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Capítulo • 19 •


Se dejó caer sobre el césped de aquel parque mientras miraba con el entrecejo arrugado aquel libro, teniendo sus mejillas levemente ruborizadas y su corazón agitado de una forma terrible.

A su mente recordó el suceso de hace dos días: aquella tarde en donde Dazai le besó de esa forma tan... extraña. De solo pensar en ello, el rubor en sus mejillas empeoró y aventó lejos de él aquel libro que había estado leyendo.

Alzó sus manos y cubrió con vergüenza su rostro, escuchando el eco del rápido latir de su corazón. También recordó la forma en que éste había latido en ese momento, de una forma tan extraña que lo asustaba, pero no significaba que fuera una manera mala, todo lo contrario, le hacía sentir feliz y cálido. Podía asimilar la sensación a una noche de invierno, donde con la ayuda de una cálida manta se resguardaba del frío, una sensación cómoda que le hizo sentirse protegido. De esa forma se sintió cuando Dazai lo abrazó mientras lo besaba.

Soltó un chillido mientras rodaba en el suelo ante aquel último detalle: los besos. No sabía porque esos últimos besos que le dio le tenían en ese estado. Si bien era cierto que siempre le hacía sentir nervioso, esa vez fue totalmente diferente. No solo se sintió nervioso, también sintió un calor tan agradable que le creó burbujeos en su pecho y estómago, una sensación cosquilleante que aún picoteaba sus labios.

Detuvo sus movimientos para quedarse boca arriba, llevando su mano izquierda a su boca donde con las yemas de sus dedos rozó sus labios. En su mente aún estaba el vivido recuerdo de los labios ajenos sobre los suyos, tocándolos de una forma tan cuidadosa que le hacía estremecerse, nunca antes había recibido un tacto tan gentil y cálido. Lo más extraño de todo es que no era la primera vez que sentía los labios de Osamu, pero si ese sentimiento peculiar que éste le transmitió.

Sin que pudiera reprimirlo, sus propios labios se curvearon en una sonrisa, reviviendo aquel momento en donde sus labios se juntaron. La sensación tan cálida de aquel recuerdo acogía a su corazón, calmando un poco a los fuertes latidos que estaba soltando, volviéndose un ritmo tranquilo, porque eso era lo que le transmitía Dazai: tranquilidad.

—¡Aaaah! —sacudió con fuerza su cabeza, alzando sus manos para golpear con fuerza sus mejillas. Tratando de despabilarse de aquellos pensamientos, volviéndose a alterar.

No estaba bien eso, los besos eran una acción mala, no podía ser que una acción de esa índole pudiera crearle ese sentimiento satisfactorio... Sí, eso fue lo que le enseñaron, pero ya había confirmado que muchas de dichas enseñanzas que le dio Shibusawa estaban incorrectas, ¿entonces podía ser lo mismo con los besos? Porque... no era posible que algo "malo" pudiera alterar de aquella forma tan suave a su corazón, ni crearle aquella cálida sensación en su interior. En pocas palabras, era ilógico que le creara tanta felicidad.

A su mente recordó las palabras de Dazai, sobre que él mismo creara su definición de lo correcto, y no, realmente los besos no producían ningún daño. Apostaría que incluso era lo contrario, pero, aunque estuviera dispuesto a considerarlo como algo bueno, sus principios le seguían atormentando, gritándole que estaba mal lo que estaba haciendo.

Por años se le dijo que los besos estaban mal, y en cuanto su generación estuvo al mando de la Federación se dedicó a castigar a aquellos que realizaban tales actos. Después de todo eso... ¿realmente tenía el derecho de reconsiderarlo y pensar que eran buenos? Pensar en eso solo le hizo sentir triste, pues era posible que, durante ese tiempo, estuvo dañando gente que se sentía como él.

Se alzó un poco para tomar asiento, dirigiendo su mirada al libro que había botado, ese era el tercer y último libro que había en la caja. Lo había terminado de leer y las tres historias compartían las mismas opiniones de que, lo que hoy era incorrecto, en esos libros era normal.

Entre ellos los besos.

A ello recordó varios de los sentimientos y sensaciones que sentían los protagonistas de cada novela. La forma en como era descrito el amor en esas historias parecía compartir descripciones como un sentimiento hermoso, lleno de calidez que provocaba una felicidad genuina, con sensaciones tan gentiles como dulces.

