Capítulo • 14 •
Atsushi caminaba con tranquilidad en el interior del templo, dirigiéndose a uno de los edificios donde comenzaría la investigación que hace unos días se había planteado. En una de las oficinas de dicho edificio se encontraba información sobre su trabajo, un lugar donde los únicos que tenían acceso eran: Chuuya, Shibusawa y él, aunque realmente era la primera vez que iría, le enseñaron que cualquier documento o información el encargado en archivarla sería su superior. Él no tenía qué hacer nada ahí, aun así, tenía la libertad de visitar el lugar, ya sea para utilizar información para la Federación o hacer entrega de algo.
Ese día por fin iría y el motivo era saber más sobre la creación de la Federación, su propósito y qué era el amor. A pesar de que las respuestas las sabía, se sentía insatisfecho con lo que le habían enseñado tiempo atrás.
A pesar de que tenía la libertad y el derecho de ingresar a aquella oficina, el nerviosismo atacaba a su corazón, siendo inevitable que el miedo invadiera su cuerpo, si Shibusawa se llegase a enterar sobre que dudaba de sus enseñanzas, muy posiblemente se metería en problemas.
Pero, él no estaba dudando en lo que se le había dicho, simplemente quería corroborar que fuera cierto, eran puntos diferentes, así que él mismo trataba de calmar con el rápido latir de su corazón.
De ese modo llegó al edificio que era su destino, ingresó y subió las escaleras para llegar al piso en donde se encontraba dicha oficina, llevándose aproximadamente cinco minutos en llegar. Cuando estuvo frente a la puerta del lugar, sacó del bolsillo de su pantalón una llave, que le permitió abrir la cerradura que mantenía cerrada la puerta, abriéndola una vez insertó la llave.
Con cuidado empujó la puerta para entrar, a pesar de que era cualquier oficina, su paranoia seguía atormentándolo. Respiró hondo y se adentró al interior de la habitación, viendo los muebles y repisas llenos de archivos y libros. Ver tanta cantidad de información le hicieron encogerse de hombros, era tanto que no sabía por dónde empezar.
Lo dejó al azar y se acercó al archivero más cercano. Abrió la primera caja y vio todo el papeleo que había ahí, sacó la primera carpeta y lo miró de forma rápida, buscando saber cuál era su contenido, todo indicaba que era información sobre gente capturada hace algunos años, por lo no le servía mucho. Las siguientes carpetas eran de lo mismo y los siguientes cajones también.
Estuvo así durante largos minutos, revisando archivero por archivero, realmente tenía la esperanza de obtener algo de información. Se saltó muchos de los muebles porque ya se hacía la idea sobre su contenido, prefirió ir a los últimos quizá ahí habría algo diferente.
Para su sorpresa si lo hubo, pero de una manera peculiar.
Hasta el fondo de la habitación, donde había cajas vacías y apiladas, encontró un trozo de papel. Naturalmente lo había ignorado, pero sus ojos captaron rápidamente una palabra que le interesaba: amor.
Se acercó a ese lugar y se agachó para tomar aquel trozo de papel, parecía ser parte de un folleto que fue arrancado. Sus cejas se fruncieron de manera frustrante por ser solo una parte, aun así no fue impedimento para leer lo que decía.
"Dictador inhumano, nos obliga a cargar su sufrimiento por no tener un amor correspondido, es injusto que nos prohíban amar por-"
Ese era la frase incompleta debido a que la continuación estaba cortada, posiblemente extraviada. El papel era demasiado viejo, las letras apenas eran visibles, confirmándole que se trataba de un trozo de papel con varios años de antigüedad.
Una gran confusión surgió en él, "dictador inhumano" ¿a quién se refería? Por la calidad del papel, dudaba que se refiriera a Chuuya, tampoco creía que fuese Kouyou, la anterior mandataria, ¿más antiguo aún? Posiblemente... pudiese referirse a aquel líder que creó a la Federación.
