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Capítulo • 23 •


La voz calmada de Dazai le creaba una tranquilidad tan reconfortante, que hacía sentir tan cálido a su pecho, endulzando a su corazón.

Ambos se encontraban en aquel edificio que se había vuelto la base secreta de ambos, convirtiéndose en el lugar dónde podían demostrar el amor que se tenían sin limitaciones. Los dos estaban sobre el suelo, con Atsushi sentado de lado en las piernas de Dazai. Con su cabeza recostada en su pecho mientras éste acariciaba con amor sus albinos cabellos, dejando de vez en cuando pequeños besos sobre su cabeza.

—Últimamente la gente que visita el bar es relativamente baja a comparación de hace unas semanas, pero hoy nos sorprendimos por el gran número de personas que vinieron, fue un día agotador.

Tras contarle un poco sobre alguna anécdota en su trabajo, había dicho aquello, expresando dicho cansancio en su voz. A la vez que bajaba sus brazos para llevarlos a la cintura de Atsushi, dándole un abrazo mientras dejaba su cabeza sobre la de Atsushi.

—¿No te sentirías mejor si vas a casa a descansar? Pronto será el toque de queda y uhm... —expresó en voz baja. Acomodándose un poco mejor en su lugar, queriendo que el calor de Dazai lo rodeada por completo.

—No. Estar contigo ya me hace sentir mejor, eres como una medicina para mí cansancio, así que déjame estar contigo estos minutos. —se negó, aferrándose más a su cuerpo, como un niño pequeño.

Ante sus palabras, un leve rubor se pintó en sus mejillas, alterando a su corazón en ese cálido sentimiento. Sintiendo como su cuerpo temblaba un poco ante la felicidad que lo invadió.

—Es-está bien, yo también quiero estar contigo un poco más... —habló algo nervioso. Ese comportamiento le parecía sumamente adorable al mayor, quien no pudo aguantar sus ganas de sonreír, volviendo a besar su cabeza.

Escuchó un suave gimoteo de Atsushi, agitando a su corazón cuando este alzó su cabeza y sus miradas se encontraron, admirando el rostro hermoso del menor. Nakajima alzó con lentitud sus manos y las dejó sobre las mejillas de Osamu, estirándose un poco para alcanzar sus labios, dejando un pequeño beso que no duró mucho tiempo. Una vez hecho su cometido, rápidamente volvió a bajar la mirada para esconderse en su pecho, robándole un suspiro a Dazai.

Amaba sus labios y los besos que tímidamente le daba, aunque, a decir verdad, amaba cada centímetro y rasgo de Atsushi. De solo pensarlo provocaba que su corazón saltará en alegría, exigiéndole a Dazai que expresará el amor que le tenía al menor. Dónde una de sus manos subió a su espalda para acariciar toda el área, deslizando con cuidado sus dedos sobre la tela oscura de la ropa.

Atsushi no solo se deleitaba por los mimos de Dazai o por sentir su calor corporal arrullándolo. Al estar prácticamente al lado de su pecho, pudo percatarse del fuerte latir de su corazón, escuchando perfectamente como latía de forma rápida, pero que aun así lo hacía de forma gentil y meliflua. Aunque sonara contradictorio, esa era la sensación que le daba, como si quisiera decirle algo a su propio corazón. Brincaba de forma tan cálida y vívida, como si le estuviera gritando; "¡Hey! ¡Te amo! ¡Te amo mucho!"

Soltó una suave risita por la conclusión a la había llegado, era imposible traducir los latidos del corazón de Dazai a su idioma, porque para empezar los corazones no hablaban. Pero llegó a suponer eso porque latía de la misma manera en que latía su propio corazón, y esas palabras eran las que quería expresar.

—Yo también te amo... —susurró con una dulce voz baja, palabras dirigidas para el corazón de Dazai. Después inclinó un poco su cabeza para dejar un cálido beso en el pecho del mayor, específicamente en dónde se encontraba su corazón.

Los labios de Osamu temblaron en una extraordinaria felicidad por lo que dijo el menor y por sus acciones, si su corazón ya se encontraba agitado, ahora había enloquecido, ¿cómo es que Atsushi lograba enamorarlo más? ¿Tan siquiera era eso posible? Aunque no le importaba, porque se sentía demasiado bien.

