Capítulo • 10 •
Caminaba de manera tranquila por aquel templo, pasando por un pequeño puente que cruzaba un estanque, aquello le hizo detenerse para mirar un momento la cristalina agua que apenas se movía por el suave viento que soplaba.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar un momento de su infancia precisamente en ese estanque, donde se encontraban los dos viendo como nadaban los peces koi, recuerda también como intentó atrapar uno, pero él terminó impidiéndolo, no recuerda con exactitud que cosas fue las que le dijo, pero si su memoria no le falla, desde entonces se pensaba dos veces en hacer cosas impulsivas, algo muy común en la actitud de la Federación.
Sacudió su mente, añoraba aquellos momentos donde su tiempo juntos era mayor, pues no tenía tantas responsabilidades, ni él, ni Akutagawa, no como ahora que eran adultos y estaban muy ocupados, él mandando el país y el menor cuidando del mismo.
Siguió su camino, dirigiéndose hacia su objetivo, el cual era el edificio donde se encontraba la base de la Federación, llegando en pocos minutos. Entró con normalidad, dirigiéndose a la oficina que con seguridad sabía que se encontrarían los miembros de la Federación.
Al llegar, deslizó las puertas para abrir, encontrando ahí gran parte de la Federación que parecía estar planeando algo, quienes callaron rápidamente ante la intromisión de alguien, giraron en dirección de la entrada y al ver de quien se trataba rápidamente todos se pusieron de pie, realizando una reverencia.
—Es inesperado tenerlo aquí, Nakahara-san. —habló con sorpresa Atsushi, siguiendo con la reverencia que le hacía a su mandatario. —¿Necesita algo?
El mayor miró a cada integrante hasta encontrar a aquel que buscaba, deteniendo su búsqueda en Akutagawa, quien, al igual que todos sus compañeros, se encontraba con la parte superior de su cuerpo inclinada, en una muestra de respeto hacia él. Chuuya hizo un ademán para que la Federación regresara a sus posturas normales, lo cual acataron.
—Solo... quería un momento para hablar con Ryunosuke. —el mencionado se sobresaltó, tratando de mirar a otra parte que no fuera Nakahara.
—Akutagawa... —murmuró sorprendido el albino, girando en dirección de quien buscaba el mayor, rápidamente regresó la mirada al frente, asintiendo. —De acuerdo. Akutagawa, ve. —indicó Atsushi, dándole la orden al otro de retirarse para que atendiera lo que sea que tuviera pendiente con el líder de la nación.
Aquel joven de mirada apática soltó un suspiro, rodeó la mesa y se dirigió hacia la salida, inclinó un poco su cabeza hacia Atsushi en una silenciosa despedida y salió junto con Chuuya, cerrando las puertas detrás de él.
Nadie cuestionó ni dijo nada, no solo porque se trataba de Chuuya Nakahara, sino porque sabían que Akutagawa era su guardaespaldas, algún asunto importante debería de tratar con él para interrumpir una reunión de la Federación.
—¿De qué necesita hablar conmigo? —preguntó el menor, manteniendo un semblante serio, como era de costumbre en él.
—Bueno, solo quería ver que estuvieras bien y esas cosas. —las palabras de Chuuya le hicieron borrar la expresión sería de su rostro, suavizando sus facciones y sintiendo una calidez en su pecho. —Caminemos un poco. —indicó.
Akutagawa asintió y comenzó a seguir a Chuuya quien caminó con tranquilidad hacia las afueras del edificio de la Federación, estuvo caminando en un relajado silencio, siendo acompañados por el sonido del aire agitando las ramas de los árboles.
—Me he enterado de las acciones de aquel grupo terrorista, Shibusawa me comentó que han atacado diferentes oficinas operativas. —empezó a hablar, en un tono suave, pero que dejaba en claro un poco de angustia en su voz. —Has estado muy ocupado en ese tema, y bueno, no puedo evitar extrañar que estés cuidando de mí. —confesó con cierta vergüenza a la vez que se encogía de hombros.
—He tenido mucho trabajo, desde los últimos ataques hemos tratado de localizar a estas personas. —explicó con voz baja, tratándose de mantener la compostura frente al otro. —Usted no tiene de que preocuparse, estará seguro mientras se mantenga en el interior del templo.
