso motive a más personas a unirse a nosotros... ¿pero por qué dices eso?
El menor se quitó de encima y se sentó correctamente sobre el sofá, seguido de Dazai que seguía sin entender lo que sucedía. Atsushi metió la mano en uno los bolsillos de su saco, tomando algo del interior. Mantuvo cerrado su puño y con la otra mano tomó la de Dazai para atraerlo. Con sus dedos acarició los contrarios, dándole la indicación de que dejara expuesta su palma, acción que no dudó en realizar el castaño, impaciente por ver lo que tenía el albino en sus manos. Una vez extendida la palma, llevó su puño y sobre ésta dejó un par de llaves, impresionando al otro.
—Son las llaves de la entrada de la presión que se encuentra en el sector F.
—¿Qué estás...?
—Quiero que los liberen. —la sorpresa no dejaba de incrementar por todo lo que Atsushi estaba diciendo. A pesar de que se sentía un poco conmovido de que estuviese ofreciendo ayuda para salvar a personas, tenía muchas dudas e inseguridades al respecto.
—Entiendo tu preocupación, pero Atsushi... Nosotros no sabemos si a quienes liberaremos son personas que están envueltas en esto o son criminales reales. Además de que ese lugar suele estar resguardado por la Federación. —comenzó a hacer saber dichas dudas y cosas que impedían cumplir con el deseo de Atsushi- Si bien era muy tentadora la idea, no podía arriesgar a sus compañeros a ir, tampoco quería meter en problemas al menor por no tener dichas llaves.
—Eso es lo que Shibusawa-san ha hecho que crean todos. —los parpados de Dazai parecieron abrirse más tras lo que le dijo. —Esa prisión es especial para personas que cometen crímenes de amor, no hay algún ladrón o asesino ahí, el gobierno se ha asegurado de tenerlos separados, pero no es algo que la sociedad sepa. Otra cosa... la Federación que protege este lugar... es falsa.
Y ante lo último que le dijo, la sorpresa se vio evidente en el rostro del mayor, sin poder creer lo que estaba diciendo, pero sabía que no le mentiría. Se quedó callado por unos segundos, para cuando proceso la información, frunció su entrecejo, en un gesto de confusión.
—¿Falsa? ¿A qué te refieres con eso? —cuestionó.
—Supongo que habrás escuchado de personas que quieren ser voluntarias para unirse a la Federación... hay gente rara que aspira a ser parte de esto... pero no es algo que ellos puedan elegir, Shibusawa-san no permitiría que ningún voluntario ingresara... pues todos fuimos reclutados. Lo que hace él con estas personas es darle esa falsa ilusión de pertenecer a la Federación, simplemente le dan trabajos fáciles como cuidar estos lugares. Como todos creen que son parte de nosotros, no tratan de desafiarlos, pero ellos no han pasado por el entrenamiento que nosotros tuvimos, para ustedes no será ningún peligro.
Aquella información en verdad era impresionante, nunca se esperó que realmente llegaran a ese punto de engañar a las personas para tenerlas calladas. Aunque tampoco debía sorprenderse mucho al tratarse de un régimen.
Ya pensándolo detenidamente, en verdad era una brillante idea, no solo conseguirían dar un fuerte impacto en la sociedad, también aliviarían un poco la preocupación de Atsushi.
—Entiendo... Pero... ¿no te meterás en problemas por no tener esto? —tomó con sus dedos las llaves, enseguida el albino negó.
—No. Cada uno de nosotros, incluso la Federación falsa tiene una copia de estas llaves, buscar al culpable será difícil, aunque si deberás regresármelas cuando hayan terminado. —al escuchar eso Dazai soltó un gran suspiro de alivio, saber eso le quitaba un peso de encima.
—Bueno, no negaré que es una buena idea, tampoco puedo hacerlo si te ves tan entusiasmado por esto. —comentó con una sonrisa mientras se acercaba y dejaba un beso en la frente de su pareja, consiguiendo una dulce risa de él. —Déjanoslo a nosotros, me aseguraré de liberarlos. —Dazai tomó una de las manos de Atsushi para dejar un cálido beso sobre el dorso de su mano.