Pero... ¿llamarlo dictador? Claramente no conocía mucho sobre él, solo lo importante, que él había iniciado con el movimiento de erradicar el amor en la nación, porque era nefasto. Pero lo que leía en ese trozo de papel le hacía saber que el mandatario "contrajo" la "enfermedad" del amor, algo que a él nunca le habían dicho, pero... ¿realmente podía confiar en un simple trozo de papel? Quizá solo se trataba de una conspiración para atacar al gobierno.
Esa fue su respuesta rápida, dejando inmediatamente el papel de donde lo tomó, para echar un vistazo a las cajas que había ahí. Todas tenían el mismo daño del papel, lo que le hacía sospechar que posiblemente eran de la misma época de aquel trozo de folleto, no esperaba encontrar nada, parecían que todas estaban vacías, como si solo hubiesen sido transporte para tirar basura.
Pero cuando quiso cargar una caja que se encontraba hasta debajo de las demás, notó el peso en su interior que impidió que la moviera con facilidad, llamando rápidamente a su curiosidad. Abrió con cuidado la caja y vio su contenido, incrementando aún más su extrañeza.
Eran... libros. No eran bastante, quizá solo eran tres de ellos, tenían polvo y la cubierta se veía gastada, eran libros bastantes viejos al parecer. Lo más extraño que veía en ellos, es que... parecían novelas.
No entendía porque una novela se encontraría en aquel lugar que solo reunía información del gobierno. Quizá era algún libro peligroso, tiempo atrás se enteró que existían personas que escribían a favor de los crimines que estaban prohibidos, entonces la Federación se encargaba de deshacerse de todas las copias de dichos libros.
Posiblemente era uno de ellos, tendría sentido que estuviera en unas de esas cajas, quizá olvidaron quemarlos junto con los demás y se quedaron ahí olvidados por tantos años.
Pero la portada y el aspecto que tenía no era diferente a cualquier novela común y corriente. También solo podría ser un libro de alguien que se olvidó en este lugar y jamás se buscó. Aun así, la curiosidad era bastante grande por saber la razón de porque estaban esos libros en ese lugar, era diferente a lo que había estado encontrando anteriormente.
Tomó un libro y luego cerró la caja, empujándola hasta el fondo y acomodó las demás cajas para dejar el lugar como estaba, se levantó del suelo y se dirigió hasta la salida. Aun sí no había encontrado algo de utilidad, el contenido de ese libro le tenía bastante intrigado, lo leería y cuando terminase, retomaría su investigación.
Ocultó el libro bajó el saco de su uniforme, salió de aquel lugar y cerró nuevamente la puerta, para retirarse de aquel edificio.
Sintió el vibrar de su celular, haciéndole pegar un gran brinco del susto que se llevó, miró a sus lados para asegurarse que nadie lo hubiese visto y sacó el aparato para ver lo que sucedía.
<¡Buen día, Atsushi!>
<¿Por qué no vienes hoy al bar? Hace tiempo que no vienes>
La invitación de Dazai le había hecho peculiarmente feliz, sintiendo la felicidad a la que ya estaba acostumbrado, despejando el temor que anteriormente lo estaba atormentando.
<Por supuesto>
A pesar de que debía patrullar el sector N, le apetecía ir a visitar al mayor, así que se encaminó hacia el sector J.
Luego del largo viaje del sector Rojo al sector J, finalmente había llegado, dirigiéndose rápidamente al local en donde trabajaba Osamu, llegando en unos minutos.
—¡Dazai! —Habló en voz alta a unos metros del local, le sorprendía ver al mayor justo frente al bar, barriendo la entrada.
—Oh, Atsushi. Llegaste más temprano de lo que esperaba, aún no abrimos, pero está bien. —Osamu sonrió una vez tuvo enfrente suyo al menor. Cuando lo escucho, Atsushi se hundió en sus hombros.
—Lo siento, supongo que solo causaré problemas... —se disculpó arrepentido. En verdad se sentía apenado de haber llegado en un momento donde Dazai estaría ocupado.