Su cuerpo tembló y sus ojos se encontraban completamente abiertos, ¿por qué aquella descripción encajaba perfectamente a como se sintió cuando Dazai lo besó? Aunque la definición se quedaba corta a comparación de lo que sintió, pues aquellas emociones que lo invadieron eran mucho más fuertes y agradables. Pero, aun así, cosas como el cosquilleo en el estómago, la agitación de su corazón y el nerviosismo eran comportamientos que describía en la novela como los síntomas del amor.

Comenzó a negar con la cabeza, tratando de mantener la calma, no era posible que lo que estaba sintiendo era lo que los libros decían, era simplemente una equivocación. Después de todo, había libros que fueron creados para engañar a las personas, entre ellos en donde hablaban maravillas del amor.

Podía reconsiderar que los besos quizá no eran malos, pero el amor en definitiva, el amor si era algo malo.

La sociedad llevaba años repitiendo la definición del amor. Era un sentimiento detestable, dañino y peligroso, lo único que provocaba el amor eran tragedias, como una enfermedad que enloquecía a las personas.

A pesar de que Dazai le había repetido que el amor no era lo que él creía, difícilmente podía creer en sus palabras, porque no encontraba sentido para castigar a un sentimiento que no fuera peligroso. Además de que, de ser lo que el libro decía, Chuuya nunca permitiría que tal cosa sucediese, por ello debía de ser como ya eran las cosas, el amor era algo enfermizo para la gente.

El libro debería estar equivocado y el sentimiento que sentía se trataba de otro, quizá de una amistad más profunda. Sí, quiso creer que se trataba de eso.

Porque el amor no podía traer nada bueno, era imposible que ese sentimiento produjera felicidad.

—La sociedad se está comportando como queremos.

Aquel día se estaba llevando a cabo una reunión en la base del grupo rebelde. Luego de tres semanas del ataque que realizaron al edificio perteneciente a aquella televisora, creyeron que faltaría un poco más de tiempo para que las personas comenzaran a verse impulsadas por sus palabras, pero pareciera que las cosas se adelantaron a lo planeado.

—Poco a poco ha habido movimientos de los civiles, elaborando por su propia cuenta huelgas para manifestarse contra el gobierno, son grupos pequeños, pero según avanza el tiempo más personas se van uniendo. —siguió con la explicación Kunikida. Miró a cada uno de sus compañeros con una sonrisa, pues luego de años de planificaciones y meses de arduo trabajo, estaban teniendo buenos resultados.

—Es extraño que a estas alturas la Federación no haya actuado para reprimir las acciones de las personas... —comentó con cierta extrañeza Tanizaki. Anteriormente, un comportamiento de esta índole era castigado sin pensarlo dos veces.

—La Federación piensa que están siendo manipulados por nosotros, entonces solo están aliviando las cosas, evitando arrestarlos. —esta vez la explicación había sido de Sakunosuke, obteniendo una mirada de sorpresa por el chico que manifestó su duda.

—Y porque el Líder no quiere que las cosas se salgan de control. —agregó Dazai.

—Pero las personas seguirán a pesar de las medidas de la Federación, no les importará que estén siendo "suaves" con ellos, después de todo nuestro objetivo es que todas las personas se unan. —fue Kenji quien habló esta vez. No entendía porque la Federación parecía confiar en que sus acciones podrían calmarlos, a fin de cuentas, estaban desafiando a la ley, nunca antes habían parecido tener compasión con las personas, hasta ahora.

—Para conseguir nuestro objetivo, necesitamos que las cosas se salgan de control, solo de esa manera podremos meter presión al mandatario. —siguió hablando esta vez Akiko. Si bien era bueno que las personas comenzaran a abrir los ojos para reunirse de valor a revelarse, seguían siendo pocos.

—Pero dejar que eso suceda sería permitir que la población adopte un comportamiento agresivo... —habló un tanto alarmado el castaño.

—Aunque no me guste la idea de que las personas salgan lastimadas, indudablemente para conseguir nuestra libertad habrá que hacer sacrificios y estoy seguro que cada uno de los ciudadanos sabe las consecuencias... tal como nosotros, están dispuestos a arriesgarse con tal de derrocar al gobierno. —se expresó de forma seria Doppo, mientras colocaba sus codos sobre la mesa y sostenía su cabeza, teniendo una expresión pensativa durante unos segundos. Segundos en donde todo se mantuvo en silencio. —Tal como lo dijo Yosano, para conseguir nuestro objetivo, necesitamos que las personas se comporten de forma agresiva. El gobierno no entiende con palabras ni de formas pacíficas, habrá que comunicarnos en su idioma: por medio de la violencia.

