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Capítulo • 17 •


Varios días habían pasado desde aquella última acción del grupo rebelde y para la mala suerte de la Federación, una vez más había tenido fracaso al intentar atrapar algún integrante del grupo. Shibusawa no estaba precisamente contento con el resultado de su desempeño, menos cuando habían hecho algo tan grave como transmitir su mensaje por medio de la televisión.

A pesar de que interrogaron a los civiles que trabajaban en aquel edificio, ninguno pudo darle información que les fuera de ayuda, dándose rápidamente por vencido de poder atrapar alguno en esa ocasión. Aun así, su investigación no desistió, ahora más que nunca la Federación se encontraba presionada por su superior, no podían permitirse bajar la guardia.

Pero ese no era el único problema, desde ese día, las personas en la nación tenían un comportamiento distinto al que normalmente tenían. Las miradas desaprobatorias de las personas habían aumentado en gran número, siempre que alguno de ellos trataba de hablar con algún civil para reunir información, el trato que recibían era mucho más indiferente al que estaban acostumbrados, con palabras dichas en un tono de seriedad, e incluso molestia, siendo lo más córtate posible, tratando de evitarlos.

Ninguno de la Federación entendía porque este comportamiento. Si bien estaban acostumbrados al desprecio por las personas, esos días el sentimiento se había intensificado, sintiéndose en el aire un odio hacia ellos que llegaba a incomodarlos.

Aun así, no creyeron que esa actitud representara un peligro.

Hasta ese día.

Como cualquier otro día, se encontraba realizando guardias en el sector A, acompañado de Akutagawa que miraba las cámaras para asegurarse de que no sucediese algo en los sectores vecinos. Aparentemente todo se encontraba en normalidad y creyeron que se trataría de un día normal de trabajo, donde aquel grupo de rebeldes solo estarían escondidos entre las sombras.

Pero al escuchar un alboroto en la plaza principal, supieron que algo andaba mal.

Ambos se dirigieron a la plaza. Si había algún tipo de desorden, esperaban encontrarse a algún miembro del grupo rebelde que estuviese haciendo de las suyas, algo que sería extraño, pues no notaron algo sospechoso en las cámaras de seguridad y atacar directamente el sector en donde el líder de la Federación estaba era arriesgado.

Al llegar, notaron que no se trataba del grupo rebelde.

Un pequeño grupo de civiles se encontraba en la plaza, en una especie de huelga improvisada, causando asombro en ambos, quienes se miraron extrañados por la situación, nunca antes gente común y corriente había hecho algo similar.

Atsushi trató de mantener la calma, esperando que su compañero hiciera lo mismo. Así, con cuidado se acercaron a aquel grupo de personas, las cuales, al darse cuenta de su presencia, les dedicaron aquellas miradas de desprecio.

—¿Qué es lo que sucede aquí? —preguntó con seriedad Atsushi. Tratando de no intimidarse por aquel desprecio que se reflejaba en el rostro de las personas.

—Estamos exigiendo ver al mandatario. —respondió un hombre.

—¿Para qué? —inmediatamente recibieron un gruñido por parte de Akutagawa. Algo que no mejoraba en absoluto el ambiente, pues consiguió un ceño fruncido de parte de aquella persona, un rostro que delataba la molestia que sentían.

—Para obtener justicia, no seguiremos dejando que sus malas acciones atormenten a nuestra nación. —el humor en el azabache empeoró tras aquel comentario, como si Chuuya tuviese la culpa de la situación en la que se encontraba aquel país.

Ryunosuke dio un paso adelante, a punto de ponerlos en su lugar, pero fue detenido por Atsushi, quien colocó su mano frente a él, impidiéndole el paso. Rápidamente recibió una mirada extraña de parte del mayor, cuestionando en su mirada la razón por la que le había detenido, pero el rostro calmado de su líder le hizo relajarse un poco.

—Por seguridad del mandatario no atenderá a nadie, el grupo rebelde puede aparecer y crear un revuelo. Le pido por favor que se retiren. —trató de calmar a ambas partes, tanto a los civiles como a su compañero. De nada servía perder la calma por esas acciones, ya que los civiles estaban en todo su derecho de reclamar cambios en el lugar.

