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Capítulo 79 - Segunda parte

— Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, esposa de Damiano David — tararea Carla con su gracia natural — ¡Cumpleaños feliz!

La tarta de chocolate blanco con una onza de chocolate con leche en la que está escrito un "felicidades" está delante de mí con dos velas encendidas. Puedo notar el fuerte olor del humo colándose en mis fosas nasales. La cera de la vela del número dos está comenzando a derretirse, mientras que la del número siete sigue intacta.

Tengo a Damiano sentado enfrente de mí, mirándome fijamente. Marlena está en sus rodillas, mirando la tarta con ansias. Veo de reojo a Carla. Ella tiene sentado sobre ella a Daniel y me está mirando con el ceño fruncido.

— ¿Piensas apagar ya las putas velas para que me pueda comer la tarta o qué? — Carla intenta preguntarme bajito en español para que los demás no se enteren.

Debido a su insistencia, soplo las velas. Ellos empiezan a repartirse la tarta.

— Y el trozo más grande para mí — dice Carla con deseo mirando el plato con la porción más grande.

— Ese tiene que ser para Daniela, es su cumpleaños — le comenta Thomas a su lado.

— Pues en mi cumpleaños me dejasteis a mí el trozo más pequeño — recuerda ella — Y como el karma existe, ahora me toca el pedazo más grande.

— Carla, por favor, cómete ya ese trozo y cállate — le pido yo. No quiero que se pongan a discutir por un estúpido pedazo de tarta.

Victoria y Ethan están más callados que de costumbre. Supongo que se han percatado de la tensión que hay entre mí y Damiano. Carla, por su parte, no se calla. Alza a Daniel y se lo muestra a Thomas.

— ¿Tenemos uno de estos? — le pregunta Carla a Thomas.

Mi hijo mueve los pies. Thomas le dice que se lo pensará.

— ¿Esta cosa puede comer tarta? — mi amiga me pregunta a mí, señalando al niño.

Sonrío. Sé que aunque ella lo llame "cosa" en el fondo lo hace con cariño. Marlena se escucha hablando con Damiano. No puedo creer que se haya olvidado de mi cumpleaños. Pensaba que me estaba vacilando cuando me lo ha dicho, pero iba muy enserio. Damiano baja la vista y asiente poco conforme.

— Lo siento — susurra.

— Espera, ¿está Damiano David pidiendo perdón? — pregunto con sátira — Guau, este sí que es un regalo de cumpleaños.

Me tengo que tranquilizar, la niña está mirando.

— No sé por qué te estás comportando así — me dice él.

— Bueno, ya basta, tirar y solucionar las cosas en una habitación — Victoria esboza una sonrisa escuchando a Carla — Ya sabéis, a solas y en la cama.

Yo le lanzo una mirada de aviso a Carla. No es un buen momento para bromear. Ella lo comprende y saca un tema de conversación aleatorio para disipar la tensión.

Después de media hora -que se me hace muy larga porque Damiano y yo no dejamos de cruzar miradas y yo estoy molesta con él-, todos se levantan y van a la entrada. Ethan y Thomas se despiden de mí con un abrazo y las chicas se esperan un momento para hablarme.

— Oye, ahora a folletear para rematar el cumpleaños, ¿sí? — Carla me coge las manos — Que estás muy estresada.

Está con una sonrisa que parece que se le va a salir de la cara porque está demasiado feliz por mí y por la tarta sobrante que se lleva en el bolso en un tupper.

— Te quiero — me abraza ella.

Nos quedamos así hasta que tengo que decir "basta" porque no puedo respirar.

— Y yo a ti — le respondo a mi amiga.

Han pasado cinco años desde que vinimos a vivir a Roma y puedo decir que ese cambio fue justamente lo que necesitaba Carla. Ahora tiene un trabajo mejor, tiene un piso increíble y está casada con Thomas. Pero su actitud risueña y divertida no ha cambiado en todo este tiempo.

Cuando ella se da la vuelta y la veo fuera besándose con Thomas, me giro hacia Victoria, quien acerca sus labios a mi oído.

— No se ha olvidado de nada — me susurra con sutileza y luego sonríe con amplitud, mostrando todos sus perfectos dientes.

Supongo que se refiere a Damiano. ¿Que sabrá ella que yo no sé?

— ¡Mami! — viene corriendo Marlena antes de que pueda pedirle más información a Victoria.

Levanta los brazos y menea las manos. Eso significa que quiere que la tome. Marlena ya pesa un poco, está creciendo muy rápido.

— ¿Te vas? — le pregunta ella a Victoria.

