Capítulo 75
La risa infantil de Marlena resuena por todas partes. Se la ve feliz sentada encima de Ethan y viéndolo intentar tocar la batería solo con un brazo, porque con el otro la está sujetando a ella. He venido con ella y con Damiano a Casa Måneskin para que los chicos pudieran pasar un rato con la niña. Damiano se acerca a Ethan y se agacha para poder decirle algo al oído a nuestra hija. Sea lo que sea que le diga hace a la niña sonreír.
Escucho el sonido del flash de un móvil. Me giro para ver a Carla capturando a Ethan, Damiano y Marlena para la posteridad. Asiente mirando la pantalla, dándole el visto bueno a la foto.
— ¿Quieres que te la pase? — me pregunta Carla, hablando sobre la foto.
Me acerco para verla y efectivamente se ven tan bonitos en la foto como en vivo y en directo. Yo le digo que sí a Carla. Además, estoy haciendo un álbum de fotos de mi familia y quiero tener todas las fotos que pueda. Sonrío solo de imaginarnos a Damiano y a mí enseñándole el álbum a Marlena y diciéndole que ella era así de guapa de bebé.
— Pa-Papi — pronuncia Marlena con dificultad tocando la cara de Damiano.
Todos nos miramos sorprendidos, aunque ya no sé por qué. Marlena ya está a punto de cumplir un año y hace unas semanas que empezó a decir algunas palabras. Su primera palabra fue precisamente la que acaba de decir, "papi".
— Que suertuda la Marlena, ¿no? — Carla se coloca a mi lado — No tiene ni un año la tía y ya está rodeada de monumentos — se refiere a Damiano y a Ethan.
La mascota de Victoria se cuela en el estudio y se le acerca a Carla, quien da un salto y chilla.
— ¡¿Qué es eso?! — exclama, poniéndose detrás de mí.
Yo me río.
— Tranquila, es la perra de Victoria — aún no la había visto — Se llama Chili.
— Oh, ¿es una perra? — pregunta ella — Mira, como yo.
El animal de pelo rizado y blanco se sienta delante de nosotras. Carla la acaricia. Luego Victoria llama a Chili y ella se va corriendo.
— ¿Mami? — mi hija me llama, mirándome.
Yo me derrito ante esos ojitos y me acerco a ella. Ethan me ayuda para que la tome y ella se abraza muy fuerte a mí. Lleva puesto uno de los vestidos que le regaló Victoria, junto con una chaqueta que le dieron Carla y Thomas.
— Tenéis una hija preciosa — nos dice Ethan.
Damiano me abraza por detrás y toca la cabeza de la niña, que abre la boca y ríe con alegría.
— ¡Lo encontré! — Carla viene con Legolas en brazos. Marlena les tiene mucho cariño a los gatos y nunca quiere salir sin ellos — Estaba escondido detrás del sofá — Legolas ni la mira e intenta moverse para que lo suelte — Creo que me está evitando porque le quité su ovillo de lana, pero Legolas, coño, que lo necesitaba para hacerle un chaleco a la Marlena, lo tienes que entender — le habla directamente al gato.
— Muérdele, Lego — Damiano le da permiso.
Yo lo miro mal y entonces rueda los ojos, negando lo que ha dicho.
— Vale, no le puedes morder — él mira hacia el gato — Pero arañarle sí.
— ¡Damiano!
— Vale, vale, no puedes hacerle nada, Legolas.
Ethan reprime una risa mientras ve nuestra escena con el gato.
— Deja ya en paz a Legolas, por favor — le pide Damiano educadamente — Si quieres un gato para abrazar busca a Bidet, a ella le va ese rollo. Legolas es más independiente y no soporta el contacto excesivo.
Carla se queda pensativa. Pero enseguida deja a Legolas en el suelo y se va a por Ziggy y Bidet. Marlena se queda mirando fijamente a Legolas mientras él se mueve hasta un pequeño rincón del estudio y se tumba de lado, durmiéndose casi al instante.
— Le-Lego — Marlena señala al gato.
— Sí, cariño, es Lego durmiendo — le digo y rozo mi nariz contra su mejilla, haciéndole cosquillas.
Carla vuelve con Bidet, la cual tiene una cara un poco asustada.