La sonrisa de Dazai siguió en su rostro, para luego negar despacio con la cabeza. Alzó su mano y con cuidado tomó la de Atsushi, provocando que éste se quedase quieto.
—No te disculpes, no es ningún problema. —expresó con calma mientras alzaba la mano que sostenía para dirigirla a su rostro, dejando un beso sobre el dorso de ésta, provocando que Atsushi jalase lo más pronto posible su mano para alejarlo del mayor, causándole una risa. —Es más agradable verte sonrojado que verte culpable.
—Dazai... —gruñó Atsushi.
Pero esa reacción solo incrementó la risa, a lo que Atsushi le miró con molestia, no le parecía en absoluto divertido como Dazai disfrutaba molestarle con lo mismo. A pesar de que siempre le repitió que los besos estaban mal, el mayor seguía haciéndolo.
¡E iban en aumento!
Sus dientes rechinaron al recordar cada ocasión en donde el castaño le fastidiaba con lo mismo, una y otra vez. No había día que se vieran en donde no le molestara con lo mismo, ¡lo peor es que su reacción siempre era la misma! A pesar de que sabía que cuando ellos se viesen, no faltaría las bromas de mal gusto de Dazai, pero siempre terminaba igual: con las mejillas rojizas, su corazón agitado y un mohín en su rostro.
Si no fuera porque era su amigo, sin duda alguna ya lo habría arrestado hace mucho tiempo atrás.
Pero, aun así, ¡era injusto! No le parecía en absoluto agradable que Dazai se divirtiera con sus bromas avergonzándolo. A ello, un fugaz pensamiento cruzó en su mente, ¿y si se vengaba? Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al imaginarse una situación en donde fuese Dazai quien entrara en pánico ¡para que aprendiera a dejar de hacer esas bromas! Era momento de darle una lección a Osamu.
Sabía que los besos estaban mal, pero aparentemente no causaban algún dolor, por lo que hacerlo no traería algún daño físico, ¡solo lo haría una vez! Para hacer entender al mayor.
—Bueno, no te hago esperar más, ya conoces a Odasaku, no creo que le moleste que seas la excepción para entrar aun cuando está cerrado. —salió de sus pensamientos al escuchar la voz de Dazai, quien abrió la puerta y entró, esperando que Atsushi hiciera lo mismo. Lo cual no dudó en hacer, siguiendo a Dazai.
El albino miró el lugar y confirmó que aún estaba cerrado al no haber nadie en las mesas, tampoco solía estar saturado de personas, pero no era normal verlo vacío, aun así, le daba una sensación de tranquilidad estar ese lugar.
Regresó la mirada al frente para encontrarse con la espalda de Dazai, tenía la guardia baja. Una ola de adrenalina corrió por su cuerpo ante aquel pensamiento, ¡un ataque inesperado tendría un impacto mayor! ¡claro! Tenía la oportunidad de oro frente a él para vengarse de Dazai, ¿debería aprovecharla? Una parte de él pensaba en mejor dejarlo así y evitar darle problemas al mayor, pero la más grande le impulsaba a hacerlo. El castaño no tenía piedad para jugarle bromas, solo lo haría una vez, después de ver su reacción le pediría disculpas y le dejaría propina por la bebida, así que no habría problema alguno.
Motivado por sí mismo, acortó rápidamente los pasos hacia él mientras alzaba su mano y la colocaba sobre el hombro de éste.
Pero no salió como quería.
Su plan era: acercase lo suficiente, jalar a Dazai para alcanzar su mejilla y dejar en esta un beso, después vendrían las risas. Pero no esperó que justo cuando Osamu recibió el toque en su hombro, éste se girase completamente a él. Había sido tan rápido que no pudo frenar, en vez de darle el beso en la mejilla, terminó dándoselo en la boca.
Atsushi había cerrado sus ojos, por lo que no se percató en el segundo que Dazai giró, pero al sentir una textura diferente a la lisa de la mejilla, abrió sus ojos confundido, encontrándose con los ojos completamente abiertos de Dazai, con los labios de ambos unidos.