Tras aquella declaración de guerra por parte del grupo rebelde que dieron en el sector A, por la seguridad del mandatario, Shibusawa le había recomendado cancelar todas las reuniones que tuviera pendiente para mantenerse protegido en el sector Rojo, al estar en la segura zona del templo, no era necesario que Akutagawa estuviera siempre a su lado, pues no corría ningún peligro estando en el mismo lugar donde se encontraba la base de la Federación.
Una mueca se formó en el rostro de Chuuya al recordar eso y como tenía estrictamente prohibido salir del templo, sabía que era por su bien, pero no negaría que le fastidiaba estar ahí encerrado, pero entendía que era lo mejor.
—También me preocupa el peligro que puede representar ese grupo. —habló a la vez que se detenía, mirando un poco el paisaje que decoraba el templo.
—De eso no debe preocuparse, nosotros nos encargaremos de que no sigan atormentando la nación. —le respondió en voz baja.
—Sí, bueno, no me refería exactamente a la nación. —Akutagawa se sorprendió ante aquellas palabras, girando hacia su mayor con curiosidad. —Me preocupas tú.
Los labios del menor temblaron luego de aquella especificación, haciéndole rápidamente desviar la mirada del otro, tratando de calmar con el latir de su corazón que se había alterado.
—Por favor, Chuuya-san... —se encogió de sus hombros, soltando un suspiro. —Fuimos entrenados para enfrentar cualquier peligro, no soy débil para dejarme intimidar por un simple grupo de rebeldes, no desconfíe de nosotros.
—Lo sé, lo sé. Sé que son fuertes, pero, por ejemplo, Atsushi es más precavido, debe tener la mente fría en todo momento, es el líder después de todo; o tu hermana, Gin es cuidadosa con sus acciones y sigue las indicaciones de Atsushi, pero tú... —Chuuya giró para dedicarle una mirada molesta al azabache, quien se sintió atacado, hundiéndose más en sus hombros. —No trates de convencerme, te conozco, y sé lo impulsivo que eres, temo que por querer cumplir tus misiones, termines lastimándote.
Los años que se conocían y la amistad que compartían, le hacían saber que Akutagawa podía estar en peligro al dejarse llevar por los impulsos, por lo que veía ante los desastres que habían hecho el grupo rebelde, podrían llegar a lastimarlos de gravedad, era lo que más le preocupaba, que la persona más importante para él recibiera algún daño.
Ryunosuke se encontraba intranquilo por la calidez que se alojó en su pecho tras saber la preocupación del otro, si bien, no le gustaba verlo preocupado, que le demostrara que le importaba, le hacia regocijarse en felicidad, una felicidad que estaba mal.
Carraspeó un poco para aclarar su garganta, tratando de deshacer el nudo que se formó en ésta gracias a los sentimientos que comenzaban a rodear su corazón. Llevó su mano detrás de su cuello y giró por fin hacia donde el otro se encontraba, tratando de no mirar su rostro.
—Me comportaré, si le preocupa mi bienestar, entonces tendré cuidado para que esté tranquilo... —habló, tratando de tranquilizar al mayor con respecto a ese tema.
—¿Me lo prometes? —Akutagawa suspiró.
—Lo prometo. Prometo cuidarme y la vez detener al grupo de rebeldes para asegurar el bienestar de la nación, por usted. —llevó su mano derecha en dirección a su pecho, mientras inclinaba la parte superior de su cuerpo, sellando de esa manera aquella promesa.
Nakahara sonrió por sus palabras, llevó su mano y palmeó su cabeza, dándole la indicación de que se alzara, cosa que no tardo en suceder.
—Confiaré en ti. —sonrió más amplio, mientras llevaba su brazo por los hombros de Akutagawa, dándole un abrazo sin borrar la sonrisa que tenía. —Asegúrense de atrapar aquellas personas que están atormentando la ciudad. —el menor terminó asintiendo, teniendo su cuerpo rígido por tener al otro tan cerca de él.
Nakahara quedó así por unos minutos, disfrutando de la compañía del más alto y de aquel sentimiento tan dulce que lo invadía cuando de él se trataba, hasta que decidió soltarlo, dando unos pasos hacia atrás, permitiendo que Akutagawa tratara de modular su respiración.