Dazai torció con disgusto sus labios, en verdad que esa idea no le gustaba en absoluto. No porque sintiera alguna clase de empatía por las personas y temía que estas salieran lastimadas, realmente eso era lo de menos. Lo que le tenía inquieto era que, ese comportamiento agresivo iba dirigido al gobierno, lugar al que pertenecía Atsushi al dirigir la Federación.

—¿Por qué aquella preocupación, Dazai? —escuchó la pregunta de Ranpo, dicha con una sonrisa, no le gustaba a donde quería ir con ello. —¿Te preocupa que las personas lleguen a lastimar a tu querido Líder de la Federación? —y ahí estaba la broma.

Ante las palabras del mayor, Yosano soltó leves risitas, parece que igual le había hecho gracia, pero al castaño solo le hicieron sonreír con irritación.

—¡Es verdad! Debe ser difícil para ti que tu lindo novio esté en el bando enemigo. —le siguió con las bromas Akiko, consiguiendo un tic en el párpado de Dazai. Iba a negar lo que dijo, pero, realmente le gustaba como sonaba la idea de que Atsushi fuese su pareja.

—Suficiente con ustedes dos. —intervino Kunikida cuando las risas de ambos empezaron a resonar, quienes obedecieron y callaron, sin borrar la burlesca sonrisa, teniendo una pelea de miradas con el castaño. —La Federación no es débil, no se dejará intimidar por simples civiles, menos el Líder de ésta. Aun sí hemos comprobado que las intenciones de Atsushi es no lastimar a las personas, tampoco se dejará herir por los civiles, así que no debes preocuparte. —trató de calmar al castaño.

Kunikida tenía entendido que Dazai simplemente mantenía una amistad con el albino, por ello entendía que llegase a preocuparle un amigo, aun sí no sabía que la situación era un poco más delicada.

Dazai soltó una risa por las palabras de Kunikida. No quiso alargar más aquel asunto, sobretodo para impedir más comentarios burlones de sus compañeros. Agradecía que el rubio quisiera alentarlo, pero es que, ellos no conocían como él conocía a Atsushi, el menor podía llegar a soportar golpes e insultos con tal de no hacer daño. No sabía a que punto podrían llegar los civiles cuando las cosas se saliesen de control, quería creer en lo que Doppo decía, Atsushi no permitiría que le hicieran daño, que fuera Líder de la Federación debía darle cierta seguridad, pero era también bastante ingenuo, algo malo podría pasar.

No pudo reprimir una sonrisa por todas aquellas preocupaciones que se plantaban en su cabeza. Aunque anteriormente siempre se preocupaba por el albino, era un sentimiento que trataba de mantener guardado, sin querer verse tan obvio, pero últimamente sus sentimientos hacia él habían crecido, hasta que aquel día finalmente estallaron.

Soltó un suspiro por el simple recuerdo de la sensación de sus labios besando los de Nakajima. La calidez que había dejado en los suyos había sido tan grande que aún podía saborear el dulzor de los labios del menor, sintiendo cosquilleos en su estómago.

Si bien al principio le costó asimilar la idea de que se encontraba enamorado de Atsushi, fue muy rápido para que se acostumbrara a aquella sensación tan agradable que hacía derretir a su pecho. Había sido relativamente sencillo romper con la idea que tenía del amor. A diferencia de lo que pensaba la sociedad, no lo consideraba como un sentimiento malo, pero si uno que podría estorbarle, por ello tenía sus razones personales por lo cual quería evitarlo.

Y sin darse cuenta, se enamoró de Atsushi.

Trataba de encontrar el momento en que bajó la guardia para permitir que ese sentimiento destrozara con sus planes. Quizá sus juegos para enamorar a Atsushi le salieron contraproducentes y terminaron por afectarle, negó para sí mismo, quizá ya desde antes su corazón había sido encantado por el menor, ya que era la primera vez que molestaba de esa manera a alguien. Imaginarse hacer lo mismo con otros de sus amigos como Oda o Kunikida le provocaban nauseas.