Sus manos se deslizaron con cuidado por el cuerpo del menor, hasta haber llegado a su rostro. Con suavidad tocó sus mejillas, tomándolas finalmente para obligarlo a subir su rostro y así pudieran verse nuevamente. Siendo hechizado una vez más por aquel par de ojos que le miraban con tanto cariño. ¡Ahí estaba nuevamente! Enamorándolo con tan solo una mirada.

—¿Acaso no te cansas de enamorarme más de lo que ya estoy de ti? —habló con un puchero. Como si estuviera reclamándole al menor, quien simplemente rio.

—Me gusta que me ames. —confesó con una gran sonrisa. Aquello había sido otro flechazo para su corazón, siendo inevitable retener otro suspiro del completo idiota enamorado que era.

—Me encanta amarte. —la sonrisa del menor tembló, viéndose un poco avergonzado por lo que dijo.

Dazai bajó un poco su rostro para dejar otro beso en sus labios. A diferencia del primero, este había sido un poco más largo, tomándose el tiempo de disfrutar de aquellos delgados labios, también para sentir la suave textura de estos junto con el dulzor que le provocaba besarlo. Sintiendo ese cálido sentimiento que lo llenaba de tanta vida.

Claramente Atsushi no se negó a ello, llegando a cerrar sus párpados para perderse por completo en la efervescente sensación que le provocaba besar sus labios. Con tan solo un roce ya sacudía a su corazón, ahora, que fuera uno más prolongado, lleno de tanto cariño y esponjosidad, le haría derretirse de una forma tan dulce, como si ese sentimiento se convirtiera en miel.

Aquel beso duró quizá dos minutos, pero cuando ambos se envolvieron en él, perdían la noción del tiempo. Fácilmente se sintió como un instante, pero opuestamente fue una eternidad, como si hubieran extinguido el tiempo para evitar que los separase.

Pero solo fue por un momento. Al separarse regresaron en sí a la cruda realidad, en que en unos cuantos minutos debían separarse.

Nakajima volvió a llevar su cabeza sobre el pecho de Osamu, llevando sus brazos a su costado para abrazarlo, dejando una vez más que el latido de Dazai le cantara al oído, sumergiéndose en ese sentimiento que cada vez parecía hacerse más grande. Mientras que el mayor se acomodaba de una mejor manera, recargando su espalda contra la pared para estar bien apoyado. Mientras, sus dedos comenzaban a peinar el cabello del otro, tarareando una melodía suave, creando una armonía con la canción que parecía cantar el corazón de Dazai. Algo que realmente le gustó mucho a Atsushi se dispuso a disfrutar de aquel dueto.

Le gustaba la manera tan calmada en que se sentía cuando se encontraba con Dazai, le llenaba de tantos sentimientos y sensaciones. Tan amorosas y alegres, que simplemente le hacían olvidarse de todo, encerrándose en un espacio donde podía ser feliz sin preocuparse de lo que pasaría mañana, haciéndole disfrutar de esos minutos que estaba viviendo, era una sensación tan extraordinaria e inexplicable. Por más que indagara en sus recuerdos jamás había sentido algo similar, no hasta que conoció a Dazai, quien poco a poco le fue enseñando de este estado.

La leve sonrisa que se tenía se deformó un poco al recordar que lo que estaban haciendo y lo que sentían, estaba prohibido, era un crimen que era castigado en la nación. No pudo evitar el temblar un poco ante la tristeza que comenzaba a alojarse en su pecho. Estaban privando a miles de personas en sentirse de la misma manera como él se sentía, simplemente por egoísmo, pues se creía que era peligroso. ¿Qué tenía de peligroso un sentimiento tan cálido? Seguía sin comprenderlo.

—¿Sucede algo? —escuchó la pregunta de Dazai. No se percató en que momento dejó de tararear, realmente se había perdido en sus pensamientos.

Atsushi solo se encogió en sus hombros mientras trataba de juntar más su cuerpo al del mayor, aplicando un poco más de fuerza en su abrazo para luego mover suavemente su cabeza. Dazai no supo descifrar si era una respuesta positiva o negativa.

—Solo estaba pensando. —respondió con voz ahogada, por estar hablando contra su pecho.

—¿Y en qué pensabas? —volvió a hacer otra pregunta, retomando las caricias en su cabeza que se detuvieron al momento en que pronunció la primera pregunta.

—Pienso en la nación... Me parece horrible que durante todo este tiempo han estado castigando a personas que se sienten como yo... es realmente algo terrible... —los dedos de Dazai se detuvieron una vez le escuchó, haciéndole soltar un suspiro, esta vez de forma algo pesada.