—Es solo un cobarde que se resguarda en el sector Rojo y no da la cara ante su nación que se está pudriendo. —escupió las palabras llenas de molestia, siendo ese el límite de Akutagawa quien terminó empujando el brazo del albino para acercarse a aquel hombre a quien lo agarró del cuello de su camisa.

—¡Akutagawa! —le llamó la atención, pero difícilmente pudo calmar con la molestia de su compañero. Tuvo que jalarlo del hombro para que soltara a aquella persona, quien, a pesar de que en su rostro se notaba el temor, mantuvo su mirada firme. —Llama a Tachihara y Gin, necesitaremos más personas aquí. —le dio aquella indicación al otro para mantenerlo distraído. Éste solo bufó y obedeció.

Atsushi soltó un suspiro de alivio al ver como soltaba a aquella persona y retrocedía un par de pasos para acatar la orden que le había dado, éste regresó su mirada a aquellos civiles que parecían decididos en sus acciones.

—Por favor, márchense de aquí, no queremos lastimarlos ni hacer más grave el problema... Si tanta es su preocupación trataremos de solucionarlo. Si siguen así nos veremos en la obligación de tener que arrestarlos. —trató de convencerlos de una forma pacífica. Si bien la expresión en sus rostros se suavizó por la manera en que Atsushi habló, no parecían estar convencidos. Pero la última amenaza dicha con aquella amabilidad terminó por convencerlos, comenzando a marcharse, provocando un gran suspiro de alivio en el albino. Realmente no quería que las cosas se pusieran más graves.

Atsushi se giró hacia su compañero que parecía seguir molesto, al menos se encontraba haciendo lo que le había dicho. Era bastante extraño que las personas comenzaran a realizar ese tipo de actos, durante todos esos años habían estado tranquilos, no fue hasta que el grupo rebelde comenzó a actuar.

Realmente estaban consiguiendo lo que querían.

Cuando vio al mayor terminar con la llamada, decidió en acercarse, prestando atención a aquella mirada molesta que tenía. Aunque era cierto que Akutagawa siempre parecía estar enfadado, ahora parecía estarlo mucho más.

—Gin y Tachihara ya vienen en camino. —informó el azabache una vez se percató de la atención del albino sobre él, sin borrar aquella expresión de su rostro.

—Bien, lo ideal será patrullar este sector, es raro que los civiles tengan este tipo de comportamiento, se retiraron fácilmente, quizá está en sus planes volver si bajamos la guardia. —explicó cuál sería la estrategia que tomarían una vez sus compañeros llegasen al sector, no podían dejar que las cosas se salieran de control.

Recibió solo un bufido por parte del otro, en verdad que ese comportamiento era extraño en él. Repasó en su mente los sucesos que habían transcurrido hace unos momentos para encontrar la respuesta a aquella duda, recordando el momento exacto en donde pareció enfurecerse el otro.

Encontró rápidamente la respuesta, sabía que Akutagawa era alguien cercano al mandatario, por tratarse de su guardaespaldas, así que seguramente se alteró por la forma en que se refirieron a éste. Ahora que lo pensaba, el mayor seguramente conocería más a Chuuya, quizá hablando con él podría tratar de averiguar si el líder de la nación era una buena persona, o aquellas que lo fingían ser, como había dicho Dazai.

—¿Te molestó que hablaran así de Nakahara-san? —preguntó de pronto, en un tono suave para no alterar más al otro, pero solo recibió un gruñido.

—¿Debería importarte? —un ligero tic apareció en su párpado izquierdo, había olvidado lo mezquino que era Ryunosuke, más con él, con quien solía discutir bastante. Respiró hondo y trató de no perder la calma.

—Bueno, te alteraste cuando aquellas personas se dirigieron de esa manera a Nakahara-san, es raro que te alteraras tan rápido. —El más alto se sobresaltó, temblando apenas notable por lo obvio que había sido, llegando a morder el interior de su mejilla, era bien sabido lo precipitado que era cuando se trataba de Chuuya no dudaba en atacar. Ese comportamiento podría ser extraño. —Pero creo que es normal, digo... él es alguien especial para ti, ¿no? Eres al único que busca entre todos nosotros.

Akutagawa se sorprendió por aquellas palabras, si era honesto, se esperaba algún tipo de sermón por su comportamiento, era algo de esperarse de parte del líder de la Federación, pero aquello último que fue dicho con amabilidad y aquella sonrisa de Atsushi le hizo entender que estaba lejos de regañarle. Sabía desde un inicio que, Nakajima era diferente a ellos, por ser un poco más blando, pero ahora... sin duda alguna tenía un aspecto completamente diferente al de hace unos meses atrás, era uno más... amigable.