—Con que una Federación falsa, ¿eh?
Una vez tuvo el tiempo libre, se comunicó con Kunikida para compartir la información que le había dado Atsushi. El rubio reunió a sus compañeros en aquella base para discutir lo que había conseguido el castaño.
—¿Cómo fue que conseguiste toda esa información y en especial las llaves? —preguntó con extrema duda Kenji. Dazai simplemente tarareó y se balanceó sobre sus talones.
—Seguramente su novio le hizo el favor. —comentó con burla Yosano, consiguiendo risitas de Ranpo.
—¡En efecto! Mi novio fue tan amable conmigo y me lo dijo. —la sonrisa de aquel par se borró. —Las llaves simplemente las encontré por ahí.
No quería meter mucho en esto a Atsushi, por eso omitió la parte en donde él le entregaba las llaves, justificando a que había enredado al menor en sus planes para que soltara la información, cuando él por su propia cuenta le dio la idea. Hacia esto simplemente para no fastidiarlo más, confiaba en sus compañeros, sí, pero algo malo podía suceder si ese detalle saliera fuera de los dos, lo mejor era tenerlo así, por el momento.
—Que lo aceptes ya no lo hace divertido, hasta pareciera que en verdad te gusta. —se quejó Edogawa, cruzándose de brazos por no haber conseguido una reacción divertida.
«Si tan solo supieras...» ese pensamiento rondó en las mentes de Dazai y Kunikida, quienes eran los únicos que sabían la verdad. Para los demás simplemente seguía siendo una broma.
—Dejen eso ya de lado. —Kunikida regañó al trio que se miraba desafiante. No estaban ahí para tener peleas como niños pequeños. —Ahora que Dazai dice sobre la una Federación falsa, realmente tiene sentido, pues ellos no suelen dejar sus puestos de lugares, aun sí el sector afectado en el suyo. Es un detalle al cual nunca habíamos prestado atención. —retomó el tema.
Doppo no quiso darle mucha importancia de los detalles en cómo Dazai había conseguido esa información, él sabía que era su información era verdadera. Y lo de las llaves... no necesitaba indagar mucho para llegar a la conclusión de que fue el mismo Atsushi quien se las dio. Luego de que Dazai le dijera que se negaba a su consejo de alejarse de él, solo le quedó resignarse.
—Hacer lo que plantea Dazai puede ser una muy buena estrategia, las personas verán que realmente estamos de su lado y no solo los estamos usando de anzuelos. —resaltó esta vez Oda. En verdad le agradaba mucho la idea de liberar a las personas que fueron injustamente encarceladas.
—También sería un golpe duro para el gobierno, que esto se le salga de las manos hará que pierdan poder. —comentó esta vez Ango, llevándose una de sus manos a su barbilla.
—Exactamente... nos viene de maravilla este plan y gracias a las llaves que encontró Dazai se nos será fácil ingresar a la prisión. Si es verdad que no son tan peligrosos aquellos guardias, será fácil conseguir las demás llaves para abrir las celdas. —volvió hablar el rubio.
—Entonces lo ideal es actuar lo más pronto posible, antes de que se den cuenta de que hace falta las llaves. —dijo Yosano quien miraba de manera seria a sus compañeros, recibiendo un asentimiento por parte de cada uno de ellos.
—Sí. Por ello actuaremos mañana mismo. —anunció. —Ango, Katai y Ranpo se encargarán de estropear las cámaras de seguridad de la zona, debemos cortar cualquier clase de comunicación con la verdadera Federación. Para ello Junichiro y Naomi vigilarán los alrededores de la prisión para avisar si algún integrante de la Federación se acerca. Los demás nos encargaremos de liberar a estas personas. —explicó el plan que se llegaría a cabo al día siguiente, dando la indicación sobre qué le correspondía a cada quien. —Debemos demorarnos lo menos posible, estar cerca de la prisión tampoco es un lugar precisamente seguro.