—No te distraeré más, tienes cosas que hacer, regresa con los demás. —recibió otra respuesta afirmativa del menor. —Espero verte pronto. —expresó con una mirada cálida, provocando un hormigueo en las mejillas del otro.
—Igual yo... —se le escapó decir, para cuando se dio cuenta ya había sido demasiado tarde. Sacudió su cabeza y realizó una reverencia rápida hacia su mandatario, despidiéndose para retirarse rumbo al edifico de la Federación.
Chuuya esperaba que todo esto terminara pronto, para volver a la tranquilidad y bienestar de su nación, pero también para poder pasar más tiempo con su amigo.
La Federación no era la única que se encontraba planeando su siguiente movimiento, también aquel grupo se encontraba reunido para organizar la estrategia que realizarían, estando todos en aquel almacén donde siempre se reunían.
—Cómo era de esperarse, la Federación se encuentra molesta y desesperada por capturarnos, no volverán a bajar la guardia después de este ataque, por lo que debemos planear cuidadosamente nuestros siguientes ataques.
Kunikida se encontraba explicando a cada integrante que se encontraban rodeando aquella mesa.
—A pesar de que la noticia sobre nuestro mensaje en el sector A se esparció por los demás sectores, debemos seguir difundiéndolo en los demás. —comentó Oda.
—La cuestión aquí es, cómo repartiremos el mensaje teniendo más alerta a la Federación. —quien habló ahora había sido Ranpo mientras se balanceaba sobre una de las sillas.
—Recurrir a la misma estrategia de la vez pasada no es confiable, no caerán dos veces en lo mismo. —Yosano resaltó aquella parte a la vez que observaba el mapa con los 16 sectores que conformaba la nación.
—Para ello, Dazai tiene algo planeado. —Kunikida dirigió su mirada al castaño, quien ladeó su sonrisa.
—Lo que dice Yosano es cierto, no podemos recurrir a lo mismo, sabiendo ahora que ellos están más a la defensiva, ir todos juntos a un mismo sector puede ser peligroso. —comenzó a explicar con tranquilidad. —Hemos visto como son un grupo desunido, trabajar en equipo no se les da bien, pero extrañamente actúan mejor cuando están con su líder, por lo que para entorpecerlos hay que separarlos de Atsushi.
El individualismo en ellos era más sobresaliente que en los ciudadanos, al ser personas que desconocían el compañerismo, trabajar en equipo no servía de nada, lo notaron cuando Atsushi estuvo en rehabilitación, pues las acciones de la Federación se volvieron un poco torpes, pero cuando atacaron el sector A, les causaron más problemas, esto porque su líder les dio indicaciones de cómo actuar, les eran más sencillo seguir órdenes que trabajar en equipo.
—Dazai y yo hemos pensado que lo ideal es atacar varios sectores a la vez. —Doppo reveló aquella estrategia que estuvo planeando al lado del castaño. —Al hacer esto, indudablemente deberán separarse, sus ataques serán más fáciles de evadir al no tener indicaciones directas de su jefe.
—Yo me encargaré de separar a Atsushi de su grupo, sé que irá tras de mí completamente solo, dejando atrás a su grupo. —tarareó divertido Osamu, sabía que, ahora que sabía su identidad, toda su atención estará concentrada en él, al ser su amigo se negará a que alguien más vaya con él, de ese modo pueden deshacerse del líder.
—Nosotros iremos en pareja a cada sector, daremos el mensaje en el tiempo que se demoren en reaccionar la Federación, al ser diversos sectores, el líder le costará tiempo en tomar una decisión. —siguió con la explicación, alzándose para luego llevar su mano derecha al mapa. —Tanizaki y Kenji irán al sector F, Yosano y Naomi al sector G, Oda y Ango al sector L, Ranpo, Katai y yo nos encargaremos del sector C. —mediante fue explicando iba señalando los diferentes sectores que atacarían. —Mientras que Dazai se encargará de distraer al líder.
—¿Y cómo es que estás tan seguro que el líder irá solo tras de ti? —preguntó con curiosidad Naomi hacia el castaño.
—Porque no quiere lastimarme, entonces no se arriesgará a que algún otro integrante de la Federación vaya con él. —respondió con una amplia sonrisa, sintiéndose emocionado por esta nueva misión, no podía esperar encontrarse nuevamente con Atsushi.