Por ello debió iniciar su atracción por el albino antes de eso. Aunque, a decir verdad, desde un inicio le gustaba físicamente, ¡es que era tan adorable y ridículamente lindo! Quizá lo que le siguió cautivando fue por la manera en que era; con sentimientos tan nobles y una pureza que nunca había visto en ninguna persona. Seguido por la manera en que ambos se sentían juntos, desde la vez en que Atsushi tuvo la suficiente confianza para hablar con él como buenos amigos, la agradable presencia de este poco a poco lo fue maravillando, hasta finalmente enamorarlo.

En verdad no le desagradaba lo que sentía, mucho menos tener esa clase de sentimientos por una persona como Atsushi, aun sí sentía que no se lo merecía, ya que, a diferencia del menor, él no podía considerarse como alguien con buenas intenciones o sentimientos puros. La vida lo había demacrado lo suficiente para autodenominarse desagradable. Pero a pesar de todo eso, no podía evitar sentirse así de feliz por amar al menor.

Lo mejor de todo, es que sabía que había una aceptación por parte de éste.

No pudo evitar perderse en sus fantasías aun sí seguía en plena reunión, en verdad poco le importaba lo que dijeran. Si se dijo algo importante, Oda o Kunikida se lo repetirían porque lo conocían. Pero ahora estaba más centrado en sus deseos de ver al albino, cuando estos se hicieron más grandes, terminó sacando su celular para dirigirse a la mensajería.

<¡Hola, Atsushi!>

<¿Estás muy ocupado? Me gustaría verte.>

Solo con aquella simple acción provocó que su corazón se agitara, en una peculiar emoción, la que siempre lo invadía cuando del albino se trataba. Pero que hoy, de alguna forma parecía ser más intensa.

Dejó el aparato sobre sus piernas mientras miraba a Kunikida hablar, aunque no escuchaba lo que decía, pues su mente solo rondaba el nombre de Atsushi, esperando con una impaciencia a que su mensaje fuera respondido. A los pocos minutos sintió como su celular vibraba, alzándolo rápidamente para ver de lo que se trataba.

<No en realidad, estoy en el mismo lugar de la otra vez.>

<En el sector H.>

Fue imposible reprimir la gran sonrisa que se dibujó al recibir aquella respuesta. Rápidamente comenzó a escribir su respuesta, sintiendo como sus propios dedos temblaban del entusiasmo.

<Iré en unos minutos.>

<Te veo ahí.>

Fue lo último que escribió para guardar su celular, sin borrar aquella sonrisa que comenzaba a acalambrar sus mejillas. Esa expresión se suavizó al escuchar risitas ahogadas a su lado, giró en dirección de aquellos sonidos, viendo como Yosano y Ranpo se secreteaban cosas mientras lo miraban. No necesitaba indagar mucho para hacerse una idea de cuál podría ser su tema de conversación, ante ello terminó sacando su lengua en su dirección, incrementando aquellas risitas.

Con aquel cálido sentimiento se recargó en la silla, prestando por fin atención a lo que el rubio estaba diciendo, esperando a que la reunión terminara pronto, sintiéndose entusiasmado por encontrarse con el menor.

Luego de unos quince minutos terminó aquella reunión. No esperó más y se dirigió rápidamente al lugar en donde Atsushi se encontraba, tomando el autobús para que su viaje fuera más corto, llegando en media hora después.

Por cada paso que daba en dirección de aquel edificio su corazón se agitaba más, al compás de su respiración. No recordaba que se sintiera tan emocionado por ver a alguien, realmente las cosas eran totalmente diferentes cuando dejaba florecer el amor en su persona.

Y para cuando llegó, sentía que explotaría. No se hizo esperar más e ingresó a aquel lugar, buscando a Atsushi, encontrándolo rápidamente al estar a unos metros de la entrada, de pie mientras miraba la pantalla de su celular. Al percatarse de su presencia, alzó su cabeza y sus miradas se encontraron, haciéndole sonreír.

Acortó la distancia para quedar frente a éste, antes de que alguno de los dos dijera algo, los brazos de Dazai se alzaron y fueron dirigidos a los hombros de Atsushi, jalándolo para darle un abrazo, poniendo nervioso al menor.