—Sí... él... él realmente se preocupa por la población, me molesta que ellos piensen que no les importa. —aquella amabilidad de Atsushi lo había ablandado un poco, terminó abriéndose un poco con el albino, expresando aquello. Algo que realmente le alegró mucho al menor, lo que lo impulsó a alzar su mano y palmear la espalda contraria, deteniéndose cuando consiguió una mirada molesta del otro.

—Me imagino... tú lo has de conocer mejor que yo, además de que se ve que tiene buenas intenciones. —no mentía, de lo poco que lo conocía, veía que era amable, por eso se negaba a la idea de que quisiera lastimar a las personas y fuera alguien malo.

La expresión en Akutagawa se suavizó un poco más, borrando aquel ceño fruncido. Miró hacía otra parte que no fuera a su superior para que este no lo viese, sintiendo como su pecho se envolvía en una calidez por el simple recuerdo de Nakahara.

—No es malo como esa estúpida gente lo cree, él solo... —tenía sobre él la atenta mirada del albino, quien sentía una gran intriga por lo que le estaba diciendo, quedándose con la duda por aquel corte tan repentino que había hecho, extrañándole demasiado. —Está ocupado. —finalizó.

Las albinas cejas del menor se arrugaron en una expresión de extrañeza, no parecía que fuera realmente aquello lo que completaba su primera frase, pero no entendía porque había desviado así su comentario.

—Nakahara-san no lastimaría a las personas, ¿verdad? —preguntó. No quería sonar nervioso o que dudase de su mandatario, pero fue inevitable que su voz temblara ligeramente por el temor que podía obtener su pregunta.

Akutagawa lo miró por unos segundos, extrañado por la pregunta tan peculiar que se le había hecho, respiró hondo y negó, dándole la razón a su superior. Algo que le hizo sentir un poco mejor, Ryunosuke no le mentiría al respecto, como se había dicho, él y Chuuya eran personas cercanas, por lo que debía conocerlo mejor. Atsushi al ser su jefe, no le mentiría, por el momento podría estar tranquilo, aunque seguía teniendo ciertas sospechas sobre a quién habría que culpar sobre la situación de la nación.

—¿Ustedes son amigos? —nuevamente el azabache pegó un pequeño brinco por aquella pregunta, sintiendo como sus labios temblaban, ¿por qué de repente su jefe se ponía tan preguntón?

Estuvo a punto de negar o ignorarlo, pero recordó las tantas veces que Chuuya le repetía la amistad que había entre ellos dos y lo importante que era él para el mayor. Si éste llegase a enterarse que negó dicha amistad, seguramente se molestaría con él, por lo que terminó realizando una mueca, era la primera vez que hablaba de cosas "normales" con alguien que no fuera el mandatario.

—Su-supongo... —una gran sonrisa se dibujó en el rostro del menor por aquella confirmación.

¡Entonces Akutagawa conocía también lo era la amistad! Esa idea le había hecho muy feliz, Atsushi creía que, aquellas personas que pudieran ofrecer una amistad no podían ser malas. A criterio propio del menor, la amistad era un sentimiento puro, eso junto con la manera en que el otro defendió a su superior, le confirmaba cada vez más que en absoluto Chuuya no era una mala persona.

—¡Eso es genial! Debe ser grandioso tener de amigo al mandatario, ¡yo también tengo un amigo! Y es muy especial para mí... —expresó con alegría, sintiendo su pecho cálido cuando a su mente llegó el recuerdo de Dazai, sintiendo burbujear su interior.

Ante aquel comentario, Ryunosuke volvió a mirar con asombro a Atsushi, notando aquel extraño comportamiento, uno que no era malo. No sabría decir si siempre daba esa agradable sensación su presencia o había sido una que había adquirido poco a poco.

—Te he notado algo diferente a comparación de hace unos meses. —la sonrisa de Nakajima se borró ante aquella observación, ladeó su cabeza en confusión por sus palabras.