— Yo creo que si pudiera hablar me diría que me quiere — habla Carla mientras toca a Bidet.
— Yo creo que te mandaría a tomar por culo — fulmino a Damiano con la mirada — Pero tu interpretación también es buena, Carla.
Mi amiga le saca la lengua y sigue acariciando a los animales. Vuelvo a acercar a mi hija a la batería. Ella se queda embobada mirando cómo el chico de cabello largo toca su instrumento.
— La Marlena está enamorada del Ethan, yo solo aviso — dice Carla a mis espaldas, señalando al bebé.
Ethan deja de tocar y se levanta. Se acerca a Marlena y le habla. Mi hija levanta la mano y Ethan la toma entre las suyas. Luego, en cuanto Ethan se aparta un poco, ella mira a la batería y luego me mira a mí. Cuando está lo suficientemente cerca de uno de los tambores de la batería, extiende el brazo y toma una de las baquetas que Ethan había depositado sobre el tambor. La abraza y sonríe.
— Pero, Marlena, que eso es de Ethan, ¿cómo va a tocar ahora la batería? — le pregunta cariñosamente Carla.
Marlena no suelta la baqueta, es más se aferra a ella cuando Carla intenta quitársela.
— Deja a mi hija — interviene Damiano — Que coja lo que ella quiera.
— ¡Pero le ha cogido el palo a Ethan! — se gira hacia el nombrado — ¿Tú sabes tocar con una sola baqueta?
— Y con los ojos cerrados — dice él.
Carla entorna los ojos y le pide una demostración. Y Ethan se lo demuestra. Se sienta en su taburete, cierra los ojos y valiéndose de un solo brazo, hace su magia con la batería.
— Madre mía, que bueno está el hijo puta — Carla resopla mirando a Ethan.
Damiano y yo nos giramos a verla. Está disfrutando del espectáculo.
— A ver, que yo le soy fiel a mi Thomas — dice alto. Ethan sigue tocando sin enterarse de nada — Pero chica, no es mi culpa tener ojos en la cara — me dice a mí, encogiéndose de hombros.
Después de terminar Ethan su demostración, salimos del estudio y nos reunimos con Victoria y Thomas en la sala de estar.
— Oh, dámela — Victoria aparece de repente, demandando tomar a Marlena.
— No, que me la va a dar a mí — Thomas se adelanta y le da un empujón leve a Victoria.
Le entrego mi hija al guitarrista y Victoria se se acerca a ellos. La colman de atención ambos y mi bebé tan encantada.
— ¿A quién quieres más? — le pregunta Victoria a Marlena. Se acerca a su oído para decirle que hable y diga que la quiere más a ella.
— Eh, eh, no me la confundas — Thomas le toca el brazo a mi hija para que se gire hacia él — ¿A qué me quieres más a mí, Marlena?
— ¡Me quiere más a mí! — Carla viene a reclamar el amor de la niña.
Ellos esperan a que ella decida entre los tres, pero Marlena no lo hace. Ella mira hacia delante y ve a Ethan con una sonrisa mirándola, entonces alza el brazo y lo señala a él.
— ¡¿Cómo qué quieres más a Ethan?! — exclama Victoria.
— ¿Es por su pelazo, verdad? — le pregunta Thomas al bebé y niega con la cabeza — Nunca podré competir contra eso.
Yo me carcajeo. Damiano va hacia la niña.
— ¿A mí no me quieres no, pequeña? — le pregunta, cogiendo la mano de ella — ¿Te dedico canciones y tú quieres más a otro? — se lleva una mano al pecho dramaticámente — Me dueles, Marlena, me dueles.
Damiano hace el teatro de salir por la puerta. Marlena llora cuando lo ve irse. Querrá a Ethan, pero a Damiano lo quiere mucho más.
Mi marido vuelve para calmar al bebé. Entonces Carla mira a Victoria y a Thomas.
— Nunca me había dado cuenta hasta ahora de que los tres somos rubios — les dice mi amiga.
Victoria y Thomas la miran y asienten.
Legolas, Bidet y Ziggy están paseándose por toda la casa. Tardo como media hora en encontrarlos a los tres mientras Marlena está con los chicos. Nos iremos pronto hoy porque mañana tenemos que ir a la boda de Alice y Jacopo. La habían planeado para celebrarla unos meses atrás, pero parte de la familia de Alice vive en Milán y no podían desplazarse en aquel momento, por eso la aplazaron.