—Me da gusto verte de nuevo. —confesó mientras dejaba un beso en la cabeza de Atsushi, sonriendo ampliamente cuando lo sintió removerse entre sus brazos.

A pesar de que Atsushi se encontraba nervioso, la calidez de Dazai junto con esas palabras dichas con un tono suave, fueron suficiente para que su corazón brincase en alegría, escondiéndose en el pecho del mayor mientras alzaba sus brazos y con timidez aceptaba el abrazo.

—A-a mí también... —escuchó la baja voz de Nakajima pronunciar eso, provocando que lo apretara con más fuerza. Solo le hacía confirmar que, en efecto, Atsushi era demasiado adorable.

No se pudo aguantar, necesitaba besarlo, quería hacerlo. Por ello apartó sus brazos de sus hombros para tomar su rostro, lo miró por unos segundos mientras le sonreía. Atsushi simplemente tembló por la forma en que le miraba, no necesitaba de palabras para saber qué quería. Y Dazai no necesitó palabras para tener su autorización, pues solo fue necesario ver como el menor cerraba sus ojos para que inclinara su cuerpo y así unir sus labios en un amoroso beso.

El menor sentía como sus mejillas se calentaban por recibir aquel beso, alterando nuevamente a su corazón. Una sensación que le era tan desconocida, era sin duda felicidad, pero era una tan extraordinariamente nueva, que dudaba que fuese la misma que lo invadía cuando, por ejemplo, comió aquella crepa.

Fueron solo unos segundos en los que duró aquel beso, pero fueron lo suficientes para llenar de alegría al mayor, quien, una vez dejó de besarlo, terminó soltando un suspiro para después hundir su nariz en el sedoso cabello de Atsushi, acariciando con su nariz de forma cuidadosa su cabeza.

—A-andas un poco extraño hoy... —balbuceó con nerviosismo, pero a pesar de eso no se alejó.

—¿Eso crees? Me gusta acariciar tu cabeza, pero también me gusta olfatear tu olor, es muy agradable. —los labios de Atsushi temblaron por sus palabras. En verdad que sentía que en algún momento su corazón saldría disparado de su pecho por lo rápido que latía.

Dejó un último beso en su cabeza para separarse y darle un respiro al menor, quien lo agradeció internamente. Cuando la situación rosada se calmó un poco, ambos se recargaron en una pared, compartiendo aquel silencio tan agradable que siempre se formaba entre ellos dos.

—¿Cómo te ha ido en tu trabajo? Me sorprende que no estés patrullando. —preguntó con curiosidad Dazai.

Hace bastante tiempo notó que Atsushi no parecía estar en tantos sectores haciendo sus patrullas que tanto lo agotaban anteriormente. Creía que en la actualidad estas serían más debido a los movimientos de los ciudadanos.

—Es lo que debería de estar haciendo, pero la verdad no quiero seguir con eso... por eso vengo a este lugar de vez en cuando, aquí nunca sucede nada, entonces mis compañeros no revisan aquí porque sería una pérdida de tiempo. —explicó, al saber que las acciones de la Federación no eran las correctas. Prefería simplemente ahorrarse de problemas estando ahí, cuando fuera obligatorio hacer algo, es cuando se presentaba. —Aunque últimamente las cosas no parecen ir muy bien en la sociedad...

Dazai notó como Atsushi se encogió en sus hombros, rápidamente dirigió su mano y tomó una de las de Atsushi, acariciando sus dedos contra los de éste, una acción que alivió un poco la preocupación que sentía.

—Cada vez hay más gente causando problemas, por ahora hemos podido evitar que pasen a mayores, pero se está volviendo un poco complicado retenerlos... —explicó lo que le inquietaba, inclinando de forma inconsciente su cabeza para reposarla sobre el hombro de Dazai, quien casi al instante dejó la suya sobre la de Atsushi, sin detener los mimos que hacían sus dedos.

Las pequeñas huelgas que empezaron con leves protestas y poca gente, iban aumentando, tanto en gravedad como en el número de personas. Ya no solo eran ocurrentes en distintos sectores, ahora llegaban a suceder a la vez. Afortunadamente había logrado calmar a todos tratando de forma pacífica que todo se solucionase, pero era cuestión de tiempo para que todo terminara estallando, Shibusawa comenzaba a perder la calma lo cual no era un buen augurio.