Hace unos meses, la seriedad siempre estaba presente en el rostro del menor, acompañada de rastros de tristeza y culpa. Un rostro demacrado por lo que tuvieron que pasar, uno más notable a diferencia de sus compañeros, quizá porque el entrenamiento de Atsushi fue diferente o quizá... porque a pesar de que lo que tuvieron que pasar, la nobleza en su corazón seguía viva, lo que le provocaba un pesar mayor. Pero esa seriedad había quedado atrás, siendo más expresivo, mostrando emociones que se les había negado y que, aun así, este se negaba a reprimir.

Soltó un suspiro, curveando de manera apenas notable sus labios, en un intento de sonrisa. Aquella acción sorprendió a Atsushi, antes de que pudiera decir algo, Akutagawa alzó su mano y golpeó suavemente el hombro de éste, extrañándolo completamente.

—Pero creo que eres más agradable ahora. —confesó mientras comenzaba a caminar en dirección de la plaza mientras sacaba su celular y miraba la pantalla, girándose nuevamente a donde Atsushi estaba. —Ya llegaron al sector A, en unos minutos estarán aquí en la plaza. —informó la llegada de sus compañeros, debían volver a su trabajo, de lo contrario podrían ocasionarse problemas más grandes.

—De acuerdo, debemos asegurarnos que no vuelvan realizar un alboroto. —era por el bien de la sociedad, si Shibusawa se enterase de aquellas acciones, las medidas que podría tomar podrían ser peligrosas.

—Bien. —recibió una respuesta afirmativa de su compañero, quien siguió alejándose. Aunque antes de que estuviera distanciado de albino recordó algo, volviendo a girar hacia su persona. —Una cosa más, Atsushi. —el mencionado prestó atención a su llamado, un poco extrañado por la manera en que se había dirigido a él. —Ten cuidado con Shibusawa... si llega a notar tu nuevo comportamiento, puedes meterte en graves problemas. —advirtió.

Fue lo último que dijo para retomar su camino, dejando en Atsushi una sensación amarga en su cuerpo. A pesar de que su propio cuerpo siempre le tenía advertido aquella parte, que alguien lo dijera, dejaba en claro lo peligroso que podía ser Tatsuhiko.

Mientras los miembros de la Federación comenzaban a rodear la plaza principal del sector A para protegerla, cierto castaño caminaba con tranquilidad por las tranquilas calles de aquel sector. Su objetivo principal era vigilar a la Federación y analizar sus movimientos, pero algo que lo sorprendió había sido aquella protesta hecha por unos civiles.

Los planes de Kunikida parecía finalmente estar dando frutos, la gente comenzaba a cuestionarse las acciones del gobierno. Aquellos que sabían que dichas acciones estaban mal se estaban llenando de valor para alzarse contra el enemigo, valor que por durante muchos años los líderes de la nación reprimieron en la sociedad.

Aún era muy temprano para cantar victoria, sabía que les faltaba un largo camino por recorrer y alcanzar sus objetivos, pero que las personas comenzaran a revelarse de poco a poco, era un buen augurio.

Siguió con su trabajo, hasta llegar a la parte centro del sector, donde encontró a varios integrantes de la Federación, supuso que se podría deber al comportamiento que había tenido aquellos civiles. Generalmente se llegaba a ver un oficial por sector, máximo dos, pero que el número fuera el doble, significaba que comenzaban a alarmarse por esas nuevas acciones.

Pero algo que le alegró fue ver que, entre aquellas personas, se encontraba Atsushi. Parecía que su aburrido día terminaba con la noticia de que el albino se encontraba en el mismo sector.

Fácilmente podría acercarse para conversar con él, pero había muchos factores que se lo impedían, como el hecho de que se encontraba con sus compañeros, para ahorrarse problemas, solía evitar acercarse cuando Atsushi se encontraba acompañado.

Para solucionar ese problema estaba la posibilidad de avisarle que él se encontraba en aquel sector, para que Atsushi se alejara de los otros y se encontrase con él, era una buena idea, tanto que sacó su celular, decidido de redactar un mensaje para avisarle, pero una idea fugaz cruzó su mente antes de que hiciera su cometido.

Una divertida y perversa sonrisa se dibujó en su rostro, ¿por qué no simplemente lo tomaba por sorpresa? Seguro que su reacción sería divertida. Entusiasmado por aquella idea, asechó de forma discreta aquella zona. La Federación no sería tan tonta para quedarse todos en un mismo lugar, supo que tuvo la razón cuando, minutos después, tres de ellos (incluidos Atsushi) comenzaban a separarse, hablaron sobre algo y se alejaron, quizá acordando cuál sería su movimiento, pero poco le importaba saber aquello, ahora el albino comenzaba a alejarse.