—Tiene una amistad peculiar con el líder. —Oda le aclaró de forma directa a la chica, para que entendiera mejor.
—¿No es peligroso que Dazai vaya solo contra el líder? —quien preguntó esta vez había sido Katai con cierto nerviosismo, se sentía algo inquieto por la tranquilidad en el rostro de Osamu, era el Líder de la Federación de quien hablaban, no era cualquier persona.
—A pesar de que fue estúpido que revelara su identidad. —recibió un sape de Kunikida, lo que le borró la sonrisa al castaño. —Es verdad lo que Dazai dice, Atsushi no quiere lastimarlo, es raro tratándose del jefe, pero de haber querido cumplir con su trabajo, habría arrestado hace mucho a Dazai, quiere cumplir con su misión, pero no quiere lastimar a su amigo, lo que queda perfecto para que Dazai pueda distraerlo de la Federación. —explicó el rubio para que cada uno de sus compañeros entendiera lo importante que era ahora Dazai para sus planes.
—Aun así, debes de tener cuidado, que sea tu amigo no cambiar al lugar al que pertenece, quizá pienses que no sucederá nada, pero es el Líder de la Federación, un amigo no es impedimento para que arreste criminales. —le advirtió con seriedad Ango.
Todos ahí sabían lo despreocupado que era Dazai, siempre buscaba obtener experiencias fuertes, arriesgándose más de lo necesario, por suerte hasta ahora no había tenido problemas, pero las cosas cambiaban al arriesgarse de tal manera con la persona más peligrosa de la Federación.
Dazai sonrió por las palabras que se le dijo, entendía que estuvieran preocupados por él, pero a diferencia de todos ellos, el castaño conocía a Atsushi, por lo que no había nada de que preocuparse.
—Lo tendré, no hay ningún problema. —de igual manera, terminó aceptando el consejo de Ango, solo para aliviar la preocupación en sus compañeros.
Lo único que establecieron había sido la hora para actuar, cuando el plan había quedado claro, se retiraron para prepararse el día siguiente, cuando sería que atacarían.
Aquella tarde su patrulla iba tranquila, demasiado tranquila que presentía que algo malo sucedería, mirando a sus alrededores para estar alerta de cualquier cosa.
Y pues su instinto estuvo en lo cierto cuando escuchó su celular sonar, contestando rápidamente a la llamada.
—¡Jefe! Se encuentran en el sector G.
—Jefe, hay rebeldes en el sector F. —informó Mark
—¡También en el L! —le siguió Lucy.
Atsushi alejó el celular de su oreja al escuchar la información de sus dos compañeros, que se encontraban igual de confundidos por la información que el otro había dado, no podía ser que estuviera sucediendo eso. Sintió como el aparato en sus manos vibró, viendo rápidamente lo que sucedía.
<Están atacando el sector C.>
Rechinó los dientes no podía ser cierto que fueran tan arriesgados de atacar distintos sectores, lo peor es que temía que fueran otra especie de trampa, quizá querían distraerlos en esos sectores y para que fueran a uno en específico, para enterarse que estaban en otro, ¿qué haría?
—Divídanse, traten de atraparlos. Tachihara encárgate del sector G, llama a Gin para que se dirija contigo. —le respondió por la llamada a su compañero, cortando ahí la llamada. —Ustedes dos vayan al F, yo iré al C. —dio órdenes para que se separaran, comenzando a redactar un mensaje para sus demás compañeros para que se dirigieran a cualquiera de los sectores afectados, y revisar los cercanos.
Al finalizar, iba a llamar a Akutagawa para que viniera con él, pero cuando vio una tela negra asomarse en su vista, giró rápidamente hacia la derecha, donde lo había visto.
En un callejón oscuro se encontraba un hombre con túnica, portando una máscara de kitsune con tres líneas en la frente.
Se miraron por unos segundos, para que después este hombre se diera la vuelta y comenzara a correr, provocando que los labios de Atsushi se apretaran con fuerza.
—No te me escaparás esta vez, Dazai-san. —se dijo a sí mismo con determinación, guardando el aparato en el bolsillo para ir tras el castaño, que se había ido por el callejón.
Al atravesar aquel pasillo, se encontró con Dazai que le esperaba, al reencontrarse, prosiguió con su camino, huyendo a un ritmo rápido del albino para alejarse, Atsushi no demoró en ir tras él, esquivando cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino, tratando de alcanzar al otro.