Todos estuvieron de acuerdo. Al ver que no había ninguna clase de duda con respecto al plan, simplemente le quedó dar algunos detalles como la hora en que actuarían. Pues primero debían vigilar la zona para asegurarse de que ningún oficial se interpusiera y de haberlo, se encargarían de él.
Así llegó el siguiente día. Se había acordado que el plan se llevaría a cabo por la tarde, casi al anochecer, pues no solo facilitaría su propia huida, sino también la de las personas.
Luego de estar asegurando la zona en las primeras horas, había llegado la hora de actuar, empezando con el estropeo de la seguridad por parte de Ango, Katai y Ranpo.
El grupo encargado se mantenía cerca de la prisión para atacar en cuando se les diera la indicación sobre que la seguridad había sido desactivada. Mientras que los hermanos vigilaban los alrededores, comunicarían cualquier anomalía que pudiera presentarse en la zona.
Fue cosa de quince minutos para que el hackeo hubiese hecho efecto, desactivando no solo las cámaras, sino también los teléfonos e internet para evitar que se pusieran en contacto con sus compañeros.
—Todo listo, encárguense de lo demás.
Recibieron la indicación de Ango quien les daba la señal para seguir, al tenerla inmediatamente se acercaron. La entrada era resguardada por dos oficiales, quienes al verlos rápidamente se pusieron a la defensiva. Con rostros excesivamente nerviosos y con pánico trataron de comunicarse con aquellos que se encontraban dentro del edificio, pero no lograron hacerlo.
Dazai y Kunikida se encargaron de aquellos dos oficiales, golpeándolos para dejarlos inconscientes. Realmente era cierto lo que Atsushi había dicho, no era siquiera personas fuertes, la cobardía desbordaba de sus ojos al igual que el miedo, seguramente porque nunca habían presentado algún peligro.
El castaño sacó del bolsillo de su pantalón las llaves que el menor le había dado y las ingresó al candado que sellaba aquellas dos grandes puertas, finalmente empujó para abrirlas, dando paso libre a que sus compañeros entraran.
—¡E-es el grupo rebelde! —escucharon un chillido a los lejos. Había más oficiales en el patio que, al igual que los primeros, trataron de comunicarse con los demás, pero la radio no funcionaba.
No querían perder más tiempo como para pelear con ellos, por eso aventaron una de las esferas con gas somnífero para que las personas cayeran al suelo.
—Yosano, hay dos personas más en esa torre de vigilancia, encárgate de ellas. —indicó Dazai mientras se giraba en dirección a las celdas junto con los demás.
—De acuerdo. —sonrió mientras cargaba el arma de fuego que tenía.
—Recuerda no lastimarlos de gravedad. —advirtió Kunikida, consiguiendo una risita por parte de la mujer.
—Lo sé, lo sé. —sacudió su mano, restándole importancia. No era necesario que se lo repitiera, pues aquí todos sabían que, si lastimarían a personas, por lo menos no sería tan grave.
Akiko tenía una excelente puntería, por ello no había porque preocuparse, siguió lo que Dazai le dijo y disparó dos veces, en ángulos bajos para dar en las piernas. Al escuchar los aullidos de dolor simplemente sonrió, para luego seguir el camino por donde se habían ido sus demás compañeros.
Se dirigieron al interior del edificio, deshaciéndose de los falsos oficiales que pudieran encontrarse. Algo que realmente era fácil, pues estos mismos se rendían y se dejaban ser atados para que no interrumpieran en sus planes, consiguiendo de esa manera las llaves para abrir las celdas.
Llegaron al lugar de comunicaciones, donde debería estar toda la maquinaria que controlaba el manejo de las puertas eléctricas que cerraban la mayoría de las celdas. Con ayuda de las llaves que habían obtenido cambiaron la configuración para lograr abrir todas las puertas.
—¡Salgan todos de aquí! Amar y apoyar la libertad de la nación no es ningún crimen, hemos venido aquí para liberarlos a todos. —mientras Dazai y Oda se encargaban de ir abriendo las puertas desde el cuarto de seguridad, Kunikida y los demás se encontraban fuera de las celdas. Viendo como poco a poco éstas se iban abriendo, dejando sorprendido a todos los prisioneros que había ahí.