Fueron exactamente cinco segundos los que Atsushi se quedó así, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. Al comprender, rápidamente se alejó, dando un salto hacia atrás.
—¡A-a-a-ah! ¡L-lo...! ¡Ah! —trataba de comunicar algo, pero el nerviosismo que sentía ahora era mucho mayor a cualquiera que hubiese experimentado. Su rostro estaba cual tomate, sus manos temblaban y su corazón estaba muriendo. «¡¿Qué hice?! ¡¿qué hice?! ¡¡¡AAAAAAAAAAH!!!» pensó completamente en un estado de pánico.
Dazai se encontraba aún quieto, sin creer aun lo que había sucedido, un hormigueó picoteaba sus labios luego de aquel toque, a la vez que un calor leve se alojaba en sus mejillas, dónde el rojo comenzó a pintarlas en una tonalidad suave.
El lugar estaba en silencio, exceptuando los chillidos que dejaba salir el menor, Osamu seguía sin decir nada. No es que se sintiese molesto, más bien estaba sorprendido porque Atsushi hubiese hecho algo así, pero al ver el estado en el que estaba el menor, le hacía saber que no fue algo que tuviese planeado. Verle en ese estado borró la expresión de sorpresa, a una divertida donde se manifestó en una sonrisa.
—¡Atsushi! ¡Si querías que te besara solo pudiste haberme dicho! —cantó con maldad.
—N-no-no... —trató de remediar de algún modo, pero esa vergüenza que sentía le impedía hablar aún con claridad.
Ignorando el balbuceo del menor, Dazai se acercó, Atsushi se temía lo peor, pero sus piernas no reaccionaban para huir. Así el mayor terminó tomando las mejillas contrarias para jalarlo hacia él, volviendo a besar sus labios.
Otro chillido fue ahogado en sus labios, siendo inevitable para Dazai reír en medio del beso, se quedó así por unos cortos momentos para luego separarse. Vio como Atsushi tambaleó y rápidamente llevó sus manos a los hombros ajenos para que no cayera, parece que todas esas emociones estaban afectando a su equilibrio, Nakajima solo había dejado de pensar, tratando que por sí sola la vergüenza se esfumase.
—¿Qué están haciendo ustedes dos? —ambos pegaron un pequeño salto por la voz extra. Giraron en dirección a la barra y se encontraron con la mirada extraña de Oda. Atsushi quería morir en ese preciso momento.
—¡Solo jugamos! —se excusó con normalidad Dazai, mientras que Atsushi solo esperaba el momento en que la vergüenza lo matase, era tanta que no creía sobrevivir, aunque simplemente estaba exagerando.
El pelirrojo miró con duda a ambos, ver lo feliz que estaba Dazai y el estado moribundo de Atsushi, podría confirmarle que lo que estaba sucediendo era en verdad un juego. Sin embargo, tenía un mal presentimiento, aun así, terminó soltando un suspiro, regresando a la cocina para dejar a esos dos, no quería estar como mal tercio.
—Oh Atsushi, no parece que estés bien, estás excesivamente rojo. —habló con preocupación mientras agitaba su mano hacia el rostro del mencionado, creando un poco de aire para refrescar el ardiente rostro de éste.
—Quiero morir... —sollozó aún con vergüenza.
—¡Qué coincidencia! ¡Yo también! ¿Por qué no-
—¡No! —y Atsushi terminó dando un golpe sobre la cabeza del castaño, cortando con su frase, pero lo único que provocó fueron risas en el mayor. En verdad que el menor debería estar excesivamente avergonzado para soltarle un golpe, aunque fuera muy suave.
—Ya, ya, perdón. Pero es tu culpa, fuiste quien me provocó. —Atsushi tambaleó.
—¡Yo no quería hacer eso! Solo quería vengarme por las bromas que me haces, pero... ¡aaah! —alzó sus manos y cubrió su rostro completamente apenado, no podía creer que realmente hubiese sucedido eso. A pesar de que no era diferente a cualquier beso que Dazai le hubiera dado, algo le hacía sentirse peor por el hecho de que fuera en los labios, quizá porque él había sido el que provocó todo esto.