Le siguió con cuidado, separándolos una calle, Dazai lo miraba en las diversas uniones de calles, estuvo así por unos momentos. Cuando estuvo seguro de que estaría alejado de los otros, se metió en uno de los callejones que unía ambas calles, uno que curiosamente estaba oscuro, debido a que el edificio que tenía al lado era bastante grande que creaba una gran sombra, evitando que cualquier rayo de sol lo iluminase.

Esperó en aquel lugar, asomándose un poco para ver a que distancia se encontraba Atsushi. Para su suerte, éste parecía estar distraído, mirando a uno de sus costados, a diferencia de otras veces, no parecía estar alerta, por lo cual "atacarlo" sería bastante fácil. Por ello esperó ansiosamente en su lugar, ocultándose en la sombra para no ser percibido por el menor, y, cuando este paso justo al lado del callejón, Dazai saltó, jaló el brazo de Atsushi y lo arrastró hasta el callejón. Rápidamente llevó su mano a la boca de Atsushi, ahogando un grito del susto que había escapado de sus labios.

—¿Da-Dazai? —tartamudeó en un hilo de voz, completamente sorprendido por ver al castaño en ese lugar. Pero también tranquilizándose porque se trataba de él y no de algún otro enemigo.

—Shhh... —pronunció con una divertida sonrisa, mientras llevaba su mano libre en dirección de su propio rostro. Donde su índice se colocó sobre sus labios, en señal de que guardara silencio, a lo que Atsushi solo respondió con un suspiro.

—¿Qué es lo que haces aquí? —susurró mientras alejaba la mano de su boca. Dio un paso hacia atrás para mantenerse alejado del castaño, pero se sorprendió cuando su espalda chocó contra la fría pared del callejón.

Un nerviosismo recorrió su cuerpo por estar en esa situación, Dazai se encontraba muy cerca de él, por alguna razón eso provocaba que su corazón se agitara rápidamente, siendo inevitable que sus mejillas se pintaran un rosa pastel. Se sentía avergonzado, por lo que terminó bajando la mirada, esperando a que Osamu retrocediera para poder tranquilizarse.

Pero la posibilidad de alejarse no estaba siquiera en los planes de Dazai.

Estuvo a nada de responder su pregunta, pero se había visto interrumpido por la reacción que había tenido el menor, una que le causó un escalofrío en su cuerpo, agitando severamente a su corazón.

«Tan adorable...» fue inevitable que ese pensamiento invadiese su mente al ver a Atsushi. No era novedad, desde hace mucho tiempo sabía y confirmaba que el menor era extremadamente adorable, por algo le gustaba tanto avergonzarlo.

Alzó su mano y tomó el mentón de Nakajima, para obligarlo a alzar la mirada y sus ojos se encontrasen. Hacerlo solo provocó que el calor en su pecho incrementase, bajó la mirada a sus labios, sintiendo un gran impulso por besarlo, cosa que no negó, comenzando a acercarse a éste.

—No, Dazai... —Atsushi presentía lo que haría y debía evitarlo, pero fue completamente ignorado por el castaño. El menor quiso hacerse hacia atrás, pero la pared se lo impedía, cada vez tenía el rostro contrario más cerca de él, empeorando el estado de su corazón, hasta que finalmente sus labios se unieron.

El albino cerró sus ojos, esperando a que Dazai terminase con su tonta broma, y recibiera algún comentario burlón, para poder hablar mejor. Pero para su sorpresa, cuando sus labios se separaron, creyó que había terminado, pero volvió a sentir aquella presión, tensando su cuerpo.

Dazai rápidamente llevó su mano derecha detrás de la nuca de Atsushi, empujándolo para que la presión en sus bocas aumentara, mientras la izquierda bajaba a la cadera de este, presionándolo contra su cuerpo.

El rostro de Atsushi se pintó completamente de rojo, si antes estaba alterado, ahora su cuerpo se estaba volviendo loco, ¿¡qué demonios estaba haciendo Dazai!? ¡Esa broma no era para nada divertida! Empujó su propia cabeza hacia atrás para alejarse, pero Osamu lo tenía sujetado de tal manera que no podía moverse.