—Nos hemos encargado de los oficiales que hay aquí, así que no teman, de llegar los demás de la Federación trataremos de distraerlos para que escapen. —hablo esta vez Kenji, tratando de alentarlos para que salieran.
Hubo cortos segundos de duda por aquellos que se encontraban en la celda, pero no se negaron. Una vez las puertas estuvieron completamente abiertas salieron a montones, siendo guiados por Kunikida hacia la salida.
—Aún hay algunas celdas que no parecen abrirse por este mecanismo, debemos ir a hacerlo de manera manual. —informó Dazai mientras salía de aquel lugar junto con Oda.
—¿Está bien? Puedes demorarte más tiempo de lo que tenemos. —Sakunosuke no se encontraba muy seguro si debían arriesgarse tanto, ya habían liberado a la mayoría. Le parecía raro que Dazai quisiera liberar a absolutamente todos.
—Sí, no me iré hasta que todos estén fuera. —expresó con seriedad, algo que llegó a sorprender al mayor. Dazai le había prometido a Atsushi que sacaría a cada persona que se encontraba encerrada en ese lugar, no fallaría a su palabra.
—De acuerdo, entonces te acompaño. —el castaño sonrió por las palabras de su amigo. De ese modo juntos fueron en dirección de aquellas puertas que seguían cerradas, abriendo cada una para sacar a los prisioneros que había encerrados en estas.
—Deberán apresurarse, parece que tres miembros de la Federación se han percatado de que hay algo malo sucediendo en la presión, llegaran quizá en unos diez minutos.
Afortunadamente para cuando recibiendo ese mensaje, Dazai y Oda ya habían abierto la última celda. Estos dos guiaron a los últimos civiles en ser liberados hasta la salida, pasando de largo a aquellos oficiales que parecían aterrados por su ausencia y, seguramente, por la torpeza de sus acciones. Pero tal como había dicho Atsushi, ellos no habían pasado por ningún entrenamiento, en teoría nunca debieron de enfrentarse a nadie.
Para cuando terminaron ya había caído la noche, facilitando el escape de los "criminales." La Federación ya debería de estar cerca, así que, para evitar la recaptura de los civiles, el grupo rebelde tiró varias bombas de gas oscuro, este simplemente era para cubrir toda la zona de una nube oscura, impidiendo que las cámaras que no fueron dañadas captaran algo y de ese modo dañar la visión de aquellos oficiales que se encontraban.
Para cuando llegaron, no había alguna alma que estuviera cerca de la prisión.
Claramente nunca contemplaron que llegasen a atacar aquel lugar, pues se supone que nadie fuera del gobierno debería saber que esa prisión era específicamente de criminales relacionados al amor, ni que allí encerraban a las personas que se presentaban en las protestas. Pues creían que solo un verdadero tonto se enfrentaría a la Federación que vigilaba aquel lugar, ya que nadie debía saber que no eran oficiales reales.
Atsushi se encontraba realmente contento al recibir la noticia de que los prisioneros de la cárcel del sector F habían escapado- Más cuando Dazai le entregó las llaves, diciéndole directamente que había cumplido su promesa.
A pesar de que ahora eran fugitivos, le alegraba enormemente saber que aquellas personas que no tenían la culpa de nada se encontraban libres. Ahora solo le quedaba rezar que no volviera a ser atrapados, pero seguramente ellos mejor que nadie debería saber ese peligro, por lo que no se arriesgarían, escondiéndose en algún lugar la nación.
Aunque no todo era tan bueno como parecía.
Sus piernas temblaban horrible mientras se dirigía hacia la oficina de su superior. Odiaba ser el líder de la Federación y ser quien tuviera la comunicación con el consejero de la nación. Informar este desastre sin duda enloquecería al mayor, lo peor es que él tendría que aguantar cualquier arranque de odio que le fuera a dar. Pero estaba bien... mientras se mantuviera serio no había ningún temor, Shibusawa nunca dudaría de él.