La rubia hace una mueca. Le produce mucha ternura Marlena.

— Sí, cariño — le acaricia la mejilla — Pero mañana vendré a verte — le promete.

Eso deja contenta a mi hija. La acerco para que le pueda dar un beso en la mejilla y después volvemos al salón. Ver a Victoria y a Marlena me ha producido tanto cariño que creo que voy a llorar.

— Mami, la tita Carla me ha dicho que el tito Ethan es mi novio — me dice la niña en voz baja — ¿Qué es novio?

Resoplo. Carla nunca va a dejar de meterle cosas así en la cabeza. Marlena espera con inocencia a saber el significado de esa palabra. Y no sé cómo explicarle a mi hija de cuatro años lo que es un novio. Pensaba que esta conversación la tendríamos cuando fuera mayor.

— Pues...

— Una cosa muy mala de la que te debes mantener alejada — interviene Damiano.

Me sobresalto, no sabía que nos estaba escuchando. Marlena sonríe al verlo y estira los brazos para que la coja él. Yo la acerco y ella se encarama enseguida a su padre.

— ¿Un novio es malo? — ella le pregunta con su voz infantil.

— Mucho — le responde él para meterle miedo — Ahora dime "papi, nunca voy a tener novio".

— Papi, nunca voy a...

— ¡Oye! — alzo la voz.

Damiano deja de aterrorizarla aprovechando su ingenuidad y la lleva a dormir. Yo los sigo y me asomo para ver a Daniel en la cuna. Estiro mi mano y acaricio su carita. Su piel es muy suave. Él se remueve un poco y yo me aparto enseguida. No quiero romper su sueño. Escucho las risas de Damiano y Marlena en la habitación contigua.

Yo me quedo mirándolos entre la rendija abierta de la puerta. Damiano está sentado en su cama leyéndole un cuento. Él lee el libro infantil con entusiasmo. Incluso imita distintas voces y entonaciones para mantener la atención de la niña.

— Léeme otro — le pide Marlena cuando Damiano cierra el cuento y acto seguido bosteza.

Damiano niega con la cabeza y le besa la frente.

— Mañana, cariño. Ahora tienes que dormir — le dice con una sonrisa que hace que todo su rostro se ilumine.

Marlena acepta. Está agotada, aunque no lo quiera reconocer. Yo ahogo un grito cuando Damiano abre la puerta y me pilla aquí espiándolos.

— Pensaba que estabas durmiendo — me dice él.

— Sí, claro, ¿vamos a la cama?

Él se sorprende al ver que ya no estoy tan molesta. Pero declina mi invitación porque tiene algo que hacer. Rehuye mis preguntas y no me brinda detalles al respecto.

— ¡Damiano! — grito, pero ya se ha ido.

Poco después me voy a la cama. Me ha dejado chafada que Damiano parezca que me esté evitando todo el día. Doy vueltas en la cama. Un par de lágrimas ruedan por mis mejillas. Últimamente Damiano parece distante. ¿Y si ya no estamos bien? ¿No está feliz conmigo?

Oigo unos pasos acercarse al colchón. Yo estoy sollozando. Un cuerpo pequeño y delgado se mete debajo de la manta. Enseguida veo unos ojos enormes abiertos de par en par, mirándome fijamente.

— ¿Por qué lloras? — me pregunta Marlena. No la puedo ver del todo bien porque no entra mucha luz a través de la persiana.

— Por nada, ¿tú qué haces despierta? — me paso las palmas por las mejillas para secar las lágrimas.

— Papi me ha dicho que tiene una sorpresa para ti — me dice y se acerca a mí.

Toco su brazo y espero a que diga algo más, pero permanece en silencio. Después de unos minutos me dice que tengo que bajar porque Damiano me está esperando. Frunce el ceño de una forma graciosa cuando le digo que no voy a bajar.

— ¿Por qué te enfadaste con papi? — casi parece que me quiera reñir — Él es bueno.

— ¿Por qué piensas que papi es bueno? — me arrepiento un poco de haber formulado la pregunta así porque parece que esté poniendo en duda lo que ella ha dicho.

— Porque me quiere, me lo ha dicho — menciona en primer lugar — Y también me compra juguetes cuando se va de viaje con los titos, me lee cuentos antes de dormir, me hace reír, juega conmigo y me abraza cuando lloro.

Después comenta brevemente otros motivos, pero mis ojos se han llenado de lágrimas con los primeros. Se le ilumina la cara hablando de Damiano.

