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Capítulo 39

Maratón 2/3

Esta noche. Esta noche acaba todo.

Porque esta noche es Eurovisión. El festival más grande a nivel europeo. Todo empezará esta noche y terminará esta noche. Y mañana todos volveremos a nuestras vidas normales. Bueno, yo no. Yo voy a empezar una vida completamente nueva y diferente con Damiano. Decir que estoy emocionada, sería quedarse corto. Aunque a la vez también me da algo de inquietud y miedo. Nunca hemos vivido juntos. Y no sé, tengo miedo de que no pueda funcionar.

"No hables antes de tiempo"

Muevo mi cabeza de un lado a otro. Como si así esa frase se fuese a esfumar. Lo cierto es que me lleva atormentando desde que la escuché.

A veces tengo la extraña sensación de que nadie cree que mi relación con Damiano vaya a tener futuro. Y no me gusta que esas opiniones odiosas vuelen por mi cabeza. Porque quiero ser indiferente a lo que digan los demás, pero no puedo evitar que en el fondo todas esas cosas que escucho me hagan dudar.

Pero se acabó. Voy a ser indiferente a opiniones, críticas o cualquier cosa por el estilo. Como diría Damiano: la gente lamentablemente habla.

Escucho cómo se cierra el grifo de la ducha y el ruido del agua cesa. Me recuesto en la cama de la habitación de Damiano y espero a que salga del baño. Es muy temprano, demasiado temprano a decir verdad, pero yo necesitaba verle y hablar con él.

Sale del baño con el pelo mojado y desordenado y con solo una toalla en la cintura. Las gotas de agua aún caen por su pecho hacia abajo. Trago grueso. Debería de haber venido después, cuando estuviera vestidito.

— ¿Qué querías decirme, nena? — pregunta todo despreocupado paseándose por la habitación cogiendo algunas prendas.

— Y-yo...— me desconcentro mirándolo — ¿Podrías ponerte ropa, por favor?

Para centrarme necesito un Damiano seco y vestido, no uno mediodesnudo y mojado.

— ¿Tan nerviosa te pongo? — se mofa de mí — Ni que tuviera algo que no hubieses visto antes — sonríe de lado — O sentido antes.

Me ruborizo.

— Además, si tanto te molesta que no lleve ropa...— deshace el nudo de la toalla y se la quita — Entonces quítate tú también la ropa.

El maldito me tira la toalla a la cara y se ríe. Cuánto le gustará calentarme.

Echo la toalla a un lado y miro a tremendo monumento de hombre. En resumidas cuentas, el culo de Damiano es lo mejor que veré hoy.

Se pone unos bóxers negros y unos pantalones delante de mí. No sin antes asegurarse de que lo mirara bien por todos lados.

— ¿Ya estás contenta? — asiento — Pues ahora habla tú.

Me incorporo y me siento en la cama. No me ando con rodeas tontas, voy directa a lo que le quería preguntar.

— ¿Tú has dicho en alguna entrevista que estabas soltero?

— A ver — se rasca la nuca — Sí, pero lo he hecho por los dos.

— ¿Cómo?

— Es mucho mejor así. De ese modo los periodistas, paparazzis y toda esa gente no se centran en ti — se pone de rodillas delante de mí y me coge ambas manos — Daniela, mírame — levanta mi barbilla — Si tú quieres que haga público lo nuestro, ahora mismo lo hago. Pero créeme, no creo que sea un buen momento. Y tarde o temprano se acabarán enterando.

Lo pienso. Y lo que ha dicho es la pura verdad. En realidad, si estamos juntos todo el mundo se acabará enterando antes o después.

— ¿Cómo sabes lo de la entrevista?

Mierda, ahora él es quién va a tomar el rol de interrogador.

— Me lo dijo Carla — mentirosa, mentirosa.

— Carla — repite — ¿Segura que fue ella?

— Claro, ¿quién si no?

— Se me ocurre alguien que podría haber sido — suelta.

Sabía que no se tragaría lo de Carla, pero tenía que intentarlo.

— Vale, es quién tú crees que es.

— Mierda, Daniela, te dije que no me gustaba ese tío — se incorpora.

Me echo las manos a la cabeza. Lo noto muy callado de pronto. Está mirando un punto concreto de mi piel.

— ¿Qué es eso? — señala mi muñeca derecha.

Casi me había olvidado de que se me quedó algo de marca por el agarre de ese asqueroso.

— Damiano, esto no—

— ¿Te lo ha hecho ese hijo de puta, verdad? — tensa la mandíbula.

Me levanto y me pongo delante de él. Solo me faltaba esto.