— Qué asco me dais — oigo a Damiano decir desde la cocina.
Llego hasta allí con los gatos persiguiéndome y veo que está con Carla y Thomas, los cuales se están abrazando, besando y restregándose.
— Oye, que yo no me he metido con Daniela y contigo — le ataca Thomas.
— Daniela y yo no damos asco — Damiano ladea la cabeza y me ve. Me hace un gesto para que entre — Ven, nena, vamos a demostrárselo.
Paso y me coloco junto a él.
— A ver, le pido encarecidamente a uno de los miembros de Damiela que deje de meterse con Cathomas — sí, esta es Carla hablando.
Thomas la mira, confundido.
— ¿Qué es Cathomas? — le pregunta.
Veo de reojo a Damiano con la mano en la boca, intentando disimular que se está riendo de ellos. Le doy un codazo y le hablo en un susurro.
— No te rías, que son nuestros amigos.
— Sí, sí, si se les quiere como son, pero, Cathomas...— sonríe con burla — Y tampoco te pongas así conmigo porque sabes que en el fondo tú también te quieres reír, Daniela.
Ahí me pilló. Es verdad que me reiría. Es que Carla dice "Cathomas" como si fuera lo mejor del mundo y algo que todo el mundo debería conocer. Pero no me voy a reír porque sé que ella lo dice con ilusión.
— Es el nombre de nuestro ship, muñeco — le responde Carla como si fuera algo obvio.
Thomas no está convencido del nombre.
— No sé si me gusta ese nombre, Carla — le acaricia el pelo.
— Pero es que era ese o Thocarla. Y ese no suena bien — ella dice apenada.
— ¿Y qué os parece Camas? — estaba tardando Damiano en reírse.
Carla gira el cuello lentamente y fulmina a mi marido con la mirada.
— Ignoraba que alguien hubiese pedido tu opinión — le dice mi amiga.
— Pero si era por ayudar — hay mucha guasa en la forma en la que lo dice Damiano.
— No importa, cariño — Thomas le habla a su novia — Cathomas me gusta.
Coge la cara de Carla y le planta un besazo en los labios. Damiano señala hacia algo en la puerta.
— Me están traumatizando a Bidet.
Ladeo la cabeza. Bidet está junto al marco de la puerta, con la cabeza bien levantada mirando a Thomas y a Carla.
— Qué pedazo de novio tengo — pronuncia Carla con orgullo.
Bidet maulla.
— Hasta Bidet me da la razón — dice ella — No me puedo creer que llevemos juntos tanto tiempo — ah, que ahora se pone melancólica — ¿Te acuerdas de nuestra primera cita?
A Carla le brillan los ojos de una forma especial.
— Sí, y pensar que cuando Daniela me preguntó si quería salir con una de sus amigas yo le dije que no porque pensaba que eras una fan obsesionada — él le da un rápido beso.
— Pero, ¿cómo pudiste pensar eso? — ella ríe nerviosa.
Thomas menciona que su primera cita fue en Róterdam, cuando estaban en Eurovisión. Sé que tuvieron una cita allí, pero como yo por aquel entonces estaba solucionando mi relación no estaba centrada en Carla. Y por eso no sé muchos detalles de esa cita.
— Estaba preciosa en aquel restaurante — Thomas recuerda — Me llamó Ethan — se ríe — Yo pensando que era fan y resulta que no sabía ni quién era ni cómo me llamaba.
— Pues para ser Ethan tenías el pelo un poco corto, ¿no? — pregunta Damiano.
Thomas se acerca a él y le da un empujón en broma. Damiano ya se deshace en carcajadas. Enseguida mi marido va a buscar al bebé para que nos vayamos y Thomas le acompaña.
Carla va a salir de la cocina, pero la alcanzo y la cojo del hombro.
— Carla Sánchez, la ganadora del Óscar por la mejor interpretación del año — le digo bromeando.
Fingió que no era fan en su primera cita con Thomas para que él se quedara prendado de ella.