La sigo cuando se baja de la cama y baja las escaleras. Damiano está de pie en la entrada y sonríe al vernos. Marlena no pierde ni un segundo y se coloca a su lado para cogerlo de la mano.

— Tengo algo que enseñarte — me dice Damiano.

Yo remoloneo al principio y me hago la difícil. Pero al final acabo saliendo con ellos. Agradezco no ir en pijama porque Damiano sigue igual de arreglado que hace unas horas. Él trae a Daniel, el cual está durmiendo, y lo monta en el coche.

— ¿Dónde vamos? — me inclino hacia Damiano.

Él gira la cabeza tan rápido que nuestros rostros quedan muy cerca y nuestros labios están punto de rozarse. Levanto la vista y veo como le cuesta apartar sus ojos de mi boca.

— Ahora lo verás — mira hacia delante y arranca el coche — No seas impaciente.

Mentiría si dijera que no me tiene intrigada. La niña está en el asiento de atrás hablando en voz baja con Daniel, pero él está dormido y parece un ángel. Ella entiende que es mejor no molestarlo y nos habla a nosotros.

— Quiero música — pide Marlena con voz dulce.

Damiano la mira por el espejo retrovisor y luego toca unos botones de la radio del coche.

— ¿Qué canción quieres? — le pregunta él.

— Una que diga mi nombre — dice emocionada.

Damiano esboza una sonrisa, contento de que su hija quiera escuchar su música, y un minuto después L'altra dimensione empieza a crear un ambiente alegre en el auto. Siempre que vamos en coche Marlena quiere escuchar una canción de su padre.

Diez minutos después, Damiano utiliza un mando para abrir una puerta corredera y estaciona el coche en el porche de...

¡No me lo puedo creer!

— Tienes que estar bromeando — le digo a Damiano casi chillando.

Me tapo la boca con las manos y admiro la imponente fachada de la casa que llevo tanto tiempo deseando. Es de un estilo moderno y cuenta con dos plantas. Hay un porche enorme, ya me estoy imaginando a los niños jugando aquí.

— Feliz cumpleaños, mi amor — mi marido me pilla desprevenida y me planta un besazo en los labios.

Yo le correspondo, sin terminar aún de asimilar el momento. Me acaba de comprar una casa. La que yo quería desde que la vi hace semanas.

Me la acaba de comprar.

— Damiano, esto es demasiado, esto...— no sé ni qué decir.

Él sonríe por mi cara de sorpresa y baja a abrirle la puerta a los niños. Coge en brazos al bebé y Marlena sale tarareando hacia el porche.

— ¿No te apetece ver tu nueva casa? — Damiano me pregunta a mí.

Voy a articular algo en respuesta, pero lo pienso mejor y los sigo a ellos. El interior de la casa está oscuro. Noto las manitas frías de Marlena abrazando mis piernas. Luego se escuchan unos maullidos.

— Gatito — murmura Marlena.

Damiano enciende las luces y mi mandíbula termina de caer al suelo. Las paredes están pintadas de blanco y los muebles del salón tienen colores suaves. La distribución es distinta a la de nuestro anterior salón y hay tres sofás. Damiano está observando mi reacción con curiosidad. De repente me fijo en que una de nuestras mascotas, Bidet, está al lado de uno de los sofás. Marlena corretea detrás de mí y yo miro la cocina. Hay una tarta encima de la encimera de mármol.

— Yo quiero ver mi habitación — demanda la niña, mirando a su padre.

Yo los sigo para terminar de ver todos los rincones de la casa. El piso superior parece más amplio. Damiano guía a Marlena hasta uno de los cuartos, el cual está ya casi amueblado. La niña se vuelve loca cuando ve que la mitad de la habitación está pintada de morado, su color favorito. El cuarto de Daniel es más sencillo, al fin y al cabo aún es un bebé.

Nos quedamos un rato con los niños. Daniel se duerme enseguida, pero Marlena está muy activa y quiere que salgamos fuera. Entonces descubro que en la parte trasera de la casa se esconde una piscina con dos tumbonas en su costado. Cojo a Marlena de la mano para que no se acerque mucho al borde.

— Te dije que papi era bueno.

— ¿Qué? — me agacho para escuchar mejor a la niña.

— Nos ha comprado esta casita.

No puedo evitar reírme. Acaba de decir "casita" como si lo que su padre ha comprado fuera algo escueto y pequeño y creo que literalmente se puede ver desde la otra punta del país.

Damiano se acerca a nosotras y se agacha junto a Marlena. Ella lo mira asombrada y se aleja de mí para ir con él.

— ¿Y mis juguetes? — le pregunta. A su edad esta es la preocupación más grande que tiene.