— Por favor, Damiano—

— Le voy a arrancar la cabeza a ese hijo de puta — echa a andar a grandes zancadas a la puerta.

Venga, no me jodas.

— ¡Damiano!

Salgo corriendo tras él. No dejo de gritar su nombre y pedirle que pare. Él ni caso. Va como alma que lleva el diablo.

— Por favor, Damiano, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir — digo medio fatigada.

El pasillo de este hotel se me antoja infinito ahora mismo.

— ¿Arrepentirme de romperle la cara a ese soplapollas? — se gira de golpe hacia mí — Eso no sería algo de lo que yo me arrepentiría, tenlo por seguro.

Sus ojos arden en furia. Puedo ver cómo se le marca la vena del cuello. Agarro sus manos con cautela. Quiero que se calme. Necesito que lo haga.

— Por favor no merece la pena — mi voz es apenas un susurro.

— ¡Sí la merece! — su grito hace eco por todo el lugar.

— No, si vas ahí y le pegas, simplemente te vas a hacer daño a ti mismo, Damiano — espero que entre en razón — Podrían descalificaros por ese escándalo.

Intento coger su cara con mis manos, pero él se niega.

— Damiano, mírame — reacciona y me hace caso — No vas a hacer nada.

Su pecho sube y baja descontroladamente. Empieza a protestar y maldecir. Ya me esperaba eso. Le tapo la boca para que se calle ya.

El sonido del ascensor abriéndose me asusta. Joder, solo faltaba que alguien nos viera aquí en mitad del pasillo. Él sin camiseta y yo tapándole la boca. Linda estampa.

Me relajo cuando veo que es Victoria. Y ni siquiera se sorprende al vernos así ni nada.

— Eh, no sé si estáis a mitad de algún retorcido juego sexual y estoy interrumpiendo, pero...— le destapo la boca a su amigo para que hablen — ¿No te acuerdas de qué te estaba esperando con Thomas y Ethan abajo o qué?

— Estaba ocupado en otras cosas.

— Pues desocupáte ya, que hoy es un día importante — chasquea los dedos — Y ponte una camiseta — le aconseja.

Se queda a esperarlo. Sé que ya me tengo que ir y dejarlos a lo suyo. Lo abrazo y me acerco a su oído.

— Ahora relájate, ¿vale? — acaricio su pelo — Hazlo por mí.

— Joder, Daniela.

— Promete que no la vas a liar.

Pone los ojos en blanco.

— Está bien. Lo haré por ti — me besa.

— ¿Y podrías hacer otra cosa más por mí?

— Nena — pasa un dedo por mis labios — Sabes que hasta arrasaría el mundo entero por ti si me lo pides.

Río bajito. Este hombre me tiene loca.

— De momento arrasa el puto escenario esta noche por mí.

*********

Alcanzo el mando de la televisión y le bajo volumen. Me van a sangrar los oídos. Apenas acaba de empezar a retransmitirse el festival en directo y ya me estoy quedando sorda. Silvia me dedica una mirada ofendida y me pide que ponga el volumen como estaba.

— ¿Y para qué quieres que esté tan alto?

Me siento en la cama de su habitación y cruzo las piernas. Carla tiene que estar en el estadio en el que está teniendo lugar Eurovisión por su trabajo y yo simplemente lo voy a ver con Silvia.

— Porque quiero vivirlo al máximo — responde mi pregunta — Eurovisión es de las mejores cosas que pasan cada año. Y este año hay canciones muy buenas.

Coge su móvil y lo apaga.

— A evitar distracciones. No vaya a ser que me llamen y empiece a sonar la canción que me puso Carla.

— ¿Qué canción? — me intriga — A mí me puso Zitti e Buoni.

— No jodas, ¡qué suerte! — se tira a la cama a mi lado y se recoge su cabello castaño en una cola alta — A mí me puso Coraline — bufa — Y cada vez que me llaman me entra depresión. Y encima en los ajustes de mi móvil no me aparece la opción de cambiarla. Esa chava tiene que haber sido hacker en otra vida — mira la tele — ¡Ah, que emoción, que ya empieza!

Nos callamos y empezamos a verlo en silencio. Pero no duramos mucho así. Y menos cuando están saliendo los representantes de cada país y el cantante de Italia me sale con ese atuendo tan ceñido. Un grito ahogado se escapa de mi garganta. Llevar ese traje debería de ser un delito.

— Tía — Silvia me palmea la pierna — Creo que me acabo de enamorar de Måneskin. Osea, ¿cómo pueden ser los cuatro tan guapos? ¡Ahora entiendo a Carla!