— ¡Eh! — alza la mano. Eso significa que va a hacer un gran apunte — Y la ganadora del Óscar por mejor actriz de reparto. Yo no soy una estrella de Hollywood porque me da miedo el éxito, pero si yo quiero protagonizo una serie en el Netflix.
— ¿Tú crees que alguien la vería?
— Daniela, espabila — se pone un poco seria — Todo el mundo querría ver una serie en la que saliera yo. Y el que no quisiera, que vaya al médico porque tiene el sentido del gusto en el ano.
— Tía, lo de decirle Ethan...
— Es que tenía que demostrarle que no era fan — se excusa — Yo puta pero inteligente.
A decir verdad Carla es bastante inteligente. Yo cada vez que me pasa algo la llamo a ella porque esta chica sabe solucionarlo todo.
Escuchamos el llanto de mi hija. Está en el salón con los cuatro integrantes de Måneskin llorando porque no se quiere ir. Se lo está pasando bien con ellos y por mí nos quedaríamos todo el día pero es que tenemos que ir a descansar porque mañana es la boda.
— Espera, métele esto en la boca — Carla va a por el chupete de mi hija.
Dice que así se relajará y se dormirá. Mientras tanto sigue llorando en brazos de Ethan. Carla vuelve con el chupete blanco y se lo mete en la boca forzadamente a Marlena. Pero al instante la bebé se lo escupe en la cara a Carla.
— ¡Mierda! — exclama mi amiga recogiendo el chupete del suelo.
— Bueno, ya está bien, pequeña — Damiano coge a Marlena y la toma — ¿No te quieres venir conmigo?
Marlena frena el llanto un poco y asiente. Damiano le besa la mejilla y los chicos se acercan para despedirse de ella. Al final se relaja y no vuelve a llorar mientras salimos y la montamos en el coche.
****
— Daniela, yo no me quiero poner esta mierda — se sincera Damiano intentando hacerse el nudo de la corbata.
Tenemos que ir arreglados para la boda. Me ha costado un mundo conseguir que Damiano se pusiera más de tres piezas de ropa encima.
— Te ayudo — le digo, haciéndole el nudo de la corbata.
Aprendí a hacer este nudo porque mi madre también solía ayudar a mi padre a hacérselo. Damiano me mira mientras termino el nudo y suelta algo salido de tono al ver que voy en ropa interior.
— Gracias, nena — se mira en el espejo.
Va con traje, zapatos y corbata incluida. Sé que va incómodo por sus muecas. No está acostumbrado a este tipo de ropa, pero hoy va a tener que hacer un esfuerzo.
— Tengo que ir a vestir a Marlena.
— No, no — me coge del brazo con suavidad — Ve preparándote tú que yo me encargo de ella.
— ¿Sí? — me viene bien que él vista a Marlena mientras yo me preparo.
Me da un apretón en la nalga y me besa el cuello antes de ir al cuarto del bebé. Yo me pongo un vestido largo, sin mangas y con una abertura en la falda, que deja a la vista una de mis piernas. Me sienta bien el color violeta del vestido. Me arreglo el cabello y me maquillo de una forma un poco más exagerada que de costumbre.
Cuando acabo, bajo las escaleras y me encuentro a Damiano con Marlena ya en los brazos y el carrito listo.
— ¿He tardado mucho? — pregunto.
Marlena lleva un vestidito con un estampado de flores y un lazo decorando su cabeza. He de decir que el conjunto me lo recomendaron Carla y Victoria y que no pensaba que le quedaría bien a Marlena, pero me equivocaba.
— No, no, solo llevamos aquí dos horas esperándote — bromea Damiano.
Le doy un codazo. Mete a Marlena en el carrito y nos disponemos a salir. Pero la bebé señala al gato que está en la entrada, como diciendo que quiere que nos lo llevemos también.
— No, cariño, Lego no puede venir — le digo a mi hija.
De repente aparece Bidet y roza su cabeza contra la pierna de Damiano. Le maulla un poco, pero Damiano niega con la cabeza.
— Ni de coña, Bidet — le dice al animal que lo está mirando fijamente con sus enormes ojos verdes — No te voy a llevar a la puta boda, olvídalo.
Nos distraemos y perdemos un poco de tiempo explicándole a Marlena que los gatos no pueden venir.