— Mañana te los traeré — le promete Damiano.

Eso me hace recordar que nos tendremos que deshacer de esa casa. Por una parte me da pena, pero por otra siento que aquí estaremos más cómodos.

— Te quiero, papi — ella abre los brazos, pidiendo un abrazo.

Damiano esboza una sonrisa y la envuelve con sus brazos.

— Te quiero — le dice él antes de besarle la cabeza.

Yo suspiro. Estoy llorando, y no me había dado cuenta hasta ahora. Se ven tan bonitos.

Unos minutos después yo misma acompaño a Marlena a la cama y luego voy a la cocina para ver a Damiano. Solo distingo su figura por la débil luz nocturna que entra por la ventana.

— Oye, lo siento, esta mañana me he enfadado contigo porque pensaba que habías olvidado mi cumpleaños y...

— Ya — él me interrumpe.

Mierda, ahora él se está haciendo el dolido por lo de esta mañana. Rodeo la encimera y mis ojos van a la tarta que hay encima. Paso el dedo por ella y me lo unto de nata. Luego se lo paso a Damiano por la mejilla y se la chupo.

— Si esta es tu forma de pedir perdón...— suena un poco serio — Me gusta.

— Venga, no te enfades — me paso la lengua por los labios para acabar con los restos de nata.

— Me toca — habla atropelladamente y me unta el cuello con nata para luego lamérmelo.

Al final hacemos de todo con la nata menos comerla con normalidad. Cuando vengo a darme cuenta estoy encima de la encimera, sin camiseta y con todo el pecho cubierto de nata. La lengua de Damiano hace un lento recorrido por mi clavícula hasta mis pechos. En este tramo se toma su tiempo para recrearse y succiona uno de mis pezones. Yo gimo. Esto está dando un buen giro.

— Más, Damiano — le pido, tocando su espalda.

Él levanta la vista y sonríe con arrogancia.

— ¿Más, nena? — me pregunta con los ojos entrecerrados.

Él juguetea ya con el borde de mis pantalones y yo doy el paso para quitármelos. Damiano lleva su mano a mi zona íntima y entrebre los labios mientras mira cómo la tela de mis bragas se moja. Une nuestros labios, presionándolos con suavidad, sin prisa. Abro mucho los ojos cuando sus dedos presionan mi entrepierna.

— Damiano.

— Shhh, tranquilízate — él aparta la tela de mis bragas y doy un respingo.

Acaricia mi sexo húmedo con sus largos dedos. Yo me muerdo el labio para no hacer mucho ruido. Al fin y al cabo, los niños están durmiendo arriba. Damiano se agacha y acerca sus labios a mi coño.

— Oh...— susurro.

Coloco mis piernas sobre sus hombros y lo dejo llevarme a la locura con su lengua. Hundo mis manos en su pelo rizado. Recuerdo que en la época de su disco Rush! se cortó el cabello. Tuvo que soportar mofas y memes durante meses, pero para mí se veía igual de guapo de esa forma.

— ¿Qué haces? — veo como se aparta de mi entrepierna — Quiero correrme en tu boca.

En mi cabeza eso no había sonado tan raro. Él me mira con perspicacia y sus labios forman una media sonrisa traviesa.

— En mi boca, ¿eh?

— Tú siempre te corres en la mía — le recrimino.

Él no le hace mucho caso a mi último apunte. Solo me mueve para bajar mi ropa interior de una vez y después contesta.

— Eres una afortunada — me dice con arrogancia — A tanta gente le gustaría que yo me corriera en su boca...

Esta conversación está resultando un poco delirante.

— No sea tan engreído, señor David — hago énfasis en las últimas palabras.

Sus ojos brillan.

— Vuelve a llamarme así — me pide él con su picardía natural.

Yo pongo los ojos en blanco y lo jalo del pelo para volver a sentir su boca entre mis piernas. Mi espalda termina pegada al frío mármol de la encimera cuando acabo golpeada por una ola de espasmos. Damiano enseguida se levanta y ve como me recupero del orgasmo que me ha regalado. Se extiende sobre mí y amasa mis tetas con sus enormes manos. Yo enrosco mis piernas alrededor de sus caderas y él acerca nuestros labios. Sé que estoy probando mi propio sabor y sé que él está disfrutando de esto.

— Damiano...— digo, moviendo mis manos con torpeza hasta su bragueta.

— Nena, nena, nena...— unos rizos salvajes le caen por la frente — ¿No tienes espera, eh?

Yo niego con vehemencia. Me incorporo, aún sintiendo mis músculos pesados, y agrando los ojos cuando veo su miembro saltar de sus pantalones.

