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Capítulo 44

DAMIANO

— ¡Mi hermana es una puta bocazas!

Miro a Elena gritar desde el otro lado de la cocina. Se deshace del moño que lleva y deja caer su pelo rubio en cascada por su espalda.

— Te recuerdo que tú querías ser la bocazas — puntualizo.

Abre los brazos como si se estuviera sintiendo atacada por mis palabras.

— Yo solo quería ayudarte — me dice.

Otra vez perdiendo el tiempo con Elena. Casi como siempre hacía antes.

— Bueno, se acabaron ya las putas tonterías — dictamino — Dame ya mis cosas.

Ayer cuando estuve en su casa se me cayó el mechero y una foto de Daniela. No hubiera venido si hubiera sido solo el puto mechero de mierda pero al ser una foto de Daniela la quiero de vuelta. Y encima tengo a Daniela sola en casa.

— ¿Qué necesidad tienes de irte ya?

— La necesidad de no seguir viéndote la cara ahora mismo.

Rueda los ojos sonriente viniendo hacia la entrada, hasta mi posición.

— Como me encantan tus respuestas tan elaboradas — saca el mechero y la foto del bolsillo delantero de su pantalón vaquero.

Me tiende el mechero y lo cojo. Repite la misma acción con la foto, aunque antes de que la coja la aparta a un lado y le echa un vistazo. La confusión se instala en su rostro.

— ¿Sabes? Aún me cuesta entender que te gusten las chicas buenas como ella — menea la foto delante de mi cara — Siempre pensé que te gustaban las chicas como yo — alza su mano y señala todo su cuerpo, exhibiéndose — Pensé que eras más de chicas malas.

— Yo es que soy más de chicas buenas que hacen cosas malas, no sé si me entiendes.

Enarca una ceja y sonríe.

— A la perfección, cariño, te entiendo a la perfección.

Consigo alcanzar la foto y se la arrebato mientras ella sigue anonadada con mi respuesta.

Mi móvil suena. En el peor momento, joder. Descuelgo suspirando al ver el nombre en la pantalla.

— Victoria, déjame vivir — suplico.

— ¿Pero de qué mierda te quejas? — responde enfadada — Y preséntate aquí ya, tenemos que ensayar.

Joder, con ensayar. Victoria me tiene ya harto con eso.

— Estoy hasta la polla ya de ensayar.

— Y yo pienso vender tu polla a la peor mafia italiana como no te presentes aquí — me amenaza. Victoria sería capaz de eso realmente — ¿Y en dónde mierda estás? Daniela me llamó preocupada por ti.

— ¿Te llamó Daniela?

Veo como Elena a mi lado presta más atención ahora al escuchar ese nombre.

— Sí, mamonazo, me llamó.

Santa mierda.

— Vale, ahora voy — concluyo.

Tengo como unas diez llamadas perdidas de Daniela de hace un rato. No debí haber dejado el móvil en silencio tanto rato.

Salgo de la casa de Elena a grandes zancadas para alejarme de allí lo antes posible. Pero ella no se da por vencida. Viene corriendo detrás de mí y se posiciona a mi lado.

— Déjame en paz, Elena.

Toma aire dramáticamente para recuperarse después del sprint que acaba de dar para cumplir su objetivo de alcanzarme.

— Pero si no te estoy haciendo nada — se defiende.

Busco el número de Daniela para llamarla. Ahora mismo tiene que estar pensando lo peor de mí. Y con razón.

— ¿Puedo ir contigo al ensayo ese que ha dicho Victoria? — le doy una mirada de reojo.

— No.

Bufa.

— ¿Y qué más te da? — ya va a quejarse — Además, te recuerdo que a Victoria le caigo bien.

Eso es cierto. Encima Victoria y ella son amigas, hay que joderse.

Va andando muy convencida junto a mí. La agarro de los hombros y la hago mirarme a la cara. Hay algo hoy en ella que no me cuadra.

— ¿Qué es lo que pretendes? — le pregunto yo.

Ladea la cabeza indignada.