Pues nada, nueva fan de Måneskin entrando al chat.

Las primeras actuaciones se me pasan increíblemente rápido. Apenas me estoy concentrando en ellas. Oigo a Silvia diciendo algo de lo cutre y hortera que es la actuación de España y que al representante se le va a caer una luna gigante en la cabeza. No entiendo nada. Solo puedo pensar en el sexy cantante italiano.

— Mira al suizo — Silvia comentando — Tiene una carita de niño bueno que no puede con ella. Y es de los favoritos.

No digo nada.

— Oye, ¿me estás escuchando? — da un golpe en la cama — ¿O te estás montando alguna fantasía con el italiano?

— Fantasía con el italiano — lo reconozco.

— Bueno, no te puedo juzgar. Hasta yo me estoy montando una con él.

Le doy un pequeño manotazo de broma en el costado. Ella se ríe.

— ¿No me vas a decir nada más? — me pregunta siguiendo con la bromita.

— No — me encojo de hombros — Al final, lo tuyo se va a quedar en una fantasía frustrada. Pero yo puedo poner en práctica la mía cuando yo quiera.

Finge estar llorando.

— Daniela, yo quiero ser tú — me dice.

Los últimos puestos se van acercando y con ello el turno de Italia, por supuesto. Estoy nerviosa. Quiero verlo ya.

Mis ojos no se apartan de la pantalla mientras aparece su vídeo de presentación. Hacen un pequeño recorrido por su trayectoria profesional hasta ahora y entonces por fin, todo queda en silencio.

He de admitirlo, ese inicio de actuación fue absolutamente perfecto.

— Dios santo, esto ya no puedo soportarlo — que ganas de que Silvia se calle ya — ¿Has visto como se ha inclinado cuando ha dicho "buonasera, signori e signore"? ¿Has visto ese gesto?

— Pues claro que lo he visto.

— Solo por ese gesto ya merecen ganar — zanja.

Y tiene razón.

Disfruto del resto de la actuación. Se han manejado de maravilla por el escenario. La química y el buen rollo que había entre ellos mientras actuaban ha sido palpable. Literal, siento pena por los demás participantes. Porque este grupo se acaba de robar el puto festival en tres minutos.

— No lo aguanto más — mi amiga bota en la cama — Es que Italia en dos mil diecinueve llevó a Mahmood, y ese chavo me enamoró. Y ahora este año van y me llevan a Måneskin para que me enamore otra vez. Italia, gracias por tanto y perdón por tan poco.

— Oye, ¿te tragaste a Carla o algo así? ¡Estás hablando como ella!

— He pasado mucho tiempo con ella últimamente. Se me habrá pegado — ella sacando conclusiones.

Pillo mi móvil y me pongo a ver cómo van las redes. Ahora mismo el televoto está en marcha.

Todas las redes sociales están plagadas de cosas de Eurovisión. Y abundan los comentarios a favor de Italia. Y bueno, mejor ya ni menciono todo lo que se está hablando sobre lo bueno que está Damiano. Pongo los ojos en blanco. Debería de haber visto eso venir.

Recibo una notificación. Me ha llegado un mensaje. Sonrío al ver quién es y lo abro.

"Estoy pensando en ti".

Me muerdo el labio viendo el mensaje de Damiano. Entre que cierran los votos y los dicen tenemos unos minutos para hablar. Hay que aprovechar.

"Qué pena que no es recíproco, mi mente está demasiado ocupada pensando en el cantante de Italia".

Me río leyendo mi mensaje. No puedo esperar a ver su respuesta.

"Ese tío está buenísimo, ¿verdad?".

Sabía que respondería algo así.

"La verdad es que sí. Y ese traje que lleva solo hace que se vea aún más sexy".

Está escribiendo.

— ¿Con quién hablas que sonríes tanto? — Silvia distrayéndome.

— ¿Con quién crees?

Otro mensaje recibido.

"Daniela, no juegues conmigo. Dime que te he puesto cachonda y ya está".

¿Es Damiano, verdad? — viene ella hacia mí.

Echa un vistazo rápido a la pantalla de mi móvil. Aunque intento apartarla lo más rápido posible.

— Me traumé — forma una "o" con la boca — He visto "sexy" y "cachonda" en la conversación - mierda, ha podido ver eso — No me quiero ni imaginar de lo que tendréis que estar hablando.

La dejo con su sorpresa y su incredulidad. A seguir con el otro.

"Sí, ¿vale?, Me has puesto así a mí y a todas las chicas de Europa".

Oficialmente creo que Damiano se acaba de convertir en el mojabragas de toda Europa.