— Venga conmigo, señora David — sonríe diciendo esto y agarrándome por el culo para levantarme.

La cabeza de su pene se roza con mi entrada -bueno, Damiano fuerza esto- y doy un respingo. Él me tiene bien sujeta. Noto sus músculos duros bajo mis pequeñas manos y me doy cuenta de como deja de respirar durante unos minutos cuando mis tetas acaban estampadas contra su pecho.

— Quiero ver la cama — le susurro al oído.

— ¿Solamente verla? — él insinúa, captando el mensaje implícito en mis palabras.

No se escucha nada en el piso de arriba. Eso es bueno, los niños estarán durmiendo. Damiano le da una patada brusca a la puerta del cuarto y nos encierra dentro. Me recuerda bastante a nuestra ya antigua habitación. Damiano me deja en la cama y no me da tregua. Se desabotona la camisa y masturba nuestros sexos antes de colocar su polla en mi entrada y empujarla con un duro empeñón. Doy un grito, el cual él ahoga con un beso. Rastrillo su ancha espalda con mis uñas y veo que hay un espejo de cuerpo entero justo enfrente de la cama.

— ¿Qué ha-hace...un espejo... ahí...? — hablo de forma entrecortada y torpe.

Él levanta su rostro y reduce un poco la velocidad de sus empujes.

— Es un buen sitio para tener un espejo — argumenta Damiano.

Luego pasa un dedo por mis labios y me clava la mirada de una forma tan profunda que me hace ruborizarme. Nos cambia de postura varias veces, se quiere recrear. Entra y sale de mí con una fricción impresionante. Siento cada embestida más fuerte y dura que la anterior. Damiano intenta cada vez llegar más profundo dentro de mí. Mientras tanto tengo sus manos recorriéndome desde la cintura hasta la cara. Sabe perfectamente dónde y cómo tocar, ya tiene mi cuerpo estudiado.

Masajea mi clítoris mientras sus embestidas se vuelven menos precisas y más rápidas y desesperadas.

No tarda mucho más en catapultarme al orgasmo y él me sigue, vaciándose dentro de mí. Rodeo su cintura con mis brazos para que no se separe todavía.

— Mi dulce Daniela...— murmura con voz grave y besa mis labios con deseo retenido.

No recuerdo cuanto tiempo nos quedamos así. Solo sé que nos quedamos un par de horas más haciendo botar el colchón y amandonos como si fuera nuestra última noche, hasta que nos quedamos sin aliento y caemos rendidos por el sueño.

Sin duda, este ha sido mi mejor cumpleaños.

******

Veo las stories de Carla mientras preparo el desayuno. Aún me estoy intentando acostumbrar a la casa nueva y su distribución. Damiano seguía durmiendo cuando me he despertado.

— ¡Tengo el mejor macho del mundo, perracas! — exclama en español Carla en una de las stories en las que aparece con Thomas detrás y después suelta una risa casi malévola.

Dos segundos después me llega una notificación de que ha publicado una foto en su cuenta de Instagram -donde ya tiene más de medio millón de seguidores-. En la foto aparece con Thomas en la playa, besándose. Sonrío viendo como Victoria es la primera en comentarle la foto con unos emoticonos de fuegos.

Esos emoticonos son muy de Victoria.

Desayuno cuando todos se despiertan y me acompañan en la mesa. Marlena está especialmente risueña e incluso ayuda a su hermano a comer. Un par de horas después, Carla me manda un mensaje para preguntarme si nos apetece ir a la playa. Los padres de Thomas tienen una casa y nos han invitado a pasar la noche. Se lo comento a Damiano, que aunque está un poco indeciso a priori, no duda en decir que sí cuando le enseño los bikinis que me podría poner.

— Este me lo regaló Carla — le muestro uno negro — Y este Victoria — le paso uno azul eléctrico.

Él se queda especialmente impactado mirando el que me dio su compañera de banda.

— Mierda, el de Carla tiene menos tela que el de Victoria — silba sin creerselo.

Me pongo el de Carla con Damiano enfrente intentando manosearme cada vez que se le presenta la oportunidad. Una hora después llegamos a la playa él y yo con los niños y nos encontramos a Carla y a Thomas en la casa de la playa de los padres de éste.

— ¡Qué bien que hayáis venido! — Carla da un brinco y señala a mis hijos — Echaba de menos a los mocosos estos.

Damiano le da una mirada asesina en broma por lo de "mocosos" y Carla se la devuelve.

— ¿Ethan y Victoria vienen? — pregunto yo.