— ¿Qué voy a pretender? — me contesta con otra pregunta — Simplemente me he dado cuenta de que estás con Daniela y estoy respetando eso. Quiero que haya buen rollo entre nosotros, ¿sabes? — me empuja suavemente hacia atrás — Que seamos amigos.

No me trago ni una sola palabra de la mierda que acaba de soltar por la boca.

Daniela me llama otra vez y ya por fin se lo cojo mientras continúo andando. Elena ladea la cabeza indiferente. Aunque sé que tiene la oreja puesta en la conversación.

— ¿Dónde coño estás? — me pregunta Daniela en un tono enfadado.

— Voy a ir a ensayar con los chicos, nena.

Observo como algunas personas se nos quedan mirando a mí y a Elena sin siquiera molestarse en disimularlo.

— ¿Tan pronto?

— Sí, ya sabes que Vic es muy rara con los horarios — me rasco la nuca.

Carraspea.

— Te he estado llamando antes y no lo has cogido — lanza.

— Lo sé, lo siento, tenía el móvil apagado — la noto triste — ¿Qué te pasa, nena?

La oigo suspirar.

— Cuando me he despertado antes no estabas. Pensé que te habías ido y me habías dejado tirada.

— ¿Por qué has pensado eso?

— No sé, quizás puede ser por que eres un impredecible.

Eso fue un golpe bajo por su parte.

— Yo nunca te dejaría tirada — quiero tranquilizarla.

— Oye — chasquea Elena los dedos delante de mi cara — Ya hemos llegado — me comunica.

Su puta madre.

— ¡¿Con quién estás?! — me despego el móvil de la oreja para evitar que el grito de Daniela me taladre los tímpanos.

Miro hacia delante y sí, efectivamente, ya hemos llegado a Casa Måneskin. Ahora tengo que arreglar el desastre que me ha liado Elena.

— Con nadie, simplemente era una mujer que ha pasado por mi lado con un hombre hablando — sueno natural.

— Ah.

No la veo y ya sé que se tiene que estar poniendo roja por el ataque de celos que le acaba de dar. No la culpo. Si esta situación hubiera pasado al revés yo hubiera reaccionado igual. Bueno, ¿qué demonios?, yo hubiera reaccionado mucho peor.

Me quedo un poco mal con la forma en la que me ha colgado. Sé que tiene que estar enfadada conmigo y dolida también.

— ¿Entramos o qué? — me dice Elena tocando a la puerta — ¿Se puso celosa Daniela?

— Cállate la boca — la empujo a un lado y yo mismo abro la puerta con mi llave.

— Antes siempre me la callabas tú.

Entra toda descarada dentro del lugar. Odio cuando hace ese tipo de comentarios.

— Por favor, ahórrate todo eso. No me pueden dar arcadas justo ahora.

Me saca su dedo corazón mientras me sonríe.

Qué pesadez de tía. Y ya más insufrible cuando aparecen los demás y Victoria se alegra de que haya venido. Lo que me faltaba. Puedo ver cómo aparece la amiga de Daniela y literal, asesina con la mirada a Elena. Y luego a mí.

— ¿Puedo ver el estudio? — le pregunta Elena a Victoria — Hace mucho que no vengo.

— Claro, ¿cómo no?

Eso Victoria, tú tratala con hospitalidad para que no se vaya nunca, hostias.

Voy detrás de ellas con los demás a mí espalda. Los dejo pasar a todos y me apoyo ligeramente en el marco de la puerta. Thomas entra con Carla cuchicheándose algo entre ellos. Él se acerca al oído de ella y le susurra algo. La chica se ríe y asiente en respuesta a lo que sea que le haya dicho. Uno se cree que lo ha visto todo en la vida y de repente me encuentro con Thomas tonteando con la amiga de Daniela. Si no fuera porque mi cabeza no está preparada para procesarlo, me atrevería a decir que esos dos están liados.

Elena se vuelve a colar en mitad de mi campo de visión y me coge de las manos para prácticamente arrastrarme dentro y me da un beso en la mejilla. Los demás se miran entre ellos sin dar crédito a lo que están presenciando.

— ¿Qué coño hace esta tía aquí? — todos nos giramos sorprendidos hacia el fondo de la sala, dónde se encuentra Ethan.