Dirigió su mirada al rostro del menor, percatándose de aquella exquisita expresión que delataba su nerviosismo, aumentando el entusiasmo que lo invadía. Motivado por querer ver un estado peor de Atsushi, separó sus propios labios para lamer el labio inferior de Atsushi, riendo en su interior cuando sintió como brincaba entre sus brazos.

—¡Dazai! —chilló en voz aguda a la vez que alzaba sus manos jalaban la ropa de éste, pero no consiguió nada, algo que solo emocionaba más al castaño. Atsushi fácilmente podía empujarlo, golpearlo o hacer cualquier cosa para alejarlo, ya que débil no era, pero que se estuviera conteniendo, le decía que dentro de él no le molestaba recibir más.

—Shhh, tus compañeros están cerca... —pronunció con voz ronca, erizando cada centímetro de la piel del menor. Dazai besó la mejilla de Atsushi, siguiendo un camino de besos por su mandíbula hasta llegar nuevamente a sus labios, donde los suyos se encontraban rozando con éste, deleitándose con las cálidas y pesadas respiraciones del menor. —Sería un problema que nos encontraran así, ¿no lo crees? —murmuró contra sus labios, consiguiendo que su cuerpo temblase, una acción que le hizo sentir satisfecho.

Rápidamente una de las piernas de Dazai se coló entra las del menor, lo que provocó que los labios de Atsushi se separaran a nada de exclamar un sonido de sorpresa, pero Dazai aprovechó aquella reacción para juntar nuevamente sus labios, esta vez con su lengua invadiendo el interior de la boca del menor.

Atsushi se encontraba completamente desconcertado ante las acciones de Dazai, su cabeza le daba vueltas y su cuerpo no reaccionaba. Tampoco quería hacerlo porque, por cada movimiento que hacía, se rozaba contra la pierna del mayor, causándole escalofríos y un calor extraño.

Mientras que Osamu se encontraba fascinado por las reacciones de Atsushi, notándose por la forma en que su lengua se frotaba contra la contraria, la cual al principio le huyó, pero ahora no parecía estarse alejando, dejando que la tocase cuando quisiera.

Notó que ya no había resistencia por parte del otro, sus manos que jalaban su ropa dejaron de forcejear y mejor se habían aferrado a él, permitiendo que diera de mejor manera aquel beso. Separándose por unos segundos para respirar y volver a unir sus bocas donde sus lenguas se encontraban, siguió así hasta que sintió las piernas de Atsushi temblar, donde se detuvo.

Finalmente se separó, jadeando un poco por la agitada situación, admirando como el rostro del menor se hallaba ruborizado. Sus labios que naturalmente eran de un color rosado ahora tenían una tonalidad más intensa, brillosos por la saliva que había escurrido de su beso. Los ojos cerrados de Atsushi se abrieron y en ellos podía notar como retenía leves lágrimas de la vergüenza, provocándole una gran sonrisa.

—Me gusta besarte. —confesó con honestidad, mientras alzaba su pulgar y rejuntaba el exceso de saliva que se hallaba en su propia comisura, dirigiéndola hasta su boca para degustarla, sonriendo nuevamente ante el particular dulzor que le produjo probar aquella parte del menor. —Y por supuesto tus labios también. —recibió un gimoteo por parte del menor, donde no pudo retener una risita.

Alzó sus manos y tomó el rostro de Atsushi, jalándolo para dejar en sus labios un sonoro beso que no duró mucho, riendo nuevamente por ver como Nakajima se revolvía en su lugar mientras balbuceaba cosas incomprensibles.

Su propio corazón se agitó en una calidez acogedora, estremeciéndole un poco. Algo que en realidad lo alarmó, quizá lo ideal era dejar en paz a Atsushi antes de que la situación se le saliera de las manos, ignorando por el momento aquel sentimiento que le provocaba burbujeos en su interior.

Alzó su mano y palmeó la cabeza de Atsushi, esperando que con eso pudiera remediar la situación tan avergonzada por la que le hizo pasar, manteniendo su sonrisa.

—Me iré antes de causarte más problemas, debes de estar ocupado ahora, ¡date una vuelta al bar cuando estés libre! —habló algo apurado, sintiéndose un poco nervioso de repente. Pero nuevamente fue algo que ignoró, para comenzar a marcharse de ahí, todo volvería a la normalidad una vez enfriara su mente.