Thomas nos lleva hasta la casa para enseñarnosla. Pero de repente mira hacia atrás y asiente.

— Sí, vienen los tres.

— ¿Los tres?

— Ethan, que al parecer tiene una amiguita — Damiano me coge mi mano libre, porque con la otra estoy empujando el carrito de Daniel.

— ¿Ethan?

— Sí, el tímido — Damiano se carcajea — No he visto a la tía con la que supuestamente está, así que me espero cualquier cosa.

— Entonces, Ethan tiene novia — murmuro yo.

Ayer no se mencionó en mi cumpleaños nada de eso, pero con la tensión que había entre Damiano y yo no me extraña que no le apeteciera a Ethan decir algo.

— Sí — Damiano me da un apretón en la mano — ¿Pasa algo con eso?

— ¡Claro que no! — veo a Marlena con Carla jugando en la mesa de la sala de estar — Solo no lo esperaba.

— Ya ves — Damiano me dice — Hace un par de años hice una apuesta con Victoria sobre quien tendría antes una relación seria. Ella dijo Thomas y yo dije Ethan — suspira — Perdí cincuenta pavos.

Río al ver que habla casi con melancolía. Le doy un beso en la mejilla y él me lo devuelve en la boca.

— ¡Oigan, hay niños! — Carla le tapa los ojos a Marlena para que no nos mire.

Damiano y yo reímos.

A media tarde, salimos a la playa. Llevamos unas tumbonas y esperamos hasta que Victoria, Ethan y su misteriosa acompañante hacen acto de presencia. Carla bromea sobre que la novia de Ethan será fea y se traga sus palabras cuando la vemos aparecer agarrada de la mano del baterista. Parece que vengan a cámara lenta. Ella es alta, delgada, con muchas curvas y un cabello dorado y lacio. Carla se sienta en la tumbona conmigo. Yo sostengo a Daniel sobre mi regazo.

— Qué pedazo de tetas tiene — mi amiga comenta en voz tan alta que hasta creo que la propia chica lo debe de haber escuchado.

Victoria viene seguida de ellos. Damiano y Thomas ya se han metido al agua. Mi marido lleva tomada a Marlena y los puedo ver desde aquí jugando con el agua. La acompañante de Ethan viene directa hacia mí y me saluda.

— Hola, soy Laura — me da una buena sonrisa, mostrando sus perfectos dientes — Tú debes de ser Daniela. Me han hablado mucho de ti.

— ¿Sabes que se lió con tu novio? — de todas las cosas que pensaba que podría decir Carla, esta es la última que me esperaba.

Le doy un codazo. Esta no es manera de comenzar una conversación. Pero la chica no se ve para nada afectada.

— Ethan me comentó algo — la chica dice, asintiendo — Pero eso fue hace mucho tiempo. No pasa nada.

Ethan y Victoria, que se habían quedado atrás hablando nos acompañan. Laura es una persona sociable y extrovertida. Se la ve muy cómoda entre nosotros. Las cuatro nos sentamos en las tumbonas. Ethan se despide de Laura con un tierno beso en los labios y se va al agua con los chicos.

— ¿Es tu hijo, verdad? — Laura señala a mi bebé.

Yo asiento. Ella me hace un par de cumplidos sobre él y me pregunta si lo puede tomar. Entonces Carla la intercepta.

— Eh, eh, eh...— ella salta de la tumbona y le impide acercarse para coger a Daniel — ¿Canción favorita de Måneskin?

La seriedad de Carla es tal que creo que Laura está algo asustada. Victoria se pone unas gruesas gafas de sol y mira con diversión la escena.

— Carla, por favor.

— No, Daniela. No pienso dejar entrar a una extranjera a nuestro grupo de amigas sin saber cuál es su canción favorita de Måneskin — ahora se vuelve a dirigir a Laura — Si es Beggin' aquí no pintas nada.

La chica se pone colorada.

— No, es...Coraline — responde al fin para terminar todo este teatro orquestado por Carla.

Mi mejor amiga se queda callada, pero luego le tiende la mano para que se la estreche.

— Usted se ha ganado mi respeto — le dice Carla a Laura.

Me alegro de que la chica no haya salido corriendo después de esto, porque yo lo habría hecho.

Dejo que Laura tome un rato a Daniel. Según comenta con brevedad, le gustan los niños y algún día le gustaría tenerlos.

— Oye, ¿y tú cómo te sientes siendo la única soltera? — Carla le pregunta a Victoria, la cual gira la cabeza hacia ella y se encoge de hombros.