—Muchas personas deben pensar en lo mismo. Son unas medidas extremistas, pero es algo que una dictadura como esta hace para imponer terror. —expresó Dazai con voz baja. A sus palabras, Atsushi apretó con fuerza sus labios en ese sentimiento de impotencia.

—Pero... si el grupo rebelde al que perteneces llega a tener éxito... esto cambiaría... ¿no? —Dazai se sorprendió por las palabras del menor. —Podría amarte sin algún tipo de miedo o represalia... —esto último lo dijo bajo, un poco tembloroso, provocando que Osamu sonriera de forma suave.

—Sin duda, ese es uno de los propósitos que tenemos... Aunque... no puedo asegurarte que vayamos a conseguir lo que queremos. —el albino alzó la mirada para observar al otro, un poco preocupado por lo que había dicho. Dazai trató de apaciguar esa preocupación con una sonrisa. —Si el miedo en las personas sigue siendo más grande que su deseo de libertad, nosotros no tenemos mucha ventaja. —comenzó a explicar mientras volvía a dejar su mano sobre su espalda. —Pero afortunadamente muchas personas quieren esa libertad... quizá es muy probable que nos espere un futuro mejor

No era mentira lo que Dazai decía, día tras día notaba que el desagrado de las personas iba en aumento. Tarde o temprano ese sentimiento terminaría estallando, dependiente del impacto de dicho estallido, podrían predecir sobre la posibilidad de liberar aquella nación.

—Pero, aunque eso no sucediera y tuviéramos que seguir condenados a este estilo de vida... nada, ni nadie haría que mi amor por ti cambiara. No me importa que para las autoridades esté prohibido, te seguiré expresando mi amor sin algún impedimento. —comunicó con alegría, teniendo una gran sonrisa que delataba su felicidad.

Las mejillas de Atsushi se ruborizaron por lo que dijo. Si bien la felicidad era lo que más predominaba en su cuerpo, había pequeños rastros de preocupación y temor. Claramente haría lo mismo, no importaba si debía mentir a sus compañeros e incluso a su superior, sus sentimientos hacia el castaño seguirían intactos y si llegasen a tener un cambio, seguramente sería por el incremento de dicho sentimiento.

Dazai se sintió un poco mejor al ver que Atsushi parecía relajarse más, pero aun así no bajó la guardia, sabía el pesar que le producía al menor toda esta situación. Si en el pasado necesitaba de una motivación para esforzarse en su trabajo, ahora sin duda ésta era Atsushi.

Conseguiría como fuese que la nación fuera liberada. No solo para el bien de la gente, ni para poder amar con total libertad a Atsushi, su mayor motivo era poder alejar a Atsushi de aquella nación, poder liberarlo en pocas palabras.

Los días habían transcurrido con una calma espeluznante. Los civiles parecían despreciar más a la Federación y al gobierno en general, según avanzaba el tiempo. Pero la nación se encontraba calmada, para tranquilidad de Shibusawa, había creído que todo estaría a la normalidad y el grupo rebelde poco a poco iría desapareciendo por falta de motivación.

Aunque en realidad estuviese sucediendo lo contrario.

—Ya ha pasado un tiempo desde la última vez que nos reunimos, el suficiente para hacer creer al gobierno que nos hemos rendido. Pero es momento de hacerles saber que jamás tendrán nuestra derrota, al menos no voluntaria.

Como era costumbre, Kunikida se encontraba explicando a sus compañeros que le prestaban atención, dando introducción a su siguiente movimiento.

Si bien, una de las razones por la que estuvieron inactivos se debió a darle aquella ilusión al gobierno de que se habían rendido, la otra había sido también para que, tanto la sociedad como la Federación se calmara. Doppo no estaba dispuesto a sacrificar vidas humanas, mucho menos permitir que se expusieran demasiado, por ello prefirió esperar a que las autoridades se relajasen.

—¿Realmente fue una buena idea estar tan inactivos durante tanto tiempo? Muchas de las personas en los foros comienzan a llamarnos cobardes por haber desaparecido y dejarles esta carga a ellos. —expresó sus preocupaciones Naomi, pues si perdían la confianza de la sociedad, de nada serviría hicieran lo que hicieran.