—Qué dulce venganza~. —y recibió otro golpe, esta vez en su pecho. Igual que el anterior, había sido dado sin fuerza, en verdad que adoraba poner a Atsushi de esa manera. —Ya, tranquilo, no es nada malo.
—¡S-sí lo es! —Dazai suspiró sin borrar su sonrisa.
—Bueno, como digas. Pero no es para que estés tan nervioso, relájate. —alzó su mano y agitó sus grisáceos cabellos con gentileza. No estaba ayudando mucho al estado errático de su corazón, pero al menos había conseguido que su cuerpo se destensara un poco. —Te prepararé algo para que te sientas mejor, ¿de acuerdo? —Dazai trató de no alterar más al otro, si un beso en su mejilla lo ponía mal, ahora en los labios seguro que lo tenían terriblemente mal, pero eso le gustaba.
Dazai caminó hasta la barra para quedar al lado contrario, en donde se encontraban todas las bebidas, giró hacia Atsushi que seguía de pie, el mayor agitó su mano para darle la indicación de que tomase asiento, a al cual acató varios segundos después, moviéndose algo rígido por lo entumido que seguían sus músculos luego de tal suceso.
Cuando estuvo a punto de tomar asiento, sintió algo chocar contra su abdomen, cayendo en cuenta que seguía con el libro que había tomado del sector Rojo. Se había quedado en una posición tan perfecta entre sus ropas, que no se cayó y olvidó de éste, rápidamente alzó la parte inferior se su saco para poder sacar el libro.
Volvió a mirarlo, olvidando por un momento lo que había sucedido hace unos instantes para verlo con más cuidado, no le había prestado tanta atención debido al miedo que sentía por el lugar en donde se encontraba, pero estando lejos de allí, podía sentirse más tranquilo.
—Oh, ¿y eso? —escuchó la curiosa voz de Dazai mientes miraba el libro en sus manos. Atsushi solo se encogió en sus hombros.
—Es... un libro que encontré. —respondió para luego dejarlo sobre la barra, donde Dazai pudo verlo de una mejor manera.
—Vaya, creí que esta clase de libros habían sido eliminados de toda la nación. —Atsushi rápidamente dirigió su mirada a Dazai, completamente sorprendido
—¿Lo conoces? —preguntó con evidente curiosidad.
—Fue un título muy famoso hace muuucho tiempo, pero al ser una novela romántica fue retirada por la Federación en cuanto las nuevas leyes fueron impuestas. —explicó a la vez que tomaba el libro para verlo de más cerca.
«Novela romántica...» repitió aquellas palabras que Dazai había dicho, sin saber exactamente a qué se refería con ese término.
—¿Por qué las retiraron? —la pregunta había salido sin su permiso, provocando que la atención de Dazai se centrarse ahora en Atsushi, arqueando una de sus cejas.
—¿Y no lo sabes? —era extraño que el menor desconociera esa información, debido a que fue la misma Federación quien se encargó de eso años atrás. A lo que Atsushi se encogió en sus hombros. —Cuando inició todo esto, la Federación se encargó de eliminar cualquier artículo que apoyase el amor, las novelas románticas hablan sobre historias de amor, claro que terminarían siendo un peligro.
Los ojos de Atsushi se abrieron con sorpresa por aquella información. Entonces realmente tenía sentido que se encontrarse en aquel lugar, parece que sus sospechas sobre que fuese un libro donde hablaban a favor de aquel sentimiento eran ciertas.
—Es extraño que hayas encontrado uno, desde entonces las copias del libro están desaparecidas.
No negaría que le sorprendía que Nakajima hubiese encontrado un libro de ese género, pero tampoco le sorprendía que existieran, sabía que había personas que en contra de la ley tenían libros así, aun si estaba prohibido, quizá alguien olvidó el libro en donde sea que Atsushi lo hubiera encontrado.