— ¿Quién ha dicho que yo no esté con alguien?

— Eso es justo lo que me dijo Silvia el otro día cuando le pregunté si estaba con alguien.

Se crea un silencio incómodo cuando Carla dice eso. Yo la miro y ella me mira. Y con una sola mirada sabemos que estamos pensando lo mismo.

— ¡Tú te estás liando con mi amiga, cerda! — exclama Carla.

Me gusta que no haya mucha gente en la playa para que no sean testigos de los gritos de Carla.

— ¡Y tú te estás liando con mi amigo!

Laura me devuelve a Daniel con una sonrisa. Mientras tanto, Victoria confiesa que está empezando a salir con Silvia. Yo ya me lo esperaba, cada vez que quedamos todas puedo notar el tonteo y las miradas entre ellas. Es más que evidente. Y por otra parte, Gabriella también está saliendo con un chico, Bruno, y van muy enserio. Hasta estaban pensando en irse a vivir juntos.

— Qué golfa la Silvia — resopla Carla — ¿Qué clase de interesada se aprovecha de su amiga para venir a Italia y liarse con alguien de este país?

Prefiero no darle respuesta a su pregunta. Laura enseguida se integra en el grupo. Nos cuenta que es abogada y que conoció a Ethan por casualidad en una tienda de ropa. Relata la historia con mucha intensidad.

— ¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! — Marlena viene correteando desde la orilla y me enseña unas cosas que lleva en las manos — Mira las conchas que papi ha conseguido para mí.

Ella me las acerca con fascinación. Realmente son bonitas.

— Marlena, yo también quiero verlas — le pide Victoria y se va con ella.

— ¿Marlena? — pregunta Laura con una ceja arqueada — ¿Como la de las canciones?

— Ajá — respondo.

— Uy, que viene el Damiano — avisa Carla.

Y sí, efectivamente Damiano sale del agua con la piel brillante por las finas gotas y se echa el pelo húmedo hacia atrás. Él sonríe al darse cuenta de que le estoy echando un repaso de arriba abajo, con mucha intensidad y descaro.

— Hola — me dice, agachándose a mi lado.

— Hola — le respondo yo.

— ¡Hola! — exclaman las otras, mirándonos.

Damiano me da un beso, luego otro, y así hasta que Carla nos manda a irnos a un hotel.

— Tienes razón, quizá debamos irnos a uno — me mira a mí mientras habla y le acaricia la cabeza al niño — Así te puedo hacer otro bebé.

— Ugh, demasiada información — Victoria se hace la asqueada y Carla le sigue el rollo, fingiendo arcadas.

Damiano vuelve al agua y me hace un gesto para que vaya detrás de él. Yo les dejo a Daniel a las chicas junto a Marlena y corro a la orilla.

— ¡Van a procrear en una playa pública! — chilla Carla entre risas.

Thomas y Ethan salen para ir con las chicas y yo nado hasta Damiano. Él acaba viniendo hacia mí cuando ve que me canso y me agarra del culo para alzarme.

— ¡No me sueltes! — rodeo su cuello con mis brazos al tener la sensación de estar a punto de caer.

— No te voy a soltar nunca, nena. Conmigo estás segura.

— Me gusta cuando te pones intenso — me río y le doy un beso en el cuello.

Nuestros cuerpos mojados se frotan y yo miro hacia donde están los demás. Todos están pendientes de nosotros.

— Nos están mirando — le digo a Damiano.

Él hace caso omiso y me besa el cuello. Yo río y gimoteo mientras él anda para meternos un poco más dentro del inmenso mar.

— ¿No te gusta lo infinito que es el mar? — pregunto yo, quedándome sin aliento viendo las vistas del mar.

— Me gusta lo infinito que es lo que siento por ti.

Yo me giro para mirarlo. Sus ojos tienen un brillo especial. El atardecer está a punto de llegar, por eso el cielo ya comienza a mostrar unos reflejos anaranjados.

— ¿Estás feliz?

— Siempre — tiene una sonrisa muy ancha.

Ambos miramos hacia los niños y vemos a Marlena jugando con Thomas y Carla y a Daniel siendo el centro de atención de los demás.

— ¿Cómo crees que seremos dentro de diez años?

— Pues igual que ahora.

— ¿Todo seguirá igual?

Damiano ríe.

— Marlena y Daniel serán mayores y nosotros tendremos treinta y siete. Pero todo será igual. Seguiremos teniendo a nuestros amigos, nuestra casa, nuestra familia...

— Eso suena bien — susurro yo con la cara a unos centímetros de la suya. Entonces recaigo en algo que ha dicho — ¿Cómo serás tú con treinta y siete?