— Relájate, Edgar — le susurra Thomas.

— No, tiene razón, yo también quiero saber qué hace esta tía aquí — habla Carla con un marcado tono de desagrado.

Elena se echa las manos al pecho sin entender nada.

— Pero, ¿qué os he hecho yo? — finge sentirse aludida.

Ethan pasa de lo que va siendo su cara y se dirige directamente hacia mí para hablar.

— ¿Por qué no estabas antes con Daniela? — inquiere.

Sé que hay algo que quiere decir. No está siendo claro.

— ¿Qué es lo qué quieres decir, Ethan?

— Antes Victoria me ha contado que Daniela la había llamado preocupada por ti, porque no estabas en casa — mueve las manos — Y no sé, ahora de repente apareces con esta—

— ¡EH! — le grita Elena, interrumpiéndolo.

— Y venís juntos — niega con la cabeza, moviendo su pelo de un lado a otro — Y creo que hablo por todos cuando digo que sabemos que tú y Elena tuvisteis algo más que amistad.

Los otros no dicen nada. Lo saben de sobra. No entiendo esta forma de comportarse de Ethan.

— Bueno, vamos a dejar ya el mal rollo, por favor — anuncia Victoria incómoda.

— ¡Pero dejó sola a su novia! ¡Y encima estando embarazada! — vocifera el baterista.

Me quedo helado en mi posición. Acaba de decir una palabra exacta que no me esperaba. Y si él la sabe, entonces todos también.

— ¿Vosotros sabíais que Daniela estaba embarazada?

Los miro uno a uno. Victoria agacha la cabeza, Thomas se encoge de hombros con cara de "¿qué quieres que diga?", y los otros dos asienten sin miramientos.

— ¡¿Y POR QUÉ MIERDA NO ME LO DIJISTEIS?!

Victoria hace lo que puede inventándose algo y falla estrepitosamente. Es Carla la que da un paso hacia mí y me enfrenta.

— Yo se lo conté — me anuncia — Y les pedí que no te lo dijeran porque quería dejarle esa parte a Daniela.

Elena se agarra mi brazo y alcanza mi mandíbula para ladear mi cara hacia ella. Me pide que no me enfade. Pero, joder, hasta ellos lo sabían antes que yo. Y me tuve que enterar por la hermana de Elena.

Aquello fue jodidamente patético.

Tener que enterarme de una noticia de ese calibre por una chica a la que apenas conozco.

— ¿Estás engañando a Daniela? — Ethan me saca de mi trance de pensamientos.

— ¿Qué acabas de decir?

Mi mandíbula se tensa inconscientemente.

— ¿Qué quieres que piense cuando Daniela llama porque no sabe dónde estás y después te presentas aquí con esta pava? — señala asqueado a la chica a mi lado.

Elena alza la mano y contrae la cara en puro horror.

— Conmigo te relajas, melenas — le ladra.

— Bueno, ¡ya está bien de esta pelea de gallos absurda! — Victoria se pone en mitad del estudio.

Quiere relajar la tensión.

Thomas y Carla se mantienen alejados vislumbrando la escena sin inmutarse demasiado.

— ¡Ha empezado él! — Elena hace un gesto hacia Ethan — No es mi culpa.

— Es verdad, la culpa es mía — hablo llamando la atención de todos — No debería de haber traído a Elena y haber dejado a Daniela antes sola sin decirle nada.

— ¿Ya estás contento, Ethan? — se burla Elena.

— ¿Estás contenta tú siendo la puta de un tío al que le das igual? — le escupe de vuelta.

Están terminando con mi paciencia entre los dos.

Elena sigue neutral y se ríe un poco.

— Vaya, yo pensaba que tú eras el tímido del grupo — comenta, más para ella misma que para nosotros — ¿Y tú? ¿Estás tú contento después de que la chica que te gustaba te utilizara y te dejara por tu mejor amigo? — las comisuras de sus perfilados labios se elevan aún más. Una de sus mejores sonrisas falsas.

Tengo que terminar esta mierda.