El trayecto en coche hasta la iglesia se me hace corto. Allí nos encontramos a parte de la familia de Damiano y gente que supongo que serán familia de Alice.
— ¡Damiano! — una mujer de unos cincuenta años vestida elegante para la ocasión se nos acerca mientras nos bajamos del coche.
— Hola — le contesta seco Damiano.
Le doy una mirada, indicándole que sea un poco más amable con la mujer.
Entonces, se fuerza y sus labios forman una sonrisa falsa.
— ¿Cómo estás? — le pregunta la mujer — ¡Cuánto has crecido! La última vez que te vi eras un niño.
Me acerco a ellos, empujando el carrito de Marlena.
Un hombre viene y le habla a la mujer. Por la conversación se intuye que es su marido.
— Oh, ¿esto es un bebé? — la mujer mira a mi hija, la cual está dormida en el carrito — ¿Y esta es tu chica? — le pregunta a Damiano sobre mí.
— Mi mujer — le corrige él.
— Ah, yo pensaba que estarías con una chica...— me mira de reojo — Más como tú. Y la niña no se parece en nada a ti — me dice a mí.
— ¡Mamá! — un chico joven se acerca a la mujer y le dice que tienen que entrar ya a la iglesia.
— ¿Es su hijo? — le pregunta Damiano a la mujer, la cual asiente con una sonrisa orgullosa — Pues no se parece nada a ti.
Le borra la sonrisa a la mujer.
— ¿A que jode? — Damiano le pregunta.
Me coge de la cintura y me dice que vayamos a nuestro destino.
— ¿Quién era? — le pregunto antes de entrar a la iglesia.
— ¿Y yo qué sé?
— ¿No sabes quién era?
Niega con la cabeza.
— ¿Y por qué has hablado con ella?
— Porque querías que fuera amable — me responde.
No le doy más vueltas al tema. En cuanto entramos encontramos a los padres de Damiano y Rosa coge a la niña. Jacopo ya está preparado y le suda la frente de los nervios.
Alice entra a la iglesia junto a su padre. Viene con un vestido largo y con un velo cubriendo su cabeza. Jacopo sonríe al verla.
En mitad de la ceremonia nos enteramos de que la mujer de antes era una amiga de Rosa.
Después de que la feliz pareja se da el "sí, quiero" nos vamos a seguir la celebración a un lujoso restaurante de Roma. Y Carla me peta a mensajes.
"Tía, que me ha dicho Silvia que se muda a Italia", me escribe ella.
Silvia me había comentado algo de venir aquí a vivir anteriormente.
"Por cierto, roba tarta de la boda y me la traes que me apetece"
Ruedo los ojos.
"¿Quieres algo más?"
Escribiendo...
Sigo a Damiano dentro. Nos sentamos con los recién casados y con algunos de sus amigos.
"Si es tarta de nata me traes un trozo bien grande que me gusta mucho"
Carla eso de pedir comida lo adora. Así que cuando nos traen la comida le echo una foto y se la mando a ella.
"¿Qué te parece?", le escribo rápido.
— Parecía que te iba a dar un infarto en la iglesia — Damiano le dice a su hermano con una sonrisa.
— Oye, tú estabas igual en tu boda — a eso mi marido no tiene respuesta.
Él camarero viene con una botella de vino y va llenando las copas. Cuando llega a la mía le digo que no quiero y le pido agua. Entonces todos me miran con una ceja arqueada.
— ¿Estás preñada? — me pregunta uno de los amigos de Jacopo.
— Eh...no, no.
Damiano pierde el color del rostro, quedándose pálido. Me mira asustado y me pide que diga la verdad.
— No lo estoy, solo no quiero vino — le toco el brazo y le doy un beso.
Mi móvil sigue vibrando. Es Carla.
"Dime el nombre de ese restaurante de pijos para que no haya nunca. Hay veo más plato que comida. Y yo necesito más comida que plato"
Sonrío por el mensaje de Carla. Comemos el exquisito menú que han pedido Jacopo y Alice. Han tirado la casa por la ventana con la comida.
Damiano se remueve en su asiento y lleva su mano al nudo de la corbata para desaflojarlo un poco.
— ¿Qué pasa? ¿No soportas llevar ropa encima? — bromeo cerca de su oído.
Los demás están hablando y hay mucho ruido.