Atsushi no dijo nada, estaba sorprendido que solo hubiese aparecido para jugarle aquella broma. Era tanta la sorpresa que no pudo decir nada, simplemente vio como el castaño se iba alejando poco a poco, cuando finalmente estuvo solo, repasó lo que había sucedido, sintiendo sus labios temblar mientras sus piernas perdían fuerzan, cayendo sobre el suelo mientras llevaba su mano derecha a su rostro. Y con la punta de sus dedos tocaba sus labios, los cuales aún guardaban de aquella calidez característica de Dazai.

Sintió rebotar su corazón contra su torso, de una forma tan fuerte y ruidosa que instintivamente llevó sus manos a su pecho, tratando de evitar que se saliese de su lugar, apretando de forma involuntaria la prenda oscura que lo cubría.

Su mirada titubeaba y su respiración se veía afectada, a pesar de lo avergonzado que se sentía, no entendía porque su corazón parecía brincar de felicidad. Un beso... ¿un beso le estaba haciendo feliz? No tenía sentido, aquel beso había sido sumamente extraño y escalofriante, no podía ser que algo así le estuviera haciendo sentir de esa manera.

«¿Qué es esto? ¿Qué es esto?» se preguntó una y otra vez, tratando de buscar respuesta a aquello que estaba sintiendo en ese momento.

En verdad, esa broma había sido demasiado extraña.

Pero no todo era alegría en el sector Rojo. En la cima de aquel edificio que correspondía a la Federación, cierto hombre miraba con disgusto el ventanal de su oficina, tratando de calmar con aquella amarga sensación jugando con unos de los mechones de su largo cabello.

—No parece que estés muy contento, jefe. —una mueca se dibujó en su rostro por escuchar aquella divertida voz, Shibusawa se giró en dirección de la entrada, encontrándose con un hombre de negro cabello que le miraba con una calmada sonrisa, consiguiendo un suspiro pesado de éste.

—¿Quién te dio la autorización de dejar tu lugar, Fyodor? —a pesar del tono molesto en su voz, no fue suficiente para borrar la sonrisa que tenía aquel sujeto, parece que en realidad la hizo más grande.

—Solo quise darme una vuelta por aquí, he escuchado que la sociedad anda inquieta últimamente gracias a un grupo de rebeldes, ¿es eso cierto? —no recibió respuesta alguna, provocando que alargara un "oh" de una sorpresa fingida. —Quién lo diría.

—No es problema tuyo ahora, tu responsabilidad está en entrenar a la nueva generación de la Federación, no andar de fisgón. —ante sus palabras, recibió una suave risa por parte de su compañero.

Fyodor Dostoevsky era el líder de la antigua Federación, una generación que se encontraba retirada, laborando como oficiales de entrenamiento para los futuros soldados que protegerían a la nación. Otro grupo que se encontraba bajo el comando de Shibusawa.

—Y eso hago, simplemente quise ver cómo están las cosas actualmente. —caminó con tranquilidad hasta quedar al lado del albino. —Un grupo rebelde, ¿eh? ¿No crees que es una carga difícil para esta Federación?

—Ese no es asunto tuyo. —recibió un suspiro pesado de Fyodor, alzando sus hombros mientras daba media vuelta, tratar con Shibusawa estando molesto era simplemente una pérdida de tiempo.

—Como digas, supongo que aún es pronto para decepcionarse de esta generación, pero solo quiero que tengas algo en cuenta. —Tatsuhiko giró en dirección del otro, mirando aquel rostro tranquilo que casi siempre portaba Fyodor. —Mis hombres y yo siempre estaremos dispuestos a regresar y darles una enseñanza de cómo se hacen las cosas nuestros jóvenes compañeros. —fue lo último que dijo para realizar una reverencia y marcharse de ahí, dejando solo a Shibusawa.

Lo sabía, pero quería creer que su actual Federación podía con un simple grupo de pacotilla. Como Fyodor lo había dicho, aún era bastante pronto para decepcionarse de ellos. Respiró hondo y trató de tranquilizarse, se estaba alterando sin motivo alguno, porque, de que la Federación fallase, siempre tenía un plan B.

Utilizar a la antigua Federación.

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