Trató de despabilar aquellas preocupaciones cuando llegó a la oficina de éste, respiró hondo y entró, tratando con de que sus piernas no perdieran fuerza, entrando de ese modo, manteniendo una expresión neutra mientras se inclinaba hacia el mayor.
—Le tengo malas noticias, Shibusawa-san... —expresó con voz baja, temblando un poco por el temor que sentía ante la posible reacción que tendría.
Ya con solo decir eso, sintió el ambiente tenso, gracias a la molestia que Tatsuhiko no se disponía en ocultar.
—¿Qué sucedió ahora? —gruñó.
—Los prisioneros del sector F... fueron liberados. —informó.
—¿¡Qué!? —Atsushi tembló levemente ante aquel grito lleno de furia, seguido de un fuerte golpe que fue dar contra su escritorio.
—No sabemos de qué manera el grupo rebelde ingresó a la prisión. La seguridad fue dañada como para revisar las cámaras de seguridad, lo más seguro es que atacaran a los oficiales que protegían la entrada y consiguieran las llaves para entrar. —Nakajima se alzó, tensándose al ver aquellos ojos llenos de odio y desprecio, sintiendo como su corazón latía con mayor fuerza.
No se preocupaba tanto en demostrar el miedo hacia su superior. Hace tiempo descubrió que parecía disfrutar de verlo así, por ello, para mantener su seguridad, complacería al otro con ese retorcido gusto para tenerlo un poco tranquilo.
—Esos inútiles... ni siquiera para eso sirven. —por dentro, el menor se sentía un poco más aliviado al ver que su superior parecía culpar a aquellos oficiales y no a él y a sus compañeros. —¿Tienes alguna información sobre el paradero de los prisioneros o del grupo rebelde? —y recibió una negativa.
—Lamento informar que no. En ningún momento recibimos informes sobre el ataque a la prisión. Por desgracia ninguno de nosotros se encontraba cerca de la zona, para cuando nos enteramos ya era bastante tarde, había una gran nube de humo, no pudimos ver si había alguien cuando llegamos, para cuando la nube se dispersó, no había nadie.
Escuchó un chasquido por parte del otro, viendo como realmente estaba molesto por lo que estaba pasando, pero por más que se enojara, no había nada que hacer, tampoco podía desquitarse con ellos ya que no fue culpa suya. El albino mayor sabía que, de haber estado la verdadera Federación, esto no habría pasado, si había que culpar a alguien, era al mismo Shibusawa quien se confió, pues creía que nunca nadie se atrevería atacar a aquel lugar.
—Vete de aquí. —no quiso saber nada más, ni siquiera quiso preguntar. Con esa información estaba más que suficiente.
Atsushi se sintió más tranquilo al escuchar aquella indicación, asintió y dio media vuelta, sintiéndose mejor porque su convivencia no hubiese durado mucho. También porque no recibió a algún regaño, parece que estaba más furioso con los oficiales que debieron proteger la prisión.
Algo tembloroso se dirigió a la salida de la oficina de su superior, respirando hondo luego de salir de aquel ambiente tan tétrico. Pero cuando se giró para irse por el camino de salida, se encontró con otro problema.
—Oh, Atsushi... —el mencionado se encogió de hombro al encontrarse con Fyodor; su superior.
—Fy-Fyodor-senpai... —mencionó con disgusto, claramente ambos no se llevaban para nada bien.
—Escuché el incidente de la prisión... Debe ser un golpe bajo para ustedes como Federación, permitir que algo de esta magnitud suceda... es realmente lamentable. —la voz tan fría y calmada del mayor le causaba escalofríos, aquel sujeto siempre le causaba cierto temor.
—Fue algo que estaba fuera de nuestras manos, no se pudo evitar. —expresó mientras fruncía el ceño, consiguiendo una sonrisa del otro.
—Yo no hubiera permitido algo como eso.