— Elena, cállate — se sorprende — Y Ethan, por favor, el papel de arrastrado no te queda bien, y además está cogido — señalo a Elena, quién se cruza de brazos y pone una mueca de incomodidad.

Me doy la vuelta, pasando de todos. Prefiero no continuar hablando. Es mejor parar aquí.

— Daniela debería de estar con alguien mejor.

Mis pies se detienen. No me puedo creer que quiera tener una conversación así justo ahora. Con todos delante.

— ¿Y con quién debería estar, eh? — voy hacia él.

Escucho a Victoria pidiendo que nos tranquilicemos. Elena me agarra de la chaqueta e intenta hacerme retroceder.

— ¿Contigo, por ejemplo? — le pregunto.

Rodeo su instrumento con Elena detrás de mí pegada como una lapa.

— Sabes que no quiero decir eso.

— Sabes que es exactamente lo que quieres decir — rebato yo — Y olvídate ya de ella. Daniela está conmigo y está embarazada de mí — palmeo mi pecho — Métete eso en la cabeza.

Asiente.

Me encojo de hombros.

— De todas formas tú nunca llegaste a nada con ella — digo convencido.

Daniela me confirmó eso.

— ¿Y a ti quién te dice que no, Damiano?

No sé qué me molesta más, si que esté poniendo en duda lo que Daniela me negó rotundamente o el tono de superioridad que ha utilizado para decirlo.

Doy un paso rápido hacia él. Es ahora cuando todos parecen recuperar el sentido y vienen a interponerse entre nosotros. Elena tira de mí hacia atrás y Victoria empuja mi pecho mientras Thomas y Carla hablan con Ethan. Elena golpea la batería con la espalda forzándome a andar, haciendo que los platillos suenen haciendo un sonido infernal ahora mismo y las baquetas que habían sobre el instrumento caen al suelo.

— Vámonos, ¿sí? — murmura entrecortadamente Elena empujándome fuera del estudio.

— ¡Y Daniela no es la típica chica a la que uno deja tirada después de follársela! — me grita Ethan, como si supiera lo que pasó anoche — ¡Es la típica chica con la que uno se casa!

— ¡¿Crees que no lo sé?! — grito yo también.

No le falta razón en ninguna de sus palabras. Literalmente, Daniela es el tipo de chica que él ha descrito.

— Ven aquí ya, coño — me arrastra Elena hacia fuera.

Salimos al porche de la casa. Elena se queja del mal trato que le ha brindado Ethan. Así como si alguna cosa de lo que ha dicho de ella fuera mentira.

La verdad es que Ethan ha dado en el clavo en todo. Y en realidad ahora mismo estoy algo enfadado con él. Pero no porque me haya gritado ni nada de eso, sino porque me ha dicho la verdad en mi puta cara. Y aunque me cueste admitirlo, eso me ha dolido.

No lo estoy haciendo bien con Daniela. Y lo sé.

Sé perfectamente que debería dejar de verme con Elena. Estar con ella no me hace ningún bien. Se supone que es algo que debería de haber dejado en el pasado, todo lo que pasó con ella, pero mi presente le está haciendo un hueco a ese pasado.

— ¿Te puedes creer todo lo que me ha dicho? — llama mi atención.

— Pues sí, si me lo puedo creer.

Me fulmina con la mirada y arruga la boca.

— Hazte un favor y no te pongas de su lado — aconseja cabreada — Y además, ellos se llenan la boca diciendo que son tus amigos y luego no son capaces de decirte lo de Daniela — me recuerda.

Pone sus manos sobre mi pecho y acorta la distancia entre los dos.

— Te lo tuve que decir yo — se calla — Bueno, más bien mi hermana — se rectifica a sí misma — Pero yo también iba a hacerlo, porque me preocupo por ti.

Me río. He de hacerlo.

— ¿Qué tú te preocupas por mí? — entrecierro los ojos.

— ¡Claro que lo hago, Dam! — ya estamos con ese diminutivo — Y tengo que serte sincera cuando te diga que la chica con la que estás tiene ciertas intenciones.

— ¿Qué mierda quieres decir ahora?

Mira a todos lados antes de volver a concentrar su atención en mí. Baja el tono. Ahora es cuando le toca el turno de decir algún disparate.