—¡Realmente te ves motivado por atraparme! —comentó en burla el mayor.
—¡Es porque lo haré! —respondió en voz alta, consiguiendo risas en el otro, cosa que le hizo fruncir el entrecejo.
—Eres tan adorable, Atsushi-kun.
—¡No empieces, por favor! —chilló irritado, no quería que nuevamente Dazai comenzara con las palabras vergonzosas, pero esa respuesta solo hizo más grande la sonrisa que tenía el mayor.
Siguió corriendo, esquivando a las personas y saltando alguna banca que se cruzase, giró hacia atrás para ver el estado del menor, viendo como aún la distancia que lo separaba era bastante, como siempre, no explotaba su verdadera fuerza. Aquel pensamiento le hizo tener una idea sumamente divertida.
—Vaya, realmente no puedes alcanzarme, ¿por qué será? —habló de repente, provocando que Atsushi le mirase extraño. —Debe ser tu uniforme, sí, te queda tan apretado que te debe dificultar moverte, pero creo que es un pecio razonable a pagar, porque te hace lucir jodidamente bien, ¡alza tu trasero de maravilla! —y dejó salir la idea que se le ocurrió.
El rostro de Atsushi estalló en rojo por sus palabras, la vergüenza le hizo entorpecer a sus pies, haciendo que se tropezara y cayera al suelo, provocando risas fuertes en Dazai, quien aprovechó la caída de él para tener ventaja.
«¿¡Por qué dijo eso!? ¡¡¡AAAAAAAAAAH!!!» pensó completamente alterado y avergonzado, teniendo los ojos abiertos por la impresión que se llevó, dejando un rostro de pánico, mezclado con pena y fastidio.
Se colocó rápidamente de pie, importándole poco que su uniforme se hubiera ensuciado de polvo y siguió por donde Dazai se había ido, tratando de recuperar la distancia que perdió por su caída, tratando de no recordar lo que Osamu le dijo, algo que era difícil, sus mejillas seguían rojizas por aquel vergonzoso comentario, tenía a su corazón agitado, no precisamente por la persecución que estaba dando.
Al poco tiempo recuperó la distancia en la que anteriormente estaba, pero seguía quedando atrás del mayor. Pensó por unos momentos, hasta que se le ocurrió algo. Desvió su camino y corrió hacia el techo de uno de los locales, teniendo una altura mayor para mirar al castaño moverse, siguió así, cortando cierto camino al momento que saltaba del local a alguna casa, hasta que alcanzó al mayor, donde atacó.
En el momento en que Dazai miró hacia atrás para ver por donde venía Atsushi, un pesó le cayó encima en su espalda, pero no le tiró. Atsushi se agarró del mayor, rodeando sus piernas por la espalda y aferrándose del torso de éste, mientras que sus manos abrazaban su cuello.
—¡Já! ¡te atrapé! —exclamó con una victoriosa sonrisa. Dazai solo sonrió malévolamente por lo que se le estaba ocurriendo.
—Oh, ¿quieres que demos un paseo, Atsushi-kun?
—¡¿Eh?!
Dazai pasó sus brazos para tomar las piernas del menor, afirmándolas para que no se le fuera a caer, teniendo de mejor manera a Atsushi sobre su espalda, siguió corriendo, llevando encima al menor.
—¡Espera, no! ¡Detente, detente! —gritó agudo Atsushi, asustado por ser llevado de esa manera, no era lo que esperaba, creía que el impacto de la caída haría que Dazai cayera al suelo, pero parece que recibió bien su ataque.
—¿Por qué? ¡Será divertido! —expresó con alegría sin detenerse en ningún momento, comenzando a reír por como Atsushi se aferraba a él completamente aterrado por ser cargado.
Siguieron así por unos minutos, con Dazai carcajeándose de la situación y Atsushi lloriqueando porque lo bajara.
No fue hasta que, al llegar a un puente, el agarre que tenía Atsushi a Dazai perdió fuerza, por la velocidad en la que iban y el inestable agarre que lo mantenía sobre el mayor, terminó rompiéndose, saliendo disparado hacia el borde el puente.