— Mierda, estaré buenísimo — ríe — Estaremos buenísimos. Vamos a envejecer como el buen vino, Daniela. Te lo puedo asegurar.

Paso mis dedos por los tensos músculos de su espalda.

— ¿Qué quieres hacer por el resto de tu vida?

— ¿En serio tengo que contestar a eso? — suena como si le hubiera ofendido — ¿No está claro?

— Dímelo — le presiono.

Nunca hemos hablado del futuro, o al menos no de nuestro futuro a largo plazo. A ambos nos gusta vivir el presente, pero también me gusta pensar en el futuro a veces.

— Yo quiero estar toda mi vida contigo — le aseguro, pero no hace falta porque eso él ya lo sabe.

Así que sonríe, y sin más, procede a hablar:

— Yo quiero seguir dedicándome a la música con esos tres que están allí haciendo el payaso. Quiero que Victoria se ría de mí cada vez que cante y me salga un gallo, también quiero que Ethan me tire una baqueta cada vez que le llame Rapunzel y sobre todo quiero seguir viendo como Thomas baila de esa manera tan suya cada vez que sacamos una canción — hace una breve pausa y suelta una carcajada.

Acaba de decir que los quiere. Con otras palabras, pero lo ha dicho.

— Deseo ver a mis hijos crecer y estar con ellos en todos sus logros, pero también cuando se equivoquen y necesiten a alguien con quien desahogarse — creo que se me están escapando unas lágrimas — Quiero hacerles sonreír y animarlos a conseguir sus sueños, sean lo que sean, porque a mí me hubiera encantado que alguien hubiera confiado en mí cuando dije que quería dedicarme a la música. Quiero ser un buen padre, pero no me pidas que sea educado si alguna vez Marlena trae a un chico a casa porque no lo voy a ser. Por ahí no paso.

Ambos reímos. Su ojos también se están cristalizando y el atardecer ya ha caído sobre nosotros.

— Pero, sobre todo, quiero vivir todo eso a tu lado, Daniela — sus ojos se clavan en los míos y mis labios se entreabren. Ahora va a hablar sobre mí — Quiero despertarme contigo todos los días, hacer el amor, viajar, crear recuerdos con nuestra familia, vivir la vida que queramos, sin prejuicios. Quiero que seas mi compañera, mi mejor amiga, la madre de mis hijos y, por supuesto, mi esposa. Sé que la vida es un camino repleto de cosas buenas y malas, pero sé que podemos afrontarlo todo juntos, ya lo hemos hecho antes. Quiero ver pasar los años contigo, ver como tu pelo se vuelve blanco y nuestra juventud se marchita. Solo imaginanos a nosotros jugando con nuestros nietos, creo que eso suena bien — sonríe y una lágrima rueda por su mejilla — La vida es un baile, eso es un hecho, y yo quiero que seas mi compañera de baile para siempre, hasta que la música se acabe.

Tengo la cara empapada de lágrimas, pero son de felicidad. Eso que acaba de describir es lo que quiero, lo que siempre he deseado desde que lo conocí.

Pega su frente a la mía.

— Daniela Caruso, sé mi musa para siempre.

Mi voz tiembla al responder. El momento es abrumador.

— Para siempre.

Los dos no aguantamos más y juntamos nuestros labios. Es un beso, pero sé que para ambos significa el sello de una promesa de estar juntos para siempre.

El futuro es incierto, pero nuestro amor es inquebrantable.

Estamos destinados a estar juntos.

Y sí, deseo vivir cada paso del baile de este viaje llamado vida, hasta que la música pare y nos convirtamos en recuerdos.

Pero, hasta entonces, seguiremos siendo Damiano y Daniela.

******

¡Hola!

¿Qué tal? ¿Cómo están?

Ya sé, ya sé que la última vez que actualicé fue el año pasado lol.

Pero aquí les he dejado el capítulo final, haré un epílogo también. La verdad es que me cuesta mucho procesar que este fanfic se acabe, ha sido mi lugar seguro durante mucho tiempo. Pero también tengo ganas de escribir otro tipo de cosas que no sean fanfics y probar suerte.

Bueno, también tengo curiosidad, ¿quién ha sido su personaje favorito? ¿Su escena favorita? ¿Algo que les haya llamado la atención?

Espero que les haya gustado el fanfic, ha sido lo primero que he escrito en toda mi vida, ténganlo en cuenta. Yo he disfrutado mucho escribiéndolo, la verdad.

¡Nos vemos en el epílogo! ❤️

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