Mientras tanto, Nakajima seguía pensando en lo que se le dijo, recordando al instante el pedazo de papel que había encontrado en el mismo lugar y lo que decía en éste, sintiendo curiosidad por saber más. Pareciera que Dazai tenía cierto conocimiento sobre lo que sucedió en el pasado, quizá podría preguntarle, ya una vez había hecho un atentado en contra del líder que había iniciado ese tipo de gobierno, pues se dedicó a destruir su estatua.
—Tú sabes... ¿por qué inició todo esto?
—¿Mmm? ¿Te refieres al crimen de amar? —Atsushi asintió.
Dazai volvió a mirarlo sorprendido, ¿cómo es que no sabía algo tan importante siendo el líder de la Federación? No quiso cuestionar aquello, quizá simplemente no le interesaba, quizá.
—Hay muchas versiones sobre lo que sucedió, algunos dicen que fue un salvador para evitar que el terrible amor enfermase a las personas, otros creen que estaba demente y lo llevó a hacerlo, para otros solo un dictador que llegó a ese extremo para tener en control a las personas. —Atsushi se sorprendió por el nombre con el que se refirió a aquel gobernante, siendo el mismo en el que decía el folleto. —Puedes creer en la que más te guste, porque creo que hoy en día, nadie está seguro sobre la historia autentica. La historia se va deformando según pasa los años después de todo.
Atsushi apretó sus labios, parece que saber el verdadero objetivo sería imposible. Alguno de los tantos que mencionó Dazai tendría que ser, pero curiosamente ninguno de ellos coincidía sobre el que decía el folleto.
—Aunque, yo tengo mi propia teoría. —rápidamente captó la atención del menor. —Muchos se parten la cabeza para obtener una razón impactante para justificar todas sus acciones, pero los seres humanos somos mucho más sencillos. —las palabras que le estaban diciendo solo provocaban una gran curiosidad, intrigado por lo que diría, Dazai sonrió por verlo tan atento. —Lo más probable es que él se terminó enamorando, pero a la persona que amó no le correspondía, o sea que no sentía lo mismo que él. El amor es peligroso porque te puede hacer perder la cabeza, y fue lo que le sucedió, lleno de rencor y dolor, obligó a nadie a amar por simple envidia, negando una necesidad tan básica en las personas.
Los labios de Atsushi se separaron de asombro por lo que se le dijo, esa posibilidad encajaba perfectamente con lo que decía el papel que encontró, ¿podría ser esa la verdadera historia? A pesar de que tenía sentido por el folleto de hace años, volvía a contradecir lo que le enseñaron. No quiso darle muchas vueltas al tema, como Dazai había dicho, había muchas posibilidades, entre ellas la que le habían dicho a él, debía creer en esa.
Aunque, algo más que le dejó pensando había sido lo último que Dazai mencionó, ¿el amor como una necesidad básica para las personas? ¡Imposible! El amor era un sentimiento terrible, no podía ser que algo tan malo pudiera ser esencian en la vida humana, debía de ser confusión del mayor.
Solo una simple confusión.
Luego de aquella peculiar conversación y de haberle hecho una bebida a Atsushi, pasaron el tiempo con normalidad, conversando de cosas cotidianas. Aliviando un poco la situación por la que Atsushi se había avergonzado tanto, hasta que éste tuvo de irse para seguir con su trabajo, Dazai siguió con el suyo hasta que su jornada laboral terminó.
Aunque su trabajo todavía no.
Esa misma noche debía reunirse con el grupo rebelde, pues acordarían los últimos detalles que hacían falta para su siguiente ataque.
—Bien, ya estamos todos. —habló Kunikida cuando todos se encontraban alrededor de aquella mesa, podría dar inicio finalmente. —Estos últimos días hemos visto como diferentes sitios web están hablando de nosotros, hemos tenido éxito con repartir nuestro mensaje, pero no ha sido suficiente.