—Entiendo que te preocupes por lo que les pueda suceder a aquellas personas, pero es tu trabajo arrestar a gente así, por lo que quizá deberías empezar a hacer tu trabajo. —sugirió Dazai, recibiendo una mueca por parte del menor.

—Pero... ellos no tienen la culpa de todo esto.

—Todos aquí estamos conscientes de las consecuencias de nuestros actos. Nadie actúa sin tener eso en cuenta, tanto ellos como nosotros estamos dispuestos a arriesgarnos para lograr lo que queremos. Claramente sus crímenes son menos graves que los nuestros, entonces no creo que pueda pasarles algo terrible, para cuando todo esto acabe, ellos pueden ser libres. —repitió un poco de las palabras que Kunikida había dicho, esperando que con ello pudiera hacer sentir mejor al albino, cosa que había funcionado. —Además de que...

Se alejó con cuidado del menor, dejando aquel suspenso mientras éste se giraba hacia él, extrañado por haberle dejado así. Dazai simplemente se colocó de una mejor forma para poder abrazar nuevamente a Atsushi, esta vez sus brazos rodearon la cintura del otro mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente para ocultar su rostro en la unión de su cuello y hombro, soltando las suaves respiraciones contra su piel.

Nakajima no se quejó al respecto, dejó que lo abrazara, ya que comenzaba a gustarle aquella acción. Sentirse rodeado por el mayor le hacía entrar en una tranquilidad que apaciguaba con todos sus temores, dejando que ese cálido sentimiento acariciase a su pecho.

—Tú me preocupas mucho. —ante esas palabras, el menor se estremeció. Su corazón que se encontraba tranquilo, volvía a alterarse por aquella confesión. —Temo que te pueda suceder algo malo por culpa de esa gente, sé que no quieres lastimar a las personas, pero no por ello debes dejar que te hagan daño.

Comunicó su preocupación mientras aplicaba un poco más de fuerza en su abrazo, queriendo estar lo más junto de aquel delgado cuerpo, transmitiendo el temor que lo atormentaba desde que se percató del peligro que corría Atsushi.

Este sintió un nudo en su garganta ante lo que se le dijo, sintiendo como su respiración se entrecortaba. Nunca había escuchado a alguien tan preocupado por él, sabía que el sentimiento de Dazai era genuino, estremeciendo a su corazón. No quería que se sintiera de esa manera, por ello alzó con cuidado sus brazos, pasándolos por la espalda del mayor y respondió a aquel abrazo, apretando con sus manos la tela de su camisa.

—Estaré bien, pienso que yo soy lo de menos, las personas me-

—No, no lo eres. —fue interrumpido por la voz de Dazai, escuchándose firme y seria, donde Atsushi calló al instante. —Para mí no lo eres, eres muy importante para mí, por eso me preocupo mucho porque estés bien. —nuevamente su pecho se sintió oprimido, no de una forma dolorosa, más bien, de manera suave y gentil. Sintió su cuerpo temblar por un sentimiento tan peculiar que le estaba haciendo entrar en pánico. —¿Me prometes que serás cuidadoso y estarás bien?

Su corazón saltó por aquella pregunta, ¿en verdad tanto le preocupaba? Fue inevitable que soltara un gimoteo, sintiendo como sus labios se curvearon en una sonrisa, producto de aquella felicidad tan extraña que lo estaba invadiendo.

Tardó un poco en dar una respuesta, trataba de organizar sus palabras, aun sí solo eran un par. En lo que reunía valor para dejar salir su voz, sus manos subieron con cuidado, rozando su espalda con cariño, hasta llegar a su cuello, donde imitó algunos gestos que Dazai solía hacer con él, comenzando a pasar sus dedos entre los castaños cabellos del mayor.

—Si te preocupo tanto... Prometo cuidarme... Estaré bien para ti... —dejó salir con voz temblorosa su respuesta, haciendo aquella promesa para que Dazai se sintiera más tranquilo, donde terminó hundiendo su rostro en la cabeza del mayor, sin poder aguantar aquella vergüenza que comenzaba a invadirlo.

No se dijo nada más, se quedaron en aquel silencio donde solo se escuchaban sus respiraciones, con ambos abrazados compartiendo ese sentimiento tan cálido que los rodeaba. Con pequeñas sonrisas y mimos por parte de ambos.

Dejando que la felicidad que les producía estar juntos creciera más. 

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