— ¿Por qué crees que se ha querido quedar embarazada justo ahora? — pregunta en leves susurros casi inaudibles — Estoy segura que hizo aposta lo de quedarse embarazada.

— Suponiendo que la invención esa tuya sea verdad...— digo cansado — ¿Para qué lo haría?

— Para aprovecharse de tu fama, tonto — golpea mi pecho — Piénsalo, hace apenas unas semanas, antes de que ganaras Eurovisión, ella pasaba de ti. ¡Si hasta se lió con Ethan, por Dios!

Hace una pausa dramática para coger aire.

— Y después de que ganaras, ¡sorpresa! — alza la voz de pronto — Está embarazada. Quiere tener algo para retenerte y aprovecharse de todo lo que pueda sacar a tu costa.

Bueno, hasta aquí llegó el teatro del día.

La empujo para alejarla.

— Elena, ¿alguna vez te has preguntado por qué nunca quise nada más contigo?

Ahora empieza lo bueno.

Su confusión es graciosa.

— ¿Por qué?

— Porque nunca aceptas un no por respuesta — ese es solo uno de los motivos — Eres tan posesiva, tan obsesiva...

— Eh, eh, eh — clava uno de sus dedos en mi pecho, señalándome — A mí no me digas todas esas mierdas, no te lo voy a consentir. Y el posesivo eres tú. Pero con esa chica — frena de golpe.

Se muerde el labio intentando contener una sonrisa. Asiente con la cabeza, como si acabara de pensar algo.

— La quieres solo para ti — dice en tono burlón — Yo pensando como una idiota que la aprovechada de todo esto era Daniela, y al final va a resultar que el aprovechado eres tú.

— Ya, cállate, joder — gruño en desesperación.

Vuelve a acercarse a mí y le agarro ambas manos. Ríe agachando la cabeza y negando.

— Pensaba que con ese embarazo ganaba ella, pero ganas tú — su mueca irradia burla y soberbia — Venga, no me digas que nunca se te ha pasado la frase "si tiene el bebé, no la voy a perder nunca" por la cabeza.

Paso mi lengua por mi labio inferior mirando hacia la puerta de Casa Måneskin. No puedo responder nada. Sí pensé eso por un momento cuando me enteré.

— Te da tanto miedo perderla, Dam — arrastra las palabras.

Me está sacando de quicio. Esta víbora siempre lo consigue.

Aprieto mi agarre en sus manos. Sé que le estoy haciendo daño. Y también sé que ella no se va a quejar.

— ¿Sabes? A veces miraba ahí — avanza su cabeza hacia el lado izquierdo de mi pecho — Y pensaba, ¿habrá algo ahí dentro? ¿Este hijo de puta tiene corazón? — da una carcajada — Y vaya, parece que sí.

Escaneo el lugar, revisando que no haya nadie alrededor. Esta conversación se está llegando a salir ya de contexto.

— Me dejaste por esa pava — farfulla cínica — Y ahora vas y la preñas — echa la cabeza hacia atrás — Siempre creí que ella era solo un juego para ti. Me equivoqué. Y luego está el hecho de que es la cosa más manipulable sobre la faz de la Tierra y se estará tragando todas tus mierdas y mentiras y estará pensando en tener el bebé. No tengo pruebas, pero tampoco dudas al respecto.

— ¿Podrías callarte ya? — la suelto y la lanzo como la basura que es — Tu voz chillona va a hacer que me sangren los oídos.

Se tambalea un poco y pone las palmas de las manos sobre la pared para no caerse.

— Tranquilo, rey, ya me voy — se recoloca su blusa y se revuelve el pelo.

Saca unas enormes gafas de sol de su bolso y se las coloca.

No veo el momento en el que la vea desaparecer por la calle.

Me siento liberado cuando empieza a andar por fin. Pero, ¿cómo no? Se tiene que volver a girar otra vez.

— Oh, y gracias, cariño — me dice.

¿Qué mierdas?

— ¿Por qué?

Baja sus gafas de sol por el puente de su nariz, dejando ver sus ojos.

— Por dejarme saber la única cosa con la que podría joderte.

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