Comenzó con la explicación, mirando a cada uno de sus compañeros que ponía atención a sus palabras. Doppo soltó un suspiro y colocó sus manos sobre la mesa.
—La Federación se ha encargado de cerrar estos sitios, por lo que todo lo que se difunda ahí queda completamente borrado, aún no hemos alcanzado un gran número de personas. Por ello, nuestro siguiente objetivo es el edificio de la televisora más importante de la nación, ubicada en el sector C. —señaló en el mapa el lugar en exacto en donde se encontraba dicho edificio. —Transmitiremos nuestro mensaje por medio de esta televisora, de este modo alcanzaremos un gran número de personas a la vez.
Esto sería lo más grande que harían, pues atacarían un lugar diferente que no perteneciera al gobierno, todo con el fin de poder repartir su iniciativa con las personas. Anteriormente solo habían podido expresarlo en voz en diferentes lugares de la nación, generalmente las personas preferían estar en sus hogares, por lo que las que pasaban en las calles eran pocas, de ese modo incrementarían el número de personas a las que se dirigían.
—Yo quiero mencionar algo que me tiene confundido. —habló Sakunosuke, pidiendo la palabra para poder hablar, donde Kunikida le dio el permiso, una vez obtenido, éste giró hacia su amigo de vendas. —Dazai... ¿es una clase de estrategia tuya el enamorar al Líder de la Federación?
Silencio absoluto hubo tras la pregunta de Oda, rápidamente todas las miradas se posaron sobre Dazai, quien se sorprendió por la acusación que se le dijo, hasta que recordó el incidente de hoy. Seguro Oda vio el momento en que Dazai besó a Atsushi, de solo recordarlo, una satisfactoria sonrisa se dibujó en su rostro.
—Enamorar... ¿qué? —Kunikida estaba más que impactado por la revelación que había hecho Sakunosuke, al igual que muchos de sus compañeros, pero algunos, como Ranpo y Yosano solo estaban soltando pequeñas risitas.
—¿Enamorar? ¡Qué va, Odasaku! El amor es un compromiso agotador, no está en mis planes. Si apoyo a este grupo es para derrocar al gobierno, no para tener la libertad de amar. —explicó con calma, tratando de alivianar el tenso ambiente que se formó. —Te lo expliqué hoy, solo estábamos jugando, Atsushi y yo somos amigos, no busco enamorarlo.
—Cuidado con tus palabras, Dazai, puede que termines haciendo el ridículo en un futuro. —se burló Yosano, consiguiendo fuertes risas de Ranpo. El castaño giró hacia la mujer y le mostró la lengua, molesto por la burla que se le había hecho.
—Suficiente. —Doppo calló a los que se estaban riendo. —Confío en lo que Dazai dice, lo conozco y no creo que sea tan tonto como meterse en esa clase problemas, así que puedes estar tranquilo, Oda. —éste asintió, un poco más relajado, pero aún preocupado por el castaño.
Siguieron con la reunión, aunque Dazai difícilmente se podía sacar las palabras de Oda, perdiéndose en sus pensamientos.
«Enamorar a Atsushi, ¿eh?» no quería pensar en el tema, pero no podía evitar sentirse fuertemente atraído por la idea. No quería que su amistad se viese afectada, apreciaba mucho al albino al punto de considerarlo importante en su vida, enrollarlo con una peligrosa idea podría ser terrible.
Pero... qué estremecedor sonaba enamorar a Atsushi Nakajima, Líder de la Federación en Contra del Sentimiento Engañoso, grupo que se encargaba de castigar y arrestar a las personas que se enamoraban. Su propio líder haciendo aquello que era malo, la simple idea le hacía morderse el labio inferior de emoción.
Estaba decidido, quería hacerlo, quería que Atsushi se enamorara y traicionara a su Federación. La idea era tan tentadora, que ahora no podría quitársela de la mente hasta conseguirlo, ya vería como arreglaría el problema en el futuro, ahora esa era su nueva meta: hacer que Atsushi se enamorase de él.
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