—Esa es parte de la estrategia. —respondió a su pregunta Oda, creando confusión en la chica. —El volver de manera inesperada bajo las amenazas del gobierno revivirá de forma más intensa su impulso de revelarse. —finalizó, consiguiendo una expresión de sorpresa por parte Naomi.

—Así es. Además de que esta ocasión haremos algo diferente y muy arriesgado. —cada integrante del grupo rebelde se tensó ante lo último, uno más que otro. —Atacaremos al sector Rojo.

—Vaya... el lugar más sagrado para el gobierno... —comentó con cierta emoción Yosano.

El sector Rojo era el sector más importante en toda la nación. Toda la zona era abarcada por un templo inmenso, con distintos edificios que correspondían a la Federación, al gobierno y mandatario.

—Ya veo porque es arriesgado... —habló con nerviosismo el mayor de los Tanizaki, encogiéndose en sus hombros.

El peligro no era como tal la importancia que tenía dicho lugar, sino por la seguridad que lo resguardaba. Además de ser la base de la Federación, pero no solo de la que se encontraba laborando, la antigua Federación y la nueva generación también se encontraban allí.

—Precisamente por todo eso debemos hacer nuestro movimiento aquí, no solo desafiaremos al gobierno, le haremos saber a las personas que estamos dispuestos a cualquier cosa para conseguir nuestros objetivos. —quien habló esta vez había sido Dazai. Extrañamente para sus compañeros, se había expresado de una manera seria y determinada. —Nadie se atrevería a atacar el lugar más importante para el gobierno, esto es bien sabido por todos, incluso el mismo gobierno. Por ello, a pesar de que es el lugar más vigilado de todos, no tienen como tal oficiales en la entrada, pero si un sinfín de cámaras que vigilan cada rincón del sector. Con algún movimiento raro no dudaran en llamar a la Federación.

—Este ataque no será como los anteriores, nuestro objetivo es simplemente burlarnos de ellos atacando su lugar sagrado, será algo rápido por lo que deberíamos huir sin problema alguno. El fin de esto es darles esperanza a las personas de que aún estamos luchando por nuestra libertad. —terminó de explicar Kunikida. Sabía bien el peligro que podría significar el acercarse a aquel lugar, pero era lo ideal para revivir el valor en la gente.

—¿Qué es lo que haremos con la seguridad? No podremos acercarnos con aquellas cámaras vigilando. —preguntó con intriga Ango. Si bien, para Katai y él les resultaba fácil de hackear la red de seguridad de muchos lugares, la que conformaba la del sector Rojo era especial, cualquier intento de hackeo sería notado por la gente de ese lugar.

—Para ello habrá dos equipos. —y comenzó a explicar la organización del plan. —El primero lo dirigiré yo, y nos encargaremos de explotar la planta de luz que da energía al sector Rojo, se encuentra al este del sector, casi colisionando con el sector A. De esta manera desactivaremos las cámaras, claramente enviarán miembros de la Federación a donde la planta de luz, aun sí alguno de ellos estuviese en el sector A no debería de ser algún problema para irnos. El segundo equipo estará dirigido por Dazai y es el encargado de burlarse del rector Rojo. Actuarán enseguida demos la información de que la planta de luz ha sido dañada.

Una gran sonrisa se dibujó en el castaño cuando mencionó la parte en donde él sería participe, él mismo se había ofrecido para llevar a acabo aquella parte del plan. Algo que llegó a sorprender un poco a Kunikida, al conocerlo creyó que quería dirigir aquella en donde explotase la planta de luz, pues ahí indudablemente se encontraría a la Federación de la cual tanto le gustaba huir, aun así, no se lo negó. La razón por la que Dazai quería esa parte, es porque sabía perfectamente de qué manera podría burlarse del gobierno.

—Ninguno de los dos equipos puede quedarse bastante tiempo, la Federación que se dirija a la planta de luz rápidamente sospechará que hay algo malo sucediendo en el sector Rojo, e irán ahí sin pensarlo. Además de que las otras Federaciones pueden salir a atacar una vez sepan que está el enemigo afuera, traten de demorarse lo menos posible. —lo último que dijo Kunikida fue dirigido a Dazai, no podían arriesgarse de más en sus movimientos.

A fin de cuentas, lo que haría el grupo de Dazai era estropear la entrada con garabatos y mensajes escrito en aerosol de pintura, tampoco requería mucho tiempo.