—Usted ya no se encuentra laborando, senpai. —y la sonrisa que tenía se deformó por aquel comentario, dejando un rostro completamente serio, algo que puso excesivamente nervioso al menor.
—Es verdad eso. —trató de no alterarse, regresando la sonrisa que tenía. Acortó lentamente la distancia que había entre ellos, deteniéndose a unos pocos pasos del albino. Subió su mano y tomó aquel mechón de su cabello era más largo, con un cuidado tenebroso. —Es simplemente que me preocupo por el desempeño de mis queridos compañeros. —dijo sin dejar de pasar sus dedos entre el cabello de Atsushi.
—Aprecio su preocupación, pero estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para acabar con estos problemas. —habló algo torpe, debido a la inquietud que sentía al tener al otro tan cerca de él. Escuchó una calmada risa del más alto, quien finalmente soltó su cabello.
El azabache se inclinó hacia Atsushi, hasta llegar a la altura de su oído, donde soltó otra risa. A diferencia de la primera, esta era más siniestra.
—De Líder a Líder, te aconsejo que des más de ese esfuerzo, no querrás que Shibusawa-san se moleste contigo, ¿verdad? Esfuérzate o lo vas a decepcionar. —susurró aquel consejo. Que más que consejo parecía ser amenaza, sintiéndose satisfecho cuando lo vio temblar.
Fyodor regresó a su altura y sin decir nada más, siguió a donde iría, que era precisamente el lugar de donde Atsushi salió, empujando suavemente la puerta tras de él.
El albino volvió a soltar otro suspiro con pesadez. Realmente le daría un infarto que después de afrontar a Shibusawa, llegase Fyodor a atormentarlo más. Aquella persona era terrible, de cierta manera se sentía agradecido de no haber sido entrenado por él, no necesitaba indagar mucho para ver lo podrido que estaba. Aunque Tatsuhiko no estaba en mejores condiciones.
Sacudió su cabeza y decidió irse. Seguir quedándose en ese lugar simplemente alteraba innecesariamente a su corazón, pero cuando estuvo dispuesto a irse, algo lo detuvo.
—Así que liberaron a los prisioneros, realmente esto se te está saliendo de control. —escuchó la voz de Fyodor dirigirse a su superior, parece que éste no había cerrado correctamente la puerta, llegando a escuchar lo que decían.
Realmente no debía estar ahí. Escuchar conversaciones ajenas era de mala educación, sumándole el peligro al tratarse de ellos dos, pero la curiosidad le hizo quedarse solo un momento más.
—No estoy de humor para soportarte, así que lárgate de aquí. —el cuerpo de Atsushi se estremeció al escuchar tan molesto a su superior. Si las cosas se ponían graves, no dudaría en huir de ahí, pero a diferencia suya, Fyodor no parecía estar en lo más mínimamente afectado.
—Hey, solo me preocupo por la situación de la nación, eso sin duda descontrolará a la sociedad... creo que va siendo hora de que consideres mi oferta.
El menor abrió un poco más sus ojos, sintiendo un amargo sentimiento plasmarse en él ante lo que su superior decía, ¿de qué oferta se trataba?
Escuchó a Shibusawa suspirar tan fuerte, como si estuviera pensando en algo de una manera... desesperada.
—Solo... solo una oportunidad más... es lo que le daré a esta Federación. Si ellos me fallan, te daré la libertad de que tú y tus hombres regresen a trabajar como oficiales.
Y al escuchar eso, sintió que todo su cuerpo se helaba.
Su respiración se entrecortó por escuchar aquellas palabras, ¿Tatsuhiko estaba considerando en liberar la antigua Federación? Eso en verdad era un peligro, no podía permitir que realmente eso sucediera... si la Federación en sí ya eran unos monstruos, la antigua podría considerar que eran demonios.
Estaba entrando en un gran pánico, sin poder creer lo que había escuchado. Pero no había razones para las que su mentor estuviera bromeando, menos con algo tan serio.
Mordió con fuerza su labio, solo había una manera para impedir que la antigua Federación tomase las calles, y esa era capturando a algún integrante del grupo rebelde.
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