"A mí las demás me dan igual".

Río. Más le vale que le den igual.

Lo dejo en visto. Creo que ya están repartiendo puntos y no quiero desconcentrarlo. Este momento es importante y decisivo.

Suiza va en cabeza por los puntos de los jurados profesionales. Francia también. Aunque era de esperar que esas dos canciones estuvieran en los primeros puestos.

Pero queda el televoto. Nada está decidido. Silvia rebota en la cama y grita de frustración cuando anuncian que España no ha recibido ningún punto del televoto.

— ¡Mierda santa! — exclama y empieza a gritarle a la tele, como si la fueran a escuchar.

— ¿Qué te pasa?

Se pilla un mechón de cabello y se lo enrolla en la mano. Se la ve cabreada.

— Es que acabo de perder cincuenta euros — me explica. Y me quedo igual que estoy. ¿Qué mierda dice? — Es que Carla se apostó cincuenta pavos a que España recibiría cero puntos del televoto. Y yo dije que iba a recibir dos puntos. ¡Dos puntos! — se refriega los ojos — ¡¿En qué estaría pensando, Daniela?!

— Ya cálmate — la abrazo.

— Es que Carla es vidente, lo sé — empieza a trabarse diciendo cosas — O eso o tiene un sexto sentido.

Concuerdo con ella en lo del sexto sentido.

Me tenso en los últimos minutos. Solo queda que Suiza reciba sus puntos. Los chicos están ahora en cabeza. Me muerdo las uñas de puro nerviosismo. Las cosas podrían cambiar. En la pantalla aparece el cantante suizo. Y Damiano. Éste parece estar diciéndole a los demás que se relajen y que no se molesten si ellos no ganan.

— ¡Pero que digan ya los putos puntos!

Ahí va otra vez Silvia a discutir con el televisor. Esta muchacha tendría un futuro brillante como comentarista.

Me agarro a ella fijando mi vista completamente en la tele. Suspiro. Los presentadores hablan.

Mi corazón se detiene cuando el momento sucede. Suiza no consigue los puntos necesarios para pasar a Italia. Por lo que ellos son los ganadores. Damiano flipa y da un brinco de alegría. Algunos participantes se acercan a él para felicitarlo. Vic y Thomas se abrazan y lloran mirando los resultados en el pantallón.

— A Ethan se le acaba de aparecer el Espíritu Santo — no le puedo negar eso. El pobre está estupefacto, y no es para menos — Ese chico es un mood — se ríe — Ya verá mañana los memes que van a hacer a su costa.

Algunas lágrimas ruedan por mi cara. Ha sido tan emocionante. A la vez me río pensando en como Damiano me dijo que iban a ganar. La seguridad en sí mismo es una de sus mayores virtudes.

— ¿Te ríes o lloras? — Silvia arquea una ceja — Ya decídete.

— Me río mientras lloro, ¿vale?

— Vale, vale — alza las manos — Joder con la novia del italiano. Qué cambios de humor.

Vuelve a sonar una vez más Zitti e Buoni. Pero no canta la versión de Eurovisión, canta la versión original. Sin ningún tipo de censura. ¿Ya qué más da?

Me refriego los ojos mientras los presentadores se despiden y el festival da paso a su cierre definitivo por este año.

— Tía, me da pena que mañana ya tengamos que volver a España — hace un lindo puchero — ¿A ti no?

Me muerdo la lengua.

Mierda, se me había pasado decirle a ella y a Carla que yo no vuelvo a España.

— Silvia, Damiano me pidió que me fuera a vivir con él a Italia.

Me mira. Sus ojos amenazan con salirse de sus órbitas. La confusión mezclada con sorpresa reina en su rostro.

— ¿Y Carla lo sabe?

— No, aún no se lo he dicho.

Se para a pensar.

— ¿Te vas con él?

— Sí — afirmo.

Me hace un tercer grado para sacarme toda la información que puede sobre cómo me lo pidió y todos los detalles.

— ¿Tú estás segura? — inquiere.

— Sí — no lo dudo ni un segundo — Quiero estar con él, Silvia, ya lo sabes.

Me da un cariñoso abrazo. Y creo que solloza un poco en mi hombro. Miss Drama está saliendo a la luz.

— Te voy a echar mucho de menos — me susurra — Y más le vale al Damiano tratarte bien.

Ella desempeñando su papel de amiga protectora.

— ¿Y si no se porta bien conmigo que harías? — me da curiosidad saberlo.

Lista para escuchar alguna brutalidad en tres, dos, uno...

— Me presento en Italia — se pone seria — Le corto los cojones, y los arrastro por toda Roma.

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