—¿Quedó todo claro? —casi al instante recibió una respuesta afirmativa por parte de sus compañeros, haciéndole sonreír.

Esperarían a que llegara el día siguiente para poner en marcha su misión.

La mañana en aquel día todo parecía ir normal. La Federación se encontraba patrullando como era normal y la tranquilidad en el sector Rojo era igual a la de otros días. Con el mandatario encerrado en el santuario aburrido y con su el consejero de la nación atendiendo unas cuestiones de la ciudad, acompañado de la jefa de comercio interior.

Justo al mediodía, fue la hora que indicaba el inicio del plan que tenía el grupo rebelde. Tal como se había dicho, se dividieron en dos grupos; Kunikida, Ranpo, Kenji y Naomi se habían dirigido a la planta de luz, mientras que el resto se acercaron de manera sigilosa al sector Rojo. Antes de entrar en el perímetro que abarcaba las cámaras, al estar en una zona con diversos árboles y arbusto, estos le ayudaron perfectamente a esconderse para esperar la señal del otro grupo.

Mientras que el equipo de Kunikida se dirigió por el sector A. Para su mala suerte, había dos miembros de la Federación patrullando la zona, aun así, trataron de evadirlos, esquivando de igual manera las cámaras de seguridad. Doppo agitó su mano, dando la señal de que se separaran y se acercaran a la planta de luz por diferentes lugares, teniendo el cuidado de no ser descubiertos.

Pero al ser parte ya del sector Rojo, la seguridad seguía siendo del mismo nivel que protegía al templo, siendo casi imposible pasar desapercibidos por éstos.

—Señor, hay movimiento sospechoso en la planta de luz en el sector A. —comunicó una chica que era una de las encargadas de vigilar las cámaras de aquel lugar. Informando a Shibusawa desde el cuerpo que estaba dedicado a esa función.

Shibusawa que se encontraba relajado atendiendo sus asuntos, frunció el entrecejo al escuchar aquello, creándolo un amargo sabor de boca.

—Informen a la Federación que se dirija de inmediato a aquel lugar y aseguren la entrada de-

Tatsuhiko no terminó de hablar ya que se escuchó una explosión a lo lejos, proveniente de la planta de luz. En tan solo microsegundos la energía del sector Rojo había sido apagada, viéndose imposible de terminar su mensaje.

Rechinó los dientes con furia al saber de quien se trataba aquel apagón. Si habían informado que habían visto a alguien en la planta de luz que proporcionaba energía al sector Rojo eran sin duda de un ataque del grupo rebelde, porque eran los únicos idiotas que podrían atreverse a hacer semejante estupidez.

Aun así, trató de no perder la calma, eso era asunto de la Federación, al menos la parte más importante de su mensaje había sido entendida y comunicada a éstos. De recibir un ataque directamente en el sector Rojo se percataría y fácilmente podría mandar a la antigua Federación a que protegiese el templo.

Shibusawa esperaba que, de ser atacado el sector Rojo sería algo de la misma magnitud que aquella explosión, por lo que se daría cuenta de ello y no había alguna preocupación, pues que el grupo rebelde ingresara al templo, era como entrar a la boca del lobo. Les ahorraría muchos problemas, prácticamente sería como si se entregaran.

Pero no estaba en sus posibilidades que lo que el grupo rebelde tenía planeado era una simple burla.

La explosión había siendo estruendosa, como para escucharse en el sector Rojo, había sido igual lo suficiente llamativa para que los oficiales que se hallaban en el sector A se percataran. No necesitaron de una indicación para dirigirse con velocidad a donde se había ocasionado el problema, llamando a sus demás compañeros.

—La primera parte del plan está lista, es su turno.

Recibieron la indicación que necesitaban para que Dazai y los demás hicieran lo que les correspondía, saliendo de su escondite para comenzar.

Entre los encargados de burlarse de aquellos que se encontraban dentro del templo, empezaron a pintar las paredes que rodeaban el templo. Otros comenzaron a hacerlo en la explanada que se hallaba frente a la entrada, aprovechando los pocos minutos que pudiese tardar la Federación en llegar a la entrada del templo.

Cada rayón, garabato o mensaje que escribían lo hacían con pintura azul, congraciando el color que llevaba por nombre aquel sector.