Nakajima gritó aterrado, cerró sus ojos y esperó el golpe de la caída, pero nada sucedió, pues Dazai había actuado rápido para tomarle del brazo, quedándose suspendido en el aire. Atsushi volvió a abrir sus ojos, sintiendo un revoltijo en su estómago al ver la altura que lo separaba del suelo, alzó la mirada y observó la máscara que cubría el rostro de Osamu.
—Fiu... por poco... —jadeó con dificultad, con la ayuda de su mano libre, la llevó a la máscara que tenía, alzándola para que el albino pudiera mirarle, notando la sonrisa que tenía.
El menor gimoteó y agitó sus piernas, desesperado porque Dazai lo alzara para estar fuera de peligro.
—Si no fuera por mí, habrías tenido una caída dolorosa.
—¡Para empezar esto no habría pasado si me hubieras bajado! —lloriqueó.
—Pero me gustó llevarte en mi espalda. —el rubor en las mejillas del menor se volvió a presentar. —Bien, viendo tu situación, te ayudaré a subir con una condición. —alzó su dedo índice, para captar la atención del menor. —Di: "te necesito mucho, Dazai-san, por favor ¡sálvame!" —indicó con una voz similar a la de una dama en apuros, consiguiendo que el rostro de Atsushi palideciera.
—¡No es momento para tus bromas! —se quejó.
La sonrisa de Dazai se hizo pequeña, haciendo un puchero por la negativa del albino. Por ello, soltó un instante su brazo, volviéndolo a atrapar, esta vez agarrando su mano, lo que empeoró el nerviosismo de Atsushi.
—¡Ya entendí, ya entendí! —habló desesperadamente, mientras sentía como sus mejillas se volvían enrojecer por la vergüenza, respiró hondo y cerró sus ojos. —¡T-te necesito mucho, Dazai-san...! ¡Por favor, sálvame! —terminó diciendo lo que el castaño quería, con voz nerviosa y apenada, consiguiendo que Dazai se sintiera completamente satisfecho.
—¡Claro, Atsushi-kun! —cumpliría con lo que dijo, comenzando a jalar del brazo del menor para subirlo, ayudándole a pasar el borde del puente para que estuviera en la zona segura.
Las piernas del menor temblaban y finalmente terminó cayendo de rodillas, todos esos sentimientos fuertes lo tenían tembloroso, se sentía un poco más tranquilo ahora que sentía el suelo.
Salió de sus pensamientos al escuchar las risas de Dazai, dirigiendo al instante su mirada hacia él. Su propio rostro le miraba molesto, con las mejillas aún sonrosadas y su nariz arrugada, como un gato que se encontraba indignado con su dueño.
—Hey, no me mires con ese bonito ceño fruncido. —Dazai se acercó para colocarse de cuclillas frente a él, llevando su mano a la mejilla del otro, acariciándolo. Empeorando el nerviosismo del menor. —Aunque no lo hubieras dicho te iba a salvar de igual forma.
Aquellas palabras borraron la expresión molesta de Atsushi, suavizando su mirada. La mano que tocaba delicadamente la mejilla del menor subió para acariciar la cabeza de Atsushi, deslizando sus dedos entre los grisáceos cabellos de éste, provocando que cerrase sus ojos y una temblorosa sonrisa se dibujara en su rostro.
—Siempre que estés en peligro y yo esté cerca, te salvaré, sin importar nada. Porque somos amigos. —aquellas palabras dichas con calma y mezcladas con cariño, provocó que su corazón estallara, volviéndose loco al momento en que latía.
Su mirada titubeaba del nerviosismo y a la vez su pecho se veía envuelto en una calidez tan inmensa, que cualquier rastro de miedo o molestia se había esfumado, dejando en su lugar una felicidad al escuchar aquellas palabras, terminando por sonreír, sin darse cuenta.
Dazai sonrió por el rostro que había puesto el menor, palmeó un poco más su cabeza para luego alzarse, colocó correctamente la máscara en su rostro y se giró, comenzando a irse.
Atsushi lo vio desde su lugar, fácilmente podría colocarse de pie para ir tras de él, pero algo dentro de él terminó descartando la posibilidad, viendo como se alejaba el mayor, hasta que lo perdió de vista. Alzó su mano y la llevó a su pecho, curioso por la manera en como su corazón saltaba en alegría, soltando un suspiro pesado.
Aun siendo enemigos, Dazai seguía haciéndole sentir de una manera tan especial.
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