— Solo cuando estoy a solas contigo — me dice seductor.
Me ruborizo sintiendo cómo él sonríe con malicia. Es el revuelo de la salida de la esperada tarta lo que hace que nuestra conversación no se desarrolle más. Creo que Carla tiene el don de ver el futuro porque la tarta es de nata; un bizcocho de tres plantas recubierto totalmente de nata y con algunas cerezas como decoración. Antes de cortar el pastel, Jacopo le pide a Damiano que cante.
— ¿Yo por qué?
Todos se ríen por la respuesta de Damiano.
Al final les acaba cantando un poco de Torna a Casa por petición de algunos invitados y, bueno, mía también. Marlena está con Rosa, mirando hacia su tío y la mujer de éste.
La voz angelical de Damiano hace que todo el mundo guarde silencio. Él me mira a mí en todo momento. Creo que me está dedicando la canción más a mí que a los recién casados.
Cuando deja de cantar, le caen los aplausos hasta del cielo.
— Me ha encantado — le digo con una lágrima rodando por mi mejilla.
Ha sido realmente una interpretación sublime.
— Ya lo sé — seca mi mejilla con el dorso de su mano.
Reparten la tarta por todas las mesas. Damiano es el primero en recibir un trozo. Y además recibe un guiño insinuante por parte de la camarera.
— ¿En serio te ha guiñado el ojo la camarera? — inquiero yo.
Él se encoge de hombros y coge mi cuchara.
— Pobrecilla, nunca ha visto seres tan bellos como yo — Damiano suspira.
Cuando vuelvo a abrir la boca él aprovecha para meterme en ella la cuchara con un trozo de tarta. Saboreo la deliciosa tarta. Pero ahora tengo los labios y la barbilla sucios por la nata, así que voy a coger una servilleta para limpiarme.
— Espera, yo te ayudo — me dice Damiano.
Se abalanza sobre mí y me lame la barbilla, quitando los restos de nata. Luego me besa, y en vez de limpiarme nos ensucia más a los dos. Ahora sí que se puede decir que este beso es muy dulce.
— Damiano — risa — Nos están mirando.
Echo un ojo al salón. Hay varios invitados con la vista puesta en nosotros.
— Que miren lo que quieran — sonríe antes de volver a besarme.
— ¿Te está gustando la boda? — le pregunto de repente.
Paro la avalancha de besos y cojo una servilleta para limpiarnos a ambos.
— Me gustó más la nuestra — me responde.
Me mira con una sonrisa tranquila, apacible. Soy incapaz de resistirme a su cara de felicidad y vuelvo a juntar nuestras bocas. El contacto de nuestros húmedos labios es electrizante. Él rodea mi cintura y abre los labios para sacar su juguetona lengua.
— ¡Música! — grita Rosa.
La veo levantarse con su marido y con Marlena e ir derechos a la pista de baile. Jacopo y Alice los siguen. Ponen una música lenta para comenzar con el primer baile de los novios. Cuando todos se van a la pista, Damiano decide levantarse, alisarse su chaqueta y extenderme la mano.
— ¿Me llevas a bailar? — me pregunta con una media sonrisa.
Le doy la mano y asiento con la cabeza. Nos movemos entre la gente, pero Damiano no quiere multitud, así que no nos acercamos mucho a la pista.
— Qué romántico, ¿no? — coloca mis brazos sobre sus hombros y sus manos caen en mi cintura — Yo pensaba que tú no eras de clichés — insinúo yo.
— Te voy a follar.
— ¿Eh? — parpadeo varias veces.
— Ya me he cargado el cliché romántico — sonríe orgulloso de sí mismo.
Yo pongo los ojos en blanco.
Damiano se mueve, entonces yo me muevo con él. Bailamos pegados. Nuestros ojos se encuentran justo en el estribillo de la canción que están reproduciendo y ambos sonreímos.
Se me olvida que estamos rodeados de tanta gente, se me olvida todo. Ahora mi mundo está orbitando alrededor de este momento; contacto físico, miradas que significan más de lo que unas simples palabras podrían lograr y nuestros labios entreabiertos, anhelando los del otro.
En este momento todo es perfecto.
En este momento solo existimos nosotros.
Solo Damiano y Daniela.
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