Dazai se encargaba de la parte más importante: dejar el mensaje más relevante, y aquello que sería una completa burla para el gobierno. En la explanada, justo al frente de la entrada comenzó a escribir el mensaje que Kunikida le dio y quería que todos en la nación lo supieran:

"Nunca lograrán callarnos, gritaremos y haremos todo el ruido para conseguir nuestra libertad. La valentía será siempre más grande que el temor."

Era ese el mensaje, escrito tan grande para que cada persona que se encontraba en el interior de aquel templo pudiese verlo. Pero aún faltaba un detalle.

—Les tengo malas noticias, algunos de la Federación se están dirigiendo al sector Rojo, quizá en menos de cinco minutos estén llegando a donde ustedes están, será mejor que se retiren cuanto antes.

Recibieron la advertencia de Ranpo que se encontraba vigilando la entrada al sector Rojo, veía como tres de la Federación se dirigían con gran velocidad a donde ellos estaban, consiguiendo una mueca por parte de Dazai.

Pero lo más importante de su misión estaba, solo hacía falta algo, pero el tiempo era más que suficiente para acabarlo.

Se dirigió velozmente al arbusto en donde había estado escondido para sacar una larga bolsa negra, la cual abrió para sacar lo que tenía dentro: se trataba de un saco relleno de arroz el cual tenía forma de un ovalo alargado, vistiendo de un traje blanco. En uno de los extremos traía una peluca larga de color blanco, finalmente, un poco más debajo de la peluca se hallaba dos corazones de papel en solo rosa, simulando ser unos ojos. Se trataba de un muñeco del mismísimo consejero del gobierno, Tatsuhiko Shibusawa.

¿Qué mejor manera de burlarse de éstos, que hacer una representación de una de las personas que más aborrecía el amor estando enamorado? Cuando Kunikida le había mencionado que quería humillar al gobierno, la idea le había llegado al instante. Fastidiar aquel que tanto dolor le había provocado a Atsushi era una idea que le fascinaba.

Tomó aquel muñeco y lo dejó justo en la entrada, un poco por debajo del mensaje que había escrito.

—¡Ah, ahí están! —escuchó una voz femenina ajena a la única compañera que tenía. Haciéndole girar en dirección de donde provenía, viendo a dos señoritas pertenecientes a la Federación llegar.

—¡Vayámonos! —anunció a sus compañeros. Se había entusiasmado más de lo debido, aunque a decir verdad la Federación había llegado más pronto a lo esperado.

Tenían una gran ventaja, pues solo se trataban de dos personas. Además, cuando llegaron y vieron todo el desastre que habían hecho, junto con el muñeco que se hallaba en la entrada, se paralizaron, perdiendo valiosos segundos que le dieron la delantera a él y sus compañeros. Aun así, para asegurar su escape, tiraron esferas de gas. Solo una de las mujeres pudo reaccionar a tiempo, pues la otra seguía perturbada por lo que había visto, llegando a inhalar una considerable cantidad del gas, facilitando la huida.

Nuevamente la Federación había fracaso al capturar al grupo rebelde, pues aquellos que fueron a la planta de luz, cuando llegaron no vieron a nadie. Por más que buscaron alrededor no encontraron ninguna pista.

Tras unos minutos, ya le habían informado a Shibusawa que algo malo había sucedido a las afueras del templo. Dirigiéndose a pasos pesado hacia el lugar, sintiéndose un completo idiota por confiarse a la idea de que ingresarían al interior del templo.

Al llegar a la entrada del templo, se encontró que había varias personas, entre ellas integrantes de la Federación de las tres generaciones y personal administrativo de distintas áreas que laboraban ahí mismo. Al ver que todos tenían rostros serios e incómodos, decidió salir a ver lo que sucedía.

Encontrándose con la repugnante imagen de aquel muñeco que lo representaba.

—En verdad que esta vez si se lucieron. —escuchó la irritante voz de Fyodor, admirando todo el desastre que había realizado el grupo rebelde, pero en especial de aquel muñeco. Si Shibusawa pensaba en deshacerse del muñeco, prefería quedárselo él, le causaba tanta gracia.

—No dejen que el mandatario salga ni a los jardines, no hasta que todo esto este completamente limpio. —Tatsuhiko se giró hacia el de cabello negros, quien estaba dispuesto a adueñarse del muñeco. —Tú ayudarás a la limpieza. —sentenció.

Parece que realmente el grupo rebelde no se rendiría. Por más estricta que hiciese la seguridad o por más que amenazara, seguía dándole problemas.

Y eso le causaba una furia infernal. 

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